Del Común de la Santísima Virgen María.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. (FIESTA)
Según una constante y sólida tradición, la
imagen de la Virgen de Guadalupe, a raíz de su impresión en la tilma del indio
Juan Diego en 1531, en la ciudad de México, permaneció algunos días en la
capilla episcopal del obispo fray Juan de Zumárraga, y luego en el templo
mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue trasladada solemnemente a una
ermita construida al pie del cerro del Tepeyac. Su culto se propagó rápidamente
e influyó mucho para la difusión de la fe entre los indígenas. Después de
habérsele construido sucesivamente otros tres templos al pie del cerro, se
construyó el actual, que fue terminado en 1709 y elevado a la categoría de
basílica por san Pio X en 1904. En 1754, Benedicto XIV confirmó el patronato de
la Virgen de Guadalupe sobre toda la Nueva España (desde Arizona hasta Costa
Rica) y concedió la primera misa y Oficio propios. Puerto Rico la proclamó su
Patrona en 1758. El 12 de octubre de 1895 tuvo lugar la coronación pontificia
de la imagen, concedida por León XIII, el cual había aprobado un año antes un
nuevo Oficio propio. En 1910, san Pio X la proclamó Patrona de la América
Latina; en 1935, Pio XI la nombró Patrona de las Islas Filipinas; y, en 1945,
Pio XII le dio el título de Emperatríz de América.
La veneración a la Virgen de Guadalupe
despierta en el pueblo una grande confianza filial hacia ella, ya que se
presenta solícita para dar auxilio y defensa en las tribulaciones; es, además,
un impulso hacia la práctica de la caridad cristiana, al mostrar la
predilección de María por los humildes y necesitados, y su disposición por
remediar sus angustias.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente
antífona:
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ERES MUJER DE CASA Y, ADEMÁS, PEREGRINA
Eres mujer de casa y, además, peregrina,
dedicada a lo tuyo como madre y esposa,
pero sigues la huella por donde Dios camina
y estás de corazón en cada cosa.
Estás en la montaña antes del alba,
-que el amor te apresura-,
y en cualquier otro Belén por esperar que nazca
de nuevo Dios, y preparar su cuna.
Te haces de nuestra raza,
pronuncias nuestra lengua con dulzura
y nos pides te hagamos una Casa,
para en ella mostrarnos tu sin igual ternura.
Bajas, subes, que para eso eres ave,
ayer por el Calvario y por el cielo,
hoy por la patria suave,
y en pos de ti volamos en tu vuelo.
Gloria demos al Padre que no tuvo principio,
gloria perenne a Cristo, que es el Hijo del Padre,
y al Espíritu Santo, Consolador divino.
¡Que todo el universo los aclame! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna.
Ant 2. Mirad que ya viene mi hijo el más pequeño,
saltando sobre los montes, brincando por las colinas, como un ágil cervatillo.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Mirad que ya viene mi hijo el más pequeño, saltando
sobre los montes, brincando por las colinas, como un ágil cervatillo.
Ant 3. Salgamos al campo, madruguemos para ver las viñas,
para ver si las vides ya florecen y echan flores los granados: ahí te mostraré
mi amor.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Salgamos al campo, madruguemos para ver las viñas,
para ver si las vides ya florecen y echan flores los granados: ahí te mostraré
mi amor.
V. Señora de los jardines, mis compañeros te escuchan.
R. Déjanos oir tu voz.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 52, 7. 9-10; 54, 10a.
11b-14a. 15; 55, 3b. 12b-13
SOBRE LOS MONTES SE ANUNCIÓ LA PAZ
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero
que anuncia la paz, que trae la dicha, que anuncia la salvación, que dice a
Sión: «Ya reina tu Dios»!
Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de
Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones y han
contemplado los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
«Podrán correrse los montes -dice el Señor-, podrán
moverse las colinas, pero mi amor nunca se apartará de ti. Yo asentaré tus
piedras sobre jaspe y tus cimientos sobre zafiro. Te pondré almenas de rubíes y
puertas de esmeralda, y haré tus murallas con piedras preciosas. Todos tus
hijos serán discípulos del Señor y su dicha será inmensa. Serás consolidada en
la justicia. Si alguien te ataca, no será de parte mía; cualquiera que te
ataque, contra ti se estrellará. Pues voy a firmar con vosotros una alianza
eterna.»
Los montes y colinas romperán a cantar ante vosotros con
gritos de alegría, y aplaudirán los árboles del campo. En lugar del espino
crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerán los mirtos.
Será esto para gloria del Señor, para señal eterna que
jamás se borrará.
RESPONSORIO Sal 22, 4; 108, 22; Is 66, 13; Sal
120, 6
R. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna:
aunque camines por cañadas oscuras, aunque te sientas pobre y desdichado y
lleves traspasado el corazón. * Como una madre acaricia a su hijo, así yo os
consolaré.
V. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
R. Como una madre acaricia a su hijo, así yo os
consolaré.
SEGUNDA LECTURA
Del Mensaje del papa Pablo sexto al pueblo mexicano
(L 'Osservatore Romano, 18 de octubre de 1970)
EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO
Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno
filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la
Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y
particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella
espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa
corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor
a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La
misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.
