Del Común de un mártir. Salterio I
SANTA CECILIA, virgen y mártir. (MEMORIA)
El culto de Santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construída en
Roma una basílica el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su
martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer
cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
TESTIGOS DE AMOR
Testigos
de amor
de
Cristo Señor,
mártires
santos.
Rosales
en flor
de
Cristo el olor,
mártires
santos.
Palabras
en luz
de
Cristo Jesús,
mártires
santos.
Corona
inmortal
del
Cristo total,
mártires
santos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Salmo
17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Yo
te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor,
mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios
mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi
fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco
al Señor de mi alabanza
y
quedo libre de mis enemigos.
Me
cercaban olas mortales,
torrentes
destructores me aterraban,
me
envolvían las redes del abismo,
me
alcanzaban los lazos de la muerte.
En
el peligro invoqué al Señor,
grité
a mi Dios:
desde
su templo él escuchó mi voz
y
mi grito llegó a sus oídos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Ant
2. El Señor me libró porque me amaba.
Salmo
17 II
Entonces
tembló y retembló la tierra,
vacilaron
los cimientos de los montes,
sacudidos
por su cólera;
de
su rostro se alzaba una humareda,
de
su boca un fuego voraz,
y
lanzaba carbones ardiendo.
Inclinó
el cielo y bajó
con
nubarrones debajo de sus pies;
volaba
sobre un querubín
cerniéndose
sobre las alas del viento,
envuelto
en un manto de oscuridad:
como
un toldo, lo rodeaban
oscuro
aguacero y nubes espesas;
al
fulgor de su presencia, las nubes
se
deshicieron en granizo y centellas;
y
el Señor tronaba desde el cielo,
el
Altísimo hacía oír su voz:
disparando
sus saetas, los dispersaba,
y
sus continuos relámpagos los enloquecían.
El
fondo del mar apareció,
y
se vieron los cimientos del orbe,
cuando
tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al
soplo de tu ira.
Desde
el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me
sacó de las aguas caudalosas,
me
libró de un enemigo poderoso,
de
adversarios más fuertes que yo.
Me
acosaban el día funesto,
pero
el Señor fue mi apoyo:
me
sacó a un lugar espacioso,
me
libró porque me amaba.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor me libró porque me amaba.
Ant
3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
Salmo
17 III
El
Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó
la pureza de mis manos,
porque
seguí los caminos del Señor
y
no me rebelé contra mi Dios;
porque
tuve presentes sus mandamientos
y
no me aparté de sus preceptos;
Le
fui enteramente fiel,
guardándome
de toda culpa;
el
Señor retribuyó mi justicia,
la
pureza de mis manos en su presencia.
Con
el fiel, tú eres fiel;
con
el íntegro, tú eres íntegro;
con
el sincero, tú eres sincero;
con
el astuto, tú eres sagaz.
Tú
salvas al pueblo afligido
y
humillas los ojos soberbios.
Señor,
tú eres mi lámpara;
Dios
mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado
en ti, me meto en la refriega;
fiado
en mi Dios, asalto la muralla.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
V.
Todos quedaban maravillados.
R.
De las palabras que salían de la boca de Dios.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del profeta Ezequiel 20,27-44
HISTORIA
DE LA INFIDELIDAD DE ISRAEL
En
aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:
«Hijo
de hombre, habla así a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Vuestros padres
me ofendieron cometiendo esta traición: Cuando los introduje en la tierra que
con la mano en alto había jurado darles, al ver un collado alto, al ver un
árbol copudo, allí hacían sus sacrificios, allí depositaban su irritante
ofrenda, allí ponían sus oblaciones de aroma que aplaca, allí vertían sus
libaciones. Entonces les pregunté: "¿Qué hay en ese altozano que
frecuentáis?" Y se quedó con el nombre de "altozano" hasta el día
de hoy.
Por
tanto, dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Os contamináis igual que
vuestros padres, fornicáis con sus fetiches, ofrecéis a vuestros hijos
pasándolos por el fuego, os seguís contaminando con vuestros ídolos, ¿y voy a
dejarme consultar por vosotros, casa de Israel? Por mi vida -oráculo del
Señor-, juro que no me dejaré consultar. Jamás se realizarán los planes que
estáis pensando: "Seremos como los demás pueblos, como las razas de otros
países, sirviendo al palo y a la piedra."
