Del propio del
Tiempo. Salterio I
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Al Rey que
viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que
viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO QUE
DEL CIELO BAJAS
Verbo que del
cielo bajas,
Luz del Padre que,
naciendo,
socorres al mundo
mísero
con el correr de
los tiempos:
Ilumina el
corazón,
quema de amor
nuestro pecho,
y borren tus
enseñanzas
tantos deslices y
yerros,
para que, cuando
regreses
como juez de
nuestros hechos,
castigues el mal
oculto
y corones a los
buenos.
Que la maldad no
nos lance
por nuestras
culpas al fuego,
mas felices
moradores
nos veamos en tu
reino.
A Dios Padre y a
su Hijo
gloria y honor
tributemos,
y al Espíritu
Paráclito,
por los siglos
sempiternos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sálvame,
Señor, por tu misericordia.
Salmo 6 - ORACIÓN
DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS
Señor, no me
corrijas con ira,
no me castigues
con cólera.
Misericordia,
Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis
huesos dislocados.
Tengo el alma en
delirio,
y tú, Señor,
¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor,
liberta mi alma,
sálvame por tu
misericordia.
Porque en el reino
de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo,
¿quién te alabará?
Estoy agotado de
gemir:
de noche lloro
sobre el lecho,
riego mi cama con
lágrimas.
Mis ojos se
consumen irritados,
envejecen por
tantas contradicciones.
Apartaos de mí los
malvados,
porque el Señor ha
escuchado mis sollozos;
el Señor ha
escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado
mi oración.
Que la vergüenza
abrume a mis enemigos,
que avergonzados
huyan al momento.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvame,
Señor, por tu misericordia.
Ant 2. El Señor es
el refugio del oprimido en los momentos de peligro.
Salmo 9 A I -
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Te doy gracias,
Señor, de todo corazón,
proclamando todas
tus maravillas;
me alegro y exulto
contigo
y toco en honor de
tu nombre, ¡oh Altísimo!
Porque mis
enemigos retrocedieron,
cayeron y
perecieron ante tu rostro.
Defendiste mi
causa y mi derecho
sentado en tu
trono como juez justo.
Reprendiste a los
pueblos, destruiste al impío
y borraste para
siempre su apellido.
El enemigo acabó
en ruina perpetua,
arrasaste sus
ciudades y se perdió su nombre.
Dios está sentado
por siempre
en el trono que ha
colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe
con justicia
y regirá las
naciones con rectitud.
El será refugio
del oprimido,
su refugio en los
momentos de peligro.
Confiarán en ti
los que conocen tu nombre,
porque no
abandonas a los que te buscan.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
el refugio del oprimido en los momentos de peligro.
Ant 3. Narraré tus
hazañas en las puertas de Sión.
Salmo 9 A II
Tañed en honor del
Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas
a los pueblos;
él venga la sangre,
él recuerda,
y no olvida los
gritos de los humildes.
Piedad, Señor;
mira como me afligen mis enemigos;
levántame del
umbral de la muerte,
para que pueda
proclamar tus alabanzas
y gozar de tu
salvación en las puertas de Sión.
Los pueblos se han
hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó
prendido en la red que escondieron.
El Señor apareció
para hacer justicia,
y se enredó el
malvado en sus propias acciones.
Vuelvan al abismo
los malvados,
los pueblos que
olvidan a Dios.
El no olvida jamás
al pobre,
ni la esperanza
del humilde perecerá.
Levántate, Señor,
que el hombre no triunfe:
sean juzgados los
gentiles en tu presencia.
Señor, infúndeles
terror,
y aprendan los
pueblos que no son más que hombres.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Narraré tus
hazañas en las puertas de Sión.
V. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu
salvación.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
profeta Isaías 7, 1-17
LA SEÑAL DEL
EMMANUEL
Cuando Ajaz, hijo
de Yotán, hijo de Ozías, reinaba en Judá, Rasín, rey de Damasco, y Pecaj, hijo
de Romelía y rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no
lograron conquistarla.
Llegó la noticia
al heredero de David:
«Los sirios
acampan en Efraím.» y se agitó su corazón Y el del pueblo como se agitan los
árboles del bosque con el viento. Entonces el Señor dijo a Isaías:
«Sal al encuentro
de Ajaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la Alberca de
Arriba, junto a la Calzada del Batanero, Y le dirás:
"¡Vigilancia
y calma! No temas, no te acobardes ante esos dos cabos de tizones humeantes (la
ira ardiente de Rasín y los sirios, y del hijo de Romelía). Aunque tramen tu ruina
diciendo: 'Subamos contra Judá, sitiémosla, apoderémonos de ella, y nombraremos
en ella rey al hijo de Tabeel', así dice el Señor: No se cumplirá ni sucederá
así; Damasco es capital de Siria, y Rasín es jefe de Damasco; Samaría es
capital de Efraím, y el hijo de Romelía es jefe de Samaría. Pues bien, dentro
de cinco o seis años, Efraím será destruido y dejará de ser pueblo. Si no
creéis en mí, no subsistiréis."»
