De la Feria. Salterio IV
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente
antífona:
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?
Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.
Señor, ¿a quién iremos,
si tu voz no nos habla?
Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los goces pequeños
y en las angustias largas.
Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.
¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?
Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.
¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas?
¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!
¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.
SALMODIA
Ant 1. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino
tu diestra y la luz de tu rostro.
Salmo 43 I ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO
A SUS ENEMIGOS
¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.
Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.
Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.
Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.
Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu
diestra y la luz de tu rostro.
Ant 2. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os
convertís a él.
Salmo 43 II
Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.
Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.
Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os
convertís a él.
Ant 3. Levántate, Señor, no nos rechaces más.
Salmo 43 III
Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.
Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?
Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Levántate, Señor, no nos rechaces más.
V. Haz brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Esdras 9, 1-9. 15--10, 5
DISOLUCIÓN DE LOS MATRIMONIOS PROHIBIDOS POR LA LEY
En aquellos días, se acercaron a mí, Esdras, las
autoridades, para decirme:
«El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han
cometido las mismas abominaciones que los pueblos paganos, cananeos, hititas,
fereceos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; ellos y sus hijos
se han casado con extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con pueblos
paganos. Los Jefes y los consejeros han sido los primeros en cometer esta
infamia.»
Cuando me enteré de esto, me rasgué los vestidos y el manto,
me afeité la cabeza y la barba y me senté desolado. Todos los que respetaban la
ley del Dios de Israel se reunieron junto a mí al enterarse de esta infamia de
los deportados. Permanecí abatido hasta la hora de la oblación de la tarde.
Pero, al llegar ese instante, acabé mi penitencia y, con el vestido y el manto
rasgados, me arrodillé y alcé las manos al Señor, mi Dios, diciendo:
«Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el
rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra
culpa llega al cielo. Desde los tiempos de nuestros padres hasta hoy hemos sido
reos de grandes culpas, y, por nuestros delitos, nosotros, con nuestros reyes y
sacerdotes, hemos sido entregados a reyes extranjeros, a la espada, al
destierro, al saqueo y a la ignominia, que es la situación actual. Pero ahora
el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido un momento de gracia, dejándonos un
resto y una estaca en su lugar santo, dando luz a nuestros ojos y
concediéndonos respiro en nuestra esclavitud. Porque éramos esclavos, pero
nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud; nos granjeó el favor de los
reyes de Persia, nos dio respiro para levantar el templo de nuestro Dios y
restaurar sus ruinas y nos dio una tapia en Judá y Jerusalén.
Señor, Dios de Israel, este resto que hoy sigue con vida
demuestra que eres justo. Nos presentamos ante ti como reos, pues, después de
lo ocurrido, no podemos enfrentarnos contigo.»
Mientras Esdras, llorando y postrado ante el templo de
Dios, oraba y hacía esta confesión, una gran multitud de israelitas -hombres,
mujeres y niños- se reunió junto a él, llorando sin parar. Entonces, Secanías,
hijo de Yejiel, descendiente de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras:
«Hemos sido infieles a nuestro Dios, al casarnos con mujeres
extranjeras de los pueblos paganos. Pero todavía hay esperanza para Israel. Nos
comprometeremos con nuestro Dios a despedir a todas las mujeres extranjeras y a
los niños que hemos tenido de ellas, según decidas tú y los que respetan los
preceptos de nuestro Dios. Cúmplase la ley. Levántate, que este asunto es
competencia tuya y nosotros te apoyaremos. Actúa con energía.»
Esdras se puso en pie e hizo jurar a los príncipes de los
sacerdotes, a los levitas y a todo Israel que actuarían de esa forma. Ellos lo
juraron.
RESPONSORIO Esd 9, 6. 10; Sal 129, 3
R. Nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra
culpa llega al cielo, * porque hemos abandonado los preceptos que nos diste.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá
resistir?
R. Porque hemos abandonado los preceptos que nos diste.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio de Nisa, obispo.
(Homilía 6 Sobre las bienaventuranzas: PG 44, 1263-1266)
DIOS ES COMO UNA ROCA INACCESIBLE
Lo mismo que suele acontecer al que desde la cumbre de un
alto monte mira algún dilatado mar, esto mismo le sucede a mi mente cuando
desde las alturas de la voz divina, como desde la cima de un monte, mira la
inexplicable profundidad de su contenido.
