jueves, 14 de septiembre de 2017

15 DE SEPTIEMBRE VIERNES XXIII DEL T. ORDINARIO NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (MEMORIA)





Del Común de la Santísima Virgen María.

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (MEMORIA).

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LA MADRE PIADOSA ESTABA

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y afligida
estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

¿Y cuál hombre no llorara
si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
mas viva en él que conmigo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

Salmo 68, 2-22. 30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO

Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.

Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;

más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?

Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.

Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de saco, se ríen de mí;
sentados a la puerta murmuran,
mientras beben vino me cantan burlas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

Ant 2. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Salmo 68, 2-22. 30-37 II

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.

Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista están los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Ant 3. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Salmo 68, 2-22. 30-37 III

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

Miradlo los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

V. El Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Oseas 4, 1-10; 5, 1-7

CORRUPCIÓN GENERAL DE ISRAEL Y DE LOS SACERDOTES

Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel: el Señor llama a juicio a los habitantes del país: porque no hay verdad, ni misericordia, ni respeto a Dios, sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y libertinaje, homicidio tras homicidio. Por eso gime la tierra y desfallecen sus habitantes: hasta las fieras del campo, hasta las aves del cielo, incluso los peces del mar desaparecen.

Que no acuse el uno al otro, ni dé testimonio contra él; ¡contra ti, sacerdote, va mi querella! De día tropiezas tú, de noche tropieza contigo el profeta. Perecerá tu patria, perecerá mi pueblo, por falta de conocimiento. Porque has rehusado el conocimiento, yo te rehusaré el sacerdocio; te olvidaste de la ley del Señor, también yo me olvidaré de tus hijos.

Cuantos más son, más pecan contra mí; cambiaré su dignidad en ignominia. Se alimentan del pecado de mi pueblo y su alma busca la iniquidad. Será del sacerdote lo que sea del pueblo, le tomaré cuentas por sus costumbres, le pagaré por sus maldades. Comerán y no se saciarán, se prostituirán con los ídolos sin dar fruto, porque abandonaron al Señor para entregarse a la fornicación.

Escuchadlo, sacerdotes; atended, israelitas; oídlo, casa real: os llega el juicio. Fuisteis trampa en Atalaya, red tendida sobre el Tabor y fosa cavada en Setim. Yo los castigaré a todos: yo conozco a Efraín, no ignoro a Israel; tú, Efraím, has fornicado, Israel está contaminado. No permiten sus maldades que se conviertan a su Dios, porque llevan dentro un espíritu de fornicación y no conocen al Señor. La arrogancia de Israel testimonia contra él, Efraím caerá por sus pecados, y caerá con ellos Judá. Con ovejas y vacas buscarán al Señor, y no lo encontrarán, porque se ha alejado de ellos; se rebelaron contra el Señor, engendraron hijos bastardos: pues ahora el enemigo devorará sus posesiones.

RESPONSORIO    Cf. Mi 6, 3; cf. Os 4, 6

R. Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he contristado? Respóndeme. * ¿Qué más pude hacer por ti y no lo hice?
V. ¿Por qué has rehusado el conocimiento, y has olvidado la ley del Señor?
R. ¿Qué más pude hacer por ti y no lo hice?

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón en el domingo infraoctava de la Asunción, 14-15: Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968], 273-274)

LA MADRE ESTABA JUNTO A LA CRUZ

El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste -dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús- está predestinado por Dios para ser signo de contradicción; tu misma alma -añade, dirigiéndose a María- quedará atravesada por una espada.

En verdad, Madre santa, atravesó tu alma una espada. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús -que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo- hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.

¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?

No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.

Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Éste murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante.

RESPONSORIO    Lc 23, 33; Jn 19, 25; cf. Lc 2, 35

R. Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron ahí a Jesús. * Estaba su madre junto a la cruz.
V. Entonces quedó su alma atravesada por una espada de dolor.
R. Estaba su madre junto a la cruz.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.

Himno: ¿HABRÁ DOLOR MÁS INTENSO?

