Del Común de un mártir. Salterio III
SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE, presbítero y mártir. (MEMORIA)
Maximiliano María Kolbe nació cerca de Lodz (Polonia) el 8 de
enero de 1894. Ingresó en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en
1907, y el año 1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la
Madre de Dios fundó la asociación piadosa de la «Milicia de María Inmaculada»,
que propagó con entusiasmo. Misionero en el Japón, se esforzó por extender la
fe cristiana bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada.
Vuelto a Polonia, habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto
de los pueblos, entregó su vida como holocausto de caridad por la libertad de
un desconocido condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de
concentración de Auchwitz.
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
TESTIGOS DE AMOR
Testigos
de amor
de
Cristo Señor,
mártires
santos.
Rosales
en flor
de
Cristo el olor,
mártires
santos.
Palabras
en luz
de
Cristo Jesús,
mártires
santos.
Corona
inmortal
del
Cristo total,
mártires
santos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Salmo
68, 2-22. 30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO
Dios
mío, sálvame,
que
me llega el agua al cuello:
me
estoy hundiendo en un cieno profundo
y
no puedo hacer pie;
he
entrado en la hondura del agua,
me
arrastra la corriente.
Estoy
agotado de gritar,
tengo
ronca la garganta;
se
me nublan los ojos
de
tanto aguardar a mi Dios.
Más
que los cabellos de mi cabeza
son
los que me odian sin razón;
más
duros que mis huesos,
los
que me atacan injustamente.
¿Es
que voy a devolver
lo
que no he robado?
Dios
mío, tú conoces mi ignorancia,
no
se te ocultan mis delitos.
Que
por mi causa no queden defraudados
los
que esperan en ti, Señor de los ejércitos.
Que
por mi causa no se avergüencen
los
que te buscan, Dios de Israel.
Por
ti he aguantado afrentas,
la
vergüenza cubrió mi rostro.
Soy
un extraño para mis hermanos,
un
extranjero para los hijos de mi madre;
porque
me devora el celo de tu templo,
y
las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
Cuando
me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando
me visto de saco, se ríen de mí;
sentados
a la puerta murmuran,
mientras
beben vino me cantan burlas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Ant
2. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Salmo
68, 2-22. 30-37 II
Pero
mi oración se dirige a ti,
Dios
mío, el día de tu favor;
que
me escuche tu gran bondad,
que
tu fidelidad me ayude:
arráncame
del cieno, que no me hunda;
líbrame
de los que me aborrecen,
y
de las aguas sin fondo.
Que
no me arrastre la corriente,
que
no me trague el torbellino,
que
no se cierre la poza sobre mí.
Respóndeme,
Señor, con la bondad de tu gracia,
por
tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no
escondas tu rostro a tu siervo:
estoy
en peligro, respóndeme en seguida.
Acércate
a mí, rescátame,
líbrame
de mis enemigos:
estás
viendo mi afrenta,
mi
vergüenza y mi deshonra;
a
tu vista están los que me acosan.
La
afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero
compasión, y no la hay;
consoladores,
y no los encuentro.
En
mi comida me echaron hiel,
para
mi sed me dieron vinagre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Ant
3. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Salmo
68, 2-22. 30-37 III
Yo
soy un pobre malherido;
Dios
mío, tu salvación me levante.
Alabaré
el nombre de Dios con cantos,
proclamaré
su grandeza con acción de gracias;
le
agradará a Dios más que un toro,
más
que un novillo con cuernos y pezuñas.
Miradlo
los humildes, y alegraos,
buscad
al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que
el Señor escucha a sus pobres,
no
desprecia a sus cautivos.
Alábenlo
el cielo y la tierra,
las
aguas y cuanto bulle en ellas.
El
Señor salvará a Sión,
reconstruirá
las ciudades de Judá,
y
las habitarán en posesión.
La
estirpe de sus siervos la heredará,
los
que aman su nombre vivirán en ella.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
V.
El Señor nos instruirá en sus caminos.
R.
Y marcharemos por sus sendas.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del profeta Zacarías 12, 9-12a; 13, 1-9
LA
SALVACIÓN ESTARÁ EN JERUSALÉN
Esto
dice el Señor:
«Aquel
día me dispondré a aniquilar a los pueblos que invadan a Jerusalén. Derramaré
sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de
gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como
llanto por el hijo único y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel
día será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Haddad-Rimón en el valle
de Meguidó, y llorará todo el país, familia por familia.
Aquel
día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de
Jerusalén, para lavar los pecados e impurezas.
