Propio del Tiempo
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el
Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¿QUIÉN ES
ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que
viene,
recién atardecido,
cubierto por su
sangre
como varón que
pisa los racimos?
¿Quién es este que
vuelve,
glorioso y
malherido,
y, a precio de su
muerte,
compra la paz y
libra a los cautivos?
Se durmió con los
muertos,
y reina entre los
vivos;
no le venció la
fosa,
porque el Señor
sostuvo a su elegido.
Anunciad a los
pueblos
qué habéis visto y
oído;
aclamad al que
viene
como la paz, bajo
un clamor de olivos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios
mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Salmo 103 I -
HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice, alma mía,
al Señor:
¡Dios mío, qué
grande eres!
Te vistes de
belleza y majestad,
la luz te envuelve
como un manto.
Extiendes los
cielos como una tienda,
construyes tu
morada sobre las aguas;
las nubes te
sirven de carroza,
avanzas en las
alas del viento;
los vientos te
sirven de mensajeros;
el fuego
llameante, de ministro.
Asentaste la
tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará
jamás;
la cubriste con el
manto del océano,
y las aguas se
posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido
huyeron,
al fragor de tu
trueno se precipitaron,
mientras subían
los montes y bajaban los valles:
cada cual al
puesto asignado.
Trazaste una
frontera que no traspasarán,
y no volverán a
cubrir la tierra.
De los manantiales
sacas los ríos,
para que fluyan
entre los montes;
en ellos beben las
fieras de los campos,
el asno salvaje
apaga su sed;
junto a ellos
habitan las aves del cielo,
y entre las
frondas se oye su canto.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios
mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Ant 2. El Señor
saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
Salmo 103 II
Desde tu morada
riegas los montes,
y la tierra se
sacia de tu acción fecunda;
haces brotar
hierba para los ganados,
y forraje para los
que sirven al hombre.
Él saca pan de los
campos,
y vino que le
alegra el corazón;
y aceite que da
brillo a su rostro,
y alimento que le
da fuerzas.
Se llenan de savia
los árboles del Señor,
los cedros del
Líbano que él plantó:
allí anidan los
pájaros,
en su cima pone
casa la cigüeña.
Los riscos son
para las cabras,
las peñas son
madriguera de erizos.
Hiciste la luna
con sus fases,
el sol conoce su
ocaso.
Pones las
tinieblas y viene la noche
y rondan las
fieras de la selva;
los cachorros
rugen por la presa,
reclamando a Dios
su comida.
Cuando brilla el
sol, se retiran,
y se tumban en sus
guaridas;
el hombre sale a
sus faenas,
a su labranza
hasta el atardecer.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor saca
pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
Ant 3. Vio Dios
todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Salmo 103 III
¡Cuántas son tus
obras, Señor,
y todas las
hiciste con sabiduría!;
la tierra está
llena de tus creaturas.
Ahí está el mar:
ancho y dilatado,
en él bullen, sin
número,
animales pequeños
y grandes;
lo surcan las
naves, y el Leviatán
que modelaste para
que retoce.
Todos ellos
aguardan
a que les eches
comida a su tiempo:
se la echas, y la
atrapan;
abres tu mano, y
se sacian de bienes;
escondes tu
rostro, y se espantan;
les retiras el
aliento, y expiran
y vuelven a ser
polvo;
envías tu aliento,
y los creas,
y repueblas la faz
de la tierra.
Gloria a Dios para
siempre,
goce el Señor con
sus obras.
Cuando él mira la
tierra, ella tiembla;
cuando toca los
montes, humean.
Cantaré al Señor
mientras viva,
tocaré para mi
Dios mientras exista:
que le sea
agradable mi poema,
y yo me alegraré
con el Señor.
Que se acaben los
pecadores en la tierra,
que los malvados
no existan más.
¡Bendice, alma
mía, al Señor!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vio Dios todo
lo que había hecho, y era muy bueno.
V. Cuando sea yo
levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos
hacia mí.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
profeta Isaías 50, 4--51, 3
EL SIERVO DEL
SEÑOR SOPORTA LA PRUEBA
Mi Señor me ha
dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de
aliento. Cada mañana despierta mi oído, para que escuche como los iniciados. El
Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a
los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el
rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría
defraudado.
