jueves, 20 de noviembre de 2014

21 DE NOVIEMBRE VIERNES XXXIII DEL T. ORDINARIO PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 

 

 

PRESENTACION DE MARIA

 

 

 

Del Común de la Santísima Virgen María - Salterio I

 

 

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (MEMORIA)

 

En este día, en que se recuerda la dedicación, el año 543, de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén, celebramos, junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la «dedicación» que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de María Virgen.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: SALVE, MADRE DE MISERICORDIA

 

Salve, madre de misericordia,

madre de esperanza y de perdón,

madre de Dios y madre de gracia,

madre llena de gozo y de amor.

 

Jardín floral de virtudes lleno,

todo fragante, de rico olor,

madre querida, con tus consuelos

atiende, pía, nuestro dolor.

 

Te creó el Padre sumo, increado;

su Unigénito tu seno honró;

el Espíritu Almo te fecunda,

a los tres damos gloria y honor. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

 

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 - I - SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

 

Pelea, Señor, contra los que me atacan,

guerrea contra los que me hacen guerra;

empuña el escudo y la adarga,

levántate y ven en mi auxilio;

di a mi alma:

«Yo soy tu victoria.»

 

Y yo me alegraré con el Señor,

gozando de su victoria;

todo mi ser proclamará:

«Señor, ¿quién como tú,

que defiendes al débil del poderoso,

al pobre y humilde del explotador?»

 

Se presentaban testigos violentos:

me acusaban de cosas que ni sabía,

me pagaban mal por bien,

dejándome desamparado.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

 

Ant 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

 

Salmo 34, II

 

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,

me vestía de saco,

me mortificaba con ayunos

y desde dentro repetía mi oración.

 

Como por un amigo o por un hermano,

andaba triste,

cabizbajo y sombrío,

como quien llora a su madre.

 

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,

se juntaron contra mí

y me golpearon por sorpresa;

 

me laceraban sin cesar,

cruelmente se burlaban de mí,

rechinando los dientes de odio.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

 

Ant 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

 

Salmo 34, III

 

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?

Defiende mi vida de los que rugen,

mi único bien, de los leones,

 

y te daré gracias en la gran asamblea,

te alabaré entre la multitud del pueblo.

 

Que no canten victoria mis enemigos traidores,

que no se hagan guiños a mi costa

los que me odian sin razón.

 

Señor, tú lo has visto, no te calles;

Señor, no te quedes a distancia;

despierta, levántate, Dios mío;

Señor mío, defiende mi causa.

Júzgame tú según tu justicia.

 

Que canten y se alegren

los que desean mi victoria;

que repitan siempre: «Grande es el Señor»,

los que desean la paz a tu siervo.

 

Mi lengua anunciará tu justicia,

todos los días te alabaré.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

 

V. Hijo mío, conserva mis palabras.

R. Conserva mis mandatos y vivirás.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del profeta Daniel 2, 26-47

 

VISIÓN DE LA ESTATUA Y DE LA PIEDRA. EL REINO ETERNO DE DIOS

 

En aquellos días, tomó el rey Nabucodonosor la palabra y dijo a Daniel (por sobrenombre Beltsasar):

 

«¿Eres tú capaz de manifestarme el sueño que he tenido y su interpretación?»

 

Daniel tomó la palabra en presencia del rey y dijo:

 

«El misterio que el rey quiere saber no hay sabios, magos, adivinos ni astrólogos que lo puedan revelar al rey; pero hay un Dios en el cielo, que revela los misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza cuando estabas en tu lecho eran éstos:

 

Oh rey, los pensamientos que agitaban tu mente en el lecho se referían a lo que ha de suceder en el futuro, y el que revela los misterios te ha dado a conocer lo que

sucederá. A mí, sin que yo posea más sabiduría que cualquier otro ser viviente, se me ha revelado este misterio con el solo fin de manifestar al rey su interpretación y de que tú conozcas los pensamientos de tu corazón.

