lunes, 23 de octubre de 2023

24 DE OCTUBRE MARTES XXIX DEL T. ORDINARIO

  



De la Feria. Salterio I

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ALABEMOS A DIOS QUE, EN SU PALABRA

 

Alabemos a Dios que, en su Palabra,

nos revela el designio salvador,

y digamos en súplica confiada:

«Renuévame por dentro, mi Señor.»

 

No cerremos el alma a su llamada

ni dejemos que arraigue el desamor;

aunque dura es la lucha, su palabra

será bálsamo suave en el dolor.

 

Caminemos los días de esta vida

como tiempo de Dios y de oración;

él es fiel a la alianza prometida:

«Si eres mi pueblo, yo seré tu Dios.»

 

Tú dijiste, Jesús, que eras camino

para llegar al Padre sin temor;

concédenos la gracia de tu Espíritu

que nos lleve al encuentro del Señor. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor hará justicia a los pobres.

 

SALMO 9B I - CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

 

¿Por qué te quedas lejos, Señor,

y te escondes en el momento del aprieto?

La soberbia del impío oprime al infeliz

y lo enreda en las intrigas que ha tramado.

 

El malvado se gloría de su ambición,

el codicioso blasfema y desprecia al Señor.

El malvado dice con insolencia:

«No hay Dios que me pida cuentas.»

 

La intriga vicia siempre su conducta,

aleja de su mente tus juicios y desafía a sus rivales.

Piensa: «No vacilaré,

nunca jamás seré desgraciado.»

 

Su boca está llena de maldiciones,

de engaños y de fraudes;

su lengua encubre maldad y opresión;

en el zaguán se sienta al acecho

para matar a escondidas al inocente.

 

Sus ojos espían al pobre;

acecha en su escondrijo como león en su guarida,

acecha al desgraciado para robarle,

arrastrándolo a sus redes;

 

se agacha y se encoge

y con violencia cae sobre el indefenso.

Piensa: «Dios lo olvida,

se tapa la cara para no enterarse.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor hará justicia a los pobres.

 

Ant 2. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

 

Salmo 9B - II

 

Levántate, Señor, extiende tu mano,

no te olvides de los humildes;

¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,

pensando que no le pedirá cuentas?

 

Pero tú ves las penas y los trabajos,

tú miras y los tomas en tus manos.

A ti se encomienda el pobre,

tú socorres al huérfano.

 

Rómpele el brazo al malvado,

pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca.

El Señor reinará eternamente

y los gentiles desaparecerán de su tierra.

 

Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,

les prestas oído y los animas;

tú defiendes al huérfano y al desvalido:

que el hombre hecho de tierra

no vuelva a sembrar su terror.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

 

Ant 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

 

Salmo 11 - INVOCACIÓN A LA FIDELIDAD DE DIOS CONTRA LOS ENEMIGOS MENTIROSOS.

 

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,

que desaparece la lealtad entre los hombres:

no hacen más que mentir a su prójimo,

hablan con labios embusteros

y con doblez de corazón.

 

Extirpe el Señor los labios embusteros

y la lengua orgullosa

de los que dicen: «la lengua es nuestra fuerza,

nuestros labios nos defienden,

¿quién será nuestro amo?»

 

El Señor responde: «por la opresión del humilde,

por el gemido del pobre, yo me levantaré,

y pondré a salvo al que lo ansía».

 

Las palabras del Señor son palabras sinceras,

como plata limpia de escoria,

refinada siete veces.

 

Tú nos guardarás, Señor,

nos librarás para siempre de esa gente:

de los malvados que merodean

para chupar como sanguijuelas sangre humana.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

 

V. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud.

R. Enseña su camino a los humildes.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del segundo libro de las Crónicas 35, 20--36, 12

 

CORRUPCIÓN DE JUDÁ PRIMERA INVASIÓN DE JERUSALÉN

 

En aquellos días, bastante después de que Josías restaurase el templo, el rey de Egipto, Necó, se dirigió a Cárquemis, junto al Eufrates, para entablar batalla. Josías salió a hacerle frente. Entonces, Necó le envió este mensaje:

 

«No te metas en mis asuntos, rey de Judá. No vengo contra ti, sino contra la dinastía que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me dé prisa. Deja de oponerte a Dios, que está conmigo, no sea que él te destruya.»