Tengo cerca a mi
defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo
contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Mirad, todos se consumen como ropa, los roe la polilla.
¿Quién de vosotros
teme al Señor y escucha la voz de su siervo? Aunque camine en tinieblas, sin un
rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y se apoye en su Dios. Atención,
vosotros, los que atizáis el fuego y encendéis teas: id a la hoguera de vuestro
fuego, de las teas que habéis encendido. Así os tratará mi mano, yaceréis en el
tormento.
Escuchadme, los
que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca de donde os
tallaron, la cantera de donde os extrajeron; mirad a Abraham, vuestro Padre, y
a Sara, que os dio a luz; cuando lo llamé, era uno, pero lo bendije y lo
multipliqué.
El Señor consuela
a Sión, consuela a sus ruinas: convertirá su desierto en un edén, su yermo en
jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de
instrumentos.
RESPONSORIO
Is 50, 5.6a; Lc 12, 50
R. El Señor me
abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: * ofrecí la espalda a los que
me golpeaban.
V. Tengo que
recibir un bautismo, y ¡qué impaciente estoy por sumergirme en él!
R. Ofrecí la
espalda a los que me golpeaban.
SEGUNDA LECTURA
De las
Disertaciones de San Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9,
Sobre el domingo de ramos: PG 97, 990-994)
BENDITO EL QUE
VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.
Venid, subamos
juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy
desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable
y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra
salvación.
Viene, en efecto,
voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del
cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo
principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros
que yacíamos postrados.
Él viene, pero no
como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará
-dice la Escritura-, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso
y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una
entrada suntuosa.
Corramos, pues,
con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su
encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y
ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con
un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para
que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios,
a quien nadie puede contener.
Alegrémonos, por
tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y
que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió
con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.
Dice el salmo:
Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y
divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la
cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su
inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo
elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo
partícipe de su propia sublimidad.
Así, pues, en vez
de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que
pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos
nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de
toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os
habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de
túnicas.
Nosotros, que
antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que
después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del
bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el
botín de su victoria, que somos nosotros mismos.
Aclamémoslo
también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del
alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el
rey de Israel.
RESPONSORIO
Jn 12, 12. 13; Mt 21, 8. 9
R. Cuando la
multitud se enteró de que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro. Un
inmenso gentío iba tendiendo sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de
los árboles y alfombraban con ellas el camino y gritaban: * «¡Viva el Hijo de
David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
V. La muchedumbre
que lo precedía y también la que iba detrás gritaban:
R. «¡Viva el Hijo
de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid,
adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: EL PUEBLO
QUE FUE CAUTIVO
El pueblo que fue
cautivo
y que tu mano
libera
no encuentra mayor
palmera
ni abunda en mejor
olivo.
Viene con aire
festivo
para enramar tu
victoria,
y no te ha visto
en su historia,
Dios de Israel,
más cercano:
ni tu poder más a
mano
ni más humilde tu
gloria.
¡Gloria, alabanza
y honor!
Gritad:
«¡Hosanna!», y haceos
como los niños
hebreos
al paso del
Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el
nombre del Señor! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El numeroso
gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene
en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
Salmo 117 - HIMNO
DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Diga la casa de
Israel:
eterna es su
misericordia.
Diga la casa de
Aarón:
eterna es su
misericordia.
Digan los fieles
del Señor:
eterna es su
misericordia.
En el peligro
grité al Señor,
y me escuchó,
poniéndome a salvo.
El Señor está
conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme
el hombre?
El Señor está
conmigo y me auxilia,
veré la derrota de
mis adversarios.
Mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de los
hombres,
mejor es refugiarse
en el Señor
que confiar en los
magnates.
Todos los pueblos
me rodeaban,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban
cerrando el cerco,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban como
avispas,
ardiendo como
fuego en las zarzas,
en el nombre del
Señor los rechacé.
Empujaban y
empujaban para derribarme,
pero el Señor me
ayudó;
el Señor es mi
fuerza y mi energía,
él es mi
salvación.
Escuchad: hay
cantos de victoria
en las tiendas de
los justos:
«La diestra del
Señor es poderosa,
la diestra del
Señor es excelsa,
la diestra del
Señor es poderosa.»
No he de morir,
viviré
para contar las
hazañas del Señor.
