Propio del Tiempo. Salterio III
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente
antífona:
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No
endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No
endurezcáis vuestro corazón.»
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Himno: ¡OH REDENTOR, OH CRISTO!
¡Oh Redentor, oh Cristo,
Señor del universo,
víctima y sacerdote,
sacerdote y cordero!
Para pagar la deuda
que nos cerraba el cielo,
tomaste entre tus manos
la hostia de tu cuerpo
y ofreciste tu sangre
en el cáliz del pecho:
altar blando, tu carne;
altar duro, un madero.
¡Oh Cristo Sacerdote,
hostia a la vez y templo!
Nunca estuvo la vida
de la muerte tan dentro,
nunca abrió tan terribles
el amor sus veneros.
El pecado del hombre,
tan huérfano del cielo,
se hizo perdón de sangre
y gracia de tu cuerpo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi
Dios.
Salmo 68, 2-22. 30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN
FIEL DESOLADO
Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.
Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.
Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?
Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.
Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de saco, se ríen de mí;
sentados a la puerta murmuran,
mientras beben vino me cantan burlas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi
Dios.
Ant 2. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me
dieron vinagre.
Salmo 68, 2-22. 30-37 II
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:
arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.
Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista están los que me acosan.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron
vinagre.
Ant 3. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Salmo 68, 2-22. 30-37 III
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.
Miradlo los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.
El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
V. Convertíos al Señor, vuestro Dios.
R. Porque es compasivo y misericordioso.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 5, 11 -- 6, 8
EXHORTACIÓN A ATENDER LAS ENSEÑANZAS DE LO QUE ES
PERFECTO
Hermanos: Tenemos mucho que decir de este tema; y es
difícil de explicar, porque os habéis vuelto perezosos para entender. Pues
debiendo ser ya maestros con el tiempo que lleváis, tenéis de nuevo necesidad
de que se os enseñen los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os
habéis vuelto tales que necesitáis leche y no manjar sólido. Pero quien se
alimenta de leche no es capaz de entender la doctrina de la santidad, porque es
todavía un niño. En cambio, el alimento sólido es propio de perfectos, de
aquellos que, por la costumbre, tienen sus facultades ejercitadas para
discernir el bien y el mal.
Por eso, dejando a un lado lo elemental de la doctrina de
Cristo, vengamos a tratar de lo que es perfecto, sin reiterar los artículos
fundamentales, como son: el arrepentimiento de las obras muertas y la fe en
Dios; la doctrina sobre los bautismos e imposición de las manos; la
resurrección de los muertos y el juicio eterno. Y lo vamos a hacer con la
gracia de Dios.
Por lo que se refiere a los que una vez han sido
iluminados, que saborearon el don celestial, que se hicieron partícipes del
Espíritu Santo y gustaron la dulzura de la palabra de Dios y los prodigios del
mundo futuro, pero luego cayeron en la apostasía, es imposible volverlos a
renovar en el arrepentimiento; crucifican de nuevo por su cuenta al Hijo de
Dios y lo exponen a pública afrenta. Pues la tierra que absorbe la lluvia que
una y otra vez cae sobre ella, y da frutos valiosos para quienes la cultivan,
recibe las bendiciones de Dios; pero la que da espinas y abrojos es inútil y
está próxima a ser maldecida, y su fin será el fuego.
RESPONSORIO Hb 5, 12. 14; 1Co 3, 2
R. Debiendo ser ya maestros con el tiempo que lleváis, os
habéis vuelto tales que necesitáis leche y no manjar sólido. * El alimento
sólido es propio de perfectos.
V. Os di a beber leche; no os ofrecí manjar sólido,
porque aún no lo admitíais.
R. El alimento sólido es propio de perfectos.
SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa,
sobre el libro de Job
(Libro 13, 21-23: PL 75, 1028.1029)
EL MISTERIO DE NUESTRA VIVIFICACIÓN
El venerable Job, figura de la Iglesia, unas veces habla
en nombre del cuerpo, otras en nombre de la cabeza; y, así, a veces está
hablando de los miembros y, súbitamente, toma las palabras de la cabeza. Por
esto dice: Todo esto lo he sufrido aunque en mis manos no hay violencia y es
sincera mi oración.
