sábado, 24 de abril de 2021

25 DE ABRIL DOMINGO IV DE PASCUA




Propio del Tiempo. Salterio IV

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: OH PERPETUO PASTOR QUE PURIFICAS

 

Oh perpetuo Pastor que purificas

a tu grey con las aguas bautismales,

en las que hallan limpieza nuestras mentes

y sepulcro final nuestras maldades.

 

Oh tú que, al ver manchada nuestra especie

por obra del demonio y de sus fraudes,

asumiste la carne de los hombres

y su forma perdida reformaste.

 

Oh tú que, en una cruz clavado un día,

llegaste por amor a extremos tales,

que pagaste la deuda de los hombres

con el precio divino de tu sangre.

 

Oh Jesucristo, libra de la muerte

a cuantos hoy reviven y renacen,

para que seas el perenne gozo

pascual de nuestras mentes inmortales.

 

Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,

que de la muerte resurgió triunfante,

y gloria con entrambos al divino Paracleto,

por siglos incesantes. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

 

Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

El la fundó sobre los mares,

El la afianzó sobre los ríos.

 

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

 

El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ese recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

 

Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

 

Ant 2. Aleluya. ¿A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los muertos? Aleluya.

 

Salmo 65 I - HIMNO PARA UN SACRIFICO DE ACCIÓN DE GRACIAS

 

Aclama al Señor, tierra entera;

tocad en honor de su nombre,

cantad himnos a su gloria.

 

Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras,

por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!»

 

Que se postre ante ti la tierra entera,

que toquen en tu honor,

que toquen para tu nombre.

 

Venid a ver las obras de Dios,

sus temibles proezas en favor de los hombres:

transformó el mar en tierra firme,

a pie atravesaron el río.

 

Alegrémonos con Dios,

que con su poder gobierna eternamente;

sus ojos vigilan a las naciones,

para que no se subleven los rebeldes.

 

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,

haced resonar sus alabanzas,

porque él nos ha devuelto la vida

y no dejó que tropezaran nuestros pies.

 

¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba,

nos refinaste como refinan la plata;

nos empujaste a la trampa,

nos echaste a cuestas un fardo:

 

sobre nuestro cuello cabalgaban,

pasamos por fuego y por agua,

pero nos has dado respiro.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya. ¿A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los muertos? Aleluya.

 

Ant 3. Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 65 II

 

Entraré en tu casa con víctimas,

para cumplirte mis votos:

los que pronunciaron mis labios

y prometió mi boca en el peligro.

 

Te ofreceré víctimas cebadas,

te quemaré carneros,

inmolaré bueyes y cabras.

 

Fieles de Dios, venid a escuchar,

os contaré lo que ha hecho conmigo:

a él gritó mi boca

y lo ensalzó mi lengua.

 

Si hubiera tenido yo mala intención,

el Señor no me habría escuchado;

pero Dios me escuchó,

y atendió a mi voz suplicante.

 

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica

ni me retiró su favor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

V. Mi corazón se alegra. Aleluya.

R. Y te canto agradecido. Aleluya.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del Apocalipsis 12, 1-18

 

LA SEÑAL DE LA MUJER

 

Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Apareció otra señal en el cielo: una gran Serpiente roja, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. La Serpiente se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz.

 

La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir todas las naciones con cetro de hierro; y su Hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. La Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días.

 

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con la Serpiente. También la Serpiente y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Fue arrojada la gran Serpiente, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojada a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con ella. Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo:

 

«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.

 

Cuando la Serpiente vio que había sido arrojada a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos de la Serpiente, donde tiene que ser alimentada un tiempo, algunos tiempos y medio tiempo.

 

Entonces la Serpiente vomitó de su boca detrás de la Mujer como un río de agua, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer; abrió la tierra su boca y tragó al río vomitado de la boca de la Serpiente. Entonces, despechada la Serpiente contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. Y se apostó sobre la arena del mar.

 

RESPONSORIO    Ap 12, 11. 12; 2M 7, 36

 

R. Ellos vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. * Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

V. Después de haber soportado una corta pena, beben de la vida perenne bajo la alianza de Dios.

R. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios

(Homilía 14, 3-6: PL 76, 1129-1130)

 

CRISTO EL BUEN PASTOR

 

Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas, es decir, las amo, y ellas me conocen a mí. Es como si dijese con toda claridad: «Los que me aman me obedecen.» Pues el que no ama la verdad es que todavía no la conoce.