 

Tú, oh rey, has tenido esta visión: Una estatua, una enorme estatua, de extraordinario brillo, de aspecto terrible, se levantaba ante ti. La cabeza de esta estatua era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus lomos de bronce, sus piernas de hierro, sus pies parte de hierro Y parte de arcilla.

 

Tú estabas mirando, cuando de pronto una piedra se desprendió, sin intervención de mano alguna, vino a dar a la estatua en sus pies de hierro y arcilla, y los pulverizó. Entonces quedó pulverizado todo a la vez: el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. Tal fue el sueño; ahora diremos ante el rey su interpretación.

 

Tú, oh Rey, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado reino, imperio, poder y gloria -los hijos de los hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo, dondequiera que habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos-, tú eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará la tierra entera. Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y machaca; como el hierro que aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros.

 

Y lo que has visto, los pies y los dedos, parte de arcilla y parte de hierro, es un reino que estará dividido; tendrá la solidez del hierro, según has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla. Los dedos de los pies, parte de hierro y parte de arcilla, es que el reino será en parte fuerte y en parte frágil. Y lo que has visto, el hierro mezclado con la masa de arcilla, es que se mezclarán ellos entre sí por simiente humana, pero no se mezclarán el uno al otro, de la misma manera que el hierro no se mezcla con la arcilla.

 

En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y este reino no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá eternamente: tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha manifestado al rey lo que ha de suceder. El sueño es verdadero y su interpretación digna de confianza.»

 

Entonces, el rey Nabucodonosor cayó rostro en tierra, se postró ante Daniel y ordenó que se le ofreciera oblación y calmante aroma. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel:

 

«Verdaderamente vuestro Dios es el Dios de los dioses, el Señor de los reyes, el revelador de los misterios, ya que tú has podido revelar este misterio.»

 

RESPONSORIO    Dn 2, 44; cf. Lc 20, 17. 18

 

R. El Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y que pulverizará y aniquilará a todos los demás reinos; * pero este reino de Dios subsistirá eternamente.

V. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; aquel sobre quien cayere esta piedra será aplastado.

R. Pero este reino de Dios subsistirá eternamente.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 25, 7-8: PL 46, 937-938)

 

>DIO FE AL MENSAJE DIVINO Y CONCIBIÓ POR SU FE

 

Os pido que atendáis a lo que dijo Cristo el Señor, extendiendo la mano sobre sus discípulos: Estos son mi madre y mis hermanos; y el que hace la voluntad de mi Padre, que me ha enviado, es mi hermano y mi hermana y mi madre. ¿Por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, ella, que dio fe al mensaje divino, que concibió por su fe, que fue elegida para que de ella naciera entre los hombres el que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en ella? Ciertamente, cumplió santa María con toda perfección, la voluntad del Padre, y por esto es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno.

 

Mira si no es tal como digo. Pasando el Señor, seguido de las multitudes y realizando milagros, dijo una mujer: Dichoso el seno que te llevó. Y el Señor, para enseñarnos que no hay que buscar la felicidad en las realidades de orden material, ¿qué es lo que respondió?: Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno.

 

María fue santa, María fue dichosa, pero más importante es la Iglesia que la misma Virgen María. ¿En qué sentido? En cuanto que María es parte de la Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente, pero un miembro de la totalidad del cuerpo. Ella es parte de la totalidad del cuerpo, y el cuerpo entero es más que uno de sus miembros. La cabeza de este cuerpo es el Señor, y el Cristo total lo constituyen la cabeza y el cuerpo. ¿Qué más diremos? Tenemos, en el cuerpo de la Iglesia, una cabeza divina, tenemos al mismo Dios por cabeza.

 

Por tanto, amadísimos hermanos, atended a vosotros mismos: también vosotros sois miembros de Cristo, cuerpo de Cristo. Así lo afirma el Señor, de manera equivalente, cuando dice: Estos son mi madre y mis hermanos. ¿Cómo seréis madre de Cristo? El que escucha y el que hace la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano y mi hermana y mi madre. Podemos entender lo que significa aquí el calificativo que nos da Cristo de «hermanos» y «hermanas»: la herencia celestial es única, y, por tanto, Cristo, que siendo único no quiso estar solo, quiso que fuéramos herederos del Padre y coherederos suyos.

