De la Feria. Salterio I
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS
Con
entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar
tu palabra deseamos;
que
el Espíritu ponga en nuestros labios
la
alabanza al Padre de los cielos.
Se
convierta en nosotros la palabra
en
la luz que a los hombres ilumina,
en
la fuente que salta hasta la vida,
en
el pan que repara nuestras fuerzas;
en
el himno de amor y de alabanza
que
se canta en el cielo eternamente,
y
en la carne de Cristo se hizo canto
de
la tierra y del cielo juntamente.
Gloria
a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el
Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y
al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica
tu nombre por los siglos. Amén
SALMODIA
Ant
1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Salmo
17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Yo
te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor,
mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios
mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi
fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco
al Señor de mi alabanza
y
quedo libre de mis enemigos.
Me
cercaban olas mortales,
torrentes
destructores me aterraban,
me
envolvían las redes del abismo,
me
alcanzaban los lazos de la muerte.
En
el peligro invoqué al Señor,
grité
a mi Dios:
desde
su templo él escuchó mi voz
y
mi grito llegó a sus oídos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Ant
2. El Señor me libró porque me amaba.
Salmo
17 II
Entonces
tembló y retembló la tierra,
vacilaron
los cimientos de los montes,
sacudidos
por su cólera;
de
su rostro se alzaba una humareda,
de
su boca un fuego voraz,
y
lanzaba carbones ardiendo.
Inclinó
el cielo y bajó
con
nubarrones debajo de sus pies;
volaba
sobre un querubín
cerniéndose
sobre las alas del viento,
envuelto
en un manto de oscuridad:
como
un toldo, lo rodeaban
oscuro
aguacero y nubes espesas;
al
fulgor de su presencia, las nubes
se
deshicieron en granizo y centellas;
y
el Señor tronaba desde el cielo,
el
Altísimo hacía oír su voz:
disparando
sus saetas, los dispersaba,
y
sus contínuos relámpagos los enloquecían.
El
fondo del mar apareció,
y
se vieron los cimientos del orbe,
cuando
tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al
soplo de tu ira.
Desde
el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me
sacó de las aguas caudalosas,
me
libró de un enemigo poderoso,
de
adversarios más fuertes que yo.
Me
acosaban el día funesto,
pero
el Señor fue mi apoyo:
me
sacó a un lugar espacioso,
me
libró porque me amaba.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor me libró porque me amaba.
Ant
3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
Salmo
17 III
El
Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó
la pureza de mis manos,
porque
seguí los caminos del Señor
y
no me rebelé contra mi Dios;
porque
tuve presentes sus mandamientos
y
no me aparté de sus preceptos;
Le
fui enteramente fiel,
guardándome
de toda culpa;
el
Señor retribuyó mi justicia,
la
pureza de mis manos en su presencia.
Con
el fiel, tú eres fiel;
con
el íntegro, tú eres íntegro;
con
el sincero, tú eres sincero;
con
el astuto, tú eres sagaz.
Tú
salvas al pueblo afligido
y
humillas los ojos soberbios.
Señor,
tú eres mi lámpara;
Dios
mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado
en ti, me meto en la refriega;
fiado
en mi Dios, asalto la muralla.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
V.
Todos quedaban maravillados.
R.
De las palabras que salían de la boca de Dios.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del Génesis 43, 1-11a. 13-17. 26-34
LOS
HERMANOS DE JOSÉ BAJAN DE NUEVO A EGIPTO
En
aquellos días, el hambre apretaba en el país; cuando se terminaron los víveres
que habían traído de Egipto, su padre les dijo:
«Volved
a comprarnos provisiones.»
Judá
le contestó:
«Aquel
hombre nos ha jurado: —No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro
hermano"; si permites a nuestro hermano venir con nosotros, bajaremos a
comprarte provisiones; si no lo dejas, no bajaremos; pues aquel hombre nos
dijo: "No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro hermano."»
Israel
les dijo:
«¿Por
qué me habéis dado ese disgusto: decirle que teníais otro hermano?»
