Del Común de vírgenes. Salterio II
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS. (MEMORIA)
Nació en Alençon (Francia), el año 1873. Siendo aún muy joven,
ingresó en el monasterio de carmelitas de Lisieux, ejercitándose sobre todo en
la humildad, la sencillez evangélica y la confianza en Dios, virtudes que se
esforzó en inculcar, de palabra y de obra, en las novicias. Murió el día 30 de
septiembre del año 1897, ofreciendo su vida por la salvación de las almas y por
el incremento de la Iglesia.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Si
antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTA MUJER NO QUISO
Esta
mujer no quiso
tomar
varón ni darle su ternura,
selló
su compromiso
con
otro amor que dura
sobre
el amor de toda criatura.
Y
tanto se apresura
a
zaga de la huella del Amado,
que
en él se transfigura,
y
el cuerpo anonadado
ya
está por el amor resucitado.
Aquí
la Iglesia canta
la
condición futura de la historia,
y
el cuerpo se adelanta
en
esta humilde gloria
a
la consumación de su victoria.
Mirad
los regocijos
de
la que por estéril sollozaba
y
se llenó de hijos,
porque
el Señor miraba
la
pequeñez humilde de su esclava. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu
nombre.
Salmo
43 I ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS
¡Oh
Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros
padres nos lo han contado:
la
obra que realizaste en sus días,
en
los años remotos.
Tú
mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,
y
los plantaste a ellos;
trituraste
a las naciones,
y
los hiciste crecer a ellos.
Porque
no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni
su brazo el que les dio la victoria;
sino
tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque
tú los amabas.
Mi
rey y mi Dios eres tú,
que
das la victoria a Jacob:
con
tu auxilio embestimos al enemigo,
en
tu nombre pisoteamos al agresor.
Pues
yo no confío en mi arco,
ni
mi espada me da la victoria;
tú
nos das la victoria sobre el enemigo
y
derrotas a nuestros adversarios.
Dios
ha sido siempre nuestro orgullo,
y
siempre damos gracias a tu nombre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu
nombre.
Ant
2. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Salmo
43 II
Ahora,
en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y
ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos
haces retroceder ante el enemigo,
y
nuestro adversario nos saquea.
Nos
entregas como ovejas a la matanza
y
nos has dispersado por las naciones;
vendes
a tu pueblo por nada,
no
lo tasas muy alto.
Nos
haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión
y burla de los que nos rodean;
nos
has hecho el refrán de los gentiles,
nos
hacen muecas las naciones.
Tengo
siempre delante mi deshonra,
y
la vergüenza me cubre la cara
al
oír insultos e injurias,
al
ver a mi rival y a mi enemigo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Ant
3. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
Salmo
43 III
Todo
esto nos viene encima,
sin
haberte olvidado
ni
haber violado tu alianza,
sin
que se volviera atrás nuestro corazón
ni
se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y
tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y
nos cubriste de tinieblas.
Si
hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y
extendido las manos a un dios extraño,
el
Señor lo habría averiguado,
pues
él penetra los secretos del corazón.
Por
tu causa nos degüellan cada día,
nos
tratan como a ovejas de matanza.
Despierta,
Señor, ¿por qué duermes?
Levántate,
no nos rechaces más.
¿Por
qué nos escondes tu rostro
y
olvidas nuestra desgracia y opresión?
Nuestro
aliento se hunde en el polvo,
nuestro
vientre está pegado al suelo.
Levántate
a socorrernos,
redímenos
por tu misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
V.
Señor, ¿a quién vamos a ir?
R.
Tú tienes palabras de vida eterna.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro de Judit 10, 1-5. 11-16; 11, 1-6. 18-21
JUDIT
SE PRESENTA ANTE HOLOFERNES
En
aquellos días, cuando Judit terminó de suplicar al Dios de Israel y acabó sus
rezos, se puso en pie, llamó al ama de llaves y bajó a la casa, en la que
pasaba los sábados y días de fiesta; se despojó del sayal, se quitó el vestido
de luto, se bañó, se ungió con un perfume intenso, se peinó, se puso una
diadema y se vistió la ropa de fiesta que se ponía en vida de su marido
Manasés; se calzó las sandalias, se puso los collares, las ajorcas, los
anillos, los pendientes y todas sus joyas. Quedó bellísima, capaz de seducir a
los hombres que la viesen. Luego, entregó a su ama de llaves un odre de vino y
una aceitera; llenó las alforjas con galletas, un pan de frutas secas y panes
puros; empaquetó las provisiones y se las dio al ama.