Aquel
día -oráculo del Señor de los ejércitos- aniquilaré de la tierra los nombres de
los ídolos y no serán invocados. Y lo mismo haré con sus profetas y aniquilaré
el espíritu impuro. Si se pone uno a profetizar, le dirán el padre y la madre
que lo engendraron: "No quedarás vivo, porque has anunciado mentiras en
nombre del Señor", y el padre y la madre que lo engendraron lo
traspasarán, porque pretendió ser profeta.
Aquel
día se avergonzarán los profetas de sus visiones y profecías y no se vestirán
mantos peludos para engañar. Dirán: "Yo no soy profeta, sino labrador;
desde mi juventud la tierra es mi ocupación." Le preguntarán: "¿Y qué
son esas heridas entre tus brazos?" Y él responderá: "Me hirieron en
casa de unos amigos."
Álzate,
espada, contra mi pastor, contra mi ayudante -oráculo del Señor-. Hiere al
pastor, que se dispersen las ovejas, volveré mi mano contra las crías. En toda
la tierra serán exterminados dos tercios y quedará una tercera parte. Pasaré a
fuego esa tercera parte, la purificaré como se purifica la plata, la depuraré
como se acrisola el oro. Él invocará mi nombre y yo le responderé. Yo le diré:
"Pueblo mío", y él me responderá: "Señor, Dios mío."»
RESPONSORIO
Mt 26, 31; Za 13, 7
R.
Esta noche voy a ser piedra de escándalo para todos vosotros, pues ya dice la
Escritura: * «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.»
V.
Álzate, espada, contra mi pastor, contra mi ayudante -oráculo del Señor-.
R.
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.
SEGUNDA
LECTURA
De
las cartas de san Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir.
(Gli
scritti di Massimiliano Kolbe eroe di Oswiecim e beato della Chiesa, vol 1,
Cittá di Vita, Firenze 1975, pp 44-46. 113-114)
EL
IDEAL DE LA VIDA APOSTÓLICA ES LA SALVACIÓN Y SANTIFICACIÓN DE LAS ALMAS.
Me
llena de gozo, querido hermano, el celo que te anima en la propagación de la
gloria de Dios. En la actualidad se da una gravísima epidemia de indiferencia,
que afecta, aunque de modo diverso, no sólo a los laicos, sino también a los
religiosos. Con todo, Dios es digno de una gloria infinita. Siendo nosotros
pobres criaturas limitadas y, por tanto, incapaces de rendirle la gloria que él
merece, esforcémonos, al menos, por contribuir, en cuanto podamos, a rendirle
la mayor gloria posible.
La
gloria de Dios consiste en la salvación de las almas, que Cristo ha redimido
con el alto precio de su muerte en la cruz. La salvación y la santificación más
perfecta del mayor número de almas debe ser el ideal más sublime de nuestra
vida apostólica. Cuál sea el mejor camino para rendir a Dios la mayor gloria
posible y llevar a la santidad más perfecta el mayor número de almas, Dios
mismo lo conoce mejor que nosotros, porque él es omnisciente e infinitamente
sabio. Él, y sólo él, Dios omnisciente, sabe lo que debemos hacer en cada
momento para rendirle la mayor gloria posible. ¿Y cómo nos manifiesta Dios su
propia voluntad? Por medio de sus representantes en la tierra. La obediencia, y
sólo la santa obediencia, nos manifiesta con certeza la voluntad de Dios. Los
superiores pueden equivocarse, pero nosotros obedeciendo no nos equivocamos
nunca. Se da una excepción: cuando el superior manda algo que con toda claridad
y sin ninguna duda es pecado, aunque éste sea insignificante; porque en este
caso el superior no sería el representante de Dios.
Dios,
y solamente Dios infinito, infalible, santísimo y clemente, es nuestro Señor,
nuestro creador y Padre, principio y fin, sabiduría, poder y amor: todo. Todo
lo que no sea él vale en tanto en cuanto se refiere a él, creador de todo,
redentor de todos los hombres y fin último de toda la creación. Es él quien,
por medio de sus representantes aquí en la tierra, nos revela su admirable
voluntad, nos atrae hacia sí, y quiere por medio nuestro atraer al mayor número
posible de almas y unirlas a sí del modo más intimo y personal.
Querido
hermano, piensa qué grande es la dignidad de nuestra condición por la
misericordia de Dios. Por medio de la obediencia nosotros nos alzamos por
encima de nuestra pequeñez y podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Más
aún: adhiriéndonos así a la divina voluntad, a la que no puede resistir ninguna
criatura, nos hacemos más fuertes que todas ellas. Ésta es nuestra grandeza; y
no es todo: por medio de la obediencia nos convertimos en infinitamente
poderosos.