 

Pero Josías, en vez de dejarle paso franco, se empeñó en combatir. Desatendiendo lo que Dios le decía por medio de Necó, entabló batalla en la llanura de Meguidó. Los arqueros dispararon contra el rey Josías, y éste dijo a sus servidores:

 

«Sacadme del combate, porque estoy gravemente herido.»

 

Sus servidores lo sacaron del carro, lo trasladaron al otro que poseía y lo llevaron a Jerusalén, donde murió. Lo enterraron en las tumbas de sus antepasados. Todo Judá y Jerusalén hizo duelo por Josías. Jeremías compuso una elegía en su honor, y todos los cantores y cantoras siguen recordándolo en sus elegías. Se han hecho tradicionales en Israel; pueden verse en las Lamentaciones. Para más datos sobre Josías, las obras de piedad que hizo de acuerdo con la ley del Señor y todas sus gestas, de las primeras a las últimas, véase el libro de los reyes de Israel y Judá.

 

La gente tomó a Joacaz, hijo de Josías, y lo nombraron rey sucesor en Jerusalén. Cuando Joacaz subió al trono tenía veintitrés años, y reinó tres meses en Jerusalén. El rey de Egipto lo destronó, impuso al país un tributo de cien pesos de plata y un peso de oro, y nombró rey de Judá y Jerusalén a su hermano Eliacim, cambiándole el nombre por el de Joaquín. A su hermano Joacaz se lo llevó Necó a Egipto.

 

Cuando Joaquín subió al trono tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén once años. Hizo lo que el Señor, su Dios, reprueba. Nabucodonosor de Babilonia subió contra él y lo condujo a Babilonia atado con cadenas de bronce. También se llevó algunos objetos del templo y los colocó en su palacio de Babilonia. Para más datos sobre Joaquín, las iniquidades que cometió y todo lo que le sucedió, véase el libro de los reyes de Israel y Judá. Su hijo Jeconías le sucedió en el trono.

 

Cuando Jeconías subió al trono tenía ocho años, y reinó en Jerusalén tres meses y diez días. Hizo lo que el Señor reprueba. A principios de año, el rey Nabucodonosor envió a por él y lo llevaron a Babilonia, junto con los objetos de valor del templo. Nombró rey de Judá y Jerusalén a su hermano Sedecías.

 

Cuando Sedecías subió al trono tenía veintiún años, y reinó en Jerusalén once años. Hizo lo que el Señor, su Dios, reprueba; no se humilló ante el profeta Jeremías, que le hablaba en nombre de Dios.

 

RESPONSORIO    Ne 9, 30. 29

 

R. Fuiste paciente con ellos durante muchos años, los amonestaste para que volvieran a tu ley; pero ellos, altivos, no prestaron atención. * Y los entregaste en manos de pueblos paganos.

V. Pecaron contra tus normas, volvieron la espalda con rebeldía; no quisieron escuchar.

R. Y los entregaste en manos de pueblos paganos.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De las Instrucciones de san Columbano, abad

(Instrucción 12, Sobre la compunción, 2-3: Opera, Dublín 1957, pp. 112-114)

 

LUZ PERENNE EN EL TEMPLO DEL PONTÍFICE ETERNO

 

¡Cuán dichosos son aquellos siervos, a quienes el amo a su llegada encuentra velando! Feliz aquella vigilia en la cual se espera al mismo Dios y Creador del universo, que todo lo llena y todo lo supera.

 

¡Ojalá se dignara el Señor despertarme del sueño de mi desidia, a mí, que, aun siendo vil, soy su siervo! ¡Ojalá me inflamara en el deseo de su amor inconmensurable y me encendiera con el fuego de su divina caridad!; resplandeciente con ella, brillaría más que los astros y todo mi interior ardería continuamente con este divino fuego.

 

¡Ojalá mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Dios! Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante.

