De la feria. Salterio IV
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESPADA DE DOS FILOS
¡Espada
de dos filos
es,
Señor, tu palabra!
Penetra
como fuego
y
divide la entraña.
¡Nada
como tu voz,
es
terrible tu espada!
¡Nada
como tu aliento,
es
dulce tu palabra!
Tenemos
que vivir
encendida
la lámpara,
que
para virgen necia
no
es posible la entrada.
No
basta con gritar
sólo
palabras vanas,
ni
tocar a la puerta
cuando
ya está cerrada.
Espada
de dos filos
que
me cercena el alma,
que
hiere a sangre y fuego
esta
carne mimada,
que
mata los ardores
para
encender la gracia.
Vivir
de tus incendios,
luchar
por tus batallas,
dejar
por los caminos
rumor
de tus sandalias.
¡Espada
de dos filos
es,
Señor, tu palabra! Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.
Salmo
101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO
Señor,
escucha mi oración,
que
mi grito llegue hasta ti;
no
me escondas tu rostro
el
día de la desgracia.
Inclina
tu oído hacia mí;
cuando
te invoco, escúchame en seguida.
Que
mis días se desvanecen como humo,
mis
huesos queman como brasas;
mi
corazón está agostado como hierba,
me
olvido de comer mi pan;
con
la violencia de mis quejidos,
se
me pega la piel a los huesos.
Estoy
como lechuza en la estepa,
como
búho entre ruinas;
estoy
desvelado, gimiendo,
como
pájaro sin pareja en el tejado.
Mis
enemigos me insultan sin descanso;
furiosos
contra mí, me maldicen.
En
vez de pan, como ceniza,
mezclo
mi bebida con llanto,
por
tu cólera y tu indignación,
porque
me alzaste en vilo y me tiraste;
mis
días son una sombra que se alarga,
me
voy secando como la hierba.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.
Ant.
2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Salmo
101 II
Tú,
en cambio, permaneces para siempre,
y
tu nombre de generación en generación.
Levántate
y ten misericordia de Sión,
que
ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus
siervos aman sus piedras,
se
compadecen de sus ruinas:
los
gentiles temerán tu nombre,
los
reyes del mundo, tu gloria.
Cuando
el Señor reconstruya Sión,
y
aparezca en su gloria,
y
se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y
no desprecie sus peticiones,
quede
esto escrito para la generación futura,
y
el pueblo que será creado alabará al Señor:
Que
el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde
el cielo se ha fijado en la tierra,
para
escuchar los gemidos de los cautivos
y
librar a los condenados a muerte,
para
anunciar en Sión el nombre del Señor,
y
su alabanza en Jerusalén,
cuando
se reúnan unánimes los pueblos
y
los reyes para dar culto al Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Ant.
3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.
Salmo
101 III
El
agotó mis fuerzas en el camino,
acortó
mis días;
y
yo dije: «Dios mío, no me arrebates
en
la mitad de mis días.»
Tus
años duran por todas las generaciones:
al
principio cimentaste la tierra,
y
el cielo es obra de tus manos.
Ellos
perecerán, tú permaneces,
se
gastarán como la ropa,
serán
como un vestido que se muda.
Tú,
en cambio, eres siempre el mismo,
tus
años no se acabarán.
Los
hijos de tus siervos vivirán seguros,
su
linaje durará en tu presencia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.
V.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.
R.
Inclina el oído a las palabras de mi boca.
PRIMERA
LECTURA
De
la primera carta a los Corintios 15, 20-34
LA
RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo que por un
hombre hubo muerte, por otro hombre hay resurrección de los muertos. Y lo mismo
que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía, los de
Cristo. Después será la consumación: cuando devuelva el reino a Dios Padre,
después de aniquilar todo principado, poder y fuerza.
Pues
él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo
aniquilado será la muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies.
Mas cuando él dice que «todo está sometido», es evidente que se excluye a aquel
que ha sometido a él todas las cosas. Cuando hayan sido sometidas a él todas
las cosas, entonces también el Hijo se someterá a aquel que ha sometido a él
todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
De
no ser así, ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no
resucitan en manera alguna, ¿por qué bautizarse por ellos? Y nosotros mismos,
¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? Os juro, hermanos, por el
orgullo que siento por vosotros en Cristo Jesús, Señor nuestro, que cada día
estoy en peligro de muerte. Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las
bestias, ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos,
que mañana moriremos. No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros
quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
RESPONSORIO
1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14
R.
Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies. * El
último enemigo aniquilado será la muerte.
V.
Entonces la muerte y el hades devolverán los muertos, y la muerte y el hades
serán arrojados al lago de fuego.
R.
El último enemigo aniquilado será la muerte.
SEGUNDA
LECTURA
Del
Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios.
(Núms.
12-16. 19: SC 25 bis, 162-164)
TODAS
ESTAS COSAS LES ACONTECÍAN A ELLOS EN FIGURA
Te
enseña el Apóstol que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos
atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar. Y
en el cántico de Moisés leemos: Sopló tu aliento y los cubrió el mar. Te das
cuenta de que el paso del mar Rojo por los hebreos era ya una figura del santo
bautismo, ya que en él murieron los egipcios y escaparon los hebreos. Esto
mismo nos enseña cada día este sacramento, a saber, que en él queda sumergido
el pecado y destruido el error, y en cambio la piedad y la inocencia lo
atraviesan indemnes.
Oyes
cómo nuestros padres estuvieron bajo la nube, y una nube ciertamente
beneficiosa, ya que refrigeraba los ardores de las pasiones carnales; la nube
que los cubría era el Espíritu Santo. Él vino después sobre la Virgen María, y
la virtud del Altísimo la cubrió con su sombra, cuando engendró al Redentor del
género humano. Y aquel milagro en tiempo de Moisés aconteció en figura. Si,
pues, en la figura estaba el Espíritu, ¿no estará en la verdad, siendo así que
la Escritura te enseña que la ley se nos dio por mediación de Moisés, pero la
gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo?
El
agua de Mara era amarga, pero Moisés echó en ella un madero y se volvió dulce.
De modo semejante, el agua, sin la proclamación de la cruz del Señor, no sirve
en absoluto para la salvación; pero cuando ha sido consagrada por el misterio
de la cruz salvadora, entonces se vuelve apta para el baño espiritual y para la
bebida saludable. Pues del mismo modo que Moisés, el profeta, echó un madero en
aquella agua, así ahora el sacerdote echa en ésta la proclamación de la cruz
del Señor y el agua se vuelve dulce para la gracia.
No
creas, pues, solamente lo que ven tus ojos corporales; más segura es la visión
de lo invisible, porque lo que se ve es temporal, lo que no se ve eterno. La
visión interna de la mente es superior a la mera visión ocular.
Finalmente,
aprende lo que te enseña una lectura del libro de los Reyes. Naamán era sirio y
estaba leproso, sin que nadie pudiera curarlo. Entonces, una jovencita de entre
los cautivos explicó que en Israel había un profeta que podía limpiarlo de la
infección de la lepra. Naamán, habiendo tomado oro y plata, se fue a ver al rey
de Israel. Éste, al saber el motivo de su venida, rasgó sus vestiduras,
diciendo que le buscaban querella al pedirle una cosa que no estaba en su regio
poder. Pero Elíseo mandó decir al rey que le enviase al sirio, para que supiera
que había un Dios en Israel. Y cuando vino a él, le mandó que se sumergiera
siete veces en el río Jordán. Entonces Naamán empezó a decirse a sí mismo que
eran mejores las aguas de los ríos de su patria, en los cuales se había bañado
muchas veces sin que lo hubiesen limpiado de su lepra, y se marchaba de allí
sin hacer lo que le había dicho el profeta. Pero sus siervos lo persuadieron
por fin y se bañó, y, al verse curado, entendió al momento que lo que purifica
no es el agua, sino el don de Dios.
Él
dudó antes de ser curado; pero tú, que ya estás curado, no debes dudar.
RESPONSORIO
Sal 77, 52. 53; 1Co 10, 2
R.
Sacó el Señor como un rebaño a su pueblo, los condujo seguros, sin alarmas; *
mientras el mar cubría a sus enemigos.
V.
Todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar.
R.
Mientras el mar cubría a sus enemigos.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dirige,
Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, y que
tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor, abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant.
Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Himno:
ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.