Contestaron:
«Aquel
hombre nos preguntaba por nosotros y por nuestra familia: "¿Vive todavía
vuestro padre?, ¿tenéis más hermanos?" Y nosotros, respondimos a sus
preguntas. ¿Cómo íbamos a suponer que nos iba a decir: "Traedme a vuestro
hermano"?»
Judá
dijo a su padre, Israel:
«Deja
que el muchacho venga conmigo, así iremos y salvaremos la vida; de lo
contrario, moriremos, tú y nosotros y los niños. Yo salgo fiador por él; a mí
me pedirás cuentas de él: si no te lo traigo y lo pongo delante de ti, rompes
conmigo para siempre. Si no hubiéramos dado largas, ya estaríamos de vuelta la
segunda vez.»
Israel,
su padre, les respondió:
«Si
no hay más remedio, hacedlo: tomad productos del país en vuestras vasijas y
llevádselos como regalo a aquel hombre. Tomad a vuestro hermano y volved a
visitar a aquel hombre. Dios Todopoderoso lo haga compadecerse de vosotros, y
os suelte a vuestro hermano y deje a Benjamín. Si tengo que quedarme solo, me
quedaré.»
Ellos
tomaron consigo los regalos, doble cantidad de dinero y a Benjamín; se
encaminaron a Egipto y se presentaron a José. Cuando José vio con ellos a
Benjamín, dijo a su mayordomo:
«Hazlos
entrar en casa; que maten y guisen, pues al mediodía comerán conmigo.»
El
mayordomo hizo lo que mandó José, y los hizo entrar en casa de José. Cuando
José entró en casa, ellos le presentaron los regalos que habían traído y se
postraron en tierra. El les preguntó:
«¿Qué
tal estáis?, ¿qué tal está vuestro viejo padre, del que me hablasteis?, ¿vive
todavía?» Contestaron:
«Tu
siervo, nuestro padre, está bien, vive todavía.»
Y
se inclinaron y se postraron. Alzando la vista, vio José a Benjamín, su hermano,
hijo de su madre, y preguntó:
«¿Es
éste el hermano menor de quien me hablasteis?» Y añadió:
«Dios
te dé su favor, hijo mío.»
En
seguida, conmovido por su hermano, le vinieron ganas de llorar; y, entrando en
la alcoba, lloró allí. Después, se lavó la cara, salió, dominándose, y mandó:
«Servid
la comida.»
Le
sirvieron a él por un lado, a ellos por otro y a los egipcios convidados por
otro; pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, pues sería sacrilegio.
Se sentaron frente a él, empezando por el primogénito y terminando por el
menor, y se miraban asombrados. José les hacía pasar porciones de su mesa, y la
porción de Benjamín era cinco veces mayor. Así comieron y bebieron con él.
RESPONSORIO
Cf. Gn 42, 36; cf. 43, 14
R.
Se lamentaba Jacob a causa de sus dos hijos: «Desgraciado de mí, aún lloro a
José, desaparecido, y estoy muy triste a causa de Benjamín, que os llevasteis
para obtener provisiones; * pido al Dios Todopoderoso que, apiadado de mis
lágrimas, me permita contemplarlos de nuevo.»
V.
Postrándose Jacob sobre la tierra, y adorando, dijo con lágrimas en los ojos:
R.
«Pido al Dios Todopoderoso que, apiadado de mis lágrimas, me permita
contemplarlos de nuevo.»
SEGUNDA
LECTURA
De
las cartas de san Ambrosio, obispo
(Carta
35, 4-6. 13: PL 16 [edición 1845], 1078-1079. 1081)
SOMOS
HEREDEROS DE DIOS Y COHEREDEROS DE CRISTO
Dice
el Apóstol que el que, por el espíritu, hace morir las malas pasiones del
cuerpo vivirá. Y ello nada tiene de extraño, ya que el que posee el Espíritu de
Dios se convierte en hijo de Dios. Y hasta tal punto es hijo de Dios, que no
recibe ya espíritu de esclavitud, sino espíritu de adopción filial, al extremo
de que el Espíritu Santo se une a nuestro espíritu para testificar que somos
hijos de Dios. Este testimonio del Espíritu Santo consiste en que él mismo
clama en nuestros corazones: ¡Padre!, como leemos en la carta a los Gálatas.
