domingo, 14 de febrero de 2021

15 DE FEBRERO LUNES VI DEL T. ORDINARIO




De la Feria. Salterio II

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA

 

En el principio, tu Palabra.

Antes que el sol ardiera,

antes del mar y las montañas,

antes de las constelaciones,

nos amó tu Palabra.

 

Desde tu seno, Padre,

era sonrisa su mirada,

era ternura su sonrisa,

era calor de brasa.

En el principio, tu Palabra.

 

Todo se hizo de nuevo,

todo salió sin mancha,

desde el arrullo del río

hasta el rocío y la escarcha;

nuevo el canto de los pájaros,

porque habló tu Palabra.

 

Y nos sigues hablando todo el día,

aunque matemos la mañana

y desperdiciemos la tarde,

y asesinemos la alborada.

Como una espada de fuego,

en el principio, tu Palabra.

 

Llénanos de tu presencia, Padre;

Espíritu, satúranos de tu fragancia;

danos palabras para responderte,

Hijo, eterna Palabra. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

 

Salmo 30, 2-17. 20-25 I SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

 

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo,

inclina tu oído hacia mí;

 

ven aprisa a librarme,

sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve,

tú que eres mi roca y mi baluarte;

 

por tu nombre dirígeme y guíame:

sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.

 

En tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás;

tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,

pero yo confío en el Señor;

tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

 

Te has fijado en mi aflicción,

velas por mi vida en peligro;

no me has entregado en manos del enemigo,

has puesto mis pies en un camino ancho.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

 

Ant 2. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

 

Salmo 30 II

 

Piedad, Señor, que estoy en peligro:

se consumen de dolor mis ojos,

mi garganta y mis entrañas.

 

Mi vida se gasta en el dolor;

mis años, en los gemidos;

mi vigor decae con las penas,

mis huesos se consumen.

 

Soy la burla de todos mis enemigos,

la irrisión de mis vecinos,

el espanto de mis conocidos:

me ven por la calle y escapan de mí.

Me han olvidado como a un muerto,

me han desechado como a un cacharro inútil.

 

Oigo las burlas de la gente,

y todo me da miedo;

se conjuran contra mí

y traman quitarme la vida.

 

Pero yo confío en ti, Señor,

te digo: «Tú eres mi Dios.»

En tu mano está mi destino:

líbrame de los enemigos que me persiguen;

haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

sálvame por tu misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

 

Ant 3. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

 

Salmo 30 III

 

¡Qué bondad tan grande, Señor,

reservas para tus fieles,

y concedes a los que a ti se acogen

a la vista de todos!

 

En el asilo de tu presencia los escondes

de las conjuras humanas;

los ocultas en tu tabernáculo,

frente a las lenguas pendencieras.

 

Bendito el Señor, que ha hecho por mí

prodigios de misericordia

en la ciudad amurallada.

 

Yo decía en mi ansiedad:

«Me has arrojado de tu vista»;

pero tú escuchaste mi voz suplicante

cuando yo te gritaba.

 

Amad al Señor, fieles suyos;

el Señor guarda a sus leales,

y a los soberbios les paga con creces.

 

Sed fuertes y valientes de corazón

los que esperáis en el Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

 

V. Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.

R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.

 

PRIMERA LECTURA

 

De la primera carta a los Corintios 7, 1-24

 

CUESTIONES SOBRE EL MATRIMONIO

 

Hermanos: Viniendo a tratar de las consultas que me hicisteis, os digo: Es cosa buena que el hombre se abstenga de la mujer. Mas, por los peligros de la fornicación, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido.

 

El marido vaya pagando su deuda a la mujer, e igualmente la mujer a su marido. La mujer no es dueña de su propio cuerpo; sino el marido. Y del mismo modo: el marido no es dueño de su propio cuerpo; sino la mujer. No os defraudéis uno al otro vuestro derecho, a no ser de común acuerdo, y por algún tiempo, y para daros a la oración. Y, de nuevo, volved al mismo orden de vida, para que no os tiente Satanás por vuestra incontinencia. Esto lo digo como una concesión, no como un mandato.