 

Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro, dígnate encender tú mismo nuestras lámparas para que brillen sin cesar en tu templo y de ti, que eres la luz perenne, reciban ellas la luz indeficiente con la cual se ilumine nuestra oscuridad y se alejen de nosotros las tinieblas del mundo. Te ruego, Jesús mío, que enciendas tan intensamente mi lámpara con tu resplandor que, a la luz de una claridad tan intensa, pueda contemplar el santo de los santos que está en el interior de aquel gran templo, en el cual tú, Pontífice eterno de los bienes eternos, has penetrado; que allí, Señor, te contemple continuamente y pueda así desearte, amarte y quererte solamente a ti, para que mi lámpara, en tu presencia, esté siempre luciente y ardiente.

 

Te pido, Salvador amantísimo, que te manifiestes a nosotros, que llamamos a tu puerta, para que, conociéndote, te amemos sólo a ti y únicamente a ti; que seas tú nuestro único deseo, que día y noche meditemos sólo en ti y en ti únicamente pensemos. Alumbra en nosotros un amor inmenso hacia ti, cual corresponde a la caridad con la que Dios debe ser amado y querido; que esta nuestra dilección hacia ti invada todo nuestro interior y nos penetre totalmente, y hasta tal punto inunde todos nuestros sentimientos que nada podamos ya amar fuera de ti, el único eterno. Así, por muchas que sean las aguas de la tierra y del firmamento nunca llegarán a extinguir en nosotros la caridad, según aquello que dice la Escritura: Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor.

 

Que esto llegue a realizarse, al menos parcialmente, por don tuyo, Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO    Is 60, 19-20

 

R. Ya no será el sol tu luz en el día, ni te alumbrará en la noche la claridad de la luna; * porque el Señor será tu luz perenne, y tu Dios será tu esplendor.

V. Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna.

R. Porque el Señor será tu luz perenne, y tu Dios será tu esplendor.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

 

Himno: AL CANTO DE LOS GALLOS.

 

Al canto de los gallos

viene la aurora;

los temores se alejan

como las sombras.

¡Dios, Padre nuestro,

en tu nombre dormimos

y amanecemos!

 

Como luz nos visitas,

Rey de los hombres,

como amor que vigila

siempre de noche;

cuando el que duerme

bajo el signo del sueño

prueba la muerte.

 

Del sueño del pecado

nos resucitas,

y es señal de tu gracia

la luz amiga.

¡Dios que nos velas!,

tú nos sacas por gracia

de las tinieblas.

 

Gloria al Padre y al Hijo,

gloria al Espíritu,

al que es paz, luz y vida,

al Uno y Trino;

gloria a su nombre

y al misterio divino

que nos lo esconde. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

 

Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

El la fundó sobre los mares,

El la afianzó sobre los ríos.

 

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

 

El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ese recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

 

Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

 

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

 

Ant 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

 

Cántico: ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA Tb 13, 1-10

 

Bendito sea Dios, que vive eternamente,

y cuyo reino dura por los siglos:

él azota y se compadece,

hunde hasta el abismo y saca de él,

y no hay quien escape de su mano.

 

Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,

porque él nos dispersó entre ellos.

Proclamad allí su grandeza,

ensalzadlo ante todos los vivientes:

que él es nuestro Dios y Señor,

nuestro Padre por todos los siglos.

 

Él nos azota por nuestros delitos,

pero se compadecerá de nuevo,

y os congregará de entre todas las naciones

por donde estáis dispersados.

 

Si volvéis a él de todo corazón

y con toda el alma,

siendo sinceros con él,

él volverá a vosotros

y no os ocultará su rostro.

 

Veréis lo que hará con vosotros,

le daréis gracias a boca llena,

bendeciréis al Señor de la justicia

y ensalzaréis al rey de los siglos.

 

Yo le doy gracias en mi cautiverio,

anuncio su grandeza y su poder

a un pueblo pecador.

 

Convertíos, pecadores,

obrad rectamente en su presencia:

quizá os mostrará benevolencia

y tendrá compasión.

 

Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,

y me alegraré de su grandeza.

Anuncien todos los pueblos sus maravillas

y alábenle sus elegidos en Jerusalén.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

 

Ant 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.

 

Salmo 32 - HIMNO AL PODER Y A LA PROVIDENCIA DE DIOS

 

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos.

 

Dad gracias al Señor con la cítara,

tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;

cantadle un cántico nuevo,

acompañando vuestra música con aclamaciones:

 

que la palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales,

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra.

 

La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos;

encierra en un odre las aguas marinas,

mete en un depósito el océano.

