Propio del Tiempo.
Salterio III
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿Y DEJAS,
PASTOR SANTO?
¿Y dejas, Pastor
santo,
tu grey en este
valle hondo, oscuro,
en soledad y
llanto;
y tú, rompiendo el
puro
aire, te vas al
inmortal seguro?
Los antes
bienhadados
y los ahora
tristes y afligidos,
a tus pechos
criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán
ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los
ojos
que vieron de tu
rostro la hermosura
que no les sea
enojos?
Quien gustó tu
dulzura
¿qué no tendrá por
llanto y amargura?
Y a este mar
turbado
¿quién le pondrá
ya freno? ¿Quién concierto
al fiero viento,
airado,
Estando tú
encubierto?
¿Qué norte guiará
la nave al puerto?
Ay, nube envidiosa
aun de este breve
gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas
presurosa?
¡Cuán rica tú te
alejas!
¡Cuán pobres y
cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Se levanta
Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Salmo 67 I -
ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
Se levanta Dios y
se dispersan sus enemigos,
huyen de su
presencia los que lo odian;
como el humo se
disipa, se disipan ellos;
como se derrite la
cera ante el fuego,
así perecen los
impíos ante Dios.
En cambio, los
justos se alegran,
gozan en la
presencia de Dios,
rebosando de
alegría.
Cantad a Dios,
tocad en su honor,
alfombrad el
camino del que avanza por el desierto;
su nombre es el
Señor:
alegraos en su
presencia.
Padre de
huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su
santa morada.
Dios prepara casa
a los desvalidos,
libera a los
cautivos y los enriquece;
sólo los rebeldes
se quedan en la
tierra abrasada.
¡Oh Dios!, cuando
salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el
desierto,
la tierra tembló,
el cielo destiló
ante Dios, el Dios
del Sinaí;
ante Dios, el Dios
de Israel.
Derramaste en tu
heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
aliviaste la
tierra extenuada;
y tu rebaño habitó
en la tierra
que tu bondad, ¡oh
Dios!, preparó para los pobres.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se levanta
Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Ant 2. Nuestro
Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Aleluya.
Salmo 67 II
El Señor pronuncia
un oráculo,
millares pregonan
la alegre noticia:
«Los reyes, los
ejércitos van huyendo, van huyendo;
las mujeres
reparten el botín.
Mientras
reposabais en los apriscos,
las alas de la
paloma se cubrieron de plata,
el oro destellaba
en su plumaje.
Mientras el
Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba sobre
el Monte Umbrío.»
Las montañas de
Basán son altísimas,
las montañas de
Basán son escarpadas;
¿por qué tenéis
envidia, montañas escarpadas,
del monte escogido
por Dios para habitar,
morada perpetua
del Señor?
Los carros de Dios
son miles y miles:
Dios marcha del
Sinaí al santuario.
Subiste a la
cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo
de hombres:
incluso los que se
resistían
a que el Señor
Dios tuviera una morada.
Bendito el Señor
cada día,
Dios lleva
nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un
Dios que salva,
el Señor Dios nos
hace escapar de la muerte.
Dios aplasta las
cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los
malvados contumaces.
Dice el Señor:
«Los traeré desde Basán,
los traeré desde
el fondo del mar;
teñirás tus pies
en la sangre del enemigo,
y los perros la
lamerán con sus lenguas.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios
es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Aleluya.
Ant 3. Reyes de la
tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
Salmo 67 III
Aparece tu
cortejo, ¡oh Dios!,
el cortejo de mi
Dios, de mi Rey,
hacia el
santuario.
Al frente marchan
los cantores;
los últimos, los
tocadores de arpa;
en medio las
muchachas van tocando panderos.
«En el bullicio de
la fiesta bendecid a Dios,
al Señor, estirpe
de Israel.»
Va delante
Benjamín, el más pequeño;
los príncipes de
Judá con sus tropeles;
los príncipes de
Zabulón,
los príncipes de
Neftalí.
¡Oh Dios!,
despliega tu poder,
tu poder, ¡oh
Dios!, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de
Jerusalén
traigan los reyes
su tributo.
Reprime a la Fiera
del Cañaveral,
al tropel de los
toros,
a los Novillos de
los pueblos.
Que se te rindan
con lingotes de plata:
dispersa las
naciones belicosas.
Lleguen los
magnates de Egipto,
Etiopía extienda
sus manos a Dios.
