jueves, 18 de septiembre de 2014

19 DE SEPTIEMBRE VIERNES XXIV DEL T. ORDINARIO

 

 

MISTERIO LA CRUZ

 

 

 

De la Feria. Salterio IV

 

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: QUÉ HERMOSOS SON LOS PIES

 

¡Qué hermosos son los pies

del que anuncia la paz a sus hermanos!

¡Y qué hermosas las manos

maduras en el surco y en la mies!

 

Grita lleno de gozo,

pregonero, que traes noticias buenas:

se rompen las cadenas,

y el sol de Cristo brilla esplendoroso.

 

Grita sin miedo, grita,

y denuncia a mi pueblo sus pecados;

vivimos engañados,

pues la belleza humana se marchita.

 

Toda yerba es fugaz,

la flor del campo pierde sus colores;

levanta sin temores,

pregonero, tu voz dulce y tenaz.

 

Si dejas los pedazos

de tu alma enamorada en el sendero,

¡qué dulces, mensajero,

qué hermosos, que divinos son tus pasos! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo.

 

Salmo 54, 2-15. 17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO

 

Dios mío, escucha mi oración,

no te cierres a mi súplica;

hazme caso y respóndeme,

me agitan mis ansiedades.

 

Me turba la voz del enemigo,

los gritos del malvado:

descargan sobre mí calamidades

y me atacan con furia.

 

Se estremece mi corazón,

me sobrecoge un pavor mortal,

me asalta el temor y el terror,

me cubre el espanto,

 

y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma

para volar y posarme!

Emigraría lejos,

habitaría en el desierto,

 

me pondría en seguida a salvo de la tormenta,

del huracán que devora, Señor;

del torrente de sus lenguas.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo.

 

Ant 2. El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario.

 

Salmo 54, 2-15. 17-24 II

 

Violencia y discordia veo en la ciudad:

día y noche hacen la ronda

sobre las murallas;

 

en su recinto, crimen e injusticia;

dentro de ella, calamidades;

no se apartan de su plaza

la crueldad y el engaño.

 

Si mi enemigo me injuriase,

lo aguantaría;

si mi adversario se alzase contra mí,

me escondería de él;

 

pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y confidente,

a quien me unía una dulce intimidad:

juntos íbamos entre el bullicio

por la casa de Dios.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario.

 

Ant 3. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

 

Salmo 54, 2-15. 17-24 III

 

Pero yo invoco a Dios,

y el Señor me salva:

Por la tarde, en la mañana, al mediodía,

me quejo gimiendo.

 

Dios escucha mi voz:

su paz rescata mi alma

de la guerra que me hacen,

porque son muchos contra mí.

 

Dios me escucha, los humilla

el que reina desde siempre,

porque no quieren enmendarse

ni temen a Dios.

 

Levantan la mano contra su aliado,

violando los pactos;

su boca es más blanda que la manteca,

pero desean la guerra;

sus palabras son más suaves que el aceite,

pero son puñales.

 

Encomienda a Dios tus afanes,

que él te sustentará;

no permitirá jamás

que el justo caiga.

 

Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos

a la fosa profunda.

Los traidores y sanguinarios

no cumplirán ni la mitad de sus años.

Pero yo confío en ti.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

 

V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría.

R. Presta oído a mi inteligencia.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del profeta Baruc 1, 14--2, 5; 3, 1-8

 

SÚPLICA DEL PUEBLO ARREPENTIDO

 

En aquellos días, los desterrados que habitaban en Babilonia enviaron a decir al pueblo que se encontraba en Jerusalén:

 

«Leed este libro (de Baruc) que os enviamos para que se haga confesión en la casa del Señor, el día de la fiesta (de los Tabernáculos) y los días de la asamblea. Diréis:

 

"Al Señor, Dios nuestro, la justicia, a nosotros en cambio la confusión del rostro, como sucede en este día; a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas y a nuestros padres. Porque hemos pecado ante el Señor, lo hemos desobedecido y no hemos escuchado la voz del Señor, Dios nuestro, siguiendo las órdenes que el Señor nos había puesto delante.

