De la Fiesta.
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE (FIESTA).
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant:
Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
HIMNO
A
ti, Jesús, te alaban las naciones;
que
a tu reino nos llevas,
y
en ti cobra esperanza nuestra súplica,
único
mediador de cielo y tierra.
Verbo
de Dios, por quien todo fue hecho,
nacido
de María;
tú,
la hostia pura, santa, inmaculada,
que
de ofrecerse a Dios sola fue digna.
Ungido
por el Padre, Jesucristo,
eterno
sacerdote,
reconcilias
al cielo con la tierra,
los
hombres y los ángeles te adoren.
Dios
de Dios verdadero, igual al Padre,
por
nosotros te ofreces
en
sacrificio, y mueres por nosotros,
trocando
en vida eterna nuestra muerte.
Clavado
en cruz, nos miras, te miramos,
crece
el amor, la entrega.
Al
Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva
nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.
SALMODIA
Salmo
2: El Mesías, rey vencedor
Ant:
Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.
¿Por
qué se amotinan las naciones,
y
los pueblos planean un fracaso?
Se
alían los reyes de la tierra,
los
príncipes conspiran
contra
el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos
sus coyundas,
sacudamos
su yugo.»
El
que habita en el cielo sonríe,
el
Señor se burla de ellos.
Luego
les habla con ira,
los
espanta con su cólera:
«Yo
mismo he establecido a mi rey
en
Sión, mi monte santo.»
Voy
a proclamar el decreto del Señor;
él
me ha dicho:
«Tú
eres mi hijo:
yo
te he engendrado hoy.
Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en
posesión, los confines de la tierra:
los
gobernarás con cetro de hierro,
los
quebrarás como jarro de loza.»
Y
ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad,
los que regís la tierra:
servid
al Señor con temor,
rendidle
homenaje temblando;
no
sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque
se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos
los que se refugian en Él!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.
Salmo
39,2-13:
Ant:
Presenten sus cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.
Yo
esperaba con ansia al Señor;
él
se inclinó y escuchó mi grito:
me
levantó de la fosa fatal,
de
la charca fangosa;
afianzó
mis pies sobre roca,
y
aseguró mis pasos;
me
puso en la boca un cántico nuevo,
un
himno a nuestro Dios.
Muchos,
al verlo, quedaron sobrecogidos
y
confiaron en el Señor.
Dichoso
el hombre que ha puesto
su
confianza en el Señor,
y
no acude a los idólatras,
que
se extravían con engaños.
Cuántas
maravillas has hecho,
Señor,
Dios mío,
cuántos
planes en favor nuestro;
nadie
se te puede comparar.
Intento
proclamarlas, decirlas,
pero
superan todo número.
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas,
y,
en cambio, me abriste el oído;
no
pides sacrificio expiatorio,
entonces
yo digo: «Aquí estoy
-como
está escrito en mi libro-
para
hacer tu voluntad.»
Dios
mío, lo quiero,
y
llevo tu ley en las entrañas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Presenten sus cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.
Salmo
84: Nuestra salvación está cerca
Ant:
Cristo amó a su Iglesia; él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla.
Señor,
has sido bueno con tu tierra,
has
restaurado la suerte de Jacob,
has
perdonado la culpa de tu pueblo,
has
sepultado todos sus pecados,
has
reprimido tu cólera,
has
frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos,
Dios Salvador nuestro;
cesa
en tu rencor contra nosotros.
¿Vas
a estar siempre enojado,
o
a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No
vas a devolvernos la vida,
para
que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos,
Señor, tu misericordia,
y
danos tu salvación.
Voy
a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios
anuncia la paz
a
su pueblo y a sus amigos
y
a los que se convierten de corazón.»
La
salvación está ya cerca de sus fieles,
y
la gloria habitará en nuestra tierra;
la
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la
justicia y la paz se besan;
La
fidelidad brota de la tierra,
y
la justicia mira desde el cielo;
el
Señor nos dará la lluvia,
y
nuestra tierra dará su fruto.
La
justicia marchará ante él,
la
salvación seguirá sus pasos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Cristo amó a su Iglesia; él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla.
PRIMERA
LECTURA
Jesucristo,
sumo sacerdote
Hb
4,14-5,10
Mantengamos
la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha
atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No
tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino
que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por
eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Porque
todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a
los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los
pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados ya que él mismo
está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios
por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este
honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.
Tampoco
Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le
dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de
la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
Cristo,
en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y
súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue
escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado
a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de
Melquisedec.
R.
Cristo se rebajó hasta someterse incluso a la muerte.
V.
Maltratado, voluntariamente se humillaba.
