domingo, 30 de enero de 2022

31 DE ENERO LUNES IV DEL T ORDINARIO SAN JUAN BOSCO SACERDOTE FUNDADOR

 



Del Común de santos varones: para los santos educadores. Salterio IV

 

SAN JUAN BOSCO, presbítero. (MEMORIA)

 

Nació junto a Castelnuovo, diócesis de Turín, el año 1815. Su niñez fue dura. Una vez ordenado sacerdote, empleó todas sus energías en la educación de los jóvenes e instituyó unas Congregaciones destinadas a enseñarles diversos oficios y formarlos en la vida cristiana. Escribió también algunos opúsculos en defensa de la religión. Murió el año 1888.

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA

 

Dichosos los que, oyendo la llamada

de la fe y del amor en vuestra vida,

creísteis que la vida os era dada

para darla en amor y con fe viva.

 

Dichosos, si abrazasteis la pobreza

para llenar de Dios vuestras alforjas,

para servirle a él con fortaleza

con gozo y con amor a todas horas.

 

Dichosos mensajeros de verdades,

que fuisteis por caminos de la tierra,

predicando bondad contra maldades,

pregonando la paz contra las guerras.

 

Dichosos, del amor dispensadores,

dichosos, de los tristes el consuelo,

dichosos, de los hombres servidores,

dichosos, herederos de los cielos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

 

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

 

¡Qué bueno es Dios para el justo,

el Señor para los limpios de corazón!

 

Pero yo por poco doy un mal paso,

casi resbalaron mis pisadas:

porque envidiaba a los perversos,

viendo prosperar a los malvados.

 

Para ellos no hay sinsabores,

están sanos y engreídos;

no pasan las fatigas humanas

ni sufren como los demás.

 

Por eso su collar es el orgullo,

y los cubre un vestido de violencia;

de las carnes les rezuma la maldad,

el corazón les rebosa de malas ideas.

 

Insultan y hablan mal,

y desde lo alto amenazan con la opresión.

Su boca se atreve con el cielo,

y su lengua recorre la tierra.

 

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos

y se bebe sus palabras.

Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,

se va a enterar el Altísimo?»

Así son los malvados:

siempre seguros, acumulan riquezas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

 

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

 

Salmo 72 II

 

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón

y he lavado en la inocencia mis manos?

¿Para qué aguanto yo todo el día

y me corrijo cada mañana?

 

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,

renegaría de la estirpe de tus hijos.

 

Meditaba yo para entenderlo,

pero me resultaba muy difícil;

hasta que entré en el misterio de Dios,

y comprendí el destino de ellos.

 

Es verdad: los pones en el resbaladero,

los precipitas en la ruina;

en un momento causan horror,

y acaban consumidos de espanto.

 

Como un sueño al despertar, Señor,

al despertarte desprecias sus sombras.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

 

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

 

Salmo 72 III

 

Cuando mi corazón se agriaba

y me punzaba mi interior,

yo era un necio y un ignorante,

yo era un animal ante ti.

 

Pero yo siempre estaré contigo,

tú tomas mi mano derecha,

me guías según tus planes,

y me llevas a un destino glorioso.

 

¿No te tengo a ti en el cielo?;

y contigo, ¿qué me importa la tierra?

Se consumen mi corazón y mi carne

por Dios, mi herencia eterna.

 

Sí: los que se alejan de ti se pierden;

tú destruyes a los que te son infieles.

 

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,

hacer del Señor mi refugio,

y proclamar todas tus acciones

en las puertas de Sión.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

 

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.

R. Más que miel en la boca.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del Génesis 27, 30-45

 

JACOB SUPLANTA A ESAÚ

 

En aquellos días, apenas terminó Isaac de bendecir a Jacob, mientras salía Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú volvía de cazar. También él preparó un guiso sabroso, y se lo llevó a su padre, y le dijo:

 

«Padre, incorpórate y come de la caza de tu hijo, y después me bendecirás tú.»

 

Le preguntó Isaac, su padre:

 

«¿Quién eres tú?»

 

Respondió él:

 

«Soy Esaú, tu hijo primogénito.»

 

Isaac quedó aterrorizado en extremo, y preguntó:

 

«Entonces, ¿quién es el que ha venido y me ha traído la caza? Yo la he comido antes de que tú llegaras, lo he bendecido, y quedará bendito.»