En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro
y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema
humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su
incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y
su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el
amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la
ternura de madre y la piedad de creatura.
Pero además, y precisamente porque amaba tan
entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo
mandamiento que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al
prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de María en las bodas de Caná,
cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en
vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del
constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un
ejemplo para todos los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.
Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad
para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de
la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no
puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce
para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la
humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del
progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón
a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el
Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos
para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los
que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a
Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo
amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del
mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.
El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de
servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco
o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en
superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que
sufren su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente
para ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.
Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta
la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.
Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado
la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que
siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los
caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia.
RESPONSORIO Mt 22, 37-38; 1Jn 4, 20; cf. Mt
25, 40
R. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente: éste es el principal y el primero de los
mandamientos. Pero * si alguno dice: «Yo amo a Dios», y no ama a su hermano,
está mintiendo.
V. Todo lo que hacéis a uno de estos mis humildes
hermanos, a mí me lo hacéis.
R. Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y no ama a su
hermano, está mintiendo.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el
Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen
María.
Himno: AYER, ALBA EN EL ALBA, SUBISTE PRESUROSA.
Ayer, alba en el alba, subiste presurosa
por servir a tu prima, cual sierva ante los siervos.
Hoy a México bajas, cual Rosa misteriosa,
para anuciar al indio que en sus ratos acervos
jamás estará solo; porque jamás, oh Madre,
has sido en nuestra historia cobarde subterfugio;
porque tú eres la escala ante el Hijo del Padre:
¡tú el regazo y el puente; tú, defensa y refugio!
Eres cifra y compendio de nuestra patria suave;
eres signo y substancia de nuestra nueva raza;
eres lámpara y cuna, eres báculo y ave,
eres vínculo y nudo, eres tilma, eres casa.
Por tus manos en hueco, patena de ternura,
consagramos al Padre de todos los consuelos,
por el Hijo, en la Llama quemaste la amargura
del sudor hecho lágrimas y el júbilo hecho anhelos.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como
la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas?
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como
la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas?
Ant 2. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del
verdadero Dios por quien se vive.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88.
56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del
verdadero Dios por quien se vive.
Ant 3. Como el águila incita a volar a sus polluelos y
revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su
plumaje.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Como el águila incita a volar a sus polluelos y
revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su
plumaje.
LECTURA BREVE Cf. Sir 50, 5-10
¡Qué majestuosa cuando salía detrás del velo! Como
estrella matutina en medio de las nubes, como la luna en los días de
plenilunio, como el sol cuando brilla sobre el templo del Altísimo, como el
arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor de rosal en primavera,
como lirio junto a un manantial, como vaso de oro macizo adornado con piedras
preciosas.
RESPONSORIO BREVE
V. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
V. Señor, por ti madrugo, dame una señal propicia.
R. ¿De dónde me vendrá el auxilio?
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el
auxilio?
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén,
di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a
su pueblo.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros
padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén,
di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a
su pueblo.»
PRECES
Alabemos a Dios Padre todopoderoso, el Creador por quien
se vive, y digámosle:
Señor, por quien vivimos, escucha nuestras plegarias.
Bendito seas, Señor del universo, que en tu inmensa
piedad nos enviaste a la Madre de tu Hijo,
para llamarnos a la fe y hacernos ingresar a tu pueblo
santo.
Te bendecimos, Señor, porque ocultaste tu mensaje a los
sabios y prudentes según el mundo
y lo revelaste a los pequeños, a los que son tenidos por
insignificantes y despreciables.
Concédenos ser, como Juan Diego, embajadores tuyos muy
dignos de confianza,
que llevemos a todos los hombres y a todas las naciones
tu mensaje de amor y de paz.
Tú que, con la presencia de María, haces brillar los
riscos como perlas y las espinas como el oro,
haz que el amor de la Santísima Virgen María nos
transforme en otros Cristos.
Haz que , como Juan Diego, seamos siempre fieles al culto
divino y a tus mandatos,
para que merezcamos, también nosotros, que la Virgen
María nos salga al paso en el camino de nuestra vida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la confianza que nos da la predilección mostrada por
la santa Madre de Dios hacia nosotros, digámosle al Padre de los Cielos, con
profundo amor filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Brotan flores en los campos, y el arrullo de la
tórtola se ha escuchado en nuestra tierra.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 128 - ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
-que lo diga Israel-,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!
Sobre mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.
Retrocedan, avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;
que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.»
Os bendecimos en el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Brotan flores en los campos, y el arrullo de la
tórtola se ha escuchado en nuestra tierra.
LECTURA BREVE Os 11, 4
Era yo para ellos como quien levanta a un niño contra su
mejilla, me inclinaba hacia ellos para darles de comer.
V. No ha hecho cosa semejante con ninguna otra nación.
R. Nos ha robado el corazón con una sola de sus miradas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH SEÑOR, DIOS ETERNO Y BONDADOSO
Oh Señor, Dios eterno y bondadoso,
tú diriges los tiempos y la vida;
son por ti luminosas las mañanas,
con tu sol das el fuego al mediodía.