Sin que hubiera violencia en sus manos, en efecto, sufrió
aquel que no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca, y sin embargo
padeció por nuestra redención los dolores de la cruz. Él fue el único que
dirigió a Dios una oración sincera, ya que en medio de los sufrimientos de su
pasión oró al Padre, diciendo: Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen.
¿Se puede, en efecto, pronunciar o pensar una oración más
sincera que ésta, por la cual intercede por los mismos que lo atormentan? De
ahí deriva el hecho de que la sangre de nuestro Redentor, derramada por la
furia de sus perseguidores, se convirtiera luego en fuente de vida para los
creyentes, los cuales lo proclamarían Hijo de Dios.
Con respecto a esta sangre, añade con razón el libro
santo: ¡Tierra, no cubras mi sangre, no encierres mi demanda de justicia! Al
hombre pecador se le había dicho: Eres tierra y a la tierra volverás.
Pero esta tierra no sorbió la sangre de nuestro Redentor,
pues cualquier pecador, al beber el precio de su redención, lo confiesa y proclama,
y así se hace patente a todos su valor.
La tierra no sorbió su sangre, pues la santa Iglesia ha
predicado ya en todas partes el misterio de su redención. Es digno de notarse
también lo que sigue: No encierres mi demanda de justicia. La misma sangre
redentora que bebemos, en efecto, es la demanda de justicia de nuestro
Redentor. Por eso dice Pablo: Os habéis acercado a la aspersión de una sangre
que habla mejor que la de Abel. De la sangre de Abel se había dicho: La sangre
de tu hermano está clamando a mí desde la tierra.
Pero la sangre de Jesús habla mejor que la de Abel, pues
la sangre de Abel pedía la muerte del hermano fratricida, mientras que la
sangre del Señor impetró la vida para sus perseguidores.
Por tanto, para que dé su fruto en nosotros el sacramento
de la pasión del Señor, debemos imitar aquello que bebemos, y anunciar a los
demás aquello que veneramos.
Pues su demanda de justicia quedaría oculta en nosotros,
si nuestra lengua callara lo que cree nuestra mente. Para que su demanda de
justicia no quede oculta en nosotros, sólo falta que cada uno de nosotros, a
medida de sus posibilidades, dé a conocer a los demás el misterio de su
vivificación.
RESPONSORIO Cf. Gn 4, 10. 11; cf. Hb 12, 24
R. La sangre de tu Hijo, nuestro hermano, está clamando a
ti desde la tierra, Señor. * Bendita sea esta tierra que abrió su boca para
recibir la sangre del Redentor.
V. Ésta es la aspersión purificadora de una sangre que
habla mejor que la de Abel.
R. Bendita sea esta tierra que abrió su boca para recibir
la sangre del Redentor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que
sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones
que nos vienen de ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el
Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No
endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No
endurezcáis vuestro corazón.»
Himno: DELANTE DE LA CRUZ LOS OJOS MÍOS
Delante de la cruz los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando,
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
quédeseme, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten
misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten
misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado
contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE
GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado
contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y
ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas
de su rebaño.
LECTURA BREVE Is 53, 11b-12
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los
crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una
muchedumbre, porque se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los
malhechores; él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los
pecadores.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Uno de los escribas se acercó a Jesús para
preguntarle cuál era el primero de todos los mandamientos. Jesús le respondió:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros
padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Uno de los escribas se acercó a Jesús para preguntarle
cuál era el primero de todos los mandamientos. Jesús le respondió: «Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón.»
PRECES
Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz
nos dio la vida, y digámosle con fe:
Tú que por nosotros moriste, escúchanos, Señor.
Maestro y Salvador nuestro, tú que nos revelaste con tu
palabra el designio de Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión,
no permitas que nuestros días transcurran entre vicios y
pecados.
Que sepamos, Señor, mortificarnos hoy al tomar los
manjares del cuerpo,
para ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y
necesitados.
Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal
y lo consagremos a tu servicio mediante obras de
misericordia.
Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes
y llénanos de tu gracia y de tus dones.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su
amor nos ayude a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que
sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones
que nos vienen de ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Himno: COMO EL FUEGO CALCINA
Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.
Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.
Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.
Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos
nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos
nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE Is 55, 3
Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.