 

Cuando oyó Esaú las palabras de su padre, dio un grito atroz, y, amargado en extremo, dijo a su padre: «Bendíceme a mí también, padre.»

 

Dijo Isaac:

 

«Tu hermano ha hecho trampa, y se ha llevado la bendición.»

 

Respondió Esaú:

 

«Con razón se llama Jacob: ya es la segunda vez que me echa la zancadilla; primero me quitó mi privilegio de primogénito, y ahora me ha quitado mi bendición.»

 

Y añadió:

 

«¿No te queda otra bendición para mí?» Respondió Isaac a Esaú:

 

«Lo he nombrado señor tuyo, y he declarado a sus hermanos siervos suyos; le he concedido el trigo y el vino; ¿qué puedo ya hacer por ti, hijo mío?»

 

Respondió Esaú:

 

«¿Es que sólo tienes una bendición? Bendíceme también a mí, padre mío.»

 

Esaú rompió a llorar a gritos. Isaac, su padre, conmovido, le dijo:

 

«En tierra estéril, sin rocío del cielo, tendrás tu morada. Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Y, cuando te rebeles, sacudirás el yugo de tu cuello.»

 

Esaú guardaba rencor a Jacob, por la bendición que éste había recibido de su padre, y se decía:

 

«Cuando llegue el luto por mi padre, mataré a mi hermano Jacob.»

 

Le contaron a Rebeca lo que decía su hijo mayor Esaú, y mandó llamar a Jacob, el hijo menor, y le dijo:

 

«Esaú, tu hermano, quiere matarte para vengarse. Por tanto, hijo mío, escúchame: Huye a Harán, a casa de Labán, mi hermano, y quédate con él una temporada, hasta que se le pase a tu hermano la ira contra ti y se olvide de lo que has hecho. Después, te haré traer de allí; no quiero verme privada de mis dos hijos en un solo día.»

 

RESPONSORIO    Sb 10, 10

 

R. La Sabiduría guió al justo por caminos seguros cuando tuvo que huir de la ira de su hermano, * y le descubrió el reino de Dios.

V. Le dio el conocimiento de las cosas santas y éxito en sus trabajos.

R. Y le descubrió el reino de Dios.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De las cartas de san Juan Bosco, presbítero

(Epistolario, Turín 1959, 4, 201-203)

 

TRABAJÉ SIEMPRE CON AMOR

 

Si de verdad buscamos la auténtica felicidad de nuestros alumnos y queremos inducirlos al cumplimiento de sus obligaciones, conviene ante todo que nunca olvidéis que hacéis las veces de padres de nuestros amados jóvenes, por quienes trabajé siempre con amor, por quienes estudié y ejercí el ministerio sacerdotal, y no sólo yo, sino toda la Congregación salesiana.

 

¡Cuántas veces, hijos míos, durante mi vida, ya bastante prolongada, he tenido ocasión de convencerme de esta gran verdad! Es más fácil enojarse que aguantar, amenazar al niño que persuadirlo; añadiré incluso que, para nuestra impaciencia y soberbia, resulta más cómodo castigar a los rebeldes que corregirlos, soportándolos con firmeza y suavidad a la vez.

 

Os recomiendo que imitéis la caridad que usaba Pablo con los neófitos, caridad que con frecuencia los llevaba a derramar lágrimas y a suplicar, cuando los encontraba poco dóciles y rebeldes a su amor.

 

Guardaos de que nadie pueda pensar que os dejáis llevar por los arranques de vuestro espíritu. Es difícil, al castigar, conservar la debida moderación, la cual es necesaria para que en nadie pueda surgir la duda de que obramos sólo para hacer prevalecer nuestra autoridad o para desahogar nuestro mal humor.

 

Miremos como a hijos a aquellos sobre los cuales debemos ejercer alguna autoridad. Pongámonos a su servicio, a imitación de Jesús, el cual vino para obedecer y no para mandar, y avergoncémonos de todo lo que pueda tener incluso apariencia de dominio; si algún dominio ejercemos sobre ellos, ha de ser para servirlos mejor.

