Del común de
doctores de la Iglesia. Salterio II.
SANTOS BASILIO
MAGNO Y GREGORIO NACIANZO, obispos y doctores de la Iglesia. (MEMORIA)
San Basilio
nació en Cesarea de Capadocia el año 330, de una familia cristiana; brilló por
su cultura y por sus virtudes; comenzó a llevar una vida eremítica, pero el año
370 fue nombrado obispo de su ciudad. Combatió el arrianismo; escribió muchas e
importantes obras y, principalmente, reglas monásticas, por las que se rigen
aún muchos monjes orientales; ayudó en gran manera a los pobres. Murió el día 1
de enero del año 379.
San Gregorio
nació cerca de Nacianzo el mismo año 330 y viajó mucho por razón de sus
estudios. Primero imitó a su amigo Basilio en la vida solitaria, pero luego fue
ordenado presbítero y obispo. El año 381 fue elegido obispo de Constantinopla;
sin embargo, a causa de los diversos bandos que dividían a su Iglesia se retiró
a Nacianzo, donde murió el día 25 de enero del año 389 o 390. Por su eximia
doctrina y elocuencia, mereció el apelativo de «el teólogo».
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: HONDO SABER
DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA
Hondo saber de
Dios fue vuestra ciencia.
su espíritu de
verdad os dio a beberla
en la Revelación,
que es su presencia
en velos de
palabra siempre nueva.
Abristeis el
camino para hallarla
a todo el que de
Dios hambre tenía,
palabra del Señor
que, al contemplarla,
enciende nuestras
luces que iluminan.
Saber de Dios en
vida convertido
es la virtud del
justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la
luz, fue lo debido
que fuera su
verdad, su pensamiento.
Demos gracias a
Dios humildemente,
y al Hijo, su
verdad que a todos guía,
dejemos que su
Luz, faro esplendente,
nos guíe por el
mar de nuestra vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Inclina,
Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Salmo 30, 2-17.
20-25 I SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS
A ti, Señor, me
acojo:
no quede yo nunca
defraudado;
tú, que eres
justo, ponme a salvo,
inclina tu oído
hacia mí;
ven aprisa a
librarme,
sé la roca de mi
refugio,
un baluarte donde
me salve,
tú que eres mi
roca y mi baluarte;
por tu nombre
dirígeme y guíame:
sácame de la red
que me han tendido,
porque tú eres mi
amparo.
En tus manos
encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal,
me librarás;
tú aborreces a los
que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en
el Señor;
tu misericordia
sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en
mi aflicción,
velas por mi vida
en peligro;
no me has
entregado en manos del enemigo,
has puesto mis
pies en un camino ancho.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Inclina,
Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Ant 2. Haz
brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Salmo 30 II
Piedad, Señor, que
estoy en peligro:
se consumen de
dolor mis ojos,
mi garganta y mis
entrañas.
Mi vida se gasta
en el dolor;
mis años, en los
gemidos;
mi vigor decae con
las penas,
mis huesos se
consumen.
Soy la burla de
todos mis enemigos,
la irrisión de mis
vecinos,
el espanto de mis
conocidos:
me ven por la
calle y escapan de mí.
Me han olvidado
como a un muerto,
me han desechado
como a un cacharro inútil.
Oigo las burlas de
la gente,
y todo me da
miedo;
se conjuran contra
mí
y traman quitarme
la vida.
Pero yo confío en
ti, Señor,
te digo: «Tú eres
mi Dios.»
En tu mano está mi
destino:
líbrame de los
enemigos que me persiguen;
haz brillar tu
rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz brillar,
Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Ant 3. Bendito sea
el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
Salmo 30 III
¡Qué bondad tan
grande, Señor,
reservas para tus
fieles,
y concedes a los
que a ti se acogen
a la vista de
todos!
En el asilo de tu
presencia los escondes
de las conjuras
humanas;
los ocultas en tu
tabernáculo,
frente a las
lenguas pendencieras.
Bendito el Señor,
que ha hecho por mí
prodigios de
misericordia
en la ciudad
amurallada.
