De la Feria. Salterio I. I Vísperas del Domingo XXII.
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE
Señor,
tú que llamaste
del
fondo del no ser todos los seres,
prodigios
del cincel de tu palabra,
imágenes
de ti resplandecientes;
Señor,
tú que creaste
la
bella nave azul en que navegan
los
hijos de los hombres, entre espacios
repletos
de misterio y luz de estrellas;
Señor,
tú que nos diste
la
inmensa dignidad de ser tus hijos,
no
dejes que el pecado y que la muerte
destruyan
en el hombre el ser divino.
Señor,
tú que salvaste
al
hombre de caer en el vacío,
recréanos
de nuevo en tu Palabra
y
llámanos de nuevo al paraíso.
Oh
Padre, tú que enviaste
al
mundo de los hombres a tu Hijo,
no
dejes que se apague en nuestras almas
la
luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant
1. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los
cielos.
Salmo
130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS.
Señor,
mi corazón no es ambicioso,
ni
mis ojos altaneros;
no
pretendo grandezas
que
superan mi capacidad;
sino
que acallo y modero mis deseos,
como
un niño en brazos de su madre.
Espere
Israel en el Señor
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los
cielos.
Ant
2. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Salmo
131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor,
tenle en cuenta a David
todos
sus afanes:
cómo
juró al Señor
e
hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No
entraré bajo el techo de mi casa,
no
subiré al lecho de mi descanso,
no
daré sueño a mis ojos,
ni
reposo a mis párpados,
hasta
que encuentre un lugar para el Señor,
una
morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos
que estaba en Efrata,
la
encontramos en el Soto de Jaar:
entremos
en su morada,
postrémonos
ante el estrado de sus pies.
Levántate,
Señor, ven a tu mansión,
ven
con el arca de tu poder:
que
tus sacerdotes se vistan de gala,
que
tus fieles te aclamen.
Por
amor a tu siervo David,
no
niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Ant
3. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
Salmo
131 II.
El
Señor ha jurado a David
una
promesa que no retractará:
«A
uno de tu linaje
pondré
sobre tu trono.
Si
tus hijos guardan mi alianza
y
los mandatos que les enseño,
también
sus hijos, por siempre,
se
sentarán sobre tu trono.»
Porque
el Señor ha elegido a Sión,
ha
deseado vivir en ella:
«Ésta
es mi mansión por siempre,
aquí
viviré, porque la deseo.
Bendeciré
sus provisiones,
a
sus pobres los saciaré de pan;
vestiré
a sus sacerdotes de gala,
y
sus fieles aclamarán con vítores.
Haré
germinar el vigor de David,
enciendo
una lámpara para mi Ungido.
A
sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre
él brillará mi diadema.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
V.
Venid a ver las obras del Señor.
R.
Las maravillas que hace en la tierra.
PRIMERA
LECTURA
Carta
del apóstol san Pablo a Filemón 1-25
EL
APÓSTOL INTERCEDE POR ONÉSIMO
Pablo,
prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a Filemón, nuestro querido
amigo y colaborador, y a la hermana Apia y a Arquipo, nuestro compañero de
armas, y a la Iglesia que se reúne en tu casa: La gracia y la paz sean con
vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.
Doy
continuamente gracias a mi Dios, al acordarme de ti en mis oraciones; porque
tengo noticias de tu caridad y de la fe que tienes para con Jesús, el Señor, y
para con todos los fieles. Que la generosidad que te inspira tu fe te mueva a dar
a conocer todo el bien que se da entre nosotros para gloria de Cristo. En
verdad, he recibido alegría y consuelo con las nuevas de tu caridad, y porque,
hermano, has proporcionado verdadero alivio a los corazones de los fieles.
Por
este motivo, aunque tengo la suficiente confianza y libertad en nombre de
Cristo para mandarte lo que es justo, prefiero apelar a tu caridad. Y,
presentándome tal cual soy, yo, Pablo, anciano, y ahora además preso de Cristo
Jesús, te pido por mi hijo, a quien engendré entre cadenas, por Onésimo, que en
otro tiempo fue inútil para ti, para pero ahora es muy útil para ti y para mí.
