Del Propio de la Fiesta
LA VISITACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (FIESTA)
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud
a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó
a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su
seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a
verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu
saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!.» (Lc 1, 40-45)
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Visitación de María Virgen.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Visitación de María Virgen.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
MARÍA SUBIÓ A LA MONTAÑA
María
subió a la montaña,
y
en ella subió el Señor;
supo
Isabel el misterio,
y
Juan exultó a su voz.
El
lucero aún no nacía
ni
había aparecido el Sol;
no
hablaba aún la Palabra
y
el pregonero exultó.
Los
vecinos, asombrados
y
mudos de admiración,
vieron
llegar por María
la
Buena Nueva de Dios. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su
salvador.
Salmo
23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del
Señor es la tierra y cuanto la llena,
el
orbe y todos sus habitantes:
El
la fundó sobre los mares,
El
la afianzó sobre los ríos.
¿Quién
puede subir al monte del Señor?
¿Quién
puede estar en el recinto sacro?
El
hombre de manos inocentes
y
puro corazón,
que
no confía en los ídolos
ni
jura contra el prójimo en falso.
Ese
recibirá la bendición del Señor,
le
hará justicia el Dios de salvación.
Este
es el grupo que busca al Señor,
que
viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
levantaos,
puertas antiguas:
va
a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, héroe valeroso;
el
Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!
alzad los dinteles,
levantaos,
puertas antiguas:
va
a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, Dios de los ejércitos.
Él
es el Rey de la gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su
salvador.
Ant.
2. El Altísimo consagra su morada.
Salmo
45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios
es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso
defensor en el peligro.
Por
eso no tememos aunque tiemble la tierra
y
los montes se desplomen en el mar.
Que
hiervan y bramen sus olas,
que
sacudan a los montes con su furia:
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el
Altísimo consagra su morada.
Teniendo
a Dios en medio, no vacila;
Dios
la socorre al despuntar la aurora.
Los
pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero
él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Venid
a ver las obras del Señor,
las
maravillas que hace en la tierra:
Pone
fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe
los arcos, quiebra las lanzas,
prende
fuego a los escudos.
«Rendíos,
reconoced que yo soy Dios:
más
alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
El Altísimo consagra su morada.
Ant.
3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María!.
Salmo
86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él
la ha cimentado sobre el monte santo;
y
el Señor prefiere las puertas de Sión
a
todas las moradas de Jacob.
¡Qué
pregón tan glorioso para ti,
ciudad
de Dios!
«Contaré
a Egipto y a Babilonia
entre
mis fieles;
filisteos,
tirios y etíopes
han
nacido allí.»
Se
dirá de Sión: «Uno por uno
todos
han nacido en ella;
el
Altísimo en persona la ha fundado.»
El
Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste
ha nacido allí.»
Y
cantarán mientras danzan:
«Todas
mis fuentes están en ti.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María!.
V.
María conservaba todas estas cosas.
R.
Meditándolas en su corazón.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del Cantar de los cantares 2, 8-14; 8, 6-7
LA
LLEGADA DEL AMADO
¡Escucho
una voz...! Es mi amado que ya llega, saltando sobre los montes, brincando por
las colinas. Es mi amado semejante a un venado, a un ágil cervatillo. Vedle
aquí ya apostado detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando
por las rejas. Empieza a hablar mi amado y me dice:
«Levántate,
amada mía, hermosa mía, y ven. Porque, mira, ya ha pasado el invierno, ya han
cesado las lluvias y se han ido. Brotan flores en los campos, el tiempo de
canciones ha llegado, ya el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra
tierra. Apuntan ya los higos de la higuera, y las viñas en flor exhalan sus
perfumes. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Paloma mía que anidas en
los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame escuchar tu voz, permíteme
ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
Ponme
como un sello sobre tu brazo, como un sello sobre tu corazón, porque el amor es
fuerte como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego,
llamarada divina. Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo
los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su
casa, se haría despreciable.»
RESPONSORIO
Lc 1, 41b-43. 44
R.
Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamó: «Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre; * ¿cómo he merecido yo que la madre de mi
Señor venga a mi casa?»
V.
Tan pronto como llegaron a mis oídos las palabras de tu saludo, dio luego el
niño en mi seno saltos de alegría.
R.
¿Cómo he merecido yo que la madre de mi Señor venga a mi casa?
SEGUNDA
LECTURA
De
las Homilías de san Beda el Venerable, presbítero
(Libro
1, 4: CCL 122, 25-26, 30)
MARÍA
PROCLAMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR POR LAS OBRAS QUE HA HECHO EN ELLA
Proclama
mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Con
estas palabras, María reconoce en primer lugar los dones singulares que le han
sido concedidos, pero alude también a los beneficios comunes con que Dios no
deja nunca de favorecer al género humano.