 

RESPONSORIO    Is 61, 10; Lc 1, 46-47

 

R. Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: * porque me ha vestido un traje de gala, como a una novia que se adorna con sus joyas.

V. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

R. Porque me ha vestido un traje de gala, como a una novia que se adorna con sus joyas.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de la Santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, nos concedas también a nosotros participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de María Virgen.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: ÉSTA ERA UNA NIÑA

 

Ésta era una niña

con aire de flor,

agua más que el río,

fuego más que el sol.

Vivía en el templo

del rey Salomón,

oyendo en los salmos

ecos de otra voz.

 

Quemaban su pecho,

con celeste ardor,

palabras magníficas,

silencio de Dios:

«¡Oh Padre que habitas

en alto esplendor,

envía el rocío

del Hijo de Dios!

¡Ábrase la tierra:

brote el Salvador!

 

¡Lloved, rojas nubes,

al Dios de Jacob!

¡Floreced, collados,

al Justo, al Señor,

lucero del alba,

flor de la creación!»

 

Y al solio del Padre

subía su clamor,

cual nube de incienso

plegaria sin voz. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

 

Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

 

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.

 

En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

 

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.

 

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.

 

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.

 

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.

 

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

 

Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

 

Cántico: QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15-25

 

Es verdad: tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador.

Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,

se van avergonzados los fabricantes de ídolos;

mientras el Señor salva a Israel

con una salvación perpetua,

para que no se avergüencen ni se sonrojen

nunca jamás.

 

Así dice el Señor, creador del cielo

- él es Dios -,

él modeló la tierra,

la fabricó y la afianzó;

no la creó vacía,

sino que la formó habitable:

«Yo soy el Señor y no hay otro.»

 

No te hablé a escondidas,

en un país tenebroso,

no dije a la estirpe de Jacob:

«Buscadme en el vacío.»

 

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia

y declara lo que es justo.

Reuníos, venid, acercaos juntos,

supervivientes de las naciones.

No discurren los que llevan su ídolo de madera,

y rezan a un dios que no puede salvar.

 

Declarad, aducid pruebas,

que deliberen juntos:

¿Quién anunció esto desde antiguo,

quién lo predijo desde entonces?

¿No fui yo, el Señor?

- No hay otro Dios fuera de mí -.

 

Yo soy un Dios justo y salvador,

y no hay ninguno más.

 

Volveos hacia mí para salvaros,

confines de la tierra,

pues yo soy Dios y no hay otro.

 

Yo juro por mi nombre,

de mi boca sale una sentencia,

una palabra irrevocable:

«Ante mí se doblará toda rodilla,

por mí jurará toda lengua»,

dirán: «Sólo el Señor

tiene la justicia y el poder.»

 

A él vendrán avergonzados

los que se enardecían contra él,

con el Señor triunfará y se gloriará

la estirpe de Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

 

Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

 

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con aclamaciones.

 

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

 

Entrad por sus puertas con acción de gracias,

por sus atrios con himnos,

dándole gracias y bendiciendo su nombre:

 

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

LECTURA BREVE   Is 61,10

 

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor la eligió y la predestinó.

R. El Señor la eligió y la predestinó.

 

V. La hizo morar en su templo santo.

R. Y la predestinó.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor la eligió y la predestinó.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Aleluya.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Aleluya.

 

PRECES

 

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

 

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

 

Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,

haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

 

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,

líbranos de toda ocasión de pecado.

 

Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,

por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

 

Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,

haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de la Santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, nos concedas también a nosotros participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Flp 2, 2b-4

 

Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

 

V. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad.

R. Para los que guardan su alianza y sus mandatos.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL PAN DE CADA DÍA

 

El pan de cada día

dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;

convierte en alegría

nuestras labores buenas

y acaricia el dolor de nuestras penas.

