De la Feria. Salterio III
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE
Señor,
tú que llamaste
del
fondo del no ser todos los seres,
prodigios
del cincel de tu palabra,
imágenes
de ti resplandecientes;
Señor,
tú que creaste
la
bella nave azul en que navegan
los
hijos de los hombres, entre espacios
repletos
de misterio y luz de estrellas;
Señor,
tú que nos diste
la
inmensa dignidad de ser tus hijos,
no
dejes que el pecado y que la muerte
destruyan
en el hombre el ser divino.
Señor,
tú que salvaste
al
hombre de caer en el vacío,
recréanos
de nuevo en tu Palabra
y
llámanos de nuevo al paraíso.
Oh
Padre, tú que enviaste
al
mundo de los hombres a tu Hijo,
no
dejes que se apague en nuestras almas
la
luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con
los hombres.
Salmo
106 I - ACCIÓN DE GRACIAS: DIOS SALVA A SU PUEBLO DE LAS CRISIS POR LAS QUE
PASA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
Que
lo confiesen los redimidos por el Señor,
los
que él rescató de la mano del enemigo,
los
que reunió de todos los países:
norte
y sur, oriente y occidente.
Erraban
por un desierto solitario,
no
encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban
hambre y sed,
se
les iba agotando la vida;
pero
gritaron al Señor en su angustia,
y
los arrancó de la tribulación.
Los
guió por un camino derecho,
para
que llegaran a ciudad habitada.
Den
gracias al Señor por su misericordia,
por
las maravillas que hace con los hombres.
Calmó
el ansia de los sedientos,
y
a los hambrientos los colmó de bienes.
Yacían
en oscuridad y tinieblas,
cautivos
de hierros y miserias;
por
haberse rebelado contra los mandamientos,
despreciando
el plan del Altísimo.
Él
humilló su corazón con trabajos,
sucumbían
y nadie los socorría.
Pero
gritaron al Señor en su angustia,
y
los arrancó de la tribulación.
Los
sacó de las sombrías tinieblas,
arrancó
sus cadenas.
Den
gracias al Señor por su misericordia,
por
las maravillas que hace con los hombres.
Destrozó
las puertas de bronce,
quebró
los cerrojos de hierro.
Estaban
enfermos, por sus maldades,
por
sus culpas eran afligidos;
aborrecían
todos los manjares,
y
ya tocaban las puertas de la muerte.
Pero
gritaron al Señor en su angustia,
y
los arrancó de la tribulación.
Envió
su palabra, para curarlos,
para
salvarlos de la perdición.
Den
gracias al Señor por su misericordia,
por
las maravillas que hace con los hombres.
Ofrézcanle
sacrificios de alabanza,
y
cuenten con entusiasmo sus acciones.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los
hombres.
Ant
2. Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.
Salmo
106 II
Entraron
en naves por el mar,
comerciando
por las aguas inmensas.
Contemplaron
las obras de Dios,
sus
maravillas en el océano.
Él
habló y levantó un viento tormentoso,
que
alzaba las olas a lo alto:
subían
al cielo, bajaban al abismo,
su
vida se marchitaba por el mareo,
rodaban,
se tambaleaban como ebrios,
y
no les valía su pericia.
Pero
gritaron al Señor en su angustia,
y
los arrancó de la tribulación.
Apaciguó
la tormenta en suave brisa,
y
enmudecieron las olas del mar.
Se
alegraron de aquella bonanza,
y
él los condujo al ansiado puerto.
Den
gracias al Señor por su misericordia,
por
las maravillas que hace con los hombres.
Aclámenlo
en la asamblea del pueblo,
alábenlo
en el consejo de los ancianos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.
Ant
3. Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.
Salmo
106 III
El
transforma los ríos en desierto,
los
manantiales de agua en aridez;
la
tierra fértil en marismas,
por
la depravación de sus habitantes.
Transforma
el desierto en estanques,
el
erial en manantiales de agua.