Yo decía en mi
ansiedad:
«Me has arrojado
de tu vista»;
pero tú escuchaste
mi voz suplicante
cuando yo te
gritaba.
Amad al Señor,
fieles suyos;
el Señor guarda a
sus leales,
y a los soberbios
les paga con creces.
Sed fuertes y
valientes de corazón
los que esperáis
en el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea
el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
V. Cantad al
Señor, bendecid su nombre.
R. Proclamad día
tras día su victoria.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los
Colosenses 2, 16--3, 4
LA VIDA NUEVA EN
CRISTO
Hermanos: Que
nadie os condene por cuestiones de comida o de bebida, o por razón de fiestas
anuales o de lunas nuevas o de sábados. Eso no es más que sombra de lo que
había de venir; pero la realidad es el cuerpo de Cristo. Que nadie quiera dar
una decisión en contra vuestra, dando preferencia a la mortificación y al culto
de los ángeles, fiado en la interpretación de sus propias visiones. El que tal
hace está vanamente engreído en su mentalidad, que no entiende sino de miras
humanas, y no quiere adherirse a la cabeza (que es Cristo), del cual todo el
cuerpo recibe, por articulaciones y ligamentos, su alimento y cohesión, y del
mismo obtiene el crecimiento que da Dios.
Si con Cristo
habéis muerto a los «elementos del mundo», ¿por qué os sometéis, como si vivieseis
en el mundo de los elementos, a preceptos como éstos: «No tomes eso, no gustes
aquello, no toques lo de más allá»? Cosas son éstas que se consumen por el uso;
y tales mandamientos no pasan de ser prescripciones y enseñanzas compuestas por
los hombres. En apariencia, se ven razonables, por ser actos de piedad
individual, por la sumisión y mortificación corporal que pretenden, pero en sí
no tienen ningún valor; sólo sirven para satisfacción de la vida material.
Si habéis sido
resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a
la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de
la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios;
cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os manifestaréis también
vosotros con él, revestidos de gloria.
RESPONSORIO
Col 3, 1-2; Lc 12, 34
R. Si habéis sido
resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a
la diestra de Dios. * Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las
de la tierra.
V. Donde está
vuestro tesoro, ahí está vuestro corazón.
R. Poned vuestro
corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
SEGUNDA LECTURA
De las
Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 43,
en alabanza de Basilio Magno, 15. 16-17. 19.21: PG 36, 514-523)
COMO SI LOS DOS
CUERPOS TUVIERAN UN ALMA EN COMÚN
Nos habíamos
encontrado en Atenas, como el curso de un río que, naciendo en una misma
patria, se divide luego hacia diversas regiones (a donde habíamos ido por el
afán de aprender) y de nuevo, de común acuerdo, por disposición divina, vuelve
a reunirse.
Por entonces, no
sólo admiraba yo a mi grande y querido Basilio, por la seriedad de sus
costumbres y por la madurez y prudencia de sus palabras, sino que inducía
también yo mismo a los demás que no lo conocían a que le tuviesen esta misma
admiración. Los que conocían su fama y lo habían oído ya lo admiraban.
¿Qué consecuencias
tuvo esto? Que él era casi el único que destacaba entre todos los que habían
venido a Atenas para estudiar, y que alcanzó honores superiores a los que
correspondían a su condición de mero discípulo. Éste fue el principio de
nuestra amistad, el pequeño fuego que empezó a unirnos; de este modo, se
estableció un mutuo afecto entre nosotros.
Con el correr del
tiempo, nos hicimos mutuas confidencias acerca de nuestro común deseo de
estudiar la filosofía; ya por entonces se había acentuado nuestra mutua
estimación, vivíamos juntos como camaradas, estábamos en todo de acuerdo,
teníamos idénticas aspiraciones y nos comunicábamos cada día nuestra común
afición por el estudio, con lo que ésta se hacía cada vez más ferviente y
decidida.