Cuando
caminaban derecho por el valle, les salió al encuentro una avanzadilla asiria,
que les echó el alto:
«¿De
qué nación eres, de dónde vienes y a dónde vas?»
Judit
respondió:
«Soy
hebrea, y huyo de mi gente porque les falta poco para caer en vuestras manos.
Quisiera presentarme a Holofernes, vuestro generalísimo, para darle
informaciones auténticas; le enseñaré el camino por donde puede pasar y
conquistar toda la sierra sin que caiga uno solo de sus hombres.»
Mientras
la escuchaban, admiraban aquel rostro, que les parecía un prodigio de belleza,
y le dijeron:
«Has
salvado la vida apresurándote a bajar para presentarte a nuestro jefe. Ve ahora
a su tienda; te escoltarán hasta allá algunos de los nuestros. Y, cuando estés
ante él, no tengas miedo; dile lo que nos has dicho, y te tratará bien.»
Eligieron
a cien hombres, que escoltaron a Judit y su ama de llaves hasta la tienda de
Holofernes. Holofernes le dijo:
«Ánimo,
mujer, no tengas miedo; yo no he hecho nunca daño a nadie que quiera servir a
Nabucodonosor, rey del mundo entero. Incluso si tu gente de la sierra no me
hubiese despreciado, yo no blandiría mi lanza contra ellos. Pero ellos se lo
han buscado. Bien. Dime por qué te has escapado y te pasas a nosotros.
Viniendo, has salvado la vida. Ánimo, no correrás peligro ni esta noche ni
después. Nadie te tratará mal. Nos portaremos bien contigo, como con los
siervos de mi señor, el rey Nabucodonosor.»
Entonces
Judit le dijo:
«Permíteme
hablarte, y acoge las palabras de tu esclava. No mentiré esta noche a mi señor.
Si haces caso a las palabras de tu esclava, Dios llevará a buen término tu
campaña, no fallarás en tus planes. Pues, ¡por vida de Nabucodonosor, rey del
mundo entero, que te ha enviado para poner en orden a todos, y por su imperio!
Gracias a ti no sólo le servirán los hombres, sino que por tu poder hasta las
fieras, y los rebaños, y las aves del cielo vivirán a disposición de
Nabucodonosor y de su casa. Porque hemos oído hablar de tu sabiduría y tu
astucia, y todo el mundo comenta que tú eres el mejor en todo el imperio, el
consejero más hábil y el estratega más admirado.»
Las
palabras de Judit agradaron a Holofernes; y sus oficiales, admirados de la
prudencia de Judit, comentaron:
«En
toda la tierra, de punta a cabo, no hay una mujer tan bella y que hable tan
bien.»
Y
Holofernes le dijo:
«Dios
ha hecho bien enviándote por delante de los tuyos para darnos a nosotros el
poder y destruir a los que despreciaron a mi señor. Eres tan hermosa como
elocuente. Si haces lo que has dicho, tu Dios será mi Dios, vivirás en el
palacio del rey Nabucodonosor y serás célebre en todo el mundo.»
RESPONSORIO
Cf. Jdt 9, 17; cf. 6, 15
R.
Señor, Dios del cielo y de la tierra, creador de las aguas, rey de toda la
creación, * escucha las plegarias de tus hijos.
V.
Señor, rey de cielos y tierra, ten misericordia de nuestra debilidad.
R.
Escucha las plegarias de tus hijos.
SEGUNDA
LECTURA
De
la Narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita por
ella misma
(«
Manuscrits autobiographiques», Lisieux 1957, 227-229)
EN
El CORAZÓN DE LA IGLESIA, YO SERÉ El AMOR
Teniendo
un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de
hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y
trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no
todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia
consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una
respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis
deseos y darme la paz.