Reyes de la
tierra, cantad a Dios,
tocad para el
Señor,
que avanza por los
cielos,
los cielos
antiquísimos,
que lanza su voz,
su voz poderosa:
«Reconoced el
poder de Dios.»
Sobre Israel
resplandece su majestad,
y su poder sobre
las nubes.
Desde el santuario
Dios impone reverencia:
es el Dios de
Israel
quien da fuerza y
poder a su pueblo.
¡Dios sea bendito!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reyes de la
tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
V. Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no
tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de
los apóstoles 26, 1-32
DISCURSO DE PABLO
ANTE EL REY AGRIPA
En aquellos días,
Agripa dijo a Pablo: «Puedes hablar en tu favor.»
Pablo, entonces,
extendiendo la mano, empezó así su defensa:
«Me considero
feliz, rey Agripa, de poder defender me hoy ante ti de todas las acusaciones de
los judíos; sobre todo por estar tú al tanto de sus costumbres y de todos sus
problemas. Por eso te ruego que me escuches con paciencia.
Pues bien, todos
los judíos saben cómo he vivido yo desde mi juventud entre los de mi nación y
en Jerusalén, conociéndome, como me conocen, desde mucho tiempo atrás; y, si
quieren, pueden atestiguar que he vivido como fariseo, es decir, dentro de la
secta más estricta de nuestra religión. Si ahora me encuentro procesado es
porque espero el cumplimiento de las promesas hechas por Diosa nuestros padres;
cumplimiento a que esperan llegar también nuestras doce tribus, mientras día y
noche, con todo celo, van dando culto a Dios. Por esta esperanza, oh rey, me
acusan los judíos. ¿Os parece increíble que Dios resucite a los muertos?
Por mi parte, yo
me creí en el deber de luchar a toda costa contra la causa de Jesús Nazareno. Y
lo hice efectivamente en Jerusalén, donde encerré a muchos fieles en la cárcel,
por la autoridad que tenía de los jefes de los sacerdotes, y donde daba mi voto
de aprobación cuando les quitaban la vida. Yendo de sinagoga en sinagoga, a
fuerza de continuos castigos los obligaba a blasfemar y, loco de furor contra
ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
En este estado de
ánimo, me dirigía yo a Damasco con potestad y comisión de los jefes de los
sacerdotes; y en mi camino, a mitad del día, vi, oh rey, una luz del cielo más
brillante que la del sol, que me envolvía a mí y a todos cuantos iban conmigo.
Todos caímos a tierra, y yo oí una voz que me decía en lengua aramea:
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro te es dar coces contra el
aguijón." Yo dije: "Señor, ¿quién eres?" y el Señor me contestó:
"Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate y ponte en pie. Me he
dejado ver de ti para hacerte siervo mío y testigo de la visión en que me has
visto y de otras que te manifestaré. Yo te sacaré de todos los peligros que te
vengan de tu nación y de los gentiles. A éstos te envío ahora para que les
abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás
a Dios; para que por la fe en mí reciban el perdón de los pecados y su parte en
la herencia de los justos."
En verdad, oh rey
Agripa, no he sido desobediente a aquella visión del cielo; sino que, primero a
los de Damasco y luego a los de Jerusalén, a los de toda Judea y a los gentiles,
vengo predicando que se arrepientan y se conviertan a Dios y hagan obras de
verdadero arrepentimiento. Por este motivo me prendieron los judíos en el
templo con intención de quitarme la vida; pero, con la ayuda de Dios, que me ha
sostenido hasta hoy, estoy todavía firme llevando mi mensaje a pequeños y
grandes, sin decir cosa alguna que no sea lo que los profetas y Moisés dijeron
que había de suceder: esto es, que el Mesías había de padecer y que, después de
ser el primero en resucitar de entre los muertos, había de anunciar la luz al
pueblo de Israel y a los gentiles.»
Así continuaba él
hablando en su defensa, cuando Festo exclamó en alta voz:
«Tú deliras,
Pablo; tus muchas letras te han sorbido el seso.»
Pablo le
respondió:
«No deliro,
nobilísimo Festo. Lo que digo son palabras de verdad y de sensatez. Y bien sabe
estas cosas el rey, en cuya presencia estoy hablando con tanta libertad y
confianza. Estoy convencido de que nada de esto se oculta al rey, pues no son
cosas que se han llevado a cabo en el último rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, en
los profetas ? Yo sé que crees.»