Por
mi vida -oráculo del Señor- juro que con mano poderosa, con brazo extendido,
con cólera incontenible, reinaré sobre vosotros, y os sacaré de los países y os
reuniré de entre las naciones por las que andáis dispersos, con mano poderosa,
con brazo extendido, con cólera incontenible. Y os llevaré al desierto de los
pueblos, para pleitear allí con vosotros cara a cara. Igual que pleiteé con
vuestros padres, en el desierto de Egipto, así pleitearé con vosotros -oráculo
del Señor-. Os haré pasar bajo el cayado, y os haré entrar uno a uno por el aro
de la alianza; y excluiré a los rebeldes, que se sublevan contra mí; los sacaré
del país de su destierro, pero no entrarán en la tierra de Israel. Y sabréis
que yo soy el Señor.
A
vosotros, casa de Israel, esto os dice el Señor: Cada uno que vaya a servir a
sus ídolos, si no quiere obedecerme; pero que no siga profanando mi santo
nombre, con sus ofrendas idolátricas. Porque en mi santo monte, en el más alto
monte de Israel -oráculo del Señor-, allí en la tierra, me servirá la casa de
Israel toda entera. Allí los aceptaré, allí os pediré vuestros tributos,
vuestras primicias y vuestros dones sagrados.
Como
aroma que calma os aceptaré, cuando os saque de los países y os reúna de entre
las naciones en las que estáis dispersos, y muestre en vosotros mi santidad a
la vista de los gentiles. Y sabréis que yo soy el Señor cuando os lleve a la
tierra de Israel, al país que con la mano en alto juré dar a vuestros padres.
Allí, cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os
contaminasteis, sentiréis asco de vosotros mismos por las maldades que
cometisteis. Y sabréis que yo soy el Señor cuando os trate como exige mi
nombre, no según vuestra mala conducta y vuestras obras perversas, casa de
Israel -oráculo del Señor-.»
RESPONSORIO
Ez 20, 44. 43, 37
R.
Sabréis que yo soy el Señor cuando os trate como exige mi nombre, * cuando os
acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis.
V.
Os haré pasar bajo el cayado, y os haré entrar uno a uno por el aro de la
alianza.
R.
Cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os
contaminasteis.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo
32, sermón 1, 7-8: CCL 38, 253-254)
CANTAD
A DIOS CON MAESTRÍA Y CON JÚBILO
Dad
gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo. Despojaos de lo antiguo, ya que se os invita al
cántico nuevo. Nuevo hombre, nuevo Testamento, nuevo cántico. El nuevo cántico
no responde al hombre antiguo. Sólo pueden aprenderlo los hombres nuevos,
renovados de su antigua condición por obra de la gracia y pertenecientes ya al
nuevo Testamento, que es el reino de los cielos. Por él suspira todo nuestro
amor y canta el cántico nuevo. Pero es nuestra vida, más que nuestra voz, la
que debe cantar el cántico nuevo.
Cantadle
un cántico nuevo, cantadle con maestría. Cada uno se pregunta cómo cantará a
Dios. Cántale, pero hazlo bien. Él no admite un canto que ofenda sus oídos.
Cantad bien, hermanos. Si se te pide que cantes para agradar a alguien
entendido en música, no te atreverás a cantarle sin la debida preparación
musical, por temor a desagradarle, ya que él, como perito en la materia,
descubrirá unos defectos que pasarían desapercibidos a otro cualquiera. ¿Quién,
pues, se prestará a cantar con maestría para Dios, que sabe juzgar del cantor,
que sabe escuchar con oídos críticos? ¿Cuándo podrás prestarte a cantar con
tanto arte y maestría que en nada desagrades a unos oídos tan perfectos?
Mas
he aquí que él mismo te sugiere la manera cómo has de cantarle: no te preocupes
por las palabras, como si éstas fuesen capaces de expresar lo que deleita a
Dios. Canta con júbilo. Éste es el canto que agrada a Dios, el que se hace con
júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con júbilo? Darse cuenta de que no podemos
expresar con palabras lo que siente el corazón. En efecto, los que cantan, ya
sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro trabajo intensivo, empiezan
a cantar con palabras que manifiestan su alegría, pero luego es tan grande la
alegría que los invade que, al no poder expresarla con palabras, prescinden de
ellas y acaban en un simple sonido de júbilo.
