lunes, 19 de julio de 2021

20 DE JULIO MARTES XVI DEL T. ORDINARIO

 



De la Feria. Salterio IV

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

 

¡Espada de dos filos

es, Señor, tu palabra!

Penetra como fuego

y divide la entraña.

 

¡Nada como tu voz,

es terrible tu espada!

¡Nada como tu aliento,

es dulce tu palabra!

 

Tenemos que vivir

encendida la lámpara,

que para virgen necia

no es posible la entrada.

No basta con gritar

sólo palabras vanas,

ni tocar a la puerta

cuando ya está cerrada.

 

Espada de dos filos

que me cercena el alma,

que hiere a sangre y fuego

esta carne mimada,

que mata los ardores

para encender la gracia.

 

Vivir de tus incendios,

luchar por tus batallas,

dejar por los caminos

rumor de tus sandalias.

¡Espada de dos filos

es, Señor, tu palabra! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

 

Salmo 101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

 

Señor, escucha mi oración,

que mi grito llegue hasta ti;

no me escondas tu rostro

el día de la desgracia.

Inclina tu oído hacia mí;

cuando te invoco, escúchame enseguida.

 

Que mis días se desvanecen como humo,

mis huesos queman como brasas;

mi corazón está agostado como hierba,

me olvido de comer mi pan;

con la violencia de mis quejidos,

se me pega la piel a los huesos.

 

Estoy como lechuza en la estepa,

como búho entre ruinas;

estoy desvelado, gimiendo,

como pájaro sin pareja en el tejado.

Mis enemigos me insultan sin descanso;

furiosos contra mí, me maldicen.

 

En vez de pan, como ceniza,

mezclo mi bebida con llanto,

por tu cólera y tu indignación,

porque me alzaste en vilo y me tiraste;

mis días son una sombra que se alarga,

me voy secando como la hierba.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

 

Ant 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

 

Salmo 101 II

 

Tú, en cambio, permaneces para siempre,

y tu nombre de generación en generación.

Levántate y ten misericordia de Sión,

que ya es hora y tiempo de misericordia.

 

Tus siervos aman sus piedras,

se compadecen de sus ruinas:

los gentiles temerán tu nombre,

los reyes del mundo, tu gloria.

 

Cuando el Señor reconstruya Sión,

y aparezca en su gloria,

y se vuelva a las súplicas de los indefensos,

y no desprecie sus peticiones,

quede esto escrito para la generación futura,

y el pueblo que será creado alabará al Señor:

 

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,

desde el cielo se ha fijado en la tierra,

para escuchar los gemidos de los cautivos

y librar a los condenados a muerte,

 

para anunciar en Sión el nombre del Señor,

y su alabanza en Jerusalén,

cuando se reúnan unánimes los pueblos

y los reyes para dar culto al Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

 

Ant 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

 

Salmo 101 III

 

El agotó mis fuerzas en el camino,

acortó mis días;

 

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates

en la mitad de mis días.»

 

Tus años duran por todas las generaciones:

al principio cimentaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos.

 

Ellos perecerán, tú permaneces,

se gastarán como la ropa,

serán como un vestido que se muda.

Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

tus años no se acabarán.

 

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,

su linaje durará en tu presencia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

 

V. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.

R. Inclina el oído a las palabras de mi boca.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del segundo libro de Samuel 24, 1-4. 10-18. 24b-25

 

CENSO DEL PUEBLO Y EDIFICACIÓN DEL ALTAR

 

En aquellos días, se encendió de nuevo la ira del Señor contra los israelitas, e incitó a David contra ellos, diciendo:

 

«Anda, haz el censo de Israel y de Judá.»

 

El rey dijo a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él:

 

«Recorre todas las tribus de Israel desde Dan hasta Berseba y haz el censo para que yo sepa la cifra de la población.»

 

Joab respondió al rey:

 

«Que el Señor tu Dios multiplique el pueblo cien veces más de lo que es, y que los ojos de mi señor el rey lo vean. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?»

