miércoles, 22 de julio de 2015

23 DE JULIO JUEVES XVI DEL T. ORDINARIO

 

 

 

JESUS PREDICANDO EN LA MONTAÑA

 

 

 

De la Feria. Salterio IV

 

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?

 

Señor, ¿a quién iremos,

si tú eres la Palabra?

A la voz de tu aliento

se estremeció la nada;

la hermosura brilló

y amaneció la gracia.

 

Señor, ¿a quién iremos,

si tu voz no nos habla?

 

Nos hablas en las voces

de tu voz semejanza:

en los goces pequeños

y en las angustias largas.

 

Señor, ¿a quién iremos,

si tú eres la Palabra?

 

En los silencios íntimos

donde se siente el alma,

tu clara voz creadora

despierta la nostalgia.

 

¿A quién iremos, Verbo,

entre tantas palabras?

 

Al golpe de la vida,

perdemos la esperanza;

hemos roto el camino

y el roce de tu planta.

 

¿A dónde iremos, dinos,

Señor, si no nos hablas?

 

¡Verbo del Padre, Verbo

de todas las mañanas,

de las tardes serenas,

de las noches cansadas!

 

¿A dónde iremos, Verbo,

si tú eres la Palabra? Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.

 

Salmo 43 I - ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS

 

¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,

nuestros padres nos lo han contado:

la obra que realizaste en sus días,

en los años remotos.

 

Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,

y los plantaste a ellos;

trituraste a las naciones,

y los hiciste crecer a ellos.

 

Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,

ni su brazo el que les dio la victoria;

sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,

porque tú los amabas.

 

Mi rey y mi Dios eres tú,

que das la victoria a Jacob:

con tu auxilio embestimos al enemigo,

en tu nombre pisoteamos al agresor.

 

Pues yo no confío en mi arco,

ni mi espada me da la victoria;

tú nos das la victoria sobre el enemigo

y derrotas a nuestros adversarios.

 

Dios ha sido siempre nuestro orgullo,

y siempre damos gracias a tu nombre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.

 

Ant 2. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.

 

Salmo 43 II

 

Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,

y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:

nos haces retroceder ante el enemigo,

y nuestro adversario nos saquea.

 

Nos entregas como ovejas a la matanza

y nos has dispersado por las naciones;

vendes a tu pueblo por nada,

no lo tasas muy alto.

 

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,

irrisión y burla de los que nos rodean;

nos has hecho el refrán de los gentiles,

nos hacen muecas las naciones.

 

Tengo siempre delante mi deshonra,

y la vergüenza me cubre la cara

al oír insultos e injurias,

al ver a mi rival y a mi enemigo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.

 

Ant 3. Levántate, Señor, no nos rechaces más.

 

Salmo 43 III

 

Todo esto nos viene encima,

sin haberte olvidado

ni haber violado tu alianza,

sin que se volviera atrás nuestro corazón

ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;

y tú nos arrojaste a un lugar de chacales

y nos cubriste de tinieblas.

 

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios

y extendido las manos a un dios extraño,

el Señor lo habría averiguado,

pues él penetra los secretos del corazón.

 

Por tu causa nos degüellan cada día,

nos tratan como a ovejas de matanza.

Despierta, Señor, ¿por qué duermes?

Levántate, no nos rechaces más.

¿Por qué nos escondes tu rostro

y olvidas nuestra desgracia y opresión?

 

Nuestro aliento se hunde en el polvo,

nuestro vientre está pegado al suelo.

Levántate a socorrernos,

redímenos por tu misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Levántate, Señor, no nos rechaces más.

 

V. Haz brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.

R. Enséñame tus leyes.

 

PRIMERA LECTURA

 

Comienza el primer libro de los Reyes 1, 11-35; 2, 10-12

 

DAVID DESIGNA A SALOMÓN COMO SUCESOR SUYO

 

En aquellos días, dijo Natán a Betsabé, madre de Salomón:

 

«¿No has oído que Adonías, hijo de Jagguit, intenta hacerse rey sin saberlo David nuestro Señor? Ahora voy a darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón. Vete, entra a la presencia del rey David y dile: "¿Acaso tú, rey mi señor, no has jurado a tu sierva: 'Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi trono'? ¿Pues por qué Adonías se hace el rey?" Y mientras estés tú allí hablando con el rey, entraré yo detrás de ti y completaré tus palabras.»

 

Entró Betsabé a la alcoba del rey; el rey era muy anciano, y Abisag, la sunamita, servía al rey. Arrodillóse Betsabé y se postró ante el rey; éste le dijo:

 

«¿Qué te pasa?»