Agripa respondió a
Pablo:
«En poco tiempo
quieres convencerte de que me has hecho cristiano.»
A lo que replicó
Pablo:
«En poco o en
mucho tiempo, quisiera Dios que no sólo tú, sino todos cuantos me escucháis
ahora, vinieseis a ser como yo, aunque sin estas cadenas.»
Se levantaron el
rey y el procurador, Berenice y cuantos con ellos estaban sentados. Y, al
retirarse, iban diciéndose unos a otros:
«Este hombre no ha
hecho nada que merezca la muerte o la cárcel.»
Agripa, por su
parte, dijo a Festo:
«Se le podría
poner en libertad, si no hubiera apelado al César.»
RESPONSORIO
Cf. Hch 26, 16. 18; Ga 2, 8
R. Te he elegido
como siervo mío y testigo, para que abras los ojos de los gentiles y se
conviertan de las tinieblas a la luz; * para que por la fe en Cristo reciban el
perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos. Aleluya.
V. Aquel que dio
poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos me lo dio a mí para
ejercerlo entre los gentiles.
R. Para que por la
fe en Cristo reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los
justos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Libro de san Basilio
Magno, obispo, Sobre el Espíritu Santo
(Cap. 9, núms.
22-23: PG 32, 107-110)
LA ACCIÓN DEL
ESPÍRITU SANTO
¿Quién, habiendo
oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no
eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de
Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu
generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.
Hacia él dirigen
su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el
deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a
manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.
Fuente de
santificación, luz de nuestra inteligencia, él es quien da, de sí mismo, una especie
de claridad a nuestra razón natural, para que conozca la verdad.
Inaccesible por su
naturaleza, se hace accesible por su bondad; todo lo llena con su poder, pero
se comunica solamente a los que son dignos de ello, y no a todos en la misma
medida, sino que distribuye sus dones a proporción de la fe de cada uno.
Simple en su
naturaleza, diverso en su virtualidad, está presente todo él en cada uno, sin
dejar de estar todo él en todas partes. De tal manera se divide, que en nada
queda disminuido; todos participan de él, aunque él permanece intacto, a la
manera del rayo de sol, del que cada uno se beneficia como si fuera para él
solo y, con todo, ilumina la tierra y el mar y se mezcla con el aire.
Así también el
Espíritu Santo está presente en cada uno de los que son capaces de recibirlo,
como si estuviera en él solo, infundiendo a todos la totalidad de la gracia que
necesitan. Gozan de su posesión todos los que de él participan, en la medida en
que lo permite la disposición de cada uno, pero no en la medida del poder del
mismo Espíritu.
Por él, los
corazones son elevados hacia lo alto, los débiles son llevados de la mano, los
que ya van progresando llegan a la perfección; iluminando a los que están
limpios de toda mancha, los hace espirituales por la comunión con él.
Y, del mismo modo
que los cuerpos límpidos y transparentes, cuando les da un rayo de luz, se
vuelven brillantes en gran manera y despiden un nuevo fulgor, así las almas
portadoras del Espíritu y por él iluminadas se hacen ellas también espirituales
e irradian a los demás su gracia.
De ahí procede el
conocimiento de las cosas futuras, la inteligencia de los misterios, la
comprensión de las cosas ocultas, la distribución de dones, el trato celestial,
la unión con los coros angélicos; de ahí deriva el gozo que no termina, la
perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y, lo más sublime que imaginarse
pueda, nuestra propia deificación.
RESPONSORIO
Cf. Jn 14, 27; 16, 22; 14, 16
R. No se turbe
vuestro corazón: voy al Padre, y, cuando me haya ido de vuestro lado, os
enviaré * el Espíritu de verdad, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
V. Yo rogaré al
Padre y él os dará otro Abogado.
R. El Espíritu de
verdad, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO
SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el
mundo cuando subes,
y al son de tu
alegría matutina
nos alzamos los
muertos de las tumbas;
salvados respiramos
vida pura,
bebiendo de tus
labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a
proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo
dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es
luz de las estrellas,
victoria de los
hombres, fuego y brisa,
y fuente
bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor
humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu
médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh
Jesús glorificado!