Coloca
allí a los hambrientos,
y
fundan una ciudad para habitar.
Siembran
campos, plantan huertos,
recogen
cosechas.
Los
bendice, y se multiplican,
y
no les escatima el ganado.
Si
menguan, abatidos por el peso
de
infortunios y desgracias,
el
mismo que arroja desprecio sobre los príncipes
y
los descarría por una soledad sin caminos
levanta
a los pobres de la miseria
y
multiplica sus familias como rebaños.
Los
rectos lo ven y se alegran,
a
la maldad se le tapa la boca.
El
que sea sabio, que recoja estos hechos
y
comprenda la misericordia del Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.
V.
Tu fidelidad, Señor, llega hasta las nubes.
R.
Tus sentencias son como el océano inmenso.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro de los Jueces 11, 1-9. 29-40
VOTO
Y VICTORIA DE JEFTÉ
En
aquellos días, Jefté, el galadita, era todo un guerrero, hijo de Galaad y de
una prostituta. Galaad tuvo otros hijos de su esposa legítima, y, cuando
llegaron a la mayoría de edad, echaron de casa a Jefté, diciéndole:
«Tú
no puedes heredar en casa de nuestro padre, porque eres hijo de una mujer
extraña.»
Jefté
marchó lejos de sus hermanos y se estableció en el país de Tob. Se le juntaron
unos cuantos desocupados, que hacían incursiones bajo su mando. Algún tiempo
después, los amonitas declararon la guerra a Israel. Los ancianos de Galaad
fueron al país de Tob a buscar a Jefté, suplicándole:
«Ven
a ser nuestro caudillo en la guerra contra los amonitas.»
Pero
Jefté les respondió:
«Vosotros,
que por odio me echasteis de casa, ¿por qué venís a mí, ahora que os veis en
aprieto?»
Los
ancianos de Galaad le contestaron:
«Así
es. Ahora nos dirigimos a ti para que vengas con nosotros a luchar contra los
amonitas. Serás jefe nuestro, de todos los que estamos en Galaad.»
Jefté
les dijo:
«¿De
modo que me llamáis para luchar contra los amonitas? Pues, si el Señor me los
entrega, seré vuestro jefe.»
El
espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manasés, pasó a
Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas, e hizo un voto al Señor:
«Si
entregas a los amonitas en mi poder, el primero que salga a recibirme a la
puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas,
será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto.»
Luego
marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó: los derrotó
desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue
una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel.
Jefté
volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a
recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos
o hijas. En cuanto la vio, se rasgó la túnica gritando:
«¡Ay,
hija mía, qué desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al
Señor y no puedo volverme atrás.»
Ella
le dijo:
«Padre,
si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te
ha permitido vengarte de tus enemigos.»
Y
le pidió a su padre:
«Dame
este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas,
porque quedaré virgen.»
Su
padre le dijo:
«Vete.»
Y
la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando
porque iba a quedar virgen. Acabado el plazo de dos meses, volvió a casa, y su
padre cumplió con ella el voto que había hecho. La muchacha era virgen.
Así
empezó en Israel la costumbre de que todos los años vayan las chicas israelitas
a cantar elegías durante cuatro días a la hija de Jefté el galadita.
RESPONSORIO
Mt 5, 33-34; Jc 11, 30. 31
R.
Os han enseñado que a vuestros antepasados se mandó en la ley: «No perjurarás; cumplirás
lo que con juramento prometiste al Señor.» * Pero yo os digo: No aseguréis nada
bajo juramento.
V.
Jefté hizo un voto al Señor: «El primero que salga a recibirme será para el
Señor, y lo ofreceré en holocausto.»
R.
Pero yo os digo: No aseguréis nada bajo juramento.
SEGUNDA
LECTURA
Del
Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
(Cap.
