Del Común de santos varones para los santos religiosos. Salterio III.
SAN BENITO ABAD, patrono de Europa. (MEMORIA).
Nació en Nursia, región de Umbría, hacia el año 480. Después de haber recibido
en Roma una adecuada formación, comenzó a practicar la vida eremítica en
Subiaco, donde reunió a algunos discípulos; más tarde se trasladó a Casino.
Allí fundó el célebre monasterio de Montecasino y escribió la Regla, cuya
difusión le valió el título de patriarca del monaquismo occidental. Murió el 21
de marzo del año 547, pero ya desde finales del siglo VIII en muchos lugares
comenzó a celebrarse su memoria el día de hoy.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Benito.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Benito.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.
Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.
Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.
Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Vendrá el Señor y no callará.
Salmo
49 I - LA VERDADERA RELIGIOSIDAD
El
Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca
la tierra de oriente a occidente.
Desde
Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene
nuestro Dios, y no callará.
Lo
precede fuego voraz,
lo
rodea tempestad violenta.
Desde
lo alto convoca cielo y tierra,
para
juzgar a su pueblo:
«Congregadme
a mis fieles,
que
sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame
el cielo su justicia;
Dios
en persona va a juzgar.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vendrá el Señor y no callará.
Ant
2. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
Salmo
49 II
«Escucha,
pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel,
voy a dar testimonio contra ti;
-yo,
el Señor, tu Dios-.
No
te reprocho tus sacrificios,
pues
siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero
no aceptaré un becerro de tu casa,
ni
un cabrito de tus rebaños;
pues
las fieras de la selva son mías,
y
hay miles de bestias en mis montes;
conozco
todos los pájaros del cielo,
tengo
a mano cuanto se agita en los campos.
Si
tuviera hambre, no te lo diría;
pues
el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré
yo carne de toros,
beberé
sangre de cabritos?
Ofrece
a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple
tus votos al Altísimo
e
invócame el día del peligro:
yo
te libraré, y tú me darás gloria.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
Ant
3. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que
holocaustos.
Salmo
49 III
Dios
dice al pecador:
«¿Por
qué recitas mis preceptos
y
tienes siempre en la boca mi alianza,
tú
que detestas mi enseñanza
y
te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando
ves un ladrón, corres con él;
te
mezclas con los adúlteros;
sueltas
tu lengua para el mal,
tu
boca urde el engaño;
te
sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras
al hijo de tu madre;
esto
haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees
que soy como tú?
Te
acusaré, te lo echaré en cara.»
Atención
los que olvidáis a Dios,
no
sea que os destroce sin remedio.
El
que me ofrece acción de gracias,
ése
me honra;
al
que sigue buen camino
le
haré ver la salvación de Dios.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
V.
Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte.
R.
Yo, el Señor, tu Dios.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro de Job 2, 1-13
JOB,
CUBIERTO DE ÚLCERAS, ES VISITADO POR UNOS AMIGOS
Un
día fueron los ángeles y se presentaron al Señor. Entre ellos llegó también
Satanás. El Señor le preguntó:
«¿De
dónde vienes?»
Él
respondió:
«De
dar vueltas por la tierra.»
El
Señor le dijo:
«¿Te
has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él; es un hombre
justo y honrado que teme a Dios y se aparta del mal. Aunque tú me has incitado
contra él para que lo aniquile sin motivo, él todavía persiste en su honradez.»
Satanás
respondió:
«"¡Piel
por piel!" Por salvar la vida el hombre lo da todo. Pero extiende la mano
sobre él, hiérelo en su carne y en sus huesos, y apuesto a que te maldice en tu
cara.»
El
Señor le dijo:
«Haz
lo que quieras con él, pero respétale la vida.»
Y
Satanás se marchó e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie
hasta la coronilla de la cabeza. Job cogió una tejuela para rasparse con ella,
sentado en tierra, entre la basura. Su mujer le dijo:
«¿Todavía
persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete.»
El
le contestó:
«Hablas
como una necia. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los
males?»
A
pesar de todo, Job no pecó con sus labios.
Tres
amigos suyos -Elifaz de Temán, Bildad de Suj y Sofar de Naamat-, al enterarse
de la desgracia que había sufrido, salieron de su lugar y se reunieron para ir
a compartir su pena y consolarlo.
Cuando
lo vieron a distancia, no lo reconocían, y rompieron a llorar. Se rasgaron el
manto, echaron polvo sobre su cabeza y hacia el cielo, y se quedaron con él,
sentados en el suelo, siete días con sus noches, sin decirle una palabra,
porque veían lo profundo de su dolor.
