Del Común de
santos varones: para los santos religiosos. Salterio I
SAN ANTONIO, ABAD. (MEMORIA)
Este ilustre padre del monaquismo nació en Egipto hacia el año
250. Al morir sus padres, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al
desierto, donde comenzó a llevar una vida de penitencia. Tuvo muchos
discípulos; trabajó en favor de la Iglesia confortando a los confesores de la
fe durante la persecución de Diocleciano, y apoyando a san Atanasio en sus
luchas contra los arrianos. Murió el año 356.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Antonio, abad.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Antonio, abad.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos
los que, oyendo la llamada
de
la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis
que la vida os era dada
para
darla en amor y con fe viva.
Dichosos,
si abrazasteis la pobreza
para
llenar de Dios vuestras alforjas,
para
servirle a él con fortaleza,
con
gozo y con amor a todas horas.
Dichosos
mensajeros de verdades,
que
fuisteis por caminos de la tierra,
predicando
bondad contra maldades,
pregonando
la paz contra las guerras.
Dichosos,
del amor dispensadores,
dichosos,
de los tristes el consuelo,
dichosos,
de los hombres servidores,
dichosos,
herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Salmo
17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Perfecto
es el camino de Dios,
acendrada
es la promesa del Señor;
él
es escudo para los que a él se acogen.
¿Quién
es dios fuera del Señor?
¿Qué
roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios
me ciñe de valor
y
me enseña un camino perfecto;
él
me da pies de ciervo,
y
me coloca en las alturas;
él
adiestra mis manos para la guerra,
y
mis brazos para tensar la ballesta.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Ant
2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Salmo
17 V
Me
dejaste tu escudo protector,
tu
diestra me sostuvo,
multiplicaste
tus cuidados conmigo.
Ensanchaste
el camino a mis pasos
y
no flaquearon mis tobillos;
yo
perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;
y
no me volvía sin haberlo aniquilado:
los
derroté, y no pudieron rehacerse,
cayeron
bajo mis pies.
Me
ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste
a los que me resistían;
hiciste
volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste
a mis adversarios.
Pedían
auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban
al Señor, pero no les respondía.
Los
reduje a polvo, que arrebataba el viento;
los
pisoteaba como barro de las calles.
Me
libraste de las contiendas de mi pueblo,
me
hiciste cabeza de naciones,
un
pueblo extraño fue mi vasallo.
Los
extranjeros me adulaban,
me
escuchaban y me obedecían.
Los
extranjeros palidecían
y
salían temblando de sus baluartes.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Ant
3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Salmo
17 VI
Viva
el Señor, bendita sea mi Roca,
sea
ensalzado mi Dios y Salvador:
el
Dios que me dió el desquite
y
me sometió los pueblos;
que
me libró de mis enemigos,
me
levantó sobre los que resistían
y
me salvó del hombre cruel.
Por
eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y
tañeré en honor de tu nombre:
tú
diste gran victoria a tu rey,
tuviste
misericordia de tu Ungido,
de
David y su linaje por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
V.
Ábreme, Señor, los ojos.
R.
Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA
LECTURA
De
la carta a los Romanos 2, 17-29
LA
DESOBEDIENCIA DE ISRAEL
Tú,
que presumes de tu nombre de judío, que descansas seguro en la ley, que pones
tu gloria y confianza en Dios, que conoces su voluntad, e, instruido
constantemente en la ley, sabes apreciar y escoger lo que más importa; tú, que
crees ser guía de ciegos, luz de los que viven en las tinieblas, preceptor de
ignorantes, maestro de menores de edad; tú, que tienes en la ley la encarnación
de la ciencia y de la veracidad de Dios; tú, en suma, que instruyes a otros,
¿cómo no te instruyes a ti mismo?
Tú,
que predicas que no hay que robar, ¿robas? Dices que no hay que cometer
adulterio, ¿y lo cometes? Abominas de los ídolos, ¿y te llevas las riquezas
sagradas de sus templos? Tú, que pones tu gloria y confianza en la ley,
deshonras a Dios con tus transgresiones de la ley; porque por vuestra culpa
profieren los gentiles blasfemias contra el nombre de Dios, como dice la
Escritura.
Cierto
que la circuncisión te vale, si practicas la ley; pero, si la quebrantas, tu
circuncisión es como si no fuese. Por otra parte, ¿no considerará Dios como
circunciso al pagano que guarda los preceptos de la ley? Y más: los que sin
estar corporalmente circuncidados cumplan la ley a la perfección te condenarán
a ti, que, con toda tu letra de la ley y tu circuncisión, quebrantas la ley.
No
aquel que lo es al exterior es verdadero judío; ni la que aparece fuera en la
carne es verdadera circuncisión. El verdadero judío es aquel que lo es en su
interior; y la verdadera circuncisión es la del corazón, la que es según el
espíritu, no según la letra de la ley. El verdadero judío es el que merece
alabanzas no de los hombres, sino de Dios.
