Propio del Tiempo.
Salterio III
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿CUÁNDO,
SEÑOR, TE LLEVARÁS CAUTIVA?
¿Cuándo, Señor, te
llevarás cautiva
la historia de
pecado que el mundo concibió?;
¿cuándo, Señor,
serán cielos y tierra
el cielo de tu
amor?
¿Cuándo, también,
emprenderá su vuelo
la débil esperanza
de nuestro corazón?;
¿cuándo, Señor,
florecerá en el barro
tu sangre y tu
pasión?
¿Cuándo, Señor,
los gritos de los hombres
serán clamor
eterno de júbilo y de paz?;
¿cuándo, Señor,
las penas y tristezas
tu gloria
alumbrarán?
Y ¿cuándo,
finalmente, Padre amado,
seremos en el Hijo
tus hijos de adopción?;
¿cuándo, Señor,
será ya todo en todos
tu Espíritu de
amor? Amén.
SALMODIA
Ant 1. Estoy agotado
de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Salmo 68, 2-22.
30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO
Dios mío, sálvame,
que me llega el
agua al cuello:
me estoy hundiendo
en un cieno profundo
y no puedo hacer
pie;
he entrado en la
hondura del agua,
me arrastra la
corriente.
Estoy agotado de
gritar,
tengo ronca la
garganta;
se me nublan los
ojos
de tanto aguardar
a mi Dios.
Más que los
cabellos de mi cabeza
son los que me
odian sin razón;
más duros que mis
huesos,
los que me atacan
injustamente.
¿Es que voy a
devolver
lo que no he
robado?
Dios mío, tú
conoces mi ignorancia,
no se te ocultan
mis delitos.
Que por mi causa
no queden defraudados
los que esperan en
ti, Señor de los ejércitos.
Que por mi causa
no se avergüencen
los que te buscan,
Dios de Israel.
Por ti he
aguantado afrentas,
la vergüenza
cubrió mi rostro.
Soy un extraño
para mis hermanos,
un extranjero para
los hijos de mi madre;
porque me devora
el celo de tu templo,
y las afrentas con
que te afrentan caen sobre mí.
Cuando me aflijo
con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de
saco, se ríen de mí;
sentados a la
puerta murmuran,
mientras beben
vino me cantan burlas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Estoy agotado
de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Ant 2. En mi
comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Salmo 68, 2-22.
30-37 II
Pero mi oración se
dirige a ti,
Dios mío, el día
de tu favor;
que me escuche tu
gran bondad,
que tu fidelidad
me ayude:
arráncame del
cieno, que no me hunda;
líbrame de los que
me aborrecen,
y de las aguas sin
fondo.
Que no me arrastre
la corriente,
que no me trague
el torbellino,
que no se cierre
la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor,
con la bondad de tu gracia,
por tu gran
compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu
rostro a tu siervo:
estoy en peligro,
respóndeme en seguida.
Acércate a mí,
rescátame,
líbrame de mis
enemigos:
estás viendo mi
afrenta,
mi vergüenza y mi
deshonra;
a tu vista están
los que me acosan.
La afrenta me
destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión,
y no la hay;
consoladores, y no
los encuentro.
En mi comida me
echaron hiel,
para mi sed me
dieron vinagre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En mi comida
me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Ant 3. Buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón. Aleluya.
Salmo 68, 2-22.
30-37 III
Yo soy un pobre
malherido;
Dios mío, tu
salvación me levante.
Alabaré el nombre
de Dios con cantos,
proclamaré su
grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios
más que un toro,
más que un novillo
con cuernos y pezuñas.
Miradlo los
humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y
revivirá vuestro corazón.
Que el Señor
escucha a sus pobres,
no desprecia a sus
cautivos.
Alábenlo el cielo
y la tierra,
las aguas y cuanto
bulle en ellas.
El Señor salvará a
Sión,
reconstruirá las
ciudades de Judá,
y las habitarán en
posesión.