En ti, Dios
fuerte, Hijo primogénito,
callando, el
corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que
existe, lo que viene,
lo que en el Padre
es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha
heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces
presente la esperanza,
tú que eres
nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu
vuelo y exaltados
contigo hasta la
diestra poderosa,
al Padre y al
Espíritu alabamos;
como espigas que
doblan la cabeza,
los hijos de la
Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú nos
devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Salmo 84 - NUESTRA
SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido
bueno con tu tierra,
has restaurado la
suerte de Jacob,
has perdonado la
culpa de tu pueblo,
has sepultado
todos sus pecados,
has reprimido tu
cólera,
has frenado el
incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios
salvador nuestro;
cesa en tu rencor
contra nosotros.
¿Vas a estar
siempre enojado,
o a prolongar tu
ira de edad en edad?
¿No vas a
devolvernos la vida,
para que tu pueblo
se alegre contigo?
Muéstranos, Señor,
tu misericordia
y danos tu
salvación.
Voy a escuchar lo
que dice el Señor:
«Dios anuncia la
paz
a su pueblo y a
sus amigos
y a los que se
convierten de corazón.»
La salvación está
ya cerca de sus fieles,
y la gloria
habitará en nuestra tierra;
la misericordia y
la fidelidad se encuentran,
la justicia y la
paz se besan;
la fidelidad brota
de la tierra,
y la justicia mira
desde el cielo;
el Señor dará la
lluvia,
y nuestra tierra
dará su fruto.
La justicia
marchará ante él,
la salvación
seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú nos
devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Ant 2. Confiamos
en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Cántico: HIMNO
DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad
fuerte,
ha puesto para
salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas
para que entre un pueblo justo,
que observa la
lealtad;
su ánimo está
firme y mantiene la paz,
porque confía en
ti.
Confiad siempre en
el Señor,
porque el Señor es
la Roca perpetua:
La senda del justo
es recta.
Tú allanas el
sendero del justo;
en la senda de tus
juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre
y tu recuerdo.
Mi alma te ansía
de noche,
mi espíritu en mi
interior madruga por ti,
porque tus juicios
son luz de la tierra,
y aprenden
justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos
darás la paz,
porque todas
nuestras empresas
nos las realizas
tú.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confiamos en
el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant 3. La tierra
ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
Salmo 66 - QUE
TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga
piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro
sobre nosotros;
conozca la tierra
tus caminos,
todos los pueblos
tu salvación.
¡Oh Dios!, que te
alaben los pueblos,
que todos los
pueblos te alaben.
Que canten de
alegría las naciones,
porque riges el
mundo con justicia,
riges los pueblos
con rectitud
y gobiernas las
naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te
alaben los pueblos,
que todos los
pueblos te alaben.
La tierra ha dado
su fruto,
nos bendice el
Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos
bendiga; que le teman
hasta los confines
del orbe.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La tierra ha
dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 13, 30-33
Dios resucitó a
Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él
habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora
testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa
que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus
hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi
Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya.
Aleluya.
V. Gloria al
Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor
resucitó de entre los muertos, como había dicho; alegrémonos y regocijémonos
todos, porque él reina para siempre. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
resucitó de entre los muertos, como había dicho; alegrémonos y regocijémonos
todos, porque él reina para siempre. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, el Señor, que nos prometió enviar el Espíritu Santo que procede del
Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor Jesucristo,
danos tu Espíritu.
Que tu palabra, oh
Cristo, habite con toda riqueza en nosotros,
para que te demos
gracias con salmos, himnos y cánticos inspirados por el Espíritu.
Tú que por medio
del Espíritu nos hiciste hijos de Dios,
haz que, unidos a
ti, invoquemos siempre al Padre por medio del Espíritu.
Haz que obremos
guiados siempre por tu sabiduría
y que realicemos
nuestras acciones para gloria de Dios.
Tú que eres
compasivo y misericordioso,
concédenos estar
en paz con todo el mundo.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Porque deseamos
que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino
llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE
DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios,
la tierra llenas,
las mentes de los
hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de
Dios, divino fuego,
infunde en todo
hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz
resplandeciente en las tinieblas
de quienes el
pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea
de los hijos
los justos que te
amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud
al Cristo vivo,
confirma en el
creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos
en la Iglesia,
testigos jubilosos
de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Cf. Hch 4, 11-12
Jesús es la piedra
que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; en
ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro nombre dado a
los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V. Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha
aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del
día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús,
luz y alegría
de quienes en la
fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta
de la Vida
Eres resurrección,
palabra y prenda
de ser y de vivir
eternamente;
sembradas de
esperanzas nuestras vidas,
serán en ti
cosecha para siempre.