Proclama
la grandeza del Señor el alma de aquel que consagra todos sus afectos
interiores a la alabanza y al servicio de Dios y, con la observancia de los
preceptos divinos, demuestra que nunca echa en olvido las proezas de la
majestad de Dios.
Se
alegra en Dios su salvador el espíritu de aquel cuyo deleite consiste
únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la salvación eterna.
Estas
palabras, aunque son aplicables a todos los santos, hallan su lugar más
adecuado en los labios de la Madre de Dios, ya que ella, por un privilegio
único, ardía en amor espiritual hacia aquel que llevaba corporalmente en su
seno.
Ella
con razón pudo alegrarse, más que cualquier otro santo, en Jesús, su salvador,
ya que sabía que aquel mismo al que reconocía como eterno autor de la salvación
había de nacer de su carne, engendrado en el tiempo, y había de ser, en una
misma y úrica persona, su verdadero hijo y Señor.
Porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. No se atribuye
nada a sus méritos, sino que toda su grandeza la refiere a la libre donación de
aquel que es por esencia poderoso y grande, y que tiene por norma levantar a
sus fieles de su pequeñez y debilidad para hacerlos grandes y fuertes.
Muy
acertadamente añade: Su nombre es santo, para que los que entonces la oían y
todos aquellos a los que habían de llegar sus palabras comprendieran que la fe
y el recurso a este nombre había de procurarles, también a ellos, una
participación en la santidad eterna y en la verdadera salvación, conforme al
oráculo profético que afirma: Todo el que invoque el nombre del Señor se
salvará, ya que este nombre se identifica con aquel del que antes ha dicho: Se
alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
Por
esto se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable costumbre de cantar
diariamente este cántico de María en la salmodia de la alabanza vespertina, ya
que así el recuerdo frecuente de la encarnación del Señor enardece la devoción
de los fieles y la meditación repetida de los ejemplos de la Madre de Dios los
corrobora en la solidez de la virtud. Y ello precisamente en la hora de
Vísperas, para que nuestra mente, fatigada y tensa por el trabajo y las
múltiples preocupaciones del día, al llegar el tiempo del reposo, vuelva a
encontrar el recogimiento y la paz del espíritu.
RESPONSORIO
Lc 1, 45. 46; Sal 65, 16
R.
«Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» Y
dijo María: * «Proclama mi alma la grandeza del Señor.»
V.
Venid a escuchar, os contaré lo que Dios ha hecho conmigo.
R.
Proclama mi alma la grandeza del Señor.
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
A
ti nuestra alabanza,
A
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
Y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
Llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La
multitud de los profetas te enaltece,
Y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
Por
todos los confines extendida,
Con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
Santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú
el Hijo y Palabra del Padre,
Tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
Tomaste
la condición de esclavo
En
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
Y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
Inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
Como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
De
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
Y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
Y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
Y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
Guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
Ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
No
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor, abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant.
Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Visitación de María Virgen.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Visitación de María Virgen.
Himno:
LA VIRGEN SANTA, GRÁVIDA DEL VERBO.
La
Virgen santa, grávida del Verbo,
en
alas del Espíritu camina;
la
Madre que llevaba la Palabra,
de
amor movida, sale de visita.
Y
sienten las montañas silenciosas,
y
el mundo entero en sus entrañas vivas,
que
al paso de la Virgen ha llegado
el
anunciado gozo del Mesías.
Alborozado
Juan por su Señor,
en
el seno, feliz se regocija,
y
por nosotros rinde el homenaje
y
al Hijo santo da la bienvenida.
Bendito
en la morada sempiterna
aquel
que tú llevaste, Peregrina,
aquel
que, con el Padre y el Espíritu,
al
bendecirte a ti nos bendecía. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad
de Judá.
SALMO
62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de
Judá.
Ant.
2. Así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno
y ella quedó llena del Espíritu Santo.
Cántico:
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
Así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno y
ella quedó llena del Espíritu Santo.
Ant.
3. Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se
cumplirá. Aleluya.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se
cumplirá. Aleluya.
LECTURA
BREVE Jl 2, 27-28a
Sabréis
que estoy en medio de Israel, yo, el Señor Dios vuestro, el Único. ¡Mi pueblo
no será confundido jamás! Después de eso, derramaré mi Espíritu sobre toda
carne: profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor la eligió y la predestinó.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
V.
La hizo morar en su templo santo.
R.
