Del Propio.
Es conveniente
que hoy, el Oficio de Lecturas y Laudes, sean celebrados solemnemente con el
pueblo (ver I.G.L.H. 210)
Ayuno y
abstinencia
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo,
Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las cumbres
de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo,
Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¿QUIÉN ES
ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que
viene,
recién atardecido,
cubierto por su
sangre
como varón que
pisa los racimos?
¿Quién es este que
vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su
muerte,
compra la paz y
libra a los cautivos?
Se durmió con los
muertos,
y reina entre los
vivos;
no le venció la
fosa,
porque el Señor
sostuvo a su elegido.
Anunciad a los
pueblos
qué habéis visto y
oído;
aclamad al que
viene
como la paz, bajo
un clamor de olivos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Se alían
los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su
Mesías.
Salmo 2 - EL
MESÍAS, REY VENCEDOR.
¿Por qué se
amotinan las naciones,
y los pueblos planean
un fracaso?
Se alían los reyes
de la tierra,
los príncipes
conspiran
contra el Señor y
contra su Mesías:
«rompamos sus
coyundas,
sacudamos su
yugo.»
El que habita en
el cielo sonríe,
el Señor se burla
de ellos.
Luego les habla
con ira,
los espanta con su
cólera:
«yo mismo he
establecido a mi Rey
en Sión, mi monte
santo».
Voy a proclamar el
decreto del Señor;
él me ha dicho:
«Tú eres mi hijo:
yo te he
engendrado hoy.
Pídemelo: te daré
en herencia las naciones,
en posesión los
confines de la tierra:
los gobernarás con
cetro de hierro,
los quebrarás como
jarro de loza.»
Y ahora, reyes,
sed sensatos;
escarmentad los
que regís la tierra:
servid al Señor
con temor,
rendidle homenaje
temblando;
no sea que se
irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama
de pronto su ira.
¡Dichosos los que
se refugian en él!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se alían los
reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías.
Ant 2. Se reparten
mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Salmo 21, 2-23
[24-32]
Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis
gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día
te grito, y no respondes;
de noche, y no me
haces caso;
aunque tú habitas
en el santuario,
esperanza de
Israel.
En ti confiaban
nuestros padres;
confiaban, y los
ponías a salvo;
a ti gritaban, y
quedaban libres,
en ti confiaban, y
no los defraudaste.
Pero yo soy un
gusano, no un hombre,
vergüenza de la
gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan
de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo;
que lo libre si
tanto lo quiere.»
Tú eres quien me
sacó del vientre,
me tenías confiado
en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé
a tus manos,
desde el vientre
materno tú eres mi Dios.
No te quedes
lejos, que el peligro está cerca
y nadie me
socorre.
Me acorrala un
tropel de novillos,
me cercan toros de
Basán;
abren contra mí
las fauces
leones que
descuartizan y rugen.
Estoy como agua
derramada,
tengo los huesos
descoyuntados;
mi corazón, como
cera,
se derrite en mis
entrañas;
mi garganta está
seca como una teja,
la lengua se me
pega al paladar;
me aprietas contra
el polvo de la muerte.
Me acorrala una
jauría de mastines,
me cerca una banda
de malhechores;
me taladran las
manos y los pies,
puedo contar mis
huesos.
Ellos me miran
triunfantes,
se reparten mi
ropa,
echan a suerte mi
túnica.
Pero tú, Señor, no
te quedes lejos;
fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la
espada,
y a mi única vida,
de la garra del mastín;
sálvame de las
fauces del león;
a este pobre, de
los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a
mis hermanos,
en medio de la
asamblea te alabaré.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se reparten
mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Ant 3. Me tienden
lazos los que atentan contra mí.
Salmo 37
Señor, no me
corrijas con ira,
no me castigues
con cólera;
tus flechas se me
han clavado,
tu mano pesa sobre
mí;
no hay parte ilesa
en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso
mis huesos
a causa de mis
pecados;
mis culpas
sobrepasan mi cabeza,
son un peso
superior a mis fuerzas.
