De la Feria. Salterio III
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
CON GOZO EL CORAZÓN CANTE LA VIDA
Con
gozo el corazón cante la vida,
presencia
y maravilla del Señor,
de
luz y de color bella armonía,
sinfónica
cadencia de su amor.
Palabra
esplendorosa de su Verbo,
cascada
luminosa de verdad,
que
fluye en todo ser que en él fue hecho
imagen
de su ser y de su amor.
La
fe cante al Señor, y su alabanza,
palabra
mensajera del amor,
responda
con ternura a su llamada
en
himno agradecido a su gran don.
Dejemos
que su amor nos llene el alma
en
íntimo diálogo con Dios,
en
puras claridades cara a cara,
bañadas
por los rayos de su sol.
Al
Padre subirá nuestra alabanza
por
Cristo, nuestro vivo intercesor,
en
alas de su Espíritu que inflama
en
todo corazón su gran amor. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Salmo
88,39-53 - IV: LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID
Tú,
encolerizado con tu Ungido,
lo
has rechazado y desechado;
has
roto la alianza con tu siervo
y
has profanado hasta el suelo su corona;
has
derribado sus murallas
y
derrocado sus fortalezas;
todo
viandante lo saquea,
y
es la burla de sus vecinos;
has
sostenido la diestra de sus enemigos
y
has dado el triunfo a sus adversarios;
pero
a él le has embotado la espada
y
no lo has confortado en la pelea;
has
quebrado su cetro glorioso
y
has derribado su trono;
has
acortado los días de su juventud
y
lo has cubierto de ignominia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Ant
2. Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Salmo
88,39-53 - V
¿Hasta
cuándo, Señor, estarás escondido
y
arderá como un fuego tu cólera?
Recuerda,
Señor, lo corta que es mi vida
y
lo caducos que has creado a los humanos.
¿Quién
vivirá sin ver la muerte?
¿Quién
sustraerá su vida a la garra del abismo?
¿Dónde
está, Señor, tu antigua misericordia
que
por tu fidelidad juraste a David?
Acuérdate,
Señor, de la afrenta de tus siervos:
lo
que tengo que aguantar de las naciones,
de
cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
de
cómo afrentan las huellas de tu Ungido.
Bendito
el Señor por siempre. Amén, amén.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Ant
3. Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde
siempre y por siempre.
Salmo
89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor,
tú has sido nuestro refugio
de
generación en generación.
Antes
que naciesen los montes
o
fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde
siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú
reduces el hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil
años en tu presencia
son
un ayer, que pasó;
una
vigilia nocturna.
Los
siembras año por año,
como
hierba que se renueva:
que
florece y se renueva por la mañana,
y
por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo
nos ha consumido tu cólera
y
nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste
nuestras culpas ante ti,
nuestros
secretos ante la luz de tu mirada:
y
todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y
nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque
uno viva setenta años,
y
el más robusto hasta ochenta,
la
mayor parte son fatiga inútil,
porque
pasan aprisa y vuelan.
¿Quién
conoce la vehemencia de tu ira,
quién
ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos
a calcular nuestros años,
para
que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete,
Señor, ¿hasta cuándo?
Ten
compasión de tus siervos;
por
la mañana sácianos de tu misericordia,
y
toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos
alegría, por los días en que nos afligiste,
por
los años en que sufrimos desdichas.
Que
tus siervos vean tu acción,
y
sus hijos tu gloria.
Baje
a nosotros la bondad del Señor
y
haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde
siempre y por siempre.
V.
En ti, Señor, está la fuente viva.
R.
Y tu luz nos hace ver la luz.
PRIMERA
LECTURA
De
la segunda carta del apóstol san Pedro 3, 1-10
DIOS
ES FIEL A SUS PROMESAS
Hermanos:
Ésta es ya la segunda carta que os escribo. En las dos he procurado excitar con
mi recuerdo vuestro sano criterio. Así traeréis a la memoria las palabras
predichas por los santos profetas y la enseñanza del Señor y Salvador, que os
comunicaron vuestros apóstoles.
Ante
todo habéis de saber que en los últimos tiempos vendrán escarnecedores con sus
burlas, que llevarán una vida en conformidad con sus concupiscencias y que
dirán: «¿Qué se ha hecho de la promesa de su venida? Desde que murieron
nuestros padres, todo sigue lo mismo que desde el principio de la creación.»
