Del Común de pastores: para un santo
presbítero.
Salterio I
SAN IGNACIO DE LOYOLA, presbítero.
(MEMORIA)
Nació el año 1491 en Loyola, en las
provincias vascongadas de España; su vida transcurrió primero entre la corte
real y la milicia; luego se convirtió y estudió teología en París, donde se le
juntaron los primeros compañeros con los que había de fundar más tarde, en
Roma, la Compañía de Jesús. Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y
con la formación de discípulos, que habían de trabajar intensamente por la
reforma de la Iglesia. Murió en Roma el año 1556.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente
antífona:
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PUERTA DE DIOS EN EL REDIL HUMANO
Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.
Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.
Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.
La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los
cielos.
Salmo
130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor,
mi corazón no es ambicioso,
ni
mis ojos altaneros;
no
pretendo grandezas
que
superan mi capacidad;
sino
que acallo y modero mis deseos,
como
un niño en brazos de su madre.
Espere
Israel en el Señor
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los
cielos.
Ant
2. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Salmo
131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor,
tenle en cuenta a David
todos
sus afanes:
cómo
juró al Señor
e
hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No
entraré bajo el techo de mi casa,
no
subiré al lecho de mi descanso,
no
daré sueño a mis ojos,
ni
reposo a mis párpados,
hasta
que encuentre un lugar para el Señor,
una
morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos
que estaba en Efrata,
la
encontramos en el Soto de Jaar:
entremos
en su morada,
postrémonos
ante el estrado de sus pies.
Levántate,
Señor, ven a tu mansión,
ven
con el arca de tu poder:
que
tus sacerdotes se vistan de gala,
que
tus fieles te aclamen.
Por
amor a tu siervo David,
no
niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Ant
3. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
Salmo
131 II.
El
Señor ha jurado a David
una
promesa que no retractará:
«A
uno de tu linaje
pondré
sobre tu trono.
Si
tus hijos guardan mi alianza
y
los mandatos que les enseño,
también
sus hijos, por siempre,
se
sentarán sobre tu trono.»
Porque
el Señor ha elegido a Sión,
ha
deseado vivir en ella:
«Ésta
es mi mansión por siempre,
aquí
viviré, porque la deseo.
Bendeciré
sus provisiones,
a
sus pobres los saciaré de pan;
vestiré
a sus sacerdotes de gala,
y
sus fieles aclamarán con vítores.
Haré
germinar el vigor de David,
enciendo
una lámpara para mi Ungido.
A
sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre
él brillará mi diadema.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
V.
Venid a ver las obras del Señor.
R.
Las maravillas que hace en la tierra.
PRIMERA
LECTURA
Del
primer libro de los Reyes 18, 16b-40
ELÍAS
VENCE A LOS PROFETAS DE BAAL
En
aquellos días, Ajab partió al encuentro de Elías y, cuando lo vio, le dijo:
«¿Eres
tú, azote de Israel?»
Él
respondió:
«No
soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado
al Señor y haber seguido a los Baales. Pero ahora, envía a reunir junto a mí a
todo Israel en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de
Baal que comen a la mesa de Jezabel.»
Ajab
envió mensajeros a todo Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:
«¿Hasta
cuándo vais a andar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; y
si lo es Baal, seguid a éste.»
Pero
el pueblo no le respondió palabra. Dijo entonces Elías al pueblo:
«He
quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son
cuatrocientos cincuenta. Que se nos den dos novillos; que elijan un novillo
para ellos, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero que no pongan
fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero no pondré
fuego. Invocaréis él nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre del Señor. Y
el dios que responda por el fuego, ése es Dios.»
Todo
el pueblo respondió:
«Está
bien.»
Elías
dijo a los profetas de Baal:
«Elegíos
un novillo y comenzad vosotros primero, pues sois más numerosos. Invocad el
nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego.»
Tomaron
el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la
mañana hasta el mediodía, diciendo:
«¡Baal,
respóndenos!»
Pero
no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que habían hecho.
Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía:
«¡Gritad
más alto, porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo,
estará de viaje; tal vez esté dormido y se despertará!»
Ellos
gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y lancetas
hasta chorrear la sangre sobre ellos. Cuando pasó el mediodía, se pusieron en
trance hasta la hora de hacer la ofrenda, pero no hubo voz, ni quien escuchara,
ni quien respondiera. Entonces Elías dijo a todo el pueblo:
«Acercaos
a mí.»
Todo
el pueblo se acercó a él. Preparó el altar del Señor que había sido demolido.
