Del Común de varios
mártires. Salterio II.
SANTOS ANDRÉS
DUNG-LAC, presbítero, y compañeros, mártires. (MEMORIA)
Durante el siglo
XVI, varias familias religiosas anunciaron el Evangelio en las diversas
regiones del Vietnam. Mucha gente del pueblo recibió con alegría la Buena
Noticia del Evangelio. Esta aceptación de la fe cristiana fue enseguida probada
por la persecución. Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, a pesar de que hubo
breves intervalos de paz, muchos cristianos obtuvieron el don del martirio.
Entre ellos hubo obispos, presbíteros, religiosos, religiosas, catequistas,
tanto hombres como mujeres, y laicos de sexo y condición diversa. El papa Juan
Pablo II canonizó ciento diecisiete mártires el día 19 de junio de 1988; este
grupo de mártires estaba formado por noventa y seis vietnamitas, once
misioneros dominicanos españoles y diez franceses. A petición del episcopado
vietnamita, el mismo Papa ha introducido en el Calendario romano la memoria del
presbítero Andrés Dung-Lac y sus compañeros.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TESTIGOS DE
AMOR
Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.
Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.
Palabras en luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.
Corona inmortal
del Cristo total,
mártires santos.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Nos diste,
Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.
Salmo 43 I ORACIÓN
DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS
¡Oh Dios!,
nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres
nos lo han contado:
la obra que
realizaste en sus días,
en los años
remotos.
Tú mismo, con tu
mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a
ellos;
trituraste a las
naciones,
y los hiciste
crecer a ellos.
Porque no fue su
espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que
les dio la victoria;
sino tu diestra y
tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los
amabas.
Mi rey y mi Dios
eres tú,
que das la
victoria a Jacob:
con tu auxilio
embestimos al enemigo,
en tu nombre
pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío
en mi arco,
ni mi espada me da
la victoria;
tú nos das la
victoria sobre el enemigo
y derrotas a
nuestros adversarios.
Dios ha sido
siempre nuestro orgullo,
y siempre damos
gracias a tu nombre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nos diste,
Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.
Ant 2. Perdónanos,
Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Salmo 43 II
Ahora, en cambio,
nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales,
Señor, con nuestras tropas:
nos haces
retroceder ante el enemigo,
y nuestro
adversario nos saquea.
Nos entregas como
ovejas a la matanza
y nos has
dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo
por nada,
no lo tasas muy
alto.
Nos haces el
escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla
de los que nos rodean;
nos has hecho el
refrán de los gentiles,
nos hacen muecas
las naciones.
Tengo siempre
delante mi deshonra,
y la vergüenza me
cubre la cara
al oír insultos e
injurias,
al ver a mi rival
y a mi enemigo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Perdónanos,
Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Ant 3. Levántate,
Señor, y redímenos por tu misericordia.
Salmo 43 III
Todo esto nos
viene encima,
sin haberte
olvidado
ni haber violado
tu alianza,
sin que se
volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de
tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste
a un lugar de chacales
y nos cubriste de
tinieblas.
Si hubiéramos olvidado
el nombre de nuestro Dios
y extendido las
manos a un dios extraño,
el Señor lo habría
averiguado,
pues él penetra
los secretos del corazón.
Por tu causa nos
degüellan cada día,
nos tratan como a
ovejas de matanza.
Despierta, Señor,
¿por qué duermes?
Levántate, no nos
rechaces más.
¿Por qué nos
escondes tu rostro
y olvidas nuestra
desgracia y opresión?
Nuestro aliento se
hunde en el polvo,
nuestro vientre
está pegado al suelo.
Levántate a
socorrernos,
redímenos por tu
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levántate,
Señor, y redímenos por tu misericordia.
V. Señor, ¿a quién
vamos a ir?