 

Tema al Señor la tierra entera,

tiemblen ante él los habitantes del orbe:

porque él lo dijo, y existió;

él lo mandó, y surgió.

 

El Señor deshace los planes de las naciones,

frustra los proyectos de los pueblos;

pero el plan del Señor subsiste por siempre,

los proyectos de su corazón, de edad en edad.

 

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad.

 

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres;

desde su morada observa

a todos los habitantes de la tierra:

él modeló cada corazón,

y comprende todas sus acciones.

 

No vence el rey por su gran ejército,

no escapa el soldado por su mucha fuerza,

nada valen sus caballos para la victoria,

ni por su gran ejército se salva.

 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,

en los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.

 

Nosotros esperamos en el Señor:

él es nuestro auxilio y escudo,

con él se alegra nuestro corazón,

en su santo nombre confiamos.

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.

 

LECTURA BREVE   Rm 13, 11b. 12-13a

 

Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

 

V. Mi alcázar, mi libertador.

R. En que me amparo.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus santos profetas.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus santos profetas.

 

PRECES

 

Ya que hemos sido llamados a participar de una vocación celestial, bendigamos por ello a Jesús, el pontífice de nuestra fe, y supliquémosle diciendo:

 

Escúchanos, Señor.

 

Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real,

haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.

 

Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos

para que por la fuerza del Espíritu Santo nosotros permanezcamos en ti y tú en nosotros.

 

Danos tu sabiduría eterna

para que permanezca con nosotros y con nosotros trabaje.

 

Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean

y fuente de esperanza para los decaídos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Escucha, Señor, nuestra oración matutina y con la luz de tu misericordia alumbra la oscuridad de nuestro corazón: para que, habiendo sido iluminados por tu claridad, no andemos nunca tras las obras de las tinieblas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Jr 17, 7-8

 

Bendito quien confía en el Señor, y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.

 

V. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

R. Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

 

Este mundo del hombre, en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansía,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

 

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

 

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Pr 3, 13-15

 

Dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata y su renta más que el oro, es más valiosa que las perlas ni se le comparan las joyas.

 

V. Te gusta un corazón sincero.

R. En mi interior me inculcas sabiduría.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

 

Danos, Señor, la firme voluntad,

compañera y sostén de la virtud,

que sabe en la fatiga hallar quietud

y en medio de las sombras claridad:

 

La que trueca en tesón la veleidad,

y el ocio en perennal solicitud,

y las ásperas fiebres en salud

y los torpes engaños en verdad.

 

Y así conseguirá mi corazón

que los favores que a tu amor debí

le ofrezcan algún fruto en galardón.

 

Y aún tú, Señor, conseguirás así

que no llegue a romper mi confusión

la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Dichoso el que anda por los senderos del Señor.

 

Salmo 118, 1-8 HIMNO A LA REVELACIÓN DE LA LEY

 

Dichoso el que, con vida intachable,

camina en la voluntad del Señor;

dichoso el que, guardando sus preceptos,

lo busca de todo corazón;

el que, sin cometer iniquidad,

anda por sus senderos.

 

Tú promulgas tus decretos

para que se observen exactamente.

Ojalá esté firme mi camino,

para cumplir tus consignas;

entonces no sentiré vergüenza

al mirar tus mandatos.

 

Te alabaré con sincero corazón

cuando aprenda tus justos mandamientos.

Quiero guardar tus leyes exactamente,

tú no me abandones.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el que anda por los senderos del Señor.

 

Ant 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio.

 

Salmo 12 - SÚPLICA DEL JUSTO EN SUS DIFICULTADES COTIDIANAS

 

¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?

¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?

¿Hasta cuándo he de estar preocupado,

con el corazón apenado todo el día?

¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?

 

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;

da luz a mis ojos

para que no me duerma en la muerte,

para que no diga mi enemigo: «lo he vencido»,

ni se alegre mi adversario de mi fracaso.

 

Porque yo confío en tu misericordia:

alegra mi corazón con tu auxilio,

y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Se alegra mi corazón con tu auxilio.

 

Ant 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos.

 

Salmo 13 - CORRUPCIÓN Y NECEDAD DEL IMPÍO.

 

Dice el necio para sí:

«No hay Dios.»