 

Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y los jefes del ejército, y salió Joab con los jefes del ejército de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel. Después de haber hecho el censo del pueblo, le remordió a David el corazón y dijo David al Señor:

«He cometido un gran pecado. Pero ahora, Señor, perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio.»

 

Cuando David se levantó por la mañana, había sido dirigida la palabra del Señor al profeta Gad, vidente de David, en estos términos:

 

«Anda y di a David: "Así dice el Señor: Tres cosas te propongo; elige una de ellas y la llevaré a cabo."»

 

Llegó Gad a la presencia de David y le anunció:

 

«¿Qué quieres que te venga, tres años de gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía.»

 

David respondió a Gad:

 

«Estoy en grande angustia. Pero caigamos en manos del Señor que es grande en misericordia. No caiga yo en manos de los hombres.»

 

Y David eligió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. Dios envió la peste a Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba. El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla, pero el Señor se arrepintió del estrago y dijo al ángel que exterminaba al pueblo:

 

« ¡Basta ya! Retira tu mano.»

 

El ángel del Señor estaba entonces junto a la era de Arauná, el yebuseo. Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo al Señor:

 

«Yo fui quien pequé, yo quien cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.»

 

Vino Gad aquel día hacia David y le dijo:

 

«Sube y levanta un altar al Señor en la era de Arauná, el yebuseo.»

 

Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. Levantó allí David un altar al Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces el Señor atendió a las súplicas en favor del país, y la peste se apartó de Israel.

 

RESPONSORIO    Cf. Jdt 9, 18; 1Cro 21, 15; 2S 24, 17

 

R. Acuérdate, Señor, de tu alianza y di al ángel exterminador: «Detén ya tu mano, * para que no sea devastada la tierra y no acabes con todos los vivientes.»

V. Yo fui quien pequé, yo quien cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Te suplico, Señor, que apartes de tu pueblo tu ira.

R. Para que no sea devastada la tierra y no acabes con todos los vivientes.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Magnesios.

(Cap. 10, 1--15: Funk 1, 199-203)

 

TENÉIS A CRISTO EN VOSOTROS

 

No permita Dios que permanezcamos insensibles ante la bondad de Cristo. Si él imitara nuestro modo ordinario de actuar, ya podríamos darnos por perdidos. Así pues, ya que nos hemos hecho discípulos suyos, aprendamos a vivir conforme al cristianismo. Pues el que se acoge a otro nombre distinto del suyo no es de Dios. Arrojad, pues, de vosotros la mala levadura, vieja ya y agriada, y transformaos en la nueva, que es Jesucristo. Impregnaos de la sal de Cristo, a fin de que nadie se corrompa entre vosotros, pues por vuestro olor seréis calificados.

 

Todo eso, queridos hermanos, no os lo escribo porque haya sabido que hay entre vosotros quienes se comporten mal, sino que, como el menor de entre vosotros, quiero montar guardia en favor vuestro, para que no piquéis en el anzuelo de la vana especulación, sino que tengáis plena certidumbre del nacimiento, pasión y resurrección del Señor, acontecida bajo el gobierno de Poncio Pilato, cosas todas cumplidas verdadera e indudablemente por Jesucristo, esperanza nuestra, de la que no permita Dios que ninguno de vosotros se aparte.

 

¡Ojalá se me concediera gozar de vosotros en todo, si yo fuera digno de ello! Porque si es cierto que estoy encadenado, sin embargo, no puedo compararme con uno solo de vosotros, que estáis sueltos. Sé que no os hincháis con mi alabanza, pues tenéis dentro de vosotros a Jesucristo. Y más bien sé que, cuando os alabo, os avergonzáis, como está escrito: Lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo. Poned, pues, todo vuestro empeño en afianzaros en la doctrina del Señor y de los apóstoles, a fin de que todo cuanto hiciereis os resulte prósperamente, así en la carne como en el espíritu, en la fe y en la caridad, en el Hijo, en el Padre y en el Espíritu Santo, en el principio y en el fin, unidos a vuestro dignísimo obispo, a la espiritual corona tan dignamente formada por vuestro colegio de ancianos, y a vuestros diáconos, tan gratos a Dios. Someteos a vuestro obispo, y también mutuamente unos a otros, así como Jesucristo está sometido, según la carne, a su Padre, y los apóstoles a Cristo y al Padre y al Espíritu, a fin de que entre vosotros haya unidad tanto corporal como espiritual.