El Señor volvió a
hablar a Ajaz:
«Pide una señal al
Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Ajaz:
«No la pido, no
quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo
Isaías:
«Escucha, heredero
de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios?
Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha
concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel:
"Dios-con-nosotros". Éste comerá requesón y miel, hasta que aprenda a
rechazar el mal y a escoger el bien. Pues, antes que aprenda el niño a rechazar
el mal y a escoger el bien, será devastado el país de los dos reyes que ahora
te causan temor. El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo, sobre tu
dinastía, días como no se han conocido desde que Efraím se apartó de Judá.»
RESPONSORIO
Lc 1, 31. 32
R. Concebirás y
darás a luz un hijo, * y le llamarás Jesús.
V. El Señor Dios
le dará el trono de David, su padre.
R. Y le llamarás
Jesús.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas
pastorales de san Carlos Borromeo, obispo
(Acta Ecclesiae
Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917)
SOBRE EL TIEMPO DE
ADVIENTO
Ha llegado,
amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el
Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la
reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y
profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón
vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también
nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al
Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. El
Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo
único, para libramos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo
e introducimos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos
la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de
las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos
y herederos de la vida eterna.
La Iglesia celebra
cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros, exhortándonos a
tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo
aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia
continúa y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los
sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta
conforme a sus mandamientos.
La Iglesia desea
vivamente hacernos comprender que así como Cristo vino una vez al mundo en la
carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquier momento, para
habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus gracias, si
nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.
Por eso, durante
este tiempo, la Iglesia, como madre amantísima y celosísima de nuestra
salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del
Espíritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón
agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar
nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud
como si hubiera él de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo
enseñaron con sus palabras y ejemplos los patriarcas del antiguo Testamento
para que en ello los imitáramos.
RESPONSORIO
Cf. Jl 2, 15; cf. Is 62, 11; cf. Jr 4, 5
R. Tocad la
trompeta en Sión, convocad a las naciones, anunciadlo a los pueblos y decidles:
* «Mirad que ya viene Dios, nuestro salvador.»
V. Anunciadlo y
haced que se escuche en todas partes; proclamad la nueva, gritadla a plena voz:
R. Mirad que ya
viene Dios, nuestro salvador.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que,
cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando
sus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que
viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que
viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: UNA CLARA
VOZ RESUENA.
Una clara voz
resuena
que las tinieblas
repudia,
el sueño pesado
ahuyéntase,
Cristo en el cielo
fulgura.
Despierte el alma
adormida
y sus torpezas
sacuda,
que para borrar
los males
un astro nuevo
relumbra.
De arriba llega el
Cordero
que ha de lavar
nuestras culpas;
con lágrimas
imploremos
el perdón que nos
depura,
porque en su nueva
venida
que aterroriza y
conturba,
no tenga que
castigarnos,
más con piedad nos
acuda.
Al Padre eterno la
gloria,
loor al Hijo en la
altura,
y al Espíritu
Paráclito
por siempre
alabanza suma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. A ti te
suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5, 2-10.
12-13 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis
palabras,
atiende a mis
gemidos,
haz caso de mis
gritos de auxilio,
Rey mío y Dios
mío.
A ti te suplico,
Señor;
por la mañana
escucharás mi voz,
por la mañana te
expongo mi causa,
y me quedo
aguardando.
Tú no eres un Dios
que ame la maldad,
ni el malvado es
tu huésped,
ni el arrogante se
mantiene en tu presencia.
Detestas a los
malhechores,
destruyes a los
mentirosos;
al hombre
sanguinario y traicionero
lo aborrece el
Señor.
Pero yo, por tu
gran bondad,
entraré en tu
casa,
me postraré ante
tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con
tu justicia,
porque tengo
enemigos;
alláname tu
camino.
En su boca no hay
sinceridad,
su corazón es
perverso;
su garganta es un
sepulcro abierto,
mientras halagan
con la lengua.
Que se alegren los
que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para
que se llenen de gozo
los que aman tu
nombre.