El
júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que siente el
corazón. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios
inefable. Porque, si es inefable, no puede ser traducido en palabras. Y, si no
puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es lícito callar, lo
único que puedes hacer es cantar con júbilo. De este modo, el corazón se alegra
sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve limitada por unos vocablos.
Cantadle con maestría y con júbilo.
RESPONSORIO
Sal 70, 8. 23; 9 A, 3
R.
Llena está mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día; * te aclamarán
mis labios, Señor.
V.
Me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, ¡oh Altísimo!
R.
Te aclamarán mis labios, Señor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Acoge
con bondad nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión de santa Cecilia,
dígnate escucharnos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno:
PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA
Palabra
del Señor ya rubricada
es
la vida del mártir ofrecida
como
prueba fiel de que la espada
no
puede ya truncar la fe vivida.
Fuente
de fe y de luz es su memoria,
coraje
para el justo en la batalla
del
bien, de la verdad, siempre victoria
que,
en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio
es el dolor de cada día,
si
en Cristo y con amor es aceptado,
fuego
lento de amor que, en la alegría
de
servir al Señor, es consumado.
Concédenos,
oh Padre, sin medida,
y
tú, Señor Jesús crucificado,
el
fuego del Espíritu de vida
para
vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo
35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS
El
malvado escucha en su interior
un
oráculo del pecado:
«No
tengo miedo a Dios,
ni
en su presencia.»
Porque
se hace la ilusión de que su culpa
no
será descubierta ni aborrecida.
Las
palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia
a ser sensato y a obrar bien;
acostado
medita el crimen,
se
obstina en el mal camino,
no
rechaza la maldad.
Señor,
tu misericordia llega al cielo,
tu
fidelidad hasta las nubes,
tu
justicia hasta las altas cordilleras;
tus
sentencias son como el océano inmenso.
Tú
socorres a hombres y animales;
¡qué
inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los
humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se
nutren de lo sabroso de tu casa,
les
das a beber del torrente de tus delicias,
porque
en ti está la fuente viva
y
tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga
tu misericordia con los que te reconocen,
tu
justicia con los rectos de corazón;
que
no me pisotee el pie del soberbio,
que
no me eche fuera la mano del malvado.
Han
fracasado los malhechores;
derribados,
no se pueden levantar.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Ant
2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico:
HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19
¡Alabad
a mi Dios con tambores,
elevad
cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle
los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad
e invocad su nombre!
porque
el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su
nombre es el Señor.
Cantaré
a mi Dios un cántico nuevo:
Señor,
tú eres grande y glorioso,
admirable
en tu fuerza, invencible.
Que
te sirva toda la creación,
porque
tú lo mandaste y existió;
enviaste
tu aliento y la construiste,
nada
puede resistir a tu voz.
Sacudirán
las olas los cimientos de los montes,
las
peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero
tú serás propicio a tus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant
3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Salmo
46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad
a Dios con gritos de júbilo;
porque
el Señor es sublime y terrible,
emperador
de toda la tierra.
El
nos somete los pueblos
y
nos sojuzga las naciones;
El
nos escogió por heredad suya:
gloria
de Jacob, su amado.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el
Señor, al son de trompetas:
tocad
para Dios, tocad,
tocad
para nuestro Rey, tocad.
Porque
Dios es el rey del mundo:
tocad
con maestría.
Dios
reina sobre las naciones,
Dios
se sienta en su trono sagrado.
Los
príncipes de los gentiles se reúnen
con
el pueblo del Dios de Abraham;
porque
de Dios son los grandes de la tierra,
y
él es excelso.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
LECTURA
BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de
todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros
consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de
Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
R.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
V.
Él es mi salvación.
R.
Y mi energía.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor es mi fuerza y mi energía.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Cuando terminaba la aurora, Cecilia exclamó: «Ánimo, soldados de Cristo,
despojaos de las obras de las tinieblas y vestíos la armadura de la luz.»