Teníamos ambos una
idéntica aspiración a la cultura, cosa que es la que más se presta a envidias;
sin embargo, no existía entre nosotros tal envidia, aunque sí el incentivo de
la emulación. Nuestra competición consistía no en obtener cada uno para sí el
primer puesto, sino en obtenerlo para el otro, pues cada uno consideraba la
gloria de éste como propia.
Era como si los
dos cuerpos tuvieran un alma en común. Pues si bien no hay que dar crédito a
los que afirman que todas las cosas están en todas partes, en nuestro caso sí
podía afirmarse que estábamos el uno en el otro.
Idéntica era
nuestra actividad y nuestra afición: aspirar a la virtud, vivir con la
esperanza de las cosas futuras y tratar de comportarnos de tal manera que, aun
antes de que llegase el momento de salir de esta vida, pudiese decirse que ya
habíamos salido de ella. Con estos pensamientos dirigíamos nuestra vida y todas
nuestras acciones, esforzándonos en seguir el camino de los mandamientos
divinos y estimulándonos el uno al otro a la práctica de la virtud; y, si no
pareciese una arrogancia el decirlo, diría que éramos el uno para el otro la
norma y regla para discernir el bien del mal.
Y, así como hay
algunos que tienen un sobrenombre, ya sea heredado de sus padres, ya sea
adquirido por méritos personales, para nosotros el mayor título de gloria era
el ser cristianos y ser con tal nombre reconocidos.
RESPONSORIO
Dn 2, 21-22; 1Co 12, 11
R. El Señor da
sabiduría a los sabios y ciencia a los que saben discernir: * él revela
honduras y secretos, y la luz mora junto a él.
V. Y todos estos
dones son obra de un mismo y único Espíritu, que distribuye a cada uno según le
place.
R. Él revela
honduras y secretos, y la luz mora junto a él.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que
has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las enseñanzas de san Basilio
Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que busquemos humildemente tu verdad y
que, viviendo según esta verdad, crezcamos en el amor. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el esquema
del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Himno: PARA
VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el
misterio del Padre;
con vosotros, la
luz del Verbo;
en vosotros, la
llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de
Dios!,
¡hombres del
Evangelio!,
¡humildes inteligencias
luminosas!,
¡grandes hombres
de barro tierno!
El mundo tiene
hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos
atan a lo efímero
y nos vamos
perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que
aprendisteis del Padre;
con nosotros, la
luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el
Amor ingénito.
¡Hombres de
Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y
un anhelo,
la angustia por la
verdad,
por el error el
miedo.
Dadnos una vida de
rodillas
ante el misterio,
una visión de este
mundo de muerte
y una esperanza de
cielo.
Padre, te pedimos
para la Iglesia
la ciencia de
estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO
DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como busca la
cierva
corrientes de
agua,
así mi alma te
busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a
ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son
mi pan
noche y día,
mientras todo el
día me repiten:
«¿Dónde está tu
Dios?»
Recuerdo otros
tiempos,
y mi alma
desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la
cabeza del grupo,
hacia la casa de
Dios,
entre cantos de
júbilo y alabanza,
en el bullicio de
la fiesta.
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me
turbas?
Espera en Dios,
que volverás a alabarlo:
«Salud de mi
rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se
acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y
el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a
otra sima
con voz de
cascadas:
tus torrentes y
tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará
misericordia,
de noche cantaré
la alabanza
del Dios de mi
vida.
Diré a Dios: Roca
mía,
¿por qué me
olvidas?
¿Por qué voy
andando sombrío,
hostigado por mi
enemigo?
Se me rompen los
huesos
por las burlas del
adversario;
todo el día me
preguntan:
«¿Dónde está tu
Dios?»
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me
turbas?
Espera en Dios,
que volverás a alabarlo:
«Salud de mi
rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos,
Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA
EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del
universo,
infunde tu terror
a todas las naciones;
amenaza con tu
mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu
poder.
Como les mostraste
tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu
gloria castigándolos a ellos:
para que sepan,
como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios
fuera de ti.
Renueva los prodigios,
repite los portentos,
exalta tu mano,
robustece tu brazo.
Reúne a todas las
tribus de Jacob
y dales su heredad
como antiguamente.
