Del Propio -
Salterio I
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
NACISTE DEL PADRE, SIN PRINCIPIO
Naciste
del Padre, sin principio,
antes
que la luz resplandeciera;
del
seno sin mancha de María
surges
como luz en las tinieblas.
Los
pobres acuden a adorarte,
solos,
ellos velan en la noche,
sintiendo
admirados en tu llanto
la
voz del pastor de los pastores.
El
mundo se alegra en este día,
gozan
los patriarcas, los profetas;
la
flor ha nacido de la rama,
flor
que ha perfumado nuestra Iglesia.
Los
ángeles cantan hoy tu gloria,
Padre,
que enviaste a Jesucristo;
unimos
con ellos nuestras voces,
oye,
bondadoso, nuestros himnos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Cantad al Señor y meditad sus maravillas.
Salmo
104 I - LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN REALIZA LAS PROMESAS HECHAS POR DIOS A
ABRAHAM
Dad
gracias al Señor, invocad su nombre,
dad
a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle
al son de instrumentos,
hablad
de sus maravillas;
gloriaos
de su nombre santo,
que
se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid
al Señor y a su poder,
buscad
contínuamente su rostro.
Recordad
las maravillas que hizo,
sus
prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe
de Abrahán, su siervo;
hijos
de Jacob, su elegido!
El
Señor es nuestro Dios,
él
gobierna toda la tierra.
Se
acuerda de su alianza eternamente,
de
la palabra dada, por mil generaciones;
de
la alianza sellada con Abrahám,
del
juramento hecho a Isaac,
confirmado
como ley para Jacob,
como
alianza eterna para Israel:
«A
ti te daré el país cananeo,
como
lote de vuestra heredad.»
Cuando
eran unos pocos mortales,
contados,
y forasteros en el país,
cuando
erraban de pueblo en pueblo,
de
un reino a otra nación,
a
nadie permitió que los molestase,
y
por ellos castigó a reyes:
«No
toquéis a mis ungidos,
no
hagáis mal a mis profetas.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cantad al Señor y meditad sus maravillas.
Ant
2. No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores.
Salmo
104 II
Llamó
al hambre sobre aquella tierra:
cortando
el sustento de pan;
por
delante había enviado a un hombre,
a
José, vendido como esclavo;
le
trabaron los pies con grillos,
le
metieron el cuello en la argolla,
hasta
que se cumplió su predicción,
y
la palabra del Señor lo acreditó.
El
rey lo mandó desatar,
el
Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo
nombró administrador de su casa,
señor
de todas sus posesiones,
para
que a su gusto instruyera a los príncipes
y
enseñase sabiduría a los ancianos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores.
Ant
3. Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.
Salmo
104 III
Entonces
Israel entró en Egipto,
Jacob
se hospedó en la tierra de Cam.
Dios
hizo a su pueblo muy fecundo,
más
poderoso que sus enemigos.
A
éstos les cambió el corazón
para
que odiasen a su pueblo,
y
usaran malas artes con sus siervos.
Pero
envió a Moisés, su siervo,
y
a Aarón, su escogido,
que
hicieron contra ellos sus signos,
prodigios
en la tierra de Cam.
Envió
la oscuridad, y oscureció,
pero
ellos resistieron a sus palabras;
convirtió
sus aguas en sangre,
y
dió muerte a sus peces;
su
tierra pululaba de ranas,
hasta
en la alcoba del rey.
Ordenó
que vinieran tábanos
y
mosquitos por todo el territorio;
les
dió en vez de lluvia granizo,
llamas
de fuego por su tierra;
e
hirió higueras y viñas,
tronchó
los árboles del país.
Ordenó
que viniera la langosta,
saltamontes
innumerables,
que
roían la hierba de su tierra,
y
devoraron los frutos de sus campos.
Hirió
de muerte a los primogénitos del país,
primicias
de su virilidad.
Sacó
a su pueblo cargado de oro y plata,
y
entre sus tribus nadie se enfermó;
los
Egipcios se alegraban de su marcha,
porque
los había sobrecogido el terror.
Tendió
una nube que los cubriese,
y
un fuego que los alumbrase de noche.
Lo
pidieron, y envió codornices,
los
sació con pan del cielo;
hendió
la peña, y brotaron las aguas,
que
corrieron en ríos por el desierto.