La estirpe de sus
siervos la heredará,
los que aman su
nombre vivirán en ella.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón. Aleluya.
V. En tu
resurrección, oh Cristo. Aleluya.
R. El cielo y la
tierra se alegran. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de
los Apóstoles 28, 1-14
VIAJE DE PABLO
DESDE MALTA A ROMA
En aquellos días,
una vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. Los indígenas
nos mostraron una bondad poco común; encendieron una gran hoguera y nos
recibieron benignamente a todos, protegiéndonos contra la lluvia que caía y el
frío. Pablo recogió un montón de leña y, al echarla al fuego, una víbora, a la
que el calor hizo salir fuera, hizo presa en su mano. Cuando los indígenas
vieron el reptil colgado de su mano, se dijeron unos a otros:
«Seguro que este
hombre es un asesino. Ha escapado del mar, pero la justicia divina no le deja
vivir.»
Pero Pablo sacudió
el reptil sobre el fuego sin recibir daño alguno, cuando ellos esperaban que se
iba a hinchar en seguida o que caería muerto de repente. Después que estuvieron
bastante tiempo a la expectativa, viendo que nada anormal le sucedía, cambiaron
de parecer y empezaron a decir que era un dios.
En aquellos
alrededores había una finca que pertenecía al principal de la isla, llamado
Publio; éste nos acogió en su casa y nos hospedó amigablemente durante tres
días. El padre de Publio estaba enfermo en cama, atacado por la fiebre y por la
disentería. Entró Pablo a visitarlo y, después de hacer oración, le impuso las
manos y lo curó. Ante este acontecimiento, los demás enfermos de la isla venían
y recobraban la salud. Ellos, por su parte, nos colmaron de honores y, cuando
partimos, nos proveyeron de todo lo necesario.
Después de pasados
tres meses, zarpamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla y
que llevaba por insignia a Cástor y Pólux. Hicimos escala en Siracusa, donde
permanecimos tres días. De allí, bordeando la costa, dimos vista a Regio; al
día siguiente comenzó a soplar el viento sur, y, al cabo de dos días, llegamos
a Pozzuoli. Allí encontramos algunos hermanos, que nos invitaron a quedarnos
con ellos siete días. Y así llegamos a Roma.
RESPONSORIO
Mc 16, 15. 16. 17. 18
R. Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio. * El que crea y se bautice se salvará.
Aleluya.
V. Invocando mi
nombre, arrojarán los demonios, hablarán distintas lenguas y capturarán
serpientes con sus manos.
R. El que crea y
se bautice se salvará. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san
Hilario, obispo, Sobre la Santísima Trinidad
(Libro 2, 1, 33.
35: PL 10, 50-51. 73-75)
EL DON DEL PADRE
EN CRISTO
El Señor mandó bautizar
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, esto es, en la
profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es llamado Don.
Uno solo es el
Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede todo; y uno
solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido hecho todo; y
uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.
Todo, pues, se
halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual procede
todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra
esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de
ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo
eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.
Escuchemos las
palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción específica
del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Tendría aún muchas cosas que
deciros, pero no estáis ahora en disposición de entenderlas. Os conviene, por
tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré el Abogado.
Y también: Yo
rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros para siempre,
el Espíritu de verdad. Él os conducirá a la verdad completa, porque no hablará
por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las
cosas futuras. Él me glorificará, porque tomará de lo que es mío.
Esta pluralidad de
afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya que en ellas se
nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y cuál la
naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra razón nos
hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer en la
encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos ayuda a
penetrar en estas verdades.
Al recibirlo,
pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo que
nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados,
permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de luz, los oídos, cuando
falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su función
propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo, sino porque
necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si no recibe
por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de
entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento. El Don
de Cristo está todo entero a nuestra disposición y se halla en todas partes,
pero se da a proporción del deseo y de los méritos de cada uno. Este Don está
con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro solaz en este tiempo de
expectación; él, con su actuación en nosotros, es la garantía de nuestra
esperanza futura; él es la luz de nuestra mente, el resplandor de nuestro espíritu.