Estos tales se olvidan de propósito que ya en tiempos muy antiguos hubo cielos
y hubo tierra que salió del agua y adquirió estabilidad en medio de las aguas
por la palabra de Dios, y que por ellas pereció el mundo de entonces, anegado
en el diluvio. Pero los cielos y la tierra actuales están guardados por la
misma palabra de Dios para el fuego; están reservados para el día del juicio y
de la destrucción de los impíos.
Una
cosa importantísima, carísimos, no debéis olvidar. Y es que para el Señor un
día es como mil años, y mil años como un día. No es tardo el Señor en el
cumplimiento de sus promesas, como algunos piensan. Lo que hace es aguardaros
pacientemente, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos vengáis a
arrepentiros.
Pero
vendrá el día del Señor como un ladrón: entonces desaparecerán los cielos con
estruendo, los elementos abrasados se disolverán y la tierra con todas sus
obras dejará de existir.
RESPONSORIO
Mt 24, 43-44; 2Pe 3, 10
R.
Si el amo de la casa supiera a qué hora de la noche ha de venir el ladrón,
estaría en vela y no le dejaría horadar la pared de su casa. * Así, también
vosotros estad preparados.
V.
El día del Señor vendrá como un ladrón: entonces desaparecerán los cielos con
estruendo.
R.
Así, también vosotros estad preparados.
SEGUNDA
LECTURA
Del
Comentario de san Bruno, presbítero, sobre los salmos
(Salmo
83: Edición Cartusiae de Pratis, 1891, 376-377)
SI
ME OLVIDO DE TI, JERUSALÉN
¡Qué
deseables son tus moradas! Mi alma se consume y anhela llegar a los atrios del
Señor, es decir, desea llegar a la Jerusalén del cielo, la gran ciudad del Dios
vivo.
El
profeta nos muestra cuál sea la razón por la que desea llegar a los atrios del
Señor: «Lo deseo, Señor Dios de los ejércitos celestiales, Rey mío y Dios mío,
porque son dichosos los que viven en tu casa, la Jerusalén celestial.» Es como
si dijera: «¿Quién no anhelará llegar a tus atrios, siendo tú el mismo Dios, el
Señor de los ejércitos, el Rey del universo? ¿Quién no anhelará penetrar en tu
tabernáculo si son dichosos los que viven en tu casa?» Atrios y casa significan
aquí lo mismo. Y cuando dice aquí dichosos ya se sobrentiende que tienen tanta
dicha cuanto el hombre es capaz de concebir. Por ello son dichosos los que
habitan en sus atrios, porque alaban a Dios con un amor totalmente definitivo,
que durará por los siglos de los siglos, es decir, eternamente; y no podrían
alabar eternamente, sino fueran eternamente dichosos.
Esta
dicha nadie puede alcanzarla por sus propias fuerzas, aunque posea ya la
esperanza, la fe y el amor; únicamente la logra el hombre dichoso que encuentra
en ti su fuerza y con ella dispone su corazón para que llegue a esta suprema
felicidad, que es lo mismo que decir: únicamente alcanza esta suprema dicha
aquel que, después de ejercitarse en las diversas virtudes y buenas obras,
recibe además el auxilio de la gracia divina; pues por sí mismo nadie puede
llegar a esta suprema felicidad, como lo afirma el mismo Señor: Nadie sube al
cielo -se entiende por sí mismo-, sino el Hijo del hombre, que está en el
cielo.
Afirmo
que dispone su corazón para subir hasta esta suprema felicidad porque, de
hecho, el hombre se encuentra en un árido valle de lágrimas, es decir, en un
mundo que, en comparación con la vida eterna, que viene a ser como un monte
repleto de alegría, es un valle profundo donde abundan los sufrimientos y las
tribulaciones.
