lunes, 19 de abril de 2021

20 DE ABRIL MARTES III DE PASCUA

 



Propio del tiempo. Salterio III

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

 

Que doblen las campanas jubilosas

y proclamen el triunfo del amor,

y llenen nuestras almas de aleluyas,

de gozo y esperanza en el Señor.

 

Los sellos de la muerte han sido rotos,

la vida para siempre es libertad,

ni la muerte ni el mal son para el hombre

su destino, su última verdad.

 

Derrotados la muerte y el pecado,

es de Dios toda historia Y su final;

esperad con confianza su venida;

no temáis, con vosotros él está.

 

Volverán encrespadas tempestades

para hundir vuestra fe y vuestra verdad,

es más fuerte que el mal y que su embate

el poder del Señor, que os salvará.

 

Aleluyas cantemos a Dios Padre,

aleluyas al Hijo salvador,

su Espíritu corone la alegría

que su amor derramó en el corazón. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.

 

Salmo 67 I - ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR

 

Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos,

huyen de su presencia los que lo odian;

 

como el humo se disipa, se disipan ellos;

como se derrite la cera ante el fuego,

así perecen los impíos ante Dios.

 

En cambio, los justos se alegran,

gozan en la presencia de Dios,

rebosando de alegría.

 

Cantad a Dios, tocad en su honor,

alfombrad el camino del que avanza por el desierto;

su nombre es el Señor:

alegraos en su presencia.

 

Padre de huérfanos, protector de viudas,

Dios vive en su santa morada.

 

Dios prepara casa a los desvalidos,

libera a los cautivos y los enriquece;

sólo los rebeldes

se quedan en la tierra abrasada.

 

¡Oh Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo

y avanzabas por el desierto,

la tierra tembló, el cielo destiló

ante Dios, el Dios del Sinaí;

ante Dios, el Dios de Israel.

 

Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,

aliviaste la tierra extenuada;

y tu rebaño habitó en la tierra

que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.

 

Ant 2. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Aleluya.

 

Salmo 67 II

 

El Señor pronuncia un oráculo,

millares pregonan la alegre noticia:

«Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;

las mujeres reparten el botín.

 

Mientras reposabais en los apriscos,

las alas de la paloma se cubrieron de plata,

el oro destellaba en su plumaje.

Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,

la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»

 

Las montañas de Basán son altísimas,

las montañas de Basán son escarpadas;

¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,

del monte escogido por Dios para habitar,

morada perpetua del Señor?

 

Los carros de Dios son miles y miles:

Dios marcha del Sinaí al santuario.

Subiste a la cumbre llevando cautivos,

te dieron tributo de hombres:

incluso los que se resistían

a que el Señor Dios tuviera una morada.

 

Bendito el Señor cada día,

Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.

Nuestro Dios es un Dios que salva,

el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,

los cráneos de los malvados contumaces.

Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,

los traeré desde el fondo del mar;

teñirás tus pies en la sangre del enemigo,

y los perros la lamerán con sus lenguas.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Aleluya.

 

Ant 3. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.

 

Salmo 67 III

 

Aparece tu cortejo, ¡oh Dios!,

el cortejo de mi Dios, de mi Rey,

hacia el santuario.

 

Al frente marchan los cantores;

los últimos, los tocadores de arpa;

en medio las muchachas van tocando panderos.

 

«En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,

al Señor, estirpe de Israel.»

 

Va delante Benjamín, el más pequeño;

los príncipes de Judá con sus tropeles;

los príncipes de Zabulón,

los príncipes de Neftalí.

 

¡Oh Dios!, despliega tu poder,

tu poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.

A tu templo de Jerusalén

traigan los reyes su tributo.

 

Reprime a la Fiera del Cañaveral,

al tropel de los toros,

a los Novillos de los pueblos.

 

Que se te rindan con lingotes de plata:

dispersa las naciones belicosas.

Lleguen los magnates de Egipto,

Etiopía extienda sus manos a Dios.

 

Reyes de la tierra, cantad a Dios,

tocad para el Señor,

que avanza por los cielos,

los cielos antiquísimos,

que lanza su voz, su voz poderosa:

«Reconoced el poder de Dios.»

 

Sobre Israel resplandece su majestad,

y su poder sobre las nubes.

Desde el santuario Dios impone reverencia:

es el Dios de Israel

quien da fuerza y poder a su pueblo.

 

¡Dios sea bendito!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.

 

V. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.

R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del Apocalipsis 8, 1-13

 

EL MUNDO ES CASTIGADO POR SIETE ÁNGELES

 

Cuando abrió el Cordero el séptimo sello, se hizo un silencio en el cielo, como de media hora.