 

Bien quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propia gracia de estado, recibida de Dios: unos para vivir de esta manera; otros, de la otra.

 

Sin embargo, a los no casados y a las viudas les digo que es cosa excelente para ellos quedarse en el mismo estado que yo. Ahora que, si no pueden guardar continencia, que se casen. Mejor es casarse que arder en concupiscencia.

 

Respecto de los casados, hay un precepto, no mío, sino del Señor: Que la mujer no se separe del marido. Y, caso de separarse, que no vuelva a casarse o que haga las paces con su marido. Y también: Que el marido no despida a la mujer.

 

En cuanto a los demás, digo yo, no el Señor: Si un hermano tiene mujer pagana, y ésta consiente en cohabitar con él, no la despida. Y, del mismo modo: Si una hermana tiene marido pagano, y éste consiente en cohabitar con ella, no despida al marido. El marido pagano queda santificado por la mujer creyente; y la mujer pagana queda santificada por el marido que tiene fe. Porque, de otra manera, tendríamos que vuestros hijos serían impuros; pero, de hecho, son santos.

 

Sin embargo, si la parte pagana se retira, que se retire. En tales casos, ni el hermano ni la hermana están sometidos a la esclavitud. El Señor nos ha convocado para la paz. Porque, tú, mujer, no sabes si podrás salvar al marido. Y tú, marido, no sabes si podrás salvar a la mujer.

 

Fuera de esto, cada uno ande conforme el Señor le asignó en herencia, cada uno conforme Dios lo ha convocado. Y así lo voy ordenando en todas las Iglesias. ¿Ha sido uno convocado del judaísmo? No disimule su condición de judío. ¿Lo ha sido otro del paganismo? No se circuncide. No importa nada el ser o no ser circuncidado, sino la guarda de los mandamientos de Dios. Cada uno continúe en la condición en que fue convocado por Dios.

 

¿Fuiste convocado siendo esclavo? No te preocupes. Pero, si puedes ser liberto, aprovéchate más bien de ello. El que, siendo esclavo, ha sido convocado en el Señor es un liberto del Señor. Y, de la misma manera, el que, siendo libre, ha sido convocado es un esclavo de Cristo. Habéis sido comprados a precio. No os hagáis esclavos de los hombres. Hermanos, que cada uno continúe sirviendo a Dios en la condición en que fue convocado.

 

RESPONSORIO    Mt 19, 5. 6. 4

 

R. Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola persona. * No debe separar el hombre lo que Dios ha unido.

V. El Creador los hizo desde un principio varón y mujer, así que ya no son dos, sino una sola persona.

R. No debe separar el hombre lo que Dios ha unido.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Sermones de san Bernardo, abad

(Sermón 15 sobre diversas materias: PL 183, 577-579)

 

HAY QUE BUSCAR LA SABIDURÍA

 

Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo -nos dice aquel que es la Verdad-; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos.

 

Si queréis preguntar -dice la Escritura-, preguntad; convertíos, retornad. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero si en mis deseos no encuentro la sabiduría -dices-, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida abundante, bien apretada y bien colmada hasta rebosar. Y esto con razón. Porque, dichoso el hombre que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca.

 

¿Quieres saber cuán cerca está? Cerca está la palabra, en tu boca y en tu corazón; sólo a condición de que la busques con un corazón sincero. Así es como encontrarás la sabiduría en tu corazón y tu boca estará llena de inteligencia, pero vigila que esta abundancia de tu boca no se derrame a manera de vómito.

 

Si has hallado la sabiduría has hallado la miel; procura no comerla con exceso, no sea que, harto de ella, la vomites. Come de manera que siempre quedes con hambre. Porque dice la misma sabiduría: El que me come tendrá más hambre de mí. No tengas en mucho lo que has alcanzado; no te consideres harto, no sea que vomites y pierdas así lo que pensabas poseer, por haber dejado de buscar antes de tiempo. Pues no hay que desistir en esta búsqueda y llamada de la sabiduría, mientras pueda ser hallada, mientras esté cerca. De lo contrario, como la miel daña -según dice el Sabio- a los que comen de ella en demasía, así el que se mete a escudriñar la majestad será oprimido por su gloria.