Estáte,
Señor, conmigo
siempre,
sin jamás partirte,
y
cuando decidas irte,
llévame,
Señor, contigo;
porque
el pensar que te irás
me
causa un terrible miedo
de
si yo sin ti me quedo,
de
si tú sin mí te vas.
Llévame,
en tu compañía
donde
tu vayas, Jesús,
porque
bien sé que eres tú
la
vida del alma mía;
si
tú vida no me das
yo
sé que vivir no puedo,
ni
si yo sin ti me quedo,
ni
si tú sin mí te vas.
Por
eso, más que a la muerte
temo,
Señor, tu partida,
y
quiero perder la vida
mil
veces más que perderte;
pues
la inmortal que tú das,
sé
que alcanzarla no puedo,
cuando
yo sin ti me quedo,
cuando
tú sin mí te vas. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Salmo
100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy
a cantar la bondad y la justicia,
para
ti es mi música, Señor;
voy
a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo
vendrás a mí?
Andaré
con rectitud de corazón
dentro
de mi casa;
no
pondré mis ojos
en
intenciones viles.
Aborrezco
al que obra mal,
no
se juntará conmigo;
lejos
de mí el corazón torcido,
no
aprobaré al malvado.
Al
que en secreto difama a su prójimo
lo
haré callar;
ojos
engreídos, corazones arrogantes
no
los soportaré.
Pongo
mis ojos en los que son leales,
ellos
vivirán conmigo;
el
que sigue un camino perfecto,
ése
me servirá.
No
habitará en mi casa
quien
comete fraudes;
el
que dice mentiras
no
durará en mi presencia.
Cada
mañana haré callar
a
los hombres malvados,
para
excluir de la ciudad del Señor
a
todos los malhechores.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Ant.
2. No nos desampares, Señor, para siempre.
Cántico:
ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito
seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno
de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque
eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y
todas tus obras son verdad,
y
rectos tus caminos,
y
justos todos tus juicios.
Hemos
pecado y cometido iniquidad
apartándonos
de ti, y en todo hemos delinquido.
Por
el honor de tu nombre,
no
nos desampares para siempre,
no
rompas tu alianza,
no
apartes de nosotros tu misericordia.
Por
Abraham, tu amigo,
por
Isaac, tu siervo,
por
Israel, tu consagrado,
a
quienes prometiste
multiplicar
su descendencia
como
las estrellas del cielo,
como
la arena de las playas marinas.
Pero
ahora, Señor, somos el más pequeño
de
todos los pueblos;
hoy
estamos humillados por toda la tierra
a
causa de nuestros pecados.
En
este momento no tenemos príncipes,
ni
profetas, ni jefes;
ni
holocausto, ni sacrificios,
ni
ofrendas, ni incienso;
ni
un sitio donde ofrecerte primicias,
para
alcanzar misericordia.
Por
eso, acepta nuestro corazón contrito,
y
nuestro espíritu humilde,
como
un holocausto de carneros y toros
o
una multitud de corderos cebados;
que
éste sea hoy nuestro sacrificio,
y
que sea agradable en tu presencia:
porque
los que en ti confían
no
quedan defraudados.
Ahora
te seguimos de todo corazón,
te
respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
No nos desampares, Señor, para siempre.
Ant.
3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
Salmo
143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito
el Señor, mi Roca,
que
adiestra mis manos para el combate,
mis
dedos para la pelea;
mi
bienhechor, mi alcázar,
baluarte
donde me pongo a salvo,
mi
escudo y mi refugio,
que
me somete los pueblos.
Señor,
¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué
los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El
hombre es igual que un soplo;
sus
días, una sombra que pasa.
Señor,
inclina tu cielo y desciende,
toca
los montes, y echarán humo,
fulmina
el rayo y dispérsalos,
dispara
tus saetas y desbarátalos.
Extiende
la mano desde arriba:
defiéndeme,
líbrame de las aguas caudalosas,
de
la mano de los extranjeros,
cuya
boca dice falsedades,
cuya
diestra jura en falso.
Dios
mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré
para ti el arpa de diez cuerdas:
para
ti que das la victoria a los reyes,
y
salvas a David, tu siervo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
LECTURA
BREVE Is 55, 1
Oíd,
sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid,
comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R.
Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R.
Espero en tu palabra.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Dios
nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del día, reavivando con
ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo:
Por
el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.
Dios
y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
te
damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento y
la inmortalidad.