 

Ya que habéis oído, hermanos, cuál sea nuestro peligro, pensad también, por estas palabras del Señor, cuál es el vuestro. Ved si sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocéis, ved si percibís la luz de la verdad. Me refiero a la percepción no por la fe, sino por el amor y por las obras. Pues el mismo evangelista Juan, de quien son estas palabras, afirma también: Quien dice: «Yo conozco a Dios», y no guarda sus mandamientos, miente.

 

Por esto el Señor añade, en este mismo texto: Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas, lo que equivale a decir: «En esto consiste mi conocimiento del Padre y el conocimiento que el Padre tiene de mí, en que doy mi vida por mis ovejas; esto es, el amor que me hace morir por mis ovejas demuestra hasta qué punto amo al Padre.»

 

Referente a sus ovejas, dice también: Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Y un poco antes había dicho también acerca de ellas: El que entre por mí se salvará, disfrutará de libertad para entrar y salir, y encontrará pastos abundantes. Entrará, en efecto, al abrirse a la fe, saldrá al pasar de la fe a la visión y la contemplación, encontrará pastos en el banquete eterno.

 

Sus ovejas encontrarán pastos, porque todo aquel que lo sigue con un corazón sencillo es alimentado con un pasto siempre verde. ¿Y cuál es el pasto de estas ovejas, sino el gozo íntimo de un paraíso siempre lozano? El pasto de los elegidos es la presencia del rostro de Dios, que, al ser contemplado ya sin obstáculo alguno, sacia para siempre el espíritu con el alimento de vida.

 

Busquemos, pues, queridos hermanos, estos pastos, para alegrarnos en ellos junto con la multitud de los ciudadanos del cielo. La misma alegría de los que ya disfrutan de este gozo nos invita a ello. Por tanto, hermanos, despertemos nuestro espíritu, enardezcamos nuestra fe, inflamemos nuestro deseo de las cosas celestiales; amar así es ponernos ya en camino.

 

Que ninguna adversidad nos prive del gozo de esta fiesta interior, porque al que tiene la firme decisión de llegar a término ningún obstáculo del camino puede frenarlo en su propósito. No nos dejemos seducir por la prosperidad, ya que sería un caminante insensato el que, contemplando la amenidad del paisaje, se olvidara del término de su camino.

 

RESPONSORIO    Cf. Jn 10, 14. 15; 1Co 5, 7

 

R. Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas; * él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.

V. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

R. Él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.

 

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

 

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,

a ti nuestra alabanza,

a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

 

Postrados ante ti, los ángeles te adoran

y cantan sin cesar:

 

Santo, santo, santo es el Señor,

Dios del universo;

llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

 

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,

la multitud de los profetas te enaltece,

y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

 

A ti la Iglesia santa,

por todos los confines extendida,

con júbilo te adora y canta tu grandeza:

 

Padre, infinitamente santo,

Hijo eterno, unigénito de Dios,

santo Espíritu de amor y de consuelo.

 

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,

tú el Hijo y Palabra del Padre,

tú el Rey de toda la creación.

 

Tú, para salvar al hombre,

tomaste la condición de esclavo

en el seno de una virgen.

 

Tú destruiste la muerte

y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

 

Tú vives ahora,

inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

 

Tú vendrás algún día,

como juez universal.

 

Muéstrate, pues, amigo y defensor

de los hombres que salvaste.

 

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,

con tus santos y elegidos.

 

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

 

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice a tu heredad.

 

Sé su pastor,

y guíalos por siempre.

 

Día tras día te bendeciremos

y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

 

Dígnate, Señor,

guardarnos de pecado en este día.

 

Ten piedad de nosotros, Señor,

ten piedad de nosotros.

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

 

A ti, Señor, me acojo,

no quede yo nunca defraudado.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA

 

Estaba al alba María,

llamándole con sus lágrimas.

 

Vino la Gloria del Padre

y amaneció el primer día.