Te lo envío, es decir, te envío mi corazón.
Yo
quisiera retenerlo a mi lado, para que me sirviera en tu lugar, en estas
cadenas que llevo por el Evangelio; pero no quiero hacer nada sin contar
contigo. Así, el favor que me haces no será por imposición, sino por tu libre
voluntad. Quizás por esto ha permitido Dios que se escapara de tu lado por una
temporada. Así, lo recobrarás para siempre, y no ya como a esclavo, sino, mejor
que como a esclavo, como a un hermano carísimo; él es muy querido para mí, pero
¡cuánto más lo será para ti, no sólo desde el punto de vista material, sino
también en el Señor!
Si,
pues, realmente me tienes por compañero tuyo, recíbelo como si fuese yo en
persona. Y, si en alguna cosa te ha perjudicado o te debe algo, ponlo a mi
cuenta. Yo, Pablo, lo firmo de mi puño y letra: yo te lo pagaré. Por no
recordarte que tú mismo te me debes. Sí, hermano, hazme este favor en el Señor.
Consuela mi corazón en Cristo.
Seguro
de tu docilidad, te escribo la presente, sabiendo que harás más de lo que te
digo. Y, al mismo tiempo, vete preparándome el hospedaje, porque espero que por
vuestras oraciones Dios hará que me llegue a vosotros.
Saludos
de Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús. También de Marcos, de
Aristarco, de Demas y de Lucas, mis colaboradores. La gracia de Jesucristo, el
Señor, sea con vuestro espíritu.
RESPONSORIO
Ga 3, 28; 4, 7; Flm 16
R.
Todos sois uno en Cristo Jesús. * Por consiguiente, ya no eres esclavo, sino
hijo; y, si eres hijo, también eres heredero por voluntad de Dios.
V.
Recíbelo, y no ya como a esclavo, sino, mejor que como a esclavo, como a un
hermano carísimo.
R.
Por consiguiente, ya no eres esclavo, sino hijo; y, si eres hijo, también eres
heredero por voluntad de Dios.
SEGUNDA
LECTURA
De
las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo
(Homilía
50, 3-4: PG 58, 508-509)
AL
ADORNAR EL TEMPLO, NO DESPRECIES AL HERMANO NECESITADO
¿Deseas
honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples
desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si
al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es
mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve
hambre y no me disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de
hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El
templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en
cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.
Reflexionemos,
pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor con que él desea ser honrado;
pues, cuando se quiere honrar a alguien, debemos pensar en el honor que a él le
agrada, no en el que a nosotros nos place. También Pedro pretendió honrar al
Señor cuando no quería dejarse lavar los pies, pero lo que él quería impedir no
era el honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario. Así tú debes
tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a
los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de oro, pero sí,
en cambio, desea almas semejantes al oro.
No
digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los
templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima
de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque si Dios
acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas
que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha al templo sólo saca
provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca provecho tanto quien la
hace como quien la recibe. El don dado para el templo puede ser motivo de
vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y de caridad.
¿De
qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo
muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te
sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no
eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con
lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para
cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento falto
del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a
contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello?
¿No se indignará más bien contigo? O si, viéndolo vestido de andrajos y muerto
de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro,
afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte
de su indigencia con la más sarcástica de tus ironías?
Piensa,
pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante,
peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las
paredes y las columnas del templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te
niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que estoy
diciendo, no pretendo prohibir el uso de tales adornos, pero sí que quiero
afirmar que es del todo necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más:
os exhorto a que sintáis mayor preocupación por el hermano necesitado que por
el adorno del templo. Nadie, en efecto, resultará condenado por omitir esto
segundo, en cambio, los castigos del infierno, el fuego inextinguible y la
compañía de los demonios están destinados para quienes descuiden lo primero.