Y la predestinó.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Así que Isabel oyó el saludo de María, en alta voz exclamó: «¿Cómo he merecido
yo que la madre de mi Señor venga a mi casa?».
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Así que Isabel oyó el saludo de María, en alta voz exclamó: «¿Cómo he merecido
yo que la madre de mi Señor venga a mi casa?».
PRECES
Elevemos
nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que
tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol
de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz
que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Palabra
eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos
a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Salvador
del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de
toda mancha de pecado,
líbranos
también a nosotros de toda culpa.
Redentor
nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de
tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz
también de nosotros templos de tu Espíritu.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Según
el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant.
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant.
3. El Señor peleará a tu favor.
Salmo
128 ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta
guerra me han hecho desde mi juventud
-que
lo diga Israel-,
cuánta
guerra me han hecho desde mi juventud,
pero
no pudieron conmigo!
Sobre
mis espaldas metieron el arado
y
alargaron los surcos.
Pero
el Señor, que es justo,
rompió
las coyundas de los malvados.
Retrocedan,
avergonzados,
los
que odian a Sión;
sean
como la hierba del tejado,
que
se seca y nadie la siega;
que
no llena la mano del segador
ni
la brazada del que agavilla;
ni
le dicen los que pasan:
«Que
el Señor te bendiga.»
Os
bendecimos en el nombre del Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor peleará a tu favor.
LECTURA
BREVE Jdt 13, 18-19
Que
el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito
el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe contra la cabeza
del general enemigo. los que recuerdan esta hazaña de Dios jamás perderán la
confianza que tú inspiras.
V.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios.
R.
Y la cumplen.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO
Te
está cantando el martillo
y
rueda en tu honor la rueda.
Puede
que la luz no pueda
librar
del humo su brillo.
¡Qué
sudoroso y sencillo
te
pones a mediodía,
Dios
de esta dura porfía
de
estar sin pausa creando,
y
verte necesitando
del
hombre más cada día!
Quién
diga que Dios ha muerto
que
salga a la luz y vea
si
el mundo es o no tarea
de
un Dios que sigue despierto.
Ya
no es su sitio el desierto
ni
en la montaña se esconde;
decid,
si preguntan dónde,
que
Dios está -sin mortaja-
en
donde un hombre trabaja
y
un corazón le responde. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant.
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant.
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Tb 12, 6
Bendecid
a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho,
pues él os ha mostrado su misericordia.
V.
Dichoso el seno de santa María Virgen.
R.
Que llevó al Hijo del eterno Padre.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes.
Salmo
118, 161-168
Los
nobles me perseguían sin motivo,
pero
mi corazón respetaba tus palabras;
yo
me alegraba con tu promesa,
como
el que encuentra un rico botín;
detesto
y aborrezco la mentira,
y
amo tu voluntad.
Siete
veces al día te alabo
por
tus justos mandamientos;
mucha
paz tienen los que aman tus leyes,
y
nada los hace tropezar;
aguardo
tu salvación, Señor,
y
cumplo tus mandatos.
Mi
alma guarda tus preceptos
y
los ama intensamente;
guardo
tus decretos,
y
tú tienes presente mis caminos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes.
Ant.
2. El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.
Salmo
132 - FELICIDAD DE LA CONCORDIA FRATERNA
Ved
qué paz y qué alegría,
convivir
los hermanos unidos.
Es
ungüento precioso en la cabeza,
que
va bajando por la barba,
que
baja por la barba de Aarón,
hasta
la franja de su ornamento.
Es
rocío del Hermón, que va bajando
sobre
el monte Sión.
Porque
allí manda el Señor la bendición:
la
vida para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.
Ant.
3. Defiéndeme de la mano perversa, Señor Dios, mi fuerte salvador.
Salmo
139, 1-9. 13-14 - TÚ ERES MI REFUGIO
Líbrame,
Señor, del malvado,
guárdame
del hombre violento,
que
planean maldades en su corazón
y
todo el día provocan contiendas;
afilan
sus lenguas como serpientes,
con
veneno de víboras en los labios.
Defiéndeme,
Señor, de la mano perversa,
guárdame
de los hombres violentos,
que
preparan zancadillas a mis pasos.
Los
soberbios me esconden trampas;
los
perversos me tienden una red
y
por el camino me colocan lazos.
Pero
yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»;
Señor,
atiende a mis gritos de socorro;
Señor
Dios, mi fuerte salvador,
que
cubres mi cabeza el día de la batalla.
Señor,
no le concedas sus deseos al malvado,
no
des éxito a sus proyectos.
Yo
sé que el Señor hace justicia al afligido
y
defiende el derecho del pobre.