R. Tú tienes palabras
de vida eterna.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
profeta Daniel 9, 1-4a. 18-27
ORACIÓN DE DANIEL
EN LA PERSECUCIÓN
El año primero de
Darío, hijo de Asuero, de la raza de los medos, que subió al trono del reino de
Caldea, el año primero de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las
Escrituras sobre el número de años que, según la palabra del Señor dirigida al
profeta Jeremías, debían pasar sobre las ruinas de Jerusalén, a saber, setenta
años. Volví mi rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y
súplicas, en ayuno, saco y ceniza. Derramé mi oración al Señor mi Dios, y le
hice esta confesión:
«Inclina, Dios
mío, tu oído y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre
la cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos en nuestras obras justas para
derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias. ¡Señor,
escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo,
oh Dios mío, pues tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu Pueblo!»
Todavía estaba yo
hablando, haciendo mi oración, confesando mis pecados y los pecados de mi
pueblo Israel, y derramando mi súplica ante el Señor mi Dios, por el santo
monte de mi Dios, aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el personaje
que yo había visto en visión al principio, vino volando hacia mí a la hora de
la oblación de la tarde. Vino y me habló. Dijo:
«Daniel, he salido
ahora para ilustrar tu inteligencia. Desde el comienzo de tu súplica, una palabra
se emitió y yo he venido a revelártela, porque tú eres el hombre de las
predilecciones. Comprende la palabra, entiende la visión. Setenta semanas están
fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para
grabar el sello a los pecados, para expiar la iniquidad, para instaurar
justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los
santos.
Entiende y
comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir
Jerusalén hasta un príncipe mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas;
plazas y murallas serán reconstruidas, pero en la angustia de los tiempos. Y
después de las sesenta y dos semanas será suprimido un mesías sin juicio
alguno. La ciudad y el santuario serán destruidos por el pueblo de un príncipe
que vendrá. Su fin será en un cataclismo y hasta el final habrá guerra y los
desastres decretados.
Él concertará con
muchos una firme alianza durante una semana; y durante la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el templo estará la abominación de
la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
RESPONSORIO
Ba 2, 16; Dn 9, 18; Sal 79, 20
R. Míranos, Señor,
desde tu santa casa y piensa en nosotros; inclina, Dios mío, tu oído y escucha;
* abre tus ojos y mira nuestra aflicción.
V. Señor Dios de
los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
R. Abre tus ojos y
mira nuestra aflicción.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san
Pablo Le-Bao-Tinh a los alumnos del seminario de Ke-Vinh, enviada el año mil
ochocientos cuarenta y tres.
(A. Launay, Le
clergé tonkinois et ses pretres martyrs, MEP, Paris 1925, pp. 80-83)
LA PARTICIPACIÓN
DE LOS MÁRTIRES EN LA VICTORIA DE CRISTO CABEZA
Yo, Pablo,
encarcelado por el nombre de Cristo, os quiero explicar las tribulaciones en
que me veo sumergido cada día, para que, enfervorizados en el amor a Dios,
alabéis conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia. Esta cárcel es un
verdadero infierno: a los crueles suplicios de toda clase, como son grillos,
cadenas de hierro y ataduras, hay que añadir el odio, las venganzas, las
calumnias, palabras indecentes, peleas, actos perversos, juramentos injustos,
maldiciones y, finalmente, angustias y tristeza. Pero Dios, que en otro tiempo
libró a los tres jóvenes del horno de fuego, está siempre conmigo y me libra de
estas tribulaciones y las convierte en dulzura, porque es eterna su
misericordia.
En medio de estos
tormentos, que aterrorizarían a cualquiera, por la gracia de Dios estoy lleno
de gozo y alegría, porque no estoy solo, sino que Cristo está conmigo.
Él, nuestro
maestro, aguanta todo el peso de la cruz, dejándome a mí solamente la parte más
pequeña e insignificante. Él, no sólo es espectador de mi combate, sino que
toma parte en él, vence y lleva a feliz término toda la lucha. Por esto en su
cabeza lleva la corona de la victoria, de cuya gloria participan también sus
miembros.