Envuelto en la blanca túnica

de su propia luz divina

-la sábana de la muerte

dejada en tumba vacía-,

Jesús, alzado, reinaba;

pero ella no lo veía.

 

Estaba al alba María,

la fiel esposa que aguarda.

 

Mueva el Espíritu al aura

en el jardín de la vida.

Las flores huelan la Pascua

de la carne sin mancilla,

y quede quieta la esposa

sin preguntas ni fatiga.

¡Ya está delante el esposo,

venido de la colina!

 

Estaba al alba María,

porque era la enamorada. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.

 

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

 

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.

 

Diga la casa de Aarón:

eterna es su misericordia.

 

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia.

 

En el peligro grité al Señor,

y me escuchó, poniéndome a salvo.

 

El Señor está conmigo: no temo;

¿qué podrá hacerme el hombre?

El Señor está conmigo y me auxilia,

veré la derrota de mis adversarios.

 

Mejor es refugiarse en el Señor

que fiarse de los hombres,

mejor es refugiarse en el Señor

que confiar en los magnates.

 

Todos los pueblos me rodeaban,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban cerrando el cerco,

en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban como avispas,

ardiendo como fuego en las zarzas,

en el nombre del Señor los rechacé.

 

Empujaban y empujaban para derribarme,

pero el Señor me ayudó;

el Señor es mi fuerza y mi energía,

él es mi salvación.

 

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos:

«La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa,

la diestra del Señor es poderosa.»

 

No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor.

Me castigó, me castigó el Señor,

pero no me entregó a la muerte.

 

Abridme las puertas del triunfo,

y entraré para dar gracias al Señor.

 

Esta es la puerta del Señor:

los vencedores entrarán por ella.

 

Te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación.

 

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

 

Éste es el día en que actuó el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Señor, danos la salvación;

Señor, danos prosperidad.

 

Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor;

el Señor es Dios: él nos ilumina.

 

Ordenad una procesión con ramos

hasta los ángulos del altar.

 

Tú eres mi Dios, te doy gracias;

Dios mío, yo te ensalzo.

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.

 

Ant 2. Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.

 

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

 

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:

a él gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres sobre el trono de tu reino:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

Bendito eres en la bóveda del cielo:

a ti honor y alabanza por los siglos.

 

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.

 

Ant 3. Dad gloria a nuestro Dios, él es la Roca, sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.

 

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.

 

Alabad al Señor en su templo,

alabadlo en su augusto firmamento.

 

Alabadlo por sus obras magníficas,

alabadlo por su inmensa grandeza.

 

Alabadlo tocando trompetas,

alabadlo con arpas y cítaras,

 

Alabadlo con tambores y danzas,

alabadlo con trompas y flautas,

 

alabadlo con platillos sonoros,

alabadlo con platillos vibrantes.

 

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dad gloria a nuestro Dios, él es la Roca, sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Hch 10, 40-43

 

Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

 

V. Tú que has resucitado de entre los muertos.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la vida; yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la vida; yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.

 

PRECES

 

Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro jefe y salvador, y aclamémoslo, diciendo:

 

Ilumínanos, Señor, con la luz de Cristo.

 

Padre santo, que hiciste pasar a tu Hijo amado de las tinieblas de la muerte a la luz de tu gloria,

haz que podamos llegar también nosotros a tu luz admirable.

 

Tú que nos has salvado por la fe,

haz que vivamos hoy según la fe que profesamos en nuestro bautismo.

 

Tú que quieres que busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a tu derecha,

líbranos de la seducción del pecado.

 

Haz que nuestra vida, oculta en ti con Cristo, brille en el mundo,

para que aparezcan los cielos nuevos y la tierra nueva.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!

 

Al Señor confesamos, ¡aleluya!

En la hora de tercia a la mañana

se llenaron los suyos de esperanza,

y lejos de la noche y de la duda

salieron con la llama y la palabra.

 

Al Señor adoramos, ¡aleluya!

Han marcado sus pies nuestros caminos,

marcó su nombre el nombre de los siglos,

y en la tierra su voz cual voz ninguna

convoca seguidores y testigos.

 

Al Señor esperamos, ¡aleluya!

