Del Común de la Santísima Virgen María. Salterio III.
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. (MEMORIA)
Las sagradas Escrituras celebran la belleza del Carmelo, donde
el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo. En el
siglo XII, algunos eremitas se retiraron a aquel monte, constituyendo más tarde
una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen
María.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente
antífona:
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
LUCERO DE LA MAÑANA
Lucero
de la mañana,
norte
que muestra el camino,
cuando
turba de continuo
nuestro
mar la tramontana.
Quien
tanta grandeza explica
sin
alas puede volar,
porque
no podrá alabar
a
la que es más santa y rica.
Sois
pastora de tal suerte,
que
aseguráis los rebaños
de
mortandades y daños,
dando
al lobo cruda muerte.
Dais
vida a quien se os aplica,
y
en los cielos y en la tierra
libráis
las almas de guerra,
como
poderosa y rica.
Si
vuestro ejemplo tomasen
las
pastoras y pastores,
yo
fío que de dolores
para
siempre se librasen.
Tanto
Dios se os comunica,
que
sin fin os alabamos,
y
más cuando os contemplamos
en
el mundo la más rica. Amén
SALMODIA
Ant 1. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo
odian.
Salmo 67 I - ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios.
En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor,
alfombrad el camino del que avanza por el desierto;
su nombre es el Señor:
alegraos en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece;
sólo los rebeldes
se quedan en la tierra abrasada.
¡Oh Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el desierto,
la tierra tembló, el cielo destiló
ante Dios, el Dios del Sinaí;
ante Dios, el Dios de Israel.
Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo
odian.
Ant 2. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios
nos hace escapar de la muerte.
Salmo 67 II
El Señor pronuncia un oráculo,
millares pregonan la alegre noticia:
«Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;
las mujeres reparten el botín.
Mientras reposabais en los apriscos,
las alas de la paloma se cubrieron de plata,
el oro destellaba en su plumaje.
Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»
Las montañas de Basán son altísimas,
las montañas de Basán son escarpadas;
¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,
del monte escogido por Dios para habitar,
morada perpetua del Señor?
Los carros de Dios son miles y miles:
Dios marcha del Sinaí al santuario.
Subiste a la cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo de hombres:
incluso los que se resistían
a que el Señor Dios tuviera una morada.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los malvados contumaces.
Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,
los traeré desde el fondo del mar;
teñirás tus pies en la sangre del enemigo,
y los perros la lamerán con sus lenguas.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos
hace escapar de la muerte.
Ant 3. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el
Señor.
Salmo 67 III
Aparece tu cortejo, ¡oh Dios!,
el cortejo de mi Dios, de mi Rey,
hacia el santuario.
Al frente marchan los cantores;
los últimos, los tocadores de arpa;
en medio las muchachas van tocando panderos.
«En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,
al Señor, estirpe de Israel.»
Va delante Benjamín, el más pequeño;
los príncipes de Judá con sus tropeles;
los príncipes de Zabulón,
los príncipes de Neftalí.
¡Oh Dios!, despliega tu poder,
tu poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo.
Reprime a la Fiera del Cañaveral,
al tropel de los toros,
a los Novillos de los pueblos.
Que se te rindan con lingotes de plata:
dispersa las naciones belicosas.
Lleguen los magnates de Egipto,
Etiopía extienda sus manos a Dios.
Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios.»
Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
Desde el santuario Dios impone reverencia:
es el Dios de Israel
quien da fuerza y poder a su pueblo.
¡Dios sea bendito!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el
Señor.
V. Voy a escuchar lo que dice el Señor.
R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 4, 2--5, 7
DAVID REINA SOBRE TODO ISRAEL. TOMA DE JERUSALÉN
En aquellos días, estaban con Isbaal, hijo de Saúl, dos
hombres, jefes de banda, uno llamado Baaná y el otro Rekab, hijos de Rimmón de
Beerot, benjaminitas, porque también Beerot se consideraba de Benjamín. Los
habitantes de Beerot habían huido a Guittáyim, donde se han quedado hasta el
día de hoy como forasteros residentes.