28-30: CSEL 3, 287-289)
HAY
QUE ORAR NO SÓLO CON PALABRAS, SINO TAMBIÉN CON HECHOS
No
es de extrañar, queridos hermanos, que la oración que nos enseñó Dios con su
magisterio resuma todas nuestras peticiones en tan breves y saludables
palabras. Esto ya había sido predicho anticipadamente por el profeta Isaías,
cuando, lleno de Espíritu Santo, habló de la piedad y la majestad de Dios, diciendo:
Palabra que acaba y abrevia en justicia, porque Dios abreviará su palabra en
todo el orbe de la tierra. Cuando vino aquel que es la Palabra de Dios en
persona, nuestro Señor Jesucristo, para reunir a todos, sabios e ignorantes, y
para enseñar a todos, sin distinción de sexo o edad, el camino de salvación,
quiso resumir en un sublime compendio todas sus enseñanzas, para no sobrecargar
la memoria de los que aprendían su doctrina celestial y para que aprendiesen
con facilidad lo elemental de la fe cristiana.
Y
así, al enseñar en qué consiste la vida eterna, nos resumió el misterio de esta
vida en estas palabras tan breves y llenas de divina grandiosidad: Ésta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado
Jesucristo. Asimismo, al discernir los primeros y más importantes mandamientos
de la ley y los profetas, dice: Escucha, Israel; el Señor, Dios nuestro, es el
único Señor; y: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma
y con todas tus fuerzas. Este es el primero. El segundo, parecido a éste, es:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos son el fundamento
de toda la ley y los profetas. Y también: Todo cuanto queréis que os hagan los
demás, hacédselo igualmente vosotros. A esto se reducen la ley y los profetas.
Además,
Dios nos enseñó a orar no sólo con palabras, sino también con hechos, ya que él
oraba con frecuencia, mostrando, con el testimonio de su ejemplo, cuál ha de
ser nuestra conducta en este aspecto; leemos, en efecto: Jesús se retiraba a
parajes solitarios, para entregarse a la oración; y también: Se retiró a la
montaña para orar, y pasó toda la noche haciendo oración a Dios. El Señor,
cuando oraba, no pedía por sí mismo -¿qué podía pedir por sí mismo, si él era
inocente?-, sino por nuestros pecados, como lo declara con aquellas palabras
que dirige a Pedro: Satanás os busca para zarandearos como el trigo en la
criba; pero yo he rogado por ti, para que no se apague tu fe. Y luego ruega al
Padre por todos, diciendo: Yo te ruego no sólo por éstos, sino por todos los
que, gracias a su palabra, han de creer en mí, para que todos sean uno; para
que, así como tú, Padre, estás en mí y yo estoy en ti, sean ellos una cosa en
nosotros. Gran benignidad y bondad la de Dios para nuestra salvación: no
contento con redimirnos con su sangre, ruega también por nosotros. Pero
atendamos cuál es el deseo de Cristo, expresado en su oración: que así como el
Padre y el Hijo son una misma cosa, así también nosotros imitemos esta unidad.
RESPONSORIO
Sal 24, 1-2. 5
R.
A ti, Señor, levanto mi alma; * Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
V.
Haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo
el día te estoy esperando.
R.
Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh
Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, puesto que
el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para
observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Himno:
CANTEMOS AL SEÑOR CON INDECIBLE GOZO.
Cantemos
al Señor con indecible gozo,
él
guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos
la inquietud posar entre sus manos,
abramos
nuestro espíritu a su infinito amor.
Dichoso
será aquel que siempre en él confía
en
horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad
en el Señor si andáis atribulados,
abramos
nuestro espíritu a su infinito amor.
Los
justos saben bien que Dios siempre nos ama,
en
penas y alegrías su paz fue su bastión,
la
fuerza del Señor fue gloria en sus batallas,
abramos
nuestro espíritu a su infinito amor.
Envíanos,
Señor, tu luz esplendorosa
si
el alma se acongoja en noche y turbación,
qué
luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos
nuestro espíritu a su infinito amor.
