Del Común de la dedicación de una iglesia.
LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN. (FIESTA)
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día
de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el
emperador Constantino en el Laterano. Esta celebración fue primero una fiesta
de la ciudad de Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano,
con el fin de honrar aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas
las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la
cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos
los congregados en la caridad.»
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Si
antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
NUEVA JERUSALÉN Y CIUDAD SANTA
Nueva
Jerusalén y ciudad santa,
nuevo
Israel, nueva morada
de
la comunidad de Dios en Cristo edificada,
Iglesia
santa.
Esposa
engalanada, con Cristo desposada
por
obra del Espíritu en sólida alianza,
divino
hogar, fuego de Dios que al mundo inflama,
Iglesia
santa.
Edén
de Dios y nuevo paraíso,
donde
el nuevo Adán recrea a sus hermanos,
donde
el «no» del pecador, por pura gracia,
el
«sí» eterno de amor de Dios alcanza,
Iglesia
santa.
Adoremos
a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que
en el Hijo Jesús, Señor constituido,
del
hombre que ha caído raza de Dios levanta,
Iglesia
santa. Amén.
SALMODIA
Ant
1. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas.
Salmo
23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del
Señor es la tierra y cuanto la llena,
el
orbe y todos sus habitantes:
El
la fundó sobre los mares,
El
la afianzó sobre los ríos.
¿Quién
puede subir al monte del Señor?
¿Quién
puede estar en el recinto sacro?
El
hombre de manos inocentes
y
puro corazón,
que
no confía en los ídolos
ni
jura contra el prójimo en falso.
Ese
recibirá la bendición del Señor,
le
hará justicia el Dios de salvación.
Este
es el grupo que busca al Señor,
que
viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
levantaos,
puertas antiguas:
va
a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, héroe valeroso;
el
Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
levantaos,
puertas antiguas:
va
a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, Dios de los ejércitos.
Él
es el Rey de la gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas.
Ant
2. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Salmo
83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué
deseables son tus moradas,
Señor
de los ejércitos!
Mi
alma se consume y anhela
los
atrios del Señor,
mi
corazón y mi carne
se
alegran por el Dios vivo.
Hasta
el gorrión ha encontrado una casa;
la
golondrina, un nido
donde
colocar sus polluelos:
tus
altares, Señor de los ejércitos,
Rey
mío y Dios mío.
Dichosos
los que viven en tu casa
alabándote
siempre.
Dichosos
los que encuentran en ti su fuerza
al
preparar su peregrinación:
cuando
atraviesan áridos valles,
los
convierten en oasis,
como
si la lluvia temprana
los
cubriera de bendiciones;
caminan
de altura en altura
hasta
ver a Dios en Sión.
Señor
de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme,
Dios de Jacob.
Fíjate,
¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira
el rostro de tu Ungido.
Un
solo día en tu casa
vale
más que otros mil,
y
prefiero el umbral de la casa de Dios
a
vivir con los malvados.
Porque
el Señor es sol y escudo,
él
da la gracia y la gloria,
el
Señor no niega sus bienes
a
los de conducta intachable.
¡Señor
de los ejércitos, dichoso el hombre
que
confía en ti!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Ant
3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo
86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él
la ha cimentado sobre el monte santo;
y
el Señor prefiere las puertas de Sión
a
todas las moradas de Jacob.
¡Qué
pregón tan glorioso para ti,
ciudad
de Dios!
«Contaré
a Egipto y a Babilonia
entre
mis fieles;
filisteos,
tirios y etíopes
han
nacido allí.»
Se
dirá de Sión: «Uno por uno
todos
han nacido en ella;
el
Altísimo en persona la ha fundado.»
El
Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste
ha nacido allí.»
Y
cantarán mientras danzan:
«Todas
mis fuentes están en ti.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
V.
Me postraré hacia tu santuario.
R.
Daré gracias a tu nombre, Señor.
PRIMERA
LECTURA
De
la primera carta del apóstol san Pedro 2, 1-17
COMO
PIEDRAS VIVAS, ENTRÁIS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEL ESPÍRITU
Hermanos:
Después de haberos despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las
hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración, apeteced, como niños
recién nacidos, la leche pura espiritual. Con ella podréis crecer hasta
alcanzar la salvación, si es que realmente habéis saboreado lo bueno que es el
Señor.