¿Cómo resistir
este espectáculo, viendo cada día cómo los emperadores, los mandarines y sus
cortesanos blasfeman tu santo nombre, Señor, que te sientas sobre querubines y
serafines? ¡Mira, tu cruz es pisoteada por los paganos! ¿Dónde está tu gloria?
Al ver todo esto, prefiero, encendido en tu amor, morir descuartizado, en
testimonio de tu amor.
Muestra, Señor, tu
poder, sálvame y dame tu apoyo, para que la fuerza se manifieste en mi
debilidad y sea glorificada ante los gentiles, ya que, si llegara a vacilar en el
camino, tus enemigos podrían levantar la cabeza con soberbia.
Queridos hermanos,
al escuchar todo esto, llenos de alegría, tenéis que dar gracias incesantes a
Dios, de quien procede todo bien; bendecid conmigo al Señor, porque es eterna
su misericordia. Proclame mi alma la grandeza del Señor, se alegre mi espíritu
en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su siervo y desde
ahora me felicitarán todas las generaciones futuras, porque es eterna su
misericordia.
Alabad al Señor,
todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos, porque lo débil del mundo lo
ha escogido Dios para humillar el poder, y lo despreciable, lo que no cuenta,
lo ha escogido Dios para humillar lo elevado. Por mi boca y mi inteligencia
humilla a los filósofos, discípulos de los sabios de este mundo, porque es
eterna su misericordia.
Os escribo todo
esto para que se unan vuestra fe y la mía. En medio de esta tempestad echo el
ancla hasta el trono de Dios, esperanza viva de mi corazón.
En cuanto a
vosotros, queridos hermanos, corred de manera que ganéis el premio, haced que
la fe sea vuestra coraza y empuñad las armas de Cristo con la derecha y con la
izquierda, como enseña san Pablo, mi patrono. Más os vale entrar tuertos o
mancos en la vida que ser arrojados fuera con todos los miembros.
Ayudadme con
vuestras oraciones para que pueda combatir como es de ley, que pueda combatir
bien mi combate y combatirlo hasta el final, corriendo así hasta alcanzar
felizmente la meta; en esta vida ya no nos veremos, pero hallaremos la
felicidad en el mundo futuro, cuando, ante el trono del Cordero inmaculado,
cantaremos juntos sus alabanzas, rebosantes de alegría por el gozo de la
victoria para siempre. Amén.
RESPONSORIO
Cf. Hb 12, 1-3
R. Corramos en la
carrera que nos toca, sin retirarnos, * fijos los ojos en el que inició y
completa nuestra fe: Jesús.
V. Recordad al que
soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
R. Fijos los ojos
en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, fuente y
origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus
compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta
el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu
amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno: TESTIGOS DE
LA SANGRE.
Testigos de la
sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor
cortados
al golpe de la
espada.
Testigos del amor
en sumisión
callada,
canto y cielo en
los labios
al golpe de la
espada.
Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de
muerte
al golpe de la
espada.
Testigos del
cansancio
de una vida
inmolada
a golpe de
Evangelio
y al golpe de la
espada.
Demos gracias al
Padre
por la sangre
sagrada;
pidamos ser sus
mártires,
y a cada madrugada
poder morir la
vida
al golpe de la
espada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despierta
tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Salmo 79 - VEN A
VISITAR TU VIÑA
Pastor de Israel,
escucha,
tú que guías a
José como a un rebaño;
tú que te sientas
sobre querubines, resplandece
ante Efraím,
Benjamín y Manasés;
despierta tu poder
y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Señor Dios de los
ejércitos,
¿hasta cuándo
estarás airado
mientras tu pueblo
te suplica?
Le diste a comer
llanto,
a beber lágrimas a
tragos;
nos entregaste a
las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos
se burlan de nosotros.
Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Sacaste una vid de
Egipto,
expulsaste a los
gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el
terreno y echó raíces
hasta llenar el
país;
su sombra cubría
las montañas,
y sus pámpanos,
los cedros altísimos;
extendió sus
sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta
el Gran Río.
