Del Común de
apóstoles.
SAN MATÍAS,
apóstol. (FIESTA)
Fue agregado al
grupo de los Doce, en sustitución de Judas, para ser, con los demás apóstoles,
testigo de la resurrección del Señor, como leemos en los Hechos de los
apóstoles (1, 15-26).
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: MENSAJEROS
DE DIOS
Mensajeros de Dios
dadnos la Nueva:
mensajeros de paz,
sea paz nuestra.
Mensajeros de luz,
sea luz nuestra;
mensajeros de fe,
sea fe nuestra.
Mensajeros del
Rey,
sea rey nuestro;
mensajeros de
amor,
sea amor nuestro.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. A toda la
tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.
SALMO 18 A -
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama
la gloria de Dios,
el firmamento
pregona la obra de sus manos:
el día al día le
pasa el mensaje,
la noche a la
noche se lo murmura.
Sin que hablen,
sin que pronuncien,
sin que resuene su
voz,
a toda la tierra
alcanza su pregón
y hasta los
límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto
su tienda al sol:
él sale como el
esposo de su alcoba,
contento como un
héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un
extremo del cielo,
y su órbita llega
al otro extremo:
nada se libra de
su calor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A toda la
tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.
Ant 2. Proclamaron
la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.
Salmo 63 - SÚPLICA
CONTRA LOS ENEMIGOS
Escucha, ¡oh Dios!,
la voz de mi lamento,
protege mi vida
del terrible enemigo;
escóndeme de la
conjura de los perversos
y del motín de los
malhechores:
afilan sus lenguas
como espadas
y disparan como
flechas palabras venenosas,
para herir a
escondidas al inocente,
para herirlo por
sorpresa y sin riesgo.
Se animan al
delito,
calculan cómo
esconder trampas,
y dicen: «¿Quién
lo descubrirá?»
Inventan maldades
y ocultan sus invenciones,
porque su mente y
su corazón no tienen fondo.
Pero Dios los
acribilla a flechazos,
por sorpresa los
cubre de heridas;
su misma lengua
los lleva a la ruina,
y los que lo ven
menean la cabeza.
Todo el mundo se
atemoriza,
proclama la obra
de Dios
y medita sus
acciones.
El justo se alegra
con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los
rectos de corazón.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Proclamaron
la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.
Ant 3. Pregonaron
su justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria. Aleluya.
Salmo 96 - EL
SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El Señor reina, la
tierra goza,
se alegran las
islas innumerables.
Tiniebla y nube lo
rodean,
justicia y derecho
sostienen su trono.
Delante de él
avanza fuego
abrasando en torno
a los enemigos;
sus relámpagos
deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la
tierra se estremece.
Los montes se
derriten como cera
ante el dueño de
toda la tierra;
los cielos
pregonan su justicia,
y todos los
pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran
estatuas se sonrojan,
los que ponen su
orgullo en los ídolos;
ante él se postran
todos los dioses.
Lo oye Sión, y se
alegra,
se regocijan las
ciudades de Judá
por tus
sentencias, Señor;
porque tú eres,
Señor,
altísimo sobre
toda la tierra,
encumbrado sobre
todos los dioses.
El Señor ama al
que aborrece el mal,
protege la vida de
sus fieles
y los libra de los
malvados.
Amanece la luz
para el justo,
y la alegría para
los rectos de corazón.
Alegraos, justos,
con el Señor,
celebrad su santo
nombre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pregonaron su
justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria. Aleluya.
V. Contaron las
alabanzas del Señor y su poder. Aleluya.
R. Y las
maravillas que realizó. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de
los apóstoles 5, 12-32
LOS APÓSTOLES EN
LA IGLESIA PRIMITIVA
En aquellos días,
los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles
se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían
a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el
número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente
sacaba los enfermos a la calle y los ponía en catres y camillas, para que, al
pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno. Mucha gente de los
alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos de espíritu
inmundo; y todos se curaban.
Entonces el sumo
sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos-, llenos de coraje,
mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común. Pero por la
noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó fuera, diciéndoles:
«Id al templo y
explicadle allí al pueblo este modo de vida.» Entonces ellos entraron en el
templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote
con los de su partido, convocaron el Consejo y el pleno del senado israelita y
mandaron por los presos a la cárcel. Fueron los guardias, pero no los
encontraron en la celda, y volvieron a informar:
«Hemos encontrado
la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas guardando las
puertas; pero al abrir no encontramos a nadie dentro.»
El comisario del
templo y los sumos sacerdotes no atinaban a explicarse qué había pasado con los
presos.