¿Habrá dolor más intenso
que tu dolor dolorido?
¿Habrá, Señora, un gemido
más soledoso y más denso
que el que te enluta, hondo y tenso,
de morada y negra toca?
¡Oh turba que pasáis loca,
hijas de Jerusalén,
mirad la bondad sin bien:
mojad con hiel vuestra boca!

¿No son más blandas las piedras
y más compasivo el cielo
que mi corazón sin duelo,
cuando tú, como las hiedras
junto a la cruz, no te arredras
de ahogarte en esos oleajes
de hiel? Obscuros celajes
envolvían el Calvario,
y tú eras, Madre, el sudario
de aquel diluvio de ultrajes.

Dame ese llanto bendito
para llorar mis pecados;
dame esos clavos clavados,
esa corona, ese grito,
ese puñal, ese escrito
y esa cruz para loarte,
para urgirte y consolarte,
Oh Virgen de los Dolores,
para ir sembrando de flores
tu viacrucis parte a parte. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

Ant 2. Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Ant 3. Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.

LECTURA BREVE   Col 1, 24-25

Ahora me alegro de los padecimientos que he sufrido por vosotros, y voy completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal. Pues he sido constituido ministro de la Iglesia conforme a la misión que él me ha confiado respecto de vosotros: dar cumplimiento a la palabra de Dios.

RESPONSORIO BREVE

V. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
R. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.

V. De las llagas de Jesucristo.
R. Obtengamos la salvación.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.

PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
líbranos también a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.

Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

Padre nuestro...

ORACION

Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HORA TERCIA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Llamé, y él me respondió.

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

LECTURA BREVE   Rm 1, 16b-17

El Evangelio es poder de Dios para salvación de todo el que crea. Pues la justicia de Dios se revela en él de fe a fe, según está escrito: «El justo vivirá de la fe.»

V. Con Dios se alegra nuestro corazón.
R. En su santo nombre confiamos.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 HORA SEXTA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EL PAN DE CADA DÍA

El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.

¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!

Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Lo vimos sin aspecto atrayente, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos.

Salmo 21 I - EL SIERVO DE DIOS SUFRIENTE ORA Y DIOS LE RESPONDE

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.

Dios mío, de día te grito, y no respondes;
de noche, y no me haces caso;
aunque tú habitas en el santuario,
esperanza de Israel.

En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres,
en ti confiaban, y no los defraudaste.

Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere.»

Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Lo vimos sin aspecto atrayente, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos.

Ant 2. Se repartieron la ropa de Jesús, echándola a suerte.

Salmo 21 II

Me acorrala un tropel de novillos,
me cercan toros de Basán;
abren contra mí las fauces
leones que descuartizan y rugen.

Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;

mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas contra el polvo de la muerte.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la espada,
y a mi única vida, de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león;
a este pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se repartieron la ropa de Jesús, echándola a suerte.

Ant 3. En su presencia se postrarán las familias de los pueblos.

Salmo 21 III

Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel.

Porque no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado;
no le ha escondido su rostro:
cuando pidió auxilio, lo escuchó.

Él es mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.

Porque del Señor es el reino,
él gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer;
todo lo que hizo el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En su presencia se postrarán las familias de los pueblos.

LECTURA BREVE   Rm 3, 21-22a

Ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, recibiendo testimonio de la ley y de los profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen en él.

V. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. La norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

HORA NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

LECTURA BREVE   Ef 2, 8-9

Estáis salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

V. Conozca la tierra, Señor, tus caminos.
R. Todos los pueblos tu salvación.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ¡VIRGEN DE VÍRGENES SANTAS!

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Cristo es nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió con Dios.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo es nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió con Dios.

Ant 2. Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la nueva alianza.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la nueva alianza.

Ant 3. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención.

LECTURA BREVE   2Tm 2, 10-12a

Todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en la incorporación a Cristo Jesús y la gloria eterna. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él.

RESPONSORIO BREVE

V. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.
R. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.

V. Feliz ella, que, sin morir, mereció la palma del martirio.
R. La reina del cielo y señora del mundo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Viendo a su madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo Jesús a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Viendo a su madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo Jesús a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros.

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento:

Padre nuestro...

ORACION

Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

LECTURA BREVE   Jr 14, 9

Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACION

OREMOS,
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!


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