Ten compasión del
pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien
nombraste tu primogénito.
Ten compasión de
tu ciudad santa,
de Jerusalén,
lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu
majestad
y al templo de tu
gloria.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos,
Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito
eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A -
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama
la gloria de Dios,
el firmamento
pregona la obra de sus manos:
el día al día le
pasa el mensaje,
la noche a la
noche se lo murmura.
Sin que hablen,
sin que pronuncien,
sin que resuene su
voz,
a toda la tierra
alcanza su pregón
y hasta los
límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto
su tienda al sol:
él sale como el
esposo de su alcoba,
contento como un
héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un
extremo del cielo,
y su órbita llega
al otro extremo:
nada se libra de
su calor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres,
Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE
Sb 7, 13-14
Aprendí la
sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque
es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la
amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo
cuenta su sabiduría.
R. El pueblo
cuenta su sabiduría.
V. La asamblea
pregona su alabanza.
R. Cuenta su
sabiduría.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo
cuenta su sabiduría.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los sabios
brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las
multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Cántico de Zacarías.
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los sabios
brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las
multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
PRECES
Demos gracias a
Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle
diciendo:
Apacienta a tu
pueblo, Señor.
Señor Jesucristo,
tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por
ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo,
tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu
pueblo,
no dejes de
guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo,
tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las
almas,
haz que nunca
falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo,
tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los
santos,
haz que, guiados
por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Oremos
confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que
has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las enseñanzas de san Basilio
Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que busquemos humildemente tu verdad y
que, viviendo según esta verdad, crezcamos en el amor. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. José y
María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. José y María,
la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
LECTURA BREVE
1Tm 1, 15
Sentencia
verdadera y digna de universal adhesión es ésta: Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores.
V. Se acordó el
Señor de su misericordia. Aleluya.
R. Y de su
fidelidad en favor de la casa de Israel. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concede, Señor,
una fe inquebrantable a tu pueblo, que confiesa y proclama que tu Hijo único,
eterno y glorioso como tú, nació de la Virgen María, tomando un cuerpo humano
como el nuestro; haz que, por ese misterio inefable, nos veamos libres de las
adversidades de esta vida y merezcamos ir después a disfrutar del gozo que no
tiene fin. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH SEÑOR,
DIOS ETERNO Y BONDADOSO
Oh Señor, Dios
eterno y bondadoso,
tú diriges los
tiempos y la vida;
son por ti
luminosas las mañanas,
con tu sol das el
fuego al mediodía.
Que tu paz se
derrame en nuestras almas
y que apague el
ardor de la discordia;
que descansen los
cuerpos fatigados,
anhelando el
reposo de tu gloria.
Tu amistad danos,
Padre omnipotente,
sea Cristo la
senda que sigamos,
ilumine el
Espíritu el desierto
en que todos a ti
peregrinamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. María
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían arrollado
las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR
VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. María
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
LECTURA BREVE
Ap 21, 23-24
La ciudad santa de
Jerusalén no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina
la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a su luz,
y los reyes de la tierra irán a llevarle su esplendor.
V. Los confines de
la tierra han contemplado. Aleluya.
R. La salvación de
nuestro Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concede, Señor,
una fe inquebrantable a tu pueblo, que confiesa y proclama que tu Hijo único,
eterno y glorioso como tú, nació de la Virgen María, tomando un cuerpo humano
como el nuestro; haz que, por ese misterio inefable, nos veamos libres de las
adversidades de esta vida y merezcamos ir después a disfrutar del gozo que no
tiene fin. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH DIOS,
TENAZ VIGOR DE TODA COSA
Oh Dios, tenaz
vigor de toda cosa,
que inmóvil en ti
mismo permaneces,
y que el orden del
tiempo determinas
por medio de la
luz que nace y muere.
Dígnate
concedernos, en la tarde,
Luz con que
nuestra vida nunca cese,
y haz que el bien
infinito de la gloria
siga a la gracia
de una santa muerte.