Los
justos alabarán tu nombre,
los
honrados habitarán en tu presencia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Defiéndeme de la mano perversa, Señor Dios, mi fuerte salvador.
LECTURA
BREVE Sb 7, 27-28
La
sabiduría, sin salir de si misma, todo lo renueva; en todas las edades entra en
las almas santas y forma en ellas amigos de Dios y profetas, porque Dios no ama
sino a quien vive con la sabiduría.
V.
Bendita tú entre las mujeres.
R.
Y bendito el fruto de tu vientre.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
Oración de la tarde
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
UNA MUJER CREYENTE DE ISRAEL.
Una
mujer creyente de Israel
es
para siempre madre de la vida;
bendita
por su fe la nueva Eva,
morada
santa donde Dios habita.
Lo
mismo que Isabel, la santa Iglesia
hoy
a su madre alaba y felicita:
«¡Bendita
seas, Dios está contigo,
llena
de gracia al par, Virgen María!
Y
bendito en la morada sempiterna
aquel
que tú llevaste, Peregrina,
aquel
que, con el Padre y el Espíritu,
al
bendecirte a ti nos bendecía.» Amén.
SALMODIA
Ant.
1. Entró María en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir:. «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Entró María en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Ant.
2. Tan pronto como llegaron a mis oídos las palabras de tu saludo, dio luego el
niño en mi seno saltos de alegría.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Tan pronto como llegaron a mis oídos las palabras de tu saludo, dio luego el
niño en mi seno saltos de alegría.
Ant.
3. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
EL
PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito
sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en la persona de Cristo
con
toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo,
antes
de crear el mundo,
para
que fuésemos consagrados
e
irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo,
por
pura iniciativa suya,
a
ser sus hijos,
para
que la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en
su querido Hijo,
redunde
en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre,
hemos
recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha
sido un derroche para con nosotros,
dándonos
a conocer el misterio de su voluntad.
Éste
es el plan
que
había proyectado realizar por Cristo
cuando
llegase el momento culminante:
hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las
del cielo y las de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
LECTURA
BREVE 1Pe 5, 5-7
Sed
humildes unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia
a los humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo
os eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se interesa
por vosotros.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R.
Y bendito el fruto de tu vientre.
V.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de
su esclava.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de
su esclava.
PRECES
Proclamemos
las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones
felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Que
la llena de gracia interceda por nosotros.
Tú
que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
y
a todos abundancia de salud y de paz.
Haz,
Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y
que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Tú
que hiciste de María la madre de misericordia,
haz
que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.
Tú
que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y
de José,
haz
que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la
santidad.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú
que coronaste a María como reina del cielo,
haz
que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando
en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme
también de bienes al mundo hambriento:
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, tú que, cuando María llevaba en su seno a tu Hijo, le
inspiraste que visitara a su prima santa Isabel, haz que nosotros seamos
siempre dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que, con María,
podamos proclamar eternamente tu grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
SE INCLINA YA MI FRENTE
Se
inclina ya mi frente,
sellado
está el trabajo;
Señor,
tu pecho sea
la
gracia del descanso.
Mis
ojos se retiran,
la
voz deja su canto,
pero
el amor enciende
su
lámpara velando.
Lucero
que te fuiste,
con
gran amor amado,
en
tu gloria dormimos
y
en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo
85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina
tu oído, Señor; escúchame,
que
soy un pobre desamparado;
protege
mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva
a tu siervo, que confía en ti.
Tú
eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que
a ti te estoy llamando todo el día;
alegra
el alma de tu siervo,
pues
levanto mi alma hacia ti;
porque
tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico
en misericordia con los que te invocan.
Señor,
escucha mi oración,
atiende
a la voz de mi súplica.
En
el día del peligro te llamo,
y
tú me escuchas.
No
tienes igual entre los dioses, Señor,
ni
hay obras como las tuyas.
Todos
los pueblos vendrán
a
postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán
tu nombre:
«Grande
eres tú, y haces maravillas;
tú
eres el único Dios.»
Enséñame,
Señor, tu camino,
para
que siga tu verdad;
mantén
mi corazón entero
en
el temor de tu nombre.
Te
alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré
gloria a tu nombre por siempre,
por
tu grande piedad para conmigo,
porque
me salvaste del abismo profundo.
Dios
mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una
banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin
tenerte en cuenta a ti.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento
a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame,
ten compasión de mí.
Da
fuerza a tu siervo,
salva
al hijo de tu esclava;
dame
una señal propicia,
que
la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque
tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios
nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió
por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Concede,
Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la
simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine
para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTÍFONA
FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
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