 

Vi a los siete ángeles que están en la presencia de Dios. Y se les dieron siete trompetas. Vino otro ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en representación de las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos. Tomó entonces el ángel el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos, estrépito, relámpagos y terremoto.

 

Los siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron a tocarlas.

 

Tocó el primero la trompeta; y hubo pedrisco y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra. La tercera parte de la tierra quedó abrasada; quedó abrasada la tercera parte de los árboles; y toda la hierba verde se quemó.

 

Tocó el segundo ángel la trompeta; y algo así como una ingente montaña, ardiendo en llamas, fue arrojada al mar.

 

Convirtióse en sangre la tercera parte del mar; murió la tercera parte de los seres vivos que hay en el mar; y la tercera parte de las naves fue destruida.

 

Tocó el tercer ángel la trompeta; y cayó del cielo una enorme estrella que ardía como una tea; y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. El nombre de esta estrella es Ajenjo. Convirtióse en ajenjo la tercera parte de las aguas; y muchos de los hombres murieron a consecuencia de las aguas, porque se habían vuelto amargas.

 

Tocó el cuarto ángel la trompeta; y fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas. Con eso se ensombreció la tercera parte de los astros; el día perdió una tercera parte de su esplendor e igualmente la noche.

 

Y tuve otra visión. Oí un águila que volaba en lo más alto de los cielos, clamando con poderosa voz:

 

«¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las trompetas de los tres ángeles que están ya por sonar!»

 

RESPONSORIO    Ap 8, 3. 4; cf. 5, 8

 

R. El ángel se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso; * y el humo del incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.

V. Cada ángel tenía una copa de oro llena de incienso, que significaba las oraciones de los santos.

R. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 34, 1-3. 5-6: CCL 41. 424-426)

 

CANTEMOS AL SEÑOR EL CÁNTICO DEL AMOR

 

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Se nos exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo sabe lo que significa este cántico nuevo. Un cántico es expresión de alegría y, considerándolo con más atención, es una expresión de amor. Por esto, el que es capaz de amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico nuevo. Debemos, pues, conocer en qué consiste esta vida nueva, para que podamos cantar el cántico nuevo. Todo, en efecto, está relacionado con el único reino, el hombre nuevo, el cántico nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre nuevo debe cantar el cántico nuevo porque pertenece al Testamento nuevo.

 

Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No se nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero, ¿cómo podremos elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero tenemos que ser amados. Oíd lo que dice el apóstol Juan: Él nos amó primero. Si buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios -dice- ha sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

 

Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el amor que de él procede. Oíd con qué claridad expresa san Juan esta idea: Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería poco decir: El amor es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo que el evangelista afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.

 

Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros: «Amadme y me poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»

 

¡Oh, hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de universalidad, semilla celestial y sagrada, que habéis nacido en Cristo a una vida nueva, a una vida que viene de lo alto, escuchadme, mejor aún, cantad al Señor, junto conmigo, un cántico nuevo. «Ya lo canto», me respondes. Sí, lo cantas, es verdad, ya lo oigo. Pero, que tu vida no dé un testimonio contrario al que proclama tu voz.

 

Cantad con la voz y con el corazón, con la boca y con vuestra conducta: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas hay que cantar de aquel a quien amáis? Porque, sin duda, queréis que vuestro canto tenga por tema a aquel a quien amáis. ¿Os preguntáis cuáles son las alabanzas que hay que cantar? Habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas? Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Su alabanza son los mismos que cantan.

 

¿Queréis alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios. Vosotros mismos seréis la mejor alabanza que podáis tributarle, si es buena vuestra conducta.

 

RESPONSORIO    Rm 6,4; 1Jn 3, 23; Jdt 16, 15

 

R. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. * Amémonos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.

V. Cantemos un himno al Señor, cantemos a nuestro Dios un cántico nuevo.

R. Amémonos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA

 

Estaba al alba María,

porque era la enamorada.

 

«¡María!», la voz amada.

«¡Rabbuní!», dice María.

El amor se hizo un abrazo

junto a las plantas benditas;

las llagas glorificadas

ríos de fuego y delicia;

Jesús, esposo divino,

María, esposa cautiva.

 

Estaba al alba María,

para una unción preparada.

 

Jesús en las azucenas

al claro del bello día.

En los brazos del Esposo

la Iglesia se regocija.

¡Gloria al Señor encontrado,

gloria al Dios de la alegría,

gloria al Amor más amado,

gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!