RESPONSORIO
Sal 37, 2. 3. 4. 12
R.
Señor, no me corrijas con ira, tus flechas se me han clavado. * No hay parte
ilesa en mi carne a causa de tu furor.
V.
Mis amigos y compañeros se alejan de mí.
R.
No hay parte ilesa en mi carne a causa de tu furor.
SEGUNDA
LECTURA
De la Regla de san Benito, abad
(Prólogo, 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5. 162-163)
NO ANTEPONGAN NADA ABSOLUTAMENTE A CRISTO
Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir
constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo
contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos
en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el
uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un
padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible,
irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores
perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.
Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace
la Escritura: Ya es hora que despertéis del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a
la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la
voz de Dios: Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón; y también: El
que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
¿Y qué es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del
Señor. Caminad mientras tenéis luz, para que las tinieblas de la muerte no os
sorprendan.
Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente
quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que
ame la vida y desee días de prosperidad? Y si tú, al oír esta invitación,
respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna,
guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el
bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacéis, mis ojos estarán sobre
vosotros y mis oídos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me
invoquéis, os diré: Aquí estoy.»
¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor
que nos invita? Ved cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino
de la vida.
Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras,
avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a
ver a aquél que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra
morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar
allí hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.
Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al
infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a
Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente
amor los monjes, esto es: tengan por más dignos a los demás; soporten con una
paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales;
pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el
bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor
fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una
caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual
nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
RESPONSORIO S. Gregorio Magno, Diálogos, lib. 2, prólogo; 3
R. El bienaventurado Benito, habiendo dejado su casa y sus bienes
familiares y queriendo agradar sólo a Dios, buscó la manera de llevar una vida
santa, * y habitó en la soledad, ante los ojos del Altísimo, que todo lo ve.
V. Sabiamente indocto, se retiró, consciente de su ignorancia.
R. Y habitó en la soledad, ante los ojos del Altísimo, que todo lo ve.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que constituiste al abad san Benito como un insigne maestro para
los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que, anteponiendo tu amor
a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el camino de tus
mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Aclamemos
al Señor, en esta fiesta de san Benito.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Benito.
Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Salmo
83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué
deseables son tus moradas,
Señor
de los ejércitos!
Mi
alma se consume y anhela
los
atrios del Señor,
mi
corazón y mi carne
se
alegran por el Dios vivo.
Hasta
el gorrión ha encontrado una casa;
la
golondrina, un nido
donde
colocar sus polluelos:
tus
altares, Señor de los ejércitos,
Rey
mío y Dios mío.
Dichosos
los que viven en tu casa
alabándote
siempre.
Dichosos
los que encuentran en ti su fuerza
al
preparar su peregrinación:
cuando
atraviesan áridos valles,
los
convierten en oasis,
como
si la lluvia temprana
los
cubriera de bendiciones;
caminan
de altura en altura
hasta
ver a Dios en Sión.
Señor
de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme,
Dios de Jacob.
Fíjate,
¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira
el rostro de tu Ungido.
Un
solo día en tu casa
vale
más que otros mil,
y
prefiero el umbral de la casa de Dios
a
vivir con los malvados.
Porque
el Señor es sol y escudo,
él
da la gracia y la gloria,
el
Señor no niega sus bienes
a
los de conducta intachable.
¡Señor
de los ejércitos, dichoso el hombre
que
confía en ti!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Ant
2. Venid, subamos al monte del Señor.
Cántico:
EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is 2, 2-5
Al
final de los días estará firme
el
monte de la casa del Señor,
en
la cima de los montes,
encumbrado
sobre las montañas.
Hacia
él confluirán los gentiles,
caminarán
pueblos numerosos.
Dirán
: «Venid, subamos al monte del Señor,
a
la casa del Dios de Jacob:
Él
nos instruirá en sus caminos,
y
marcharemos por sus sendas;
porque
de Sión saldrá la Ley,
de
Jerusalén la palabra del Señor.»
Será
el árbitro de las naciones,
el
juez de pueblos numerosos.
De
las espadas forjarán arados,
de
las lanzas, podaderas.
No
alzará la espada pueblo contra pueblo,
no
se adiestrarán para la guerra.
Casa
de Jacob, ven;
caminemos
a la luz del Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, subamos al monte del Señor.
Ant
3. Cantad al Señor, bendecid su nombre.
Salmo
95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
cantad
al Señor, toda la tierra;
cantad
al Señor, bendecid su nombre,
proclamad
día tras día su victoria.