RESPONSORIO
Cf. Jn 14, 1; 17, 9; 16, 7
R. Ya es tiempo de
que yo vuelva al que me envió -dice el Señor-; no os entristezcáis ni dejéis
que se aflija vuestro corazón; * ruego al Padre por vosotros para que él os
cuide. Aleluya.
V. Si no me voy,
el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.
R. Ruego al Padre
por vosotros para que él os cuide. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: EMPRENDA LA
ESPERANZA RAUDO VUELO
Emprenda la
esperanza raudo vuelo
siguiendo los
caminos de nuestro Salvador,
y libre de
nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te
fuiste a las alturas
juntándote a los
coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su
canto en melodías puras
con un solemne
«Amén».
Jamás te irás,
Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del
hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por
tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende
victorioso del combate,
derrama sobre el
mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso
al seno de tu Padre,
tú volverás Señor.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lava del
todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Salmo 50 -
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios
mío, por tu bondad;
por tu inmensa
compasión borra mi culpa;
lava del todo mi
delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco
mi culpa,
tengo siempre
presente mi pecado:
contra ti, contra
ti solo pequé,
cometí la maldad
que aborreces.
En la sentencia
tendrás razón,
en el juicio
brillará tu rectitud.
Mira, que en la
culpa nací,
pecador me
concibió mi madre.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi interior
me inculcas sabiduría.
Rocíame con el
hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré
más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo
y la alegría,
que se alegren los
huesos quebrantados.
Aparta de mi
pecado tu vista,
borra en mí toda
culpa.
¡Oh Dios!, crea en
mí un corazón puro,
renuévame por
dentro con espíritu firme;
no me arrojes
lejos de tu rostro,
no me quites tu
santo espíritu.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con
espíritu generoso:
enseñaré a los
malvados tus caminos,
los pecadores
volverán a ti.
Líbrame de la
sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador
mío!,
y cantará mi
lengua tu justicia.
Señor, me abrirás
los labios,
y mi boca
proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no
te satisfacen;
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es
un espíritu quebrantado:
un corazón
quebrantado y humillado
tú no lo
desprecias.
Señor, por tu
bondad, favorece a Sión,
reconstruye las
murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás
los sacrificios rituales,
ofrendas y
holocaustos,
sobre tu altar se
inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lava del todo
mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Ant 2. Cristo,
cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Cántico:
LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se
deshacen en lágrimas,
día y noche no
cesan:
por la terrible
desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de
fuertes dolores.
Salgo al campo:
muertos a espada;
entro en la
ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta
como el sacerdote
vagan sin sentido
por el país.
¿Por qué has
rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu
garganta de Sión?
¿Por que nos has
herido sin remedio?
Se espera la paz,
y no hay bienestar,
al tiempo de la
cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos
nuestra impiedad,
la culpa de
nuestros padres,
porque pecamos
contra ti.
No nos rechaces,
por tu nombre,
no desprestigies
tu trono glorioso;
recuerda y no
rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo,
cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Ant 3. Entrad en
la presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.
Salmo 99 - ALEGRÍA
DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor,
tierra entera,
servid al Señor
con alegría,
entrad en su
presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor
es Dios:
que él nos hizo y
somos suyos,
su pueblo y ovejas
de su rebaño.
Entrad por sus
puertas con acción de gracias,
por sus atrios con
himnos,
dándole gracias y
bendiciendo su nombre:
«El Señor es
bueno,
su misericordia es
eterna,
su fidelidad por
todas las edades.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la
presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 5, 30-32
El Dios de
nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un
madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a
Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros
y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya.
Aleluya.
V. Gloria al
Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cristo Jesús
murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para
interceder por nosotros. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo Jesús
murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para
interceder por nosotros. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre,
a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos, y
pidámosle nos conceda ir creciendo en la esperanza por la acción del Espíritu
Santo; digámosle:
Ven, Señor, en
nuestra ayuda y sálvanos.