Acercándoos
al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada
por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del
templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura:
«Ved que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa. y quien tenga fe
en ella no será defraudado.»
Por
consiguiente, a vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para los
que no tienen fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular, y ha venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo», y tropiezan
en ella porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual estaban
destinados.
Vosotros,
en cambio, sois «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la
tiniebla y a entrar en su luz maravillosa». Vosotros, que en otro tiempo «no
erais pueblo», sois ahora «pueblo de Dios»; vosotros, que estabais «excluidos
de la misericordia», sois ahora «objeto de la misericordia de Dios».
Hermanos,
os exhorto a que, como forasteros y peregrinos que sois, os abstengáis de las
pasiones terrenas que hacen guerra al alma. Observad entre los gentiles una
conducta ejemplar. Así, por aquello mismo en que os calumnian como a
malhechores, darán gloria a Dios, cuando vean y consideren vuestras buenas
obras, el día en que él venga a «visitarlos» con su gracia.
Sed
sumisos a toda humana autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en
cuanto que tiene el mando; o bien a los gobernadores, como delegados suyos que
son para castigar a los malhechores y para alabanza de los hombres de bien.
Porque ésta es la voluntad de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la
ignorancia de los hombres insensatos. Portaos en esto como hombres libres, no
como quienes se sirven de la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como
conviene a los que son siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a
vuestros hermanos, temed a Dios y honrad al soberano;
RESPONSORIO
Cf. Ap 21, 19; Tb 13, 21
R.
Las murallas de Jerusalén serán adornadas con piedras preciosas. * Y sus torres
serán batidas con oro.
V.
Las puertas de Jerusalén serán rehechas con zafiros y esmeraldas, y con piedras
preciosas sus murallas.
R.
Y sus torres serán batidas con oro.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón
229, 1-3: CCL 104, 905-908)
TODOS,
POR EL BAUTISMO, HEMOS SIDO HECHOS TEMPLOS DE DIOS.
Hoy,
hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegría, por la benignidad de
Cristo, la dedicación de este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo
y verdadero de Dios. Con razón, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la
solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de que por ella han
renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro primer
nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado a ser
objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el segundo nos
restituyó a la vida.
Todos
nosotros, amadísimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el
demonio; después del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si
pensamos con atención en lo que atañe a la salvación de nuestras almas, tomamos
conciencia de nuestra condición de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios
habita no sólo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de
piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y
construida por él mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apóstol Pablo:
El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y,
ya que Cristo, con su venida, arrojó de nuestros corazones al demonio para
prepararse un templo en nosotros, esforcémonos al máximo, con su ayuda, para
que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo
el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos
redimiera éramos casa del demonio; después hemos llegado a ser casa de Dios, ya
que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para sí.
Por
esto, nosotros, carísimos, si queremos celebrar con alegría la dedicación del
templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo
vivo de Dios. Lo diré de una manera inteligible para todos: debemos disponer
nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia
cuando venimos a ella.
¿Deseas
encontrar limpia la basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas
que la basílica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté en
tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Señor: que brille en nosotros la
luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que está en los cielos. Del
mismo modo que tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar en tu alma,
como tiene prometido: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
RESPONSORIO
Cf. Ez 47, 1. 9
R.
Vi que debajo del umbral del templo salía agua, la cual se deslizaba hacia el
lado derecho, aleluya; y todos aquellos a quienes llegó esta agua * tuvieron
vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
V.
En la dedicación del templo el pueblo entonaba alabanzas, y resonaba en su boca
un bello canto.
R.
Tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a
ti nuestra alabanza,
a
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la
multitud de los profetas te enaltece,
y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
por
todos los confines extendida,
con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú
el Hijo y Palabra del Padre,
tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
tomaste
la condición de esclavo
en
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
de
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
no
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Himno:
EL CIELO Y LA TIERRA.
El
cielo y la tierra
celebren,
aplaudan
a
la Iglesia, esposa
sin
arruga y mancha.
Descienda
a nosotros
la
ciudad sagrada,
en
que todo es nuevo
y
de rica gala.
En
piedras preciosas
está
cimentada,
y
bien construida
en
brillos de gracia.
Las
piedras preciosas
que
están a su entrada
muestran
la hermosura
de
esta casa santa.