Me castigó, me
castigó el Señor,
pero no me entregó
a la muerte.
Abridme las
puertas del triunfo,
y entraré para dar
gracias al Señor.
Esta es la puerta
del Señor:
los vencedores
entrarán por ella.
Te doy gracias
porque me escuchaste
y fuiste mi
salvación.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien
lo ha hecho,
ha sido un milagro
patente.
Éste es el día en
que actuó el Señor:
sea nuestra
alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la
salvación;
Señor, danos
prosperidad.
Bendito el que
viene en nombre del Señor,
os bendecimos
desde la casa del Señor;
el Señor es Dios:
él nos ilumina.
Ordenad una
procesión con ramos
hasta los ángulos
del altar.
Tú eres mi Dios,
te doy gracias;
Dios mío, yo te
ensalzo.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El numeroso
gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene
en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
Ant 2. Con los
ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el
cielo.»
Cántico: QUE LA
CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres,
Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre,
Santo y glorioso:
a él gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres en el
templo de tu santa gloria:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre
el trono de tu reino:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres tú,
que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres en la
bóveda del cielo:
a ti honor y
alabanza por los siglos.
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con los
ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el
cielo.»
Ant 3. Bendito el
que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
Salmo 150 - ALABAD
AL SEÑOR.
Alabad al Señor en
su templo,
alabadlo en su
augusto firmamento.
Alabadlo por sus
obras magníficas,
alabadlo por su
inmensa grandeza.
Alabadlo tocando
trompetas,
alabadlo con arpas
y cítaras,
Alabadlo con
tambores y danzas,
alabadlo con
trompas y flautas,
alabadlo con
platillos sonoros,
alabadlo con
platillos vibrantes.
Todo ser que
alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el
que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
LECTURA BREVE
Za 9, 9
Alégrate, hija de
Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y
victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has
comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has
comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda
raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has
comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has
comprado, Señor, por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Aclamemos con
palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y
cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres, Señor.»
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos con
palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y
cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres, Señor.»
PRECES
Adoremos a Cristo,
que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes como rey y mesías;
acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
Bendito el que
viene en nombre del Señor.
Hosanna a ti, Hijo
de David y Rey eterno;
hosanna a ti,
vencedor de la muerte y del mal.
Tú que subiste a
Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu
Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que convertiste
el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los
renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
Salvador nuestro,
que viniste a salvar a los pecadores,
conduce a tu reino
a los que en ti creen, esperan y te aman.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Unidos
fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AMIGO DE
LOS HOMBRES, JESUCRISTO
Amigo de los
hombres, Jesucristo,
tú solo das
sentido a nuestra historia,
y, con los ojos
fijos al futuro,
la Iglesia vive
fiel a tu memoria.
Este tiempo de
ayuno te presenta
de nosotros la
parte más oscura,
y tus manos
clavadas al madero
nos devuelven tu
paz y tu ternura.
A lo largo del día
no nos dejes,
no nos falte la
luz de tu mirada:
llena de amor los
pasos que caminan
de este mundo a la
luz de tu alborada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Como el
Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como el Padre
me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas.
LECTURA BREVE
2Co 4, 10-11
Llevamos siempre
en nosotros por todas partes los sufrimientos mortales de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nosotros. Aún viviendo, estamos
continuamente entregados a la muerte por Jesús, para que también la vida de
Jesús se manifieste en esta nuestra vida mortal.
V. Se humillaba
voluntariamente.
R. Y no abría su
boca.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LA ALEGRÍA
DE SALVARSE
La alegría de
salvarse
al pueblo fiel
regocije;
Jesús, redentor de
todos,
mató de la muerte
al príncipe.
La gente ramos de
olivo
y palmas doquier
consigue:
«De David hosanna
al Hijo»
con vivas voces
repite.
También nosotros
corramos al
encuentro del gran
Príncipe,
himnos cantando de
gloria
con palmas y gozo
ilímite.
Gloria a Dios
Padre se dé,
gloria al Hijo que
en él vive,
gloria al Espíritu
Santo,
por los siglos se
le brinde. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La víspera
del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como
amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
Salmo 22 - EL BUEN
PASTOR
El Señor es mi
Pastor, nada me falta:
en verdes praderas
me hace recostar;
me conduce hacia
fuentes tranquilas
y repara mis
fuerzas;
me guía por el sendero
justo,
por el honor de su
nombre.