R.
Hasta someterse incluso a la muerte.
SEGUNDA
LECTURA
Cristo,
sacerdote y víctima
Pío
XII.
De
la carta encíclica Mediator Dei
Cristo
es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que
él, en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las
aspiraciones y sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero
lo es igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador. Por
esto, aquella frase del Apóstol: Tened los mismos sentimientos propios de
Cristo Jesús exige de todos los cristianos que, en la medida de las
posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que
tenía el divino Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo:
disposiciones de una humilde sumisión, de adoración a la suprema majestad
divina, de honor, alabanza y acción de gracias.
Les
exige asimismo que asuman en cierto modo la condición de víctimas, que se
nieguen a sí mismos, conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y
libremente practiquen la penitencia, arrepintiéndose y expiando los pecados.
Exige
finalmente que todos, unidos a Cristo, muramos místicamente en la cruz, de modo
que podamos hacer nuestra aquella sentencia de san Pablo: Estoy crucificado con
Cristo
R.
Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
V.
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R.
Que me amó hasta entregarse por mí.
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a
ti nuestra alabanza,
a
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la
multitud de los profetas te enaltece,
y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
por
todos los confines extendida,
con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú
el Hijo y Palabra del Padre,
tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
tomaste
la condición de esclavo
en
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
de
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
no
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y
dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del
ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios
LAUDES
(Oración de la mañana)
V.
-Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
-Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Cantan
tu gloria, Cristo Sacerdote,
los
cielos y la tierra:
a
ti que por amor te hiciste hombre
y
al Padre como víctima te ofrendas.
Tu
sacrificio nos abrió las puertas,
de
par en par, del cielo;
ante
el trono de Dios, es elocuente
tu
holocausto en la cruz y tu silencio.
Todos
los sacrificios de los hombres
quedaron
abolidos:
todos
eran figuras que anunciaban
al
Sacerdote eterno, Jesucristo.
No
te basta el morir, que quieres darnos
alimento
de vida:
quedarte
con nosotros y ofrecerte
sobre
el altar: hacerte eucaristía.
Clavado
en cruz nos miras, te miramos,
crece
el amor, la entrega.
Al
Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva
nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.
Salmodia
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant:
El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres
del cielo y de la tierra.
Oh
Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré como de enjundia y de manteca,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres
del cielo y de la tierra.
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant:
Todo fue creado por Cristo y para Cristo.
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant:
Todo fue creado por Cristo y para Cristo.
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant:
Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo;
ella es su cuerpo.
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo;
ella es su cuerpo.
LECTURA
BREVE
Hb
10,5-10
Cuando
Cristo entró en el mundo, dijo «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me
has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios
para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios
ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para
afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por
la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
V.
Aquí estoy para hacer tu voluntad.
R.
Aquí estoy para hacer tu voluntad.
V.
Llevo tu ley en las entrañas.
R.
Para hacer tu voluntad.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Aquí estoy para hacer tu voluntad.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant:
Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo,
por
boca de sus santos profetas.
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
realizando
la misericordia
que
tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tinieblas
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
PRECES
En
el comienzo de este día, alabemos a Jesucristo, fuente de salvación eterna para
todos los hombres, y pidámosle con humildad:
Señor,
óyenos
Jesús,
Hijo de Dios vivo,
guíanos
hacia la luz de la verdad.
Cristo,
Palabra de Dios, que estás junto al Padre desde siempre y por siempre,
consagra
a tu Iglesia en la unidad
Jesús,
ungido por el Padre con la fuerza del Espíritu Santo,
consagra
a tu Iglesia en la santidad.
Cristo,
sumo sacerdote del Nuevo Testamento,
comunica
a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre.
Cristo,
sabiduría de Dios, paz y reconciliación nuestra,
haz
que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia.
Cristo,
sacerdote eterno, glorificador del Padre,
haz
que sepamos ofrecernos contigo, para alabanza de la gloria eterna.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijamos
ahora, todos juntos, nuestra oración al Padre, y digámosle:
Padre
nuestro …
ORACION
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y
dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del
ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
V.
-Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
-Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
HIMNO
Te
está cantando el martillo,
y
rueda en tu honor la rueda.
Puede
que la luz no pueda
librar
del humo su brillo.
¡Qué
sudoroso y sencillo
te
pones a mediodía,
Dios
de esta dura porfía
de
estar sin pausa creando,
y
verte necesitando
del
hombre más cada día!
Quien
diga que Dios ha muerto
que
salga a la luz y vea
si
el mundo es o no tarea
de
un Dios que sigue despierto.
