Del Común de la
Santísima Virgen María.
NUESTRA SEÑORA
DE LOS DOLORES (MEMORIA).
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos
al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al Señor,
creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: LA MADRE
PIADOSA ESTABA
La Madre piadosa
estaba
junto a la cruz, y
lloraba
mientras el Hijo
pendía;
cuya alma triste y
llorosa,
traspasada y
dolorosa,
fiero cuchillo
tenía.
¡Oh cuán triste y
afligida
estaba la Madre
herida,
de tantos
tormentos llena!
Cuando triste
contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
¿Y cuál hombre no
llorara
si a la Madre
contemplara
de Cristo en tanto
dolor?
¿Y quién no se
entristeciera,
Madre piadosa, si
os viera
sujeta a tanto
rigor?
Por los pecados
del mundo,
vio a Jesús en tan
profundo
tormento la dulce
Madre.
Vio morir al Hijo
amado
que rindió
desamparado
el espíritu a su
Padre.
¡Oh dulce fuente
de amor!,
hazme sentir tu
dolor
para que llore
contigo.
Y que, por mi
Cristo amado,
mi corazón
abrasado
mas viva en él que
conmigo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No fue su
brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.
Salmo 43 I ORACIÓN
DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS
¡Oh Dios!,
nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres
nos lo han contado:
la obra que
realizaste en sus días,
en los años
remotos.
Tú mismo, con tu
mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a
ellos;
trituraste a las
naciones,
y los hiciste
crecer a ellos.
Porque no fue su
espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que
les dio la victoria;
sino tu diestra y
tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los
amabas.
Mi rey y mi Dios
eres tú,
que das la
victoria a Jacob:
con tu auxilio
embestimos al enemigo,
en tu nombre
pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío
en mi arco,
ni mi espada me da
la victoria;
tú nos das la
victoria sobre el enemigo
y derrotas a
nuestros adversarios.
Dios ha sido
siempre nuestro orgullo,
y siempre damos
gracias a tu nombre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No fue su
brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.
Ant 2. No apartará
el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.
Salmo 43 II
Ahora, en cambio,
nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales,
Señor, con nuestras tropas:
nos haces
retroceder ante el enemigo,
y nuestro
adversario nos saquea.
Nos entregas como
ovejas a la matanza
y nos has
dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo
por nada,
no lo tasas muy
alto.
Nos haces el
escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla
de los que nos rodean;
nos has hecho el
refrán de los gentiles,
nos hacen muecas
las naciones.
Tengo siempre
delante mi deshonra,
y la vergüenza me
cubre la cara
al oír insultos e
injurias,
al ver a mi rival
y a mi enemigo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No apartará
el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.
Ant 3. Levántate,
Señor, no nos rechaces más.
Salmo 43 III
Todo esto nos
viene encima,
sin haberte
olvidado
ni haber violado
tu alianza,
sin que se
volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de
tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste
a un lugar de chacales
y nos cubriste de
tinieblas.
Si hubiéramos
olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las
manos a un dios extraño,
el Señor lo habría
averiguado,
pues él penetra
los secretos del corazón.
Por tu causa nos
degüellan cada día,
nos tratan como a
ovejas de matanza.
Despierta, Señor,
¿por qué duermes?
Levántate, no nos
rechaces más.
¿Por qué nos
escondes tu rostro
y olvidas nuestra
desgracia y opresión?
Nuestro aliento se
hunde en el polvo,
nuestro vientre
está pegado al suelo.
Levántate a
socorrernos,
redímenos por tu
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levántate,
Señor, no nos rechaces más.
V. Haz brillar tu
rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus
leyes.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Ester
5, 1-5; 7, 2-10
CASTIGO DE AMAN
Al tercer día, una
vez acabada su oración, se despojó Ester de sus vestidos de penitencia y se
revistió de reina. Recobrada su espléndida belleza, invocó a Dios, que vela
sobre todos y los salva, y, tomando a dos siervas, se apoyó blandamente en una
de ellas, mientras la otra la seguía alzando el ruedo del vestido. Iba ella
resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de una
enamorada, aunque su corazón estaba oprimido por la angustia. Franqueando todas
las puertas, llegó hasta la presencia del rey.
Estaba el rey
sentado en su trono real, revestido de las vestiduras de las ceremonias
públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto verdaderamente
impresionante. Cuando levantó su rostro, resplandeciente de gloria, y vio que
la reina Ester estaba de pie en el atrio, lanzó una mirada tan colmada de ira
que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza sobre la sierva
que la precedía.
Mudó entonces Dios
el corazón del rey en dulzura; angustiado, se precipitó del trono y la tomó en
sus brazos y, en tanto ella se recobraba, le dirigía dulces palabras, diciendo:
«¿Qué ocurre,
Ester? Yo soy tu hermano, ten confianza. No morirás, pues mi mandato alcanza
sólo al común de las gentes. Acércate.»