Aunque camine por
cañadas oscuras,
nada temo, porque
tú vas conmigo:
tu vara y tu
cayado me sosiegan.
Preparas una mesa
ante mí
enfrente de mis
enemigos;
me unges la cabeza
con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu
misericordia me acompañan
todos los días de
mi vida,
y habitaré en la
casa del Señor
por años sin
término.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 75 I -
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Dios se manifiesta
en Judá,
su fama es grande
en Israel;
su tabernáculo
está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los
relámpagos del arco,
el escudo, la
espada y la guerra.
Tú eres
deslumbrante, magnífico,
con montones de
botín conquistados.
Los valientes
duermen su sueño,
y a los guerreros
no les responden sus brazos.
Con un bramido,
¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste
carros y caballos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 75 II
Tú eres terrible:
¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu
ira?
Desde el cielo
proclamas la sentencia:
la tierra teme
sobrecogida,
cuando Dios se
pone en pie para juzgar,
para salvar a los
humildes de la tierra.
La cólera humana
tendrá que alabarte,
los que sobrevivan
al castigo te rodearán.
Haced votos al
Señor y cumplidlos,
y traigan los
vasallos tributo al Temible:
él deja sin
aliento a los príncipes,
y es temible para
los reyes del orbe.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La víspera
del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como
amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
LECTURA BREVE
1Pe 4, 13-14
Estad alegres
cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su
gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos
vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre
vosotros.
V. Él soportó
nuestros sufrimientos.
R. Y aguantó
nuestras rebeldías.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OJOS DE
AQUEL PUBLICANO
Ojos de aquel
publicano
hasta la tierra
caídos,
el Dios de la luz
os mira,
miradle con
regocijo.
Mano que pide
clemencia
hiriendo el pecho
contrito,
el Señor te abre
la puerta
de su pecho
compasivo.
Lengua que en bajo
murmullo
dices tu dolor
sentido,
el Juez que sabe
juzgar
ha escuchado
complacido.
Padre del octavo
día,
glorioso siendo
propicio,
perdónanos,
purifícanos,
por el honor de tu
Hijo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para mí la
vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para mí la
vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA BREVE
1Pe 5, 10-11
Tras un breve
padecer, el Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo
Jesús, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. A él la gloria y
el poder, por los siglos de los siglos. Amén.
V. Adoremos el
signo de la cruz.
R. Por el que
recibimos la salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
II
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LLEVABA
ROJA LA TÚNICA
Llevaba roja la
túnica
y enrojecido el
cabello.
¿De dónde, con
pies sangrantes,
avanzas tú,
Lagarero?
«Del monte de la
batalla
y de la victoria
vengo;
rojo fue mi
atardecer,
blanco será mi
lucero.»
Llevaba roja la
túnica,
roja de sangre y
fuego.
También de blanco
le vi
el vestido y el
aliento;
bello como las
estrellas,
como flor de cardo
bello.
Rojo como la
amapola
y blanco como un
cordero:
carmesíes sus
heridas
y blancos sus
pensamientos.
Llevaba blanca la
túnica,
blanca de amor y
fuego.
Por toda la negra
tierra
el chorro de sus
veneros:
sangre preciosa su
sangre
que hace blanco el
sufrimiento.
¡Oh Cristo, de
sangre roja!
¡Oh Cristo, dolor
supremo!
A ti el clamor de
los hombres,
en ti nuestros
clavos fieros.
Llevaba roja la
túnica,
roja de sangre y fuego.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Herido y
humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
Salmo 109, 1-5. 7
- EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor
a mi Señor:
«Siéntate a mi
derecha,
y haré de tus
enemigos
estrado de tus
pies.»
Desde Sión extenderá
el Señor
el poder de tu
cetro:
somete en la
batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores
sagrados;
yo mismo te
engendré, como rocío,
antes de la
aurora.»
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote
eterno
según el rito de
Melquisedec.»
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los
reyes.
En su camino
beberá del torrente,
por eso levantará
la cabeza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Herido y
humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
Ant 2. La sangre
de Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
Salmo 113 B -
HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros,
Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre
da la gloria;
por tu bondad, por
tu lealtad.