 

Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres del país de Egipto hasta el día de hoy hemos sido indóciles al Señor, Dios nuestro, y hemos descuidado oír su voz. Por esto se nos han pegado los males y la maldición que el Señor conminó a su siervo Moisés el día que sacó a nuestros padres del país de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel: y esto es lo que nos pasa hoy. Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, Dios nuestro, de acuerdo con todas las palabras de los profetas que nos ha enviado, sino que hemos ido, cada uno de nosotros según el capricho de su perverso corazón, a servir a dioses extraños, a hacer lo malo a los ojos del Señor, Dios nuestro.

 

Por eso el Señor, Dios nuestro, ha cumplido la palabra que había pronunciado contra nosotros, contra nuestros jueces que juzgaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros príncipes, contra los habitantes de Israel y de Judá. Jamás se hizo debajo del cielo entero nada semejante a lo que hizo él en Jerusalén, conforme está escrito en la ley de Moisés, hasta el punto de que llegamos a comer uno la carne de su propio hijo, otro la carne de su propia hija. Y los entregó el Señor en poder de todos los reinos de nuestro alrededor para que fuesen objeto de oprobio y maldición entre todos los pueblos circundantes donde el Señor los dispersó. Hemos pasado a estar debajo y no encima, por haber pecado contra el Señor, Dios nuestro, no escuchando su voz.

 

Oh Señor omnipotente, Dios de Israel, mi alma angustiada, mi espíritu abatido es el que clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado ante ti. Pues tú te sientas en tu trono eternamente; mas nosotros por siempre perecemos. Señor omnipotente, Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que pecaron contra ti: no escucharon ellos la voz del Señor, su Dios, y por eso se han pegado a nosotros estos males.

 

No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres, sino acuérdate de tu mano y de tu nombre en esta hora. Pues eres el Señor, Dios nuestro, y nosotros queremos alabarte, Señor. Para eso pusiste tu temor en nuestros corazones, para que invocáramos tu nombre. Queremos alabarte en nuestro destierro, porque hemos apartado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros padres, que pecaron ante ti, y aquí estamos todavía en nuestro destierro, donde tú nos dispersaste, para que fuésemos oprobio, maldición, condenación por todas las iniquidades de nuestros padres que se apartaron del Señor, Dios nuestro."»

 

RESPONSORIO    Ef 2, 4-5; cf. Ba 2, 12

 

R. Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, * aun cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo.

V. Hemos pecado, hemos sido impíos, hemos cometido injusticia contra nuestro Dios, faltando a todos sus decretos.

R. Aun cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores

(Sermón 46, 10-11: CCL 41, 536-538)

 

PREPÁRATE PARA LAS PRUEBAS

 

Oísteis ya qué cosas buscan los malos pastores. Considerad ahora también lo que descuidan. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas, es decir, a las que sufren; no recogéis las descarriadas, ni buscáis a las perdidas y maltratáis brutalmente a las fuertes, destrozándolas y llevándolas a la muerte. Pues si la oveja está enferma, es decir, si tiene el corazón enfermo, y se presenta ante ella un hombre incauto y mal preparado, la oveja puede caer en la tentación.

 

El pastor negligente cuando se presenta la prueba no dice a la oveja: Hijo mío, si te llegas a servir al Señor, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente. Quien de esta forma habla da ánimo al débil y hace fuerte al que flaqueaba, afianzándole de tal modo en la fe que ya no pone más su esperanza en los éxitos de este mundo. Pues si se acostumbrara a poner su esperanza en los éxitos de este mundo, estos mismos éxitos lo llevarían a la perdición, ya que al sobrevenir las adversidades se conturbaría ante ellas y aun quizá decaería totalmente.

 

Este tal no construye ciertamente sobre roca firme, sino sobre arena movediza. La roca, en efecto, era Cristo. Por ello los cristianos deben imitar los sufrimientos de Cristo y no ir nunca tras las delicias del mundo. El débil queda confortado cuando oye que le dicen: «No te faltarán en este mundo las pruebas, pero, si tu corazón no se aparta del Señor, él te librará de todos tus males. Pues fue para confortar tu corazón que vino el Señor al mundo y por ti quiso padecer y morir; por ti recibió salivazos en su rostro y fue coronado de espinas; por ti recibió oprobios y murió finalmente en una cruz. Todo esto quiso sufrirlo por ti sin que tú hicieras nada, y él quiso sufrir todas estas cosas no para su propio bien, sino pensando sólo en ti.»