Tenía Jonatán, hijo de Saúl, un hijo tullido de pies. Tenía
cinco años cuando llegó de Yizreel la noticia de lo de Saúl y Jonatán; su
nodriza lo tomó y huyó con él, pero con la precipitación de la huida, se le
cayó y quedó cojo. Se llamaba Meribaal.
Rekab y Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, se pusieron en
camino y llegaron a casa de Isbaal a la hora de más calor del día, cuando
dormía la siesta. Entraron en la casa. La portera se había dormido mientras
limpiaba el trigo. Rekab y su hermano Baaná se deslizaron cautelosamente y
entraron en la casa. Estaba Isbaal durmiendo en su lecho, en su recámara; lo
hirieron y lo mataron. Luego le cortaron la cabeza, la tomaron y caminaron toda
la noche por la ruta de la Arabá. Llevaron la cabeza de Isbaal a David, a
Hebrón, y le dijeron:
«Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu
enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido Dios a mi señor, el rey,
venganza sobre Saúl y sobre su descendencia.»
Respondió David a Rekab y a su hermano Baaná, hijos de
Rimmón de Beerot:
«¡Vive el Señor, que ha librado mi alma de toda angustia!
Si al que me anunció la muerte de Saúl, creyendo que me daba una buena noticia,
lo prendí y ordené matarlo en Siquelag, dándole este pago por su noticia,
¿cuánto más ahora que hombres malvados han dado muerte a un hombre justo en su
casa, sobre su lecho? ¿No deberé pediros cuenta de su sangre y exterminaros de
la tierra?»
Y David dio una orden a sus servidores, que los mataron,
les cortaron las manos y los pies y los colgaron junto a la piscina de Hebrón.
La cabeza de Isbaal la tomaron y la sepultaron en el sepulcro de Abner en
Hebrón. Entonces vinieron todas las tribus de Israel hacia David en Hebrón y le
dijeron:
«Hueso tuyo y carne tuya somos nosotros. Ya de antes,
cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las entradas y salidas de
Israel. El Señor te ha dicho: "Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás
caudillo de Israel."»
Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel a Hebrón y
el rey David hizo ahí un pacto con ellos ante el Señor, y ungieron a David como
rey de Israel.
Treinta años tenía cuando comenzó a reinar y reinó
cuarenta años. Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses. Reinó en
Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá treinta y tres años.
Marchó el rey sobre Jerusalén con todos sus hombres
contra los yebuseos, que habitaban aquella tierra. Dijeron éstos a David:
«No entrarás aquí, porque hasta los ciegos y cojos bastan
para rechazarte.»
Querían decir: «No entrará David aquí.»
Pero David conquistó la fortaleza de Sión, que es la
ciudad de David.
RESPONSORIO Sal 2, 2. 6. 1
R. Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías. * Pero yo mismo he establecido a mi Rey en
Sión, mi monte santo.
V. ¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos
planean un fracaso?
R. Pero yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi
monte santo.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san león Magno, papa
(Sermón
1, En la Natividad del Señor, 2. 3: PL 54, 191-192)
MARÍA,
ANTES DE CONCEBIR CORPORALMENTE, CONCIBIÓ EN SU ESPÍRITU
Dios
elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a
llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir
corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu.
Y, para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al observar en su
cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación con el ángel, lo
que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser Madre de Dios
confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de
dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo
pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas
cuando el ángel le da una prueba de la eficacia maravillosa de este poder
divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido también una inesperada
fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer
lo mismo con una mujer virgen.