Descienda
a nosotros
esta
santa casa,
que
hizo el Rey eterno
para
su morada. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi casa se llama casa de oración.
SALMO
62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi casa se llama casa de oración.
Ant
2. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Cántico:
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Ant
3. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
LECTURA
BREVE Is 56, 7
Los
traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi
altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración y así la
llamarán todos los pueblos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
R.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
V.
En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
R.
Muy digno de alabanza.
V.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en
seguida, y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la salvación a esta
casa.» Aleluya.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en
seguida, y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la salvación a esta
casa.» Aleluya.
PRECES
Como
piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra escogida, oremos al Padre
todopoderoso por su Iglesia amada, y confesemos nuestra fe en ella diciendo:
Ésta
es la casa de Dios y la puerta del cielo.
Padre
del cielo, tú que eres el labrador de la vid, guarda, purifica y acrecienta tu
viña,
haciendo
que sus sarmientos llenen toda la tierra.
Pastor
eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
y
haz que todas las ovejas se reúnan en un solo redil bajo el cayado del único
pastor, Jesucristo, tu Hijo.
Sembrador
todopoderoso, siembra la Palabra en tu campo,
y
haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.
Arquitecto
prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
y
haz que aparezca ante el mundo como ciudad celestial, esposa sin tacha y
Jerusalén del cielo.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos
nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
Salmo
118, 113-120
Detesto
a los inconstantes
y
amo tu voluntad;
tú
eres mi refugio y mi escudo,
yo
espero en tu palabra;
apartaos
de mí los perversos,
y
cumpliré tus mandatos, Dios mío.
Sosténme
con tu promesa y viviré,
que
no quede frustrada mi esperanza;
dame
apoyo y estaré a salvo,
me
fijaré en tus leyes sin cesar;
desprecias
a los que se desvían de tus decretos,
sus
proyectos son engaño.
Tienes
por escoria a los malvados,
por
eso amo tus preceptos;
mi
carne se estremece con tu temor,
y
respeto tus mandamientos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
Ant
2. Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Salmo
78, 1-5. 8-11. 13 - LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Dios
mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han
profanado tu santo templo,
han
reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron
los cadáveres de tus siervos
en
pasto a las aves del cielo,
y
la carne de tus fieles
a
las fieras de la tierra,
Derramaron
su sangre como agua
en
torno a Jerusalén,
y
nadie la enterraba.
Fuimos
el escarnio de nuestros vecinos,
la
irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Vas
a estar siempre enojado?
¿Va
a arder como fuego tu cólera?
No
recuerdes contra nosotros
las
culpas de nuestros padres;
que
tu compasión nos alcance pronto,
pues
estamos agotados.
Socórrenos,
Dios salvador nuestro,
por
el honor de tu nombre;
líbranos
y perdona nuestros pecados
a
causa de tu nombre.
¿Por
qué han de decir los gentiles:
«Dónde
está su Dios»?
Que
a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza
de
la sangre de tus siervos derramada.
Llegue
a tu presencia el gemido del cautivo:
con
tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas
de tu rebaño,
te
daremos gracias siempre,
cantaremos
tus alabanzas
de
generación en generación.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Ant
3. Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
Salmo
79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor
de Israel, escucha,
tú
que guías a José como a un rebaño;
tú
que te sientas sobre querubines, resplandece
ante
Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta
tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh
Dios!, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Señor
Dios de los ejércitos,
¿hasta
cuándo estarás airado
mientras
tu pueblo te suplica?
Le
diste a comer llanto,
a
beber lágrimas a tragos;
nos
entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios
de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Sacaste
una vid de Egipto,
expulsaste
a los gentiles, y la trasplantaste;
le
preparaste el terreno y echó raíces
hasta
llenar el país;
su
sombra cubría las montañas,
y
sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió
sus sarmientos hasta el mar,
y
sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por
qué has derribado su cerca
para
que la saqueen los viandantes,
la
pisoteen los jabalíes
y
se la coman las alimañas?
Dios
de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven
a visitar tu viña,
la
cepa que tu diestra plantó,
y
que tú hiciste vigorosa.
La
han talado y le han prendido fuego:
con
un bramido hazlos perecer.
Que
tu mano proteja a tu escogido,
al
hombre que tú fortaleciste.
No
nos alejaremos de ti:
danos
vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
LECTURA
BREVE 1Co 3, 16-17
¿No
sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si
alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de
Dios es santo: ese templo sois vosotros.