 

¿Te imaginas qué clase de pastores son aquellos que, para no disgustar a sus oyentes, dejan no sólo de prepararlos para las pruebas, sino que incluso llegan a prometerles una felicidad que ni el mismo Señor jamás prometió? El Señor anunció sufrimientos y trabajos sin medida hasta el fin de los tiempos, y tú, ¿pretendes que el cristiano puede vivir exento del sufrimiento? Por el solo hecho de ser cristiano el hombre sufrirá en este mundo más que sus semejantes.

 

En efecto, el Apóstol dice: Todos los que aspiran a vivir en Cristo Jesús, en conformidad con la voluntad de Dios, padecerán persecuciones. Si, pues, te agrada así, insensato pastor que buscas tus intereses personales, no los de Cristo Jesús, deja a tu Señor que diga: Todos los que aspiran a vivir en Cristo Jesús, en conformidad con la voluntad de Dios, padecerán persecuciones, y tú ves diciendo: «Si vives en Cristo Jesús, en conformidad con la voluntad de Dios, abundarás en toda clase de bienes: si no tienes hijos, los tendrás y podrás alimentarlos opíparamente y ninguno de ellos se te morirá.» ¿Es ésta tu manera de edificar? Fíjate bien cómo construyes, qué fundamentos pones. Estás edificando sobre arena. Caerá la lluvia, se precipitarán los torrentes, soplarán los vientos y darán sobre esta casa que se derrumbará con la ruina más completa.

 

Arranca, pues, a tus ovejas de este fundamento de arena y colócalas sobre la roca; quien desee ser cristianó debe estar cimentado sobre Cristo. Espere, pues, los sufrimientos humillantes de Cristo, esté atento a imitar a aquel, que, sin haber cometido pecado, no devolvió mal por mal, y escuche la Escritura que le dice: El Señor azota a todo el que por hijo acoge. Que el cristiano, pues, o bien se prepare para ser azotado, o bien renuncie a ser acogido.

 

RESPONSORIO    1Ts 2, 4. 3

 

R. Así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos. * No buscamos agradar a los hombres, sino a Dios.

V. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza, ni con engaño.

R. No buscamos agradar a los hombres, sino a Dios.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos de bondad y haz que te sirvamos con todo el corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.

 

Por el dolor creyente que brota del pecado,

por no haberte querido de todo corazón,

por haberte, Dios mío, tantas veces negado,

con súplicas te pido, de rodillas, perdón.

 

Por haberte perdido, por no haberte encontrado,

porque es como un desierto nevado mi oración;

porque es como una hiedra sobre el árbol cortado

el recuerdo que brota cargado de ilusión,

 

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,

primero amargamente, lleno de flor después,

y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,

y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén

 

SALMODIA

 

Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.

 

Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

 

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.

 

En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

 

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.

 

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.

 

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.

 

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.

 

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.

 

Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los pueblos.

 

Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13, 10-15. 17-19

 

Anuncien todos los pueblos sus maravillas

y alábenle sus elegidos en Jerusalén,

la ciudad del Santo;

por las obras de tus hijos te azotará,

pero de nuevo se compadecerá

de los hijos de los justos.

 

Confiesa dignamente al Señor

y bendice al Rey de los siglos,

para que de nuevo sea en ti

edificado su tabernáculo con alegría,

para que alegre en ti a los cautivos

y muestre en ti su amor hacia los desdichados,

por todas las generaciones y generaciones.

 

Brillarás cual luz de lámpara

y todos los confines de la tierra vendrán a ti.

Pueblos numerosos vendrán de lejos

al nombre del Señor, nuestro Dios,

trayendo ofrendas en sus manos,

ofrendas para el rey del cielo.

 

Las generaciones de las generaciones

exultarán en ti.

Y benditos para siempre todos los que te aman.