Mis llagas están
podridas y supuran
por causa de mi
insensatez;
voy encorvado y
encogido,
todo el día camino
sombrío;
tengo las espaldas
ardiendo,
no hay parte ilesa
en mi carne;
estoy agotado,
deshecho del todo;
rujo con más
fuerza que un león.
Señor mío, todas
mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan
mis gemidos;
siento palpitar mi
corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta
la luz de los ojos.
Mis amigos y
compañeros se alejan de mí,
mis parientes se
quedan a distancia;
me tienden lazos
los que atentan contra mí,
los que desean mi
daño me amenazan de muerte,
todo el día
murmuran traiciones.
Pero yo, como un
sordo, no oigo;
como un mudo, no
abro la boca;
soy como uno que
no oye
y no puede
replicar.
En ti, Señor,
espero,
y tú me
escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no
se alegren por mi causa,
que, cuando
resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a
punto de caer,
y mi pena no se
aparta de mí:
yo confieso mi
culpa,
me aflige mi
pecado.
Mis enemigos
mortales son poderosos,
son muchos los que
me aborrecen sin razón,
los que me pagan
males por bienes,
los que me atacan
cuando procuro el bien.
No me abandones,
Señor,
Dios mío, no te
quedes lejos;
ven aprisa a
socorrerme,
Señor mío, mi
salvación.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me tienden
lazos los que atentan contra mí.
V. Se levantan
contra mí testigos falsos.
R. Que respiran
violencia.
PRIMERA LECTURA
Del libro de las
Lamentaciones 3, 1.33
LAMENTO Y
ESPERANZA EN LA TRIBULACIÓN
Yo soy el hombre
que ha sufrido la miseria bajo el látigo de su furor. Él me ha llevado y me ha
hecho caminar en tinieblas y sin luz. Contra mí solo vuelve él y revuelve su
mano todo el día.
Mi carne y mi piel
ha consumido, ha quebrado mis huesos. Ha forjado un yugo para mí y ha cercado
de angustia mi cabeza. Me ha hecho morar en las tinieblas, con los muertos de
antaño.
Me ha emparedado y
no puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas. Aun cuando grito y pido auxilio,
él sofoca mi súplica. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha obstruido
mis senderos.
Ha sido para mí
como un oso en acecho, como león en escondite. Sembrando de espinas mis
caminos, me ha desgarrado, me ha dejado hecho un horror. Ha tensado su arco y
me ha fijado como blanco de sus flechas.
Ha clavado en mis
lomos los hijos de su aljaba. De lodo mi pueblo me ha hecho la irrisión, su
copla todo el día. Él me ha hartado de amargura, me ha abrevado con ajenjo. Ha
quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza. Mi alma está
alejada de la paz, he olvidado lo que es dicha. Dije: «¡Ha fenecido mi vigor y
la esperanza que del Señor me venía!»
Recordar mi
miseria y mi angustia es ajenjo y amargor. Mas mi alma lo recuerda, sí, lo
recuerda y se derrite de tristeza dentro de mí. He aquí lo que revolveré en mi
corazón para cobrar confianza:
Que el amor del
Señor no se ha acabado ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan.
¡Grande es tu fidelidad! «Mi porción es el Señor -dice mi alma-, por eso en él
esperaré.»
Bueno es el Señor
para el que en él espera, para el alma que lo busca. Bueno es esperar en
silencio la salvación del Señor. Bueno es para el hombre soportar el yugo desde
su juventud.
Que se siente
solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca en el
polvo: quizá haya esperanza; que presente la mejilla a quien lo hiere, que se
harte de oprobios.
Porque el Señor no
desecha para siempre a los humanos: si llega a castigar, luego se apiada según
su inmenso amor, pues no pone su complacencia en castigar y afligir a los hijos
de hombre.
RESPONSORIO
Is 57, 1.2a; 53, 7b-8a
R. Perece el
justo, y nadie hace caso; se llevan a los hombres fieles, y nadie comprende que
por la maldad se llevan al inocente, * para que entre en la paz.
V. Como oveja ante
el esquilador, enmudecía y no abría la boca; sin defensa, sin justicia se lo
llevaron.