Danos,
Señor, un corazón humilde
para
que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.
Infunde
tu Espíritu en nosotros, tus siervos,
para
que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.
Tú
que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,
haz
que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya
que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por
nosotros, nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Aumenta,
Señor, nuestra fe, para que esta alabanza que brota de nuestro corazón vaya
siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant.
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant.
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE 1Jn 3,17-18
Si
un rico en bienes de fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin
entrañas, le niega su socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios?
Hijitos míos, no amemos con palabras ni con la lengua, sino con las obras y de
verdad.
V.
Dichoso el que se apiada y presta.
R.
El recuerdo del justo será perpetuo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a
los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que
demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el
distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant.
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant.
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Dt 30, 11. 14
El
precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el
mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
V.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.
R.
Luz en mi sendero.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu
gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a
tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh
Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu
gran amor, tu gran misericordia,
y
tu fuerza nos das para seguirte
por
el mismo camino hacia la gloria.
Que
fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra
parte en tu obra salvadora,
y,
al llegar a la tarde de la vida,
en
gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias,
Padre, a ti porque nos llamas,
a
Jesús, que en su sangre nos redime,
y
al Espíritu Santo, luz y guía
de
este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Salmo
118, 137-144
Señor,
tú eres justo,
tus
mandamientos son rectos;
has
prescrito leyes justas
sumamente
estables;
me
consume el celo,
porque
mis enemigos olvidan tus palabras.
Tu
promesa es acrisolada,
y
tu siervo la ama;
soy
pequeño y despreciable,
pero
no olvido tus decretos;
tu
justicia es justicia eterna,
tu
voluntad es verdadera.
Me
asaltan angustias y aprietos,
tus
mandatos son mi delicia;
la
justicia de tus preceptos es eterna,
dame
inteligencia y tendré vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Ant.
2. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.
Salmo
87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor,
Dios mío, de día te pido auxilio,
de
noche grito en tu presencia;
llegue
hasta ti mi súplica,
inclina
tu oído a mi clamor.
Porque
mi alma está colmada de desdichas,
y
mi vida está al borde del abismo;
ya
me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy
como un inválido.
Tengo
mi cama entre los muertos,
como
los caídos que yacen en el sepulcro,
de
los cuales ya no guardas memoria,
porque
fueron arrancados de tu mano.
Me
has colocado en lo hondo de la fosa,
en
las tinieblas del fondo;
tu
cólera pesa sobre mí,
me
echas encima todas tus olas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.
Ant.
3. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo
87 II
Has
alejado de mí a mis conocidos,
me
has hecho repugnante para ellos:
encerrado,
no puedo salir,
y
los ojos se me nublan de pesar.
Todo
el día te estoy invocando,
tendiendo
las manos hacia ti.
¿Harás
tú maravillas por los muertos?
¿Se
alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se
anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o
tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se
conocen tus maravillas en la tiniebla
o
tu justicia en el país del olvido?
Pero
yo te pido auxilio,
por
la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por
qué, Señor, me rechazas
y
me escondes tu rostro?
Desde
niño fui desgraciado y enfermo,
me
doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó
sobre mí tu incendio,
tus
espantos me han consumido:
me
rodean como las aguas todo el día,
me
envuelven todos a una;
alejaste
de mí amigos y compañeros:
mi
compañía son las tinieblas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
LECTURA
BREVE Is 55, 10-11
Como
bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de
empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al
sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no
volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
V.
El Señor envía su mensaje a la tierra.
R.
Y su palabra corre veloz.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el
camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la
salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos,
incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
Oración de la tarde
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
TÚ QUE ERES CRISTO, EL ESPLENDOR Y EL DÍA.
Tú
que eres, Cristo, el esplendor y el día,
y
de la noche ahuyentas las tinieblas,
Luz
de Luz que a tus fieles
cual
luz te manifiestas,
te
pedimos, Señor, humildemente
esta
noche que estés de centinela,
en
ti hallemos reposo
y
la paz nos concedas.
Si
se entregan al sueño nuestros ojos,
en
ti vigile el corazón alerta,
y
rogamos tus hijos,
Señor,
que nos protejas.
Defensor
nuestro, míranos, rechaza
al
enemigo cruel que nos acecha
y,
a quienes redimiste
con
tu sangre, gobierna.