RESPONSORIO
Rm 2, 28. 29
R.
La verdadera circuncisión es la del corazón, la que es según el espíritu, no
según la letra de la ley. * Y merece alabanzas no de los hombres, sino de Dios.
V.
El verdadero judío es aquel que lo es en su interior.
R.
Y merece alabanzas no de los hombres, sino de Dios.
SEGUNDA
LECTURA
De
la vida de san Antonio, escrita por san Atanasio, obispo
(Cap.
2-4: PG 26, 842-846)
LA
VOCACIÓN DE SAN ANTONIO
Cuando
murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él
solo con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y
del cuidado de su hermana.
Habían
transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que
se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los
apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran
los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio
de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los
pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba
reservada en el cielo; imbuido de esos pensamientos, entró en la iglesia, y dio
la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del
Señor en el Evangelio: Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dalo
a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.
Entonces
Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho
los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para
él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las
posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy
hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana.
Vendió también todos sus bienes muebles, y repartió entre los pobres la
considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte
para su hermana.
Habiendo
vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio:
No os inquietéis por el día siguiente. Saliendo otra vez, dio a los necesitados
incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su
poder ni la más mínima cantidad. Encomendó su hermana a una vírgenes que él
sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación; en
cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió en
frente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación.
Trabajaba
con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: Si
alguno no quiere trabajar, que tampoco coma; lo que ganaba con su trabajo lo
destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres.
Oraba
con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para
orar sin cesar; en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo
lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria
suplía los libros.
Todos
los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía
frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban
como a un hijo o como a un hermano.
RESPONSORIO
Mt 19, 21; Lc 14, 33
R.
Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dalo a los pobres, y
tendrás un tesoro en el cielo; * luego ven y sígueme.
V.
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.
R.
Luego ven y sígueme.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
tú que inspiraste a san Antonio abad el deseo de retirarse al desierto para
servirte allí con una vida admirable, haz que, por su intercesión, tengamos la
fuerza de renunciar a todo lo que nos separe de ti y sepamos amarte por encima
de todo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Antonio, abad.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Antonio, abad.
Himno:
VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros
sois luz del mundo
y
ardiente sal de la tierra,
ciudad
esbelta en el monte,
fermento
en la masa nueva.
Vosotros
sois los sarmientos,
y
yo la Vid verdadera;
si
el Padre poda las ramas,
más
fruto llevan las cepas.
Vosotros
sois la abundancia
del
reino que ya está cerca,
los
doce mil señalados
que
no caerán en la siega.
Dichosos,
porque sois limpios
y
ricos en la pobreza,
y
es vuestro el reino que sólo
se
gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo
56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que
mi alma se refugia en ti;
me
refugio a la sombra de tus alas
mientras
pasa la calamidad.
Invoco
al Dios Altísimo,
al
Dios que hace tanto por mí:
desde
el cielo me enviará la salvación,
confundirá
a los que ansían matarme,
enviará
su gracia y su lealtad.
Estoy
echado entre leones
devoradores
de hombres;
sus
dientes son lanzas y flechas,
su
lengua es una espada afilada.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Han
tendido una red a mis pasos
para
que sucumbiera;
me
han cavado delante una fosa,
pero
han caído en ella.
Mi
corazón está firme, Dios mío,
mi
corazón está firme.
Voy
a cantar y a tocar:
despierta,
gloria mía;
despertad,
cítara y arpa;
despertaré
a la aurora.
Te
daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré
para ti ante las naciones:
por
tu bondad, que es más grande que los cielos;
por
tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate
sobre el cielo, Dios mío,
y
llene la tierra tu gloria.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant
2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico:
FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad,
pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla
en las islas remotas:
«El
que dispersó a Israel lo reunirá,
lo
guardará como un pastor a su rebaño;
porque
el Señor redimió a Jacob,
lo
rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán
con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán
hacia los bienes del Señor:
hacia
el trigo y el vino y el aceite,
y
los rebaños de ovejas y de vacas;
su
alma será como un huerto regado,
y
no volverán a desfallecer.
Entonces
se alegrará la doncella en la danza,
gozarán
los jóvenes y los viejos;
convertiré
su tristeza en gozo,
los
alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré
a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y
mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
«Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant
3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo
47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande
es el Señor y muy digno de alabanza
en
la ciudad de nuestro Dios,
su
monte santo, altura hermosa,
alegría
de toda la tierra:
el
monte Sión, vértice del cielo,
ciudad
del gran rey;
entre
sus palacios,
Dios
descuella como un alcázar.