Continué
leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los
dones más excelentes; yo quiero mostraros un camino todavía mucho mejor. El
Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son
nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo
seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.
Al
contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mi misma
en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba
era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi
vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de
varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de
ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo
en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de
la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el
Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me
convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es
todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es
eterno.
Entonces,
llena de una alegría desbordante, exclamé:
«Oh
Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí,
he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has
señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el
amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado.»
RESPONSORIO
Cf. Sal 20,4; cf. Jb 31, 18; cf. Ef 3, 18; Sal 30, 20
R.
Te adelantaste, Señor, a bendecirme con tu amor, el cual fue creciendo conmigo
desde mi infancia; * y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu
amor.
V.
¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles!
R.
y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu amor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los
humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa
Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos
a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los
prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Himno:
NOS APREMIA EL AMOR, VÍRGENES SANTAS.
Nos
apremia el amor, vírgenes santas,
vosotras,
que seguisteis su camino,
guiadnos
por las sendas de las almas
que
hicieron de su amor amar divino.
Esperasteis
en vela a vuestro Esposo
en
la noche fugaz de vuestra vida,
cuando
llamó a la puerta, vuestro gozo
fue
contemplar su gloria sin medida.
Vuestra
fe y vuestro amor, un fuego ardiente
que
mantuvo la llama en la tardanza,
vuestra
antorcha encendida ansiosamente
ha
colmado de luz vuestra esperanza.
Pues
gozáis ya las nupcias que el Cordero
con
la Iglesia de Dios ha celebrado,
no
dejéis que se apague nuestro fuego
en
la pereza y el sueño del pecado.
Demos
gracias a Dios y, humildemente,
pidamos
al Señor que su llamada
nos
encuentre en vigilia permanente,
despiertos
en la fe y en veste blanca. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Salmo
79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor
de Israel, escucha,
tú
que guías a José como a un rebaño;
tú
que te sientas sobre querubines, resplandece
ante
Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta
tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh
Dios!, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Señor
Dios de los ejércitos,
¿hasta
cuándo estarás airado
mientras
tu pueblo te suplica?
Le
diste a comer llanto,
a
beber lágrimas a tragos;
nos
entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios
de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Sacaste
una vid de Egipto,
expulsaste
a los gentiles, y la trasplantaste;
le
preparaste el terreno y echó raíces
hasta
llenar el país;
su
sombra cubría las montañas,
y
sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió
sus sarmientos hasta el mar,
y
sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por
qué has derribado su cerca
para
que la saqueen los viandantes,
la
pisoteen los jabalíes
y
se la coman las alimañas?
Dios
de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven
a visitar tu viña,
la
cepa que tu diestra plantó,
y
que tú hiciste vigorosa.
La
han talado y le han prendido fuego:
con
un bramido hazlos perecer.
Que
tu mano proteja a tu escogido,
al
hombre que tú fortaleciste.
No
nos alejaremos de ti:
danos
vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Ant
2. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.
Cántico:
ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is 12, 1-6
Te
doy gracias, Señor,
porque
estabas airado contra mí,
pero
ha cesado tu ira
y
me has consolado.
Él
es mi Dios y salvador:
confiaré
y no temeré,
porque
mi fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Y
sacaréis aguas con gozo
de
las fuentes de la salvación.
Aquel
día, diréis:
Dad
gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad
a los pueblos sus hazañas,
proclamad
que su nombre es excelso.
Tañed
para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas
a toda la tierra;
gritad
jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué
grande es en medio de ti
el
Santo de Israel!».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.
Ant
3. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Salmo
80 - SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Aclamad
a Dios, nuestra fuerza;
dad
vítores al Dios de Jacob:
acompañad,
tocad los panderos,
las
cítaras templadas y las arpas;
tocad
la trompeta por la luna nueva,
por
la luna llena, que es nuestra fiesta;
porque
es una ley de Israel,
un
precepto del Dios de Jacob,
una
norma establecida para José
al
salir de Egipto.
Oigo
un lenguaje desconocido:
«Retiré
sus hombros de la carga,
y
sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste
en la aflicción, y te libré,
te
respondí oculto entre los truenos,
te
puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha,
pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá
me escuchases, Israel!