 

Ella le respondió:

 

«Mi señor, tú has jurado a tu sierva por el Señor tu Dios: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi trono." Pero ahora es Adonías el que se hace el rey, sin que tú, mi señor el rey, lo sepas. Ha sacrificado bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo Salomón. Ahora, mi señor el rey, los ojos de todo Israel te miran para que les indiques quién ha de sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él. Y ocurrirá que, cuando mi señor el rey se acueste con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tratados como culpables.»

 

Estaba ella hablando con el rey cuando llegó el profeta Natán. Avisaron al rey:

 

«Está aquí el profeta Natán.»

 

Entró éste a la presencia del rey y se postró sobre su rostro en tierra ante él. Dijo Natán:

«Rey mi señor: ¿es que tú has dicho: "Adonías reinará después de mí y él será el que se siente sobre mi trono"? Porque ha bajado hoy a sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y bebiendo en su presencia y gritan: "Viva el rey Adonías." Pero yo, tu siervo, y el sacerdote Sadoq y Benaías, hijo de Yehoyadá, y tu siervo Salomón no hemos sido invitados. ¿Es que viene esto de orden de mi señor el rey, y no has dado a conocer a tus siervos quién se sentará después de él en el trono de mi señor el rey?»

 

El rey David respondió diciendo:

 

«Llamadme a Betsabé.»

 

Entró ella a la presencia del rey y se sentó ante él. El rey hizo este juramento:

«Vive el Señor que libró mi alma de toda angustia, que como te juré por el Señor, Dios de Israel, diciendo: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará sobre mi trono en mi lugar", así lo haré hoy mismo.»

 

Se arrodilló Betsabé rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo:

 

«Viva por siempre mi señor el rey David.»

 

Dijo el rey David:

 

«Llamadme al sacerdote Sadoq, al profeta Natán y a Benaías, hijo de Yehoyadá.»

 

Y entraron a presencia del rey. El rey les dijo:

 

«Tomad con vosotros a los veteranos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadlo a Guijón. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán lo ungirán allí como rey de Israel, tocaréis el cuerno y gritaréis: "Viva el rey Salomón." Vendréis luego detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono, y él reinará en mi lugar, porque lo pongo como caudillo de Israel y de Judá.»

 

David descansó con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Reinó sobre Israel cuarenta años; reinó en Hebrón siete años, y en Jerusalén treinta y tres. Salomón se sentó en el trono de David su padre y el reino se afianzó sólidamente en su mano.

 

RESPONSORIO    Ct 3, 11; Sal 71, 1. 2

 

R. Hijas de Sión, salid a contemplar al rey Salomón con la diadema con que lo coronó su madre, * en el día del gozo de su corazón.

V. Dios mío, confía tu juicio al rey, para que rija a tus humildes con rectitud.

R. En el día del gozo de su corazón.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.

(Salmo 43, 89-90: CSEL 64, 324-326)

 

HA RESPLANDECIDO SOBRE NOSOTROS LA LUZ DE TU ROSTRO

 

¿Por qué nos escondes tu rostro? Cuando estamos afligidos por algún motivo nos imaginamos que Dios nos esconde su rostro, porque nuestra parte afectiva está como envuelta en tinieblas que nos impiden ver la luz de la verdad. En efecto, si Dios atiende a nuestro estado de ánimo y se digna visitar nuestra mente, entonces estamos seguros de que no hay nada capaz de oscurecer nuestro interior. Porque si el rostro del hombre es la parte más destacada de su cuerpo, de manera que cuando nosotros vemos el rostro de alguna persona es cuando empezamos a conocerla, o cuando nos damos cuenta de que ya la conocíamos, ya que su aspecto nos lo da a conocer, ¿cuánto más no iluminará el rostro de Dios a los que él mira?

 

En esto, como en tantas otras cosas, el Apóstol, verdadero intérprete de Cristo, nos da una enseñanza magnífica, y sus palabras ofrecen a nuestra mente una nueva perspectiva. Dice, en efecto: El mismo Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas», ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Vemos, pues, de qué manera brilla en nosotros la luz de Cristo. Él es, en efecto, el resplandor eterno de las almas, ya que para esto lo envió el Padre al mundo, para que, iluminados por su rostro, podamos esperar las cosas eternas y celestiales, nosotros que antes nos hallábamos impedidos por la oscuridad de este mundo.

 

¿Y qué digo de Cristo, si el mismo apóstol Pedro dijo a aquel cojo de nacimiento: Míranos? Él miró a Pedro y quedó iluminado con el don de la fe; porque no hubiese sido curado si antes no hubiese creído confiadamente.

 

Si ya el poder de los apóstoles era tan grande, comprendemos por qué Zaqueo, al oír que pasaba el Señor Jesús, subió a un árbol, ya que era pequeño de estatura y la multitud le impedía verlo. Vio a Cristo y encontró la luz, lo vio y él, que antes se apoderaba de lo ajeno, empezó a dar lo que era suyo.