V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que
sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones
que nos vienen de ti. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Himno: POR EL PECADO PRIMERO
Por el pecado primero
entró la muerte a la vida,
y la muerte fue vencida
por la vida del Cordero.
El Padre lo hizo pecado
para salvar al caído;
el que nunca había sufrido
se quiso crucificado.
La humanidad pecadora
está bien representada,
mas la culpa fue lavada
por la sangre redentora. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en
la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
Salmo 21 I - EL SIERVO DE DIOS SUFRIENTE ORA Y DIOS LE
RESPONDE
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes;
de noche, y no me haces caso;
aunque tú habitas en el santuario,
esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres,
en ti confiaban, y no los defraudaste.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere.»
Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 21 II
Me acorrala un tropel de novillos,
me cercan toros de Basán;
abren contra mí las fauces
leones que descuartizan y rugen.
Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;
mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas contra el polvo de la muerte.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la espada,
y a mi única vida, de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león;
a este pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 21 III
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel.
Porque no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado;
no le ha escondido su rostro:
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
Él es mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Porque del Señor es el reino,
él gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer;
todo lo que hizo el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la
muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
LECTURA BREVE Cf. Jr 3, 12b. 14a
«Volveos -oráculo del Señor-. No os pondré mala cara,
porque soy compasivo y no me irrito para siempre. Volved, hijos rebeldes»,
oráculo del Señor.
V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que
sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones
que nos vienen de ti. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Himno: CADA TARDE SE NOS VAN LOS DÍAS
Cada tarde se nos van los días,
y cada tarde el tiempo pasa;
se acaba nuestra vida cada tarde
y miramos la muerte más cercana.
Déjame todavía gozar el milagro
de tu luz, de tu sol, de tus albas;
déjame gozar el milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti cada mañana.
Déjame, Señor, gozar de tu milagro
al llegar una vez más la tarde mansa,
porque tú eres el Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en
las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en
las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE St 1, 27
La religión pura y sin mancha ante Dios, nuestro Padre,
consiste en esto: en visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y
en conservarse limpio de toda mancha en este mundo.
V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo
desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que
sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones
que nos vienen de ti. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios
mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno:
MUERE LA VIDA Y VIVO YO SIN VIDA.
Muere
la vida y vivo yo sin vida
ofendiendo
la vida de mi muerte;
sangre
divina de las venas vierte
y
mi diamante su dureza olvida.
Está
la majestad de Dios tendida
en
una dura cruz, y yo de suerte
que
soy de sus dolores el más fuerte
y
de su cuerpo la mayor herida.
¡Oh
duro corazón de mármol frío!
¿Tiene
tu Dios abierto el lado izquierdo
y
no te vuelves un copioso río?
Morir
por él será divino acuerdo,
mas
eres tú mi vida, Cristo mío,
y,
como no la tengo, no la pierdo. Ámén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo
134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad
el nombre del Señor,
alabadlo,
siervos del Señor,
que
estáis en la casa del Señor,
en
los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad
al Señor porque es bueno,
tañed
para su nombre, que es amable.
Porque
él se escogió a Jacob,
a
Israel en posesión suya.
Yo
sé que el Señor es grande,
nuestro
dueño más que todos los dioses.
El
Señor todo lo que quiere lo hace:
en
el cielo y en la tierra,
en
los mares y en los océanos.
Hace
subir las nubes desde el horizonte,
con
los relámpagos desata la lluvia,
suelta
a los vientos de sus silos.
Él
hirió a los primogénitos de Egipto,
desde
los hombres hasta los animales.
Envió
signos y prodigios
-en
medio de ti, Egipto-
contra
el Faraón y sus ministros.
Hirió
de muerte a pueblos numerosos,
mató
a reyes poderosos:
a
Sijón, rey de los amorreos;
a
Hog, rey de Basán,
y
a todos los reyes de Canaán.
Y
dio su tierra en heredad,
en
heredad a Israel, su pueblo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant
2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Salmo
134 II.
Señor,
tu nombre es eterno;
Señor,
tu recuerdo de edad en edad.
Porque
el Señor gobierna a su pueblo
y
se compadece de sus siervos.