Pero existe otro importante testimonio de que somos hijos de Dios: el hecho de
que somos herederos de Dios y coherederos de Cristo; es coheredero de Cristo el
que es glorificado juntamente con él, y es glorificado juntamente con él aquel
que, padeciendo por él, realmente padece con él.
Y,
para animarnos a este padecimiento, añade que todos nuestros padecimientos son
inferiores y desproporcionados a las magnitud de los bienes futuros, que se nos
darán como premio de nuestras fatigas, premio que se ha de revelar en nosotros
cuando, restaurados plenamente a imagen de Dios, podremos contemplar su gloria
cara a cara. Y, para encarecer la magnitud de esta revelación futura, añade que
la misma creación entera está en expectación de esa manifestación gloriosa de
los hijos de Dios, ya que las creaturas todas están ahora sometidas al
desorden, a pesar suyo, pero conservando la esperanza, ya que esperan de Cristo
la gracia de su ayuda para quedar ellas a su vez libres de la esclavitud de la
corrupción, para tomar parte en la libertad que con la gloria han de recibir
los hijos de Dios; de este modo, cuando se ponga de manifiesto la gloria de los
hijos de Dios, será una misma realidad la libertad de las creaturas y la de los
hijos de Dios. Mas ahora, mientras esta manifestación no es todavía un hecho,
la creación entera gime en la expectación de la gloria de nuestra adopción y
redención, y sus gemidos son como dolores de parto, que van engendrando ya
aquel espíritu de salvación, por su deseo de verse libre de la esclavitud del
desorden.
Está
claro que los que gimen anhelando la adopción filial lo hacen porque poseen las
primicias del Espíritu; y esta adopción filial consiste en la redención del
cuerpo entero, cuando el que posee las primicias del Espíritu, como hijo
adoptivo de Dios, verá cara a cara el bien divino y eterno; porque ahora la
Iglesia del Señor posee ya la adopción filial, puesto que el Espíritu clama:
¡Padre!, como dice la carta a los Gálatas. Pero esta adopción será perfecta
cuando resucitarán, dotados de incorrupción, de honor y de gloria, todos
aquellos que hayan merecido contemplar la faz de Dios; entonces la condición
humana habrá alcanzado la redención en su sentido pleno. Por esto el Apóstol
afirma, lleno de confianza, que en esperanza poseemos esta salvación. La
esperanza, en efecto, es causa de salvación, como lo es también la fe, de la
cual se dice en el Evangelio: Tu fe te ha salvado.
RESPONSORIO
Rm 8, 17; 5, 9
R.
Somos herederos de Dios y coherederos de Cristo, * si es que padecemos
juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con él.
V.
Justificados por su sangre, seremos salvados por él de la cólera divina.
R.
Si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con
él.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
protege a tu pueblo con tu amor siempre fiel y, ya que sólo en ti hemos puesto
nuestra esperanza, defiéndenos siempre con tu poder. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Himno:
SENTENCIA DE DIOS AL HOMBRE
Sentencia
de Dios al hombre
antes
que el día comience:
«Que
el pan no venga a tu mesa
sin
el sudor de tu frente.
Ni
el sol se te da de balde,
ni
el aire por ser quien eres:
las
cosas son herramientas
y
buscan quien las maneje.
El
mar les pone corazas
de
sal amarga a los peces;
el
hondo sol campesino
madura
a fuego las mieses.
La
piedra, con ser la piedra,
guarda
una chispa caliente;
y
en el rumor de la nube
combaten
el rayo y la nieve.
A
ti te inventé las manos
y
un corazón que no duerme;
puse
en tu boca palabras
y
pensamiento en tu frente.
No
basta con dar las gracias
sin
dar lo que las merece:
a
fuerza de gratitudes
se
vuelve la tierra estéril.» Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo
35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS.