Por tanto, al adornar el templo, procurad no despreciar al hermano necesitado,
porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.
RESPONSORIO
Mt 25, 35. 40; Pr 19, 17
R.
Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui
forastero y me hospedasteis. * Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno
de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
V.
Quien se apiada del pobre presta al Señor.
R.
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes
hermanos, conmigo lo hicisteis.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor
Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a
tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de
la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros
corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno:
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos
de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos
el gozo de la luz que nos llega
resucitada
y resucitadora.
Tu
mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y
el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas
el alba igual que una palabra,
tu
pronuncias el mar como sentencia.
Regresa,
desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude
a su trabajo, madruga a sus dolores;
le
confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica
de pan y amarga de sudores.
Y
tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en
sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y
estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los
dos así velando por las cosas.
¡Bendita
la mañana que trae la noticia
de
tu presencia joven, en gloria y poderío,
la
serena certeza con que el día proclama
que
el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo
118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te
invoco de todo corazón;
respóndeme,
Señor, y guardaré tus leyes;
a
ti grito: sálvame,
y
cumpliré tus decretos;
me
adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando
tus palabras.
Mis
ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando
tu promesa;
escucha
mi voz por tu misericordia,
con
tus mandamientos dame vida;
ya
se acercan mis inicuos perseguidores,
están
lejos de tu voluntad.
Tú,
Señor, estás cerca,
y
todos tus mandatos son estables;
hace
tiempo comprendí que tus preceptos
los
fundaste para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant
2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico:
HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré
al Señor, sublime es su victoria,
caballos
y carros ha arrojado en el mar.
Mi
fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Él
es mi Dios: yo lo alabaré;
el
Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El
Señor es un guerrero,
su
nombre es «El Señor».
Los
carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó
en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al
soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las
corrientes se alzaron como un dique,
las
olas se cuajaron en el mar.
Decía
el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré
el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré
la espada, los agarrará mi mano.»
Pero
sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se
hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién
como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién
como tu, terrible entre los santos,
temibles
por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste
tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste
con misericordia a tu pueblo rescatado,
los
llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo
introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar
del que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El
Señor reina por siempre jamás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant
3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo
116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo,
todos los pueblos:
Firme
es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA
BREVE 2Pe 1,10-11
Hermanos,
poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis
así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la
entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V.
Mi heredad en el país de la vida.
R.
Tú eres mi refugio.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos
a Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso y fiel de los
hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle diciendo:
Muéstranos,
Señor, los tesoros de tu amor.
Señor,
sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te
consagramos este nuevo día.
Que
sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y
glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú
que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina
hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu voluntad.
Haz
que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y
por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Con
la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole:
Padre
nuestro...
ORACION
Te
pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las
dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y
podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Salmo
118, 33-40
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes,
y
lo seguiré puntualmente;
enséñame
a cumplir tu voluntad
y
a guardarla de todo corazón;
guíame
por la senda de tus mandatos,
porque
ella es mi gozo.
Inclina
mi corazón a tus preceptos,
y
no al interés;
aparta
mis ojos de las vanidades,
dame
vida con tu palabra;
cumple
a tu siervo la promesa
que
hiciste a tus fieles.
Aparta
de mí la afrenta que temo,
porque
tus mandamientos son amables;
mira
cómo ansío tus decretos:
dame
vida con tu justicia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Ant
2. Los que buscan al Señor no carecen de nada.
Salmo
33 I - EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y
lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque
nada les falta a los que lo temen;
los
ricos empobrecen y pasan hambre,
los
que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los que buscan al Señor no carecen de nada.
Ant
2. Busca la paz y corre tras ella.
Salmo
33 II
Venid,
hijos, escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor;
¿hay
alguien que ame la vida
y
desee días de prosperidad?
Guarda
tu lengua del mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca
la paz y corre tras ella.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y
lo libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva
a los abatidos.