Mirad:
los reyes se aliaron
para
atacarla juntos;
pero,
al verla, quedaron aterrados
y
huyeron despavoridos;
allí
los agarró un temblor
y
dolores como de parto;
como
un viento del desierto,
que
destroza las naves de Tarsis.
Lo
que habíamos oído lo hemos visto
en
la ciudad del Señor de los ejércitos,
en
la ciudad de nuestro Dios:
que
Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh
Dios!, meditamos tu misericordia
en
medio de tu templo:
como
tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega
al confín de la tierra;
tu
diestra está llena de justicia:
el
monte Sión se alegra,
las
ciudades de Judá se gozan
con
tus sentencias.
Dad
la vuelta en torno a Sión,
contando
sus torreones;
fijaos
en sus baluartes,
observad
sus palacios,
para
poder decirle a la próxima generación:
«Este
es el Señor, nuestro Dios.»
Él
nos guiará por siempre jamás.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA
BREVE Rm 12, 1-2
Os
exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia
viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V.
Y sus pasos no vacilan.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
«El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre»,
dice el Señor.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
«El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre»,
dice el Señor.
PRECES
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú
solo eres santo, Señor.
Señor
Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete
de nuestras debilidades.
Señor
Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos
el progresar por caminos de santidad.
Señor
Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina
nuestras vidas con tu propia luz.
Señor
Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz
que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor
Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz
que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos
ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que inspiraste a san Antonio abad el deseo de retirarse al desierto para
servirte allí con una vida admirable, haz que, por su intercesión, tengamos la
fuerza de renunciar a todo lo que nos separe de ti y sepamos amarte por encima
de todo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE Am 4, 13
El
Señor formó las montañas, creó el viento, descubre al hombre su pensamiento,
hace la aurora y la oscuridad, camina sobre el dorso de la tierra. Su nombre es
el Señor de los ejércitos.
V.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor.
R.
Ensalzadlo con himnos por los siglos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles
reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de
ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO
Te
está cantando el martillo
y
rueda en tu honor la rueda.
Puede
que la luz no pueda
librar
del humo su brillo.
¡Qué
sudoroso y sencillo
te
pones a mediodía,
Dios
de esta dura porfía
de
estar sin pausa creando,
y
verte necesitando
del
hombre más cada día!
Quien
diga que Dios ha muerto
que
salga a la luz y vea
si
el mundo es o no tarea
de
un Dios que sigue despierto.
Ya
no es su sitio el desierto
ni
en la montaña se esconde;
decid,
si preguntan dónde,
que
Dios está -sin mortaja-
en
donde un hombre trabaja
y
un corazón le responde. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
Salmo
118, 17-24
Haz
bien a tu siervo: viviré
y
cumpliré tus palabras;
ábreme
los ojos y contemplaré
las
maravillas de tu voluntad;
soy
un forastero en la tierra:
no
me ocultes tus promesas.
Mi
alma se consume, deseando
continuamente
tus mandamientos;
reprendes
a los soberbios,
infelices
los que se apartan de tus mandatos;
aleja
de mí las afrentas y el desprecio,
porque
observo tus preceptos.
Aunque
los nobles se sientan a murmurar de mí,
tu
siervo medita tus leyes;
tus
preceptos son mi delicia,
tus
decretos son mis consejeros.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
Ant
2. Haz, Señor, que camine con lealtad.
Salmo
24 I - ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES
A
ti, Señor, levanto mi alma;
Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado,
que
no triunfen de mí mis enemigos;
pues
los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras
que el fracaso malogra a los traidores.
Señor,
enséñame tus caminos,
instrúyeme
en tus sendas:
haz
que camine con lealtad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador,
y
todo el día te estoy esperando.
Recuerda,
Señor, que tu ternura
y
tu misericordia son eternas;
no
te acuerdes de los pecados
ni
de las maldades de mi juventud;
acuérdate
de mí con misericordia,
por
tu bondad, Señor.
El
Señor es bueno y es recto,
y
enseña el camino a los pecadores;
hace
caminar a los humildes con rectitud,
enseña
su camino a los humildes.
Las
sendas del Señor son misericordia y lealtad
para
los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por
el honor de tu nombre, Señor,
perdona
mis culpas, que son muchas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Haz, Señor, que camine con lealtad.
Ant
3. Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.
Salmo
24 II
¿Hay
alguien que tema al Señor?
Él
le enseñará el camino escogido:
su
alma vivirá feliz,
su
descendencia poseerá la tierra.
El
Señor se confía con sus fieles
y
les da a conocer su alianza.
Tengo
los ojos puestos en el Señor,
porque
él saca mis pies de la red.
Mírame,
¡oh Dios!, y ten piedad de mí,
que
estoy solo y afligido.
Ensancha
mi corazón oprimido
y
sácame de mis tribulaciones.