 

Del mismo modo que es dichoso el hombre que encuentra sabiduría, así también es dichoso, o mejor, más dichoso aún, el hombre que es constante en la sabiduría; esto seguramente se refiere a la abundancia de que hemos hablado antes.

 

En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, creemos con el corazón para obtener la justificación y hacemos con la boca profesión de nuestra fe para alcanzar la salud. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo; y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.

 

RESPONSORIO    Sb 7, 10. 11; 8, 2

 

R. Amé la sabiduría más que la salud y la hermosura, y decidí que fuera la luz que me alumbrara; * con ella me vinieron a la vez todos los bienes.

V. La amé y la pretendí desde mi juventud y me constituí en el amante de su belleza.

R. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA

 

Alfarero del hombre, mano trabajadora

que, de los hondos limos iniciales,

convocas a los pájaros a la primera aurora,

al pasto los primeros animales.

 

De mañana te busco, hecho de luz concreta,

de espacio puro y tierra amanecida.

De mañana te encuentro, vigor, origen, meta

de los profundos ríos de la vida.

 

El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;

tus manos son recientes en la rosa;

se espesa la abundancia del mundo a mediodía,

y estás de corazón en cada cosa.

 

No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,

ni soledad en que no te hagas fuerte.

Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:

tú, por la luz; el hombre, por la muerte.

 

¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte

dejar tanta hermosura en tanta guerra!

Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte

de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

 

Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO

 

Como busca la cierva

corrientes de agua,

así mi alma te busca

a ti, Dios mío;

 

tiene sed de Dios,

del Dios vivo:

¿cuándo entraré a ver

el rostro de Dios?

 

Las lágrimas son mi pan

noche y día,

mientras todo el día me repiten:

«¿Dónde está tu Dios?»

 

Recuerdo otros tiempos,

y mi alma desfallece de tristeza:

cómo marchaba a la cabeza del grupo,

hacia la casa de Dios,

entre cantos de júbilo y alabanza,

en el bullicio de la fiesta.

 

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Cuando mi alma se acongoja,

te recuerdo,

desde el Jordán y el Hermón

y el Monte Menor.

 

Una sima grita a otra sima

con voz de cascadas:

tus torrentes y tus olas

me han arrollado.

 

De día el Señor

me hará misericordia,

de noche cantaré la alabanza

del Dios de mi vida.

 

Diré a Dios: Roca mía,

¿por qué me olvidas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mi enemigo?

 

Se me rompen los huesos

por las burlas del adversario;

todo el día me preguntan:

«¿Dónde está tu Dios?»

 

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

 

Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.

 

Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16

 

Sálvanos, Dios del universo,

infunde tu terror a todas las naciones;

amenaza con tu mano al pueblo extranjero,

para que sienta tu poder.

 

Como les mostraste tu santidad al castigarnos,

muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:

para que sepan, como nosotros lo sabemos,

que no hay Dios fuera de ti.

 

Renueva los prodigios, repite los portentos,

exalta tu mano, robustece tu brazo.

 

Reúne a todas las tribus de Jacob

y dales su heredad como antiguamente.

 

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,

de Israel, a quien nombraste tu primogénito.

Ten compasión de tu ciudad santa,

de Jerusalén, lugar de tu reposo.

 

Llena a Sión de tu majestad

y al templo de tu gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.

 

Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

 

SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

 

El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos:

el día al día le pasa el mensaje,

la noche a la noche se lo murmura.

 

Sin que hablen, sin que pronuncien,

sin que resuene su voz,

a toda la tierra alcanza su pregón

y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

Allí le ha puesto su tienda al sol:

él sale como el esposo de su alcoba,

contento como un héroe, a recorrer su camino.

 

Asoma por un extremo del cielo,

y su órbita llega al otro extremo:

nada se libra de su calor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

 

LECTURA BREVE   Jr 15, 16

 

Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

 

V. Cantadle un cántico nuevo.

R. Que merece la alabanza de los buenos.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 

PRECES

 

Demos gracias a nuestro salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle:

 

Consérvanos, Señor, en tu servicio.

 

Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio:

haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales, agradables al Padre.