 

Como sé que estáis llenos de Dios, sólo brevemente os he exhortado. Acordaos de mí en vuestras oraciones, para que logre alcanzar a Dios, y acordaos también de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme miembro. Necesito de vuestras plegarias a Dios y de vuestra caridad, para que la Iglesia de Siria sea refrigerada con el rocío divino, por medio de vuestra Iglesia.

 

Os saludan los efesios desde Esmirna, de donde os escribo, los cuales están aquí presentes para gloria de Dios y que, juntamente con Policarpo, obispo de Esmirna, han procurado atenderme y darme gusto en todo. Igualmente os saludan todas las demás Iglesias en honor de Jesucristo. Os envío mi despedida, a vosotros que vivís unidos a Dios y que estáis en posesión de un espíritu inseparable, que es Jesucristo.

 

RESPONSORIO    Ef 3, 16. 17. 19; Col 2, 6-7

 

R. Dios os conceda que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; * y que estéis bien arraigados y fundamentados en el amor, para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Dios.

V. Vivid según Cristo Jesús, enraizados y cimentados en él y apoyados en la fe.

R. Y que estéis bien arraigados y fundamentados en el amor, para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Dios.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.

 

Estáte, Señor, conmigo

siempre, sin jamás partirte,

y cuando decidas irte,

llévame, Señor, contigo;

porque el pensar que te irás

me causa un terrible miedo

de si yo sin ti me quedo,

de si tú sin mí te vas.

 

Llévame, en tu compañía

donde tu vayas, Jesús,

porque bien sé que eres tú

la vida del alma mía;

si tú vida no me das

yo sé que vivir no puedo,

ni si yo sin ti me quedo,

ni si tú sin mí te vas.

 

Por eso, más que a la muerte

temo, Señor, tu partida,

y quiero perder la vida

mil veces más que perderte;

pues la inmortal que tú das,

sé que alcanzarla no puedo,

cuando yo sin ti me quedo,

cuando tú sin mí te vas. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 

Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO

 

Voy a cantar la bondad y la justicia,

para ti es mi música, Señor;

voy a explicar el camino perfecto:

¿Cuándo vendrás a mí?

 

Andaré con rectitud de corazón

dentro de mi casa;

no pondré mis ojos

en intenciones viles.

 

Aborrezco al que obra mal,

no se juntará conmigo;

lejos de mí el corazón torcido,

no aprobaré al malvado.

 

Al que en secreto difama a su prójimo

lo haré callar;

ojos engreídos, corazones arrogantes

no los soportaré.

 

Pongo mis ojos en los que son leales,

ellos vivirán conmigo;

el que sigue un camino perfecto,

ése me servirá.

 

No habitará en mi casa

quien comete fraudes;

el que dice mentiras

no durará en mi presencia.

 

Cada mañana haré callar

a los hombres malvados,

para excluir de la ciudad del Señor

a todos los malhechores.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 

Ant 2. No nos desampares, Señor, para siempre.

 

Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41

 

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,

digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

 

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros

y todas tus obras son verdad,

y rectos tus caminos,

y justos todos tus juicios.

 

Hemos pecado y cometido iniquidad

apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.

Por el honor de tu nombre,

no nos desampares para siempre,

no rompas tu alianza,

no apartes de nosotros tu misericordia.