Ven ya, Señor
Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz
llena este día,
camino de alegría
y de esperanza,
cabal acontecer de
nueva vida.
Concédenos, oh
Padre omnipotente,
por tu Hijo
Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el
fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta
tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 118, 97-104
¡Cuánto amo tu
voluntad!:
todo el día la
estoy meditando;
tu mandato me hace
más sabio que mis enemigos,
siempre me
acompaña;
soy más docto que
todos mis maestros,
porque medito tus
preceptos.
Soy más sagaz que
los ancianos,
porque cumplo tus
leyes;
aparto mi pie de
toda senda mala,
para guardar tu
palabra;
no me aparto de
tus mandamientos,
porque tú me has
instruido.
¡Qué dulce al
paladar tu promesa:
más que miel en la
boca!
Considero tus
decretos,
y odio el camino
de la mentira.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 73 I -
LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO
¿Por qué, ¡oh
Dios!, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu
cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la
comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que
rescataste para posesión tuya,
del monte Sión
donde pusiste tu morada.
Dirige tus pasos a
estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha
arrasado del todo el santuario.
Rugían los
agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus
propios estandartes.
En la entrada
superior
abatieron a
hachazos el entramado;
después, con
martillos y mazas,
destrozaron todas
las esculturas.
Prendieron fuego a
tu santuario,
derribaron y
profanaron la morada de tu nombre.
Pensaban:
«Acabaremos con ellos»,
e incendiaron
todos los templos del país.
Ya no vemos
nuestros signos, ni hay profeta:
nadie entre
nosotros sabe hasta cuándo.
¿Hasta cuándo,
Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
¿No cesará de
despreciar tu nombre el adversario?
¿Por qué retraes
tu mano izquierda
y tienes tu
derecha escondida en el pecho?
Pero tú, Dios mío,
eres rey desde siempre,
tú ganaste la
victoria en medio de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 73 II
Tú hendiste con
fuerza el mar,
rompiste la cabeza
del dragón marino;
tú aplastaste la
cabeza del Leviatán,
se la echaste en
pasto a las bestias del mar;
tú alumbraste
manantiales y torrentes,
tú secaste ríos
inagotables.
Tuyo es el día,
tuya la noche,
tú colocaste la
luna y el sol;
tú plantaste los
linderos del orbe,
tú formaste el
verano y el invierno.
Tenlo en cuenta,
Señor, que el enemigo te ultraja,
que un pueblo
insensato desprecia tu nombre;
no entregues a los
buitres la vida de tu tórtola,
ni olvides sin
remedio la vida de tus pobres.
Piensa en tu
alianza: que los rincones del país
están llenos de
violencias.
Que el humilde no
se marche defraudado,
que pobres y
afligidos alaben tu nombre.
Levántate, ¡oh
Dios!, defiende tu causa:
recuerda los
ultrajes continuos del insensato;
no olvides las
voces de tus enemigos,
el tumulto
creciente de los rebeldes contra ti.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Cf. 1Pe 3, 21-22a
A vosotros os
salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la
petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de
Jesucristo, que está a la diestra de Dios.
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al
Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR
DEL MUNDO
Salvador del
mundo,
Señor de los
ángeles:
por tu cruz
gloriosa
la muerte
venciste.
Oh Señor,
consérvanos
los dones amables
que, con
sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a
precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te
alaben.
Llévanos a todos,
Señor,
suplicámoste,
pues que nos
hiciste
reino de tu Padre.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Col 3, 1-2
Si habéis sido
resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a
la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de
la tierra.
V. Quédate con
nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es
tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN,
ESPÍRITU DIVINO.
Ven, Espíritu
divino,
manda tu luz desde
el cielo.
Padre amoroso del
pobre,
don en tus dones
espléndido,
luz que penetra
las almas,
fuente del mayor
consuelo.
Ven, dulce huésped
del alma,
descanso de
nuestro esfuerzo,
tregua en el duro
trabajo,
brisa en las horas
de fuego,
gozo que enjuga
las lágrimas
y reconforta en
los duelos.
Entra hasta el
fondo del alma,
divina luz, y
enriquécenos.
Mira el vacío del
hombre,
si tú faltas por
dentro;
mira el poder del
pecado,
cuando no envías
tu aliento.
