sábado, 23 de marzo de 2013

24 DE MARZO DOMINGO DE RAMOS O DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

 
 
 
 
 
DOMINGO DE RAMOS1
 
 
 
Propio del Tiempo.
 
 

OFICIO DE LECTURA

 
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
 
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
 
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
 
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: ¿QUIÉN ES ESTE QUE VIENE?
 
¿Quién es este que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
 
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
 
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
 
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
 
Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR
 
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
 
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.
 
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;
 
pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.
 
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
 
Ant. 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
 
Salmo 103 II
 
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
 
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.
 
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.
 
Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida.
 
Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
 
Ant. 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
 
Salmo 103 III
 
¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus creaturas.
 
Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.
 
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;
 
escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
 
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean.
 
Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
 
Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
 
V. Cuando sea yo levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos hacia mí.
 
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 50, 4--51, 3
 
EL SIERVO DEL SEÑOR SOPORTA LA PRUEBA
 
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana despierta mi oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
 
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará? Mirad, todos se consumen como ropa, los roe la polilla.
 
¿Quién de vosotros teme al Señor y escucha la voz de su siervo? Aunque camine en tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y se apoye en su Dios. Atención, vosotros, los que atizáis el fuego y encendéis teas: id a la hoguera de vuestro fuego, de las teas que habéis encendido. Así os tratará mi mano, yaceréis en el tormento.
 
Escuchadme, los que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca de donde os tallaron, la cantera de donde os extrajeron; mirad a Abraham, vuestro Padre, y a Sara, que os dio a luz; cuando lo llamé, era uno, pero lo bendije y lo multipliqué.
El Señor consuela a Sión, consuela a sus ruinas: convertirá su desierto en un edén, su yermo en jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.
 
RESPONSORIO Is 50, 5.6a; Lc 12, 50
 
R. El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: * ofrecí la espalda a los que me golpeaban.
V. Tengo que recibir un bautismo, y ¡qué impaciente estoy por sumergirme en él!
R. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban.
 
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de San Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9, Sobre el domingo de ramos: PG 97, 990-994)
 
BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.
 
Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.
 
Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados.
 
Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará -dice la Escritura-, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa.
 
Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.
 
Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.
 
Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.
 
Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.
 
Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.
 
Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.
 
RESPONSORIO Jn 12, 12. 13; Mt 21, 8. 9
 
R. Cuando la multitud se enteró de que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro. Un inmenso gentío iba tendiendo sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y alfombraban con ellas el camino y gritaban: * «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
V. La muchedumbre que lo precedía y también la que iba detrás gritaban:
R. «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
 
ORACIÓN.
 
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

LAUDES

(Oración de la mañana)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 
INVITATORIO
 
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
 
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Himno: EL PUEBLO QUE FUE CAUTIVO
 
El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia,
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.
 
¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: «¡Hosanna!», y haceos
como los niños hebreos
al paso del Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre del Señor! Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
 
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
 
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
 
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
 
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
 
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
 
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
 
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
 
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
 
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
 
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
 
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
 
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
 
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
 
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
 
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
 
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
 
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
 
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
 
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
 
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
 
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
 
Ant. 2. Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.»
 
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
 
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
 
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.»
 
Ant. 3. Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
 
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
 
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
 
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
 
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
 
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
 
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
 
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
 
LECTURA BREVE Za 9, 9
 
Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
 
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres, Señor.»
 
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres, Señor.»
 
PRECES
 
Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
 
Bendito el que viene en nombre del Señor.
 
Hosanna a ti, Hijo de David y Rey eterno;
hosanna a ti, vencedor de la muerte y del mal.
 
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
 
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
 
Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,
conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

HORA TERCIA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Himno: COMO EL FUEGO CALCINA
 
Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.
 
Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.
 
Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.
 
Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. La víspera del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
 
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
 
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
 
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
 
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
 
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
 
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
 
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
 
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
 
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
 
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
 
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
 
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir:. «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. La víspera del día solemne de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, como amaba a los suyos, les dio la mayor prueba de amor que puede darse.
 