El
malvado escucha en su interior
un
oráculo del pecado:
«No
tengo miedo a Dios,
ni
en su presencia.»
Porque
se hace la ilusión de que su culpa
no
será descubierta ni aborrecida.
Las
palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia
a ser sensato y a obrar bien;
acostado
medita el crimen,
se
obstina en el mal camino,
no
rechaza la maldad.
Señor,
tu misericordia llega al cielo,
tu
fidelidad hasta las nubes,
tu
justicia hasta las altas cordilleras;
tus
sentencias son como el océano inmenso.
Tú
socorres a hombres y animales;
¡qué
inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los
humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se
nutren de lo sabroso de tu casa,
les
das a beber del torrente de tus delicias,
porque
en ti está la fuente viva
y
tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga
tu misericordia con los que te reconocen,
tu
justicia con los rectos de corazón;
que
no me pisotee el pie del soberbio,
que
no me eche fuera la mano del malvado.
Han
fracasado los malhechores;
derribados,
no se pueden levantar.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Ant
2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico:
HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19
¡Alabad
a mi Dios con tambores,
elevad
cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle
los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad
e invocad su nombre!
porque
el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su
nombre es el Señor.
Cantaré
a mi Dios un cántico nuevo:
Señor,
tú eres grande y glorioso,
admirable
en tu fuerza, invencible.
Que
te sirva toda la creación,
porque
tú lo mandaste y existió;
enviaste
tu aliento y la construiste,
nada
puede resistir a tu voz.
Sacudirán
las olas los cimientos de los montes,
las
peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero
tú serás propicio a tus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant
3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Salmo
46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL.
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad
a Dios con gritos de júbilo;
porque
el Señor es sublime y terrible,
emperador
de toda la tierra.
El
nos somete los pueblos
y
nos sojuzga las naciones;
El
nos escogió por heredad suya:
gloria
de Jacob, su amado.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el
Señor, al son de trompetas:
tocad
para Dios, tocad,
tocad
para nuestro Rey, tocad.
Porque
Dios es el rey del mundo:
tocad
con maestría.
Dios
reina sobre las naciones,
Dios
se sienta en su trono sagrado.
Los
príncipes de los gentiles se reúnen
con
el pueblo del Dios de Abraham;
porque
de Dios son los grandes de la tierra,
y
él es excelso.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
LECTURA
BREVE Tb 4, 16-17. 19-20
No
hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y da tus
vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en
toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a
buen fin todas tus sendas y proyectos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R.
Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V.
Dame vida con tu palabra.
R.
Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
PRECES
Demos
gracias a Cristo y alabémoslo porque ha querido santificarnos y llamarnos
hermanos suyos; digámosle, pues, confiados:
Santifica,
Señor, a tus hermanos.
Concédenos,
Señor, consagrar el principio de este día en honor de tu resurrección
y
haz que todos los trabajos que realicemos durante esta jornada te sean
agradables.
Haz
que sepamos descubrirte a ti en todos nuestros hermanos,
sobre
todo en los tristes, en los más pobres y en los que son menos útiles a los ojos
del mundo.
Tú
que para aumentar nuestra alegría y afianzar nuestra salvación nos das el nuevo
dia, signo de tu amor,
renuévanos
hoy y siempre para gloria de tu nombre.
Haz
que durante este dia estemos en paz con todo el mundo
y
que a nadie devolvamos mal por mal.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tal
como Cristo nos enseñó, terminemos nuestra oración diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, salvador nuestro, danos tu ayuda para que siempre deseemos las obras de la
luz y realicemos la verdad: así, los que de ti hemos nacido en el bautismo,
seremos tus testigos ante los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Salmo
118, 9-16
¿Cómo
podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo
tus palabras.
Te
busco de todo corazón,
no
consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En
mi corazón escondo tus consignas,
así
no pecaré contra ti.
Bendito
eres, Señor,
enséñame
tus leyes.