Sucede, en efecto, lo mismo que en muchos lugares
marítimos, en los cuales, al contemplar un monte por el lado que mira al mar,
lo vemos como cortado por la mitad y completamente liso desde su cima hasta la
base, y como si su cumbre estuviera suspendida sobre el abismo; la misma
impresión que causa al que mira desde tan elevada altura a lo profundo del mar,
la misma sensación de vértigo experimento yo al quedar como en suspenso por la
grandeza de esta afirmación del Señor: Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios.
Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón
purificado. Nadie ha visto jamás a Dios, dice san Juan; y Pablo confirma esta
sentencia con aquellas palabras tan elevadas: A quien ningún hombre vio ni
puede ver. Esta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como
privada de todo sustentáculo y aguante intelectual; de ella afirmó también
Moisés en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca
puede acercarse a ella por más que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie
subir por sus laderas escarpadas, según aquella sentencia: Nadie puede ver al
Señor y seguir viviendo.
Y, sin embargo, la vida eterna consiste en ver a Dios. Y
que esta visión es imposible lo afirman las columnas de la fe, Juan, Pablo y
Moisés. ¿Te das cuenta del vértigo que produce en el alma la consideración de
las profundidades que contemplamos en estas palabras? Si Dios es la vida, el
que no ve a Dios no ve la vida. Y que Dios no puede ser visto lo atestiguan,
movidos por el Espíritu divino, tanto los profetas como los apóstoles. ¿En qué
angustias, pues, no se debate la esperanza del hombre? Pero el Señor levanta y
sustenta esta esperanza que vacila. Como hizo en la persona de Pedro cuando
estaba a punto de hundirse, al volver a consolidar sus pies sobre las aguas.
Por lo tanto, si también a nosotros nos da la mano aquel
que es la Palabra, si, viéndonos vacilar en el abismo de nuestras
especulaciones, nos otorga la estabilidad, iluminando un poco nuestra
inteligencia, entonces ya no temeremos, si caminamos cogidos de su mano. Porque
dice: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
RESPONSORIO Jn 1, 18; Sal 144, 3
R. Nadie ha visto jamás a Dios; * el Hijo unigénito, que
está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
V. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es
incalculable su grandeza.
R. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es
quien nos lo ha dado a conocer.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a
tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el
sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el
Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Himno: OH DIOS, AUTOR DE LA LUZ.
Oh Dios, autor de la luz,
de los cielos la lumbrera,
que el universo sostienes
abriendo tu mano diestra.
La aurora, con mar de grana,
cubriendo está las estrellas,
bautizando humedecida
con el rocío la tierra.
Auséntanse ya las sombras,
al orbe la noche deja,
y al nuevo día el lucero,
de Cristo imagen, despierta.
Tú, día de día, oh Dios,
y Luz de Luz, de potencia
soberana, oh Trinidad,
doquier poderoso reinas.
Oh Salvador, ante ti
inclinamos la cabeza,
y ante el Padre y el Espíritu,
dándote gloria perpetua. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río
la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66,
10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la
paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE Rm 8, 18-21
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto
que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en
nosotros. La creación entera está en expectación, suspirando por esa
manifestación gloriosa de los hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron
sometidas al desorden, no porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del
hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez,
libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad
gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.
V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y
perdónanos nuestros pecados.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros
padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y
perdónanos nuestros pecados.
PRECES
Invoquemos a Dios, de quién viene la salvación para su
pueblo, diciendo:
Tú, que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.
Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
porque en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza
viva,
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen
tuya,
haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.
Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y
la envidia,
tu Espíritu de amor.
Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los
hambrientos, alegría a los tristes,
a todos la gracia y la salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos
atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la
salvación para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te
sirvamos, con santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN ESPÍRITU SANTO, LUZ Y GOZO
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias, sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE 1Jn 3, 23-24
Éste es el mandamiento de Dios: Que creamos en el nombre
de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos mutuamente conforme al mandamiento que
nos dio. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Y
conocemos que permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.
V. Tú, Señor, apoyas al inocente.
R. Tú, el Dios justo, sondeas el corazón y las entrañas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu
Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros
participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de
nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de
nosotros.
Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Sb 1, 1-2
Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad
rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadlo. Porque se deja hallar
de los que no le tientan, se manifiesta a los que no desconfían de él.
V. Confía en el Señor y haz el bien.
R. Habita tu tierra y practica la lealtad.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la
oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu
luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el
corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Si me amáis, guardaréis mis mandatos», dice el
Señor.