Ya
no es su sitio el desierto
ni
en la montaña se esconde;
decid,
si preguntan dónde,
que
Dios está -sin mortaja-
en
donde un hombre trabaja
y
un corazón le responde. Amén.
Salmo
118,65-72: IX (Teth)
Ant:
Estan edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
Has
dado bienes a tu siervo,
Señor,
con tus palabras;
enséñame
a gustar y a comprender,
porque
me fío de tus mandatos;
antes
de sufrir, yo andaba extraviado,
pero
ahora me ajusto a tu promesa.
Tú
eres bueno y haces el bien;
instrúyeme
en tus leyes;
los
insolentes urden engaños contra mí,
pero
yo custodio tus leyes;
tienen
el corazón espeso como grasa,
pero
mi delicia es tu voluntad.
Me
estuvo bien el sufrir,
así
aprendí tus mandamientos;
más
estimo yo los preceptos de tu boca
que
miles de monedas de oro y plata.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios
Misericordia,
Dios mío, que me hostigan,
me
atacan y me acosan todo el día;
todo
el día me hostigan mis enemigos,
me
atacan en masa.
Levántate
en el día terrible,
yo
confío en ti.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo:
¿qué
podrá hacerme un mortal?
Todos
los días discuten y planean
pensando
sólo en mi daño;
buscan
un sitio para espiarme,
acechan
mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota
en tu libro mi vida errante,
recoge
mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que
retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y
así sabré que eres mi Dios.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
el Señor, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo;
¿qué
podrá hacerme un hombre?
Te
debo, Dios mío, los votos que hice,
los
cumpliré con acción de gracias;
porque
libraste mi alma de la muerte,
mis
pies de la caída;
para
que camine en presencia de Dios
a
la luz de la vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
56: Oración matutina de un afligido
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que
mi alma se refugia en ti;
me
refugio a la sombra de tus alas
mientras
pasa la calamidad.
Invoco
al Dios altísimo,
al
Dios que hace tanto por mí:
desde
el cielo me enviará la salvación,
confundirá
a los que ansían matarme,
enviará
su gracia y su lealtad.
Estoy
echado entre leones
devoradores
de hombres;
sus
dientes son lanzas y flechas,
su
lengua es una espada afilada.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Han
tendido una red a mis pasos,
para
que sucumbiera;
me
han cavado delante una fosa,
pero
han caído en ella.
Mi
corazón está firme, Dios mío,
mi
corazón está firme.
Voy
a cantar y a tocar:
despierta,
gloria mía;
despertad,
cítara y arpa;
despertaré
a la aurora.
Te
daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré
para ti ante las naciones:
por
tu bondad, que es más grande que los cielos;
por
tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
LECTURA
BREVE
1P
2,4-5
Acercándose
al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa
ante Dios, también ustedes, como piedras vivas, entran en la construcción del
templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
V.
Ya que han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, procedan según él.
R.
Arraigados en él, dejense construir y edificar en la fe.
OREMOS
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y
dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del
ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios
HORA SEXTA
HIMNO
Alfarero
del hombre, mano trabajadora
que,
de los hondos limos iniciales,
convocas
a los pájaros a la primera aurora,
al
pasto, los primeros animales.
De
mañana te busco, hecho de luz concreta,
de
espacio puro y tierra amanecida.
De
mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
de
los sonoros ríos de la vida.
El
árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus
manos son recientes en la rosa;
se
espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y
estás de corazón en cada cosa.
No
hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni
soledad en que no te hagas fuerte.
Todo
es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
tú,
por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que
se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte
dejar
tanta hermosura en tanta guerra!
Que
el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de
haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
Salmo
118,65-72: IX (Teth)
Ant:
Estan edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
Has
dado bienes a tu siervo,
Señor,
con tus palabras;
enséñame
a gustar y a comprender,
porque
me fío de tus mandatos;
antes
de sufrir, yo andaba extraviado,
pero
ahora me ajusto a tu promesa.
Tú
eres bueno y haces el bien;
instrúyeme
en tus leyes;
los
insolentes urden engaños contra mí,
pero
yo custodio tus leyes;
tienen
el corazón espeso como grasa,
pero
mi delicia es tu voluntad.
Me
estuvo bien el sufrir,
así
aprendí tus mandamientos;
más
estimo yo los preceptos de tu boca
que
miles de monedas de oro y plata.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios
Misericordia,
Dios mío, que me hostigan,
me
atacan y me acosan todo el día;
todo
el día me hostigan mis enemigos,
me
atacan en masa.
Levántate
en el día terrible,
yo
confío en ti.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo:
¿qué
podrá hacerme un mortal?