 

Éste era el modo de obrar de Jesús con los apóstoles, ya que era paciente con ellos, a pesar de que eran ignorantes y rudos, e incluso poco fieles; también con los pecadores se comportaba con benignidad y con una amigable familiaridad, de tal modo que era motivo de admiración para unos, de escándalo para otros, pero también ocasión de que muchos concibieran la esperanza de alcanzar el perdón de Dios. Por esto nos mandó que fuésemos mansos y humildes de corazón.

 

Son hijos nuestros, y por esto, cuando corrijamos sus errores, hemos de deponer toda ira o, por lo menos, dominarla de tal manera como si la hubiéramos extinguido totalmente.

 

Mantengamos sereno nuestro espíritu, evitemos el desprecio en la mirada, las palabras hirientes; tengamos comprensión en el presente y esperanza en el futuro, como conviene a unos padres de verdad, que se preocupan sinceramente de la corrección y enmienda de sus hijos.

 

En los casos más graves, es mejor rogar a Dios con humildad que arrojar un torrente de palabras, ya que éstas ofenden a los que las escuchan, sin que sirvan de provecho alguno a los culpables.

 

RESPONSORIO    Mc 10, 13-14; Mt 18, 5

 

R. Le presentaban a Jesús unos niños para que les impusiera las manos; pero los discípulos trataban de apartarlos. Jesús, al verlo, les dijo: * «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo estorbéis, porque el reino de Dios es de los que son como ellos.»

V. El que reciba a un niño como éstos en mi nombre a mí me recibe.

R. Dejad que los niños vengan a mí y no se lo estorbéis, porque el reino de Dios es de los que son como ellos.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el presbítero san Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos a tu servicio, trabajando por la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

 

Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.

 

Vosotros sois luz del mundo

y ardiente sal de la tierra,

ciudad esbelta en el monte,

fermento en la masa nueva.

 

Vosotros sois los sarmientos,

y yo la Vid verdadera;

si el Padre poda las ramas,

más fruto llevan las cepas.

 

Vosotros sois la abundancia

del reino que ya está cerca,

los doce mil señalados

que no caerán en la siega.

 

Dichosos, porque sois limpios

y ricos en la pobreza,

y es vuestro el reino que sólo

se gana con la violencia. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

 

Salmo 89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR

 

Señor, tú has sido nuestro refugio

de generación en generación.

 

Antes que naciesen los montes

o fuera engendrado el orbe de la tierra,

desde siempre y por siempre tú eres Dios.

 

Tú reduces el hombre a polvo,

diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»

Mil años en tu presencia

son un ayer, que pasó;

una vigilia nocturna.

 

Los siembras año por año,

como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana,

y por la tarde la siegan y se seca.

 

¡Cómo nos ha consumido tu cólera

y nos ha trastornado tu indignación!

Pusiste nuestras culpas ante ti,

nuestros secretos ante la luz de tu mirada:

y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,

y nuestros años se acabaron como un suspiro.

 

Aunque uno viva setenta años,

y el más robusto hasta ochenta,

la mayor parte son fatiga inútil,

porque pasan aprisa y vuelan.

 

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,

quién ha sentido el peso de tu cólera?

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

 

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?

Ten compasión de tus siervos;

por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

 

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,

por los años en que sufrimos desdichas.

Que tus siervos vean tu acción,

y sus hijos tu gloria.

 

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

 

Ant 2. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

 

Cántico: CANTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR Is 42, 10-16

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,

llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;

muja el mar y lo que contiene,

las islas y sus habitantes;

 

alégrese el desierto con sus tiendas,

los cercados que habita Cadar;

exulten los habitantes de Petra,

clamen desde la cumbre de las montañas;

den gloria al Señor,

anuncien su alabanza en las islas.

 

El Señor sale como un héroe,

excita su ardor como un guerrero,

lanza el alarido,

mostrándose valiente frente al enemigo.

 

«Desde antiguo guardé silencio,

me callaba y aguantaba;

mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,

jadeo y resuello.

 

Agostaré montes y collados,

secaré toda su hierba,

convertiré los ríos en yermo,

desecaré los estanques;

conduciré a los ciegos

por el camino que no conocen,

los guiaré por senderos que ignoran.

Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,

lo escabroso en llano.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

 

Ant 3. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

 

Salmo 134 1-12 - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

 

Alabad el nombre del Señor,

alabadlo, siervos del Señor,

que estáis en la casa del Señor,

en los atrios de la casa de nuestro Dios.

