martes, 23 de julio de 2013

24 DE JULIO MIÉRCOLES XVI DEL T. ORDINARIO

 
 
 
 
 
CRISTO SILUETA Y LUZ
 
 
 
 
De la feria. Salterio IV
 
 

OFICIO DE LECTURA

 
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
 
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
 
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
 
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: PUES BUSCO, DEBO ENCONTRAR
 
Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débenme amar
aquel que me hizo vivir.
 
¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.
 
Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.
 
Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
 
Salmo 102 I - HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS
 
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
 
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.
 
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
 
Ant. 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
 
Salmo 102 II
 
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
 
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
 
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de que estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.
 
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
 
Ant. 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.
 
Salmo 102 III
 
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
 
El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
 
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
 
Bendice, alma mía, al Señor.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.
 
V. Ábreme los ojos, Señor.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
 
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de las Crónicas 22, 5-19
 
DAVID PREPARA LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO
 
En aquellos días, dijo David:
 
«Mi hijo Salomón es todavía jóven y débil, y la casa que ha de edificarse para el Señor debe ser grandiosa sobre toda ponderación, para tener nombre y gloria en todos los países. Así que le haré yo los preparativos.»
 
Hizo David, en efecto, grandes preparativos antes de su muerte. Después llamó a su hijo Salomón y le mandó que edificase una casa para el Señor, el Dios de Israel. Dijo David a Salomón:
 
«Hijo mío, yo había deseado edificar una casa al nombre del Señor, mi Dios. Pero me fue dirigida la palabra del Señor que me dijo: "Tú has derramado mucha sangre y hecho grandes guerras; no podrás edificar tú la casa a mi nombre, porque has derramado en tierra mucha, sangre delante de mí. Mira que te va a nacer un hijo, que será hombre de paz; le concederé paz con todos sus enemigos en derredor, porque Salomón será su nombre y en sus días concederé paz y tranquilidad a Israel. Él edificará una casa a mi nombre; él será para mí un hijo y yo seré para él un padre y consolidaré el trono de su reino sobre Israel para siempre."
 
Ahora, pues, hijo mío, que el Señor esté contigo, para que logres edificar la casa del Señor tu Dios, como él de ti lo ha predicho. Quiera el Señor concederte prudencia y entendimiento cuando te constituya sobre Israel, para que guardes la ley del Señor tu Dios. No prosperarás si no cuidas de cumplir los decretos y las normas que el Señor ha prescrito a Moisés para Israel. ¡Sé fuerte y ten buen ánimo! ¡No temas ni desmayes! Mira lo que yo he preparado en mi pequeñez para la casa del Señor: cien mil talentos de oro, un millón de talentos de plata y una cantidad de cobre y de hierro incalculable por su abundancia. He preparado también maderas y piedras que tú podrás aumentar. Y tienes a mano muchos obreros, canteros, artesanos en piedra y en madera, expertos en toda clase de obras. El oro, la plata, el bronce y el hierro son sin número. ¡Levántate, pues! Manos a la obra y que el Señor esté contigo.»
 
Mandó David a todos los jefes de Israel que ayudasen a su hijo Salomón:
 
«¿No está con vosotros el Señor vuestro Dios? ¿Y no os ha dado paz por todos lados? Pues él ha entregado en mis manos a los habitantes del país, y el país está sujeto ante el Señor y ante su pueblo. Aplicad ahora vuestro corazón y vuestra alma a buscar al Señor vuestro Dios.
 
Levantaos y edificad el santuario del Señor Dios, para trasladar el arca de la alianza del Señor y los utensilios del santuario de Dios a la casa que ha de edificarse al nombre del Señor.»
 
RESPONSORIO 1Cro 22, 19; Sal 131, 7; Is 56, 7
 
R. Aplicad vuestro corazón y vuestra alma a buscar al Señor; levantaos y edificad el santuario del Señor Dios. * Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.
V. Esto dice el Señor: «Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.»
R. Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.
 
SEGUNDA LECTURA
Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 2, 1-6)
 
EL REINO DE DIOS ES PAZ Y ALEGRÍA EN EL ESPÍRITU SANTO
 
Conviértete a Dios de todo corazón, despréndete de este mundo miserable y tu alma encontrará la paz; pues el reino de Dios es paz y alegría en el Espíritu Santo. Cristo vendrá a ti y te dará a probar su consuelo, si le preparas una digna morada en tu interior.
 