 

Por Abraham, tu amigo,

por Isaac, tu siervo,

por Israel, tu consagrado,

a quienes prometiste

multiplicar su descendencia

como las estrellas del cielo,

como la arena de las playas marinas.

 

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño

de todos los pueblos;

hoy estamos humillados por toda la tierra

a causa de nuestros pecados.

 

En este momento no tenemos príncipes,

ni profetas, ni jefes;

ni holocausto, ni sacrificios,

ni ofrendas, ni incienso;

ni un sitio donde ofrecerte primicias,

para alcanzar misericordia.

 

Por eso, acepta nuestro corazón contrito,

y nuestro espíritu humilde,

como un holocausto de carneros y toros

o una multitud de corderos cebados;

 

que éste sea hoy nuestro sacrificio,

y que sea agradable en tu presencia:

porque los que en ti confían

no quedan defraudados.

 

Ahora te seguimos de todo corazón,

te respetamos y buscamos tu rostro.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No nos desampares, Señor, para siempre.

 

Ant 3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

 

Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

 

Bendito el Señor, mi Roca,

que adiestra mis manos para el combate,

mis dedos para la pelea;

 

mi bienhechor, mi alcázar,

baluarte donde me pongo a salvo,

mi escudo y mi refugio,

que me somete los pueblos.

 

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?

¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?

El hombre es igual que un soplo;

sus días, una sombra que pasa.

 

Señor, inclina tu cielo y desciende,

toca los montes, y echarán humo,

fulmina el rayo y dispérsalos,

dispara tus saetas y desbarátalos.

 

Extiende la mano desde arriba:

defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,

de la mano de los extranjeros,

cuya boca dice falsedades,

cuya diestra jura en falso.

 

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,

tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:

para ti que das la victoria a los reyes,

y salvas a David, tu siervo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

 

LECTURA BREVE   Is 55, 1

 

Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

 

V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

R. Espero en tu palabra.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.

 

PRECES

 

Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del día, reavivando con ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo:

 

Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

 

Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,

te damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento y la inmortalidad.

 

Danos, Señor, un corazón humilde

para que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.

 

Infunde tu Espíritu en nosotros, tus siervos,

para que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.

 

Tú que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,

haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por nosotros, nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Aumenta, Señor, nuestra fe, para que esta alabanza que brota de nuestro corazón vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   1Jn 3,17-18

 

Si un rico en bienes de fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin entrañas, le niega su socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos con palabras ni con la lengua, sino con las obras y de verdad.

 

V. Dichoso el que se apiada y presta.

R. El recuerdo del justo será perpetuo.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO

 

Te está cantando el martillo

y rueda en tu honor la rueda.

Puede que la luz no pueda

librar del humo su brillo.

¡Qué sudoroso y sencillo

te pones a mediodía,

Dios de esta dura porfía

de estar sin pausa creando,

y verte necesitando

del hombre más cada día!

 

Quién diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto

ni en la montaña se esconde;

decid, si preguntan dónde,

que Dios está -sin mortaja-

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Dt 30, 11. 14

 

El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

 

V. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.

R. Luz en mi sendero.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 

Salmo 118, 137-144

 

Señor, tú eres justo,

tus mandamientos son rectos;

has prescrito leyes justas

sumamente estables;

me consume el celo,

porque mis enemigos olvidan tus palabras.

 

Tu promesa es acrisolada,

y tu siervo la ama;

soy pequeño y despreciable,

pero no olvido tus decretos;

tu justicia es justicia eterna,

tu voluntad es verdadera.

 

Me asaltan angustias y aprietos,

tus mandatos son mi delicia;

la justicia de tus preceptos es eterna,

dame inteligencia y tendré vida.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 

Ant 2. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.

 

Salmo 87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

 

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,

de noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.

 

Porque mi alma está colmada de desdichas,

y mi vida está al borde del abismo;

ya me cuentan con los que bajan a la fosa,

soy como un inválido.

 

Tengo mi cama entre los muertos,

como los caídos que yacen en el sepulcro,

de los cuales ya no guardas memoria,

porque fueron arrancados de tu mano.

