Propio del tiempo. Salterio III
OFICIO DE LECTURA
Si
el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS
Que
doblen las campanas jubilosas
y
proclamen el triunfo del amor,
y
llenen nuestras almas de aleluyas,
de
gozo y esperanza en el Señor.
Los
sellos de la muerte han sido rotos,
la
vida para siempre es libertad,
ni
la muerte ni el mal son para el hombre
su
destino, su última verdad.
Derrotados
la muerte y el pecado,
es
de Dios toda historia Y su final;
esperad
con confianza su venida;
no
temáis, con vosotros él está.
Volverán
encrespadas tempestades
para
hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es
más fuerte que el mal y que su embate
el
poder del Señor, que os salvará.
Aleluyas
cantemos a Dios Padre,
aleluyas
al Hijo salvador,
su
Espíritu corone la alegría
que
su amor derramó en el corazón. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Salmo
67 I - ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
Se
levanta Dios y se dispersan sus enemigos,
huyen
de su presencia los que lo odian;
como
el humo se disipa, se disipan ellos;
como
se derrite la cera ante el fuego,
así
perecen los impíos ante Dios.
En
cambio, los justos se alegran,
gozan
en la presencia de Dios,
rebosando
de alegría.
Cantad
a Dios, tocad en su honor,
alfombrad
el camino del que avanza por el desierto;
su
nombre es el Señor:
alegraos
en su presencia.
Padre
de huérfanos, protector de viudas,
Dios
vive en su santa morada.
Dios
prepara casa a los desvalidos,
libera
a los cautivos y los enriquece;
sólo
los rebeldes
se
quedan en la tierra abrasada.
¡Oh
Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo
y
avanzabas por el desierto,
la
tierra tembló, el cielo destiló
ante
Dios, el Dios del Sinaí;
ante
Dios, el Dios de Israel.
Derramaste
en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
aliviaste
la tierra extenuada;
y
tu rebaño habitó en la tierra
que
tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Ant
2. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la
muerte. Aleluya.
Salmo
67 II
El
Señor pronuncia un oráculo,
millares
pregonan la alegre noticia:
«Los
reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;
las
mujeres reparten el botín.
Mientras
reposabais en los apriscos,
las
alas de la paloma se cubrieron de plata,
el
oro destellaba en su plumaje.
Mientras
el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la
nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»
Las
montañas de Basán son altísimas,
las
montañas de Basán son escarpadas;
¿por
qué tenéis envidia, montañas escarpadas,
del
monte escogido por Dios para habitar,
morada
perpetua del Señor?
Los
carros de Dios son miles y miles:
Dios
marcha del Sinaí al santuario.
Subiste
a la cumbre llevando cautivos,
te
dieron tributo de hombres:
incluso
los que se resistían
a
que el Señor Dios tuviera una morada.
Bendito
el Señor cada día,
Dios
lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro
Dios es un Dios que salva,
el
Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Dios
aplasta las cabezas de sus enemigos,
los
cráneos de los malvados contumaces.
Dice
el Señor: «Los traeré desde Basán,
los
traeré desde el fondo del mar;
teñirás
tus pies en la sangre del enemigo,
y
los perros la lamerán con sus lenguas.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Aleluya.
Ant
3. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
Salmo
67 III
Aparece
tu cortejo, ¡oh Dios!,
el
cortejo de mi Dios, de mi Rey,
hacia
el santuario.
Al
frente marchan los cantores;
los
últimos, los tocadores de arpa;
en
medio las muchachas van tocando panderos.
«En
el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,
al
Señor, estirpe de Israel.»
Va
delante Benjamín, el más pequeño;
los
príncipes de Judá con sus tropeles;
los
príncipes de Zabulón,
los
príncipes de Neftalí.
¡Oh
Dios!, despliega tu poder,
tu
poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.
A
tu templo de Jerusalén
traigan
los reyes su tributo.
Reprime
a la Fiera del Cañaveral,
al
tropel de los toros,
a
los Novillos de los pueblos.
Que
se te rindan con lingotes de plata:
dispersa
las naciones belicosas.
Lleguen
los magnates de Egipto,
Etiopía
extienda sus manos a Dios.
Reyes
de la tierra, cantad a Dios,
tocad
para el Señor,
que
avanza por los cielos,
los
cielos antiquísimos,
que
lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced
el poder de Dios.»