Toda su gloria y hermosura está en lo interior, y allí se complace. Tiene él un frecuente trato con el hombre interior, platica dulcemente con él, lo consuela suavemente, le infunde una paz profunda y tiene con él una familiaridad admirable en extremo.
 
Ea, pues, alma fiel, prepara tu corazón a este Esposo, para que se digne venir a ti y habitar en ti. Pues él dice:
 
Si alguno me ama guardará mi palabra, y vendremos a fijar en él nuestra morada. De modo que hazle en ti lugar a Cristo. Si posees a Cristo, serás rico y con él te bastará. Él será tu proveedor y fiel procurador en todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres.
 
Pon en Dios toda tu confianza y sea él el objeto de tu veneración y de tu amor. Él responderá por ti y todo lo hará bien, como mejor convenga.
 
No tienes aquí ciudad permanente. Dondequiera que estuvieres serás extranjero y peregrino; jamás tendrás reposo si no te unes íntimamente a Cristo.
 
Pon tu pensamiento en el Altísimo y eleva a Cristo tu oración constantemente. Si no sabes meditar cosas sublimes y celestes, descansa en la pasión de Cristo, deleitándote en contemplar sus preciosas llagas. Sufre por Cristo y con Cristo, si quieres reinar con Cristo.
 
Si una sola vez entrases perfectamente al interior de Jesús y gustases un poco de su ardiente amor, no te preocuparías ya de tus propias ventajas o desventajas; más bien te gozarías de las humillaciones que te hiciesen, porque el amor de Jesús hace que el hombre se menosprecie a sí mismo.
 
RESPONSORIO Sal 70, 1-2. 5
 
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; * tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo.
V. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
R. Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo.
 
ORACIÓN.
 
OREMOS,
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

LAUDES

(Oración de la mañana)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 
INVITATORIO
 
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
 
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
 
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
 
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
 
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
 
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
 
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
 
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
 
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
 
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
 
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
 
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
 
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
 
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
 
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
 
Ant. 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
 
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10--62, 5
 
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
 
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
 
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
 
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
 
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
 
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
 
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
 
Ant. 3. Alabaré al Señor mientras viva.
 
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
 
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
 
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
 
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
 
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
 
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
 
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
 
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
 
LECTURA BREVE Dt 4,39-40a
 
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te voy a dar hoy.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Bendigo al señor en todo momento.
R. Bendigo al señor en todo momento.
 
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al señor en todo momento.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
 
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
 
PRECES
 
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su palabra; acudamos pues a él diciendo:
 
Rey de la gloria, escúchanos.
 
Te bendecimos, Señor, autor y consumador de nuestra fe,
porque de las tinieblas nos has trasladado a tu luz admirable.
 
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
aumenta nuestra fe.
 
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
 
Ayúdanos para que resistamos a la tentación, aguantemos en la tribulación
y te demos gracias en la prosperidad.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Dejemos que el espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Recuerda, Señor, tu santa alianza consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados, y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

HORA TERCIA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. A ti grito, Señor; espero tus palabras.
 
Salmo 118, 145-152
 
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
 
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
 
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. A ti grito, Señor; espero tus palabras.
 
Ant. 2. El Señor sabe que los pensamientos del hombre son insustanciales.
 
Salmo 93 I - INVOCACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS CONTRA LOS OPRESORES
 
Dios de la venganza, Señor,
Dios de la venganza, resplandece.
Levántate, juzga la tierra,
paga su merecido a los soberbios.
 
¿Hasta cuándo, Señor, los culpables,
hasta cuándo triunfarán los culpables?
Sueltan la lengua profiriendo insolencias,
se jactan los malhechores;
 
trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad;
asesinan a viudas y forasteros
degüellan a los huérfanos,
y comentan: «Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera.»
 
Enteraos los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis?
El que plantó el oído, ¿no va a oír?;
el que formó el ojo, ¿no va a ver?;
 
el que educa a los pueblos, ¿no va a castigar?;
el que instruye al hombre, ¿no va a saber?
Sabe el Señor que los pensamientos del hombre
son insustanciales.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor sabe que los pensamientos del hombre son insustanciales.
 