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cuando terminaba la aurora, Cecilia exclamó: «Ánimo, soldados de Cristo,
despojaos de las obras de las tinieblas y vestíos la armadura de la luz.»
PRECES
Celebremos,
amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos
mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos
has comprado, Señor, con tu sangre.
Por
la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como
testimonio de la fe,
concédenos,
Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por
la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su
sangre,
concédenos,
Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por
la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos,
Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por
la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del
Cordero,
concédenos,
Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos
ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Acoge
con bondad nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión de santa Cecilia,
dígnate escucharnos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Salmo
118, 9-16
¿Cómo
podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo
tus palabras.
Te
busco de todo corazón,
no
consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En
mi corazón escondo tus consignas,
así
no pecaré contra ti.
Bendito
eres, Señor,
enséñame
tus leyes.
Mis
labios van enumerando
los
mandamientos de tu boca;
mi
alegría es el camino de tus preceptos,
más
que todas las riquezas.
Medito
tus decretos,
y
me fijo en tus sendas;
tu
voluntad es mi delicia,
no
olvidaré tus palabras.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Ant
2. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Salmo
16 I - DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO
Señor,
escucha mi apelación,
atiende
a mis clamores,
presta
oído a mi súplica,
que
en mis labios no hay engaño:
emane
de ti la sentencia,
miren
tus ojos la rectitud.
Aunque
sondees mi corazón,
visitándolo
de noche,
aunque
me pruebes al fuego,
no
encontrarás malicia en mí.
Mi
boca no ha faltado
como
suelen los hombres;
según
tus mandatos yo me he mantenido
en
la senda establecida.
Mis
pies estuvieron firmes en tus caminos,
y
no vacilaron mis pasos.
Yo
te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina
el oído y escucha mis palabras.
Muestra
las maravillas de tu misericordia,
tú
que salvas de los adversarios
a
quien se refugia a tu derecha.
Guárdame
como a las niñas de tus ojos,
a
la sombra de tus alas escóndeme
de
los malvados que me asaltan,
del
enemigo mortal que me cerca.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Ant
3. Levántate, Señor, y líbrame.
Salmo
16 II
Han
cerrado sus entrañas
y
hablan con boca arrogante;
ya
me rodean sus pasos,
se
hacen guiños para derribarme,
como
un león ávido de presa,
como
un cachorro agazapado en su escondrijo.
Levántate,
Señor, hazle frente, doblégalo,
que
tu espada me libre del malvado,
y
tu mano, Señor, de los mortales;
mortales
de este mundo: sea su lote esta vida;
de
tu despensa les llenarás el vientre,
se
saciarán sus hijos
y
dejarán a sus pequeños lo que sobra.
Pero
yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y
al despertar me saciaré de tu semblante.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Levántate, Señor, y líbrame.
LECTURA
BREVE 1Pe 1, 13-14
Con
ánimo dispuesto y vigilante poned toda vuestra esperanza en la gracia que os
llegará cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a
las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.
V.
Enséñame, Señor, tus caminos.
R.
Instrúyeme en tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que
congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en
medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE 1Pe 1, 15-16
Como
es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque
está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo.»
V.
Que tus sacerdotes se vistan de justicia.
R.
Que tus fieles te aclamen con júbilo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un
descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia
nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE St 4, 7-8a. 10
Vivid
sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él
se acercará a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
V.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles.
R.
En los que esperan en su misericordia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la
cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para
manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH DIOS, QUE ERES EL PREMIO
Oh
Dios, que eres el premio, la corona
y
la suerte de todos tus soldados,
líbranos
de los lazos de las culpas
por
este mártir a quien hoy cantamos.
El
conoció la hiel que está escondida
en
la miel de los goces de este suelo,
y,
por no haber cedido a sus encantos,
está
gozando los del cielo eterno.
Él
afrontó con ánimo seguro
lo
que sufrió con varonil coraje,
y
consiguió los celestiales dones
al
derramar por ti su noble sangre.
Oh
piadosísimo Señor de todo,
te
suplicamos con humilde ruego
que,
en el día del triunfo de este mártir,
perdones
los pecados de tus siervos.