Sobre
Israel resplandece su majestad,
y
su poder sobre las nubes.
Desde
el santuario Dios impone reverencia:
es
el Dios de Israel
quien
da fuerza y poder a su pueblo.
¡Dios
sea bendito!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
V.
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R.
La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del Apocalipsis 8, 1-13
EL
MUNDO ES CASTIGADO POR SIETE ÁNGELES
Cuando
abrió el Cordero el séptimo sello, se hizo un silencio en el cielo, como de
media hora.
Vi
a los siete ángeles que están en la presencia de Dios. Y se les dieron siete
trompetas. Vino otro ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario
de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en
representación de las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que
está delante del trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de
mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos. Tomó entonces
el ángel el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la
tierra. Y hubo truenos, estrépito, relámpagos y terremoto.
Los
siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron a tocarlas.
Tocó
el primero la trompeta; y hubo pedrisco y fuego mezclados con sangre, que
fueron arrojados sobre la tierra. La tercera parte de la tierra quedó abrasada;
quedó abrasada la tercera parte de los árboles; y toda la hierba verde se
quemó.
Tocó
el segundo ángel la trompeta; y algo así como una ingente montaña, ardiendo en
llamas, fue arrojada al mar.
Convirtióse
en sangre la tercera parte del mar; murió la tercera parte de los seres vivos
que hay en el mar; y la tercera parte de las naves fue destruida.
Tocó
el tercer ángel la trompeta; y cayó del cielo una enorme estrella que ardía
como una tea; y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales
de las aguas. El nombre de esta estrella es Ajenjo. Convirtióse en ajenjo la
tercera parte de las aguas; y muchos de los hombres murieron a consecuencia de
las aguas, porque se habían vuelto amargas.
Tocó
el cuarto ángel la trompeta; y fue herida la tercera parte del sol, la tercera
parte de la luna y la tercera parte de las estrellas. Con eso se ensombreció la
tercera parte de los astros; el día perdió una tercera parte de su esplendor e
igualmente la noche.
Y
tuve otra visión. Oí un águila que volaba en lo más alto de los cielos,
clamando con poderosa voz:
«¡Ay,
ay, ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las trompetas de los tres
ángeles que están ya por sonar!»
RESPONSORIO
Ap 8, 3. 4; cf. 5, 8
R.
El ángel se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio
gran cantidad de incienso; * y el humo del incienso subió a la presencia de
Dios. Aleluya.
V.
Cada ángel tenía una copa de oro llena de incienso, que significaba las oraciones
de los santos.
R.
Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón
34, 1-3. 5-6: CCL 41. 424-426)
CANTEMOS
AL SEÑOR EL CÁNTICO DEL AMOR
Cantad
al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Se
nos exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo sabe lo que
significa este cántico nuevo. Un cántico es expresión de alegría y,
considerándolo con más atención, es una expresión de amor. Por esto, el que es
capaz de amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico nuevo. Debemos, pues,
conocer en qué consiste esta vida nueva, para que podamos cantar el cántico
nuevo. Todo, en efecto, está relacionado con el único reino, el hombre nuevo,
el cántico nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre nuevo debe cantar el
cántico nuevo porque pertenece al Testamento nuevo.
Nadie
hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No se
nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero, ¿cómo podremos
elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero tenemos
que ser amados. Oíd lo que dice el apóstol Juan: Él nos amó primero. Si
buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que
encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de
nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera
aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios -dice- ha
sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por
nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que
se nos ha dado.
Teniendo,
pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el amor que de él
procede. Oíd con qué claridad expresa san Juan esta idea: Dios es amor y quien
permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería poco decir: El amor
es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo que el evangelista
afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.
Dios
se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros: «Amadme y me
poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»
¡Oh,
hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de universalidad, semilla celestial y
sagrada, que habéis nacido en Cristo a una vida nueva, a una vida que viene de
lo alto, escuchadme, mejor aún, cantad al Señor, junto conmigo, un cántico
nuevo. «Ya lo canto», me respondes. Sí, lo cantas, es verdad, ya lo oigo. Pero,
que tu vida no dé un testimonio contrario al que proclama tu voz.