R. Para que entre
en la paz.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis
de san Juan Crisóstomo, obispo
(Catequesis 3,
13-19: SC 50, 174-177)
EL VALOR DE LA
SANGRE DE CRISTO
¿Deseas conocer el
valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que la profetizaron y
recordemos los antiguos relatos de Egipto.
Inmolad -dice
Moisés- un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel
de la casa. «¿Qué dices, Moisés? La sangre de un cordero irracional ¿puede
salvar a los hombres dotados de razón?» «Sin duda -responde Moisés-: no porque
se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la
sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el
enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve brillar
en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del
verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas descubrir
aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su
fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor.
Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los soldados se acercó con
la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como
símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía. El soldado le
traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo
encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada. Esto fue lo
que ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron el cordero, y yo recibo el
fruto del sacrificio.
Del costado salió
sangre y agua. No quiero, amado oyente, que pases con indiferencia ante tan
gran misterio, pues me falta explicarte aún otra interpretación mística. He
dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la
eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: cón el
agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con
el bautismo y la eucaristía, que han brotado, ambos, del costado. Del costado
de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.
Por esta misma
razón, afirma san Pablo: Somos miembros de su cuerpo, formados de sus huesos,
aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues del mismo modo que Dios formó a
la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la
sangre salidas de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la misma manera
que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así también
nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Mirad de qué
manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento la nutre.
Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la misma manera que la
mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con su propia
sangre y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristo
alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes él mismo ha hecho renacer.
RESPONSORIO
1Pe 1, 18-19; Ef 2, 18; 1Jn 1, 7
R. Os rescataron,
no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo,
el Cordero sin defecto ni mancha. * Por medio de él tenemos acceso al Padre en
un solo Espíritu.
V. La sangre de
Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado.
R. Por medio de él
tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.
ORACIÓN.
OREMOS,
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo,
Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo,
Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Himno: BRAZOS
RÍGIDOS Y YERTOS
Brazos rígidos y
yertos,
por dos garfios
traspasados,
que aquí estáis,
por mis pecados,
para recibirme
abiertos,
para esperarme
clavados.
Cuerpo llagado de
amores,
yo te adoro y yo
te sigo;
yo, Señor de los
señores,
quiero partir tus
dolores
subiendo a la cruz
contigo.
Quiero en la vida
seguirte
y por sus caminos
irte
alabando y
bendiciendo,
y bendecirte
sufriendo
y muriendo
bendecirte.
Que no ame la
poquedad
de cosas que van y
vienen;
que adore la
austeridad
de estos sentires
que tienen
sabores de eternidad;
que sienta una
dulce herida
de ansia de amor
desmedida;
que ame tu ciencia
y tu luz;
que vaya, en fin,
por la vida
como tú estás en
la cruz:
de sangre los pies
cubiertos,
llagadas de amor
las manos,
los ojos al mundo
muertos
y los dos brazos
abiertos
para todos mis
hermanos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dios no
perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
Salmo 50 -
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios
mío, por tu bondad;
por tu inmensa
compasión borra mi culpa;
lava del todo mi
delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco
mi culpa,
tengo siempre
presente mi pecado:
contra ti, contra
ti solo pequé,
cometí la maldad
que aborreces.
En la sentencia
tendrás razón,
en el juicio
brillará tu rectitud.
Mira, que en la
culpa nací,
pecador me
concibió mi madre.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi interior
me inculcas sabiduría.
Rocíame con el
hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré
más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo
y la alegría,
que se alegren los
huesos quebrantados.
Aparta de mi
pecado tu vista,
borra en mí toda
culpa.
¡Oh Dios!, crea en
mí un corazón puro,
renuévame por
dentro con espíritu firme;
no me arrojes
lejos de tu rostro,
no me quites tu
santo espíritu.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con
espíritu generoso:
enseñaré a los
malvados tus caminos,
los pecadores
volverán a ti.
Líbrame de la
sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador
mío!,
y cantará mi
lengua tu justicia.
Señor, me abrirás
los labios,
y mi boca
proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no
te satisfacen;
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es
un espíritu quebrantado:
un corazón
quebrantado y humillado
tú no lo
desprecias.