 

Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo:

comprensión, bondad, amabilidad.

 

Que la luz de la fe ilumine este nuevo día

y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor.

 

Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos

y les ayudemos a progresar en su salvación.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos confiadamente:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Jr 31, 33

 

Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

 

V. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

R. No me arrojes lejos de tu rostro.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO

 

Te está cantando el martillo

y rueda en tu honor la rueda.

Puede que la luz no pueda

librar del humo su brillo.

¡Qué sudoroso y sencillo

te pones a mediodía,

Dios de esta dura porfía

de estar sin pausa creando,

y verte necesitando

del hombre más cada día!

 

Quien diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto

ni en la montaña se esconde;

decid, si preguntan dónde,

que Dios está -sin mortaja-

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Jr 32,40

 

Haré con ellos alianza eterna y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor para que no se aparten de mí.

 

V. De Dios viene mi salvación y mi gloria.

R. Él es mi refugio.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo, nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

Salmo 118, 41-48

 

Señor, que me alcance tu favor,

tu salvación según tu promesa:

así responderé a los que me injurian,

que confío en tu palabra;

no quites de mi boca las palabras sinceras,

porque yo espero en tus mandamientos.

 

Cumpliré sin cesar tu voluntad,

por siempre jamás;

andaré por un camino ancho,

buscando tus decretos;

comentaré tus preceptos ante los reyes,

y no me avergonzaré.

 

Serán mi delicia tus mandatos,

que tanto amo;

levantaré mis manos hacia ti

recitando tus mandatos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

Ant 2. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.

 

Salmo 39, 2-14. 17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO

 

Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito;

 

me levantó de la fosa fatal,

de la charca fangosa;

afianzó mis pies sobre roca,

y aseguró mis pasos;

 

me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos

y confiaron en el Señor.

 

Dichoso el hombre que ha puesto

su confianza en el Señor,

y no acude a los idólatras,

que se extravían con engaños.

 

¡Cuántas maravillas has hecho,

Señor, Dios mío,

cuántos planes en favor nuestro!

Nadie se te puede comparar:

intento proclamarlas, decirlas,

pero superan todo número.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo digo: «Aquí estoy

-como está escrito en mi libro-

para hacer tu voluntad.»

 

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.

 

Ant 3. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.

 

Salmo 39 II

 

He proclamado tu salvación

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios:

Señor, tú lo sabes.

 

No me he guardado en el pecho tu defensa,

he proclamado tu fidelidad y tu salvación,

no he negado tu misericordia y tu lealtad

ante la gran asamblea.

 

Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,

que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,

porque me cercan desgracias sin cuento.

 

Se me echan encima mis culpas,

y no puedo huir;

son más que los cabellos de mi cabeza,

y me falta el valor.

 

Señor, dígnate librarme;

Señor, date prisa en socorrerme.

 

Alégrense y gocen contigo

todos los que te buscan;

digan siempre: «Grande es el Señor»,

los que desean tu salvación.

 

Yo soy pobre y desdichado,

pero el Señor cuida de mí;

tú eres mi auxilio y mi liberación:

Dios mío, no tardes.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.

 

LECTURA BREVE   Ez 34, 31

 

Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey; y yo soy vuestro Dios.»

 

V. El Señor es mi pastor, nada me falta.

R. En verdes praderas me hace recostar.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: PRESENTEMOS A DIOS NUESTRAS TAREAS.

 

Presentemos a Dios nuestras tareas,

levantemos orantes nuestras manos,

porque hemos realizado nuestras vidas

por el trabajo.

 

Cuando la tarde pide ya descanso

y Dios está más cerca de nosotros,

es hora de encontrarnos en sus manos,

llenos de gozo.

 

En vano trabajamos la jornada,

hemos corrido en vano hora tras hora,

si la esperanza no enciende sus rayos

en nuestra sombra.

 

Hemos topado a Dios en el bullicio,

Dios se cansó conmigo en el trabajo;

es hora de buscar a Dios adentro,

enamorado.

 

La tarde es un trisagio de alabanza,

la tarde tiene fuego del Espíritu:

adoremos al Padre en nuestras obras,

adoremos al Hijo. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

 

Salmo 44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.