¿Por qué has
derribado su cerca
para que la
saqueen los viandantes,
la pisoteen los
jabalíes
y se la coman las
alimañas?
Dios de los
ejércitos, vuélvete:
mira desde el
cielo, fíjate,
ven a visitar tu
viña,
la cepa que tu
diestra plantó,
y que tú hiciste
vigorosa.
La han talado y le
han prendido fuego:
con un bramido
hazlos perecer.
Que tu mano
proteja a tu escogido,
al hombre que tú
fortaleciste.
No nos alejaremos
de ti:
danos vida, para
que invoquemos tu nombre.
Señor Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despierta tu
poder, Señor, y ven a salvarnos.
Ant 2. Anunciad a
toda la tierra que el señor hizo proezas.
Cántico: ACCION DE
GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is 12, 1-6
Te doy gracias,
Señor,
porque estabas
airado contra mí,
pero ha cesado tu
ira
y me has
consolado.
Él es mi Dios y
salvador:
confiaré y no
temeré,
porque mi fuerza y
mi poder es el Señor,
él fue mi
salvación.
Y sacaréis aguas
con gozo
de las fuentes de
la salvación.
Aquel día, diréis:
Dad gracias al
Señor,
invocad su nombre,
contad a los
pueblos sus hazañas,
proclamad que su
nombre es excelso.
Tañed para el
Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda
la tierra;
gritad jubilosos,
habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en
medio de ti
el Santo de
Israel!».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Anunciad a
toda la tierra que el señor hizo proezas.
Ant 3. Aclamad a
Dios, nuestra fuerza.
Salmo 80 - SOLEMNE
RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Aclamad a Dios,
nuestra fuerza;
dad vítores al
Dios de Jacob:
acompañad, tocad
los panderos,
las cítaras
templadas y las arpas;
tocad la trompeta
por la luna nueva,
por la luna llena,
que es nuestra fiesta;
porque es una ley
de Israel,
un precepto del
Dios de Jacob,
una norma
establecida para José
al salir de
Egipto.
Oigo un lenguaje
desconocido:
«Retiré sus
hombros de la carga,
y sus manos
dejaron la espuerta.
Clamaste en la
aflicción, y te libré,
te respondí oculto
entre los truenos,
te puse a prueba
junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo
mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me
escuchases, Israel!
No tendrás un dios
extraño,
no adorarás un
dios extranjero;
yo soy el Señor
Dios tuyo,
que te saqué del
país de Egipto;
abre tu boca y yo
la saciaré.
Pero mi pueblo no
escuchó mi voz,
Israel no quiso
obedecer:
los entregué a su
corazón obstinado,
para que
anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase
mi pueblo
y caminase Israel
por mi camino!:
en un momento
humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano
contra sus adversarios;
los que aborrecen
al Señor te adularían,
y su suerte
quedaría fijada;
te alimentaría con
flor de harina,
te saciaría con
miel silvestre.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a
Dios, nuestra fuerza.
LECTURA BREVE
2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo
consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros
consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de
Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los justos
viven eternamente.
R. Los justos
viven eternamente.
V. Reciben de Dios
su recompensa.
R. Viven eternamente.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los justos
viven eternamente.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
PRECES
Celebremos, amados
hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires
sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado,
Señor, con tu sangre.
Por la intercesión
de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la
fe,
concédenos, Señor,
la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión
de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
concédenos, Señor,
la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión
de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
concédenos, Señor,
soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión
de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,
concédenos, Señor,
vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Dirijamos ahora
nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, fuente y
origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus
compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta
el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos
tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos
tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él
me respondió.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él
me respondió.
Ant 2. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del Señor,
nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE
Ga 5, 13-14
Hermanos, vuestra
vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al
contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Pues toda la ley se concentra
en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo.
V. Correré, Señor,
por el camino de tus mandatos.