Glorificado seas,
Jesucristo,
nacido del más
puro y santo vientre,
y que sean también
glorificados
el Padre y el
Espíritu por siempre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis ojos
han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
Salmo 118, 41-48
Señor, que me
alcance tu favor,
tu salvación según
tu promesa:
así responderé a
los que me injurian,
que confío en tu
palabra;
no quites de mi
boca las palabras sinceras,
porque yo espero
en tus mandamientos.
Cumpliré sin cesar
tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un
camino ancho,
buscando tus
decretos;
comentaré tus
preceptos ante los reyes,
y no me
avergonzaré.
Serán mi delicia tus
mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis
manos hacia ti
recitando tus
mandatos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 39, 2-14.
17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO
Yo esperaba con
ansia al Señor;
él se inclinó y
escuchó mi grito;
me levantó de la
fosa fatal,
de la charca
fangosa;
afianzó mis pies
sobre roca,
y aseguró mis
pasos;
me puso en la boca
un cántico nuevo,
un himno a nuestro
Dios.
Muchos, al verlo,
quedaron sobrecogidos
y confiaron en el
Señor.
Dichoso el hombre
que ha puesto
su confianza en el
Señor,
y no acude a los
idólatras,
que se extravían
con engaños.
¡Cuántas
maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en
favor nuestro!
Nadie se te puede
comparar:
intento
proclamarlas, decirlas,
pero superan todo
número.
Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me
abriste el oído;
no pides
sacrificio expiatorio,
entonces yo digo:
«Aquí estoy
-como está escrito
en mi libro-
para hacer tu
voluntad.»
Dios mío, lo
quiero,
y llevo tu ley en
las entrañas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 39 II
He proclamado tu
salvación
ante la gran
asamblea;
no he cerrado los
labios:
Señor, tú lo
sabes.
No me he guardado
en el pecho tu defensa,
he proclamado tu
fidelidad y tu salvación,
no he negado tu
misericordia y tu lealtad
ante la gran
asamblea.
Tú, Señor, no me
niegues tu clemencia,
que tu
misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan
desgracias sin cuento.
Se me echan encima
mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los
cabellos de mi cabeza,
y me falta el
valor.
Señor, dígnate
librarme;
Señor, date prisa
en socorrerme.
Alégrense y gocen
contigo
todos los que te
buscan;
digan siempre:
«Grande es el Señor»,
los que desean tu
salvación.
Yo soy pobre y
desdichado,
pero el Señor
cuida de mí;
tú eres mi auxilio
y mi liberación:
Dios mío, no
tardes.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
LECTURA BREVE
1Jn 1, 5
El mensaje que de
él hemos recibido y os transmitimos es éste: Dios es luz y en él no hay
tiniebla alguna.
V. La misericordia
y la fidelidad se encuentran. Aleluya.
R. La justicia y
la paz se besan. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concede, Señor,
una fe inquebrantable a tu pueblo, que confiesa y proclama que tu Hijo único,
eterno y glorioso como tú, nació de la Virgen María, tomando un cuerpo humano
como el nuestro; haz que, por ese misterio inefable, nos veamos libres de las
adversidades de esta vida y merezcamos ir después a disfrutar del gozo que no
tiene fin. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE
DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna
luz divina,
fuente eternal de
toda verdad pura,
gloria de Dios,
que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz
en noche oscura.
Palabra
eternamente pronunciada
en la mente del
Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a
los hombres nos fue dada
en el seno de
Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de
muerte y de pecado,
en que yacía el
hombre, así vencido,
su verdad y su luz
han disipado,
con su vida y su
muerte ha redimido.
Con destellos de
luz que Dios envía,
no dejéis de
brillar, faros divinos;
de los hombres y
pueblos sed su guía,
proclamad la
verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres el más
bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44 I - LAS
NUPCIAS DEL REY.
Me brota del
corazón un poema bello,
recito mis versos a
un rey;
mi lengua es ágil
pluma de escribano.
Eres el más bello
de los hombres,
en tus labios se
derrama la gracia,
el Señor te
bendice eternamente.