Ant. 3. El Señor será mi alcázar y mi roca de refugio.
 
Salmo 93 II
 
Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros,
mientras al malvado le cavan la fosa.
 
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón.
 
¿Quién se pone a mi favor contra los perversos,
quién se coloca a mi lado frente a los malhechores?
Si el Señor no me hubiera auxiliado,
ya estaría yo habitando en el silencio.
 
Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia.
 
¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo
que dicta injusticias en nombre de la ley?
 
Aunque atenten contra la vida del justo
y condenen a muerte al inocente,
el Señor será mi alcázar,
Dios será mi roca de refugio.
 
Él les pagará su iniquidad,
los destruirá por sus maldades,
los destruirá el Señor nuestro Dios.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor será mi alcázar y mi roca de refugio.
 
LECTURA BREVE 1Co 10, 24. 31
 
Ninguno procure lo propio, sino lo del otro. Tanto si coméis como si bebéis o hacéis cualquier cosa, hacedlo a gloria de Dios.
 
V. Es bueno dar gracias al Señor.
R. Y tañer para tu nombre, oh Altísimo.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA SEXTA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
 
Este mundo del hombre en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
 
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
 
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
 
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
 
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
 
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
 
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
 
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
 
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
 
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
 
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
 
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
 
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
 
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
 
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
 
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
 
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
 
LECTURA BREVE Col 3, 17
 
Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.
 
V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza.
R. Invocando tu nombre, Señor.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA NONA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
 
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
 
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.
 
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu Santo, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
 
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
 
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
 
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
 
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
 
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
 
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
 
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
 
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
 
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
 
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
 
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
 
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
 
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
 
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
 
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
 
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
 
LECTURA BREVE Col 3, 23-24
 
Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.
 
V. El Señor es mi heredad y mi copa.
R. Mi suerte está en tu mano.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

VÍSPERAS

Oración de la tarde
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: TE BENDECIMOS, CRISTO, EN ESTA NOCHE.
 
Te bendecimos, Cristo, en esta noche:
Verbo de Dios y Luz de Luz eterna,
emisor del Espíritu Paráclito;
te bendecimos porque nos revelas
la triple luz de una indivisa gloria
y libras nuestras almas de tinieblas.
 
A la noche y al día has ordenado
que se releven siempre en paz fraterna;
la noche compasiva pone término
a nuestras aflicciones y tareas,
y, para comenzar el nuevo surco,
el día alegremente nos despierta.
 
Da un sueño muy ligero a nuestros párpados,
para que nuestra voz no permanezca
muda por mucho tiempo en tu alabanza;
mientras dormimos se mantenga en vela
toda tu creación, cantando salmos
en compañía de la turba angélica.
 
Y, mientras duerme nuestro humilde cuerpo,
nuestro espíritu cante a su manera:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu,
en el día sin noche donde reinan;
al Uno y Trino, honor, poder, victoria,
por edades y edades sempiternas.» Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Señor, tu saber me sobrepasa.
 
Salmo 138 1-18. 23-24 (I) TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.
 
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
 
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
 
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
 
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.
 
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.
 
Ant. 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
 
Salmo 138 II
 
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
 
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
 
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
 
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
 
Ant. 3. Todo fue creado por él y para él.
 
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
 
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
 
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
 
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
 
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
 
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Todo fue creado por él y para él.
 
LECTURA BREVE 1Jn 2, 3-6
 
Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo si guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, miente; y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que está siempre en él debe andar de continuo como él anduvo.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
 
V. A la sombra de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.
 
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.
 
PRECES
 
Invoquemos a Dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:
 
Que se alegren los que se acogen a ti, Señor.
 
Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo;
haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
 
Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores de tus misterios,
concédeles un corazón fiel, ciencia abundante y caridad intensa.
 
Tú que desde el principio creaste hombre y mujer,
guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.
 
Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos,
sigan con fidelidad a tu Hijo.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
Concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
 
Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra oración:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Acuérdate, Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
 
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
 
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
Himno: SE INCLINA YA MI FRENTE
 
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
 
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
 
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
Salmo 30 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
 
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
 
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
 
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
 
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
Ant. 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
 
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
 
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
 
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
 
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
LECTURA BREVE Ef 4,26-27
 
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén
 
BENDICIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

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