LECTURA BREVE 2Co 4, 10-11
 
Llevamos siempre en nosotros por todas partes los sufrimientos mortales de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nosotros. Aun viviendo, estamos continuamente entregados a la muerte por Jesús, para qué también la vida de Jesús se manifieste en esta nuestra vida mortal.
 
V. Se humillaba voluntariamente.
R. Y no abría su boca.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA SEXTA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Himno: LA ALEGRÍA DE SALVARSE
 
La alegría de salvarse
al pueblo fiel regocije;
Jesús, redentor de todos,
mató de la muerte al príncipe.
 
La gente ramos de olivo
y palmas doquier consigue:
«De David hosanna al Hijo»
con vivas voces repite.
 
También nosotros corramos al
encuentro del gran Príncipe,
himnos cantando de gloria
con palmas y gozo ilímite.
 
Gloria a Dios Padre se dé,
gloria al Hijo que en él vive,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos se le brinde. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas.
 
Salmo 22 - EL BUEN PASTOR
 
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
 
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
 
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
 
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
 
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
 
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.
 
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 75 - II
 
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.
 
La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas.
 
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
 
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
 
V. Él soportó nuestros sufrimientos.
R. Y aguantó nuestras rebeldías.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

HORA NONA

 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Himno: CADA TARDE SE NOS VAN LOS DÍAS
 
Cada tarde se nos van los días,
y cada tarde el tiempo pasa;
se acaba nuestra vida cada tarde
y miramos la muerte más cercana.
 
Déjame todavía gozar el milagro
de tu luz, de tu sol, de tus albas;
déjame gozar el milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti cada mañana.
 
Déjame, Señor, gozar de tu milagro
al llegar una vez más la tarde mansa,
porque tú eres el Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
 
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
 
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
 
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
 
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
 
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
 
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
 
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
 
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
 
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
 
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
 
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
 
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
 
LECTURA BREVE 1Pe 5, 10-11
 
Tras un breve padecer, el Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. A él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.
 
V. Adoremos el signo de la cruz.
R. Por él que recibimos la salvación.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
CONCLUSIÓN
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 

II VÍSPERAS

Oración de la tarde
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Himno: LLEVABA ROJA LA TÚNICA
 
Llevaba roja la túnica
y enrojecido el cabello.
¿De dónde, con pies sangrantes,
avanzas tú, Lagarero?
«Del monte de la batalla
y de la victoria vengo;
rojo fue mi atardecer,
blanco será mi lucero.»
 
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
 
También de blanco le vi
el vestido y el aliento;
bello como las estrellas,
como flor de cardo bello.
Rojo como la amapola
y blanco como un cordero:
carmesíes sus heridas
y blancos sus pensamientos.
 
Llevaba blanca la túnica,
blanca de amor y fuego.
 
Por toda la negra tierra
el chorro de sus veneros:
sangre preciosa su sangre
que hace blanco el sufrimiento.
¡Oh Cristo, de sangre roja!
¡Oh Cristo, dolor supremo!
A ti el clamor de los hombres,
en ti nuestros clavos fieros.
 
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Herido y humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
 
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
 
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
 
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
 
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
 
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
 
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
 
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Herido y humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
 
Ant. 2. La sangre de Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
 
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
 
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
 
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
 
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
 
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
 
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
 
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
 
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
 
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. La sangre de Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
 
Ant. 3. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
 
Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
 
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
 
El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
 
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
 
LECTURA BREVE Hch. 13, 26-30a
 
Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
 
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño"; pero, después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.
 
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño"; pero, después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.
 
PRECES
 
Oremos humildemente al Salvador del género humano, que sube a Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:
 
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
 
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
 
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.
 
Mira con bondad a aquellos a quienes hemos escandalizado con nuestros pecados,
ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu santidad y tu amor.
 
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.
 
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre, diciendo:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
 
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
 
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
 
Cuando llegó el instante de tu muerte
inclinaste la frente hacia la tierra,
como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,
sino el Hijo que muerto nos contempla.
 
Cuando me llegue el tránsito esperado
y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.
 
El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén
 
SALMODIA
 
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
 
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
 
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
 
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
 
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
 
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
 
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
 
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
 
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
 
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
 
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
 
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
 
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
BENDICIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

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