Padre
todopoderoso, envía tu Espíritu para que interceda por nosotros,
porque no sabemos
pedir lo que nos conviene.
Envíanos tu
Espíritu, luz esplendorosa,
y haz que penetre
hasta lo más íntimo de nuestro ser.
No nos abandones,
Señor, en el abismo en que nos sumergen nuestros pecados,
porque somos obra
de tus manos.
Concédenos
comprensión para asistir a los débiles y frágiles en la fe,
no con impaciencia
y resentimiento, sino con auténtica caridad.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Dirijamos ahora al
Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL SEÑOR
CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al Señor
confesamos, ¡aleluya!
En la hora de
tercia a la mañana
se llenaron los
suyos de esperanza,
y lejos de la
noche y de la duda
salieron con la
llama y la palabra.
Al Señor adoramos,
¡aleluya!
Han marcado sus
pies nuestros caminos,
marcó su nombre el
nombre de los siglos,
y en la tierra su
voz cual voz ninguna
convoca seguidores
y testigos.
Al Señor
esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos
al Viviente,
a Jesús victorioso
de la muerte;
acéptanos, oh
Cristo, cual liturgia
de gloria que
ganaste y a ti vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 2, 32. 36
Dios ha resucitado
a Jesús; testigos somos todos nosotros. Así, pues, que todo el pueblo de Israel
lo sepa con absoluta certeza: Dios ha constituido Señor y Mesías a este mismo
Jesús, a quien vosotros habéis crucificado.
V. Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha
aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE
DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo de Dios, el
sol de mediodía,
amable mensajero
de tu rostro,
fecunda nuestra
tierra y la hermosea
como fuente de
luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu
cuerpo, que es pleroma
del infinito amor
jamás gastado;
y de ese mar sin
fondo ni ribera
la Iglesia es tu
pleroma continuado.
Verbo de Dios, que
reinas sin fatiga,
que emerges
victorioso del trabajo,
reina dichoso tú
que nos esperas
mientras nosotros
vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 21 I - EL
SIERVO DE DIOS SUFRIENTE ORA Y DIOS LE RESPONDE
Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis
gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día
te grito, y no respondes;
de noche, y no me
haces caso;
aunque tú habitas
en el santuario,
esperanza de
Israel.
En ti confiaban
nuestros padres;
confiaban, y los
ponías a salvo;
a ti gritaban, y
quedaban libres,
en ti confiaban, y
no los defraudaste.
Pero yo soy un
gusano, no un hombre,
vergüenza de la
gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan
de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo;
que lo libre si
tanto lo quiere.»
Tú eres quien me
sacó del vientre,
me tenías confiado
en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé
a tus manos,
desde el vientre
materno tú eres mi Dios.
No te quedes
lejos, que el peligro está cerca
y nadie me
socorre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 21 II
Me acorrala un
tropel de novillos,
me cercan toros de
Basán;
abren contra mí
las fauces
leones que
descuartizan y rugen.
Estoy como agua
derramada,
tengo los huesos
descoyuntados;
mi corazón, como
cera,
se derrite en mis
entrañas;
mi garganta está
seca como una teja,
la lengua se me
pega al paladar;
me aprietas contra
el polvo de la muerte.
Me acorrala una
jauría de mastines,
me cerca una banda
de malhechores;
me taladran las
manos y los pies,
puedo contar mis
huesos.
Ellos me miran
triunfantes,
se reparten mi
ropa,
echan a suerte mi
túnica.
Pero tú, Señor, no
te quedes lejos;
fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la
espada,
y a mi única vida,
de la garra del mastín;
sálvame de las
fauces del león;
a este pobre, de
los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a
mis hermanos,
en medio de la
asamblea te alabaré.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 21 III
Fieles del Señor,
alabadlo;
linaje de Jacob,
glorificadlo;
temedlo, linaje de
Israel.
Porque no ha
sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre
desgraciado;
no le ha escondido
su rostro:
cuando pidió
auxilio, lo escuchó.