 

¡Horas de tedio largas

sin la presencia buena de tus manos!

¡Ay, las horas amargas

nos vuelven inhumanos,

si no abrimos el alma a los hermanos!

 

Santifica el momento

de este ruido tenaz, de esta fatiga.

Busquemos el aliento

de tu presencia amiga

que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   2Co 13, 4

 

Aunque por su condición de debilidad humana Cristo fue crucificado, ahora tiene vida por la omnipotencia de Dios. Y nosotros, aunque débiles ahora con su debilidad, por la omnipotencia de Dios tendremos vida con él.

 

V. Mi alma está pegada al polvo.

R. Reanímame, Señor, con tus palabras.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

 

Salmo 118, 25-32

 

Mi alma está pegada al polvo:

reanímame con tus palabras;

te expliqué mi camino, y me escuchaste:

enséñame tus leyes;

instrúyeme en el camino de tus decretos,

y meditaré tus maravillas.

 

Mi alma llora de tristeza,

consuélame con tus promesas;

apártame del camino falso,

y dame la gracia de tu voluntad;

escogí el camino verdadero,

deseé tus mandamientos.

 

Me apegué a tus preceptos,

Señor, no me defraudes;

correré por el camino de tus mandatos

cuando me ensanches el corazón.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

 

Ant 2. Confiando en el Señor no me he desviado.

 

Salmo 25 - ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

 

Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia;

confiando en el Señor no me he desviado.

 

Examíname, Señor, ponme a prueba,

sondea mis entrañas y mi corazón,

porque tengo ante los ojos tu bondad,

y camino en tu verdad.

 

No me siento con gente falsa,

no me junto con mentirosos;

detesto las bandas de malhechores,

no tomo asiento con los impíos.

 

Lavo en la inocencia mis manos,

y rodeo tu altar, Señor,

proclamando tu alabanza,

enumerando tus maravillas.

 

Señor, yo amo la belleza de tu casa,

el lugar donde reside tu gloria.

 

No arrebates mi alma con los pecadores,

ni mi vida con los sanguinarios,

que en su izquierda llevan infamias,

y su derecha está llena de sobornos.

 

Yo, en cambio, camino en la integridad;

sálvame, ten misericordia de mí.

Mi pie se mantiene en el camino llano;

en la asamblea bendeciré al Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Confiando en el Señor no me he desviado.

 

Ant 3. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

 

Salmo 27, 1-3. 6-9 - SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

 

A ti, Señor, te invoco;

Roca mía, no seas sordo a mi voz;

que, si no me escuchas, seré igual

que los que bajan a la fosa.

 

Escucha mi voz suplicante

cuando te pido auxilio,

cuando alzo las manos

hacia tu santuario.

 

No me arrebates con los malvados

ni con los malhechores,

que hablan de paz con el prójimo,

pero llevan la maldad en el corazón.

 

Bendito el Señor, que escuchó

mi voz suplicante;

el Señor es mi fuerza y mi escudo:

en él confía mi corazón;

me socorrió, y mi corazón se alegra

y le canta agradecido.

 

El Señor es fuerza para su pueblo,

apoyo y salvación para su Ungido.

Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,

sé su pastor y guíalos siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

 

LECTURA BREVE   Col 3, 12-13

 

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado; haced vosotros lo mismo.

 

V. El Señor es compasivo y misericordioso.

R. Lento a la ira y rico en clemencia.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ÉSTA ERA UNA NIÑA.

 

Ésta era una niña

con aire de flor,

agua más que el río,

fuego más que el sol.

Vivía en el templo

del rey Salomón,

oyendo en los salmos

ecos de otra voz.

 

El Viento es contigo,

contigo el León,

contigo el Lucero,

contigo el Amor.

Tú, fuente sellada,

hija del Amor;

tú, el alba más bella,

del más bello sol.