Cantad
con la voz y con el corazón, con la boca y con vuestra conducta: Cantad al
Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas hay que cantar de aquel a
quien amáis? Porque, sin duda, queréis que vuestro canto tenga por tema a aquel
a quien amáis. ¿Os preguntáis cuáles son las alabanzas que hay que cantar?
Habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas?
Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Su alabanza son los mismos
que cantan.
¿Queréis
alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios. Vosotros
mismos seréis la mejor alabanza que podáis tributarle, si es buena vuestra
conducta.
RESPONSORIO
Rm 6,4; 1Jn 3, 23; Jdt 16, 15
R.
Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros vivamos una vida nueva. * Amémonos mutuamente conforme al
mandamiento que nos dio. Aleluya.
V.
Cantemos un himno al Señor, cantemos a nuestro Dios un cántico nuevo.
R.
Amémonos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno:
ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba
al alba María,
porque
era la enamorada.
«¡María!»,
la voz amada.
«¡Rabbuní!»,
dice María.
El
amor se hizo un abrazo
junto
a las plantas benditas;
las
llagas glorificadas
ríos
de fuego y delicia;
Jesús,
esposo divino,
María,
esposa cautiva.
Estaba
al alba María,
para
una unción preparada.
Jesús
en las azucenas
al
claro del bello día.
En
los brazos del Esposo
la
Iglesia se regocija.
¡Gloria
al Señor encontrado,
gloria
al Dios de la alegría,
gloria
al Amor más amado,
gloria
y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba
al alba María,
es
Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Salmo
84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor,
has sido bueno con tu tierra,
has
restaurado la suerte de Jacob,
has
perdonado la culpa de tu pueblo,
has
sepultado todos sus pecados,
has
reprimido tu cólera,
has
frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos,
Dios salvador nuestro;
cesa
en tu rencor contra nosotros.
¿Vas
a estar siempre enojado,
o
a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No
vas a devolvernos la vida,
para
que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos,
Señor, tu misericordia
y
danos tu salvación.
Voy
a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios
anuncia la paz
a
su pueblo y a sus amigos
y
a los que se convierten de corazón.»
La
salvación está ya cerca de sus fieles,
y
la gloria habitará en nuestra tierra;
la
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la
justicia y la paz se besan;
la
fidelidad brota de la tierra,
y
la justicia mira desde el cielo;
el
Señor dará la lluvia,
y
nuestra tierra dará su fruto.
La
justicia marchará ante él,
la
salvación seguirá sus pasos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Ant
2. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Càntico:
HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos
una ciudad fuerte,
ha
puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid
las puertas para que entre un pueblo justo,
que
observa la lealtad;
su
ánimo está firme y mantiene la paz,
porque
confía en ti.
Confiad
siempre en el Señor,
porque
el Señor es la Roca perpetua:
La
senda del justo es recta.
Tú
allanas el sendero del justo;
en
la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando
tu nombre y tu recuerdo.
Mi
alma te ansía de noche,
mi
espíritu en mi interior madruga por ti,
porque
tus juicios son luz de la tierra,
y
aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor,
tú nos darás la paz,
porque
todas nuestras empresas
nos
las realizas tú.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant
3. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
Salmo
66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El
Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine
su rostro sobre nosotros;
conozca
la tierra tus caminos,
todos
los pueblos tu salvación.
¡Oh
Dios!, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
Que
canten de alegría las naciones,
porque
riges el mundo con justicia,
riges
los pueblos con rectitud
y
gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh
Dios!, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
La
tierra ha dado su fruto,
nos
bendice el Señor, nuestro Dios.
Que
Dios nos bendiga; que le teman
hasta
los confines del orbe.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
LECTURA
BREVE Hch 13, 30-33
Dios
resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los
que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R.
El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V.
El que por nosotros colgó del madero.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el
que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el
que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
PRECES
Alabemos
a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo destruido de su cuerpo, y
supliquémosle:
Concédenos,
Señor, los frutos de tu resurrección.
Cristo
Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a las mujeres y a los
apóstoles y salvaste al universo entero,
conviértenos
en testigos de tu resurrección.
Tú
que has prometido la resurrección universal y has anunciado una vida nueva,
haz
de nosotros mensajeros del Evangelio de la vida.