Él es mi alabanza
en la gran asamblea,
cumpliré mis votos
delante de sus fieles.
Los desvalidos
comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor
los que lo buscan:
viva su corazón
por siempre.
Lo recordarán y
volverán al Señor
hasta de los
confines del orbe;
en su presencia se
postrarán
las familias de
los pueblos.
Porque del Señor
es el reino,
él gobierna a los
pueblos.
Ante él se
postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se
inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para
él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor
a la generación futura,
contarán su
justicia al pueblo que ha de nacer;
todo lo que hizo
el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Ga 3, 27-28
Todos los que
habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay
distinción entre judío y gentil, ni entre libre y esclavo, ni entre hombre y
mujer: todos sois uno en Cristo Jesús.
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al
Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL
SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor
allí donde ninguno
ciñe corona que
haya dado el mundo;
reina el Señor
allí donde la vida
sin lágrimas es
río de delicias.
Reina el Señor, el
compasivo siervo,
que en sus hombros
cargó nuestro madero;
vive el muerto en
la cruz, el sepultado
y con hierro
sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro
valle de la muerte
hasta bajar a
tumba de rebeldes;
fingía que era
suya nuestra pena,
y en silencio
escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el
Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan
los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor
Jesús resucitado,
nuestra esperanza
y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el pan
de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
1Co 5, 7-8
Tirad fuera la
levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes ázimos,
pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos
nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y
perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad.
V. Quédate con
nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es
tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN,
CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador,
Espíritu amoroso,
ven y visita el
alma que a ti clama
y con tu soberana
gracia inflama
los pechos que
criaste poderoso.
Tú que abogado
fiel eres llamado,
del Altísimo don,
perenne fuente
de vida eterna,
caridad ferviente,
espiritual unción,
fuego sagrado.
Tú te infundes al
alma en siete dones,
fiel promesa del
Padre soberano;
tú eres el dedo de
su diestra mano,
tú nos dictas
palabras y razones.
Ilustra con tu luz
nuestros sentidos,
del corazón
ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la
corporal flaqueza,
con tu eterna
virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro
enemigo desterrado,
gocemos de paz
santa duradera,
y, siendo nuestro
guía en la carrera,
todo daño evitemos
y pecado.
Por ti al eterno
Padre conozcamos,
y al Hijo,
soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu,
de ambos procedente,
con viva fe y amor
siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Yo, el
Señor, soy el que te salva y el que te rescata. Aleluya.
Salmo 134 I -
HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre
del Señor,
alabadlo, siervos
del Señor,
que estáis en la
casa del Señor,
en los atrios de
la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor
porque es bueno,
tañed para su
nombre, que es amable.
Porque él se
escogió a Jacob,
a Israel en
posesión suya.
Yo sé que el Señor
es grande,
nuestro dueño más
que todos los dioses.
El Señor todo lo
que quiere lo hace:
en el cielo y en
la tierra,
en los mares y en
los océanos.
Hace subir las
nubes desde el horizonte,
con los relámpagos
desata la lluvia,
suelta a los
vientos de sus silos.
Él hirió a los
primogénitos de Egipto,
desde los hombres
hasta los animales.
Envió signos y
prodigios
-en medio de ti,
Egipto-
contra el Faraón y
sus ministros.
Hirió de muerte a
pueblos numerosos,
mató a reyes
poderosos:
a Sijón, rey de
los amorreos;
a Hog, rey de
Basán,
y a todos los
reyes de Canaán.
Y dio su tierra en
heredad,
en heredad a Israel,
su pueblo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo, el Señor,
soy el que te salva y el que te rescata. Aleluya.
Ant 2. Bendito el
reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre
es eterno;
Señor, tu recuerdo
de edad en edad.
Porque el Señor
gobierna a su pueblo
y se compadece de
sus siervos.
Los ídolos de los
gentiles son oro y plata,
hechura de manos
humanas:
tienen boca y no
hablan,
tienen ojos y no
ven,
tienen orejas y no
oyen,
no hay aliento en
sus bocas.
