lunes, 6 de mayo de 2013

7 DE MAYO MARTES VI DE PASCUA

 
 
 
 
AMOR FAMILIAR
 
 
Propio de la feria - Salterio II
 
 

OFICIO DE LECTURA

 
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
 
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
 
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
 
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS
 
Que doblen las campanas jubilosas
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.
 
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.
 
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia Y su final;
esperad con confianza su venida;
no temáis, con vosotros él está.
 
Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.
 
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará. Aleluya.
 
Salmo 36 I - LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
 
No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.
 
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
 
Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.
 
Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:
 
cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.
 
Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará. Aleluya.
 
Ant. 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor. Aleluya.
 
Salmo 36 II
 
El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él;
pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.
 
Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a pobres y humildes,
para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán.
 
Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor.
 
El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán;
 
pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán.
 
El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos.
 
El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.
 
Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia.
 
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
 
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor. Aleluya.
 
Ant. 3. Confía en el Señor y sigue su camino. Aleluya.
 
Salmo 36 III
 
La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.
 
El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio.
 
Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.
 
Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso;
volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.
 
Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.
 
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva,
porque se acogen a él.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Confía en el Señor y sigue su camino. Aleluya.
 
V. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
 
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17
 
El CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
 
Hijos míos, os escribo porque en virtud de su nombre se os han perdonado los pecados. Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. Os escribo, hijos míos, porque habéis conocido al Padre.
 
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre, porque todo cuanto hay en el mundo -concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y jactancia de las riquezas- no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y sus concupiscencias con él. Pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.
 
RESPONSORIO 1Jn 2, 17. 15
 
R. El mundo pasa y sus concupiscencias con él; * pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Aleluya.
V. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre.
R. Pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Aleluya.
 
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 11, 11: PG 74, 559-562)
 
CRISTO ES El VÍNCULO DE UNIDAD
 
Todos los que participamos de la carne sagrada de Cristo alcanzamos la unión corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando dice, refiriéndose al misterio del amor misericordioso del Señor: El misterio que no fue dado a conocer a las pasadas generaciones ahora ha sido revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas: esto es, que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y coparticipes de las promesas divinas, en Cristo Jesús.
 
Y si somos unos para otros miembros de un mismo cuerpo en Cristo, y no sólo entre nosotros mismos, sino también para aquel que está en nosotros por su carne, ¿por qué, entonces, no procuramos vivir plenamente esa unión que existe entre nosotros y con Cristo? Cristo, en efecto, es el vínculo de unidad, ya que es Dios y hombre a la vez.
 
Siguiendo idéntico camino, podemos hablar también de nuestra unión espiritual, diciendo que todos nosotros, por haber recibido un solo y mismo Espíritu, a saber, el Espíritu Santo, estamos como mezclados unos con otros y con Dios. Pues, si bien es verdad que tomados cada uno por separado somos muchos, y en cada uno de nosotros Cristo hace habitar el Espíritu del Padre y suyo, este Espíritu es uno e indivisible, y a nosotros, que somos distintos el uno del otro en cuanto seres individuales, por su acción nos reúne a todos y hace que se nos vea como una sola cosa, por la unión que en él nos unifica.
 
Pues, del mismo modo que la virtualidad de la carne sagrada convierte a aquellos en quienes actúa en miembros de un mismo cuerpo, pienso que, del mismo modo, el único e indivisible Espíritu de Dios, al habitar en cada uno, los vincula a todos en la unidad espiritual.
 
Por esto nos exhorta también san Pablo: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del espíritu, con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade todo. Al estar en cada uno de nosotros el único Espíritu, estará también, por el Hijo, el único Dios y Padre de todos, uniendo entre sí y consigo a los que participan del Espíritu.
 
Y el hecho de nuestra unión y comunicación del Espíritu Santo, en cierto modo, se hace también visible ya desde ahora. Pues, si, dejando de lado nuestra vida puramente natural, nos sometimos de una vez para siempre a las leyes del espíritu, es evidente para todos nosotros que -por haber dejado nuestra vida anterior y estar ahora unidos al Espíritu Santo, y por haber adquirido una hechura celeste y haber sido en cierta manera transformados en un nuevo ser- ya no somos llamados simplemente hombres, sino también hijos de Dios y hombres celestiales, por nuestro consorcio con la naturaleza divina.
 
Por tanto, somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; una sola cosa por la identidad de condición, por la asimilación que obra el amor, por la comunión de la carne sagrada de Cristo y por la participación de un único y Santo Espíritu.
 
RESPONSORIO 1Co 10, 17; Sal 67, 11.7
 
R. Puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; * ya que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.
V. Tu bondad, ¡oh Dios!, preparó casa para los pobres y desvalidos.
R. Ya que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.
 
ORACIÓN.
 
OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

LAUDES

(Oración de la mañana)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 
INVITATORIO
 
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
 
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
 
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
 
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
 
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
 
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
 
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.
 
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO.
 
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
 
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
 
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
 
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
 
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.
 
Ant. 2. Tú, Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.
 
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
 
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
 
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
 
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
 
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
 
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
 
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
 
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
 
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
 
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Tú, Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.
 
Ant. 3. Tú has cuidado de nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.
 
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
 
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
 
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
 
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
 
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
 
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
 
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
 
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
 
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
 
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Tú has cuidado de nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.
 
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
 
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.»
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
 
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.
 
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.
 
PRECES
 
Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica su vida nueva, y digámosle:
 
Autor de la vida, vivifícanos.
 
Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.
 
Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.
 
Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.
 
Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

HORA TERCIA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
 
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
En la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
 
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
 
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste y a ti vuelve. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Salmo 118, 49-56
 
Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza;
éste es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tus mandatos.
 
Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad;
tus leyes eran mi canción
en tierra extranjera.
 
De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y velando, tus preceptos;
esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 52 - NECEDAD DE LOS PECADORES
 
Dice el necio para si:
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo abominaciones,
no hay quien obre bien.
 
Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.
 
Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.
 
Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
 
Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.
 
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de lsrael!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 53, 3-6. 8-9 - PETICIÓN DE AUXILIO
 
¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre,
sal por mi con tu poder.
¡Oh Dios!, escucha mí súplica,
atiende a mis palabras:
 
porque unos insolentes se alzan contra mi,
y hombres violentos me persiguen a muerte
sin tener presente a Dios.
 
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
 
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
porque me libraste del peligro
y he visto la derrota de mis enemigos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
LECTURA BREVE Cf. Hch 4, 11-12
 
Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
 
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA SEXTA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
 
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
 
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
 
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
 
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
 
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
 
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
 
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
 
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
 
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
 
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
 
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
 
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
 
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
 
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
LECTURA BREVE Cf. 1Pe 3, 21-22a
 
A vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.
 
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA NONA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
 
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya dado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
 
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, el sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
 
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
 
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
 
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
 
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
 
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
 
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
 
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
 
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
 
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
 
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
 
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
 
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
 
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
LECTURA BREVE Col 3, 1-2
 
Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
 
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

VÍSPERAS

Oración de la tarde
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
 
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
 
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
 
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
 
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Aleluya.
 
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
 
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
 
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
 
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
 
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
 
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
 
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
 
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Aleluya.
 
Ant. 2. El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.
 
Salmo 48 II
 
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
 
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
 
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
 
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
 
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
 
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.
 
Ant. 3. Tuyos son, Señor, el poder y la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
 
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
 
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
 
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
 
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Tuyos son, Señor, el poder y la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
 
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
 
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
 
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque, si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros. Aleluya.
 
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque, si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros. Aleluya.
 
PRECES
 
Invoquemos a Cristo, que con su resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo, y digámosle:
 
Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.
 
Señor Jesús, de cuyo costado abierto salió sangre y agua,
haz de la Iglesia tu esposa inmaculada.
 
Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a Pedro, al confesarte su amor, el cuidado de tus ovejas,
concede al papa Francisco un amor ardiente y un celo apostólico.
 
Tú que concediste una pesca abundante a los discípulos que pescaban en el mar,
envía operarios que continúen su trabajo apostólico.
 
Tú que preparaste a la orilla del mar el pan y los peces para los discípulos,
no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Señor Jesús, nuevo Adán, que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
para que compartan contigo la alegría de tu reino.
 
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

I VÍSPERAS de la solemnidad de NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN

Oración de la tarde
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: EXCELSA REINA DE VÍRGENES
 
Excelsa Reina de vírgenes,
de Dios Madre virginal,
puerta y dulzura del cielo,
esperanza del mortal.
 
Cándida flor entre espinas,
paloma de luz solar,
nacida de nuestra estirpe
donas medicina al mal.
 
Alcázar inexpugnable,
fúlgida estrella del mar,
desbarata los ardides,
guíenos tu claridad.
 
Sola inmaculada brillas
sin mancha original,
y triunfas de la serpiente
y su veneno letal.
 
Disipa sombras de errores,
aleja escollo fatal,
y el que fluctúa extraviado
halle en ti seguridad.
 
Se tribute excelsa gloria
a la augusta Trinidad
que te embelleció de gracias
y santidad singular. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Como aurora naciente, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a nuestro pueblo. Aleluya.
 
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
 
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
 
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
 
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Como aurora naciente, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a nuestro pueblo. Aleluya.
 
Ant. 2. He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Aleluya.
 
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
 
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
 
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
 
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
 
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Aleluya.
 
Ant. 3. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho. Aleluya.
 
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
 
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
 
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho. Aleluya.
 
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
 
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.
 
V. Ella abrió sus labios con sabiduría y su lengua pronunció palabras de amor.
R. Aleluya, aleluya.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Dijo la madre de Jesús a los servidores: «Haced lo que él os diga.» Aleluya.
 
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Dijo la madre de Jesús a los servidores: «Haced lo que él os diga.» Aleluya.
 
PRECES
 
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
 
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
 
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
 
Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, socorro a los desamparados, unidad a los hogares
y casa a los sin techo.
 
Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
haz que cuantos viven en peligros o están tentados sientan su protección maternal.
 
Tú que en tu madre, nuestra Señora de Luján, abriste en nuestra patria una fuente de bendición, mira benigno a nuestras autoridades y pueblo,
y haz que la Iglesia crezca y se dilate en la verdadera fe y caridad.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que nuestros queridos muertos puedan alcanzar con todos los santos, la felicidad de tu reino.
 
Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento de Verdad y de pan:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Señor, mira con bondad la fidelidad de tu Pueblo y concédenos que, por los méritos e intercesión de la santísima Virgen María, obtengamos los dones de tu gracia en la vida presente y la salvación eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
 
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
 
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
Himno: EL CORAZÓN SE DILATA
 
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
 
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
 
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
 
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
 
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
 
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
 
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
 
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
 
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
 
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9
 
Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
 
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
BENDICIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
 

COMPLETAS después de las I Vísperas

(Oración antes del descanso nocturno)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
 
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
 
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
 
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
 
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
 
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
Salmo 4 - ESCÚCHAME CUANDO TE INVOCO, DIOS DEFENSOR MÍO.
 
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
 
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
 
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
 
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
 
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
 
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
 
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
 
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
 
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
 
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
 
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
 
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
BENDICIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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