Tomó Elías doce piedras según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a
quien el Señor había dicho: "Israel será tu nombre." Erigió con las
piedras un altar al nombre del Señor, e hizo alrededor del altar una zanja que
podría contener unas dos arrobas de simiente. Dispuso la leña, despedazó el
novillo y lo puso sobre la leña. Después dijo:
«Llenad
de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.»
Lo
hicieron así. Volvió luego a decirles:
«Hacedlo
otra vez.»
Y
lo repitieron. De nuevo les dijo:
«Hacedlo
por tercera vez.»
Y
así lo hicieron. El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó
de agua. A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y
dijo:
«Señor,
Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en
Israel y que yo soy tu servidor, y que por orden tuya he ejecutado todas estas
cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú,
Señor, eres el Dios verdadero, que conviertes sus corazones.»
Cayó
el fuego del Señor que devoró el holocausto y la leña, y secó el agua de la
zanja. Temió todo el pueblo, y cayeron sobre su rostro y dijeron:
«¡El
Señor es Dios!»
Elías
les dijo:
«Echad
mano a los profetas de Baal, que no escape ninguno de ellos.»
Les
echaron mano y Elías los hizo bajar al torrente de Quisón donde los hizo
degollar.
RESPONSORIO
1R 18, 21; Mt 6, 24
R.
Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a andar cojeando
con los dos pies? * Si el Señor es Dios, seguidlo.»
V.
Nadie puede servir a dos señores; no podéis servir a Dios y al dinero.
R.
Si el Señor es Dios, seguidlo.
SEGUNDA LECTURA
De los hechos de san Ignacio recibidos por Luis Goncalves
de labios del mismo santo
(Cap. 1, 5-9: Acta Sanctorum Iulii 7 [1868], 647)
EXAMINAD SI LOS ESPÍRITUS PROVIENEN DE DIOS
Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de
caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se
sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para
entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer
un libro llamado Vida de Cristo y otro que tenía por título Flos sanctorum,
escritos en su lengua materna.
Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir
algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su
pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación
con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante
su vida anterior.
Pero entretanto iba actuando también la misericordia
divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba
en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o
de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: «¿Y si yo
hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?» Y, así, su mente
estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que,
distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en
las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.
Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en
las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando,
hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el
contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los
santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales
pensamientos lo dejaban lleno de alegría. De esta diferencia él no se daba
cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del
alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo,
que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio,
alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios.
Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya
le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría
luego a los suyos.
RESPONSORIO 1Pe 4, 11. 8
R. El que toma la palabra que hable palabra de Dios. El
que se dedica al servicio que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. *
Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.
V. Ante todo, teneos una constante caridad unos con
otros.
R. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de
Jesucristo.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Ignacio de
Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a
imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos también en la tierra el noble
combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo
118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te
invoco de todo corazón;
respóndeme,
Señor, y guardaré tus leyes;
a
ti grito: sálvame,
y
cumpliré tus decretos;
me
adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando
tus palabras.
Mis
ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando
tu promesa;
escucha
mi voz por tu misericordia,
con
tus mandamientos dame vida;
ya
se acercan mis inicuos perseguidores,
están
lejos de tu voluntad.
Tú,
Señor, estás cerca,
y
todos tus mandatos son estables;
hace
tiempo comprendí que tus preceptos
los
fundaste para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant
2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico:
HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré
al Señor, sublime es su victoria,
caballos
y carros ha arrojado en el mar.
Mi
fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Él
es mi Dios: yo lo alabaré;
el
Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El
Señor es un guerrero,
su
nombre es «El Señor».
Los
carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó
en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al
soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las
corrientes se alzaron como un dique,
las
olas se cuajaron en el mar.
Decía
el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré
el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré
la espada, los agarrará mi mano.»
Pero
sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se
hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién
como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién
como tu, terrible entre los santos,
temibles
por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste
tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste
con misericordia a tu pueblo rescatado,
los
llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo
introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar
del que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El
Señor reina por siempre jamás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant
3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo
116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo,
todos los pueblos:
Firme
es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Hb 13, 7-9a
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os
expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida,
imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis
extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre
del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Ojalá tenga yo una íntima experiencia de Cristo,
del poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos!
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros
padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. ¡Ojalá tenga yo una íntima experiencia de Cristo,
del poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos!
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la
vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has
revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu
acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores
sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores
eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos
guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con
la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la
santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Ignacio de
Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a
imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos también en la tierra el noble
combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU
Ven
del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a
visitar las mentes de tus fieles;
y
haz que los corazones que creaste
se
llenen con tus dádivas celestes.
Ilumine
tu luz nuestros sentidos,
encienda
el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu
de Cristo, fortalece
este
barro mortal de nuestros corazones.