 

Sé tú siempre niña,

sé tú siempre don,

sé como esta niña

con aire de flor,

agua más que el río,

fuego más que el sol. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

 

Salmo 40 - ORACIÓN DE UN ENFERMO.

 

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

 

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,

para que sea dichoso en la tierra,

y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

 

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

calmará los dolores de su enfermedad.

 

Yo dije: «Señor, ten misericordia,

sáname, porque he pecado contra ti.»

 

Mis enemigos me desean lo peor;

«A ver si se muere y se acaba su apellido.»

 

El que viene a verme habla con fingimiento,

disimula su mala intención,

y cuando sale afuera, la dice.

 

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,

hacen cálculos siniestros:

«Padece un mal sin remedio,

se acostó para no levantarse.»

 

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,

que compartía mi pan,

es el primero en traicionarme.

 

Pero tú, Señor, apiádate de mí,

haz que pueda levantarme,

para que yo les dé su merecido.

 

En esto conozco que me amas:

en que mi enemigo no triunfa de mí.

 

A mí, en cambio, me conservas la salud,

me mantienes siempre en tu presencia.

 

Bendito el Señor, Dios de Israel,

ahora y por siempre. Amén, amén.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

 

Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

 

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

poderoso defensor en el peligro.

 

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra

y los montes se desplomen en el mar.

 

Que hiervan y bramen sus olas,

que sacudan a los montes con su furia:

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,

el Altísimo consagra su morada.

 

Teniendo a Dios en medio, no vacila;

Dios la socorre al despuntar la aurora.

 

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;

pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Venid a ver las obras del Señor,

las maravillas que hace en la tierra:

 

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,

rompe los arcos, quiebra las lanzas,

prende fuego a los escudos.

 

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:

más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

 

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4

 

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

 

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiestos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

 

LECTURA BREVE   Ga 4, 4-5

 

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Dichosa tú, siempre Virgen María y santa Madre de Dios, templo del Señor, sagrario del Espíritu Santo: tú fuiste la única que agradaste plenamente a nuestro Señor Jesucristo.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichosa tú, siempre Virgen María y santa Madre de Dios, templo del Señor, sagrario del Espíritu Santo: tú fuiste la única que agradaste plenamente a nuestro Señor Jesucristo.

 

PRECES

 

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

 

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

 

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

 

Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,

y a todos abundancia de salud y de paz.

 

Tú que hiciste de María la llena de gracia,

concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

 

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,

y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

 

Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de la Santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, nos concedas también a nosotros participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

 

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,

de noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.

 

Porque mi alma está colmada de desdichas,

y mi vida está al borde del abismo;

ya me cuentan con los que bajan a la fosa,

soy como un inválido.

 

Tengo mi cama entre los muertos,

como los caídos que yacen en el sepulcro,

de los cuales ya no guardas memoria,

porque fueron arrancados de tu mano.

 

Me has colocado en lo hondo de la fosa,

en las tinieblas del fondo;

tu cólera pesa sobre mí,

me echas encima todas tus olas.

 

Has alejado de mí a mis conocidos,

me has hecho repugnante para ellos:

encerrado, no puedo salir,

y los ojos se me nublan de pesar.

 

Todo el día te estoy invocando,

tendiendo las manos hacia ti.

¿Harás tú maravillas por los muertos?

¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

 

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla

o tu justicia en el país del olvido?

 

Pero yo te pido auxilio,

por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

¿Por qué, Señor, me rechazas

y me escondes tu rostro?

 

Desde niño fui desgraciado y enfermo,

me doblo bajo el peso de tus terrores,

pasó sobre mí tu incendio,

tus espantos me han consumido:

 

me rodean como las aguas todo el día,

me envuelven todos a una;

alejaste de mí amigos y compañeros:

mi compañía son las tinieblas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

LECTURA BREVE   Jr 14, 9

 

Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Madre del Redentor, Virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta,

estrella del mar,

 

ven a librar al pueblo que tropieza

y se quiere levantar.

 

Ante la admiración de cielo y tierra,

engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.

 

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores. 

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