Y, tomando el rey
el cetro de oro, lo puso sobre el cuello de Ester, y la besó, diciendo:
«Háblame.»
Ella respondió:
«Te he visto,
señor, como a un ángel de Dios y mi corazón se turbó ante el temor de tu
gloria. Porque eres admirable, señor, y tu rostro está lleno de dignidad.»
Y, diciendo esto,
se desmayó de nuevo. El rey se turbó, y todos su cortesanos se esforzaron por
reanimarla. El rey le preguntó:
«¿Qué sucede,
reina Ester? ¿Qué deseas? Incluso la mitad del reino te será dada.»
Respondió Ester:
«Si al rey le
place, venga hoy el rey, con Amán, al banquete que le tengo preparado.»
Respondió el rey:
«Avisad
inmediatamente a Amán, para que se cumpla el deseo de Ester.»
Así, el rey y Amán
fueron al banquete preparado por Ester y, durante el banquete, dijo el rey a
Ester:
«¿Qué deseas
pedir, reina Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo? Aunque fuera la
mitad del reino, se cumplirá.»
Respondió la reina
Ester:
«Si he hallado
gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si al rey le place, concédeme la vida -éste es
mi deseo- y la de mi pueblo -ésta es mi petición-. Pues yo y mi pueblo hemos
sido vendidos para ser exterminados, muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido
vendidos para esclavos y esclavas, aún hubiera callado; mas ahora el enemigo no
podrá compensar al rey por tal pérdida.»
Preguntó el rey
Asuero a la reina Ester:
«¿Quién es y dónde
está el hombre que ha pensado en su corazón ejecutar semejante cosa?»
Respondió Ester:
«Nuestro
perseguidor y enemigo es Amán. ¡Ese miserable! »
Amán quedó
aterrado en presencia del rey y de la reina. El rey se levantó, lleno de ira,
del banquete y se fue al jardín del palacio; Amán, mientras tanto, se quedó
junto a la reina Ester para suplicarle por su vida, porque comprendía que, de
parte del rey, se le venía encima la perdición. Cuando el rey volvió del jardín
de palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado caer sobre el lecho de
Ester. El rey exclamó:
«¿Es que incluso
en mi propio palacio quiere hacer violencia a la reina?»
Dio el rey una
orden y cubrieron el rostro de Amán. Jarboná, uno de los eunucos que estaban
ante el rey, sugirió:
«Precisamente la
horca que Amán había destinado para Mardoqueo, aquel cuyo informe fue tan útil
al rey, está preparada en casa de Amán, y tiene cincuenta codos de altura.»
Dijo el rey:
« ¡Colgadle de
ella! »
Colgaron a Amán de
la horca que había levantado para Mardoqueo y se aplacó la ira del rey.
RESPONSORIO
Cf. Est 10, 9; Is 48, 20
R. Israel clamó a
Dios y el Señor salvó a su pueblo; * lo liberó de todos los males y obró
grandes señales entre los demás pueblos.
V. Anunciad con
voz de júbilo: «El Señor ha rescatado a su siervo Jacob.»
R. Lo liberó de
todos los males y obró grandes señales entre los demás pueblos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de
san Bernardo, abad
(Sermón en el
domingo infraoctava de la Asunción, 14-15: Opera omnia, edición cisterciense, 5
[1968], 273-274)
LA MADRE ESTABA
JUNTO A LA CRUZ
El martirio de la
Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de
la pasión del Señor. Éste -dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús-
está predestinado por Dios para ser signo de contradicción; tu misma alma
-añade, dirigiéndose a María- quedará atravesada por una espada.
En verdad, Madre
santa, atravesó tu alma una espada. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado
en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel
Jesús -que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo- hubo
expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de
muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero
sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la
tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor
atravesó tu alma, y por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya
que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.
¿Por ventura no
fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente
tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí
tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús,
al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo
de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del
Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas
palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte
con sólo recordarlas?
No os admiréis,
hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no
recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el
carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos
debe estar de sus humildes servidores.
Pero quizá alguien
dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda
certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?»
Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí,
y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de
dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que
de la pasión del Hijo de María? Éste murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir
en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que
pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que,
después de aquél, no tiene semejante.
RESPONSORIO
Lc 23, 33; Jn 19, 25; cf. Lc 2, 35
R. Cuando llegaron
al lugar llamado Calvario, crucificaron ahí a Jesús. * Estaba su madre junto a
la cruz.
V. Entonces quedó
su alma atravesada por una espada de dolor.
R. Estaba su madre
junto a la cruz.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz,
participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María
a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las cumbres
de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
Himno: ¿HABRÁ
DOLOR MÁS INTENSO?