 

Estaba al alba María,

es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.

 

Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA

 

Señor, has sido bueno con tu tierra,

has restaurado la suerte de Jacob,

has perdonado la culpa de tu pueblo,

has sepultado todos sus pecados,

has reprimido tu cólera,

has frenado el incendio de tu ira.

 

Restáuranos, Dios salvador nuestro;

cesa en tu rencor contra nosotros.

¿Vas a estar siempre enojado,

o a prolongar tu ira de edad en edad?

 

¿No vas a devolvernos la vida,

para que tu pueblo se alegre contigo?

Muéstranos, Señor, tu misericordia

y danos tu salvación.

 

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos

y a los que se convierten de corazón.»

 

La salvación está ya cerca de sus fieles,

y la gloria habitará en nuestra tierra;

la misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

 

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo;

el Señor dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

 

La justicia marchará ante él,

la salvación seguirá sus pasos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.

 

Ant 2. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.

 

Càntico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12

 

Tenemos una ciudad fuerte,

ha puesto para salvarla murallas y baluartes:

 

Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,

que observa la lealtad;

su ánimo está firme y mantiene la paz,

porque confía en ti.

 

Confiad siempre en el Señor,

porque el Señor es la Roca perpetua:

 

La senda del justo es recta.

Tú allanas el sendero del justo;

en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,

ansiando tu nombre y tu recuerdo.

 

Mi alma te ansía de noche,

mi espíritu en mi interior madruga por ti,

porque tus juicios son luz de la tierra,

y aprenden justicia los habitantes del orbe.

 

Señor, tú nos darás la paz,

porque todas nuestras empresas

nos las realizas tú.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.

 

Ant 3. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.

 

Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación.

 

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

 

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,

riges los pueblos con rectitud

y gobiernas las naciones de la tierra.

 

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

 

La tierra ha dado su fruto,

nos bendice el Señor, nuestro Dios.

Que Dios nos bendiga; que le teman

hasta los confines del orbe.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Hch 13, 30-33

 

Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

V. El que por nosotros colgó del madero.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.

 

PRECES

 

Alabemos a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo destruido de su cuerpo, y supliquémosle:

 

Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección.

 

Cristo Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a las mujeres y a los apóstoles y salvaste al universo entero,

conviértenos en testigos de tu resurrección.

 

Tú que has prometido la resurrección universal y has anunciado una vida nueva,

haz de nosotros mensajeros del Evangelio de la vida.

 

Tú que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les comunicaste el Espíritu Santo,

renuévanos por el Espíritu consolador.

 

Tu que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo,

quédate hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!

 

Al Señor confesamos, ¡aleluya!

En la hora de tercia a la mañana

se llenaron los suyos de esperanza,

y lejos de la noche y de la duda

salieron con la llama y la palabra.

 

Al Señor adoramos, ¡aleluya!

Han marcado sus pies nuestros caminos,

marcó su nombre el nombre de los siglos,

y en la tierra su voz cual voz ninguna

convoca seguidores y testigos.

 

Al Señor esperamos, ¡aleluya!

Y ahora celebramos al Viviente,

a Jesús victorioso de la muerte;

acéptanos, oh Cristo, cual liturgia

de gloria que ganaste y a ti vuelve. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Cf. Hch 4, 11-12

 

Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.

 

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA

 

Verbo de Dios, el sol de mediodía,

amable mensajero de tu rostro,

fecunda nuestra tierra y la hermosea

como fuente de luz, de vida y gozo.

 

Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma

del infinito amor jamás gastado;

y de ese mar sin fondo ni ribera

la Iglesia es tu pleroma continuado.

 

Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,

que emerges victorioso del trabajo,

reina dichoso tú que nos esperas

mientras nosotros vamos caminando. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 118, 97-104

 

¡Cuánto amo tu voluntad!:

todo el día la estoy meditando;

tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,

siempre me acompaña;

soy más docto que todos mis maestros,

porque medito tus preceptos.

 

Soy más sagaz que los ancianos,

porque cumplo tus leyes;

aparto mi pie de toda senda mala,

para guardar tu palabra;

no me aparto de tus mandamientos,

porque tú me has instruido.

 

¡Qué dulce al paladar tu promesa:

más que miel en la boca!

Considero tus decretos,

y odio el camino de la mentira.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 73 I - LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO

 

¿Por qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,

y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?

 

Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,

de la tribu que rescataste para posesión tuya,

del monte Sión donde pusiste tu morada.

 

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;

el enemigo ha arrasado del todo el santuario.