Aunque
el justo sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y
ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y
los que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no
será castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Busca la paz y corre tras ella.
LECTURA
BREVE 1R 8, 60-61
Sepan
todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro
corazón sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus
leyes y guardar sus mandamientos.
V.
Señor, enséñame tus caminos.
R.
Instrúyeme en tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS.
Señor
Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres
de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
2. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Jr 17, 9-10
Nada
más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro
el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el
fruto de sus acciones.
V.
Absuélveme, Señor, de lo que se me oculta.
R.
Preserva a tu siervo de la arrogancia.
ORACIÓN
OREMOS.
Señor,
fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti
sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo, nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
2. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Sb 7, 27a; 8, 1
La
sabiduría de Dios, aún siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo
lo renueva. Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y
gobierna de excelente manera todo el universo.
V.
Qué magníficas son tus obras, Señor.
R.
Qué profundos tus designios.
ORACIÓN
OREMOS.
Escucha,
Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por
intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante
toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo,
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
QUIÉN ES ESTE QUE VIENE
¿Quién
es este que viene,
recién
atardecido,
cubierto
por su sangre
como
varón que pisa los racimos?
Éste
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
¿Quién
es este que vuelve,
glorioso
y malherido,
y,
a precio de su muerte,
compra
la paz y libra a los cautivos?
Éste
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
Se
durmió con los muertos,
y
reina entre los vivos;
no
le venció la fosa,
porque
el Señor sostuvo a su elegido.
Este
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección.
Anunciad
a los pueblos
qué
habéis visto y oído;
aclamad
al que viene
como
la paz, bajo un clamor de olivos.
Este
es Cristo, el Señor,
que
venció nuestra muerte
con
su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo
118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara
es tu palabra para mis pasos,
luz
en mi sendero;
lo
juro y lo cumpliré:
guardaré
tus justos mandamientos;
¡estoy
tan afligido!
Señor,
dame vida según tu promesa.
Acepta,
Señor, los votos que pronuncio,
enséñame
tus mandatos;
mi
vida está siempre en peligro,
pero
no olvido tu voluntad;
los
malvados me tendieron un lazo,
pero
no me desvié de tus decretos.
Tus
preceptos son mi herencia perpetua,
la
alegría de mi corazón;
inclino
mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre
y cabalmente.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant
2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant
3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra.
Aleluya.
Cántico:
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo,
a pesar de su condición divina,
no
hizo alarde de su categoría de Dios,
al
contrario, se anonadó a sí mismo,
y
tomó la condición de esclavo,
pasando
por uno de tantos.
Y
así, actuando como un hombre cualquiera,
se
rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y
una muerte de cruz.
Por
eso Dios lo levantó sobre todo
y
le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en
el cielo, en la tierra, en el abismo
y
toda lengua proclame:
Jesucristo
es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA
BREVE Col 1, 3-6a
Damos
gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por
vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a
todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre
la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os
hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre
vosotros.
RESPONSORIO
BREVE
V.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V.
Su gloria se eleva sobre los cielos.
R.
Alabado sea el nombre del Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque
él revela sus secretos a los humildes.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén
Ant.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque
él revela sus secretos a los humildes.
PRECES
Demos
gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad,
y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
Escúchanos,
Señor, que confiamos en ti.
Padre
lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;
protégelos
con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que
los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para
que así tengan también parte en su consuelo.
Mira
con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y
haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate
dar y conservar los frutos de la tierra
para
que a nadie falte el pan de cada día.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Señor,
ten piedad de los difuntos
y
ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos
por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Oh
Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros
corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida,
aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6,4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la
celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios
te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida,
dulzura y esperanza nuestra,
Dios
te salve.
A
ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a
ti suspiramos , gimiendo y llorando
en
este valle de lágrimas.
Ea,
pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve
a nosotros tus ojos misericordiosos,
y
después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh
clemente, oh piadosa,
oh
dulce Virgen María!
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