Porque
se acordaba de la palabra sagrada
que
había dado a su siervo Abrahám,
sacó
a su pueblo con alegría,
a
sus escogidos con gritos de triunfo.
Les
asignó las tierras de los gentiles,
y
poseyeron las haciendas de las naciones:
para
que guarden sus decretos,
y
cumplan su ley.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.
V.
La Palabra era la luz verdadera.
R.
Que ilumina a todos los hombres
PRIMERA
LECTURA
De
la carta a los Colosenses 4, 2-18
CONCLUSIÓN
DE LA CARTA
Hermanos:
Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias. Rogad
también incesantemente por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la
predicación de la palabra. Que pueda yo anunciar el misterio de Cristo -por él
me encuentro encadenado- y que lo dé a conocer, como debo hacerlo.
Proceded
con toda discreción con los de fuera, aprovechando la ocasión para ganarlos.
Vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con gracia, de modo que sepáis
dar a cada uno la respuesta apropiada.
De
todo lo referente a mi situación os informará Tíquico, mi amado hermano, fiel
ministro y esclavo del mismo amo que yo. Os lo envío con este fin, para que
tengáis noticias nuestras y para que infunda ánimo en vuestros corazones. Os
envío también a Onésimo, el fiel y querido hermano, que es de vuestra comunidad.
Ellos os pondrán al corriente de lo que pasa por aquí.
Os
saluda Aristarco, mi compañero de cautividad, y Marcos, primo de Bernabé,
acerca del cual ya os han dado instrucciones; cuando vaya por ahí, acogedlo
benignamente. Os saluda también Jesús, el llamado Justo. Éstos son los únicos
judíos colaboradores míos en la propagación del reino de Dios. Son para mí un
verdadero consuelo.
Saludos
de vuestro compatriota Epafras, esclavo de Cristo Jesús, que no cesa de luchar
por vosotros con sus oraciones, para que os mantengáis bien fundados en Cristo
y dispuestos a cumplir siempre la voluntad de Dios. Os aseguro que se toma él
mucho interés por vosotros y por los de Laodicea y por los de Hierápolis.
Saludos de Lucas, el querido médico, y de Demas.
Saludad
a los hermanos de Laodicea, así como a Ninfa y a la Iglesia que se congrega en
su casa. Cuando hayáis leído esta carta, haced que la lea también la Iglesia de
Laodicea. Y vosotros procurad leer también la que dirigí a los laodicenses.
Decid a Arquipo: «Considera bien el ministerio que recibiste en el servicio del
Señor, para cumplirlo debidamente.»
Aquí
va el saludo de mi propia mano: Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea
con vosotros.
RESPONSORIO
Cf. Col 4, 3; cf. Sal 50, 17
R.
Oremos unos por otros, para que Dios nos abra una puerta para la predicación de
la palabra, * para que podamos anunciar el misterio de Cristo.
V.
El Señor abra nuestros labios, y proclame nuestra boca su alabanza.
R.
Para que podamos anunciar el misterio de Cristo.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón
194, 3-4: PL 38, 1016-1017)
NOS
SACIAREMOS CON LA VISIÓN DEL VERBO
¿Quién
puede conocer los tesoros de sabiduría y ciencia ocultos en Cristo y escondidos
en la pobreza de su carne? Él, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para
que nos enriqueciéramos con su pobreza. Al asumir nuestra condición mortal,
destruyendo así la muerte, se mostró en pobreza; pero con ello nos garantizó
las riquezas futuras, sin perder las que había dejado.
¡Cuán
grande es la bondad que ha reservado para sus fieles, y que comunica a los que
esperan en él!
Ahora
nuestro conocimiento es parcial, hasta que llegue lo perfecto. Para hacernos
capaces de esta perfección futura, él, igual al Padre por su condición de Dios,
se hizo semejante a nosotros, tomando la condición de esclavo, para
restituirnos nuestra semejanza con Dios; él, Hijo único de Dios, se hizo Hijo
del hombre, para convertir en hijos de Dios a todos los hijos de los hombres;
tomando la condición visible de esclavo, abolió nuestra condición de esclavos,
haciéndonos libres y capaces de contemplar la naturaleza de Dios.
Ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que,
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Aquellos tesoros de sabiduría y ciencia, aquellas riquezas divinas, son llamados
así porque ellos nos bastarán. Y aquella gran bondad es llamada así porque nos
saciará. Muéstranos, pues, al Padre, y eso nos bastará.
Y,
en uno de los salmos, uno de nosotros, en nosotros y por nosotros, le dice al
Señor: Me saciaré cuando aparezca tu gloria. Él y el Padre son una misma cosa,
y el que lo ve a él ve también al Padre. Por tanto, el Señor, Dios de los
ejércitos, es el Rey de la gloria. Cuando se vuelva a nosotros, nos mostrará su
rostro; y seremos salvados y quedaremos saciados, y eso nos bastará.
Hasta
que llegue este momento, hasta que nos muestre aquello que ha de bastarnos,
hasta que podamos beber y saciarnos de aquella fuente de vida que es él mismo,
mientras caminamos por la vía de la fe y vivimos en el destierro, lejos de él,
mientras tenemos hambre y sed de perfección y santidad y deseamos con ardor
inefable contemplar la belleza de Dios, celebremos con humilde devoción su
nacimiento en condición de esclavo.
No
podemos aún contemplar cómo es engendrado por el Padre antes de la aurora;
festejemos su nacimiento de la Virgen en plena noche. Aún no percibimos cómo su
nombre es eterno y su fama dura como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido
puesta en el sol.
Aún
no vemos al Unigénito que permanece en el Padre; recordemos al Esposo que sale
de su alcoba. Aún no ha llegado el momento de sentarnos a la mesa de nuestro
Padre; veneremos el pesebre de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO
1Jn 1, 2; 5, 20
R.
La vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y os anunciamos esta vida
eterna, * que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
V.
Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que
conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el
cual es Dios verdadero y es vida eterna.
R.
Que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor
Dios, que iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de
tu Hijo, fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas,
podamos alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
VER A DIOS EN LA CRIATURA
Ver
a Dios en la criatura,
ver
a Dios hecho mortal,
ver
en humano portal
la
celestial hermosura.
¡Gran
merced y gran ventura
a
quien verlo mereció!
¡Quién
lo viera y fuera yo!
Ver
llorar a la alegría,
ver
tan pobre a la riqueza,
ver
tan baja a la grandeza
y
ver que Dios lo quería.
¡Gran
merced fue en aquel día
la
que el hombre recibió!
¡Quién
lo viera y fuera yo!
Poner
paz en tanta guerra,
calor
donde hay tanto frío,
ser
de todos lo que es mío,
plantar
un cielo en la tierra.
¡Qué
misión de escalofrío
la
que Dios nos confió!
¡Quién
lo hiciera y fuera yo! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo
118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te
invoco de todo corazón;
respóndeme,
Señor, y guardaré tus leyes;
a
ti grito: sálvame,
y
cumpliré tus decretos;
me
adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando
tus palabras.
Mis
ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando
tu promesa;
escucha
mi voz por tu misericordia,
con
tus mandamientos dame vida;
ya
se acercan mis inicuos perseguidores,
están
lejos de tu voluntad.
Tú,
Señor, estás cerca,
y
todos tus mandatos son estables;
hace
tiempo comprendí que tus preceptos
los
fundaste para siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant
2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico:
HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré
al Señor, sublime es su victoria,
caballos
y carros ha arrojado en el mar.
Mi
fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
Él
es mi Dios: yo lo alabaré;
el
Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El
Señor es un guerrero,
su
nombre es «El Señor».
Los
carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó
en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al
soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las
corrientes se alzaron como un dique,
las
olas se cuajaron en el mar.
Decía
el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré
el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré
la espada, los agarrará mi mano.»
Pero
sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se
hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién
como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién
como tú, terrible entre los santos,
temibles
por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste
tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste
con misericordia a tu pueblo rescatado,
los
llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo
introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar
del que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El
Señor reina por siempre jamás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant
3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo
116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad
al Señor, todas las naciones,
aclamadlo,
todos los pueblos:
Firme
es su misericordia con nosotros,
su
fidelidad dura por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA
BREVE Sb 7, 26-27
La
Sabiduría es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad
de Dios, una imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de
sí misma, todo lo renueva; en todas las edades entra en las almas santas y
forma en ellas amigos de Dios y profetas.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V.