Uno se presentó
avisando:
«Los hombres que
metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen enseñando al pueblo.»
El comisario salió
con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el
pueblo los apedrease. Los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del
Consejo, y el sumo sacerdote les interrogó:
«¿No os habíamos
prohibido expresamente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado
Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de
ese hombre.»
Pedro y los apóstoles
replicaron:
«Hay que obedecer
a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó
haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de
los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a
los que le obedecen.»
RESPONSORIO
Hch 4, 33. 31
R. Los apóstoles
daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor. * Todos eran muy
bien vistos. Aleluya.
V. Los llenó a
todos el Espíritu Santo y anunciaban con valentía la palabra de Dios.
R. Todos eran muy
bien vistos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de
san Juan Crisóstomo, obispo, sobre los Hechos de los apóstoles.
(Homilía 3, 1. 2.
3: PG 60, 33-36. 38)
MUÉSTRANOS, SEÑOR,
A QUIÉN HAS ELEGIDO
Uno de aquellos
días, dirigiéndose Pedro a los hermanos reunidos, habló así. Pedro, a quien el
Señor había encomendado su grey, vehemente como siempre, ejerce el papel de
protagonista y es el primero en tomar la palabra: Hermanos, es preciso que
elijamos a uno de entre nosotros. Permite que todos den su opinión, a fin de
que el elegido sea recibido con agrado, precaviéndose de la envidia a que este
hecho podía dar ocasión, ya que estas cosas, con frecuencia, son origen de
grandes males.
¿Qué conclusión,
por tanto, sacaremos de esto? ¿Es que Pedro no podía elegir por sí mismo?
Ciertamente, podía; pero se abstuvo de ello, para no demostrar preferencia por
nadie. Además, no había recibido aún el Espíritu Santo. Y presentaron a dos
-dice el texto sagrado-: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a
Matías. No los presenta él, sino todos, Él lo que hizo fue aconsejar esta
elección, haciendo ver que la iniciativa no partía de él, sino que se trataba
de algo ya profetizado de antemano. Por esto su intervención en este caso fue
la del que interpreta los designios de Dios, no la del que manda algo.
Hay aquí entre
nosotros -dice- hombres que han andado en nuestra compañía. Fijémonos cómo
quiere que el elegido sea un testigo ocular; aunque luego había de venir el
Espíritu Santo, pone en esto un gran interés.
Hombres que han
andado en nuestra compañía, y añade: todo el tiempo del ministerio público de
Jesús, el Señor. Se refiere a los que han convivido con él, y no a los que sólo
han sido discípulos suyos. Es sabido, en efecto, que eran muchos los que lo
seguían desde el principio. Y, así, vemos que dice el Evangelio: Era uno de los
dos que, oídas las palabras de Juan, habían ido en seguimiento de Jesús.
Y prosigue: Todo
el tiempo del ministerio público de Jesús, el Señor, es decir, desde el
bautismo de Juan. Con razón señala este punto de partida, ya que los hechos
anteriores nadie los conocía por experiencia, sino que los enseñó el Espíritu
Santo.
Luego continúa
diciendo: Hasta el día de la ascensión; es, pues, preciso que elijamos a uno de
ellos para que, junto con nosotros, dé testimonio de la verdad de la
resurrección. No dice: «Para que dé testimonio de la verdad de las demás cosas»,
sino taxativamente: Para que dé testimonio de la verdad de la resurrección. En
efecto, había de ser más digno de crédito uno que pudiera afirmar: «Aquel mismo
que comía, bebía y fue crucificado es el que ahora ha resucitado.» Por lo
tanto, interesaba un testigo no de lo del tiempo pasado ni de lo del futuro ni
de los milagros, sino escuetamente de la resurrección. Porque todas aquellas
cosas eran patentes y manifiestas; la resurrección, en cambio, era algo oculto
que sólo ellos conocían.
Y todos juntos
oraron, diciendo: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos.
«Tú, no nosotros.» Muy acertadamente invocan al que conoce los corazones, ya
que él, y nadie más, era el que tenía que hacer la elección. Y hablan a Dios
con esta confianza, porque saben que la elección es algo absolutamente
necesario. Y no dicen: «Escoge», sino: «Muéstranos al elegido» -a quién has
elegido, dice el texto-, pues saben que Dios lo tiene todo determinado ya de
antemano. Echaron suertes entre ellos. Es que aún no se consideraban dignos de
hacer por sí mismos la elección, y por esto deseaban alguna señal que les diera
seguridad.