 

Me has colocado en lo hondo de la fosa,

en las tinieblas del fondo;

tu cólera pesa sobre mí,

me echas encima todas tus olas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.

 

Ant 3. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.

 

Salmo 87 II

 

Has alejado de mí a mis conocidos,

me has hecho repugnante para ellos:

encerrado, no puedo salir,

y los ojos se me nublan de pesar.

 

Todo el día te estoy invocando,

tendiendo las manos hacia ti.

¿Harás tú maravillas por los muertos?

¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

 

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla

o tu justicia en el país del olvido?

 

Pero yo te pido auxilio,

por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

¿Por qué, Señor, me rechazas

y me escondes tu rostro?

 

Desde niño fui desgraciado y enfermo,

me doblo bajo el peso de tus terrores,

pasó sobre mí tu incendio,

tus espantos me han consumido:

 

me rodean como las aguas todo el día,

me envuelven todos a una;

alejaste de mí amigos y compañeros:

mi compañía son las tinieblas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.

 

LECTURA BREVE   Is 55, 10-11

 

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

 

V. El Señor envía su mensaje a la tierra.

R. Y su palabra corre veloz.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TÚ QUE ERES CRISTO, EL ESPLENDOR Y EL DÍA.

 

Tú que eres, Cristo, el esplendor y el día,

y de la noche ahuyentas las tinieblas,

Luz de Luz que a tus fieles

cual luz te manifiestas,

 

te pedimos, Señor, humildemente

esta noche que estés de centinela,

en ti hallemos reposo

y la paz nos concedas.

 

Si se entregan al sueño nuestros ojos,

en ti vigile el corazón alerta,

y rogamos tus hijos,

Señor, que nos protejas.

 

Defensor nuestro, míranos, rechaza

al enemigo cruel que nos acecha

y, a quienes redimiste

con tu sangre, gobierna.

 

A ti, Cristo, Señor del universo,

y a ti, Padre, alabanza dondequiera,

y al Amor, por los siglos

loores. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

 

Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.

 

Junto a los canales de Babilonia

nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;

en los sauces de sus orillas

colgábamos nuestras cítaras.

 

Allí los que nos deportaron

nos invitaban a cantar;

nuestros opresores, a divertirlos:

«Cantadnos un cantar de Sión.»

 

¡Cómo cantar un cántico del Señor

en tierra extranjera!

Si me olvido de ti, Jerusalén,

que se me paralice la mano derecha;

 

que se me pegue la lengua al paladar

si no me acuerdo de ti,

si no pongo a Jerusalén

en la cumbre de mis alegrías.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

 

Ant 2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

 

Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario,

daré gracias a tu nombre;

 

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma.

 

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra

al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande.

 

El Señor es sublime, se fija en el humilde,

y de lejos conoce al soberbio.

 

Cuando camino entre peligros,

me conservas la vida;

extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,

y tu derecha me salva.

 

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

 

Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

 

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

 

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

LECTURA BREVE   Col 3, 16

 

Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

 

V. De alegría perpetua a tu derecha.

R. En tu presencia, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.

 

PRECES

 

Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:

 

Señor, escúchanos.

 

Cristo, fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a la luz de tu verdad,

que tengan siempre fidelidad y constancia.

 

Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,

y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.

 

Tú que con cinco panes saciaste a la multitud,

enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.

 

Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del bienestar de su nación,

sino que piensen también en los otros pueblos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Cuando vengas en tu día a ser glorificado en los santos,

da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.

 

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al Padre diciendo:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te pedimos que nuestras palabras concuerden siempre con los sentimientos de nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

LECTURA BREVE   1Pe 5,8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Madre del Redentor, Virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta,

estrella del mar,

 

ven a librar al pueblo que tropieza

y se quiere levantar.

 

Ante la admiración de cielo y tierra,

engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.

 

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.

 

 

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