Que tu paz se derrame en nuestras almas
y que apague el ardor de la discordia;
que descansen los cuerpos fatigados,
anhelando el reposo de tu gloria.
Tu amistad danos, Padre omnipotente,
sea Cristo la senda que sigamos,
ilumine el Espíritu el desierto
en que todos a ti peregrinamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ella es más bella que el sol, supera a todas las
constelaciones; comparada con la luz, sale ella vencedora.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Ella es más bella que el sol, supera a todas las
constelaciones; comparada con la luz, sale ella vencedora.
LECTURA BREVE Sir 24, 18. 23
He surgido como una palmera de Engadí, como rosal de
Jericó, como gallardo olivo en la llanura: mis flores y mis frutos son bellos y
abundantes.
V. Un panal que destila son tus labios.
R. Tu nombre es como un bálsamo fragante.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH DIOS, TENAZ VIGOR DE TODA COSA
Oh Dios, tenaz vigor de toda cosa,
que inmóvil en ti mismo permaneces,
y que el orden del tiempo determinas
por medio de la luz que nace y muere.
Dígnate concedernos, en la tarde,
Luz con que nuestra vida nunca cese,
y haz que el bien infinito de la gloria
siga a la gracia de una santa muerte.
Glorificado seas, Jesucristo,
nacido del más puro y santo vientre,
y que sean también glorificados
el Padre y el Espíritu por siempre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Pondré en ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima
de sus ojos.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS
BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Pondré en ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima
de sus ojos.
LECTURA BREVE Is 9, 2
Acrecentaste su gozo, hiciste inmensa su alegría: se han
regocijado al verte como se alegran en la siega, como se gozan los que reparten
el botín.
V. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una grande
luz.
R. Sobre los que vivían en tierra de sombras brilló un
intenso resplandor.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: MORENEZ DE MORENA HERMOSURA.
Morenez de morena hermosura,
no nevado candor de jazmín;
sí amalgama, crisol que madura
nuestra sed del Amor, mar sin fin.
Ella es reina, nosotros vasallos;
ella es río, nosotros la sed;
ella estrella, nosotros los rayos;
ella nave, nosotros la red.
Sobre el surco del llanto, sus ojos,
sobre el hambre de Madre, su amor;
sus dos manos, un viento de rezos,
en la noche de América, sol.
Cuando el valle se viste de sombras
y el silencio es la voz del hogar,
te loamos, Señor, que te nombras
el Amor no agotado de amar. Amén.
SALMODIA
Ant 1. He elegido y santificado este lugar, para que en
él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. He elegido y santificado este lugar, para que en él
permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Ant 2. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres
tú quien lo ha hecho.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres
tú quien lo ha hecho.
Ant 3. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha
hallado un nido para colocar a sus polluelos.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha
hallado un nido para colocar a sus polluelos.
LECTURA BREVE Ap 21, 2-3
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del
cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios
con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará
con ellos.»
RESPONSORIO BREVE
V. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
V. Ella abrió sus labios con sabiduría y su lengua
pronunció palabras de amor.
R. Y la proclamaron bienaventurada.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron
bienaventurada.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor,
ni los ríos extinguirlo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1,
46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor,
ni los ríos extinguirlo.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas a Dios, que quiso enviarnos a
la Santísima Virgen María para darnos consuelo en nuestras penas y llevarnos
hacia él; pidámosle confiadamente:
Concédenos su amor, auxilio y defensa.
Tú que has hecho surgir a la Santísima Virgen María como
el sol sobre los montes para iluminar a tu Iglesia, haz que, bajo el influjo de
su belleza y de su amor, reine la justicia y la paz en todo el mundo.
Señor, Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo
imprimiera su figura en el ayate del indio Juan Diego y tomara nuestros rasgos,
haz que copiemos en nosotros sus virtudes y su amor hacia los pobres y
desamparados.
Tú que, por medio de María, convertiste la aridez del
Tepeyac en jardín florido y perfumado, trasforma a nuestro pueblo, por medio de
ella, en un plantío fecundo de verdaderos cristianos.
Haz que aprendamos de Juan Diego la sencillez y la
humildad, la constancia en el sufrimiento y la fidelidad a tu santísima Madre.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que has constituido a la Virgen María como protectora
de todos los que la invoquen y en ella confíen,
haz llegar la luz de su consuelo hasta los miembros de tu
pueblo santo que ya han salido de este mundo.
Unidos fraternalmente bajo la protección maternal de
María, digamos a Dios con profunda confianza filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la
protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos,
por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero
amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que
Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el día
te suplicamos, Señor,
nos hagas de centinela
y otorgues tu protección.
Que te sintamos: contigo
sueñe nuestro corazón
para cantar tus loores
de nuevo al salir el sol.
Danos vida saludable,
alienta nuestro calor,
tu claridad ilumine
la oscuridad que llegó.
Dánoslo, Padre piadoso,
por Jesucristo, el Señor,
que reina con el Espíritu
Santo vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro
Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo,
vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso
necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos
sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila
y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.
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