RESPONSORIO
Hch 1, 24-26
R. Tú, Señor, que
conoces los corazones de todos, * muéstranos a quién has elegido para ocupar el
puesto en el ministerio del apostolado. Aleluya.
V. Echaron suertes
entre ellos, y la suerte cayó sobre Matías; así quedó agregado a los once
apóstoles.
R. Muéstranos a
quién has elegido para ocupar el puesto en el ministerio del apostolado.
Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS
ETERNO
Señor, Dios
eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra
alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti,
los ángeles te adoran
y cantan sin
cesar:
Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te
alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia
santa,
por todos los
confines extendida,
con júbilo te
adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo eterno,
unigénito de Dios,
Santo Espíritu de
amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres
el Rey de la gloria,
tú el Hijo y
Palabra del Padre,
tú el Rey de toda
la creación.
Tú, para salvar al
hombre,
tomaste la
condición de esclavo
en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la
muerte
y abriste a los
creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún
día,
como juez universal.
Muéstrate, pues,
amigo y defensor
de los hombres que
salvaste.
Y recíbelos por
siempre allá en tu reino,
con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue
puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo,
Señor,
y bendice a tu
heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por
siempre.
Día tras día te
bendeciremos
y alabaremos tu
nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de
pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor,
ten piedad de
nosotros.
Que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos
de ti.
A ti, Señor, me
acojo,
no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, tú
que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a san Matías,
concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido
el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Himno: CON EL GOZO
PASCUAL
Con el gozo
pascual,
el sol de nuevo
brilla
cuando ven los
apóstoles
que Jesús
resucita.
En la carne de
Cristo
ven claras las
heridas
y paladinamente
que está vivo
predican.
Cristo, rey
clementísimo,
nuestras almas
habita
para que te
celebremos
por siempre en
nuestra vida.
Sé, Jesús, de las
almas
la pascual
alegría,
que, en gracia
renacidos,
tu triunfo nos
anima.
A ti, Jesús, la
gloria,
que, la muerte
vencida,
abres por los
apóstoles
nuevas sendas de
vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Este es mi
mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL
ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está
sedienta de ti;
mi carne tiene
ansia de ti,
como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba
en el santuario
viendo tu fuerza y
tu gloria!
Tu gracia vale más
que la vida,
te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te
bendeciré
y alzaré las manos
invocándote.
Me saciaré de
manjares exquisitos,
y mis labios te
alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito
en ti,
porque fuiste mi
auxilio,
y a la sombra de
tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida
a ti,
y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Este es mi
mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Aleluya.
Ant 2. Nadie tiene
amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Aleluya.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Nadie tiene
amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Aleluya.
Ant 3. Vosotros
sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA
DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre
Israel por su Creador,
los hijos de Sión
por su Rey.
Alabad su nombre
con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el Señor ama
a su pueblo
y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos
en filas:
con vítores a Dios
en la boca
y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el
castigo a las naciones,
sujetando a los
reyes con argollas,
a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vosotros sois
mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Aleluya.
LECTURA BREVE
Ef 2, 19-22
Ya no sois
extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y
miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los
apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo
el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la
construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás
príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
R. Los nombrarás
príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Harán memorable
tu nombre, Señor.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás
príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hay aquí
entre nosotros hombres que han andado en nuestra compañía todo el tiempo del
ministerio público de Jesús, el Señor; es, pues, preciso que elijamos a uno de
ellos para que, junto con nosotros, dé testimonio de la verdad de la
resurrección. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hay aquí
entre nosotros hombres que han andado en nuestra compañía todo el tiempo del
ministerio público de Jesús, el Señor; es, pues, preciso que elijamos a uno de
ellos para que, junto con nosotros, dé testimonio de la verdad de la
resurrección. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a
nuestro Padre que está en los cielos, porque por medio de los apóstoles nos ha
dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
El coro de los
apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos,
Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de tu cuerpo y de
tu sangre:
en ella encontramos
nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos,
Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa de tu
palabra:
por ella crecemos
en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos,
Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos
edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos,
Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo y la
penitencia:
por ellos nos
purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Concluyamos
nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, tú
que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a san Matías,
concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido
el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE
DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios,
la tierra llenas,
las mentes de los
hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de
Dios, divino fuego,
infunde en todo
hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz
resplandeciente en las tinieblas
de quienes el
pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la
asamblea de los hijos
los justos que te
amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud
al Cristo vivo,
confirma en el
creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos
en la Iglesia,
testigos jubilosos
de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 118, 121-128
Practico la
justicia y el derecho,
no me entregues a
mis opresores;
da fianza en favor
de tu siervo,
que no me opriman
los insolentes;
mis ojos se
consumen aguardando
tu salvación y tu
promesa de justicia.