Y ahora celebramos al Viviente,

a Jesús victorioso de la muerte;

acéptanos, oh Cristo, cual liturgia

de gloria que ganaste y a ti vuelve. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Cf. 1Co 15, 3b-5

 

Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Y se apareció a Cefas y luego a los Doce.

 

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA

 

Verbo de Dios, el sol de mediodía,

amable mensajero de tu rostro,

fecunda nuestra tierra y la hermosea

como fuente de luz, de vida y gozo.

 

Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma

del infinito amor jamás gastado;

y de ese mar sin fondo ni ribera

la Iglesia es tu pleroma continuado.

 

Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,

que emerges victorioso del trabajo,

reina dichoso tú que nos esperas

mientras nosotros vamos caminando. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 22 - EL BUEN PASTOR

 

El Señor es mi Pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

 

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas;

me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

 

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan.

 

Preparas una mesa ante mí

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

SALMO 75 I - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

 

Dios se manifiesta en Judá,

su fama es grande en Israel;

su tabernáculo está en Jerusalén,

su morada en Sión:

allí quebró los relámpagos del arco,

el escudo, la espada y la guerra.

 

Tú eres deslumbrante, magnífico,

con montones de botín conquistados.

Los valientes duermen su sueño,

y a los guerreros no les responden sus brazos.

Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,

inmovilizaste carros y caballos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

SALMO 75 II

 

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti

al ímpetu de tu ira?

Desde el cielo proclamas la sentencia:

la tierra teme sobrecogida,

cuando Dios se pone en pie para juzgar,

para salvar a los humildes de la tierra.

 

La cólera humana tendrá que alabarte,

los que sobrevivan al castigo te rodearán.

Haced votos al Señor y cumplidlos,

y traigan los vasallos tributo al Temible:

él deja sin aliento a los príncipes,

y es temible para los reyes del orbe.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Ef 2, 4-6

 

Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.

 

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

R. Al ver al Señor. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO

 

Reina el Señor allí donde ninguno

ciñe corona que haya dado el mundo;

reina el Señor allí donde la vida

sin lágrimas es río de delicias.

 

Reina el Señor, el compasivo siervo,

que en sus hombros cargó nuestro madero;

vive el muerto en la cruz, el sepultado

y con hierro sellado y custodiado.

 

Cruzó el oscuro valle de la muerte

hasta bajar a tumba de rebeldes;

fingía que era suya nuestra pena,

y en silencio escuchó nuestra sentencia.

 

Pero reina el Señor, la tierra goza,

y ya se escuchan los cánticos de boda.

¡Gloria al Señor Jesús resucitado,

nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Rm 6, 4

 

Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.

 

V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.

R. Porque ya es tarde. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

II VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA

 

Al fin será la paz y la corona,

los vítores, las palmas sacudidas,

y un aleluya inmenso como el cielo

para cantar la gloria del Mesías.

 

Será el estrecho abrazo de los hombres,

sin muerte, sin pecado, sin envidia;

será el amor perfecto del encuentro,

será como quien llora de alegría.

 

Porque hoy remonta el vuelo el sepultado

y va por el sendero de la vida

a saciarse de gozo junto al Padre

y a preparar la mesa de familia.

 

Se fue, pero volvía, se mostraba,

lo abrazaban, hablaba, compartía;

y escondido la Iglesia lo contempla,

lo adora más presente todavía.

 

Hundimos en sus ojos la mirada,

y ya es nuestra la historia que principia,

nuestros son los laureles de su frente,

aunque un día le dimos las espinas.

 

Que el tiempo y el espacio limitados

sumisos al Espíritu se rindan,

y dejen paso a Cristo omnipotente,

a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

 

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

 

Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies.»

 

Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla a tus enemigos.

 

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré, como rocío,

antes de la aurora.»

 

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

«Tú eres sacerdote eterno

según el rito de Melquisedec.»

 

El Señor a tu derecha, el día de su ira,

quebrantará a los reyes.

 

En su camino beberá del torrente,

por eso levantará la cabeza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

 

Ant 2. En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.

 

Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO

 

Dichoso quien teme al Señor

y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra,

la descendencia del justo será bendita.

 

En su casa habrá riquezas y abundancia,

su caridad es constante, sin falta.