R. Cuando me
ensanches el corazón.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a
la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en
oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz
resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de los
justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Ga 5, 16-17
Si vivís según el
Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne
desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, como que son entre sí
antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
V. Tú eres bueno,
Señor, y haces el bien.
R. Instrúyeme en
tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues,
brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DANOS,
SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos, Señor, la
firme voluntad,
compañera y sostén
de la virtud,
que sabe en la
fatiga hallar quietud
y en medio de las
sombras claridad:
La que trueca en
tesón la veleidad,
y el ocio en
perennal solicitud,
y las ásperas
fiebres en salud
y los torpes
engaños en verdad.
Y así conseguirá
mi corazón
que los favores
que a tu amor debí
le ofrezcan algún
fruto en galardón.
Y aún tú, Señor,
conseguirás así
que no llegue a
romper mi confusión
la imagen tuya que
pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Más estimo
yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Salmo 118, 65-72
Has dado bienes a
tu siervo,
Señor, conforme a
tus palabras;
enséñame a gustar
y a comprender,
porque me fío de
tus mandatos;
antes de sufrir,
yo andaba extraviado,
pero ahora me
ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y
haces el bien;
instrúyeme en tus
leyes;
los insolentes
urden engaños contra mí,
pero yo custodio
tus leyes;
tienen el corazón
espeso como grasa,
pero mi delicia es
tu voluntad,
Me estuvo bien el
sufrir,
así aprendí tus
mandamientos;
más estimo yo los
preceptos de tu boca
que miles de
monedas de oro y plata.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Más estimo yo
los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Ant 2. En Dios
confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
Salmo 55, 2-7b.
9-14 - CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS
Misericordia, Dios
mío, que me hostigan,
me atacan y me
acosan todo el día;
todo el día me
hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.
Levántame en el
día terrible,
yo confío en ti.
En Dios, cuya
promesa alabo,
en Dios confío y
no temo:
¿qué podrá hacerme
un mortal?
Todos los días
discuten y planean
pensando sólo en
mi daño;
buscan un sitio
para espiarme,
acechan mis pasos
y atentan contra mi vida.
Anota en tu libro
mi vida errante,
recoge mis
lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis
enemigos cuando te invoco,
y así sabré que
eres mi Dios.
En Dios, cuya
promesa alabo;
en el Señor, cuya
promesa alabo,
en Dios confío y
no temo:
¿qué podrá hacerme
un hombre?
Te debo, Dios mío,
los votos que hice,
los cumpliré con
acción de gracias;
porque libraste mi
alma de la muerte,
mis pies de la
caída;
para que camine en
presencia de Dios
a la luz de la
vida.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Dios
confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
Ant 3. Tu bondad,
Señor, es más grande que los cielos.
Salmo 56 - ORACIÓN
MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios
mío, misericordia,
que mi alma se
refugia en ti;
me refugio a la
sombra de tus alas
mientras pasa la
calamidad.
Invoco al Dios
Altísimo,
al Dios que hace
tanto por mí:
desde el cielo me
enviará la salvación,
confundirá a los
que ansían matarme,
enviará su gracia
y su lealtad.
Estoy echado entre
leones
devoradores de
hombres;
sus dientes son
lanzas y flechas,
su lengua es una
espada afilada.
Elévate sobre el
cielo, Dios mío,
y llene la tierra
tu gloria.
Han tendido una
red a mis pasos
para que
sucumbiera;
me han cavado
delante una fosa,
pero han caído en
ella.
Mi corazón está
firme, Dios mío,
mi corazón está
firme.
Voy a cantar y a
tocar:
despierta, gloria
mía;
despertad, cítara
y arpa;
despertaré a la
aurora.
Te daré gracias
ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti
ante las naciones:
por tu bondad, que
es más grande que los cielos;
por tu fidelidad,
que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el
cielo, Dios mío,
y llene la tierra
tu gloria.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu bondad,
Señor, es más grande que los cielos.