Señor, por tu
bondad, favorece a Sión,
reconstruye las
murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás
los sacrificios rituales,
ofrendas y
holocaustos,
sobre tu altar se
inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios no
perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
Ant 2. Jesucristo
nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Cántico: JUICIO DE
DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu
fama,
me ha impresionado
tu obra!
En medio de los
años, realízala;
en medio de los
años, manifiéstala;
en el terremoto
acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de
Temán;
el Santo, del
monte Farán:
su resplandor
eclipsa el cielo,
la tierra se llena
de su alabanza;
su brillo es como
el día,
su mano destella
velando su poder.
Sales a salvar a
tu pueblo,
a salvar a tu
ungido;
pisas el mar con
tus caballos,
revolviendo las
aguas del océano.
Lo escuché y
temblaron mis entrañas,
al oírlo se
estremecieron mis labios;
me entró un
escalofrío por los huesos,
vacilaban mis
piernas al andar.
Tranquilo espero
el día de la angustia
que sobreviene al
pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera
no echa yemas
y las viñas no
tienen fruto,
aunque el olivo
olvida su aceituna
y los campos no
dan cosechas,
aunque se acaban
las ovejas del redil
y no quedan vacas
en el establo,
yo exultaré con el
Señor,
me gloriaré en
Dios mi salvador.
El Señor soberano
es mi fuerza,
él me da piernas
de gacela
y me hace caminar
por las alturas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesucristo
nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Ant 3. Tu cruz
adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero
ha venido la alegría al mundo entero.
Salmo 147 -
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al
Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios,
Sión:
que ha reforzado
los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a
tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en
tus fronteras,
te sacia con flor
de harina.
Él envía su
mensaje a la tierra,
y su palabra corre
veloz;
manda la nieve
como lana,
esparce la
escarcha como ceniza;
hace caer el hielo
como migajas
y con el frío
congela las aguas;
envía una orden, y
se derriten;
sopla su aliento,
y corren.
Anuncia su palabra
a Jacob,
sus decretos y
mandatos a Israel;
con ninguna nación
obró así,
ni les dio a
conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu cruz
adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero
ha venido la alegría al mundo entero.
LECTURA BREVE
Is 52, 13-15
Mirad: mi siervo
tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera. Y, así como muchos se
horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni parecía hombre, no
tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se admirarán de él y, a su
vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y
contemplarán algo inaudito.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del
responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por
nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fijaron
encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su condenación: «Éste es
Jesús, el rey de los judíos.»
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fijaron
encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su condenación: «Éste es
Jesús, el rey de los judíos.»
PRECES
Adoremos a nuestro
Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado
para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad
de nosotros.
Señor y Maestro
nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte,
enséñanos a
someternos siempre a la voluntad del Padre.
Tú que siendo
nuestra vida quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y todo su poder,
haz que contigo
sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a vida nueva.
Rey nuestro, que
como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la vergüenza de la gente,
haz que tu Iglesia
no se acobarde ante la humillación, sino que como tú proclame en toda
circunstancia el honor del Padre.
Salvador de todos
los hombres, que diste tu vida por los hermanos,
enséñanos a
amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo.
Tú que al ser
elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,
reúne en tu reino
a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Porque la muerte
de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre,
diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRUZ
PRECIOSA
Cruz preciosa,
inmerecida:
a los hombres
diste vida.
Un dolor
en el madero;
y a los hombres
un Cordero.
Sangre roja
del combate;
y para el hombre
el rescate.
Tu victoria
es nuestra vida,
por la sangre
de tu herida.
Nuestra vida
es tu muerte
¡y para el hombre
qué suerte! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Era hacia
la media mañana cuando crucificaron a Jesús.
Salmo 39, 2-14.
17-18 - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO
Yo esperaba con
ansia al Señor;
él se inclinó y
escuchó mi grito;
me levantó de la
fosa fatal,
de la charca
fangosa;
afianzó mis pies sobre
roca,
y aseguró mis
pasos;
me puso en la boca
un cántico nuevo,
un himno a nuestro
Dios.
Muchos, al verlo,
quedaron sobrecogidos
y confiaron en el
Señor.
Dichoso el hombre
que ha puesto
su confianza en el
Señor,
y no acude a los
idólatras,
que se extravían
con engaños.