Porque tú, Señor,
bendices al justo,
y como un escudo
lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A ti te
suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant 2. Alabamos,
Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SÓLO A
DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29, 10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro
padre Israel,
por los siglos de
los siglos.
Tuyos son, Señor,
la grandeza y el poder,
la gloria, el
esplendor, la majestad,
porque tuyo es
cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y
soberano de todo.
De ti viene la
riqueza y la gloria,
tú eres Señor del
universo,
en tu mano está el
poder y la fuerza,
tú engrandeces y
confortas a todos.
Por eso, Dios
nuestro,
nosotros te damos
gracias,
alabando tu nombre
glorioso.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabamos,
Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant 3. Postraos
ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 -
MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios,
aclamad al Señor,
aclamad la gloria
y el poder del Señor,
aclamad la gloria
del nombre del Señor,
postraos ante el
Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor
sobre las aguas,
el Dios de la
gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las
aguas torrenciales.
La voz del Señor
es potente,
la voz del Señor
es magnífica,
la voz del Señor
descuaja los cedros,
el Señor descuaja
los cedros del Líbano.
Hace brincar al
Líbano como a un novillo,
al Sarión como a
una cría de búfalo.
La voz del Señor
lanza llamas de fuego,
la voz del Señor
sacude el desierto,
el Señor sacude el
desierto de Cadés.
La voz del Señor
retuerce los robles,
el Señor
descorteza las selvas.
En su templo un
grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor
está encima de la tempestad,
el Señor se sienta
como rey eterno.
El Señor da fuerza
a su pueblo,
el Señor bendice a
su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Postraos ante
el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE
Is 2, 3
Venid, subamos al
monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la
palabra del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti,
Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti,
Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria
aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el
Señor.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti,
Jerusalén, amanecerá el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Levanta tu
mirada, Jerusalén, y contempla el poder de tu Rey: mira, tu Salvador viene a
librarte de tus cadenas.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levanta tu
mirada, Jerusalén, y contempla el poder de tu Rey: mira, tu Salvador viene a
librarte de tus cadenas.
PRECES
El Señor
Jesucristo, luz de luz e Hijo de Dios vivo, nos arrancará de nuestras tinieblas
para que podamos contemplar su gloria; acudamos, pues, a él y digámosle
confiadamente:
Ven, Señor Jesús.
Oh Luz
indestructible que vienes a iluminar nuestras tinieblas,
despierta nuestra
fe aletargada.
Haz que andemos
con seguridad durante el día,
guiados por el
resplandor de tu claridad.
Enséñanos a tener
la verdadera bondad,
y haz que ella
sirva para iluminar a los hombres.
Ven a crear la
nueva tierra que anhelamos,
en la que habite
la justicia y la paz.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Digamos a nuestro
Padre, con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que,
cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando
sus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los
profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los profetas
anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.
LECTURA BREVE
Cf. Is 10, 20-21
Aquel día, el
resto de Israel, los supervivientes de Jacob, se apoyarán sinceramente en el
Señor, el Santo de Israel. Un resto volverá, un resto de Jacob, al Dios
poderoso.
V. Los gentiles
temerán tu nombre, Señor.
R. Los reyes del
mundo tu gloria.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que, cuando
llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando sus
alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH SEÑOR,
DIOS ETERNO Y BONDADOSO
Oh Señor, Dios
eterno y bondadoso,
tú diriges los
tiempos y la vida;
son por ti
luminosas las mañanas,
con tu sol das el
fuego al mediodía.
Que tu paz se
derrame en nuestras almas
y que apague el
ardor de la discordia;
que descansen los
cuerpos fatigados,
anhelando el
reposo de tu gloria.
Tu amistad danos,
Padre omnipotente,
sea Cristo la
senda que sigamos,
ilumine el
Espíritu el desierto
en que todos a ti
peregrinamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Ángel
Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo, bendita tú entre las mujeres.»
Salmo 18 B - HIMNO
A DIOS, AUTOR DE LA LEY
La ley del Señor
es perfecta
y es descanso del
alma;
el precepto del
Señor es fiel
e instruye al
ignorante;
los mandatos del
Señor son rectos
y alegran el
corazón;
la norma del Señor
es límpida
y da luz a los
ojos;
la voluntad del
Señor es pura
y eternamente
estable;
los mandamientos
del Señor son verdaderos
y enteramente
justos;
más preciosos que
el oro,
más que el oro
fino;
más dulces que la
miel
de un panal que
destila.
Aunque tu siervo
vigila
para guardarlos
con cuidado,
¿quién conoce sus
faltas?
Absuélveme de lo
que se me oculta.