 

Alabad al Señor porque es bueno,

tañed para su nombre, que es amable.

Porque él se escogió a Jacob,

a Israel en posesión suya.

 

Yo sé que el Señor es grande,

nuestro dueño más que todos los dioses.

El Señor todo lo que quiere lo hace:

en el cielo y en la tierra,

en los mares y en los océanos.

 

Hace subir las nubes desde el horizonte,

con los relámpagos desata la lluvia,

suelta a los vientos de sus silos.

 

Él hirió a los primogénitos de Egipto,

desde los hombres hasta los animales.

Envió signos y prodigios

-en medio de ti, Egipto-

contra el Faraón y sus ministros.

 

Hirió de muerte a pueblos numerosos,

mató a reyes poderosos:

a Sijón, rey de los amorreos;

a Hog, rey de Basán,

y a todos los reyes de Canaán.

Y dio su tierra en heredad,

en heredad a Israel, su pueblo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

 

LECTURA BREVE   Rm 12, 1-2

 

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

 

V. Y sus pasos no vacilan.

R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. El hombre que se compadece de su prójimo educa, enseña y guía como pastor a su rebaño.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El hombre que se compadece de su prójimo educa, enseña y guía como pastor a su rebaño.

 

PRECES

 

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo:

 

Tú solo eres santo, Señor.

 

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,

compadécete de nuestras debilidades.

 

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,

danos el progresar por caminos de santidad.

 

Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y la luz del mundo,

ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

 

Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,

haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.

 

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,

haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el presbítero san Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos a tu servicio, trabajando por la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.

 

Salmo 118, 129-136 - MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN SU LEY

 

Tus preceptos son admirables,

por eso los guarda mi alma;

la explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes;

abro la boca y respiro,

ansiando tus mandamientos.

 

Vuélvete a mí y ten misericordia,

como es tu norma con los que aman tu nombre;

asegura mis pasos con tu promesa,

que ninguna maldad me domine;

líbrame de la opresión de los hombres,

y guardaré tus decretos.

 

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

enséñame tus leyes;

arroyos de lágrimas bajan de mis ojos

por los que no cumplen tu voluntad.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.

 

Ant 2. Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?

 

Salmo 81 - INVECTIVAS CONTRA LOS JUECES INICUOS

 

Dios se levanta en la asamblea divina,

rodeado de ángeles juzga:

«¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta,

poniéndoos de parte del culpable?

 

Proteged al desvalido y al huérfano,

haced justicia al humilde y al necesitado,

defended al pobre y al indigente,

sacándolos de las manos del culpable.»

 

Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras,

mientras vacilan los cimientos del orbe.

 

Yo declaro: «Aunque seáis dioses,

e hijos del Altísimo todos,

moriréis como cualquier hombre,

caeréis, príncipes, como uno de tantos.»

 

Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra,

porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?

 

Ant 3. Llamé al Señor, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé al Señor, y él me respondió.

 

LECTURA BREVE   Lv 20, 26

 

Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos.

 

V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.

R. El pueblo que él se escogió como heredad.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO

 

Te está cantando el martillo

y rueda en tu honor la rueda.

Puede que la luz no pueda

librar del humo su brillo.

¡Qué sudoroso y sencillo

te pones a mediodía,

Dios de esta dura porfía

de estar sin pausa creando,

y verte necesitando

del hombre más cada día!

 

Quién diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto

ni en la montaña se esconde;

decid, si preguntan dónde,

que Dios está -sin mortaja-

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Sb 15, 1. 3

 

Tú, Dios nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas las cosas. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti, y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

 

V. Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso.

R. Lento a la cólera, rico en piedad y leal.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

 

LECTURA BREVE   Ba 4, 21b-22

 

Hijos, clamad al Señor: él os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos. Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador.

 

V. Recuerda, Señor, tu ternura.

R. Y tu misericordia, que son eternas.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: CUANDO, SEÑOR, EL DÍA YA DECLINA

 

Cuando, Señor, el día ya declina,

quedaos con el hombre, que, en la noche

del tiempo y de la lucha en que camina,

turba su corazón con su reproche.

 

Disipad nuestras dudas, hombres santos,

que en el alto glorioso del camino

ya dejasteis atrás temores tantos

de perder vuestra fe en el Don divino.