Los confines de la tierra la han contemplado.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Alabemos
a Cristo, que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención, y supliquémosle confiados, diciendo:
Que
tu nacimiento, Señor, nos salve.
Rey
del universo, a quien los pastores encontraron envuelto en pañales,
ayúdanos
a imitar siempre tu pobreza y tu sencillez.
Señor
del cielo, que desde tu solio real bajaste a lo más humilde de la tierra,
enséñanos
a honrar siempre a nuestros hermanos de condición más humilde.
Oh
Cristo, luz eterna, que al asumir nuestra carne no fuiste contaminado por
nuestro pecado,
haz
que tus fieles, al usar de los bienes de este mundo, no se vean manchados por
ellos.
Esposo
divino de la Iglesia, que eres para ella torre de fortaleza,
haz
que todos tus fieles perseveren unidos a ella y en ella encuentren la
salvación.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Ya
que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre del
cielo:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, que iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de
tu Hijo, fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas,
podamos alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de
él.
Salmo
118, 33-40
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes,
y
lo seguiré puntualmente;
enséñame
a cumplir tu voluntad
y
a guardarla de todo corazón;
guíame
por la senda de tus mandatos,
porque
ella es mi gozo.
Inclina
mi corazón a tus preceptos,
y
no al interés;
aparta
mis ojos de las vanidades,
dame
vida con tu palabra;
cumple
a tu siervo la promesa
que
hiciste a tus fieles.
Aparta
de mí la afrenta que temo,
porque
tus mandamientos son amables;
mira
cómo ansío tus decretos:
dame
vida con tu justicia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
33 I - EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y
lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque
nada les falta a los que lo temen;
los
ricos empobrecen y pasan hambre,
los
que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
33 II
Venid,
hijos, escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor;
¿hay
alguien que ame la vida
y
desee días de prosperidad?
Guarda
tu lengua del mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca
la paz y corre tras ella.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y
lo libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva
a los abatidos.
Aunque
el justo sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y
ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y
los que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no
será castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
LECTURA
BREVE Ez 20, 41-42a
Como
aroma que calma os aceptaré, cuando os saque de los países y os reúna de entre
las naciones en las que estáis dispersos, y muestre en vosotros mi santidad a
la vista de los gentiles. Y sabréis que yo soy el Señor.
V.
Se acordó el Señor de su misericordia. Aleluya.
R.
Y de su fidelidad en favor de la casa de Israel. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de
tu Hijo, fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas,
podamos alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
LECTURA
BREVE Ez 34, 11-12
Yo
mismo en persona buscaré mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor
el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el
rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde
se dispersaron.
V.
Los confines de la tierra han contemplado. Aleluya.
R.
La salvación de nuestro Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de
tu Hijo, fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos.
LECTURA
BREVE Mi 2, 12
Yo
te he de reunir, Jacob; congregaré tus supervivientes, Israel. Los juntaré como
ovejas en un redil, como un rebaño en el aprisco.
V.
La misericordia y la fidelidad se encuentran. Aleluya.
R.
La justicia y la paz se besan. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de
tu Hijo, fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas,
podamos alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
REYES QUE VENÍS POR ELLAS
Reyes
que venís por ellas,
no
busquéis estrellas ya,
porque
donde el sol está
no
tienen luz las estrellas.
Mirando
sus luces bellas,
no
sigáis la vuestra ya,
porque
donde el sol está
no
tienen luz las estrellas.
Aquí
parad, que aquí está
quien
luz a los cielos da:
Dios
es el puerto más cierto,
y
si habéis hallado puerto
no
busquéis estrellas ya.
No
busquéis la estrella ahora:
que
su luz ha oscurecido
este
Sol recién nacido
en
esta Virgen Aurora.
Ya
no hallaréis luz en ellas,
el
Niño os alumbra ya,
porque
donde el sol está
no
tienen luz las estrellas.
Aunque
eclipsarse pretende,
no
reparéis en su llanto,
porque
nunca llueve tanto
como
cuando el sol se enciende.