Preserva a tu
siervo de la arrogancia,
para que no me
domine:
así quedaré libre
e inocente
del gran pecado.
Que te agraden las
palabras de mi boca,
y llegue a tu
presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía,
redentor mío.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 7 I -
ORACIÓN DEL JUSTO CALUMNIADO
Señor, Dios mío, a
ti me acojo,
líbrame de mis
perseguidores y sálvame,
que no me atrapen
como leones
y me desgarren sin
remedio.
Señor, Dios mío:
si soy culpable,
si hay crímenes en
mis manos,
si he causado daño
a mi amigo,
si he protegido a
un opresor injusto,
que el enemigo me
persiga y me alcance,
que me pisotee
vivo por tierra,
apretando mi
vientre contra el polvo.
Levántate, Señor,
con tu ira,
álzate con furor
contra mis adversarios,
acude a defenderme
en el juicio que
has convocado.
Que te rodee la
asamblea de las naciones,
y pon tu asiento
en lo más alto de ella.
El Señor es juez
de los pueblos.
Júzgame, Señor,
según mi justicia,
según la inocencia
que hay en mí.
Cese la maldad de
los culpables,
y apoya tú al
inocente,
tú que sondeas el
corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 7 II
Mi escudo es Dios,
que salva a los
rectos de corazón.
Dios es un juez
justo,
Dios amenaza cada
día:
si no se
convierten, afilará su espada,
tensará el arco y
apuntará.
Apunta sus armas
mortíferas,
prepara sus
flechas incendiarias.
Mirad: el enemigo
concibió el crimen,
está preñado de maldad,
y da a luz el
engaño.
Cavó y ahondó una
fosa,
caiga en la fosa
que hizo;
recaiga su maldad
sobre su cabeza,
baje su violencia
sobre su cráneo.
Yo daré gracias al
Señor por su justicia,
tañendo para el
nombre del Señor altísimo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Ángel
Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo, bendita tú entre las mujeres.»
LECTURA BREVE
Cf. Is 10, 24. 27
Esto dice el Señor
de los ejércitos: «Pueblo mío, que habitas en Sión, no temas.» Aquel día, la
carga resbalará de tu hombro, arrancarán el yugo de tu cuello.
V. Acuérdate de
nosotros, Señor, por amor a tu pueblo.
R. Visítanos con
tu salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que,
cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando
sus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH DIOS,
TENAZ VIGOR DE TODA COSA
Oh Dios, tenaz
vigor de toda cosa,
que inmóvil en ti
mismo permaneces,
y que el orden del
tiempo determinas
por medio de la
luz que nace y muere.
Dígnate
concedernos, en la tarde,
Luz con que
nuestra vida nunca cese,
y haz que el bien
infinito de la gloria
siga a la gracia
de una santa muerte.
Glorificado seas,
Jesucristo,
nacido del más
puro y santo vientre,
y que sean también
glorificados
el Padre y el
Espíritu por siempre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. María dijo:
«¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré
a luz un Rey sin perder mi virginidad.»
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. María dijo:
«¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré
a luz un Rey sin perder mi virginidad.»
LECTURA BREVE
Cf. Is 13, 22; cf. 14, 1
Ya está a punto de
llegar su hora, sus días no tardarán. El Señor se apiadará de Jacob y volverá a
escoger a Israel.
V. Ven, Señor, y
no tardes.
R. Perdona los
pecados de tu pueblo.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que,
cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando
sus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: JESUCRISTO,
PALABRA DEL PADRE.
Jesucristo,
Palabra del Padre,
luz eterna de todo
creyente:
ven, Señor, porque
ya se hace tarde,
ven y escucha la
súplica ardiente.
Cuando el mundo
dormía en tinieblas,
en tu amor, tú
quisiste ayudarlo
y trajiste,
viniendo a la tierra,
esa vida que puede
salvarlo.
Ya madura la
historia en promesas,
sólo anhela tu
pronto regreso;
si el silencio
madura la espera,
el amor no soporta
el silencio.
Con María, la
Iglesia te aguarda
con anhelos de
esposa y de Madre
y reúne a sus
hijos, los fieles,
para juntos poder
esperarte.
Cuando vengas,
Señor, en tu gloria,
que podamos salir
a tu encuentro
y a tu lado
vivamos por siempre,
dando gracias al
Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor se
complace en los justos.
Salmo 10 - EL
SEÑOR ESPERANZA DEL JUSTO
Al Señor me acojo,
¿por qué me decís:
«escapa como un
pájaro al monte,
porque los
malvados tensan el arco,
ajustan las saetas
a la cuerda,
para disparar en
la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los
cimientos,
¿qué podrá hacer
el justo?»