Trata con
misericordia a tu siervo,
enséñame tus
leyes;
yo soy tu siervo:
dame inteligencia,
y conoceré tus
preceptos;
es hora de que
actúes, Señor:
han quebrantado tu
voluntad.
Yo amo tus
mandatos
más que el oro
purísimo;
por eso aprecio
tus decretos
y detesto el
camino de la mentira.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 33 I - EL
SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo al Señor
en todo momento,
su alabanza está
siempre en mi boca;
mi alma se gloría
en el Señor:
que los humildes
lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo
la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos
su nombre.
Yo consulté al
Señor, y me respondió,
me libró de todas
mis ansias.
Contempladlo y
quedaréis radiantes,
vuestro rostro no
se avergonzará.
Si el afligido
invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus
angustias.
El ángel del Señor
acampa
en torno a sus
fieles y los protege.
Gustad y ved qué
bueno es el Señor,
dichoso el que se
acoge a él.
Todos sus santos,
temed al Señor,
porque nada les
falta a los que lo temen;
los ricos
empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al
Señor no carecen de nada.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 33 II
Venid, hijos,
escuchadme:
os instruiré en el
temor del Señor;
¿hay alguien que
ame la vida
y desee días de
prosperidad?
Guarda tu lengua
del mal,
tus labios de la
falsedad;
apártate del mal,
obra el bien,
busca la paz y
corre tras ella.
Los ojos del Señor
miran a los justos,
sus oídos escuchan
sus gritos;
pero el Señor se
enfrenta con los malhechores,
para borrar de la
tierra su memoria.
Cuando uno grita,
el Señor lo escucha
y lo libra de sus
angustias;
el Señor está
cerca de los atribulados,
salva a los
abatidos.
Aunque el justo
sufra muchos males,
de todos lo libra
el Señor;
él cuida de todos
sus huesos,
y ni uno solo se
quebrará.
La maldad da
muerte al malvado,
y los que odian al
justo serán castigados.
El Señor redime a
sus siervos,
no será castigado
quien se acoge a él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
2Co 5, 19b-20
Dios nos ha
confiado el mensaje de la reconciliación. Por eso nosotros actuamos como
enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro. En
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
V. A toda la
tierra alcanza su pregón. Aleluya.
R. Y hasta los
límites del orbe su lenguaje. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, tú
que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a san Matías,
concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido
el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del
día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús,
luz y alegría
de quienes en la
fe y en la esperanza
celebran ya la
fiesta de la Vida
Eres resurrección,
palabra y prenda
de ser y de vivir
eternamente;
sembradas de
esperanzas nuestras vidas,
serán en ti
cosecha para siempre.
Ven ya, Señor
Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz
llena este día,
camino de alegría
y de esperanza,
cabal acontecer de
nueva vida.
Concédenos, oh
Padre omnipotente,
por tu Hijo
Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego
de tu Espíritu,
haciendo de esta
tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 5, 12a. 14
Los apóstoles
hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo, y crecía el número de los
creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
V. Guardaron los
preceptos del Señor. Aleluya.
R. Las normas y
mandatos que les ordenó. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, tú
que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a san Matías,
concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido
el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR
DEL MUNDO
Salvador del
mundo,
Señor de los
ángeles:
por tu cruz
gloriosa
la muerte
venciste.
Oh Señor,
consérvanos
los dones amables
que, con
sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a
precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te
alaben.
Llévanos a todos,
Señor,
suplicámoste,
pues que nos
hiciste
reino de tu Padre.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 5, 41-42
Los apóstoles
salieron del Consejo contentos de haber merecido aquél ultraje por el nombre de
Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando
el Evangelio de Jesucristo.
V. Estad alegres,
dice el Señor. Aleluya.
R. Porque vuestros
nombres están inscritos en el cielo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, tú
que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a san Matías,
concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido
el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN,
CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador,
Espíritu amoroso,
ven y visita el
alma que a ti clama
y con tu soberana
gracia inflama
los pechos que
criaste poderoso.
Tú que abogado
fiel eres llamado,
del Altísimo don,
perenne fuente
de vida eterna,
caridad ferviente,
espiritual unción,
fuego sagrado.
Tú te infundes al
alma en siete dones,
fiel promesa del
Padre soberano;
tú eres el dedo de
su diestra mano,
tú nos dictas
palabras y razones.