 

¿Por qué nos escondes tu rostro?, esto es: Aunque nos escondes tu rostro, Señor, a pesar de todo, ha resplandecido sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. A pesar de todo, poseemos esta luz en nuestro corazón y brilla en lo íntimo de nuestro ser; porque nadie puede subsistir, si tú le escondes tu rostro.

 

RESPONSORIO    2Co 4, 6; Hb 10, 32

 

R. El mismo Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas», * ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.

V. Traed a la memoria los días primeros, en que, después de haber sido iluminados, soportasteis tan duros combates y padecimientos.

R. Ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: OH DIOS, AUTOR DE LA LUZ.

 

Oh Dios, autor de la luz,

de los cielos la lumbrera,

que el universo sostienes

abriendo tu mano diestra.

 

La aurora, con mar de grana,

cubriendo está las estrellas,

bautizando humedecida

con el rocío la tierra.

 

Auséntanse ya las sombras,

al orbe la noche deja,

y al nuevo día el lucero,

de Cristo imagen, despierta.

 

Tú, día de día, oh Dios,

y Luz de Luz, de potencia

soberana, oh Trinidad,

doquier poderoso reinas.

 

Oh Salvador, ante ti

inclinamos la cabeza,

y ante el Padre y el Espíritu,

dándote gloria perpetua. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

 

Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

 

Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a

 

Festejad a Jerusalén, gozad con ella,

todos los que la amáis,

alegraos de su alegría,

los que por ella llevasteis luto;

a su pecho seréis alimentados

y os saciaréis de sus consuelos

y apuraréis las delicias

de sus pechos abundantes.

 

Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella

como un río la paz,

como un torrente en crecida,

las riquezas de las naciones.

 

Llevarán en brazos a sus criaturas

y sobre las rodillas las acariciarán;

como a un niño a quien su madre consuela,

así os consolaré yo

y en Jerusalén seréis consolados.

 

Al verlo se alegrará vuestro corazón

y vuestros huesos florecerán como un prado.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

 

Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

 

Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR

 

Alabad al Señor, que la música es buena;

nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

 

El Señor reconstruye Jerusalén,

reúne a los deportados de Israel;

él sana los corazones destrozados,

venda sus heridas.

 

Cuenta el número de las estrellas,

a cada una la llama por su nombre.

Nuestro Señor es grande y poderoso,

su sabiduría no tiene medida.

El Señor sostiene a los humildes,

humilla hasta el polvo a los malvados.

 

Entonad la acción de gracias al Señor,

tocad la cítara para nuestro Dios,

que cubre el cielo de nubes,

preparando la lluvia para la tierra;

 

que hace brotar hierba en los montes,

para los que sirven al hombre;

que da su alimento al ganado,

y a las crías de cuervo que graznan.

 

No aprecia el vigor de los caballos,

no estima los músculos del hombre:

el Señor aprecia a sus fieles,

que confían en su misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

 

LECTURA BREVE   Rm 8, 18-21

 

Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Velando medito en ti, Señor.

R. Velando medito en ti, Señor.

 

V. Porque fuiste mi auxilio.

R. Medito en ti, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Velando medito en ti, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

 

PRECES

 

Invoquemos a Dios, de quién viene la salvación para su pueblo, diciendo:

 

Tú, que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.

 

Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,

por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.

 

Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen tuya,

haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.

 

Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia,

tu Espíritu de amor.

 

Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los tristes,

a todos la gracia y la salvación.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   1Jn 3, 23-24

 

Éste es el mandamiento de Dios: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Y conocemos que permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.

 

V. Tú, Señor, apoyas al inocente.

R. Tú, el Dios justo, sondeas el corazón y las entrañas.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO

 

Te está cantando el martillo

y rueda en tu honor la rueda.

Puede que la luz no pueda

librar del humo su brillo.

¡Qué sudoroso y sencillo

te pones a mediodía,

Dios de esta dura porfía

de estar sin pausa creando,

y verte necesitando

del hombre más cada día!

 

Quién diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto

ni en la montaña se esconde;

decid, si preguntan dónde,

que Dios está -sin mortaja-

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Sb 1, 1-2

 

Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadlo. Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifiesta a los que no desconfían de él.

 

V. Confía en el Señor y haz el bien.

R. Habita tu tierra y practica la lealtad.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. «Si me amáis, guardaréis mis mandatos», dice el Señor.

 

Salmo 118, 153-160

 

Mira mi abatimiento y líbrame,

porque no olvido tu voluntad;

defiende mi causa y rescátame,

con tu promesa dame vida;

la justicia está lejos de los malvados

que no buscan tus leyes.