 

Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,

que serán congregados,

y al Señor de los justos bendecirán.

 

Dichosos los que te aman;

en tu paz se alegrarán.

Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,

pues en ti se alegrarán

contemplando toda tu gloria,

y se regocijarán para siempre.

 

Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,

porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas

será reedificada,

con piedras preciosas sus muros

y con oro puro sus torres y sus almenas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los pueblos.

 

Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

 

Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.

 

Glorifica al Señor, Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sión:

que ha reforzado los cerrojos de tus puertas

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;

ha puesto paz en tus fronteras,

te sacia con flor de harina.

 

Él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz;

manda la nieve como lana,

esparce la escarcha como ceniza;

 

hace caer el hielo como migajas

y con el frío congela las aguas;

envía una orden, y se derriten;

sopla su aliento, y corren.

 

Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así,

ni les dio a conocer sus mandatos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

 

LECTURA BREVE   Gal. 2, 19b-20

 

Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

 

V. Desde el cielo me enviará la salvación.

R. El Dios que hace tanto por mí.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.

 

PRECES

 

Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:

 

Escucha, Señor, y ten piedad.

 

Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera santidad,

y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.

 

No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre

no olvides tu alianza con nosotros.

 

Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos,

porque no hay confusión para los que en ti confían.

 

Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,

haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Rm 12, 17a. 19b-20a. 21

 

No devolváis a nadie mal por mal. Dice la Escritura: «Es mía la venganza; mía la recompensa; palabra del Señor.» Pero también dice: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber.» No te dejes vencer del mal, sino vence el mal con el bien.

 

V. La misericordia del Señor dura siempre.

R. Su justicia para los que guardan su alianza.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL PAN DE CADA DÍA

 

El pan de cada día

dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;

convierte en alegría

nuestras labores buenas

y acaricia el dolor de nuestras penas.

 

¡Horas de tedio largas

sin la presencia buena de tus manos!

¡Ay, las horas amargas

nos vuelven inhumanos,

si no abrimos el alma a los hermanos!

 

Santifica el momento

de este ruido tenaz, de esta fatiga.

Busquemos el aliento

de tu presencia amiga

que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   1Jn 3, 6

 

En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

 

V. Dad gracias al Señor porque es bueno.

R. Porque es eterna su misericordia.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes.

 

Salmo 118, 161-168

 

Los nobles me perseguían sin motivo,

pero mi corazón respetaba tus palabras;

yo me alegraba con tu promesa,

como el que encuentra un rico botín;

detesto y aborrezco la mentira,

y amo tu voluntad.

 

Siete veces al día te alabo

por tus justos mandamientos;

mucha paz tienen los que aman tus leyes,

y nada los hace tropezar;

aguardo tu salvación, Señor,

y cumplo tus mandatos.

 

Mi alma guarda tus preceptos

y los ama intensamente;

guardo tus decretos,

y tú tienes presente mis caminos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes.

 

Ant 2. El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.

 

Salmo 132 - FELICIDAD DE LA CONCORDIA FRATERNA

 

Ved qué paz y qué alegría,

convivir los hermanos unidos.

 

Es ungüento precioso en la cabeza,

que va bajando por la barba,

que baja por la barba de Aarón,

hasta la franja de su ornamento.

 

Es rocío del Hermón, que va bajando

sobre el monte Sión.

Porque allí manda el Señor la bendición:

la vida para siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.

 

Ant 3. Defiéndeme de la mano perversa, Señor Dios, mi fuerte salvador.

 

Salmo 139, 1-9. 13-14 - TÚ ERES MI REFUGIO

 

Líbrame, Señor, del malvado,

guárdame del hombre violento,

que planean maldades en su corazón

y todo el día provocan contiendas;

afilan sus lenguas como serpientes,

con veneno de víboras en los labios.

 

Defiéndeme, Señor, de la mano perversa,

guárdame de los hombres violentos,

que preparan zancadillas a mis pasos.

Los soberbios me esconden trampas;

los perversos me tienden una red

y por el camino me colocan lazos.

 

Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»;

Señor, atiende a mis gritos de socorro;

Señor Dios, mi fuerte salvador,

que cubres mi cabeza el día de la batalla.