Todos
los días discuten y planean
pensando
sólo en mi daño;
buscan
un sitio para espiarme,
acechan
mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota
en tu libro mi vida errante,
recoge
mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que
retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y
así sabré que eres mi Dios.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
el Señor, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo;
¿qué
podrá hacerme un hombre?
Te
debo, Dios mío, los votos que hice,
los
cumpliré con acción de gracias;
porque
libraste mi alma de la muerte,
mis
pies de la caída;
para
que camine en presencia de Dios
a
la luz de la vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
56: Oración matutina de un afligido
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que
mi alma se refugia en ti;
me
refugio a la sombra de tus alas
mientras
pasa la calamidad.
Invoco
al Dios altísimo,
al
Dios que hace tanto por mí:
desde
el cielo me enviará la salvación,
confundirá
a los que ansían matarme,
enviará
su gracia y su lealtad.
Estoy
echado entre leones
devoradores
de hombres;
sus
dientes son lanzas y flechas,
su
lengua es una espada afilada.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Han
tendido una red a mis pasos,
para
que sucumbiera;
me
han cavado delante una fosa,
pero
han caído en ella.
Mi
corazón está firme, Dios mío,
mi
corazón está firme.
Voy
a cantar y a tocar:
despierta,
gloria mía;
despertad,
cítara y arpa;
despertaré
a la aurora.
Te
daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré
para ti ante las naciones:
por
tu bondad, que es más grande que los cielos;
por
tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
LECTURA
BREVE
1P
2,4-5
Acercándose
al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa
ante Dios, también ustedes, como piedras vivas, entran en la construcción del
templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
V.
Ya que han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, procedan según él.
R.
Arraigados en él, dejense construir y edificar en la fe.
OREMOS
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores
de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio
recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios
HORA NONA
HIMNO
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
Salmo
118,65-72: IX (Teth)
Ant:
Estan edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
Has
dado bienes a tu siervo,
Señor,
con tus palabras;
enséñame
a gustar y a comprender,
porque
me fío de tus mandatos;
antes
de sufrir, yo andaba extraviado,
pero
ahora me ajusto a tu promesa.
Tú
eres bueno y haces el bien;
instrúyeme
en tus leyes;
los
insolentes urden engaños contra mí,
pero
yo custodio tus leyes;
tienen
el corazón espeso como grasa,
pero
mi delicia es tu voluntad.
Me
estuvo bien el sufrir,
así
aprendí tus mandamientos;
más
estimo yo los preceptos de tu boca
que
miles de monedas de oro y plata.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios
Misericordia,
Dios mío, que me hostigan,
me
atacan y me acosan todo el día;
todo
el día me hostigan mis enemigos,
me
atacan en masa.
Levántate
en el día terrible,
yo
confío en ti.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo:
¿qué
podrá hacerme un mortal?
Todos
los días discuten y planean
pensando
sólo en mi daño;
buscan
un sitio para espiarme,
acechan
mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota
en tu libro mi vida errante,
recoge
mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que
retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y
así sabré que eres mi Dios.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
el Señor, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo;
¿qué
podrá hacerme un hombre?
Te
debo, Dios mío, los votos que hice,
los
cumpliré con acción de gracias;
porque
libraste mi alma de la muerte,
mis
pies de la caída;
para
que camine en presencia de Dios
a
la luz de la vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
56: Oración matutina de un afligido
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que
mi alma se refugia en ti;
me
refugio a la sombra de tus alas
mientras
pasa la calamidad.
Invoco
al Dios altísimo,
al
Dios que hace tanto por mí:
desde
el cielo me enviará la salvación,
confundirá
a los que ansían matarme,
enviará
su gracia y su lealtad.
Estoy
echado entre leones
devoradores
de hombres;
sus
dientes son lanzas y flechas,
su
lengua es una espada afilada.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Han
tendido una red a mis pasos,
para
que sucumbiera;
me
han cavado delante una fosa,
pero
han caído en ella.
Mi
corazón está firme, Dios mío,
mi
corazón está firme.
Voy
a cantar y a tocar:
despierta,
gloria mía;
despertad,
cítara y arpa;
despertaré
a la aurora.
Te
daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré
para ti ante las naciones:
por
tu bondad, que es más grande que los cielos;
por
tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular.
LECTURA
BREVE
1P
2,4-5
Acercándose
al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa
ante Dios, también ustedes, como piedras vivas, entran en la construcción del
templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
V.
Ya que han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, procedan según él.
R.
Arraigados en él, déjense construir y edificar en la fe.
OREMOS
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y
dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del
ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
V.
-Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
-Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
HIMNO
A
ti, sumo y eterno Sacerdote
de
la nueva alianza,
se
ofrecen nuestros votos y se elevan
los
corazones en acción de gracias.
Desde
el seno del Padre, descendiste
al
de la Virgen Madre;
te
haces pobre, y así nos enriqueces;
tu
obediencia, de esclavos libres hace.
Tú
eres el Ungido, Jesucristo,
el
Sacerdote único;
tiene
su fin en ti la ley antigua,
por
ti la ley de gracia viene al mundo.
Al
derramar tu sangre por nosotros,
tu
amor complace al Padre;
siendo
la hostia de tu sacrificio,
hijos
de Dios y hermanos tú nos haces.
Para
alcanzar la salvación eterna,
día
a día se ofrece
tu
sacrificio, mientras, junto al Padre,
sin
cesar por nosotros intercedes.
A
ti, Cristo pontífice, la gloria
por
los siglos de los siglos;
tú
que vives y reinas y te ofreces
al
Padre en el amor del Santo Espíritu. Amén.
Salmodia
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant:
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno.»
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate
a mi derecha,
y
haré de tus enemigos
estrado
de tus pies».
Desde
Sión extenderá el Señor
el
poder de tu cetro:
somete
en la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo
mismo te engendré, como rocío,
antes
de la aurora».
El
Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú
eres sacerdote eterno,
según
el rito de Melquisedec».
El
Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En
su camino beberá del torrente,
por
eso, levantará la cabeza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno.»
Salmo
110: Grandes son las obras del Señor
Ant:
Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.
Doy
gracias al Señor de todo corazón,
en
compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes
son las obras del Señor,
dignas
de estudio para los que las aman.
Esplendor
y belleza son su obra,
su
generosidad dura por siempre;
ha
hecho maravillas memorables,
el
Señor es piadoso y clemente.
Él
da alimento a sus fieles,
recordando
siempre su alianza;
mostró
a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles
la heredad de los gentiles.
Justicia
y verdad son las obras de sus manos,
todos
sus preceptos merecen confianza:
son
estables para siempre jamás,
se
han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió
la redención a su pueblo,
ratificó
para siempre su alianza,
su
nombre es sagrado y temible.
Primicia
de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen
buen juicio los que lo practican;
la
alabanza del Señor dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.
Colosenses
1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de
entre los muertos
Ant:
Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.
Damos
gracias a Dios Padre,
que
nos ha hecho capaces de compartir
la
herencia del pueblo santo en la luz.
Él
nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y
nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por
cuya sangre hemos recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
Él
es imagen de Dios invisible,
primogénito
de toda criatura;
porque
por medio de Él
fueron
creadas todas las cosas:
celestes
y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
todo
fue creado por Él y para Él.
Él
es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él
es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él
es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y
así es el primero en todo.
Porque
en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y
por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los
del cielo y los de la tierra,
haciendo
la paz por la sangre de su cruz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.
LECTURA
BREVE
Hb
10,19-23
Hermanos,
teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando
con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la
cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa
de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón
purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en el agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo
la promesa.
V.
Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
R.
Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
V.
Y nos gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
R/.
Por medio de nuestro Señor Jesucristo.
V/.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant:
Padre, te ruego por ellos, que son tuyos, y por ellos me consagro yo, para que
también ellos se consagren en la verdad.
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
Él
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de la misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Padre, te ruego por ellos, que son tuyos, y por ellos me consagro yo, para que
también ellos se consagren en la verdad.
PRECES
Dirijámonos
confiadamente a Cristo, nuestro sumo y eterno sacerdote, y presentémosle
nuestros deseos y peticiones, diciendo con humildad:
Escúchanos,
Señor, te suplicamos con fe
Cristo,
tú que eres la Palabra del Padre,
pon
en nuestros labios lo que hemos de pedir.
Cristo
sacerdote, tú que eres el pan de la vida,
haz
que los que tú has elegido vivan el don de su sacerdocio, consumando en ti su
propia oblación.
Cristo
glorioso, que vives siempre para interceder ante el Padre a favor nuestro,
haz
que seamos fieles en la oración por tu Iglesia.
Cristo
Señor, que fuiste enviado por el Padre,
haz
que todos encuentren en ti la vida y el camino del reino.
Cristo,
Hijo de Dios vivo, que con tu muerte venciste a la muerte,
haz
que la oblación final de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de la
gloria.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya
que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos confiadamente a
nuestro Padre:
Padre
nuestro…
Oh
Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo
único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y
dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del
ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros
pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: SE INCLINA YA MI FRENTE
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu
Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las
palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y
hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus
santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición
permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.