 

Perdonad nuestros miedos, seguidores

del camino en la fe que os fue ofrecido,

hacednos con vosotros confesores

de la fe y del amor que habéis vivido.

 

Que tu amor, Padre santo, haga fuerte

nuestro amor, nuestra fe en tu Hijo amado;

que la hora suprema de la muerte

sea encuentro en la luz, don consumado. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 

Salmo 135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO.

 

Dad gracias al Señor porque es bueno:

porque es eterna su misericordia.

 

Dad gracias al Dios de los dioses:

porque es eterna su misericordia.

 

Dad gracias al Señor de los señores:

porque es eterna su misericordia.

 

Sólo él hizo grandes maravillas:

porque es eterna su misericordia.

 

Él hizo sabiamente los cielos:

porque es eterna su misericordia.

 

El afianzó sobre las aguas la tierra:

porque es eterna su misericordia.

 

Él hizo lumbreras gigantes:

porque es eterna su misericordia.

 

El sol que gobierna el día:

porque es eterna su misericordia.

 

La luna que gobierna la noche:

porque es eterna su misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 

Ant 2. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

 

Salmo 135 II

 

El hirió a Egipto en sus primogénitos:

porque es eterna su misericordia.

 

Y sacó a Israel de aquel país:

porque es eterna su misericordia.

 

Con mano poderosa, con brazo extendido:

porque es eterna su misericordia.

 

Él dividió en dos partes el mar Rojo:

porque es eterna su misericordia.

 

Y condujo por en medio a Israel:

porque es eterna su misericordia.

 

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:

porque es eterna su misericordia.

 

Guió por el desierto a su pueblo:

porque es eterna su misericordia.

 

Él hirió a reyes famosos:

porque es eterna su misericordia.

 

Dio muerte a reyes poderosos:

porque es eterna su misericordia.

 

A Sijón, rey de los amorreos:

porque es eterna su misericordia.

 

Y a Hog, rey de Basán:

porque es eterna su misericordia.

 

Les dio su tierra en heredad:

porque es eterna su misericordia.

 

En heredad a Israel, su siervo:

porque es eterna su misericordia.

 

En nuestra humillación se acordó de nosotros:

porque es eterna su misericordia.

 

Y nos libró de nuestros opresores:

porque es eterna su misericordia.

 

Él da alimento a todo viviente:

porque es eterna su misericordia.

 

Dad gracias al Dios del cielo:

porque es eterna su misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

 

Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

El nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

LECTURA BREVE   Rm 8, 28-30

 

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor es justo y ama la justicia.

R. El Señor es justo y ama la justicia.

 

V. Los buenos verán su rostro.

R. El Señor es justo y ama la justicia.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor es justo y ama la justicia.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.

 

PRECES

 

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:

 

Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

 

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,

haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

 

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,

ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

 

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,

guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.

 

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,

haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos

y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.

 

Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el presbítero san Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos a tu servicio, trabajando por la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.

 

Inclina tu oído, Señor; escúchame,

que soy un pobre desamparado;

protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

salva a tu siervo, que confía en ti.

 

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,

que a ti te estoy llamando todo el día;

alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti;

 

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,

rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,

atiende a la voz de mi súplica.

 

En el día del peligro te llamo,

y tú me escuchas.

No tienes igual entre los dioses, Señor,

ni hay obras como las tuyas.

 

Todos los pueblos vendrán

a postrarse en tu presencia, Señor;

bendecirán tu nombre:

«Grande eres tú, y haces maravillas;

tú eres el único Dios.»

 

Enséñame, Señor, tu camino,

para que siga tu verdad;

mantén mi corazón entero

en el temor de tu nombre.

 

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;

daré gloria a tu nombre por siempre,

por tu grande piedad para conmigo,

porque me salvaste del abismo profundo.

 

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,

una banda de insolentes atenta contra mi vida,

sin tenerte en cuenta a ti.

 

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,

lento a la cólera, rico en piedad y leal,

mírame, ten compasión de mí.

 

Da fuerza a tu siervo,

salva al hijo de tu esclava;

dame una señal propicia,

que la vean mis adversarios y se avergüencen,

porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 9-10

 

Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.

 

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos , gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

 

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

 

¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!

 

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