Éste
y sólo éste es el camino de la sabiduría y de la prudencia, y el modo de rendir
a Dios la mayor gloria posible. Si existiese un camino distinto y mejor, Jesús
nos lo hubiera indicado con sus palabras y su ejemplo. Los treinta años de su
vida escondida son descritos así por la sagrada Escritura: Y les estaba sujeto.
Igualmente, por lo que se refiere al resto de la vida toda de Jesús, leemos con
frecuencia en la misma sagrada Escritura que él había venido a la tierra para
cumplir la voluntad del Padre.
Amemos
sin límites a nuestro buen Padre: amor que se demuestra a través de la
obediencia y se ejercita sobre todo cuando nos pide el sacrificio de la propia
voluntad. El libro más bello y auténtico donde se puede aprender y profundizar
este amor es el Crucifijo. Y esto lo obtendremos mucho más fácilmente de Dios
por medio de la Inmaculada, porque a ella ha confiado Dios toda la economía de
la misericordia.
La
voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios. Nosotros,
por tanto, consagrándonos a ella, somos también como ella, en las manos de
Dios, instrumentos de su divina misericordia. Dejémonos guiar por María;
dejémonos llevar por ella, y estaremos bajo su dirección tranquilos y seguros:
ella se ocupará de todo y proveerá a todas nuestras necesidades, tanto del alma
como del cuerpo; ella misma removerá las dificultades y angustias nuestras.
RESPONSORIO
Ef 5, 1-2; 6, 6
R.
Sed imitadores de Dios, como hijos amados, y vivid en el amor como Cristo os
amó y se entregó por nosotros. * Como oblación y víctima de suave fragancia.
V.
Como esclavos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios.
R.
Como oblación y víctima de suave fragancia.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh
Dios, que a san Maximiliano María, apóstol de la Inmaculada y ejemplo de
caridad hacia el prójimo, le infundiste un deseo ardiente de la salvación de
los hombres, concédenos, por su intercesión, poder trabajar generosamente por
tu gloria y por la salvación de los hombres hasta dar nuestra propia vida, como
lo hizo tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno:
PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA.
Palabra
del Señor ya rubricada
es
la vida del mártir, ofrecida
como
prueba fiel de que la espada
no
puede ya truncar la fe vivida.
Fuente
de fe y de luz es su memoria,
coraje
para el justo en la batalla
del
bien, de la verdad, siempre victoria
que,
en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio
es el dolor de cada día,
si
en Cristo y con amor es aceptado,
fuego
lento de amor que en la alegría
de
servir al Señor es consumado.
Concédenos,
oh Padre, sin medida,
y
tú, Señor Jesús crucificado,
el
fuego del Espíritu de vida
para
vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo
50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad;
por
tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava
del todo mi delito,
limpia
mi pecado.
Pues
yo reconozco mi culpa,
tengo
siempre presente mi pecado:
contra
ti, contra ti solo pequé,
cometí
la maldad que aborreces.
En
la sentencia tendrás razón,
en
el juicio brillará tu rectitud.
Mira,
que en la culpa nací,
pecador
me concibió mi madre.
Te
gusta un corazón sincero,
y
en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame
con el hisopo: quedaré limpio;
lávame:
quedaré más blanco que la nieve.
Hazme
oír el gozo y la alegría,
que
se alegren los huesos quebrantados.
Aparta
de mi pecado tu vista,
borra
en mí toda culpa.
¡Oh
Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firme;
no
me arrojes lejos de tu rostro,
no
me quites tu santo espíritu.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso:
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti.
Líbrame
de la sangre, ¡oh Dios,
Dios,
Salvador mío!,
y
cantará mi lengua tu justicia.
Señor,
me abrirás los labios,
y
mi boca proclamará tu alabanza.
Los
sacrificios no te satisfacen;
si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado:
un
corazón quebrantado y humillado
tú
no lo desprecias.
Señor,
por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye
las murallas de Jerusalén:
entonces
aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas
y holocaustos,
sobre
tu altar se inmolarán novillos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant
2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico:
LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis
ojos se deshacen en lágrimas,
día
y noche no cesan:
por
la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una
herida de fuertes dolores.
Salgo
al campo: muertos a espada;
entro
en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto
el profeta como el sacerdote
vagan
sin sentido por el país.
¿Por
qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene
asco tu garganta de Sión?
¿Por
que nos has herido sin remedio?
Se
espera la paz, y no hay bienestar,
al
tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor,
reconocemos nuestra impiedad,
la
culpa de nuestros padres,
porque
pecamos contra ti.