Riega la tierra en
sequía,
sana el corazón
enfermo,
lava las manchas,
infunde
calor de vida en
el hielo,
doma el espíritu
indómito,
guía al que tuerce
el sendero.
Reparte tus siete
dones,
según la fe de tus
siervos;
por tu bondad y tu
gracia,
dale al esfuerzo
su mérito;
salva al que busca
salvarse
y danos tu gozo
eterno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La paz sea
con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La paz sea
con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Ant 2. Espere
Israel en el Señor. Aleluya.
Salmo 130 - COMO
UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
ni mis ojos
altaneros;
no pretendo
grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en
brazos de su madre.
Espere Israel en el
Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Espere Israel
en el Señor. Aleluya.
Ant 3. Tema al
Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
Cántico: HIMNO A
DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor
Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el
poder,
porque tú has
creado el universo;
porque por tu
voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de
tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste
degollado
y por tu sangre
compraste para Dios
hombres de toda
raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de
ellos para nuestro Dios
un reino de
sacerdotes
y reinan sobre la
tierra.
Digno es el
Cordero degollado
de recibir el
poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el
honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tema al Señor
la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
LECTURA BREVE
Rm 8, 26-27
El Espíritu acude
en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el
Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en
palabras. Y aquel que escudriña los corazones sabe cuáles son los deseos del
Espíritu y que su intercesión en favor de los fieles es según el querer de
Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo.
Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará
todo.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Recibiréis la
fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros; y seréis mis
testigos hasta los últimos confines de la tierra. Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Recibiréis la
fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros; y seréis mis
testigos hasta los últimos confines de la tierra. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, que nos ha hecho partícipes del Espíritu, y supliquémosle, diciendo:
Escúchanos, Señor
Jesús.
Derrama, Señor,
sobre la Iglesia el Espíritu Santo que procede del Padre,
para que la
purifique, la fortalezca y la acreciente a través del mundo.
Llena de tu
Espíritu a los que dirigen los destinos de los pueblos,
para que sean
servidores del bien común.
Envía tu Espíritu,
que es el padre de los pobres,
para que su fuerza
ayude a los necesitados.
Te rogamos, Señor,
por todos los ministros de tu Iglesia:
que vivan con
fidelidad la vocación a que fueron llamados.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Concede la
plenitud de la redención a las almas y a los cuerpos de nuestros difuntos,
tú que por tu
pasión, resurrección y ascensión has realizado la salvación de la carne y del
espíritu.
Sintiéndonos
verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios omnipotente y
misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en
nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI,
SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor,
reposan nuestras vidas
en el descanso
santo de la noche;
tú nos preparas
para la alborada
y en el Espíritu
Santo nos acoges.
En apartadas y
lejanas tierras
el sol ha
despertado las ciudades;
amigo de los
hombres, ve sus penas
y ensancha de tu
amor los manantiales.
Vencedor de la
muerte y de las sombras,
Hijo eterno de
Dios, resucitado,
líbranos del
peligro de la noche
al dormirnos
confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 142, 1-11 -
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi
oración;
tú que eres fiel,
atiende a mi súplica;
tú que eres justo,
escúchame.
No llames a juicio
a tu siervo,
pues ningún hombre
vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me
persigue a muerte,
empuja mi vida al
sepulcro,
me confina a las
tinieblas
como a los muertos
ya olvidados.
mi aliento
desfallece,
mi corazón dentro
de mí está yerto.
Recuerdo los
tiempos antiguos,
medito todas tus
acciones,
considero las
obras de tus manos
y extiendo mis
brazos hacia ti:
tengo sed de ti
como tierra reseca.
Escúchame en
seguida, Señor,
que me falta el
aliento.
No me escondas tu
rostro,
igual que a los
que bajan a la fosa.
En la mañana hazme
escuchar tu gracia,
ya que confío en
ti;
indícame el camino
que he de seguir,
pues levanto mi
alma a ti.
Líbrame del
enemigo, Señor,
que me refugio en
ti.
Enséñame a cumplir
tu voluntad,
ya que tú eres mi
Dios.
Tu espíritu, que
es bueno,
me guíe por tierra
llana.
Por tu nombre,
Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia,
sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
1Pe 5, 8-9
Sed sobrios, estad
despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a
quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos
en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor,
nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en
tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
gracias por darnos esta aportunidad de poder hacer nuestras oraciones diarias en compañia de ustedes, pues muchas personas no tenemos la oportudad de tener los libros de la liturgia de las horas.
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