Tú
que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les comunicaste el Espíritu
Santo,
renuévanos
por el Espíritu consolador.
Tu
que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo,
quédate
hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos
nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al
Señor confesamos, ¡aleluya!
En
la hora de tercia a la mañana
se
llenaron los suyos de esperanza,
y
lejos de la noche y de la duda
salieron
con la llama y la palabra.
Al
Señor adoramos, ¡aleluya!
Han
marcado sus pies nuestros caminos,
marcó
su nombre el nombre de los siglos,
y
en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca
seguidores y testigos.
Al
Señor esperamos, ¡aleluya!
Y
ahora celebramos al Viviente,
a
Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos,
oh Cristo, cual liturgia
de
gloria que ganaste y a ti vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA
BREVE Cf. Hch 4, 11-12
Jesús
es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en piedra
angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R.
Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
VERBO DE DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo
de Dios, el sol de mediodía,
amable
mensajero de tu rostro,
fecunda
nuestra tierra y la hermosea
como
fuente de luz, de vida y gozo.
Más
hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del
infinito amor jamás gastado;
y
de ese mar sin fondo ni ribera
la
Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo
de Dios, que reinas sin fatiga,
que
emerges victorioso del trabajo,
reina
dichoso tú que nos esperas
mientras
nosotros vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo
118, 97-104
¡Cuánto
amo tu voluntad!:
todo
el día la estoy meditando;
tu
mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre
me acompaña;
soy
más docto que todos mis maestros,
porque
medito tus preceptos.
Soy
más sagaz que los ancianos,
porque
cumplo tus leyes;
aparto
mi pie de toda senda mala,
para
guardar tu palabra;
no
me aparto de tus mandamientos,
porque
tú me has instruido.
¡Qué
dulce al paladar tu promesa:
más
que miel en la boca!
Considero
tus decretos,
y
odio el camino de la mentira.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
73 I - LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO
¿Por
qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,
y
está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate
de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de
la tribu que rescataste para posesión tuya,
del
monte Sión donde pusiste tu morada.
Dirige
tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el
enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían
los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron
sus propios estandartes.
En
la entrada superior
abatieron
a hachazos el entramado;
después,
con martillos y mazas,
destrozaron
todas las esculturas.
Prendieron
fuego a tu santuario,
derribaron
y profanaron la morada de tu nombre.
Pensaban:
«Acabaremos con ellos»,
e
incendiaron todos los templos del país.
Ya
no vemos nuestros signos, ni hay profeta:
nadie
entre nosotros sabe hasta cuándo.
¿Hasta
cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
¿No
cesará de despreciar tu nombre el adversario?
¿Por
qué retraes tu mano izquierda
y
tienes tu derecha escondida en el pecho?
Pero
tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
tú
ganaste la victoria en medio de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
73 II
Tú
hendiste con fuerza el mar,
rompiste
la cabeza del dragón marino;
tú
aplastaste la cabeza del Leviatán,
se
la echaste en pasto a las bestias del mar;
tú
alumbraste manantiales y torrentes,
tú
secaste ríos inagotables.
Tuyo
es el día, tuya la noche,
tú
colocaste la luna y el sol;
tú
plantaste los linderos del orbe,
tú
formaste el verano y el invierno.
Tenlo
en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
que
un pueblo insensato desprecia tu nombre;
no
entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
ni
olvides sin remedio la vida de tus pobres.
Piensa
en tu alianza: que los rincones del país
están
llenos de violencias.
Que
el humilde no se marche defraudado,
que
pobres y afligidos alaben tu nombre.
Levántate,
¡oh Dios!, defiende tu causa:
recuerda
los ultrajes continuos del insensato;
no
olvides las voces de tus enemigos,
el
tumulto creciente de los rebeldes contra ti.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA
BREVE Cf. 1Pe 3, 21-22a
A
vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del
cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la
resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.
V.
Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R.
Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina
el Señor allí donde ninguno
ciñe
corona que haya dado el mundo;
reina
el Señor allí donde la vida
sin
lágrimas es río de delicias.
Reina
el Señor, el compasivo siervo,
que
en sus hombros cargó nuestro madero;
vive
el muerto en la cruz, el sepultado
y
con hierro sellado y custodiado.