Mis
labios van enumerando
los
mandamientos de tu boca;
mi
alegría es el camino de tus preceptos,
más
que todas las riquezas.
Medito
tus decretos,
y
me fijo en tus sendas;
tu
voluntad es mi delicia,
no
olvidaré tus palabras.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Ant
2. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Salmo
16 - I DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO
Señor,
escucha mi apelación,
atiende
a mis clamores,
presta
oído a mi súplica,
que
en mis labios no hay engaño:
emane
de ti la sentencia,
miren
tus ojos la rectitud.
Aunque
sondees mi corazón,
visitándolo
de noche,
aunque
me pruebes al fuego,
no
encontrarás malicia en mí.
Mi
boca no ha faltado
como
suelen los hombres;
según
tus mandatos yo me he mantenido
en
la senda establecida.
Mis
pies estuvieron firmes en tus caminos,
y
no vacilaron mis pasos.
Yo
te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina
el oído y escucha mis palabras.
Muestra
las maravillas de tu misericordia,
tú
que salvas de los adversarios
a
quien se refugia a tu derecha.
Guárdame
como a las niñas de tus ojos,
a
la sombra de tus alas escóndeme
de
los malvados que me asaltan,
del
enemigo mortal que me cerca.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Ant
3. Levántate, Señor, y líbrame.
Salmo
16 II
Han
cerrado sus entrañas
y
hablan con boca arrogante;
ya
me rodean sus pasos,
se
hacen guiños para derribarme,
como
un león ávido de presa,
como
un cachorro agazapado en su escondrijo.
Levántate,
Señor, hazle frente, doblégalo,
que
tu espada me libre del malvado,
y
tu mano, Señor, de los mortales;
mortales
de este mundo: sea su lote esta vida;
de
tu despensa les llenarás el vientre,
se
saciarán sus hijos
y
dejarán a sus pequeños lo que sobra.
Pero
yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y
al despertar me saciaré de tu semblante.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Levántate, Señor, y líbrame.
LECTURA
BREVE 1Pe 1, 13-14
Con
ánimo dispuesto y vigilante poned toda vuestra esperanza en la gracia que os
llegará cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a
las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.
V.
Enséñame, Señor, tus caminos.
R.
Instrúyeme en tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que
congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en
medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE 1Pe 1, 15-16
Como
es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque
está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo.»
V.
Que tus sacerdotes se vistan de justicia.
R.
Que tus fieles te aclamen con júbilo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un
descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia
nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh
Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu
gran amor, tu gran misericordia,
y
tu fuerza nos das para seguirte
por
el mismo camino hacia la gloria.
Que
fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra
parte en tu obra salvadora,
y,
al llegar a la tarde de la vida,
en
gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias,
Padre, a ti porque nos llamas,
a
Jesús, que en su sangre nos redime,
y
al Espíritu Santo, luz y guía
de
este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE St 4, 7-8a. 10
Vivid
sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él
se acercará a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
V.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles.
R.
En los que esperan en su misericordia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la
cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para
manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
HORA DE LA TARDE.
Hora
de la tarde,
fin
de las labores.
Amo
de las viñas,
paga
los trabajos
de
tus viñadores.
Al
romper el día
nos
apalabraste.
Cuidamos
tu viña
del
alba a la tarde.
Ahora
que nos pagas,
nos
lo das de balde,
que
a jornal de gloria
no
hay trabajo grande.
Das
al de la tarde
lo
que al mañanero.
Son
tuyas las horas
y
tuyo el viñedo.
A
lo que sembramos
dale
crecimiento.
Tú
que eres la viña,
cuida
los sarmientos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Salmo
26 I - CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es la defensa de mi vida,
¿quién
me hará temblar?
Cuando
me asaltan los malvados
para
devorar mi carne,
ellos,
enemigos y adversarios,
tropiezan
y caen.
Si
un ejército acampa contra mí,
mi
corazón no tiembla;
si
me declaran la guerra,
me
siento tranquilo.