Cíñete al flanco
la espada, valiente:
es tu gala y tu
orgullo;
cabalga victorioso
por la verdad y la justicia,
tu diestra te
enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son
agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los
enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh
Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud
es tu cetro real;
has amado la
justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor,
tu Dios, te ha ungido
con aceite de
júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y
acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios
de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes
salen a tu encuentro,
de pie a tu
derecha está la reina
enjoyada con oro
de Ofir.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres el más
bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Ant 2. Llega el
esposo, salid a recibirlo.
Salmo 44 II
Escucha, hija,
mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y
la casa paterna:
prendado está el
rey de tu belleza,
póstrate ante él,
que él es tu señor.
La ciudad de Tiro
viene con regalos,
los pueblos más
ricos buscan tu favor.
Ya entra la
princesa, bellísima,
vestida de perlas
y brocado;
la llevan ante el
rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus
compañeras:
las traen entre
alegría y algazara,
van entrando en el
palacio real.
«A cambio de tus
padres tendrás hijos,
que nombrarás
príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer
memorable tu nombre
por generaciones y
generaciones,
y los pueblos te
alabarán
por los siglos de
los siglos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llega el
esposo, salid a recibirlo.
Ant 3. Dios
proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase
el momento culminante.
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha
bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en
la persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo,
por pura
iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan generosamente
nos ha concedido
en su querido
Hijo,
redunde en
alabanza suya.
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un
derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había
proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas
las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y
las de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios proyectó
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el
momento culminante.
LECTURA BREVE
St 3, 17-18
La sabiduría que
viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva,
dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que
procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea
le da la palabra.
R. En la asamblea
le da la palabra.
V. Lo llena de
espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la
palabra.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea
le da la palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Quien cumpla
y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quien cumpla
y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a
Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo,
Señor.
Tú que por medio
de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los
cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la
oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo,
perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y
santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú que de entre
los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste
como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de
tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la
heredad de los santos pastores,
no permitas que
ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que por medio
de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie
las arrebate de tu mano,
salva a los
difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la
oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que
has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las enseñanzas de san Basilio
Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que busquemos humildemente tu verdad y
que, viviendo según esta verdad, crezcamos en el amor. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO
ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el
día
te suplicamos,
Señor,
nos hagas de
centinela
y otorgues tu
protección.
Que te sintamos:
contigo
sueñe nuestro
corazón
para cantar tus
loores
de nuevo al salir
el sol.
Danos vida
saludable,
alienta nuestro
calor,
tu claridad
ilumine
la oscuridad que
llegó.
Dánoslo, Padre
piadoso,
por Jesucristo, el
Señor,
que reina con el
Espíritu
Santo vivificador.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN
DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído,
Señor; escúchame,
que soy un pobre
desamparado;
protege mi vida,
que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo,
que confía en ti.
Tú eres mi Dios,
piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy
llamando todo el día;
alegra el alma de
tu siervo,
pues levanto mi
alma hacia ti;
porque tú, Señor,
eres bueno y clemente,
rico en
misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi
oración,
atiende a la voz
de mi súplica.
En el día del
peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual
entre los dioses, Señor,
ni hay obras como
las tuyas.
Todos los pueblos
vendrán
a postrarse en tu
presencia, Señor;
bendecirán tu
nombre:
«Grande eres tú, y
haces maravillas;
tú eres el único
Dios.»
Enséñame, Señor,
tu camino,
para que siga tu
verdad;
mantén mi corazón
entero
en el temor de tu
nombre.
Te alabaré de todo
corazón, Dios mío;
daré gloria a tu
nombre por siempre,
por tu grande
piedad para conmigo,
porque me salvaste
del abismo profundo.
Dios mío, unos
soberbios se levantan contra mí,
una banda de
insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en
cuenta a ti.
Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera,
rico en piedad y leal,
mírame, ten
compasión de mí.
Da fuerza a tu
siervo,
salva al hijo de
tu esclava;
dame una señal
propicia,
que la vean mis
adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor,
me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto
para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros,
para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a
nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del
reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la
cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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