No
nos rechaces, por tu nombre,
no
desprestigies tu trono glorioso;
recuerda
y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant
3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo
99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama
al Señor, tierra entera,
servid
al Señor con alegría,
entrad
en su presencia con aclamaciones.
Sabed
que el Señor es Dios:
que
él nos hizo y somos suyos,
su
pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad
por sus puertas con acción de gracias,
por
sus atrios con himnos,
dándole
gracias y bendiciendo su nombre:
«El
Señor es bueno,
su
misericordia es eterna,
su
fidelidad por todas las edades.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA
BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de
todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros
consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de
Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
R.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
V.
Él es mi salvación.
R.
Y mi energía.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí
la vida es Cristo, y una ganancia el morir.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí
la vida es Cristo, y una ganancia el morir.
PRECES
Celebremos,
amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos
mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos
has comprado, Señor, con tu sangre.
Por
la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como
testimonio de la fe,
concédenos,
Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por
la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su
sangre,
concédenos,
Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por
la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos,
Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por
la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del
Cordero,
concédenos,
Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos
ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Oh
Dios, que a san Maximiliano María, apóstol de la Inmaculada y ejemplo de
caridad hacia el prójimo, le infundiste un deseo ardiente de la salvación de
los hombres, concédenos, por su intercesión, poder trabajar generosamente por
tu gloria y por la salvación de los hombres hasta dar nuestra propia vida, como
lo hizo tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE Rm 1, 16b-17
El
Evangelio es poder de Dios para salvación de todo el que crea. Pues la justicia
de Dios se revela en él de fe a fe, según está escrito: «El justo vivirá de la
fe.»
V.
Con Dios se alegra nuestro corazón.
R.
En su santo nombre confiamos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz
por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las
faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Lo vimos sin aspecto atrayente, como un hombre de dolores, acostumbrado a
sufrimientos.
Salmo
21 I - EL SIERVO DE DIOS SUFRIENTE ORA Y DIOS LE RESPONDE
Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?;
a
pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios
mío, de día te grito, y no respondes;
de
noche, y no me haces caso;
aunque
tú habitas en el santuario,
esperanza
de Israel.
En
ti confiaban nuestros padres;
confiaban,
y los ponías a salvo;
a
ti gritaban, y quedaban libres,
en
ti confiaban, y no los defraudaste.
Pero
yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza
de la gente, desprecio del pueblo;
al
verme se burlan de mí,
hacen
visajes, menean la cabeza:
«Acudió
al Señor, que lo ponga a salvo;
que
lo libre si tanto lo quiere.»
Tú
eres quien me sacó del vientre,
me
tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde
el seno pasé a tus manos,
desde
el vientre materno tú eres mi Dios.
No
te quedes lejos, que el peligro está cerca
y
nadie me socorre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Lo vimos sin aspecto atrayente, como un hombre de dolores, acostumbrado a
sufrimientos.
Ant
2. Se repartieron la ropa de Jesús, echándola a suerte.
Salmo
21 II
Me
acorrala un tropel de novillos,
me
cercan toros de Basán;
abren
contra mí las fauces
leones
que descuartizan y rugen.
Estoy
como agua derramada,
tengo
los huesos descoyuntados;
mi
corazón, como cera,
se
derrite en mis entrañas;
mi
garganta está seca como una teja,
la
lengua se me pega al paladar;
me
aprietas contra el polvo de la muerte.
Me
acorrala una jauría de mastines,
me
cerca una banda de malhechores;
me
taladran las manos y los pies,
puedo
contar mis huesos.
Ellos
me miran triunfantes,
se
reparten mi ropa,
echan
a suerte mi túnica.
Pero
tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza
mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame
a mí de la espada,
y
a mi única vida, de la garra del mastín;
sálvame
de las fauces del león;
a
este pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré
tu fama a mis hermanos,
en
medio de la asamblea te alabaré.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Se repartieron la ropa de Jesús, echándola a suerte.
Ant
3. En su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Salmo
21 III
Fieles
del Señor, alabadlo;
linaje
de Jacob, glorificadlo;
temedlo,
linaje de Israel.
Porque
no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia
el pobre desgraciado;
no
le ha escondido su rostro:
cuando
pidió auxilio, lo escuchó.
Él
es mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré
mis votos delante de sus fieles.
Los
desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán
al Señor los que lo buscan:
viva
su corazón por siempre.
Lo
recordarán y volverán al Señor
hasta
de los confines del orbe;
en
su presencia se postrarán
las
familias de los pueblos.
Porque
del Señor es el reino,
él
gobierna a los pueblos.