Pero
como sea que el profeta declara dichoso al hombre que encuentra en ti su fuerza,
podría alguien preguntarse: «¿Concede Dios su ayuda para conseguir esto?» A
ello respondo: Sin duda alguna, Dios concede a los santos este auxilio. En
efecto, nuestro legislador, Cristo, el mismo que nos dio la ley, nos ha dado y
continuará dándonos sin cesar sus bendiciones; con ellas nos irá elevando hacia
la dicha suprema y así subiremos, de altura en altura, hasta que lleguemos a
contemplar a Cristo, el Dios de los dioses; él nos divinizará en la futura
Jerusalén del cielo: por ello allí podremos contemplar al Dios de los dioses,
es decir, a la Santa Trinidad en sus mismos santos; es decir, nuestra
inteligencia sabrá descubrir en nosotros mismos a aquel Dios a quien nadie en
este mundo pudo ver y de esta forma Dios lo será todo en todos.
RESPONSORIO
1Jn 3, 2-3
R.
Ahora somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de
ser. * Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo
veremos tal cual es.
V.
Todo el que tiene esta esperanza en él se vuelve santo como él es santo.
R.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos
tal cual es.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva,
protege con bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en
Cristo, la verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Himno:
SEÑOR, CUANDO FLORECE UN NUEVO DÍA.
Señor,
cuando florece un nuevo día
en
el jardín del tiempo,
no
dejes que la espina del pecado
vierta
en él su veneno.
El
trabajo del hombre rompe el surco
en
el campo moreno;
en
frutos de bondad y de justicia
convierte
sus deseos.
Alivia
sus dolores con la hartura
de
tu propio alimento;
y
que vuelvan al fuego de tu casa
cansados
y contentos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo
86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él
la ha cimentado sobre el monte santo;
y
el Señor prefiere las puertas de Sión
a
todas las moradas de Jacob.
¡Qué
pregón tan glorioso para ti,
ciudad
de Dios!
«Contaré
a Egipto y a Babilonia
entre
mis fieles;
filisteos,
tirios y etíopes
han
nacido allí.»
Se
dirá de Sión: «Uno por uno
todos
han nacido en ella;
el
Altísimo en persona la ha fundado.»
El
Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste
ha nacido allí.»
Y
cantarán mientras danzan:
«Todas
mis fuentes están en ti.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Ant
2. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.
Cántico:
EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad,
el Señor Dios llega con poder,
y
su brazo manda.
Mirad,
viene con él su salario
y
su recompensa lo precede.
Como
un pastor que apacienta el rebaño,
su
brazo lo reúne,
toma
en brazos los corderos
y
hace recostar a las madres.
¿Quién
ha medido a puñados el mar
o
mensurado a palmos el cielo,
o
a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién
ha pesado en la balanza los montes
y
en la báscula las colinas?
¿Quién
ha medido el aliento del Señor?
¿Quién
le ha sugerido su proyecto?
¿Con
quién se aconsejó para entenderlo,
para
que le enseñara el camino exacto,
para
que le enseñara el saber
y
le sugiriese el método inteligente?
Mirad,
las naciones son gotas de un cubo
y
valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad,
las islas pesan lo que un grano,
el
Líbano no basta para leña,
sus
fieras no bastan para el holocausto.
En
su presencia, las naciones todas,
como
si no existieran,
son
ante él como nada y vacío.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.
Ant
3. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
Salmo
98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El
Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado
sobre querubines, vacile la tierra.
El
Señor es grande en Sión,
encumbrado
sobre todos los pueblos.
Reconozcan
tu nombre, grande y terrible:
Él
es santo.
Reinas
con poder y amas la justicia,
tú
has establecido la rectitud;
tú
administras la justicia y el derecho,
tú
actúas en Jacob.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante el estrado de sus pies:
Él
es santo.
Moisés
y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel
con los que invocan su nombre,
invocaban
al Señor, y él respondía.
Dios
les hablaba desde la columna de nube;
oyeron
sus mandatos y la ley que les dio.
Señor,
Dios nuestro, tú les respondías,
tú
eras para ellos un Dios de perdón
y
un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante su monte santo:
Santo
es el Señor, nuestro Dios.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
LECTURA
BREVE 1Pe 4, 10-11
Que
cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como
buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que toma la palabra
que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en virtud
del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de
Jesucristo, Señor nuestro, cuya es la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R.
Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V.
Guardaré tus leyes.
R.
Respóndeme, Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos
gracias al Señor, que guía y alimenta con amor a su pueblo, y digámosle:
Te
glorificamos por siempre, Señor.