 

Grande es tu ternura, Señor,

con tus mandamientos dame vida;

muchos son los enemigos que me persiguen,

pero yo no me aparto de tus preceptos;

viendo a los renegados sentía indignación,

porque no guardan tus mandatos.

 

Mira cómo amo tus decretos,

Señor, por tu misericordia dame vida;

el compendio de tu palabra es la verdad,

y tus justos juicios son eternos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Si me amáis, guardaréis mis mandatos», dice el Señor.

 

Ant 2. Que el Señor te bendiga y veas la paz todos los días de tu vida.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Que el Señor te bendiga y veas la paz todos los días de tu vida.

 

Ant 3. El Señor peleará a tu favor.

 

Salmo 128 - ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO

 

¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud

-que lo diga Israel-,

cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,

pero no pudieron conmigo!

 

Sobre mis espaldas metieron el arado

y alargaron los surcos.

Pero el Señor, que es justo,

rompió las coyundas de los malvados.

 

Retrocedan, avergonzados,

los que odian a Sión;

sean como la hierba del tejado,

que se seca y nadie la siega;

 

que no llena la mano del segador

ni la brazada del que agavilla;

ni le dicen los que pasan:

«Que el Señor te bendiga.»

 

Os bendecimos en el nombre del Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor peleará a tu favor.

 

LECTURA BREVE   Hb 12, 1b-2

 

Después de habernos despojado de todo el peso y del equipaje que nos distraía, corramos también nosotros con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada. Llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe, quien, para ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.

 

V. Mi alma espera en el Señor.

R. Espera en su palabra.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: PORQUE ES TARDE, DIOS MÍO.

 

Porque es tarde, Dios mío,

porque anochece ya

y se nubla el camino,

 

porque temo perder

las huellas que he seguido,

no me dejes tan solo

y quédate conmigo.

 

Porque he sido rebelde

y he buscado el peligro,

y escudriñé curioso

las cumbres y el abismo,

perdóname, Señor,

y quédate conmigo.

 

Porque ardo en sed de ti

y en hambre de tu trigo,

ven, siéntate a mi mesa,

dígnate ser mi amigo.

¡Qué aprisa cae la tarde...!

¡quédate conmigo! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.

 

Salmo 143 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

 

Bendito el Señor, mi Roca,

que adiestra mis manos para el combate,

mis dedos para la pelea;

 

mi bienhechor, mi alcázar,

baluarte donde me pongo a salvo,

mi escudo y mi refugio,

que me somete los pueblos.

 

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?

¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?

El hombre es igual que un soplo;

sus días, una sombra que pasa.

 

Señor, inclina tu cielo y desciende,

toca los montes, y echarán humo,

fulmina el rayo y dispérsalos,

dispara tus saetas y desbarátalos.

 

Extiende la mano desde arriba:

defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,

de la mano de los extranjeros,

cuya boca dice falsedades,

cuya diestra jura en falso.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.

 

Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.

 

Salmo 143 II

 

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,

tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:

para ti que das la victoria a los reyes,

y salvas a David, tu siervo.

 

Defiéndeme de la espada cruel,

sálvame de las manos de extranjeros,

cuya boca dice falsedades,

cuya diestra jura en falso.

 

Sean nuestros hijos un plantío,

crecidos desde su adolescencia;

nuestras hijas sean columnas talladas,

estructura de un templo.

 

Que nuestros silos estén repletos

de frutos de toda especie;

que nuestros rebaños a millares

se multipliquen en las praderas,

y nuestros bueyes vengan cargados;

que no haya brechas ni aberturas,

ni alarma en nuestras plazas.

 

Dichoso el pueblo que esto tiene,

dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.

 

Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

 

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a

 

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,

el que eres y el que eras,

porque has asumido el gran poder

y comenzaste a reinar.

 

Se encolerizaron las naciones,

llegó tu cólera,

y el tiempo de que sean juzgados los muertos,

y de dar el galardón a tus siervos los profetas,

y a los santos y a los que temen tu nombre,

y a los pequeños y a los grandes,

y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

 

Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado

el acusador de nuestros hermanos,

el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

 

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero

y por la palabra del testimonio que dieron,

y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,

y los que moráis en sus tiendas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

 

LECTURA BREVE   Col 1,23

 

Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura bajo los cielos.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor es mi pastor, nada me falta.

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

V. En verdes praderas me hace recostar.

R. Nada me falta.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

 

PRECES

 

Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:

 

Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.

 

Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los hombres,

ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.

 

No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,

pues de ti procede el perdón.

 

Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza,

haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.

 

Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos;

que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte,

y ábreles las puertas de tu reino.

 

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Mi carne descansa serena.

 

Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.

 

Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.

 

El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.

 

Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi carne descansa serena.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 23

 

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.

 

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos , gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

 

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

 

¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario