Del Propio de
la Fiesta.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
PUES, SIENDO TAN GRAN SEÑOR
Pues,
siendo tan gran señor,
tenéis
corte en una aldea,
¿quién
hay que claro no vea
que
estáis herido de amor?
No
es menos de que en el suelo
hay
prendas que mucho amáis,
pues
el temblor que le dais
jamás
le distes al cielo.
Y
pues por darle favor
tenéis
corte en una aldea,
¿quién
hay que claro no vea
que
estáis herido de amor?
Esas
lágrimas tan puras
y
ese grito enternecido,
¿qué
son sino de un subido
amor
regalo y dulzura?
Y
pues ya, de amantes flor,
tenéis
corte en una aldea,
¿quién
hay que claro no vea
que
estáis herido de amor?
Qué
grande misterio encierra
Belén;
cantadle, criaturas:
«Gloria
a Dios en las alturas
y
paz al hombre en la tierra.» Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de
Jacob.
Salmo
45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios
es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso
defensor en el peligro.
Por
eso no tememos aunque tiemble la tierra
y
los montes se desplomen en el mar.
Que
hiervan y bramen sus olas,
que
sacudan a los montes con su furia:
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el
Altísimo consagra su morada.
Teniendo
a Dios en medio, no vacila;
Dios
la socorre al despuntar la aurora.
Los
pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero
él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Venid
a ver las obras del Señor,
las
maravillas que hace en la tierra:
Pone
fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe
los arcos, quiebra las lanzas,
prende
fuego a los escudos.
«Rendíos,
reconoced que yo soy Dios:
más
alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El
Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro
alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de
Jacob.
Ant
2. En los días del Señor florecerá la paz y él dominará.
Salmo
71 I - PODER REAL DEL MESÍAS
Dios
mío, confía tu juicio al rey,
tu
justicia al hijo de reyes,
para
que rija a tu pueblo con justicia,
a
tus humildes con rectitud.
Que
los montes traigan paz,
y
los collados justicia;
que
él defienda a los humildes del pueblo,
socorra
a los hijos del pobre
y
quebrante al explotador.
Que
dure tanto como el sol,
como
la luna, de edad en edad;
que
baje como lluvia sobre el césped,
como
llovizna que empapa la tierra.
Que
en sus días florezca la justicia
y
la paz hasta que falte la luna.
Que
domine de mar a mar,
del
Gran Río al confín de la tierra.
Que
en su presencia se inclinen sus rivales;
que
sus enemigos muerdan el polvo;
que
los reyes de Tarsis y de las islas
le
paguen tributo.
Que
los reyes de Saba y de Arabia
le
ofrezcan sus dones;
que
se postren ante él todos los reyes,
y
que todos los pueblos le sirvan.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En los días del Señor florecerá la paz y él dominará.
Ant
3. El Señor salvará la vida de sus pobres.
Salmo
71 II
Él
librará al pobre que clamaba,
al
afligido que no tenía protector;
él
se apiadará del pobre y del indigente,
y
salvará la vida de los pobres;
él
rescatará sus vidas de la violencia,
su
sangre será preciosa a sus ojos.
Que
viva y que le traigan el oro de Saba;
él
intercederá por el pobre
y
lo bendecirá.
Que
haya trigo abundante en los campos,
y
ondee en lo alto de los montes,
den
fruto como el Líbano,
y
broten las espigas como hierba del campo.
Que
su nombre sea eterno,
y
su fama dure como el sol;
que
él sea la bendición de todos los pueblos,
y
lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
el
único que hace maravillas;
bendito
por siempre su nombre glorioso,
que
su gloria llene la tierra.
¡Amén,
amén!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor salvará la vida de sus pobres.
V.
Cuando los pastores vieron al Niño.
R.
Dieron a conocer cuanto se les había dicho acerca de él.
PRIMERA
LECTURA
Comienza
la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1,1-14
ACCIÓN
DE GRACIAS Y PETICIÓN
Pablo,
apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los
consagrados a Dios y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a
vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre.
Damos
gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por
vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a
todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre
la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os
hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que
entre vosotros, desde el día en que la escuchasteis y conocisteis la gracia de
Dios en toda su verdad, lo cual os fue enseñado por Epafras, nuestro querido
compañero de servidumbre, que hace nuestras veces como fiel ministro de Cristo,
y que fue quien nos informó acerca de vuestra caridad infundida por el
Espíritu.
Por
eso también nosotros, desde el día en que fuimos informados de ello, no hemos
dejado de rogar incesantemente por vosotros, pidiendo a Dios que os haga llegar
a la plenitud en el conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e
inteligencia espiritual. Así caminaréis según el Señor se merece y le
agradaréis enteramente, dando fruto en toda clase de obras buenas y creciendo
en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de
su gloria, podréis resistir y perseverar en todo con alegría y constancia, y
daréis con gozo gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre
hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
RESPONSORIO
Col 1, 12. 13; St 1, 17
R.
Damos gracias a Dios Padre, * que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y
nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
V.
Toda dádiva preciosa y todo don excelente provienen de lo alto, del Creador de
los astros.
R.
Que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de
su Hijo querido.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón
1, En la Epifanía del Señor, 1-2: PL 133, 141-143)
CUANDO
LLEGÓ LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, SE NOS DIO TAMBIÉN LA PLENITUD DE LA
DIVINIDAD
Dios,
nuestro Salvador, hizo aparecer su misericordia y su amor por los hombres.
Demos gracias a Dios, pues por él abunda nuestro consuelo en esta nuestra
peregrinación, en este nuestro destierro, en esta vida tan llena aún de
miserias.
Antes
de que apareciera la humanidad de nuestro Salvador, la misericordia de Dios
estaba oculta; existía ya, sin duda, desde el principio, pues la misericordia
del Señor es eterna, pero al hombre le era imposible conocer su magnitud. Ya
había sido prometida, pero el mundo aún no la había experimentado y por eso
eran muchos los que no creían en ella. Dios había hablado, ciertamente, de
muchas maneras por ministerio de los profetas. Y había dicho: Sé muy bien lo
que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción. Pero, con
todo, ¿qué podía responder el hombre, que únicamente experimentaba la aflicción
y no la paz? «¿Hasta cuándo -pensaba- iréis anunciando: "Paz, paz",
cuando no hay paz?» Por ello los mismos mensajeros de paz lloraban amargamente,
diciendo: Señor, ¿quién ha dado fe a nuestra predicación? Pero ahora, en
cambio, los hombres pueden creer, por lo menos, lo que ya contemplan sus ojos;
ahora los testimonios de Dios se han hecho sobremanera dignos de fe, pues, para
que este testimonio fuera visible, incluso a los que tienen la vista enferma,
el Señor le ha puesto su tienda al sol.
Ahora,
por tanto, nuestra paz no es prometida, sino enviada; no es diferida, sino
concedida; no es profetizada, sino realizada: el Padre ha enviado a la tierra
algo así como un saco lleno de misericordia; un saco, diría, que se romperá en
la pasión, para que se derrame aquel precio de nuestro rescate, que él
contiene; un saco que, si bien es pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto,
un niño se nos ha dado, pero en este niño habita toda la plenitud de la
divinidad. Esta plenitud de la divinidad se nos dio después que hubo llegado la
plenitud de los tiempos. Vino en la carne para mostrarse a los que eran de
carne y, de este modo, bajo los velos de la humanidad, fue conocida la
misericordia divina; pues, cuando fue conocida la humanidad de Dios, ya no pudo
quedar oculta su misericordia. ¿En qué podía manifestar mejor el Señor su amor
a los hombres sino asumiendo nuestra propia carne? Pues fue precisamente
nuestra carne la que asumió, y no aquella carne de Adán que antes de la culpa
era inocente.
¿Qué
cosa manifiesta tanto la misericordia de Dios como el hecho de haber asumido
nuestra miseria? ¿Qué amor puede ser más grande que el del Verbo de Dios, que
por nosotros se ha hecho como la hierba débil del campo? Señor, ¿qué es el
hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Que comprenda,
pues, el hombre hasta qué punto Dios cuida de él; que reflexione sobre lo que
Dios piensa y siente de él. No te preguntes ya, oh hombre, por qué tienes que
sufrir tú; pregúntate más bien por qué sufrió él. De lo que quiso sufrir por ti
puedes deducir lo mucho que te estima; a través de su humanidad se te
manifiesta el gran amor que tiene para contigo. Cuanto menor se hizo en su
humanidad, tanto mayor se mostró en el amor que te tiene, y cuanto más se
anonadó por nosotros, tanto más digno es de nuestro amor. Dios, nuestro
salvador -dice el Apóstol-, hizo aparecer su misericordia y su amor por los
hombres. ¡Qué grande y qué manifiesta es esta misericordia y este amor de Dios
a los hombres! Nos ha dado una grande prueba de su amor al querer que el nombre
de Dios fuera añadido al título de hombre.
RESPONSORIO
Ef 1, 5-6b; Rm 8, 29
R.
Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos, * por pura
iniciativa suya, para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
V.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo.
R.
Por pura iniciativa suya, para que la gloria de su gracia redunde en su
alabanza.
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a
ti nuestra alabanza,
a
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la
multitud de los profetas te enaltece,
y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
por
todos los confines extendida,
con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú
el Hijo y Palabra del Padre,
tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
tomaste
la condición de esclavo
en
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
de
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
no
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las
tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos
y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
NO LLORÉIS, MIS OJOS
No
lloréis, mis ojos,
Niño
Dios, callad;
que
si llora el cielo,
¿quién
podrá cantar?
Vuestra
Madre hermosa,
que
cantando está,
llorará
también,
si
ve que lloráis.
O
es fuego o es frío
la
causa que os dan:
si
es amor, mis ojos,
muy
pequeño amáis.
Enjugad
las perlas,
nácar
celestial;
que
si llora el cielo,
¿quién
podrá cantar?
Los
ángeles bellos
cantan
que les dais
a
los cielos gloria
y
a la tierra paz.
De
aquestas montañas
descendiendo
van
pastores,
cantando
por
daros solaz.
Niño
de mis ojos,
ea,
no haya más;
que
si llora el cielo,
¿quién
podrá cantar? Amén.
SALMODIA
Ant
1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha
aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles
alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO
62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
«¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido
en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando
al Señor.» Aleluya.
Ant
2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido
el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico:
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el
Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant
3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA
BREVE Hb 1, 1-2
A
través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros
antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos,
nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido heredero de todas
las cosas y por quien creó los mundos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V.
Los confines de la tierra la han contemplado.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso que nos
ha dado a conocer el Señor.»
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso que nos
ha dado a conocer el Señor.»
PRECES
Ya
que Dios en su misericordia nos ha enviado a Cristo, príncipe de la paz,
digamos con toda confianza:
Concede,
Señor, la paz a todos los hombres.
Dios
todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en estos días en que
celebramos tu amor que salva a los hombres,
recibe
las alabanzas que te tributa la Iglesia.
Tú
que desde el principio prometiste que, por Cristo, darías tu victoria a los
hombres,
haz
que todos los pueblos sean iluminados por la luz del Evangelio.
Para
gloria de tu Hijo, cuyo día Abraham contempló lleno de alegría, los patriarcas
esperaron, los profetas anunciaron y todos los pueblos desearon,
haz
que el pueblo de Israel alcance la salvación.
Tú
que quisiste que el nacimiento de tu Hijo fuera anunciado por los espíritus
celestiales y celebrado por los apóstoles, los mártires y los fieles de todos
los siglos,
concede
a la tierra aquella paz que anunciaron los ángeles.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Con
el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se
extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las tinieblas
del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos y
alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de
él.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
LECTURA
BREVE Tt 2, 11-12
Dios
ha hecho aparecer a la vista de todos los hombres la gracia que nos trae la
salud; y nos enseña a vivir con sensatez, justicia y religiosidad en esta vida,
desechando la impiedad y las ambiciones del mundo.
V.
Se acordó el Señor de su misericordia. Aleluya.
R.
Y de su fidelidad en favor de la casa de Israel. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las
tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos
y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Salmo
118, 169-176
Que
llegue mi clamor a tu Presencia,
Señor,
con tus palabras dame inteligencia;
que
mi súplica entre en tu presencia,
líbrame
según tu promesa;
de
mis labios brota la alabanza,
porque
me enseñaste tus leyes.
Mi
lengua canta tu fidelidad,
porque
todos tus preceptos son justos;
que
tu mano me auxilie,
ya
que prefiero tus decretos;
ansío
tu salvación, Señor;
tu
voluntad es mi delicia.
Que
mi alma viva para alabarte,
que
tus mandamientos me auxilien;
me
extravié como oveja perdida:
busca
a tu siervo, que no olvida tus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.
Me
brota del corazón un poema bello,
recito
mis versos a un rey;
mi
lengua es ágil pluma de escribano.
Eres
el más bello de los hombres,
en
tus labios se derrama la gracia,
el
Señor te bendice eternamente.
Cíñete
al flanco la espada, valiente:
es
tu gala y tu orgullo;
cabalga
victorioso por la verdad y la justicia,
tu
diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus
flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se
acobardan los enemigos del rey.
Tu
trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro
de rectitud es tu cetro real;
has
amado la justicia y odiado la impiedad:
por
eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con
aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A
mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde
los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas
de reyes salen a tu encuentro,
de
pie a tu derecha está la reina
enjoyada
con oro de Ofir.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
44 II
Escucha,
hija, mira: inclina el oído,
olvida
tu pueblo y la casa paterna:
prendado
está el rey de tu belleza,
póstrate
ante él, que él es tu señor.
La
ciudad de Tiro viene con regalos,
los
pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya
entra la princesa, bellísima,
vestida
de perlas y brocado;
la
llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la
siguen sus compañeras:
las
traen entre alegría y algazara,
van
entrando en el palacio real.
«A
cambio de tus padres tendrás hijos,
que
nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero
hacer memorable tu nombre
por
generaciones y generaciones,
y
los pueblos te alabarán
por
los siglos de los siglos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
LECTURA
BREVE 1Jn 4, 9
En
esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su
Hijo único para que vivamos por medio de él.
V.
Los confines de la tierra han contemplado. Aleluya.
R.
La salvación de nuestro Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las
tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos
y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos.
LECTURA
BREVE Hch 10, 36
Dios
envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo: Jesús
es el Señor de todos.
V.
La misericordia y la fidelidad se encuentran. Aleluya.
R.
La justicia y la paz se besan. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las
tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos
y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
AL CAER DE LA TARDE
Al
caer de la tarde,
toda
la casa
era
aromas de vino
y
tierna hogaza.
Mientras,
la Madre
era
un ánfora llena
de
sus pesares.
Al
caer de la tarde,
la
Madre hilaba
con
aquellas sus manos
de
virgen casta.
Mientras,
el Niño
soñaba
que soñaba
lirios
y espinos.
Al
caer de la tarde,
en
el silencio,
aserraban
las sierras
del
carpintero.
José
pensaba
que
era el padre dichoso
de
la Palabra.
Al
caer de la tarde,
Señor,
atiende
la
amargura infinita
que
el mundo tiene.
Colma
el vacío
de
esta familia humana
sin
tu cariño. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el
Mesías.
Salmo
112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad,
siervos del Señor,
alabad
el nombre del Señor.