A
ti, Cristo, Señor del universo,
y
a ti, Padre, alabanza dondequiera,
y
al Amor, por los siglos
loores.
Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Salmo
136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto
a los canales de Babilonia
nos
sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en
los sauces de sus orillas
colgábamos
nuestras cítaras.
Allí
los que nos deportaron
nos
invitaban a cantar;
nuestros
opresores, a divertirlos:
«Cantadnos
un cantar de Sión.»
¡Cómo
cantar un cántico del Señor
en
tierra extranjera!
Si
me olvido de ti, Jerusalén,
que
se me paralice la mano derecha;
que
se me pegue la lengua al paladar
si
no me acuerdo de ti,
si
no pongo a Jerusalén
en
la cumbre de mis alegrías.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Ant.
2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Salmo
137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante
de los ángeles tañeré para ti,
me
postraré hacia tu santuario,
daré
gracias a tu nombre;
por
tu misericordia y tu lealtad,
porque
tu promesa supera a tu fama;
cuando
te invoqué, me escuchaste,
acreciste
el valor en mi alma.
Que
te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al
escuchar el oráculo de tu boca;
canten
los caminos del Señor,
porque
la gloria del Señor es grande.
El
Señor es sublime, se fija en el humilde,
y
de lejos conoce al soberbio.
Cuando
camino entre peligros,
me
conservas la vida;
extiendes
tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y
tu derecha me salva.
El
Señor completará sus favores conmigo:
Señor,
tu misericordia es eterna,
no
abandones la obra de tus manos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Ant.
3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico:
HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres
digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el
honor y el poder,
porque
tú has creado el universo;
porque
por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres
digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque
fuiste degollado
y
por tu sangre compraste para Dios
hombres
de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y
has hecho de ellos para nuestro Dios
un
reino de sacerdotes
y
reinan sobre la tierra.
Digno
es el Cordero degollado
de
recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la
fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA
BREVE Col 3, 16
Que
la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a
otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de
todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V.
De alegría perpetua a tu derecha.
R.
En tu presencia, Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es
santo.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es
santo.
PRECES
Invoquemos
a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:
Señor,
escúchanos.
Cristo,
fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a la luz
de tu verdad,
que
tengan siempre fidelidad y constancia.
Haz,
Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
y
que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.
Tú
que con cinco panes saciaste a la multitud,
enséñanos
a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.
Que
los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del
bienestar de su nación,
sino
que piensen también en los otros pueblos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Cuando
vengas en tu día a ser glorificado en los santos,
da
a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.
Todos
juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al
Padre diciendo:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Puestos
en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te pedimos que nuestras
palabras concuerden siempre con los sentimientos de nuestro corazón. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
SE INCLINA YA MI FRENTE
Se
inclina ya mi frente,
sellado
está el trabajo;
Señor,
tu pecho sea
la
gracia del descanso.
Mis
ojos se retiran,
la
voz deja su canto,
pero
el amor enciende
su
lámpara velando.
Lucero
que te fuiste,
con
gran amor amado,
en
tu gloria dormimos
y
en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant.
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo
142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor,
escucha mi oración;
tú
que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú
que eres justo, escúchame.
No
llames a juicio a tu siervo,
pues
ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El
enemigo me persigue a muerte,
empuja
mi vida al sepulcro,
me
confina a las tinieblas
como
a los muertos ya olvidados.
mi
aliento desfallece,
mi
corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo
los tiempos antiguos,
medito
todas tus acciones,
considero
las obras de tus manos
y
extiendo mis brazos hacia ti:
tengo
sed de ti como tierra reseca.
Escúchame
en seguida, Señor,
que
me falta el aliento.
No
me escondas tu rostro,
igual
que a los que bajan a la fosa.
En
la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya
que confío en ti;
indícame
el camino que he de seguir,
pues
levanto mi alma a ti.
Líbrame
del enemigo, Señor,
que
me refugio en ti.
Enséñame
a cumplir tu voluntad,
ya
que tú eres mi Dios.
Tu
espíritu, que es bueno,
me
guíe por tierra llana.
Por
tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por
tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA
BREVE 1Pe 5,8-9
Sed
sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Ilumina,
Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos
levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del
nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTÍFONA
FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
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