Recibe,
Padre santo, el ruego y la alabanza,
que
a ti, por Jesucristo y por el Consolador,
dirige
en comunión tu amada y santa Iglesia;
abramos
nuestro espíritu a su infinito amor. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Salmo
118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te
invoco de todo corazón;
respóndeme,
Señor, y guardaré tus leyes;
a
ti grito: sálvame,
y
cumpliré tus decretos;
me
adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando
tus palabras.
Mis
ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando
tu promesa;
escucha
mi voz por tu misericordia,
con
tus mandamientos dame vida;
ya
se acercan mis inicuos perseguidores,
están
lejos de tu voluntad.
Tú,
Señor, estás cerca,
y
todos tus mandatos son estables;
hace
tiempo comprendí que tus preceptos
los
fundaste para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Ant
2. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Cántico:
DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios
de los padres y Señor de la misericordia,
que
con tu palabra hiciste todas las cosas,
y
en tu sabiduría formaste al hombre,
para
que dominase sobre tus creaturas,
y
para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y
lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame
la sabiduría asistente de tu trono
y
no me excluyas del número de tus siervos,
porque
siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre
débil y de pocos años,
demasiado
pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues
aunque uno sea perfecto
entre
los hijos de los hombres,
sin
la sabiduría, que procede de ti,
será
estimado en nada.
Contigo
está la sabiduría conocedora de tus obras,
que
te asistió cuando hacías el mundo,
y
que sabe lo que es grato a tus ojos
y
lo que es recto según tus preceptos.
Mándala
de tus santos cielos
y
de tu trono de gloria envíala
para
que me asista en mis trabajos
y
venga yo a saber lo que te es grato.
Porque
ella conoce y entiende todas las cosas,
y
me guiará prudentemente en mis obras,
y
me guardará en su esplendor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Ant
3. La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo
116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo,
todos los pueblos:
Firme
es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA
BREVE Flp 2, 14-15
Hacedlo
todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta generación mala y
perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V.
Mi heredad en el país de la vida.
R.
Tú eres mi refugio.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Invoquemos
a Dios por intercesión de María, a quien el Señor colocó por encima de todas
las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Contempla,
Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre
de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre y
ejemplo;
santifícanos
por su intercesión.
Tú
que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y
fuera siempre fidelísima hija tuya,
por
su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y discípulos
de tu Hijo.
Tú
que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por
intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.
Tú
que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de
alegría con la resurrección de tu Hijo,
por
intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra esperanza.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos
nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación, haz que, mientras dure
nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y podamos así participar
un día en la alabanza eterna del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Da fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Salmo
118, 121-128
Practico
la justicia y el derecho,
no
me entregues a mis opresores;
da
fianza en favor de tu siervo,
que
no me opriman los insolentes;
mis
ojos se consumen aguardando
tu
salvación y tu promesa de justicia.
Trata
con misericordia a tu siervo,
enséñame
tus leyes;
yo
soy tu siervo: dame inteligencia,
y
conoceré tus preceptos;
es
hora de que actúes, Señor:
han
quebrantado tu voluntad.
Yo
amo tus mandatos
más
que el oro purísimo;
por
eso aprecio tus decretos
y
detesto el camino de la mentira.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Da fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Ant
2. Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
Salmo
33 I - EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y
lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque
nada les falta a los que lo temen;
los
ricos empobrecen y pasan hambre,
los
que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
Ant
3. El Señor está cerca de los atribulados.
Salmo
33 II
Venid,
hijos, escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor;
¿hay
alguien que ame la vida
y
desee días de prosperidad?
Guarda
tu lengua del mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca
la paz y corre tras ella.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y
lo libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva
a los abatidos.
Aunque
el justo sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y
ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y
los que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no
será castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor está cerca de los atribulados.
LECTURA
BREVE 1S 15,22
¿Acaso
se complace el Señor en los holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a
la palabra del Señor? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que
la grasa de los carneros.
V.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra.
R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres
de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Ga 5, 26; 6, 2
No
busquemos la vanagloria, provocándonos y teniéndonos envidia mutuamente.
Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo.
V.
Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos.
R.
Allí manda el Señor la bendición.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti
sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh
Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu
gran amor, tu gran misericordia,
y
tu fuerza nos das para seguirte
por
el mismo camino hacia la gloria.
Que
fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra
parte en tu obra salvadora,
y,
al llegar a la tarde de la vida,
en
gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias,
Padre, a ti porque nos llamas,
a
Jesús, que en su sangre nos redime,
y
al Espíritu Santo, luz y guía
de
este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Mi 6, 8
Se
te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti:
simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines
humildemente con tu Dios.
V.
Mi alegría es el camino de tus preceptos.
R.
Señor, no olvidaré tus palabras.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha,
Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por
intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante
toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy
rompe la clausura
del
surco empedernido
el
grano en él hundido
por
nuestra mano dura;
y
hoy da su flor primera
la
rama sin pecado
del
árbol mutilado
por
nuestra mano fiera.
Hoy
triunfa el buen Cordero
que,
en esta tierra impía,
se
dio con alegría
por
el rebaño entero;
y
hoy junta su extraviada
majada
y la conduce
al
sitio en que reluce
la
luz resucitada.
Hoy
surge, viva y fuerte,
segura
y vencedora,
la
Vida que hasta ahora
yacía
en honda muerte;
y
hoy alza del olvido
sin
fondo y de la nada
al
alma rescatada
y
al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Desead la paz a Jerusalén.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Desead la paz a Jerusalén.
Ant
2. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Salmo
129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor,
escucha mi voz;
estén
tus oídos atentos
a
la voz de mi súplica.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién
podrá resistir?
Pero
de ti procede el perdón,
y
así infundes respeto.
Mi
alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
mi
alma aguarda al Señor,
más
que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor,
como
el centinela la aurora;
porque
del Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa;
y
él redimirá a Israel
de
todos sus delitos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Ant
3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra.
Aleluya.
Cántico:
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo,
a pesar de su condición divina,
no
hizo alarde de su categoría de Dios,
al
contrario, se anonadó a sí mismo,
y
tomó la condición de esclavo,
pasando
por uno de tantos.
Y
así, actuando como un hombre cualquiera,
se
rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y
una muerte de cruz.
Por
eso Dios lo levantó sobre todo
y
le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en
el cielo, en la tierra, en el abismo
y
toda lengua proclame:
Jesucristo
es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA
BREVE 2Pe 1, 19-21
Tenemos
confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención, como
a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el
lucero de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada; pues nunca fue proferida
alguna por voluntad humana, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los
hombres de parte de Dios.
RESPONSORIO
BREVE
V.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V.
Su gloria se eleva sobre los cielos.
R.
Alabado sea el nombre del Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El Señor preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» «Tú eres el ungido de
Dios.»
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» «Tú eres el ungido de
Dios.»
PRECES
Invoquemos
a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y digámosle:
Míranos
y escúchanos, Señor.
Testigo
fiel y primogénito de entre los muertos, tú que nos purificaste con tu sangre
no
permitas que olvidemos nunca tus beneficios.
Haz
que aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean
siempre fieles y celosos dispensadores de los misterios del reino.
Rey
de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las naciones
para
que cuiden con interés de los pobres y postergados.
Sé
ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza,
color, condición social, lengua o religión
y
haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
A
los que han muerto en tu amor dales también parte en tu felicidad
con
María y con todos tus santos.
Porque
Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro...
ORACION
Concédenos
vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás
dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
SE INCLINA YA MI FRENTE
Se
inclina ya mi frente,
sellado
está el trabajo;
Señor,
tu pecho sea
la
gracia del descanso.
Mis
ojos se retiran,
la
voz deja su canto,
pero
el amor enciende
su
lámpara velando.
Lucero
que te fuiste,
con
gran amor amado,
en
tu gloria dormimos
y
en sueños te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6,4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la
celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
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