 

Me brota del corazón un poema bello,

recito mis versos a un rey;

mi lengua es ágil pluma de escribano.

 

Eres el más bello de los hombres,

en tus labios se derrama la gracia,

el Señor te bendice eternamente.

 

Cíñete al flanco la espada, valiente:

es tu gala y tu orgullo;

cabalga victorioso por la verdad y la justicia,

tu diestra te enseñe a realizar proezas.

Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,

se acobardan los enemigos del rey.

 

Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;

cetro de rectitud es tu cetro real;

has amado la justicia y odiado la impiedad:

por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido

con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

 

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,

desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina

enjoyada con oro de Ofir.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

 

Ant 2. Llega el esposo, salid a recibirlo.

 

Salmo 44 II

 

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna:

prendado está el rey de tu belleza,

póstrate ante él, que él es tu señor.

La ciudad de Tiro viene con regalos,

los pueblos más ricos buscan tu favor.

 

Ya entra la princesa, bellísima,

vestida de perlas y brocado;

la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,

la siguen sus compañeras:

las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real.

 

«A cambio de tus padres tendrás hijos,

que nombrarás príncipes por toda la tierra.»

 

Quiero hacer memorable tu nombre

por generaciones y generaciones,

y los pueblos te alabarán

por los siglos de los siglos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llega el esposo, salid a recibirlo.

 

Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

El nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

LECTURA BREVE   1Ts 2, 13

 

Nosotros continuamente damos gracias a Dios; porque habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino - como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Suba, Señor, a ti mi oración.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

 

V. Como incienso en tu presencia.

R. A ti mi oración.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

 

PRECES

 

Alabemos a Cristo, que ama a la Iglesia y le da alimento y calor, y roguémosle confiados diciendo:

 

Atiende, Señor, los deseos de tu pueblo.

 

Haz, Señor, que todos los hombres se salven

y lleguen al conocimiento de la verdad.

 

Guarda con tu protección al papa Francisco y a nuestro obispo N.,

ayúdalos con el poder de tu brazo.

 

Ten compasión de los que no encuentran trabajo

y haz que consigan un empleo digno y estable.

 

Señor, sé refugio de los oprimidos

y protégelos en todas sus necesidades.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Te pedimos por el eterno descanso de los que durante su vida ejercieron el ministerio para el bien de tu iglesia:

que también te celebren eternamente en tu reino.

 

Fieles a la recomendación del Salvador nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que has querido asistirnos en el trabajo que nosotros, tus siervos inútiles, hemos realizado hoy, te pedimos que, al llegar al término de este día, acojas benignamente nuestro sacrificio vespertino de acción de gracias y recibas con bondad la alabanza que te dirigimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.

 

Inclina tu oído, Señor; escúchame,

que soy un pobre desamparado;

protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

salva a tu siervo, que confía en ti.

 

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,

que a ti te estoy llamando todo el día;

alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti;

 

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,

rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,

atiende a la voz de mi súplica.

 

En el día del peligro te llamo,

y tú me escuchas.

No tienes igual entre los dioses, Señor,

ni hay obras como las tuyas.

 

Todos los pueblos vendrán

a postrarse en tu presencia, Señor;

bendecirán tu nombre:

«Grande eres tú, y haces maravillas;

tú eres el único Dios.»

 

Enséñame, Señor, tu camino,

para que siga tu verdad;

mantén mi corazón entero

en el temor de tu nombre.

 

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;

daré gloria a tu nombre por siempre,

por tu grande piedad para conmigo,

porque me salvaste del abismo profundo.

 

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,

una banda de insolentes atenta contra mi vida,

sin tenerte en cuenta a ti.

 

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,

lento a la cólera, rico en piedad y leal,

mírame, ten compasión de mí.

 

Da fuerza a tu siervo,

salva al hijo de tu esclava;

dame una señal propicia,

que la vean mis adversarios y se avergüencen,

porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 9-10

 

Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Madre del Redentor, Virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta,

estrella del mar,

 

ven a librar al pueblo que tropieza

y se quiere levantar.

 

Ante la admiración de cielo y tierra,

engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.

 

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.

 

  

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