En las tinieblas brilla como una luz

el que es justo, clemente y compasivo.

 

Dichoso el que se apiada y presta,

y administra rectamente sus asuntos.

El justo jamás vacilará,

su recuerdo será perpetuo.

 

No temerá las malas noticias,

su corazón está firme en el Señor.

Su corazón está seguro, sin temor,

hasta que vea derrotados a sus enemigos.

 

Reparte limosna a los pobres;

su caridad es constante, sin falta,

y alzará la frente con dignidad.

 

El malvado, al verlo, se irritará,

rechinará los dientes hasta consumirse.

La ambición del malvado fracasará.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.

 

Ant 3. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

 

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

 

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

 

Aleluya.

La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios

(R. Aleluya)

porque sus juicios son verdaderos y justos.

R. Aleluya, (aleluya).

 

Aleluya.

Alabad al Señor sus siervos todos.

(R. Aleluya)

Los que le teméis, pequeños y grandes.

R. Aleluya, (aleluya).

 

Aleluya.

Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.

(R. Aleluya)

Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

R. Aleluya, (aleluya).

 

Aleluya.

Llegó la boda del cordero.

(R. Aleluya)

Su esposa se ha embellecido.

R. Aleluya, (aleluya).

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Hb 10, 12-14

 

Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

 

V. Y se ha aparecido a Simón.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

 

PRECES

 

Oremos a Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesucristo y lo exaltó a su derecha, y digámosle:

 

Haz que participemos, Señor, de la gloria de Cristo.

 

Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra,

atrae hacia él a todos los hombres.

 

Por tu Hijo glorificado, envía, Señor, sobre tu Iglesia al Espíritu Santo,

a fin de que tu pueblo sea en medio del mundo signo de la unidad de los hombres.

 

Conserva en la fe de su bautismo a la nueva prole renacida del agua y del Espíritu Santo,

para que alcance la vida eterna.

 

Por tu Hijo glorificado, ayuda, Señor, a los que sufren, da la libertad a los presos, la salud a los enfermos

y la abundancia de tus bienes a todos los hombres.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo diste el cuerpo y la sangre de tu Hijo glorioso,

concédeles la gloria de la resurrección en el último día.

 

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: EL CORAZÓN SE DILATA

 

El corazón se dilata

sin noche en tu santo cuerpo,

oh morada iluminada,

mansión de todo consuelo.

 

Por tu muerte sin pecado,

por tu descanso y tu premio,

en ti, Jesús, confiamos,

y te miramos sin miedo.

 

Como vigilia de amor

te ofrecemos nuestro sueño;

tú que eres el paraíso,

danos un puesto en tu reino. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente,

di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.

Dios mío, confío en ti.»

 

Él te librará de la red del cazador,

de la peste funesta.

Te cubrirá con sus plumas,

bajo sus alas te refugiarás:

su brazo es escudo y armadura.

 

No temerás el espanto nocturno,

ni la flecha que vuela de día,

ni la peste que se desliza en las tinieblas,

ni la epidemia que devasta a mediodía.

 

Caerán a tu izquierda mil,

diez mil a tu derecha;

a ti no te alcanzará.

 

Tan sólo abre tus ojos

y verás la paga de los malvados,

porque hiciste del Señor tu refugio,

tomaste al Altísimo por defensa.

 

No se te acercará la desgracia,

ni la plaga llegará hasta tu tienda,

porque a sus ángeles ha dado órdenes

para que te guarden en tus caminos;

 

te llevarán en sus palmas,

para que tu pie no tropiece en la piedra;

caminarás sobre áspides y víboras,

pisotearás leones y dragones.

 

«Se puso junto a mí: lo libraré;

lo protegeré porque conoce mi nombre,

me invocará y lo escucharé.

 

Con él estaré en la tribulación,

lo defenderé, lo glorificaré;

lo saciaré de largos días,

y le haré ver mi salvación.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Ap 22, 4-5

 

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

ORACION

 

OREMOS,

Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Reina del cielo, alégrate, aleluya,

porque Cristo,

a quien llevaste en tu seno, aleluya,

ha resucitado, según su palabra, aleluya.

Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

 

  

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