¿Habrá dolor más
intenso
que tu dolor
dolorido?
¿Habrá, Señora, un
gemido
más soledoso y más
denso
que el que te
enluta, hondo y tenso,
de morada y negra
toca?
¡Oh turba que
pasáis loca,
hijas de
Jerusalén,
mirad la bondad
sin bien:
mojad con hiel
vuestra boca!
¿No son más
blandas las piedras
y más compasivo el
cielo
que mi corazón sin
duelo,
cuando tú, como
las hiedras
junto a la cruz,
no te arredras
de ahogarte en
esos oleajes
de hiel? Obscuros
celajes
envolvían el
Calvario,
y tú eras, Madre,
el sudario
de aquel diluvio
de ultrajes.
Dame ese llanto
bendito
para llorar mis
pecados;
dame esos clavos
clavados,
esa corona, ese
grito,
ese puñal, ese
escrito
y esa cruz para
loarte,
para urgirte y
consolarte,
Oh Virgen de los
Dolores,
para ir sembrando
de flores
tu viacrucis parte
a parte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi alma
está unida a ti, Señor Jesús.
SALMO 62, 2-9 - EL
ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está
sedienta de ti;
mi carne tiene
ansia de ti,
como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y
tu gloria!
Tu gracia vale más
que la vida,
te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te
bendeciré
y alzaré las manos
invocándote.
Me saciaré de
manjares exquisitos,
y mis labios te
alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito
en ti,
porque fuiste mi
auxilio,
y a la sombra de
tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida
a ti,
y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma está
unida a ti, Señor Jesús.
Ant 2. Estemos alegres
cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Estemos
alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Ant 3. Dios quiso
reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.
Salmo 149 -
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre
Israel por su Creador,
los hijos de Sión
por su Rey.
Alabad su nombre
con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el Señor
ama a su pueblo
y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos
en filas:
con vítores a Dios
en la boca
y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el
castigo a las naciones,
sujetando a los
reyes con argollas,
a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia
dictada
es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios quiso
reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.
LECTURA BREVE
Col 1, 24-25
Ahora me alegro de
los padecimientos que he sufrido por vosotros, y voy completando en favor del
cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me quedan por
sufrir con Cristo en mi carne mortal. Pues he sido constituido ministro de la
Iglesia conforme a la misión que él me ha confiado respecto de vosotros: dar
cumplimiento a la palabra de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Que por tu
intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
R. Que por tu
intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
V. De las llagas
de Jesucristo.
R. Obtengamos la
salvación.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Que por tu
intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Alégrate,
Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria
y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.
Cántico de Zacarías.
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate,
Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria
y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.
PRECES
Elevemos nuestras
súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu santa
Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del
mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda
mancha de pecado,
líbranos también a
nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro,
tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu
presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de
nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del
Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a
imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que
elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos
siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y
de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de
tener parte en su gloria.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Según el mandato
del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz,
participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María
a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él
me respondió.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él
me respondió.
Ant 2. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 130 - COMO
UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
ni mis ojos
altaneros;
no pretendo
grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en
brazos de su madre.
Espere Israel en
el Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE
1Jn 3, 23-24
Éste es el
mandamiento de Dios: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos
amemos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Quien guarda sus
mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Y conocemos que permanece en
nosotros por el Espíritu que nos ha dado.
V. Tú, Señor,
apoyas al inocente.
R. Tú, el Dios
justo, sondeas el corazón y las entrañas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a
la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en
oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo
Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE
CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy,
Señor, a manos llenas;
convierte en
alegría
nuestras labores
buenas
y acaricia el
dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio
largas
sin la presencia
buena de tus manos!
¡Ay, las horas
amargas
nos vuelven
inhumanos,
si no abrimos el
alma a los hermanos!
Santifica el
momento
de este ruido
tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el
aliento
de tu presencia
amiga
que acreciente el esfuerzo
y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban
los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los justos
extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Sb 1, 1-2
Amad la justicia,
los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de
corazón buscadlo. Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifiesta
a los que no desconfían de él.
V. Confía en el
Señor y haz el bien.
R. Habita tu
tierra y practica la lealtad.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues,
brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO
DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo
lo que existe,
de tu pueblo
elegido eterna roca,
de los tiempos
Señor, que prometiste
dar tu vigor al
que con fe te invoca.
Mira al hombre que
es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu
paz háganlo fuerte
para amarte y
servirte en esta vida
y gozarte después
de santa muerte.
Jesús, Hijo del
Padre, ven aprisa
en este atardecer
que se avecina,
serena claridad y
dulce brisa
será tu amor que
todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Si me
amáis, guardaréis mis mandatos», dice el Señor.