Señor,
rey del universo, te alabamos por el amor que nos tienes,
porque
de manera admirable nos creaste y más admirablemente aún nos redimiste.
Al
comenzar este nuevo día, pon en nuestros corazones el anhelo de servirte,
para
que te glorifiquemos en todos nuestros pensamientos y acciones.
Purifica
nuestros corazones de todo mal deseo,
y
haz que estemos siempre atentos a tu voluntad.
Danos
un corazón abierto a las necesidades de nuestros hermanos,
para
que a nadie falte la ayuda de nuestro amor.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Acudamos
ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
todopoderoso y eterno: a los pueblos que viven en tiniebla y en sombra de
muerte, ilumínalos con tu luz, ya que con ella nos ha visitado el sol que nace
de lo alto, Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
Salmo
118, 113-120
Detesto
a los inconstantes
y
amo tu voluntad;
tú
eres mi refugio y mi escudo,
yo
espero en tu palabra;
apartaos
de mí los perversos,
y
cumpliré tus mandatos, Dios mío.
Sosténme
con tu promesa y viviré,
que
no quede frustrada mi esperanza;
dame
apoyo y estaré a salvo,
me
fijaré en tus leyes sin cesar;
desprecias
a los que se desvían de tus decretos,
sus
proyectos son engaño.
Tienes
por escoria a los malvados,
por
eso amo tus preceptos;
mi
carne se estremece con tu temor,
y
respeto tus mandamientos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
Ant
2. Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Salmo
78, 1-5. 8-11. 13 - LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Dios
mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han
profanado tu santo templo,
han
reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron
los cadáveres de tus siervos
en
pasto a las aves del cielo,
y
la carne de tus fieles
a
las fieras de la tierra,
Derramaron
su sangre como agua
en
torno a Jerusalén,
y
nadie la enterraba.
Fuimos
el escarnio de nuestros vecinos,
la
irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Vas
a estar siempre enojado?
¿Va
a arder como fuego tu cólera?
No
recuerdes contra nosotros
las
culpas de nuestros padres;
que
tu compasión nos alcance pronto,
pues
estamos agotados.
Socórrenos,
Dios salvador nuestro,
por
el honor de tu nombre;
líbranos
y perdona nuestros pecados
a
causa de tu nombre.
¿Por
qué han de decir los gentiles:
«Dónde
está su Dios»?
Que
a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza
de
la sangre de tus siervos derramada.
Llegue
a tu presencia el gemido del cautivo:
con
tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas
de tu rebaño,
te
daremos gracias siempre,
cantaremos
tus alabanzas
de
generación en generación.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Ant
3. Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
Salmo
79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor
de Israel, escucha,
tú
que guías a José como a un rebaño;
tú
que te sientas sobre querubines, resplandece
ante
Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta
tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh
Dios!, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Señor
Dios de los ejércitos,
¿hasta
cuándo estarás airado
mientras
tu pueblo te suplica?
Le
diste a comer llanto,
a
beber lágrimas a tragos;
nos
entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios
de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Sacaste
una vid de Egipto,
expulsaste
a los gentiles, y la trasplantaste;
le
preparaste el terreno y echó raíces
hasta
llenar el país;
su
sombra cubría las montañas,
y
sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió
sus sarmientos hasta el mar,
y
sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por
qué has derribado su cerca
para
que la saqueen los viandantes,
la
pisoteen los jabalíes
y
se la coman las alimañas?
Dios
de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven
a visitar tu viña,
la
cepa que tu diestra plantó,
y
que tú hiciste vigorosa.
La
han talado y le han prendido fuego:
con
un bramido hazlos perecer.
Que
tu mano proteja a tu escogido,
al
hombre que tú fortaleciste.
No
nos alejaremos de ti:
danos
vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
LECTURA
BREVE Sb 19, 20b
En
verdad, Señor, que en todo engrandeciste a tu pueblo y lo glorificaste, y no te
desdeñaste de asistirlo en todo tiempo y en todo lugar.
V.
Tú, oh Dios, haciendo maravillas.
R.
Mostraste tu poder a los pueblos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles
reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de
ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Dt 4, 7
¿Cuál
de las naciones grandes tiene unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro
Dios, siempre que lo invocamos?
V.