Se han corrompido cometiendo abominaciones,

no hay quien obre bien.

 

El Señor observa desde el cielo

a los hijos de Adán,

para ver si hay alguno sensato

que busque a Dios.

 

Todos se extravían

igualmente obstinados,

no hay uno que obre bien,

ni uno solo.

 

Pero ¿no aprenderán los malhechores

que devoran a mi pueblo como pan

y no invocan al Señor?

 

Pues temblarán de espanto,

porque Dios está con los justos.

Podéis burlaros de los planes del desvalido,

pero el Señor es su refugio.

 

¡Ojalá venga desde Sión

la salvación de Israel!

Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,

se alegrará Jacob y gozará Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos.

 

LECTURA BREVE   Jb 5, 17-18

 

Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano.

 

V. Trata con misericordia a tu siervo.

R. Enséñame tus leyes.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: NOS DIJERON DE NOCHE.

 

Nos dijeron de noche

que estabas muerto,

y la fe estuvo en vela

junto a tu cuerpo;

La noche entera,

la pasamos queriendo

mover la piedra.

 

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor.

 

No supieron contarlo

los centinelas,

nadie supo la hora

ni la manera;

antes del día,

se cubrieron de gloria

tus cinco heridas.

 

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor.

 

Si los cinco sentidos

buscan el sueño,

que la fe tenga el suyo

vivo y despierto;

la fe velando,

para verte de noche

resucitando.

 

Con la vuelta del sol,

volverá a ver la tierra

la gloria del Señor. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

 

Salmo 19 - ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY.

 

Que te escuche el Señor el día del peligro,

que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;

que te envíe auxilio desde el santuario,

que te apoye desde el monte Sión;

 

que se acuerde de todas tus ofrendas,

que le agraden tus sacrificios;

que cumpla el deseo de tu corazón,

que dé éxito a todos tus planes.

 

Que podamos celebrar tu victoria

y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;

que el Señor te conceda todo lo que pides.

 

Ahora reconozco que el Señor

da la victoria a su Ungido,

que lo ha escuchado desde su santo cielo,

con los prodigios de su mano victoriosa.

 

Unos confían en sus carros,

otros en su caballería;

nosotros invocamos el nombre

del Señor, Dios nuestro.

 

Ellos cayeron derribados,

nosotros nos mantenemos en pie.

 

Señor, da la victoria al rey

y escúchanos cuando te invocamos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

 

Ant 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

 

Salmo 20, 2-8. 14 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY.

 

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,

¡y cuánto goza con tu victoria!

Le has concedido el deseo de su corazón,

no le has negado lo que pedían sus labios.

 

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,

y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido,

años que se prolongan sin término.

 

Tu victoria ha engrandecido su fama,

lo has vestido de honor y majestad.

Le concedes bendiciones incesantes,

lo colmas de gozo en tu presencia;

porque el rey confía en el Señor,

y con la gracia del Altísimo no fracasará.

 

Levántate, Señor, con tu fuerza,

y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

 

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

 

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

 

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

 

LECTURA BREVE   1Jn 3, 1a. 2

 

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

 

V. Tu fidelidad de generación en generación.

R. Más estable que el cielo.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

 

PRECES

 

Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, su pueblo adquirido, y supliquémosle diciendo:

 

Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

 

Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobiernan:

que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.

 

Tú que al subir al cielo llevaste contigo una gran multitud de cautivos,

devuelve la libertad de los hijos de Dios a nuestros hermanos que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

 

Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas

y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

 

Que los niños imiten tu ejemplo

y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Acoge a los difuntos en tu reino,

donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

 

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, porque has permitido que lleguemos a esta noche; te pedimos aceptes con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

 

Cristo, Señor de la noche,

que disipas las tinieblas:

mientras los cuerpos reposan,

se tú nuestro centinela.

 

Después de tanta fatiga,

después de tanta dureza,

acógenos en tus brazos

y danos noche serena.

 

Si nuestros ojos se duermen,

que el alma esté siempre en vela;

en paz cierra nuestros párpados

para que cesen las penas.

 

Y que al despuntar el alba,

otra vez con fuerzas nuevas,

te demos gracias, oh Cristo,

por la vida que comienza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

LECTURA BREVE   1Pe 5, 8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.

 

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