Contad
a los pueblos su gloria,
sus
maravillas a todas las naciones;
porque
es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más
temible que todos los dioses.
Pues
los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras
que el Señor ha hecho el cielo;
honor
y majestad lo preceden,
fuerza
y esplendor están en su templo.
Familias
de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad
la gloria y el poder del Señor,
aclamad
la gloria del nombre del Señor,
entrad
en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos
ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble
en su presencia la tierra toda;
decid
a los pueblos: «El Señor es rey,
él
afianzó el orbe, y no se moverá;
él
gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese
el cielo, goce la tierra,
retumbe
el mar y cuanto lo llena;
vitoreen
los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen
los árboles del bosque,
delante
del Señor, que ya llega,
ya
llega a regir la tierra:
regirá
el orbe con justicia
y
los pueblos con fidelidad.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cantad al Señor, bendecid su nombre.
LECTURA
BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como
hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hubo un hombre, venerable por su vida, Benito, que, como ya su propio
nombre lo insinúa, fue bendecido por Dios con los dones de su gracia.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc
1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hubo un hombre, venerable por su vida, Benito, que, como ya su propio
nombre lo insinúa, fue bendecido por Dios con los dones de su gracia.
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a
servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días,
aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que constituiste al abad san Benito como un insigne maestro para
los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que, anteponiendo tu amor
a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el camino de tus
mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE 2Co 13, 11
Hermanos,
alegraos, trabajad por vuestra perfección, alentaos unos a otros, tened un
mismo sentir y vivid en paz; y el Dios del amor y de la paz estará con
vosotros.
V.
Los ojos del Señor miran a los justos.
R.
Sus oídos escuchan sus gritos.
ORACIÓN
OREMOS,
Padre
óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo,
que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados;
ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre
hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Yo consulto, Señor, tus leyes, porque con ellas me diste vida.
Salmo
118, 89-96
Tu
palabra, Señor, es eterna,
más
estable que el cielo;
tu
fidelidad de generación en generación,
igual
que fundaste la tierra y permanece;
por
tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque
todo está a tu servicio.
Si
tu voluntad no fuera mi delicia,
ya
habría perecido en mi desgracia;
jamás
olvidaré tus decretos,
pues
con ellos me diste vida;
soy
tuyo, sálvame,
que
yo consulto tus leyes.
Los
malvados me esperaban para perderme,
pero
yo meditaba tus preceptos;
he
visto el límite de todo lo perfecto:
tu
mandato se dilata sin término.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo consulto, Señor, tus leyes, porque con ellas me diste vida.
Ant
2. Tú, Señor, fuiste mi esperanza desde mi juventud.
Salmo
70 I - TÚ, SEÑOR, FUISTE MI ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo derrotado para siempre;
tú
que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina
a mí tu oído, y sálvame.
Sé
tú mi roca de refugio,
el
alcázar donde me salve,
porque
mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios
mío, líbrame de la mano perversa,
del
puño criminal y violento;
porque
tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y
mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En
el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en
el seno tú me sostenías,
siempre
he confiado en ti.
Muchos
me miraban como a un milagro,
porque
tú eras mi fuerte refugio.
Llena
estaba mi boca de tu alabanza
y
de tu gloria, todo el día.
No
me rechaces ahora en la vejez,
me
van faltando las fuerzas, no me abandones;
porque
mis enemigos hablan de mí,
los
que acechan mi vida celebran consejo;
dicen:
«Dios lo ha abandonado;
perseguidlo,
agarradlo, que nadie lo defiende.»
Dios
mío, no te quedes a distancia;
Dios
mío, ven aprisa a socorrerme.
Que
fracasen y se pierdan
los
que atentan contra mi vida,
queden
cubiertos de oprobio y vergüenza
los
que buscan mi daño.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, fuiste mi esperanza desde mi juventud.
Ant
3. En la vejez y en las canas, no me abandones, Dios mío.
Salmo
70 II
Yo,
en cambio, seguiré esperando,
redoblaré
tus alabanzas;
mi
boca contará tu auxilio,
y
todo el día tu salvación.
Proclamaré
tus proezas, Señor mío,
narraré
tu victoria, tuya entera.
Dios
mío, me instruiste desde mi juventud,
y
hasta hoy relato tus maravillas;
ahora,
en la vejez y las canas,
no
me abandones, Dios mío,
hasta
que describa tu brazo
a
la nueva generación,
tus
proezas y tus victorias excelsas,
las
hazañas que realizaste:
Dios
mío, ¿quién como tú?