¡Cuántas
maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en
favor nuestro!
Nadie se te puede
comparar:
intento
proclamarlas, decirlas,
pero superan todo
número.
Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me
abriste el oído;
no pides
sacrificio expiatorio,
entonces yo digo:
«Aquí estoy
-como está escrito
en mi libro-
para hacer tu
voluntad.»
Dios mío, lo
quiero,
y llevo tu ley en
las entrañas.
He proclamado tu
salvación
ante la gran
asamblea;
no he cerrado los
labios:
Señor, tú lo
sabes.
No me he guardado
en el pecho tu defensa,
he proclamado tu
fidelidad y tu salvación,
no he negado tu
misericordia y tu lealtad
ante la gran
asamblea.
Tú, Señor, no me
niegues tu clemencia,
que tu misericordia
y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan
desgracias sin cuento.
Se me echan encima
mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los
cabellos de mi cabeza,
y me falta el
valor.
Señor, dígnate
librarme;
Señor, date prisa
en socorrerme.
Alégrense y gocen
contigo
todos los que te
buscan;
digan siempre:
«Grande es el Señor»,
los que desean tu
salvación.
Yo soy pobre y
desdichado,
pero el Señor
cuida de mí;
tú eres mi auxilio
y mi liberación:
Dios mío, no
tardes.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 53, 3-6. 8-9
- PETICIÓN DE AUXILIO
¡Oh Dios!, sálvame
por tu nombre,
sal por mí con tu
poder.
¡Oh Dios!, escucha
mi súplica,
atiende a mis
palabras:
porque unos
insolentes se alzan contra mí,
y hombres
violentos me persiguen a muerte
sin tener presente
a Dios.
Pero Dios es mi
auxilio,
el Señor sostiene
mi vida.
Te ofreceré un
sacrificio voluntario
dando gracias a tu
nombre, que es bueno;
porque me libraste
del peligro
y he visto la
derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 87 - ORACIÓN
DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío,
de día te pido auxilio,
de noche grito en
tu presencia;
llegue hasta ti mi
súplica,
inclina tu oído a
mi clamor.
Porque mi alma
está colmada de desdichas,
y mi vida está al
borde del abismo;
ya me cuentan con
los que bajan a la fosa,
soy como un
inválido.
Tengo mi cama
entre los muertos,
como los caídos
que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya
no guardas memoria,
porque fueron
arrancados de tu mano.
Me has colocado en
lo hondo de la fosa,
en las tinieblas
del fondo;
tu cólera pesa
sobre mí,
me echas encima
todas tus olas.
Has alejado de mí
a mis conocidos,
me has hecho
repugnante para ellos:
encerrado, no
puedo salir,
y los ojos se me
nublan de pesar.
Todo el día te
estoy invocando,
tendiendo las
manos hacia ti.
¿Harás tú
maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las
sombras para darte gracias?
¿Se anuncia en el
sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en
el reino de la muerte?
¿Se conocen tus
maravillas en la tiniebla
o tu justicia en
el país del olvido?
Pero yo te pido
auxilio,
por la mañana irá
a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor,
me rechazas
y me escondes tu
rostro?
Desde niño fui
desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el
peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu
incendio,
tus espantos me
han consumido:
me rodean como las
aguas todo el día,
me envuelven todos
a una;
alejaste de mí
amigos y compañeros:
mi compañía son
las tinieblas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Era hacia la
media mañana cuando crucificaron a Jesús.
LECTURA BREVE
Is 53, 2-3
Creció ante
nosotros como un débil brote, como raíz en tierra árida. Lo vimos sin aspecto
atrayente, sin gracia ni belleza, despreciado y rechazado por los hombres, como
varón de dolores, acostumbrado a los sufrimientos, ante el cual se desvía la
mirada, discriminado y desestimado.
V. Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu
santa cruz redimiste al mundo.
ORACIÓN
OREMOS,
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: MISTERIO EN
EL CALVARIO
¡Misterio en el
Calvario,
escándalo
sangriento!:
el Señor de la
tierra
esclavo en un
madero.
Víctima
escarnecida,
misterio y
sacramento:
el Señor de la
gloria
entre ladrones
muerto.