Rugían los agresores en medio de tu asamblea,

levantaron sus propios estandartes.

 

En la entrada superior

abatieron a hachazos el entramado;

después, con martillos y mazas,

destrozaron todas las esculturas.

 

Prendieron fuego a tu santuario,

derribaron y profanaron la morada de tu nombre.

Pensaban: «Acabaremos con ellos»,

e incendiaron todos los templos del país.

 

Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:

nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.

 

¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?

¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?

¿Por qué retraes tu mano izquierda

y tienes tu derecha escondida en el pecho?

 

Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,

tú ganaste la victoria en medio de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 73 II

 

Tú hendiste con fuerza el mar,

rompiste la cabeza del dragón marino;

 

tú aplastaste la cabeza del Leviatán,

se la echaste en pasto a las bestias del mar;

tú alumbraste manantiales y torrentes,

tú secaste ríos inagotables.

 

Tuyo es el día, tuya la noche,

tú colocaste la luna y el sol;

tú plantaste los linderos del orbe,

tú formaste el verano y el invierno.

 

Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,

que un pueblo insensato desprecia tu nombre;

no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,

ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.

 

Piensa en tu alianza: que los rincones del país

están llenos de violencias.

Que el humilde no se marche defraudado,

que pobres y afligidos alaben tu nombre.

 

Levántate, ¡oh Dios!, defiende tu causa:

recuerda los ultrajes continuos del insensato;

no olvides las voces de tus enemigos,

el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Cf. 1Pe 3, 21-22a

 

A vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.

 

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

R. Al ver al Señor. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO

 

Reina el Señor allí donde ninguno

ciñe corona que haya dado el mundo;

reina el Señor allí donde la vida

sin lágrimas es río de delicias.

 

Reina el Señor, el compasivo siervo,

que en sus hombros cargó nuestro madero;

vive el muerto en la cruz, el sepultado

y con hierro sellado y custodiado.

 

Cruzó el oscuro valle de la muerte

hasta bajar a tumba de rebeldes;

fingía que era suya nuestra pena,

y en silencio escuchó nuestra sentencia.

 

Pero reina el Señor, la tierra goza,

y ya se escuchan los cánticos de boda.

¡Gloria al Señor Jesús resucitado,

nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   Col 3, 1-2

 

Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.

 

V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.

R. Porque ya es tarde. Aleluya.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO

 

Nos reúne de nuevo el misterio

del Señor que resurge a la vida,

con su luz ilumina a la Iglesia,

como el sol al nacer cada día.

 

Resucita también nuestras almas,

que tu muerte libró del castigo

y vencieron contigo al pecado

en las aguas del santo bautismo.

 

Transfigura los cuerpos mortales

que contemplan tu rostro glorioso,

bella imagen del Dios invisible

que ha querido habitar con nosotros.

 

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,

que podamos salir a tu encuentro,

y a tu lado vivamos por siempre

dando gracias al Padre en el reino. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.

 

Ant 2. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

 

Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN BRAZOS DE DIOS.

 

Señor, mi corazón no es ambicioso,

ni mis ojos altaneros;

no pretendo grandezas

que superan mi capacidad;

sino que acallo y modero mis deseos,

como un niño en brazos de su madre.

 

Espere Israel en el Señor

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

 

Ant 3. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11; 5, 9-10. 12

 

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

 

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   1Pe 2, 4-5

 

Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

V. Al ver al Señor.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Aleluya.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Aleluya.

 

PRECES

 

Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:

 

Rey de la gloria, escúchanos.

 

Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo

y lo conduzcan por los caminos del bien.

 

Te rogamos, Señor, por los que sirven a tu Iglesia con el estudio de tu palabra:

que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de adoctrinar a tu pueblo.

 

Te rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que combatan bien el combate de la fe

y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.

 

Tú que en la cruz cancelaste la nota de cargo de nuestra deuda,

destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos de toda tiniebla.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,

recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.

 

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: EL CORAZÓN SE DILATA

 

El corazón se dilata

sin noche en tu santo cuerpo,

oh morada iluminada,

mansión de todo consuelo.

 

Por tu muerte sin pecado,

por tu descanso y tu premio,

en ti, Jesús, confiamos,

y te miramos sin miedo.

 

Como vigilia de amor

te ofrecemos nuestro sueño;

tú que eres el paraíso,

danos un puesto en tu reino. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   1Pe 5,8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos, vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

ORACION

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Reina del cielo, alégrate, aleluya,

porque Cristo,

a quien llevaste en tu seno, aleluya,

ha resucitado, según su palabra, aleluya.

Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

 

 

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