No
tendrás un dios extraño,
no
adorarás un dios extranjero;
yo
soy el Señor Dios tuyo,
que
te saqué del país de Egipto;
abre
tu boca y yo la saciaré.
Pero
mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel
no quiso obedecer:
los
entregué a su corazón obstinado,
para
que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá
me escuchase mi pueblo
y
caminase Israel por mi camino!:
en
un momento humillaría a sus enemigos
y
volvería mi mano contra sus adversarios;
los
que aborrecen al Señor te adularían,
y
su suerte quedaría fijada;
te
alimentaría con flor de harina,
te
saciaría con miel silvestre.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
LECTURA
BREVE Ct 8, 7
Las
aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien
quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
R.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
V.
Tu rostro buscaré, Señor.
R.
Buscad mi rostro.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Yo os aseguro que, si no volvéis a haceros como niños, no entraréis en el reino
de los cielos.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo os aseguro que, si no volvéis a haceros como niños, no entraréis en el reino
de los cielos.
PRECES
Glorifiquemos
a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle, diciendo:
Jesús,
corona de las vírgenes, escúchanos.
Señor
Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
concédenos
que nada nos aparte de tu amor.
Tú
que coronaste a María como reina de las vírgenes,
por
su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.
Por
intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad,
consagradas a ti en cuerpo y alma,
ayúdanos,
Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor
eterno.
Señor
Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
concédenos
que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.
Por
intercesión de santa [VIRGEN], que fue virgen sensata y una de las prudentes,
concédenos,
Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Con
sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los
humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa
Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos
a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los
prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE Ga 5, 13-14
Hermanos,
vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el
egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Pues toda la ley se
concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo.
V.
Correré, Señor, por el camino de tus mandatos.
R.
Cuando me ensanches el corazón.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles
reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de
ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Ga 5, 16-17
Si
vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne.
Pues la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, como que
son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
V.
Tú eres bueno, Señor, y haces el bien.
R.
Instrúyeme en tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz,
pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Salmo
118, 65-72
Has
dado bienes a tu siervo,
Señor,
conforme a tus palabras;
enséñame
a gustar y a comprender,
porque
me fío de tus mandatos;
antes
de sufrir, yo andaba extraviado,
pero
ahora me ajusto a tu promesa.
Tú
eres bueno y haces el bien;
instrúyeme
en tus leyes;
los
insolentes urden engaños contra mí,
pero
yo custodio tus leyes;
tienen
el corazón espeso como grasa,
pero
mi delicia es tu voluntad,
Me
estuvo bien el sufrir,
así
aprendí tus mandamientos;
más
estimo yo los preceptos de tu boca
que
miles de monedas de oro y plata.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Ant
2. En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
Salmo
55, 2-7b. 9-14 - CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS
Misericordia,
Dios mío, que me hostigan,
me
atacan y me acosan todo el día;
todo
el día me hostigan mis enemigos,
me
atacan en masa.
Levántame
en el día terrible,
yo
confío en ti.
En
Dios, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo:
¿qué
podrá hacerme un mortal?
Todos
los días discuten y planean
pensando
sólo en mi daño;
buscan
un sitio para espiarme,
acechan
mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota
en tu libro mi vida errante,
recoge
mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que
retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y
así sabré que eres mi Dios.
En
Dios, cuya promesa alabo;
en
el Señor, cuya promesa alabo,
en
Dios confío y no temo:
¿qué
podrá hacerme un hombre?
Te
debo, Dios mío, los votos que hice,
los
cumpliré con acción de gracias;
porque
libraste mi alma de la muerte,
mis
pies de la caída;
para
que camine en presencia de Dios
a
la luz de la vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
Ant
3. Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
Salmo
56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que
mi alma se refugia en ti;
me
refugio a la sombra de tus alas
mientras
pasa la calamidad.
Invoco
al Dios Altísimo,
al
Dios que hace tanto por mí:
desde
el cielo me enviará la salvación,
confundirá
a los que ansían matarme,
enviará
su gracia y su lealtad.
Estoy
echado entre leones
devoradores
de hombres;
sus
dientes son lanzas y flechas,
su
lengua es una espada afilada.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Han
tendido una red a mis pasos
para
que sucumbiera;
me
han cavado delante una fosa,
pero
han caído en ella.