Ilustra con tu luz
nuestros sentidos,
del corazón
ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la
corporal flaqueza,
con tu eterna
virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro
enemigo desterrado,
gocemos de paz
santa duradera,
y, siendo nuestro
guía en la carrera,
todo daño evitemos
y pecado.
Por ti al eterno
Padre conozcamos,
y al Hijo,
soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu,
de ambos procedente,
con viva fe y amor
siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.
Salmo 112 -
ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos
del Señor,
alabad el nombre
del Señor.
Bendito sea el
nombre del Señor,
ahora y por
siempre:
de la salida del
sol hasta su ocaso,
alabado sea el
nombre del Señor.
El Señor se eleva
sobre todos los pueblos,
su gloria sobre
los cielos.
¿Quién como el
Señor Dios nuestro,
que se eleva en su
trono
y se abaja para
mirar
al cielo y a la
tierra?
Levanta del polvo
al desvalido,
alza de la basura
al pobre,
para sentarlo con
los príncipes,
los príncipes de
su pueblo;
a la estéril le da
un puesto en la casa,
como madre feliz
de hijos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando llegó
el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.
Ant 2. Aparecieron
sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de
ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Salmo 146 - PODER
Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor,
que la música es buena;
nuestro Dios
merece una alabanza armoniosa.
El Señor
reconstruye Jerusalén,
reúne a los
deportados de Israel;
él sana los
corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número
de las estrellas,
a cada una la
llama por su nombre.
Nuestro Señor es
grande y poderoso,
su sabiduría no
tiene medida.
El Señor sostiene
a los humildes,
humilla hasta el
polvo a los malvados.
Entonad la acción
de gracias al Señor,
tocad la cítara
para nuestro Dios,
que cubre el cielo
de nubes,
preparando la
lluvia para la tierra;
que hace brotar
hierba en los montes,
para los que
sirven al hombre;
que da su alimento
al ganado,
y a las crías de
cuervo que graznan.
No aprecia el
vigor de los caballos,
no estima los
músculos del hombre:
el Señor aprecia a
sus fieles,
que confían en su
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aparecieron
sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de
ellos el Espíritu Santo. Aleluya.
Ant 3. El
Espíritu, que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
Cántico: CANTO DE
LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y
verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no temerá,
Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo
eres santo,
porque vendrán
todas las naciones
y se postrarán en
tu acatamiento,
porque tus juicios
se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu,
que procede del Padre, él me glorificará. Aleluya.
LECTURA BREVE
Rm 8, 11
Si el Espíritu de
aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo
que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará
todo.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al Padre,
y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la
confesión de una sola fe. Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la
confesión de una sola fe. Aleluya.
PRECES
Celebremos la
gloria de Dios, quien, al llegar a su término en Pentecostés los cincuenta días
de Pascua, llenó a los apóstoles del Espíritu Santo, y supliquemos con ánimo
gozoso y confiado, diciendo:
Envía tu Espíritu,
Señor, y renueva la faz de la tierra.
Tú que, al
comienzo de los tiempos, creaste el cielo y la tierra y, al llegar la etapa
final de la historia, quisiste que Cristo fuera cabeza de toda la creación,
por tu Espíritu
renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.
Tú que infundiste
el aliento de vida en el rostro de Adán,
envía ahora tu
Espíritu a la Iglesia, para que, vivificada y rejuvenecida, comunique tu vida
al mundo.
Ilumina a todos
los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las tinieblas de nuestro mundo,
para que el odio
se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en paz.
Fecundiza el mundo
con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo,
para que la tierra
entera se vea libre de todo mal.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que, por obra
del Espíritu Santo, conduces sin cesar a los hombres a la vida eterna,
dígnate llevar,
por este mismo Espíritu, a los difuntos al gozo eterno de tu presencia.
Dirijámonos ahora
al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros
labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso
y eterno, que has querido que la celebración del misterio pascual se prolongara
simbólicamente durante cincuenta días, te pedimos que, por la acción del
Espíritu Santo, lleves a la unidad en el amor a todas las naciones de la
tierra, y que sus diversas lenguas se unan para proclamar unánimemente la
gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI,
SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor,
reposan nuestras vidas
en el descanso
santo de la noche;
tú nos preparas
para la alborada
y en el Espíritu
Santo nos acoges.
En apartadas y
lejanas tierras
el sol ha
despertado las ciudades;
amigo de los
hombres, ve sus penas
y ensancha de tu
amor los manantiales.
Vencedor de la
muerte y de las sombras,
Hijo eterno de
Dios, resucitado,
líbranos del
peligro de la noche
al dormirnos
confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor,
has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 133 -
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Dt 6, 4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor,
durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración
del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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