Una
cosa pido al Señor,
eso
buscaré:
habitar
en la casa del Señor
por
los días de mi vida;
gozar
de la dulzura del Señor
contemplando
su templo.
Él
me protegerá en su tienda
el
día del peligro;
me
esconderá en lo escondido de su morada,
me
alzará sobre la roca;
y
así levantaré la cabeza
sobre
el enemigo que me cerca;
en
su tienda sacrificaré
sacrificios
de aclamación:
cantaré
y tocaré para el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Ant
2. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo
26 II
Escúchame,
Señor, que te llamo;
ten
piedad, respóndeme.
Oigo
en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu
rostro buscaré, Señor,
no
me escondas tu rostro.
No
rechaces con ira a tu siervo,
que
tú eres mi auxilio;
no
me deseches, no me abandones,
Dios
de mi salvación.
Si
mi padre y mi madre me abandonan,
el
Señor me recogerá.
Señor,
enséñame tu camino,
guíame
por la senda llana,
porque
tengo enemigos.
No
me entregues a la saña de mi adversario,
porque
se levantan contra mí testigos falsos,
que
respiran violencia.
Espero
gozar de la dicha del Señor
en
el país de la vida.
Espera
en el Señor, sé valiente,
ten
ánimo, espera en el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Ant
3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico:
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS
MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos
gracias a Dios Padre,
que
nos ha hecho capaces de compartir
la
herencia del pueblo santo en la luz.
Él
nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y
nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por
cuya sangre hemos recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
Él
es imagen de Dios invisible,
primogénito
de toda creatura;
pues
por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes
y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
todo
fue creado por él y para él.
Él
es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él
es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él
es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y
así es el primero en todo.
Porque
en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y
por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo
la paz por la sangre de su cruz
con
todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
LECTURA
BREVE St 1, 22. 25
Llevad
a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros
mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace
libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra,
éste encontrará la felicidad en practicarla.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R.
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V.
No arrebates mi alma con los pecadores.
R.
Ten misericordia de mí.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
PRECES
Oremos,
hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digámosle:
Muéstranos,
Señor, la abundancia de tu amor.
Acuérdate,
Señor, de tu Iglesia: guárdala de todo mal
y
haz que crezca en tu amor.
Que
todos los pueblos, Señor, te reconozcan como al único Dios verdadero,
y
a Jesucristo como al Salvador que tú has enviado.
A
nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes
y
que tu bondad les dé la vida eterna.
Te
pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: alivia sus dificultades
y
haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
En
tu misericordia acoge a los que hoy han muerto
y
dales posesión de tu reino.
Unidos
fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre
común:
Padre
nuestro...
ORACION
Escucha,
Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que
eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de
los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
SE INCLINA YA MI FRENTE
Se
inclina ya mi frente,
sellado
está el trabajo;
Señor,
tu pecho sea
la
gracia del descanso.
Mis
ojos se retiran,
la
voz deja su canto,
pero
el amor enciende
su
lámpara velando.
Lucero
que te fuiste,
con
gran amor amado,
en
tu gloria dormimos
y
en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo
30 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo nunca defraudado;
tú,
que eres justo, ponme a salvo,
inclina
tu oído hacia mí;
ven
aprisa a librarme,
sé
la roca de mi refugio,
un
baluarte donde me salve,
tú
que eres mi roca y mi baluarte;
por
tu nombre dirígeme y guíame:
sácame
de la red que me han tendido,
porque
tú eres mi amparo.
En
tus manos encomiendo mi espíritu:
tú,
el Dios leal, me librarás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant
2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo
129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor,
escucha mi voz;
estén
tus oídos atentos
a
la voz de mi súplica.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién
podrá resistir?
Pero
de ti procede el perdón,
y
así infundes respeto.
Mi
alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
mi
alma aguarda al Señor,
más
que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor,
como
el centinela la aurora;
porque
del Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa;
y
él redimirá a Israel
de
todos sus delitos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA
BREVE Ef 4,26-27
No
lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No
dejéis lugar al diablo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a
ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y
las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la
noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos
constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
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