Aquellas
lágrimas bellas
la
estrella oscurecen ya,
porque
donde el sol está
no
tienen luz las estrellas. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy
se ha manifestado al mundo.
Salmo
134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad
el nombre del Señor,
alabadlo,
siervos del Señor,
que
estáis en la casa del Señor,
en
los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad
al Señor porque es bueno,
tañed
para su nombre, que es amable.
Porque
él se escogió a Jacob,
a
Israel en posesión suya.
Yo
sé que el Señor es grande,
nuestro
dueño más que todos los dioses.
El
Señor todo lo que quiere lo hace:
en
el cielo y en la tierra,
en
los mares y en los océanos.
Hace
subir las nubes desde el horizonte,
con
los relámpagos desata la lluvia,
suelta
a los vientos de sus silos.
Él
hirió a los primogénitos de Egipto,
desde
los hombres hasta los animales.
Envió
signos y prodigios
-en
medio de ti, Egipto-
contra
el Faraón y sus ministros.
Hirió
de muerte a pueblos numerosos,
mató
a reyes poderosos:
a
Sijón, rey de los amorreos;
a
Hog, rey de Basán,
y
a todos los reyes de Canaán.
Y
dio su tierra en heredad,
en
heredad a Israel, su pueblo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se
ha manifestado al mundo.
Ant
2. El Señor, nuestro Dios, es grande, más que todos los dioses.
Salmo
134 II.
Señor,
tu nombre es eterno;
Señor,
tu recuerdo de edad en edad.
Porque
el Señor gobierna a su pueblo
y
se compadece de sus siervos.
Los
ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura
de manos humanas:
tienen
boca y no hablan,
tienen
ojos y no ven,
tienen
orejas y no oyen,
no
hay aliento en sus bocas.
Sean
lo mismo los que los hacen,
cuantos
confían en ellos.
Casa
de Israel, bendice al Señor;
casa
de Aarón, bendice al Señor;
casa
de Leví, bendice al Señor;
fieles
del Señor, bendecid al Señor.
Bendito
en Sión el Señor,
que
habita en Jerusalén.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor, nuestro Dios, es grande, más que todos los dioses.
Ant
3. Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes;
los magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
Cantico:
ALABAD AL SEÑOR, TODAS LAS NACIONES - Cf. 1Tm 3,16
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
manifestado en fragilidad humana,
santificado
por el Espíritu.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
mostrado a los ángeles,
proclamado
a los gentiles.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
objeto de fe para el mundo,
elevado
a la gloria.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los
magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
LECTURA
BREVE 2Tm 1, 9-10
Dios
nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras,
sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús antes
de los tiempos eternos. Esta gracia se nos otorgó en Cristo Jesús antes de la
creación de los siglos y se ha manifestado ahora con la aparición de nuestro
salvador, Cristo Jesús. Él ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar la vida
y la inmortalidad por el Evangelio.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Será la bendición de todos los pueblos.
R.
Será la bendición de todos los pueblos.
V.
Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R.
Todos los pueblos.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Será la bendición de todos los pueblos.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vayamos
a buscarlo y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey;
vayamos a buscarlo y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.»
Aleluya.
PRECES
Veneremos
a nuestro Salvador, adorado hoy por los magos, y digámosle suplicantes:
Salva,
Señor, la vida de los pobres.
Rey
de los pueblos, tú que llamaste a los magos, primicia de los pueblos gentiles,
para que te adoraran,
concédenos
también a nosotros el espíritu de adoración.
Rey
de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
concede
a los hombres paz abundante.
Rey
eterno, que subsistes por los siglos, envíanos tu palabra
y
haz que penetre en nosotros como la llovizna que empapa la tierra.
Rey
de justicia, que has venido a librar al pobre que no tiene protector,
ten
piedad de los indigentes y afligidos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Señor
Jesús, cuyo nombre es eterno,
da
parte a nuestros hermanos difuntos en el reino que preparas a tus elegidos.
Gracias
a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que manifestaste a tu Hijo en este día a todas las naciones por medio de una
estrella, concédenos, a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar,
cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6, 4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la
celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre
del Redentor, Virgen fecunda,
puerta
del cielo siempre abierta,
estrella
del mar,
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y
permaneces siempre virgen.
Recibe
el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
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