V.
Señor, yo amo la belleza de tu casa.
R.
El lugar donde reside tu gloria.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE 2Co 6, 16
Nosotros
somos templo de Dios vivo, como dijo Dios: «Habitaré en medio de ellos y andaré
entre ellos; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.»
V.
Desead la paz a Jerusalén.
R.
Vivan seguros los que te aman.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Jr 7, 2b. 4-5a. 7a
¡Escucha,
Judá, la palabra del Señor, los que entráis por estas puertas para adorar al
Señor! No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: «Es el templo
del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.» Si enmendáis vuestra
conducta y vuestras acciones, entonces habitaré con vosotros en este lugar.
V.
Entrad por las puertas del Señor con acción de gracias.
R.
Por sus atrios con himnos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ALTA CIUDAD DE PIEDRAS VIVAS.
Alta
ciudad de piedras vivas,
Jerusalén;
visión
de paz y cielos nuevos,
ciudad
del Rey.
Tus
puertas se abren jubilosas,
visión
de paz,
y
penetran los ríos de tus santos
hasta
el altar.
Baluartes
y murallas de oro,
Jerusalén;
tus
calles, gemas y zafiros,
ciudad
del Rey.
Jerusalén,
Iglesia viva
de
eternidad;
hacia
ti caminan los hombres,
sin
descansar.
Alta
ciudad del Cristo vivo,
que
es nuestro hogar,
al
que volveremos, ya cansados
de
caminar.
Cielos
nuevos y tierra nueva,
Jerusalén;
morada
de Dios Trino y Uno.
Amén,
amén.
SALMODIA
Ant
1. El Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio, no vacila.
Salmo
45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios
es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso
defensor en el peligro.
Por
eso no tememos aunque tiemble la tierra
y
los montes se desplomen en el mar.
Que
hiervan y bramen sus olas,
que
sacudan a los montes con su furia:
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el
Altísimo consagra su morada.
Teniendo
a Dios en medio, no vacila;
Dios
la socorre al despuntar la aurora.
Los
pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero
él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Venid
a ver las obras del Señor,
las
maravillas que hace en la tierra:
Pone
fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe
los arcos, quiebra las lanzas,
prende
fuego a los escudos.
«Rendíos,
reconoced que yo soy Dios:
más
alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio, no vacila.
Ant
2. Vamos alegres a la casa del Señor.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Ant
3. Alabad al Señor, nuestro Dios, todos sus santos.
Cántico:
LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El
cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio
es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La
salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R.
Aleluya)
porque
sus juicios son verdaderos y justos.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad
al Señor sus siervos todos.
(R.
Aleluya)
Los
que le teméis, pequeños y grandes.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque
reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R.
Aleluya)
Alegrémonos
y gocemos y démosle gracias.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó
la boda del cordero.
(R.
Aleluya)
Su
esposa se ha embellecido.
R.
Aleluya, (aleluya).
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor, nuestro Dios, todos sus santos.
LECTURA
BREVE Ap 21, 2-3. 22. 27
Vi
la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz
potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres, y
acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos.» Pero no
vi santuario alguno en ella; porque el Señor, Dios todopoderoso, y el Cordero,
es su santuario. Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y
mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Dichosos, Señor, los que habitan en tu casa.
R.
Dichosos, Señor, los que habitan en tu casa.
V.
Alabándote siempre.
R.
En tu casa.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Dichosos, Señor, los que habitan en tu casa.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios, donde se
invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el
Señor.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios, donde se
invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el
Señor.
PRECES
Oremos,
hermanos, a nuestro Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios
dispersos, y digámosle:
Acuérdate,
Señor, de tu Iglesia.
Señor
Jesús, que cimentaste tu casa en la roca,
confirma
y robustece la fe y la esperanza de tu Iglesia.
Señor
Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
renueva
la Iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.
Señor
Jesús, que estás en medio de los que se reúnen en tu nombre,
atiende
la oración unánime de tu Iglesia congregada.
Señor
Jesús, que con el Padre haces morada en los que te aman,
perfecciona
a tu Iglesia por la caridad.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Señor
Jesús, que no echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
acoge
a todos los difuntos en la mansión del Padre.
Terminemos
nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria:
acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo
fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva
Jerusalén. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
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