Mi
corazón está firme, Dios mío,
mi
corazón está firme.
Voy
a cantar y a tocar:
despierta,
gloria mía;
despertad,
cítara y arpa;
despertaré
a la aurora.
Te
daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré
para ti ante las naciones:
por
tu bondad, que es más grande que los cielos;
por
tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
LECTURA
BREVE Ga 5, 22. 23a. 25
El
fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad,
lealtad, amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras
el Espíritu.
V.
Indícame, Señor, el camino que he de seguir.
R.
Tu espíritu que es bueno me guíe por tierra llana.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla,
Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de
tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DICHOSA TÚ, QUE ENTRE TODAS
Dichosa
tú, que, entre todas,
fuiste
por Dios sorprendida
con
tu lámpara encendida
para
el banquete de bodas.
Con
el abrazo inocente
de
un hondo pacto amoroso,
vienes
a unirte al Esposo
por
virgen y por prudente.
Enséñanos
a vivir,
ayúdenos
tu oración,
danos
en la tentación
la
gracia de resistir.
Honor
a la Trinidad
por
esta limpia victoria,
y
gloria por esta gloria
que
alegra a la humanidad. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la
tierra.
Salmo
71 I - PODER REAL DEL MESÍAS
Dios
mío, confía tu juicio al rey,
tu
justicia al hijo de reyes,
para
que rija a tu pueblo con justicia,
a
tus humildes con rectitud.
Que
los montes traigan paz,
y
los collados justicia;
que
él defienda a los humildes del pueblo,
socorra
a los hijos del pobre
y
quebrante al explotador.
Que
dure tanto como el sol,
como
la luna, de edad en edad;
que
baje como lluvia sobre el césped,
como
llovizna que empapa la tierra.
Que
en sus días florezca la justicia
y
la paz hasta que falte la luna.
Que
domine de mar a mar,
del
Gran Río al confín de la tierra.
Que
en su presencia se inclinen sus rivales;
que
sus enemigos muerdan el polvo;
que
los reyes de Tarsis y de las islas
le
paguen tributo.
Que
los reyes de Saba y de Arabia
le
ofrezcan sus dones;
que
se postren ante él todos los reyes,
y
que todos los pueblos le sirvan.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la
tierra.
Ant
2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la
violencia.
Salmo
71 II
Él
librará al pobre que clamaba,
al
afligido que no tenía protector;
él
se apiadará del pobre y del indigente,
y
salvará la vida de los pobres;
él
rescatará sus vidas de la violencia,
su
sangre será preciosa a sus ojos.
Que
viva y que le traigan el oro de Saba;
él
intercederá por el pobre
y
lo bendecirá.
Que
haya trigo abundante en los campos,
y
ondee en lo alto de los montes,
den
fruto como el Líbano,
y
broten las espigas como hierba del campo.
Que
su nombre sea eterno,
y
su fama dure como el sol;
que
él sea la bendición de todos los pueblos,
y
lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
el
único que hace maravillas;
bendito
por siempre su nombre glorioso,
que
su gloria llene la tierra.
¡Amén,
amén!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
Ant
3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA
BREVE 1Co 7, 32. 34
El
célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo
mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor,
consagrándose a ellos en cuerpo y alma.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
R.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
V.
Van entrando en el palacio real.
R.
Las traen entre alegría.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Estad alegres, porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Estad alegres, porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
PRECES
Alabemos
con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino
de Dios, y supliquémosle, diciendo:
Jesús,
rey de las vírgenes, escúchanos.
Señor
Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin
mancha ni arruga,
haz
que sea siempre santa e inmaculada.
Señor
Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas
encendidas,
no
permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las
vírgenes que se han consagrado a ti.
Señor
Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
concede
a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.
Tú
que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa [VIRGEN], virgen,
concédele
también gozar siempre de su valiosa intercesión.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
admite
también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.
Oremos
con Jesús, diciendo a nuestro Padre:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los
humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa
Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos
a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los
prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi carne descansa serena.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi carne descansa serena.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 23
Que
el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor
Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos
siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.