Cerca está el Señor de los que lo invocan.
R.
Y escucha sus gritos.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz,
pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Est 10, 9
Mi
pueblo es Israel, que clamó a Dios y fue salvado. Salvó el Señor a su pueblo y
nos liberó de todos estos males; obró Dios grandes señales y prodigios como
nunca los hubo en los demás pueblos.
V.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
R.
Y fuiste mi salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla,
Señor, a tu familia en oración y haz que imitando los ejemplos de paciencia de
tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ENFRÍA, SEÑOR, MI BOCA
Enfría,
Señor, mi boca;
Señor,
reduce mi brasa;
dame,
como te lo pido,
concordia
de cuerpo y alma.
Frente
al perverso oleaje,
ponme
costado de gracia;
dame,
como te demando,
concordia
de cuerpo y alma.
Señor,
mitiga mi angustia;
remite,
Señor, mi ansia;
dame,
como te la clamo,
concordia
de cuerpo y alma.
No
dejes que los sentidos
me
rindan en la batalla;
Señor,
Señor, no me niegues
concordia
de cuerpo y alma. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Salmo
131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor,
tenle en cuenta a David
todos
sus afanes:
cómo
juró al Señor
e
hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No
entraré bajo el techo de mi casa,
no
subiré al lecho de mi descanso,
no
daré sueño a mis ojos,
ni
reposo a mis párpados,
hasta
que encuentre un lugar para el Señor,
una
morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos
que estaba en Efrata,
la
encontramos en el Soto de Jaar:
entremos
en su morada,
postrémonos
ante el estrado de sus pies.
Levántate,
Señor, ven a tu mansión,
ven
con el arca de tu poder:
que
tus sacerdotes se vistan de gala,
que
tus fieles te aclamen.
Por
amor a tu siervo David,
no
niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Ant
2. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Salmo
131 II.
El
Señor ha jurado a David
una
promesa que no retractará:
«A
uno de tu linaje
pondré
sobre tu trono.
Si
tus hijos guardan mi alianza
y
los mandatos que les enseño,
también
sus hijos, por siempre,
se
sentarán sobre tu trono.»
Porque
el Señor ha elegido a Sión,
ha
deseado vivir en ella:
«Ésta
es mi mansión por siempre,
aquí
viviré, porque la deseo.
Bendeciré
sus provisiones,
a
sus pobres los saciaré de pan;
vestiré
a sus sacerdotes de gala,
y
sus fieles aclamarán con vítores.
Haré
germinar el vigor de David,
enciendo
una lámpara para mi Ungido.
A
sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre
él brillará mi diadema.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Ant
3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le
servirán.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA
BREVE 1Pe 3, 8-9
Procurad
todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con
ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al
contrario, responded con una bendición, porque vuestra vocación mira a esto: a
heredar una bendición.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R.
Nos alimentó el Señor con flor de harina.
V.
Nos sació con miel silvestre.
R.
Con flor de harina.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Nos alimentó el Señor con flor de harina.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
PRECES
Invoquemos
a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo:
Señor,
refugio nuestro, escúchanos.
Bendito
seas, Señor, que nos has llamado a tu santa Iglesia;
haz
que seamos fieles a esta dignación de tu amor.
Tú
que has encomendado al Papa Francisco la preocupación por todas las Iglesias,
concédele
una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.
Da
a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
y
concede a todos la penitencia y la salvación.
Tú
que quisiste habitar en un país extranjero,
acuérdate
de los que viven lejos de su familia y de su patria.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
A
todos los difuntos que esperaron en ti,
concédeles
el descanso eterno.
Ya
que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos con plena confianza a Dios
nuestro Padre:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
todopoderoso, te damos gracias por el día que termina e imploramos tu clemencia
para que nos perdones benignamente todas las faltas que, por la fragilidad de
la condición humana, en él hayamos cometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi carne descansa serena.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi carne descansa serena.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 23
Que
el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor
Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios
te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida,
dulzura y esperanza nuestra,
Dios
te salve.
A
ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a
ti suspiramos , gimiendo y llorando
en
este valle de lágrimas.
Ea,
pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve
a nosotros tus ojos misericordiosos,
y
después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh
clemente, oh piadosa,
oh
dulce Virgen María!
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