Los
ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura
de manos humanas:
tienen
boca y no hablan,
tienen
ojos y no ven,
tienen
orejas y no oyen,
no
hay aliento en sus bocas.
Sean
lo mismo los que los hacen,
cuantos
confían en ellos.
Casa
de Israel, bendice al Señor;
casa
de Aarón, bendice al Señor;
casa
de Leví, bendice al Señor;
fieles
del Señor, bendecid al Señor.
Bendito
en Sión el Señor,
que
habita en Jerusalén.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa
de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Ant
3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico:
CANTO DE LOS VENCEDORES - Ap 15, 3-4
Grandes
y maravillosas son tus obras,
Señor,
Dios omnipotente,
justos
y verdaderos tus caminos,
¡oh
Rey de los siglos!
¿Quién
no temerá, Señor,
y
glorificará tu nombre?
Porque
tú solo eres santo,
porque
vendrán todas las naciones
y
se postrarán en tu acatamiento,
porque
tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán
todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA
BREVE St 5, 16. 19-20
Confesaos
mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para alcanzar vuestra
curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Hermanos, si
alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa
que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la
muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
RESPONSORIO
BREVE
V. Yo
dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo
dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname,
porque he pecado contra ti.
R. Señor,
ten misericordia.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo
dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Amar
al prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.
Cántico:
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Amar
al prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.
PRECES
Oremos
a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:
Compadécete,
Señor, de tu pueblo.
Redentor
nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para
mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su
esperanza,
para
que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.
Haz
que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo Tu
Evangelio
y
dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.
Conforta,
Señor, a los que están tristes,
y
otórganos a nosotros el poder consolar a nuestros hermanos.
Haz
que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
para
que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos
y
dales parte en tu gloriosa resurrección.
Con
el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Infunde,
Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros
excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios
mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El
Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno:
CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando
llegó el instante de tu muerte
inclinaste
la frente hacia la tierra,
como
todos los mortales;
mas
no eras tú el hombre derribado,
sino
el Hijo que muerto nos contempla.
Cuando
me llegue el tránsito esperado
y
siga sin retorno por mi senda,
como
todos los mortales,
el
sueño de tu rostro será lumbre
y
tu gloria mi gloria venidera.
El
silencio sagrado de la noche
tu
paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo,
luz de los mortales;
acepta
nuestro sueño necesario
como
secreto amor que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant
1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu
presencia.
Salmo
87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor,
Dios mío, de día te pido auxilio,
de
noche grito en tu presencia;
llegue
hasta ti mi súplica,
inclina
tu oído a mi clamor.
Porque
mi alma está colmada de desdichas,
y
mi vida está al borde del abismo;
ya
me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy
como un inválido.
Tengo
mi cama entre los muertos,
como
los caídos que yacen en el sepulcro,
de
los cuales ya no guardas memoria,
porque
fueron arrancados de tu mano.
Me
has colocado en lo hondo de la fosa,
en
las tinieblas del fondo;
tu
cólera pesa sobre mí,
me
echas encima todas tus olas.
Has
alejado de mí a mis conocidos,
me
has hecho repugnante para ellos:
encerrado,
no puedo salir,
y
los ojos se me nublan de pesar.
Todo
el día te estoy invocando,
tendiendo
las manos hacia ti.
¿Harás
tú maravillas por los muertos?
¿Se
alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se
anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o
tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se
conocen tus maravillas en la tiniebla
o
tu justicia en el país del olvido?
Pero
yo te pido auxilio,
por
la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por
qué, Señor, me rechazas
y
me escondes tu rostro?
Desde
niño fui desgraciado y enfermo,
me
doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó
sobre mí tu incendio,
tus
espantos me han consumido:
me
rodean como las aguas todo el día,
me
envuelven todos a una;
alejaste
de mí amigos y compañeros:
mi
compañía son las tinieblas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor,
Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
LECTURA
BREVE Jr 14, 9
Tú
estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.
RESPONSORIO
BREVE
V. En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú,
el Dios leal, nos librarás.
R. Te
encomiendo mi espíritu.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que
reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos
también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El
Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre
del Redentor, Virgen fecunda,
puerta
del cielo siempre abierta,
estrella
del mar,
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y
permaneces siempre virgen.
Recibe
el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
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