Sean lo mismo los
que los hacen,
cuantos confían en
ellos.
Casa de Israel,
bendice al Señor;
casa de Aarón,
bendice al Señor;
casa de Leví,
bendice al Señor;
fieles del Señor,
bendecid al Señor.
Bendito en Sión el
Señor,
que habita en
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el
reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.
Ant 3. Cantemos al
Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Cántico: CANTO DE
LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y
verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no temerá,
Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo
eres santo,
porque vendrán
todas las naciones
y se postrarán en
tu acatamiento,
porque tus juicios
se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantemos al
Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
LECTURA BREVE
Ga 5, 16. 22-23a. 25
Si vivís según el
Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. El fruto del
Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad,
amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el
Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará
todo.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Todos
perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la
madre de Jesús. Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos
perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la
madre de Jesús. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Dios
Padre, que con tanta generosidad ha derramado los dones del Espíritu Santo
sobre todos los pueblos, y pidámosle que no cese nunca de derramar su gracia
sobre el mundo; digamos:
Que la gracia del
Espíritu Santo abunde, Señor, en el mundo.
Señor, tú que nos
has dado a tu Elegido como luz de los pueblos,
abre los ojos de
los ciegos y libra de toda esclavitud a los que viven en tinieblas.
Tú que ungiste a
Cristo con la fuerza del Espíritu Santo, para que realizara la salvación de los
hombres,
haz que sintamos
cómo pasa de nuevo por el mundo, haciendo el bien y curando a todos.
Envía a tu
Espíritu, que es la luz de los corazones,
para que confirme
en la fe a los que viven en medio de incertidumbres y dudas.
Envía a tu
Espíritu, que es descanso en el trabajo,
para que
reconforte a los que se sienten fatigados y desanimados.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Realiza la
esperanza de los que ya han muerto,
y haz que cuando
venga el Señor obtengan una resurrección gloriosa.
Dirijamos ahora al
Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción
de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a
ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN
SE DILATA
El corazón se
dilata
sin noche en tu
santo cuerpo,
oh morada
iluminada,
mansión de todo
consuelo.
Por tu muerte sin
pecado,
por tu descanso y
tu premio,
en ti, Jesús,
confiamos,
y te miramos sin
miedo.
Como vigilia de
amor
te ofrecemos
nuestro sueño;
tú que eres el
paraíso,
danos un puesto en
tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 87 - ORACIÓN
DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío,
de día te pido auxilio,
de noche grito en
tu presencia;
llegue hasta ti mi
súplica,
inclina tu oído a
mi clamor.
Porque mi alma
está colmada de desdichas,
y mi vida está al
borde del abismo;
ya me cuentan con
los que bajan a la fosa,
soy como un
inválido.
Tengo mi cama
entre los muertos,
como los caídos
que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya
no guardas memoria,
porque fueron
arrancados de tu mano.
Me has colocado en
lo hondo de la fosa,
en las tinieblas
del fondo;
tu cólera pesa
sobre mí,
me echas encima
todas tus olas.
Has alejado de mí
a mis conocidos,
me has hecho
repugnante para ellos:
encerrado, no
puedo salir,
y los ojos se me
nublan de pesar.
Todo el día te
estoy invocando,
tendiendo las
manos hacia ti.
¿Harás tú
maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las
sombras para darte gracias?
¿Se anuncia en el
sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en
el reino de la muerte?
¿Se conocen tus
maravillas en la tiniebla
o tu justicia en
el país del olvido?
Pero yo te pido
auxilio,
por la mañana irá
a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor,
me rechazas
y me escondes tu
rostro?
Desde niño fui
desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el
peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu
incendio,
tus espantos me
han consumido:
me rodean como las
aguas todo el día,
me envuelven todos
a una;
alejaste de mí
amigos y compañeros:
mi compañía son
las tinieblas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Jr 14, 9
Tú estás en medio
de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos
abandones, Señor Dios nuestro.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó
en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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