 

Señor, no le concedas sus deseos al malvado,

no des éxito a sus proyectos.

 

Yo sé que el Señor hace justicia al afligido

y defiende el derecho del pobre.

Los justos alabarán tu nombre,

los honrados habitarán en tu presencia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Defiéndeme de la mano perversa, Señor Dios, mi fuerte salvador.

 

LECTURA BREVE   1Jn 4, 9-11

 

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

 

V. Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo.

R. Mira el rostro de tu Ungido.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ERES LA LUZ Y SIEMBRAS CLARIDADES.

 

Eres la luz y siembras claridades,

eres amor y siembras armonía

desde tu eternidad de eternidades.

 

Por tu roja frescura de alegría,

la tierra se estremece de rocío,

Hijo eterno del Padre y de María.

 

En el cielo del hombre, oscuro y frío,

eres la luz total, fuego del fuego,

que aplaca las pasiones y el hastío.

 

Entro en tus esplendores, Cristo, ciego;

mientras corre la vida paso a paso,

pongo mis horas grises en tu brazo,

y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.

 

Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS.

 

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

 

Día tras día te bendeciré

y alabaré tu nombre por siempre jamás.

 

Grande es el Señor, merece toda alabanza,

es incalculable su grandeza;

una generación pondera tus obras a la otra,

y le cuenta tus hazañas.

 

Alaban ellos la gloria de tu majestad,

y yo repito tus maravillas;

encarecen ellos tus temibles proezas,

y yo narro tus grandes acciones;

difunden la memoria de tu inmensa bondad,

y aclaman tus victorias.

 

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus creaturas.

 

Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas;

 

explicando tus proezas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.

 

Ant 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.

 

Salmo 144 II

 

El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan.

 

Los ojos de todos te están aguardando,

tú les das la comida a su tiempo;

abres tú la mano,

y sacias de favores a todo viviente.

 

El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones;

cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente.

 

Satisface los deseos de sus fieles,

escucha sus gritos, y los salva.

El Señor guarda a los que lo aman,

pero destruye a los malvados.

 

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,

todo viviente bendiga su santo nombre

por siempre jamás.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.

 

Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

 

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4

 

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

 

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiestos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

 

LECTURA BREVE   Rm 8,1-2

 

No hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la muerte.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.

R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.

 

V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.

R. Para llevarnos a Dios.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.

 

PRECES

 

Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, diciendo:

 

Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.

 

Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,

dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.

 

Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal,

por tu misericordia obtengamos el perdón.

 

Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,

aparta de nosotros el castigo merecido por nuestros pecados.

 

Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada,

no apartes de nosotros tu misericordia.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,

abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.

 

Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti como víctima viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

 

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,

de noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.

 

Porque mi alma está colmada de desdichas,

y mi vida está al borde del abismo;

ya me cuentan con los que bajan a la fosa,

soy como un inválido.

 

Tengo mi cama entre los muertos,

como los caídos que yacen en el sepulcro,

de los cuales ya no guardas memoria,

porque fueron arrancados de tu mano.

 

Me has colocado en lo hondo de la fosa,

en las tinieblas del fondo;

tu cólera pesa sobre mí,

me echas encima todas tus olas.

 

Has alejado de mí a mis conocidos,

me has hecho repugnante para ellos:

encerrado, no puedo salir,

y los ojos se me nublan de pesar.

 

Todo el día te estoy invocando,

tendiendo las manos hacia ti.

¿Harás tú maravillas por los muertos?

¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

 

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla

o tu justicia en el país del olvido?

 

Pero yo te pido auxilio,

por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

¿Por qué, Señor, me rechazas

y me escondes tu rostro?

 

Desde niño fui desgraciado y enfermo,

me doblo bajo el peso de tus terrores,

pasó sobre mí tu incendio,

tus espantos me han consumido:

 

me rodean como las aguas todo el día,

me envuelven todos a una;

alejaste de mí amigos y compañeros:

mi compañía son las tinieblas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

LECTURA BREVE   Jr 14, 9

 

Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.

 

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos , gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

 

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

 

¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!

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