Cruzó
el oscuro valle de la muerte
hasta
bajar a tumba de rebeldes;
fingía
que era suya nuestra pena,
y
en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero
reina el Señor, la tierra goza,
y
ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria
al Señor Jesús resucitado,
nuestra
esperanza y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA
BREVE Col 3, 1-2
Si
habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo
está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del
cielo, no en las de la tierra.
V.
Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R.
Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos
reúne de nuevo el misterio
del
Señor que resurge a la vida,
con
su luz ilumina a la Iglesia,
como
el sol al nacer cada día.
Resucita
también nuestras almas,
que
tu muerte libró del castigo
y
vencieron contigo al pecado
en
las aguas del santo bautismo.
Transfigura
los cuerpos mortales
que
contemplan tu rostro glorioso,
bella
imagen del Dios invisible
que
ha querido habitar con nosotros.
Cuando
vengas, Señor, en tu gloria,
que
podamos salir a tu encuentro,
y
a tu lado vivamos por siempre
dando
gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant
1. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Ant
2. Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Salmo
130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN BRAZOS DE DIOS.
Señor,
mi corazón no es ambicioso,
ni
mis ojos altaneros;
no
pretendo grandezas
que
superan mi capacidad;
sino
que acallo y modero mis deseos,
como
un niño en brazos de su madre.
Espere
Israel en el Señor
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Ant
3. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
Cántico:
HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres
digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el
honor y el poder,
porque
tú has creado el universo;
porque
por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres
digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque
fuiste degollado
y
por tu sangre compraste para Dios
hombres
de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y
has hecho de ellos para nuestro Dios
un
reino de sacerdotes
y
reinan sobre la tierra.
Digno
es el Cordero degollado
de
recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la
fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
LECTURA
BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos
al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada
por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo
del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R.
Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V.
Al ver al Señor.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Aleluya.
PRECES
Aclamemos
alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó
gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:
Rey
de la gloria, escúchanos.
Te
rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan con
celo a tu pueblo
y
lo conduzcan por los caminos del bien.
Te
rogamos, Señor, por los que sirven a tu Iglesia con el estudio de tu palabra:
que
escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de adoctrinar a tu pueblo.
Te
rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que combatan bien el
combate de la fe
y,
habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.
Tú
que en la cruz cancelaste la nota de cargo de nuestra deuda,
destruye
también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos de toda tiniebla.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,
recibe
a nuestros hermanos difuntos en tu reino.
Terminemos
nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido por el agua
y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les has dado,
para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya purificados de
sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
EL CORAZÓN SE DILATA
El
corazón se dilata
sin
noche en tu santo cuerpo,
oh
morada iluminada,
mansión
de todo consuelo.
Por
tu muerte sin pecado,
por
tu descanso y tu premio,
en
ti, Jesús, confiamos,
y
te miramos sin miedo.
Como
vigilia de amor
te
ofrecemos nuestro sueño;
tú
que eres el paraíso,
danos
un puesto en tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo
142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor,
escucha mi oración;
tú
que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú
que eres justo, escúchame.
No
llames a juicio a tu siervo,
pues
ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El
enemigo me persigue a muerte,
empuja
mi vida al sepulcro,
me
confina a las tinieblas
como
a los muertos ya olvidados.
mi
aliento desfallece,
mi
corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo
los tiempos antiguos,
medito
todas tus acciones,
considero
las obras de tus manos
y
extiendo mis brazos hacia ti:
tengo
sed de ti como tierra reseca.
Escúchame
en seguida, Señor,
que
me falta el aliento.
No
me escondas tu rostro,
igual
que a los que bajan a la fosa.
En
la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya
que confío en ti;
indícame
el camino que he de seguir,
pues
levanto mi alma a ti.
Líbrame
del enemigo, Señor,
que
me refugio en ti.
Enséñame
a cumplir tu voluntad,
ya
que tú eres mi Dios.
Tu
espíritu, que es bueno,
me
guíe por tierra llana.
Por
tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por
tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA
BREVE 1Pe 5,8-9
Sed
sobrios, estad despiertos, vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Ilumina,
Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos
levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del
nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina
del cielo, alégrate, aleluya,
porque
Cristo,
a
quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha
resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega
al Señor por nosotros, aleluya.
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