Ante
él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante
él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me
hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán
del Señor a la generación futura,
contarán
su justicia al pueblo que ha de nacer;
todo
lo que hizo el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
LECTURA
BREVE Rm 3, 21-22a
Ahora,
sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, recibiendo testimonio de la
ley y de los profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los
que creen en él.
V.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R.
La norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación
mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos
ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Ef 2, 8-9
Estáis
salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es
un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.
V.
Conozca la tierra, Señor, tus caminos.
R.
Todos los pueblos tu salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido
el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y
concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL CIELO SE MARAVILLA
El
cielo se maravilla,
Virgen,
viendo como a vos
junto
a sí os ha dado Dios
la
más eminente silla.
Sobre
los altos confines
del
más levantado cielo
subisteis,
Virgen, del suelo
en
hombros de serafines.
Y
mucho se maravilla
el
cielo de ver que a vos
junto
a sí os ha dado Dios
la
más eminente silla.
¡Oh
Dios, quién supiera ahora
significar
la alegría
que
todo el cielo tendría
con
su nueva emperadora!
Ángeles
podrán decilla,
Virgen,
y lo que con vos
hizo
vuestro hijo y Dios
cuando
os dio tan alta silla. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Subió Cristo al cielo y preparó una mansión de inmortalidad a su Madre
purísima. Aleluya.
Salmo
112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad,
siervos del Señor,
alabad
el nombre del Señor.
Bendito
sea el nombre del Señor,
ahora
y por siempre:
de
la salida del sol hasta su ocaso,
alabado
sea el nombre del Señor.
El
Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su
gloria sobre los cielos.
¿Quién
como el Señor Dios nuestro,
que
se eleva en su trono
y
se abaja para mirar
al
cielo y a la tierra?
Levanta
del polvo al desvalido,
alza
de la basura al pobre,
para
sentarlo con los príncipes,
los
príncipes de su pueblo;
a
la estéril le da un puesto en la casa,
como
madre feliz de hijos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Subió Cristo al cielo y preparó una mansión de inmortalidad a su Madre
purísima. Aleluya.
Ant
2. Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María
Virgen han sido abiertas de nuevo. Aleluya.
Salmo
147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica
al Señor, Jerusalén;
alaba
a tu Dios, Sión:
que
ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y
ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha
puesto paz en tus fronteras,
te
sacia con flor de harina.
Él
envía su mensaje a la tierra,
y
su palabra corre veloz;
manda
la nieve como lana,
esparce
la escarcha como ceniza;
hace
caer el hielo como migajas
y
con el frío congela las aguas;
envía
una orden, y se derriten;
sopla
su aliento, y corren.
Anuncia
su palabra a Jacob,
sus
decretos y mandatos a Israel;
con
ninguna nación obró así,
ni
les dio a conocer sus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen
han sido abiertas de nuevo. Aleluya.
Ant
3. La Virgen María ha sido glorificada por encima de todos los ángeles y
santos; venid, pues, y alabemos a Cristo, el rey cuyo reino no tendrá fin.
Cántico:
EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito
sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en la persona de Cristo
con
toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo,
antes
de crear el mundo,
para
que fuésemos consagrados
e
irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo,
por
pura iniciativa suya,
a
ser sus hijos,
para
que la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en
su querido Hijo,
redunde
en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre,
hemos
recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha
sido un derroche para con nosotros,
dándonos
a conocer el misterio de su voluntad.
Éste
es el plan
que
había proyectado realizar por Cristo
cuando
llegase el momento culminante:
hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las
del cielo y las de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La Virgen María ha sido glorificada por encima de todos los ángeles y santos;
venid, pues, y alabemos a Cristo, el rey cuyo reino no tendrá fin.
LECTURA
BREVE Rm 8, 30
A
los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
RESPONSORIO
BREVE
V.
María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran.
R.
María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran.
V.
Y, llenos de gozo, alaban al Señor.
R.
Los ángeles se alegran.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes
por mí. Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras
grandes por mí. Aleluya.
PRECES
Proclamemos
las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones
felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Mira
a la llena de gracia y escúchanos.
Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada
Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz
que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú
que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
y
a todos abundancia de salud y de paz.
Tú
que hiciste de María la llena de gracia,
concede
la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz,
Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y
que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que coronaste a María como reina del cielo,
haz
que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando
en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme
también de bienes al mundo hambriento:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios todopoderoso, tú que, mirando complacido la profunda humildad de la
siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo
hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de honor, concédenos, por
su intercesión, que, ya que como María tenemos parte en tu redención,
alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6,4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita,
Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos
ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca
siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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