Así,
pues, el Verbo de Dios, que es Dios, el Hijo de Dios, que ya al comienzo estaba
con Dios, por quien empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que
existen empezó a ser sino por él, se hace hombre para librar al hombre de la
muerte eterna; se abaja hasta asumir nuestra pequeñez, sin menguar por ello su
majestad, de tal modo que, permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era,
une la auténtica condición de esclavo a su condición divina, por la que es
igual al Padre; la unión que establece entre ambas naturalezas es tan
admirable, que ni la gloria de la divinidad absorbe la humanidad, ni la
humanidad disminuye en nada la divinidad.
Quedando,
pues, a salvo el carácter propio de cada una de las naturalezas, y unidas ambas
en una sola persona, la majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la
eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra
condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible,
Dios verdadero y hombre verdadero se conjugan armoniosamente en la única
persona del Señor; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el
único y mismo mediador entre Dios y los hombres pudo a la vez morir y
resucitar, por la conjunción en él de esta doble condición. Con razón, pues,
este nacimiento salvador había de dejar intacta la virginidad de la madre, ya
que fue a la vez salvaguarda del pudor y alumbramiento de la verdad.
Tal
era, amadísimos, la clase de nacimiento que convenía a Cristo, fuerza y
sabiduría de Dios; con él se mostró igual a nosotros por su humanidad, superior
a nosotros por su divinidad. Si no hubiera sido Dios verdadero, no hubiera
podido remediar nuestra situación; si no hubiera sido hombre verdadero, no
hubiera podido darnos ejemplo.
Por
eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el
cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos
ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas
las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana
ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros
sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?
RESPONSORIO
R.
Celebremos la festividad de la gloriosa Virgen María, en cuya humildad puso el
Señor sus ojos; * ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo
anunció.
V.
Cantemos alabanzas a Cristo en este día, al celebrar las glorias de la
admirable Madre de Dios.
R.
Ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo anunció.
ORACIÓN.
OREMOS,
Haz
venir, Señor, sobre nosotros la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen
María, para que, protegidos con su auxilio, podamos llegar a tu monte santo,
que es Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el
Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Himno:
ERES TÚ LA MUJER LLENA DE GLORIA
Eres
tú la mujer llena de gloria,
alzada
por encima de los astros;
con
tu sagrado pecho das la leche
al
que en su providencia te ha creado.
Lo
que Eva nos perdió tan tristemente,
tú
lo devuelves por tu fruto santo;
para
que al cielo ingresen los que lloran,
eres
tú la ventana del costado.
Tú
eres la puerta altísima del Rey
y
la entrada fulgente de la luz;
la
vida que esta Virgen nos devuelve
aplauda
el pueblo que alcanzó salud.
Sea
la gloria a ti, Señor Jesús,
que
de María Virgen has nacido,
gloria
contigo al Padre y al Paráclito,
por
sempiternos y gozosos siglos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado
la culpa de tu pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado
la culpa de tu pueblo.
Ant 2. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu
madruga por ti.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is
26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu
madruga por ti.
Ant 3. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
LECTURA
BREVE Is 61, 10
Desbordo
de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de
gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna
con sus joyas.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor la eligió y la predestinó.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
V.
La hizo morar en su templo santo.
R.
Y la predestinó.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Deseé la sabiduría con toda el alma, la pedí en la oración y creció en mí como
racimo que madura.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Deseé la sabiduría con toda el alma, la pedí en la oración y creció en mí como
racimo que madura.
PRECES
Elevemos
nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que
tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol
de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz
que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Palabra
eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos
de toda ocasión de pecado.
Salvador
del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
por
su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Señor
Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
haz
que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Según
el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre
nuestro...
ORACION
Haz
venir, Señor, sobre nosotros la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen
María, para que, protegidos con su auxilio, podamos llegar a tu monte santo,
que es Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Jr 22, 3
Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano
del opresor; no abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis
sangre inocente en este lugar.
V. El Señor juzgará el orbe con justicia.
R. Y regirá las naciones con rectitud.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia
enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros
ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de
aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Amar es cumplir la ley entera.