Salmo 118, 153-160
Mira mi abatimiento y líbrame,
porque no olvido tu voluntad;
defiende mi causa y rescátame,
con tu promesa dame vida;
la justicia está lejos de los malvados
que no buscan tus leyes.
Grande es tu ternura, Señor,
con tus mandamientos dame vida;
muchos son los enemigos que me persiguen,
pero yo no me aparto de tus preceptos;
viendo a los renegados sentía indignación,
porque no guardan tus mandatos.
Mira cómo amo tus decretos,
Señor, por tu misericordia dame vida;
el compendio de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios son eternos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. «Si me amáis, guardaréis mis mandatos», dice el
Señor.
Ant 2. Que el Señor te bendiga y veas la paz todos los
días de tu vida.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Que el Señor te bendiga y veas la paz todos los días
de tu vida.
Ant 3. El Señor peleará a tu favor.
Salmo 128 - ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
-que lo diga Israel-,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!
Sobre mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.
Retrocedan, avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;
que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.»
Os bendecimos en el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor peleará a tu favor.
LECTURA BREVE Hb 12, 1b-2
Después de habernos despojado de todo el peso y del
equipaje que nos distraía, corramos también nosotros con firmeza y constancia
la carrera para nosotros preparada. Llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo
y consumador de la fe, quien, para ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con
toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia; y está sentado a
la diestra del trono de Dios.
V. Mi alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que
imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la
adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
PORQUE ES TARDE, DIOS MÍO.
Porque
es tarde, Dios mío,
porque
anochece ya
y
se nubla el camino,
porque
temo perder
las
huellas que he seguido,
no
me dejes tan solo
y
quédate conmigo.
Porque
he sido rebelde
y
he buscado el peligro,
y
escudriñé curioso
las
cumbres y el abismo,
perdóname,
Señor,
y
quédate conmigo.
Porque
ardo en sed de ti
y
en hambre de tu trigo,
ven,
siéntate a mi mesa,
dígnate
ser mi amigo.
¡Qué
aprisa cae la tarde...!
¡quédate
conmigo! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
Salmo
143 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito
el Señor, mi Roca,
que
adiestra mis manos para el combate,
mis
dedos para la pelea;
mi
bienhechor, mi alcázar,
baluarte
donde me pongo a salvo,
mi
escudo y mi refugio,
que
me somete los pueblos.
Señor,
¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué
los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El
hombre es igual que un soplo;
sus
días, una sombra que pasa.
Señor,
inclina tu cielo y desciende,
toca
los montes, y echarán humo,
fulmina
el rayo y dispérsalos,
dispara
tus saetas y desbarátalos.
Extiende
la mano desde arriba:
defiéndeme,
líbrame de las aguas caudalosas,
de
la mano de los extranjeros,
cuya
boca dice falsedades,
cuya
diestra jura en falso.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
Ant
2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
Salmo
143 II
Dios
mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré
para ti el arpa de diez cuerdas:
para
ti que das la victoria a los reyes,
y
salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme
de la espada cruel,
sálvame
de las manos de extranjeros,
cuya
boca dice falsedades,
cuya
diestra jura en falso.
Sean
nuestros hijos un plantío,
crecidos
desde su adolescencia;
nuestras
hijas sean columnas talladas,
estructura
de un templo.
Que
nuestros silos estén repletos
de
frutos de toda especie;
que
nuestros rebaños a millares
se
multipliquen en las praderas,
y
nuestros bueyes vengan cargados;
que
no haya brechas ni aberturas,
ni
alarma en nuestras plazas.
Dichoso
el pueblo que esto tiene,
dichoso
el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
Ant
3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA
BREVE Col 1,23
Perseverad
firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la esperanza
del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura bajo los
cielos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
R.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
V.
En verdes praderas me hace recostar.
R.
Nada me falta.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.
PRECES
Invoquemos
a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:
Señor,
danos tu luz, la salvación y la paz.
Luz
indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los
hombres,
ilumina
a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
No
lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
pues
de ti procede el perdón.
Señor,
tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de
la naturaleza,
haz
que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los
hombres.
Protege,
Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos;
que
con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Señor,
tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen en
tiniebla y en sombra de muerte,
y
ábreles las puertas de tu reino.
Porque
todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos
a decir:
Padre
nuestro...
ORACION
Acoge
benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las huellas de
tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi carne descansa serena.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi carne descansa serena.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 23
Que
el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor
Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre
del Redentor, Virgen fecunda,
puerta
del cielo siempre abierta,
estrella
del mar,
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y
permaneces siempre virgen.
Recibe
el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
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