Danos,
Amor, tu amor y la alegría
de
conocer al Padre y a su Hijo,
de
poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente
el inefable Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant
1. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Salmo
118, 33-40
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes,
y
lo seguiré puntualmente;
enséñame
a cumplir tu voluntad
y
a guardarla de todo corazón;
guíame
por la senda de tus mandatos,
porque
ella es mi gozo.
Inclina
mi corazón a tus preceptos,
y
no al interés;
aparta
mis ojos de las vanidades,
dame
vida con tu palabra;
cumple
a tu siervo la promesa
que
hiciste a tus fieles.
Aparta
de mí la afrenta que temo,
porque
tus mandamientos son amables;
mira
cómo ansío tus decretos:
dame
vida con tu justicia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Ant
2. Los que buscan al Señor no carecen de nada.
Salmo
33 I - EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y
lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque
nada les falta a los que lo temen;
los
ricos empobrecen y pasan hambre,
los
que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los que buscan al Señor no carecen de nada.
Ant
3. Busca la paz y corre tras ella.
Salmo
33 II
Venid,
hijos, escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor;
¿hay
alguien que ame la vida
y
desee días de prosperidad?
Guarda
tu lengua del mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca
la paz y corre tras ella.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y
lo libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva
a los abatidos.
Aunque
el justo sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y
ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y
los que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no
será castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Busca la paz y corre tras ella.
LECTURA
BREVE 1R 8, 60-61
Sepan
todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro
corazón sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus
leyes y guardar sus mandamientos.
V.
Señor, enséñame tus caminos.
R.
Instrúyeme en tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres
de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Jr 17, 9-10
Nada
más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro
el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el
fruto de sus acciones.
V.
Absuélveme, Señor, de lo que se me oculta.
R.
Preserva a tu siervo de la arrogancia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti
sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo, nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Sb 7, 27a; 8, 1
La
sabiduría de Dios, aún siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo
lo renueva. Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna
de excelente manera todo el universo.
V.
Qué magníficas son tus obras, Señor.
R.
Qué profundos tus designios.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha,
Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por
intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante
toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo,
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién
es éste que viene,
recién
atardecido,
cubierto
por su sangre
como
varón que pisa los racimos?
Éste
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
¿Quién
es este que vuelve,
glorioso
y malherido,
y,
a precio de su muerte,
compra
la paz y libra a los cautivos?
Éste
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
Se
durmió con los muertos,
y
reina entre los vivos;
no
le venció la fosa,
porque
el Señor sostuvo a su elegido.
Este
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
Anunciad
a los pueblos
qué
habéis visto y oído;
aclamad
al que viene
como
la paz, bajo un clamor de olivos.
Este
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo
118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara
es tu palabra para mis pasos,
luz
en mi sendero;
lo
juro y lo cumpliré:
guardaré
tus justos mandamientos;
¡estoy
tan afligido!
Señor,
dame vida según tu promesa.
Acepta,
Señor, los votos que pronuncio,
enséñame
tus mandatos;
mi
vida está siempre en peligro,
pero
no olvido tu voluntad;
los
malvados me tendieron un lazo,
pero
no me desvié de tus decretos.
Tus
preceptos son mi herencia perpetua,
la
alegría de mi corazón;
inclino
mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre
y cabalmente.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant
2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant
3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra.
Aleluya.
Cántico:
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo,
a pesar de su condición divina,
no
hizo alarde de su categoría de Dios,
al
contrario, se anonadó a sí mismo,
y
tomó la condición de esclavo,
pasando
por uno de tantos.
Y
así, actuando como un hombre cualquiera,
se
rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y
una muerte de cruz.
Por
eso Dios lo levantó sobre todo
y
le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en
el cielo, en la tierra, en el abismo
y
toda lengua proclame:
Jesucristo
es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA
BREVE Col 1, 3-6a
Damos
gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por
vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a
todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre
la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os
hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que
entre vosotros.
RESPONSORIO
BREVE
V.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V.
Su gloria se eleva sobre los cielos.
R.
Alabado sea el nombre del Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Dios hizo llover maná para el pueblo, les dio pan del cielo. Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios hizo llover maná para el pueblo, les dio pan del cielo. Aleluya.
PRECES
Demos
gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad,
y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
Escúchanos,
Señor, que confiamos en ti.
Padre
lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;
protégelos
con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que
los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para
que así tengan también parte en su consuelo.
Mira
con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y
haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate
dar y conservar los frutos de la tierra
para
que a nadie falte el pan de cada día.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Señor,
ten piedad de los difuntos
y
ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos
por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos; concede la
tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte como creador y como
guía, y consérvalas en nosotros para siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6, 4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la
celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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