Gloria
eterna al divino Jesucristo,
que
nació de una Virgen impecable,
y
gloria eterna al Santo Paracleto,
y
gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Salmo
26 I - CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es la defensa de mi vida,
¿quién
me hará temblar?
Cuando
me asaltan los malvados
para
devorar mi carne,
ellos,
enemigos y adversarios,
tropiezan
y caen.
Si
un ejército acampa contra mí,
mi
corazón no tiembla;
si
me declaran la guerra,
me
siento tranquilo.
Una
cosa pido al Señor,
eso
buscaré:
habitar
en la casa del Señor
por
los días de mi vida;
gozar
de la dulzura del Señor
contemplando
su templo.
Él
me protegerá en su tienda
el
día del peligro;
me
esconderá en lo escondido de su morada,
me
alzará sobre la roca;
y
así levantaré la cabeza
sobre
el enemigo que me cerca;
en
su tienda sacrificaré
sacrificios
de aclamación:
cantaré
y tocaré para el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Ant
2. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo
26 II
Escúchame,
Señor, que te llamo;
ten
piedad, respóndeme.
Oigo
en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu
rostro buscaré, Señor,
no
me escondas tu rostro.
No
rechaces con ira a tu siervo,
que
tú eres mi auxilio;
no
me deseches, no me abandones,
Dios
de mi salvación.
Si
mi padre y mi madre me abandonan,
el
Señor me recogerá.
Señor,
enséñame tu camino,
guíame
por la senda llana,
porque
tengo enemigos.
No
me entregues a la saña de mi adversario,
porque
se levantan contra mí testigos falsos,
que
respiran violencia.
Espero
gozar de la dicha del Señor
en
el país de la vida.
Espera
en el Señor, sé valiente,
ten
ánimo, espera en el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Ant
3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico:
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS
MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos
gracias a Dios Padre,
que
nos ha hecho capaces de compartir
la
herencia del pueblo santo en la luz.
Él
nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y
nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por
cuya sangre hemos recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
Él
es imagen de Dios invisible,
primogénito
de toda creatura;
pues
por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes
y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
todo
fue creado por él y para él.
Él
es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él
es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él
es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y
así es el primero en todo.
Porque
en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y
por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo
la paz por la sangre de su cruz
con
todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
LECTURA
BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos
hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que,
cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre
de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de
Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R.
Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V.
Nos refinaste como refinan la plata.
R.
Pero nos has dado respiro.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
La virgen santa Cecilia llevaba siempre sobre su corazón el Evangelio de Cristo
y no cesaba, ni de día ni de noche, de orar y de hablar con Dios.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La virgen santa Cecilia llevaba siempre sobre su corazón el Evangelio de Cristo
y no cesaba, ni de día ni de noche, de orar y de hablar con Dios.
PRECES
En
esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su
propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires,
diciendo:
Te
glorificamos, Señor.
Te
damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
porque
nos amaste hasta el extremo.
Te
damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y
les das parte en los premios de tu reino.
Te
damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón
de los pecados,
la
sangre de la alianza nueva y eterna.
Te
damos gracias, Señor,
porque
con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora
termina.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Te
damos gracias, Señor,
porque
has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
Dirijamos
ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Acoge
con bondad nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión de santa Cecilia,
dígnate escucharnos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo
30, 2-6 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo nunca defraudado;
tú,
que eres justo, ponme a salvo,
inclina
tu oído hacia mí;
ven
aprisa a librarme,
sé
la roca de mi refugio,
un
baluarte donde me salve,
tú
que eres mi roca y mi baluarte;
por
tu nombre dirígeme y guíame:
sácame
de la red que me han tendido,
porque
tú eres mi amparo.
En
tus manos encomiendo mi espíritu:
tú,
el Dios leal, me librarás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant
2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo
129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor,
escucha mi voz;
estén
tus oídos atentos
a
la voz de mi súplica.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién
podrá resistir?
Pero
de ti procede el perdón,
y
así infundes respeto.
Mi
alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
mi
alma aguarda al Señor,
más
que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor,
como
el centinela la aurora;
porque
del Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa;
y
él redimirá a Israel
de
todos sus delitos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA
BREVE Ef 4, 26-27
No
lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No
dejéis lugar al diablo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a
ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y
las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la
noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos
constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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