Bendito
sea el nombre del Señor,
ahora
y por siempre:
de
la salida del sol hasta su ocaso,
alabado
sea el nombre del Señor.
El
Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su
gloria sobre los cielos.
¿Quién
como el Señor Dios nuestro,
que
se eleva en su trono
y
se abaja para mirar
al
cielo y a la tierra?
Levanta
del polvo al desvalido,
alza
de la basura al pobre,
para
sentarlo con los príncipes,
los
príncipes de su pueblo;
a
la estéril le da un puesto en la casa,
como
madre feliz de hijos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el
Mesías.
Ant
2. José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa, porque lo
concebido en ella es obra del Espíritu Santo.
Salmo
147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica
al Señor, Jerusalén;
alaba
a tu Dios, Sión:
que
ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y
ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha
puesto paz en tus fronteras,
te
sacia con flor de harina.
Él
envía su mensaje a la tierra,
y
su palabra corre veloz;
manda
la nieve como lana,
esparce
la escarcha como ceniza;
hace
caer el hielo como migajas
y
con el frío congela las aguas;
envía
una orden, y se derriten;
sopla
su aliento, y corren.
Anuncia
su palabra a Jacob,
sus
decretos y mandatos a Israel;
con
ninguna nación obró así,
ni
les dio a conocer sus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa, porque lo concebido
en ella es obra del Espíritu Santo.
Ant
3. Los pastores vinieron presurosos y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en un pesebre.
Cántico:
EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito
sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en la persona de Cristo
con
toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo,
antes
de crear el mundo,
para
que fuésemos consagrados
e
irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo,
por
pura iniciativa suya,
a
ser sus hijos,
para
que la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en
su querido Hijo,
redunde
en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre,
hemos
recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha
sido un derroche para con nosotros,
dándonos
a conocer el misterio de su voluntad.
Éste
es el plan
que
había proyectado realizar por Cristo
cuando
llegase el momento culminante:
hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las
del cielo y las de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los pastores vinieron presurosos y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en un pesebre.
LECTURA
BREVE 2Co 8, 9
Conocéis
el ejemplo de liberalidad de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se
hizo pobre por vosotros, para que os enriquecierais con su pobreza.
RESPONSORIO
BREVE
V.
La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.
R.
La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.
V.
Y de su plenitud hemos recibido todos.
R.
Y puso su morada entre nosotros.
V.
Gloria al Padre. y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se diesen cuenta de
ello; creían ellos que vendría en la caravana y lo buscaron entre parientes y
conocidos.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se diesen cuenta de
ello; creían ellos que vendría en la caravana y lo buscaron entre parientes y
conocidos.
PRECES
Adoremos
a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana,
y aclamémoslo, diciendo:
Tú
eres, Señor, el modelo y el salvador de los hombres.
Cristo
Jesús. por el misterio de tu sumisión a María y a José,
enséñanos
a respetar y a obedecer a los que nos gobiernan legítimamente.
Tú
que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos,
afianza
a todas las familias en el amor y la concordia.
Tú
que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre,
haz
que Dios sea honrado en todas las familias.
Tú
que quisiste que tus padres, angustiados, te encontraran al cabo de tres días
en la casa de tu Padre,
enséñanos
a buscar siempre primero el reino de Dios y su justicia.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que has dado parte en tu gloria a María y a José,
admite
también a nuestros difuntos en la familia de los santos.
Alegres
porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, que has querido darnos en la Sagrada Familia ejemplos preclaros de
virtudes domésticas, concédenos saber imitar su vida y su amor recíproco, para
que un día podamos ir a disfrutar con ella de la alegría eterna de tu morada.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant
2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA
BREVE Dt 6, 4-7
Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la
celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre
del Redentor, Virgen fecunda,
puerta
del cielo siempre abierta,
estrella
del mar,
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y
permaneces siempre virgen.
Recibe
el saludo del ángel Gabriel,
y
ten piedad de nosotros, pecadores.
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