Pero el Señor está
en su templo santo,
el Señor tiene su
trono en el cielo;
sus ojos están
observando,
sus pupilas
examinan a los hombres.
El Señor examina a
inocentes y culpables,
y al que ama la
violencia él lo detesta.
Hará llover sobre
los malvados ascuas y azufre,
les tocará en
suerte un viento huracanado.
Porque el Señor es
justo y ama la justicia:
los buenos verán
su rostro.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor se
complace en los justos.
Ant 2. Dichosos
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Salmo 14 - ¿QUIÉN
ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
Señor, ¿quién
puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu
monte santo?
El que procede
honradamente
y practica la
justicia,
el que tiene
intenciones leales
y no calumnia con
su lengua,
el que no hace mal
a su prójimo
ni difama al
vecino,
el que considera
despreciable al impío
y honra a los que
temen al Señor,
el que no retracta
lo que juró
aún en daño
propio,
el que no presta
dinero a usura
ni acepta soborno
contra el inocente.
El que así obra
nunca fallará.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Ant 3. Dios nos ha
destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha
bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en
la persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo,
por pura
iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan generosamente
nos ha concedido
en su querido
Hijo,
redunde en
alabanza suya.
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un
derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había
proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas
las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y
las de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha
destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA BREVE
Flp 3, 20b-21
Esperamos que
venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. Él transfigurará nuestro cuerpo de
humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder
que tiene para someter a su imperio todas las cosas.
RESPONSORIO BREVE
V. Ven a salvarnos,
Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a
salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu
rostro y nos salve.
R. Señor Dios de
los ejércitos.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a
salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El ángel del
Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El ángel del
Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. Aleluya.
PRECES
Oremos al Señor,
que vendrá y nos salvará, y digámosle:
Ven, Señor, y
sálvanos.
Señor Jesús,
ungido del Padre y salvador de los hombres,
ven pronto y
sálvanos.
Tú que viniste al
mundo,
líbranos del
pecado del mundo.
Tú que Viniste del
Padre,
muéstranos el
camino para ir al Padre.
Tú que fuiste
concebido por obra del Espíritu Santo,
renuévanos a
nosotros con la fuerza de este mismo Espíritu Santo.
Tú que te hiciste
hombre en el seno de la Virgen María,
líbranos de la
corrupción de la carne.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Acuérdate, Señor,
de todos los hombres
que desde el
comienzo del mundo esperaron en ti.
Siguiendo la
enseñanza del Salvador, oremos a Dios, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor
Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que,
cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando
sus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por
mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO
ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el
día
te suplicamos,
Señor,
nos hagas de
centinela
y otorgues tu
protección.
Que te sintamos:
contigo
sueñe nuestro
corazón
para cantar tus
loores
de nuevo al salir
el sol.
Danos vida
saludable,
alienta nuestro
calor,
tu claridad
ilumine
la oscuridad que
llegó.
Dánoslo, Padre
piadoso,
por Jesucristo, el
Señor,
que reina con el
Espíritu
Santo vivificador.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN
DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído,
Señor; escúchame,
que soy un pobre
desamparado;
protege mi vida,
que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo,
que confía en ti.
Tú eres mi Dios,
piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy
llamando todo el día;
alegra el alma de
tu siervo,
pues levanto mi
alma hacia ti;
porque tú, Señor,
eres bueno y clemente,
rico en
misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi
oración,
atiende a la voz
de mi súplica.
En el día del
peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual
entre los dioses, Señor,
ni hay obras como
las tuyas.
Todos los pueblos
vendrán
a postrarse en tu
presencia, Señor;
bendecirán tu
nombre:
«Grande eres tú, y
haces maravillas;
tú eres el único
Dios.»
Enséñame, Señor,
tu camino,
para que siga tu
verdad;
mantén mi corazón
entero
en el temor de tu
nombre.
Te alabaré de todo
corazón, Dios mío;
daré gloria a tu
nombre por siempre,
por tu grande
piedad para conmigo,
porque me salvaste
del abismo profundo.
Dios mío, unos
soberbios se levantan contra mí,
una banda de
insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en
cuenta a ti.
Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera,
rico en piedad y leal,
mírame, ten
compasión de mí.
Da fuerza a tu
siervo,
salva al hijo de
tu esclava;
dame una señal
propicia,
que la vean mis
adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor,
me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto
para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros,
para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a
nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del
reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la
cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las
oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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