Me
hiciste pasar por peligros
muchos
y graves:
de
nuevo me darás la vida,
me
harás subir de lo hondo de la tierra;
acrecerás
mi dignidad,
de
nuevo me consolarás;
y
yo te daré gracias, Dios mío,
con
el arpa, por tu lealtad;
tocaré
para ti la cítara,
Santo
de Israel;
te
aclamarán mis labios, Señor,
mi
alma, que tú redimiste;
y
mi lengua todo el día
recitará
tu auxilio,
porque
quedaron derrotados y afrentados
los
que buscaban mi daño.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En la vejez y en las canas, no me abandones, Dios mío.
LECTURA
BREVE Rm 6, 22
Ahora,
libertados del dominio del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis como fruto
la santidad, y como desenlace la vida eterna.
V.
Tú, Señor, vas a devolvernos la vida.
R.
Para que tu pueblo se alegre contigo.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y
distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso
del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh
Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu
gran amor, tu gran misericordia,
y
tu fuerza nos das para seguirte
por
el mismo camino hacia la gloria.
Que
fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra
parte en tu obra salvadora,
y,
al llegar a la tarde de la vida,
en
gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias,
Padre, a ti porque nos llamas,
a
Jesús, que en su sangre nos redime,
y
al Espíritu Santo, luz y guía
de
este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Col 1, 21-22
A
vosotros, que antes estabais enajenados y enemigos en vuestra mente por las
obras malas, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne mediante la muerte,
presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.
V.
Tañed para el Señor, fieles suyos.
R.
Dad gracias a su nombre santo.
ORACIÓN
OREMOS,
Tú
nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los
apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las
súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la
salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FELIZ QUIEN HA ESCUCHADO LA LLAMADA
Feliz quien ha escuchado la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
feliz porque él, con su mirada,
lo eligió como amigo y compañero.
Feliz el que ha abrazado la pobreza
para llenar de Dios su vida toda,
para servirlo a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.
Feliz el mensajero de verdades
que marcha por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant
3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Cántico:
EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito
sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en la persona de Cristo
con
toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo,
antes
de crear el mundo,
para
que fuésemos consagrados
e
irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo,
por
pura iniciativa suya,
a
ser sus hijos,
para
que la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en
su querido Hijo,
redunde
en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre,
hemos
recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha
sido un derroche para con nosotros,
dándonos
a conocer el misterio de su voluntad.
Éste
es el plan
que
había proyectado realizar por Cristo
cuando
llegase el momento culminante:
hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las
del cielo y las de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA
BREVE Rm 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha
llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a
ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A
los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Este hombre recibió la bendición del Señor, la misericordia del Dios
de salvación; él es del grupo que busca al Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Este hombre recibió la bendición del Señor, la misericordia del Dios
de salvación; él es del grupo que busca al Señor.
PRECES
Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el
ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
grandezas.
Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu
beneplácito,
ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del
amor.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que constituiste al abad san Benito como un insigne maestro para
los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que, anteponiendo tu amor
a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el camino de tus
mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
SE INCLINA YA MI FRENTE
Se
inclina ya mi frente,
sellado
está el trabajo;
Señor,
tu pecho sea
la
gracia del descanso.
Mis
ojos se retiran,
la
voz deja su canto,
pero
el amor enciende
su
lámpara velando.
Lucero
que te fuiste,
con
gran amor amado,
en
tu gloria dormimos
y
en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo
85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina
tu oído, Señor; escúchame,
que
soy un pobre desamparado;
protege
mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva
a tu siervo, que confía en ti.
Tú
eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que
a ti te estoy llamando todo el día;
alegra
el alma de tu siervo,
pues
levanto mi alma hacia ti;
porque
tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico
en misericordia con los que te invocan.
Señor,
escucha mi oración,
atiende
a la voz de mi súplica.
En
el día del peligro te llamo,
y
tú me escuchas.
No
tienes igual entre los dioses, Señor,
ni
hay obras como las tuyas.
Todos
los pueblos vendrán
a
postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán
tu nombre:
«Grande
eres tú, y haces maravillas;
tú
eres el único Dios.»
Enséñame,
Señor, tu camino,
para
que siga tu verdad;
mantén
mi corazón entero
en
el temor de tu nombre.
Te
alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré
gloria a tu nombre por siempre,
por
tu grande piedad para conmigo,
porque
me salvaste del abismo profundo.
Dios
mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una
banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin
tenerte en cuenta a ti.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento
a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame,
ten compasión de mí.
Da
fuerza a tu siervo,
salva
al hijo de tu esclava;
dame
una señal propicia,
que
la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque
tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios
nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió
por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede,
Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la
simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine
para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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