Salmo 118, 97-104
¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes;
aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Amar es cumplir la ley entera.
Ant 2. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste
desde antiguo.
Salmo 73 I - LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO
¿Por qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada.
Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes.
En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre.
Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
e incendiaron todos los templos del país.
Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:
nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.
¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?
¿Por qué retraes tu mano izquierda
y tienes tu derecha escondida en el pecho?
Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
tú ganaste la victoria en medio de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste
desde antiguo.
Ant 3. Levántate, Señor, defiende tu causa.
Salmo 73 II
Tú hendiste con fuerza el mar,
rompiste la cabeza del dragón marino;
tú aplastaste la cabeza del Leviatán,
se la echaste en pasto a las bestias del mar;
tú alumbraste manantiales y torrentes,
tú secaste ríos inagotables.
Tuyo es el día, tuya la noche,
tú colocaste la luna y el sol;
tú plantaste los linderos del orbe,
tú formaste el verano y el invierno.
Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
que un pueblo insensato desprecia tu nombre;
no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.
Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre.
Levántate, ¡oh Dios!, defiende tu causa:
recuerda los ultrajes continuos del insensato;
no olvides las voces de tus enemigos,
el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Levántate, Señor, defiende tu causa.
LECTURA BREVE Dt 15, 7-8
Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una
ciudad tuya, en esa tierra tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas
el corazón ni cierres la mano a tu hermano pobre.
V. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes.
R. Les prestas oído y los animas.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a
todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean
agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu Santo, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres.
Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la
ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la
ciudad.
Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Pr 22, 22-23
No robes al pobre, porque es pobre, no oprimas al
desgraciado en el tribunal, porque el Señor defenderá su causa y pondrá
zancadillas a los que se las ponían.
V. Librará al pobre que clamaba.
R. Y salvará la vida de los pobres.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio
para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día
con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos
nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
SALVE, DEL MAR ESTRELLA
Salve,
del mar Estrella,
salve,
Madre sagrada
de
Dios y siempre virgen,
puerta
del cielo santa.
Tomando
de Gabriel
el
«Ave», Virgen alma,
mudando
el nombre de Eva,
paces
divinas trata.
La
vista restituye
las
cadenas desata,
todos
los males quita,
todos
los bienes causa.
Muéstrate
madre, y llegue
por
ti nuestra esperanza
a
quien, por darnos vida,
nació
de tus entrañas.
Entre
todas piadosa,
Virgen,
en nuestras almas,
libres
de culpa, infunde
virtud
humilde y casta.
Vida
nos presta pura,
camino
firme allana,
que
quien a Jesús llega
eterno
gozo alcanza.
Al
Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu
alabanzas;
una
a los tres le demos,
y
siempre eternas gracias. Amén
SALMODIA
Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo.
Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el
reino de los cielos.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS
BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el
reino de los cielos.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de
sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes
para nuestro Dios.
LECTURA
BREVE Ga 4, 4-5
Cuando
se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R.
El Señor está contigo.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
María escuchaba la palabra de Dios y la cumplía, meditándola en su corazón.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
María escuchaba la palabra de Dios y la cumplía, meditándola en su corazón.
PRECES
Proclamemos
las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones
felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Que
la llena de gracia interceda por nosotros.
Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada
Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz
que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú
que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
y
a todos abundancia de salud y de paz.
Tú
que hiciste de María la llena de gracia,
concede
la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz,
Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y
que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que coronaste a María como reina del cielo,
haz
que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando
en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme
también de bienes al mundo hambriento:
Padre
nuestro...
ORACION
Haz
venir, Señor, sobre nosotros la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen
María, para que, protegidos con su auxilio, podamos llegar a tu monte santo,
que es Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que
Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: SE INCLINA YA MI FRENTE
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA BREVE 1Pe 5, 8-9
Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el
diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes
en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso
tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con
salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila
y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
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