Tú sabes que los
hombres
ignoran lo que han
hecho;
mas tu perdón los
cubre,
Sacerdote y
Cordero.
¡Misterio en el
Calvario,
escándalo
sangriento!
Al fin viene la
hora
que espera el
universo:
la cruz en él
clavada
y tu gracia al
acecho.
¡Víctima
escarnecida,
misterio y
sacramento!
Tu sangre
derramada
floreció en el
desierto.
¡Misterio del
Calvario,
escándalo
sangriento!:
la muerte muerta
es vida
clavada en un
madero. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desde el
mediodía hasta las tres de la tarde se extendieron las tinieblas sobre toda la
tierra.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no hubiera
estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde el
mediodía hasta las tres de la tarde se extendieron las tinieblas sobre toda la
tierra.
LECTURA BREVE
Is 53, 4-5
Él soportó
nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos
leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue herido por nuestras rebeldías,
triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz, por
sus llagas hemos sido curados.
V. Jesús,
acuérdate de mí.
R. Cuando vengas
revestido de tu dignidad real.
ORACIÓN
OREMOS,
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRUZ DE
CRISTO
Cruz de Cristo,
cuyos brazos
todo el mundo han
acogido.
Cruz de Cristo,
cuya sangre
todo el mundo ha
redimido.
Cruz de Cristo,
luz que brilla
en la noche del
camino.
Cruz de Cristo,
cruz del hombre,
su bastón de
peregrino.
Cruz de Cristo,
árbol de vida,
vida nuestra, don
eximio.
Cruz de Cristo,
altar divino
de Dios-Hombre en
sacrificio. Amén.
SALMODIA
Ant 1. A media
tarde, Jesús gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A media
tarde, Jesús gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
LECTURA BREVE
Is 53, 6-7
Todos errábamos
como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos
nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no
abría la boca.
V. Me confinó a
las tinieblas.
R. Como a los
muertos ya olvidados.
ORACIÓN
OREMOS,
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: BRAZOS
RÍGIDOS Y YERTOS
Brazos rígidos y
yertos,
por dos garfios
traspasados,
que aquí estáis,
por mis pecados,
para recibirme
abiertos,
para esperarme
clavados.
Cuerpo llagado de
amores,
yo te adoro y yo
te sigo;
yo, Señor de los
señores,
quiero partir tus
dolores
subiendo a la cruz
contigo.
Quiero en la vida
seguirte
y por sus caminos
irte
alabando y
bendiciendo,
y bendecirte
sufriendo
y muriendo
bendecirte.
Que no ame la
poquedad
de cosas que van y
vienen;
que adore la
austeridad
de estos sentires
que tienen
sabores de
eternidad;
que sienta una
dulce herida
de ansia de amor
desmedida;
que ame tu ciencia
y tu luz;
que vaya, en fin,
por la vida
como tú estás en
la cruz:
de sangre los pies
cubiertos,
llagadas de amor
las manos,
los ojos al mundo
muertos
y los dos brazos
abiertos
para todos mis
hermanos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Escuchad,
pueblos todos, y mirad mi dolor.
Salmo 115 - ACCIÓN
DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun
cuando dije:
«¡Qué desgraciado
soy!»
Yo decía en mi
apuro:
«Los hombres son
unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al
Señor
todo el bien que
me ha hecho?
Alzaré la copa de
la salvación,
invocando su
nombre.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo.
Vale mucho a los
ojos del Señor
la vida de sus
fieles.
Señor, yo soy tu
siervo,
siervo tuyo, hijo
de tu esclava:
rompiste mis
cadenas.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu
nombre, Señor.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo,
en el atrio de la
casa del Señor,
en medio de ti,
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escuchad,
pueblos todos, y mirad mi dolor.
Ant 2. Mi aliento
desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.
Salmo 142, 1-11 -
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi
oración;
tú que eres fiel,
atiende a mi súplica;
tú que eres justo,
escúchame.
No llames a juicio
a tu siervo,
pues ningún hombre
vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me
persigue a muerte,
empuja mi vida al
sepulcro,
me confina a las
tinieblas
como a los muertos
ya olvidados.
mi aliento
desfallece,
mi corazón dentro
de mí está yerto.