¿Por qué han de
decir las naciones:
«Dónde está su
Dios»?
Nuestro Dios está
en el cielo,
lo que quiere lo
hace.
Sus ídolos, en
cambio, son plata y oro,
hechura de manos
humanas:
tienen boca, y no
hablan;
tienen ojos, y no
ven;
tienen orejas, y
no oyen;
tienen nariz, y no
huelen;
tienen manos, y no
tocan;
tienen pies, y no
andan;
no tiene voz su
garganta:
que sean igual los
que los hacen,
cuantos confían en
ellos.
Israel confía en
el Señor:
él es su auxilio y
su escudo.
La casa de Aarón
confía en el Señor:
él es su auxilio y
su escudo.
Los fieles del
Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y
su escudo.
Que el Señor se
acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa
de Israel,
bendiga a la casa
de Aarón;
bendiga a los
fieles del Señor,
pequeños y
grandes.
Que el Señor os
acreciente,
a vosotros y a
vuestros hijos;
benditos seáis del
Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
El cielo pertenece
al Señor,
la tierra se la ha
dado a los hombres.
Los muertos ya no
alaban al Señor,
ni los que bajan
al silencio.
Nosotros, sí,
bendeciremos al Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La sangre de
Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
Ant 3. Cargado con
nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la
justicia.
Cántico: PASIÓN
VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por
nosotros,
dejándonos un
ejemplo
para que sigamos
sus huellas.
El no cometió
pecado
ni encontraron
engaño en su boca;
cuando le
insultaban,
no devolvía el
insulto;
en su pasión no
profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos
del que juzga justamente.
Cargado con
nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos
al pecado,
vivamos para la
justicia.
Sus heridas nos
han curado.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cargado con
nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la
justicia.
LECTURA BREVE
Hch 13, 26-30a
Hermanos, a
vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y
sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron
cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar
de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que
lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo
bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de
entre los muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu
santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Dice la
Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño";
pero, después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me
veréis», dice el Señor.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Dice la
Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño";
pero, después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me
veréis», dice el Señor.
PRECES
Oremos
humildemente al Salvador del género humano, que sube a Jerusalén a sufrir su
pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:
Santifica, Señor,
al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro,
concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que
consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la
protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder
nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú
nos consuelas.
Mira con bondad a
aquellos a quienes hemos escandalizado con nuestros pecados,
ayúdalos a ellos y
corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu santidad y tu amor.
Tú que te
humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
concede a tus
fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Haz que los
difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
y a nosotros
concédenos también que un día participemos de su felicidad.
Porque la muerte
de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre,
diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso
y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y
muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad,
concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en
su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO
LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando llegó el
instante de tu muerte
inclinaste la
frente hacia la tierra,
como todos los
mortales;
mas no eras tú el
hombre derribado,
sino el Hijo que
muerto nos contempla.
Cuando me llegue
el tránsito esperado
y siga sin retorno
por mi senda,
como todos los
mortales,
el sueño de tu
rostro será lumbre
y tu gloria mi
gloria venidera.
El silencio
sagrado de la noche
tu paz y tu venida
nos recuerdan,
Cristo, luz de los
mortales;
acepta nuestro
sueño necesario
como secreto amor
que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant 1. Al amparo
del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA
SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío
en ti.»
Él te librará de
la red del cazador,
de la peste
funesta.
Te cubrirá con sus
plumas,
bajo sus alas te
refugiarás:
su brazo es escudo
y armadura.
No temerás el
espanto nocturno,
ni la flecha que
vuela de día,
ni la peste que se
desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
diez mil a tu
derecha;
a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos
y verás la paga de
los malvados,
porque hiciste del
Señor tu refugio,
tomaste al
Altísimo por defensa.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga
llegará hasta tu tienda,
porque a sus
ángeles ha dado órdenes
para que te
guarden en tus caminos;
te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones
y dragones.
«Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en
la tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré;
lo saciaré de
largos días,
y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al amparo del
Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE
Ap 22, 4-5
Verán el rostro
del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no
necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre
ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te
pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la
resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos
levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del
Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo
siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al
pueblo que tropieza
y se quiere
levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu
santo Creador,
y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo
del ángel Gabriel,
y ten piedad de
nosotros, pecadores.
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