LECTURA BREVE
Ga 5, 22. 23a. 25
El fruto del
Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad,
amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el
Espíritu.
V. Indícame,
Señor, el camino que he de seguir.
R. Tu espíritu que
es bueno me guíe por tierra llana.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor,
a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu
Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITUS
SUBLIMES.
Espíritus
sublimes,
¡oh mártires
gloriosos!,
felices moradores
de la inmortal
Sión,
rogad por los que
luchan
en las batallas
recias,
que alcancen la
victoria
y eterno galardón.
¡Oh mártires
gloriosos
de rojas
vestiduras,
que brillan con
eternos
fulgores ante
Dios!
Con vuestro riego
crezca
de Cristo la
semilla,
y el campo de las
mieses
se cubra ya en
sazón. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Te hago luz
de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Salmo 71 I - PODER
REAL DEL MESÍAS
Dios mío, confía
tu juicio al rey,
tu justicia al
hijo de reyes,
para que rija a tu
pueblo con justicia,
a tus humildes con
rectitud.
Que los montes
traigan paz,
y los collados
justicia;
que él defienda a
los humildes del pueblo,
socorra a los
hijos del pobre
y quebrante al
explotador.
Que dure tanto
como el sol,
como la luna, de
edad en edad;
que baje como
lluvia sobre el césped,
como llovizna que
empapa la tierra.
Que en sus días
florezca la justicia
y la paz hasta que
falte la luna.
Que domine de mar
a mar,
del Gran Río al
confín de la tierra.
Que en su
presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos
muerdan el polvo;
que los reyes de
Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de
Saba y de Arabia
le ofrezcan sus
dones;
que se postren
ante él todos los reyes,
y que todos los
pueblos le sirvan.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te hago luz
de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Ant 2. Socorrerá
el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
Salmo 71 II
Él librará al
pobre que clamaba,
al afligido que no
tenía protector;
él se apiadará del
pobre y del indigente,
y salvará la vida
de los pobres;
él rescatará sus
vidas de la violencia,
su sangre será
preciosa a sus ojos.
Que viva y que le
traigan el oro de Saba;
él intercederá por
el pobre
y lo bendecirá.
Que haya trigo
abundante en los campos,
y ondee en lo alto
de los montes,
den fruto como el
Líbano,
y broten las
espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea
eterno,
y su fama dure
como el sol;
que él sea la
bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen
dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
el único que hace
maravillas;
bendito por
siempre su nombre glorioso,
que su gloria
llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Socorrerá el
Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
Ant 3. Ahora se
estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el
galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se
estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE
1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos:
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se
manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo,
dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa
sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Alegraos,
justos, y gozad con el Señor.
R. Alegraos,
justos, y gozad con el Señor.
V. Aclamadlo, los
rectos de corazón.
R. Y gozad con el
Señor.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alegraos,
justos, y gozad con el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se alegran en
el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron
hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se alegran en
el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron
hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.
PRECES
En esta hora en la
que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que
luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:
Te glorificamos,
Señor.
Te damos gracias,
Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos amaste hasta el
extremo.
Te damos gracias,
Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos y les das parte
en los premios de tu reino.
Te damos gracias,
Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los
pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias,
Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que
ahora termina.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Te damos gracias,
Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
Dirijamos ahora
nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, fuente y
origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus
compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta
el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos
tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos
tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CRISTO,
SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo, Señor de
la noche,
que disipas las
tinieblas:
mientras los
cuerpos reposan,
se tú nuestro
centinela.
Después de tanta
fatiga,
después de tanta
dureza,
acógenos en tus
brazos
y danos noche
serena.
Si nuestros ojos
se duermen,
que el alma esté
siempre en vela;
en paz cierra
nuestros párpados
para que cesen las
penas.
Y que al despuntar
el alba,
otra vez con
fuerzas nuevas,
te demos gracias,
oh Cristo,
por la vida que
comienza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne
descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi
derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de gozo
en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi carne
descansa serena.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 23
Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las
oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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