Salmo 118, 153-160
Mira mi
abatimiento y líbrame,
porque no olvido
tu voluntad;
defiende mi causa
y rescátame,
con tu promesa
dame vida;
la justicia está
lejos de los malvados
que no buscan tus
leyes.
Grande es tu
ternura, Señor,
con tus
mandamientos dame vida;
muchos son los
enemigos que me persiguen,
pero yo no me
aparto de tus preceptos;
viendo a los
renegados sentía indignación,
porque no guardan
tus mandatos.
Mira cómo amo tus
decretos,
Señor, por tu
misericordia dame vida;
el compendio de tu
palabra es la verdad,
y tus justos
juicios son eternos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Si me amáis,
guardaréis mis mandatos», dice el Señor.
Ant 2. Que el
Señor te bendiga y veas la paz todos los días de tu vida.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la bendición
del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el Señor
te bendiga y veas la paz todos los días de tu vida.
Ant 3. El Señor
peleará a tu favor.
Salmo 128 -
ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud
-que lo diga
Israel-,
cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron
conmigo!
Sobre mis espaldas
metieron el arado
y alargaron los
surcos.
Pero el Señor, que
es justo,
rompió las coyundas
de los malvados.
Retrocedan,
avergonzados,
los que odian a
Sión;
sean como la
hierba del tejado,
que se seca y
nadie la siega;
que no llena la
mano del segador
ni la brazada del
que agavilla;
ni le dicen los
que pasan:
«Que el Señor te
bendiga.»
Os bendecimos en
el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
peleará a tu favor.
LECTURA BREVE
Hb 12, 1b-2
Después de habernos
despojado de todo el peso y del equipaje que nos distraía, corramos también
nosotros con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada. Llevemos
los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe, quien, para ganar el
gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima
de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.
V. Mi alma espera
en el Señor.
R. Espera en su
palabra.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor,
a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu
Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¡VIRGEN DE
VÍRGENES SANTAS!
¡Virgen de
vírgenes santas!,
llore yo con
ansias tantas
que el llanto
dulce me sea;
porque su pasión y
muerte
tenga en mi alma
de suerte
que siempre sus
penas vea.
Haz que su cruz me
enamore
y que en ella viva
y more
de mi fe y amor
indicio;
porque me inflame
y encienda
y contigo me
defienda
en el día del
juicio.
Haz que me ampare
la muerte
de Cristo, cuando
en tan fuerte
trance vida y alma
estén;
porque, cuando
quede en calma
el cuerpo, vaya mi
alma
a su eterna
gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo es
nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió con Dios.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo es
nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió con Dios.
Ant 2.
Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la nueva alianza.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acerquémonos
a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la nueva alianza.
Ant 3. Por Cristo,
por su sangre, hemos recibido la redención.
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido
en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en
la persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo,
por pura
iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan
generosamente nos ha concedido
en su querido
Hijo,
redunde en
alabanza suya.
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un
derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había
proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas
las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y
las de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por Cristo,
por su sangre, hemos recibido la redención.
LECTURA BREVE
2Tm 2, 10-12a
Todo lo soporto
por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en la
incorporación a Cristo Jesús y la gloria eterna. Verdadera es la sentencia que
dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia
en el sufrir, reinaremos también con él.
RESPONSORIO BREVE
V. Junto a la cruz
del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.
R. Junto a la cruz
del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.
V. Feliz ella,
que, sin morir, mereció la palma del martirio.
R. La reina del
cielo y señora del mundo.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Junto a la cruz
del Señor, estaba santa María, la reina del cielo y señora del mundo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Viendo a su
madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo Jesús a su madre: «Mujer,
ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Viendo a su
madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo Jesús a su madre: «Mujer,
ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
PRECES
Proclamemos las
grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones
felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Que la llena de
gracia interceda por nosotros.
Señor, Dios
nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada
Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus
hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a
María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los
tristes, perdón a los pecadores
y a todos
abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de
María la llena de gracia,
concede la
abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu
Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los
fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que coronaste a
María como reina del cielo,
haz que los
difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando en el
Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de
bienes al mundo hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz,
participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María
a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del
sol es ya poniente,
gracias, Señor, es
nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida al
día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que
todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor,
redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que en
la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del
Padre, cuando avanza
la noche oscura
sobre nuestro día,
concédenos la paz
y la esperanza
de esperar cada
noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne
descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi
derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi carne
descansa serena.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 23
Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios nuestro,
concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas
ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos
siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y
esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos ,
gimiendo y llorando
en este valle de
lágrimas.
Ea, pues, Señora,
abogada nuestra,
vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos,
y después de este
destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de
tu vientre.
¡Oh clemente, oh
piadosa,
oh dulce Virgen
María!
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