Recuerdo los
tiempos antiguos,
medito todas tus
acciones,
considero las
obras de tus manos
y extiendo mis
brazos hacia ti:
tengo sed de ti
como tierra reseca.
Escúchame en
seguida, Señor,
que me falta el
aliento.
No me escondas tu
rostro,
igual que a los
que bajan a la fosa.
En la mañana hazme
escuchar tu gracia,
ya que confío en
ti;
indícame el camino
que he de seguir,
pues levanto mi
alma a ti.
Líbrame del
enemigo, Señor,
que me refugio en
ti.
Enséñame a cumplir
tu voluntad,
ya que tú eres mi
Dios.
Tu espíritu, que
es bueno,
me guíe por tierra
llana.
Por tu nombre,
Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia,
sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi aliento
desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.
Ant 3. Jesús,
después de haber probado el vinagre, exclamó: «Todo está cumplido»; e,
inclinando la cabeza, expiró.
Cántico: CRISTO,
SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de
su condición divina,
no hizo alarde de
su categoría de Dios,
al contrario, se
anonadó a sí mismo,
y tomó la condición
de esclavo,
pasando por uno de
tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte
y una muerte de
cruz.
Por eso Dios lo
levantó sobre todo
y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la
tierra, en el abismo
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús,
después de haber probado el vinagre, exclamó: «Todo está cumplido»; e,
inclinando la cabeza, expiró.
LECTURA BREVE
1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por
nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Él no cometió
pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando le insultaban, no devolvía el
insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del
que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que,
muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del
responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por
nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Siendo
enemigos, hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los soberbios
de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Siendo enemigos,
hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
PRECES
Hoy es laudable
usar como preces de Vísperas la oración universal que se propone para este día
en el Misal. Pero, si se prefiere, también pueden usarse las preces que se
proponen a continuación, o bien puede hacerse un momento de oración en silencio
después de anunciar cada una de las intenciones de la oración universal del
Misal, antes mencionada.
Al conmemorar la
muerte de nuestro Señor Jesucristo, de la que brotó la vida del mundo, oremos a
Dios Padre, diciendo:
Por la muerte de
tu Hijo, escúchanos, Señor.
Mantén, Señor, la
unidad de la Iglesia.
Protege al papa
Francisco.
Santifica por tu
Espíritu a los obispos, presbíteros,
diáconos y a todo
tu pueblo santo.
Acrecienta la fe y
la sabiduría de los catecúmenos.
Congrega a los
cristianos en la unidad.
Haz que Israel
llegue a conseguir en plenitud la redención.
Ilumina con tu
gracia a los que no creen en Cristo.
Haz que los ateos
lleguen a descubrir tu amor a través de las obras de la creación.
Guía los
pensamientos y decisiones de los gobernantes.
Concede tu
consuelo a los que se sienten tristes.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Da tu perdón pleno
a los difuntos.
A continuación se
reza el
Padre nuestro...
ORACION
Mira, Señor, con
bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el
tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi
culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: TÚ, A QUIEN
HE BUSCADO, SEÑOR
Tú, a quien he
buscado, Señor,
en este día,
a quien he
escuchado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien he
cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien yo he
negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de
esta noche. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo
del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA
SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío
en ti.»
Él te librará de
la red del cazador,
de la peste
funesta.
Te cubrirá con sus
plumas,
bajo sus alas te
refugiarás:
su brazo es escudo
y armadura.
No temerás el
espanto nocturno,
ni la flecha que
vuela de día,
ni la peste que se
desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
diez mil a tu
derecha;
a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos
y verás la paga de
los malvados,
porque hiciste del
Señor tu refugio,
tomaste al
Altísimo por defensa.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga
llegará hasta tu tienda,
porque a sus
ángeles ha dado órdenes
para que te
guarden en tus caminos;
te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones
y dragones.
«Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en
la tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré;
lo saciaré de
largos días,
y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al amparo del
Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE
Ap 22, 4-5
Verán el rostro
del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no
necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre
ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del
responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por
nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor,
esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles
habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con
nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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