Mira
mis trabajos y mis penas
y
perdona todos mis pecados;
mira
cuántos son mis enemigos,
que
me detestan con odio cruel.
Guarda
mi vida y líbrame,
no
quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La
inocencia y la rectitud me protegerán,
porque
espero en ti.
Salva,
¡oh Dios!, a Israel
de
todos sus peligros.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.
LECTURA
BREVE Am 5, 8
El
Señor creó las Pléyades y Orión, convierte la sombra en aurora, oscurece el día
en noche; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la
tierra. Su nombre es el Señor.
V.
Honor y majestad lo preceden.
R.
Fuerza y esplendor están en su templo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz,
pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Am 9, 6
El
Señor construye en el cielo su morada, cimenta sobre la tierra su bóveda;
convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su
nombre es el Señor.
V.
El cielo proclama la gloria de Dios.
R.
El firmamento pregona la obra de sus manos.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla,
Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de
tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
FELIZ QUIEN HA ESCUCHADO LA LLAMADA
Feliz
quien ha escuchado la llamada
al
pleno seguimiento del Maestro,
feliz
porque él, con su mirada,
lo
eligió como amigo y compañero.
Feliz
el que ha abrazado la pobreza
para
llenar de Dios su vida toda,
para
servirlo a él con fortaleza,
con
gozo y con amor a todas horas.
Feliz
el mensajero de verdades
que
marcha por caminos de la tierra,
predicando
bondad contra maldades,
pregonando
la paz contra las guerras. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Salmo
29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y
no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor,
Dios mío, a ti grité,
y
tú me sanaste.
Señor,
sacaste mi vida del abismo,
me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed
para el Señor, fieles suyos,
dad
gracias a su nombre santo;
su
cólera dura un instante;
su
bondad, de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto,
por
la mañana, el júbilo.
Yo
pensaba muy seguro:
«No
vacilaré jamás.»
Tu
bondad, Señor, me aseguraba
el
honor y la fuerza;
pero
escondiste tu rostro,
y
quedé desconcertado.
A
ti, Señor, llamé,
supliqué
a mi Dios:
«¿Qué
ganas con mi muerte,
con
que yo baje a la fosa?
¿Te
va a dar gracias el polvo,
o
va a proclamar tu lealtad?
Escucha,
Señor, y ten piedad de mí;
Señor,
socórreme.»
Cambiaste
mi luto en danzas,
me
desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te
cantará mi alma sin callarse.
Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Ant
2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo
31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso
el que está absuelto de su culpa,
a
quien le han sepultado su pecado;
dichoso
el hombre a quien el Señor
no
le apunta el delito.
Mientras
callé se consumían mis huesos,
rugiendo
todo el día,
porque
día y noche tu mano
pesaba
sobre mí;
mi
savia se me había vuelto
un
fruto seco.
Había
pecado, lo reconocí,
no
te encubrí mi delito;
propuse:
«Confesaré al Señor mi culpa»,
y
tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por
eso, que todo fiel te suplique
en
el momento de la desgracia:
la
crecida de las aguas caudalosas
no
lo alcanzará.
Tú
eres mi refugio, me libras del peligro,
me
rodeas de cantos de liberación.
Te
instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré
en ti mis ojos.
No
seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo
brío hay que domar con freno y brida;
si
no, no puedes acercarte.
Los
malvados sufren muchas penas;
al
que confía en el Señor,
la
misericordia lo rodea.
Alegraos,
justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo,
los de corazón sincero.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant
3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le
servirán.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA
BREVE Rm 8, 28-30
Sabemos
que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado
conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser
imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los
que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó,
los glorificó.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor es justo y ama la justicia.
R.
El Señor es justo y ama la justicia.
V.
Los buenos verán su rostro.
R.
El Señor es justo y ama la justicia.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor es justo y ama la justicia.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien
veces más y heredaréis la vida eterna.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien
veces más y heredaréis la vida eterna.
PRECES
Pidamos
a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de
los santos nos ayude, y digamos:
Haz
que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre
santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz
que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
grandezas.
Padre
santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu
beneplácito,
ayúdanos
a dar fruto de buenas obras.
Padre
santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos
en tu nombre para que todos seamos uno.
Padre
santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz
que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Padre
santo, perdona a los pecadores sus delitos
y
admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque
nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
tú que inspiraste a san Antonio abad el deseo de retirarse al desierto para
servirte allí con una vida admirable, haz que, por su intercesión, tengamos la
fuerza de renunciar a todo lo que nos separe de ti y sepamos amarte por encima
de todo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi carne descansa serena.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi carne descansa serena.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 23
Que
el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor
Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre
del Redentor, Virgen fecunda,
puerta
del cielo siempre abierta,
estrella
del mar,
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y
permaneces siempre virgen.
Recibe
el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
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