Del Propio del
día - Salterio III
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor está cerca, venid adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ALEGRÍA DE NIEVE
Alegría
de nieve
por
los caminos.
Todo
espera la gracia
del
Bien Nacido.
Miserables
los hombres,
dura
la tierra.
Cuanta
más nieve cae,
más
cielo cerca.
La
tierra tan dormida
ya
se despierta.
Y
hasta el hombre más muerto
se
despereza.
Ya
los montes se allanan
y
las colinas,
y
el corazón del hombre
vuelve
a la vida.
Gloria
al Padre y al Hijo,
gloria
al Espíritu,
que
han mirado a la tierra
compadecidos.
Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Salmo
88, 39-53 - IV: LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID
Tú,
encolerizado con tu Ungido,
lo
has rechazado y desechado;
has
roto la alianza con tu siervo
y
has profanado hasta el suelo su corona;
has
derribado sus murallas
y
derrocado sus fortalezas;
todo
viandante lo saquea,
y
es la burla de sus vecinos;
has
sostenido la diestra de sus enemigos
y
has dado el triunfo a sus adversarios;
pero
a él le has embotado la espada
y
no lo has confortado en la pelea;
has
quebrado su cetro glorioso
y
has derribado su trono;
has
acortado los días de su juventud
y
lo has cubierto de ignominia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Ant
2. Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Salmo
88, 39-53 - V
¿Hasta
cuándo, Señor, estarás escondido
y
arderá como un fuego tu cólera?
Recuerda,
Señor, lo corta que es mi vida
y
lo caducos que has creado a los humanos.
¿Quién
vivirá sin ver la muerte?
¿Quién
sustraerá su vida a la garra del abismo?
¿Dónde
está, Señor, tu antigua misericordia
que
por tu fidelidad juraste a David?
Acuérdate,
Señor, de la afrenta de tus siervos:
lo
que tengo que aguantar de las naciones,
de
cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
de
cómo afrentan las huellas de tu Ungido.
Bendito
el Señor por siempre. Amén, amén.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Ant
3. Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde
siempre y por siempre.
Salmo
89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor,
tú has sido nuestro refugio
de
generación en generación.
Antes
que naciesen los montes
o
fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde
siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú
reduces el hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil
años en tu presencia
son
un ayer, que pasó;
una
vigilia nocturna.
Los
siembras año por año,
como
hierba que se renueva:
que
florece y se renueva por la mañana,
y
por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo
nos ha consumido tu cólera
y
nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste
nuestras culpas ante ti,
nuestros
secretos ante la luz de tu mirada:
y
todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y
nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque
uno viva setenta años,
y
el más robusto hasta ochenta,
la
mayor parte son fatiga inútil,
porque
pasan aprisa y vuelan.
¿Quién
conoce la vehemencia de tu ira,
quién
ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos
a calcular nuestros años,
para
que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete,
Señor, ¿hasta cuándo?
Ten
compasión de tus siervos;
por
la mañana sácianos de tu misericordia,
y
toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos
alegría, por los días en que nos afligiste,
por
los años en que sufrimos desdichas.
Que
tus siervos vean tu acción,
y
sus hijos tu gloria.
Baje
a nosotros la bondad del Señor
y
haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde
siempre y por siempre.
V.
Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R.
Enderezad las sendas para nuestro Dios.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del profeta Isaías 41, 21-29
EL
SEÑOR, ÚNICO DIOS, ES QUIEN ANUNCIA AL LIBERTADOR CIRO
Presentad
vuestro pleito -dice el Señor-; aducid vuestras pruebas -dice el Rey de Jacob-;
que se adelanten y nos anuncien lo que va a suceder: Narradnos vuestras
predicciones pasadas, y prestaremos atención; anunciadnos el futuro, y
conoceremos el desenlace; narrad los sucesos futuros, y sabremos que sois
dioses. Haced algo, bueno o malo, que nos demos cuenta y lo veamos todo. Mirad,
vosotros sois nada; vuestras obras, vacío; es abominable elegiros.
Yo
lo he suscitado en el norte, y ha venido; en oriente lo llamo por su nombre;
pisará gobernantes como barro, como pisa el alfarero la arcilla. ¿Quién lo
anunció de antemano, para que se supiera, por adelantado, para que dijeran:
«Tiene razón»?
Ninguno
lo narra, ninguno lo anuncia, nadie oye vuestro discurso. Lo anuncié yo el
primero en Sión y envié un heraldo a Jerusalén. Busqué; pero entre ellos no
había nadie, ningún consejero a quien preguntarle para que me informara. Todos
juntos eran nada; sus obras, vacío; aire y nulidad, sus estatuas.
RESPONSORIO
Dt 18, 18; Lc 20, 13; Jn 6, 14
R.
Les suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca; * y él les dirá todo
lo que yo le mande.
V.
Enviaré a mi amado Hijo; éste es ciertamente el profeta que ha de venir al
mundo.
R.
Y él les dirá todo lo que yo le mande.
SEGUNDA
LECTURA
De
las Homilías de san Bernardo, abad, Sobre las excelencias de la Virgen Madre
(Homilía
4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense 4 [1966], 53-54)
EL
MUNDO ENTERO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA
Has
oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo. Has oído que no será por
obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu
respuesta: ya es tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros,
condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos, Señora, tu palabra de
misericordia.
En
tus manos está el precio de nuestra salvación; si consientes, de inmediato
seremos liberados. Todos fuimos creados por la Palabra eterna de Dios, pero
ahora nos vemos condenados a muerte; si tú das una breve respuesta, seremos
renovados y llamados nuevamente a la vida.
Virgen
llena de bondad, te lo pide el desconsolado Adán, arrojado del paraíso con toda
su descendencia. Te lo pide Abraham, te lo pide David. También te lo piden
ardientemente los otros patriarcas, tus antepasados, que habitan en la región
de la sombra de muerte. Lo espera todo el mundo, postrado a tus pies.
Y
no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo de los miserables, la
redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación de todos
los hijos de Adán, de toda tu raza.
Apresúrate
a dar tu consentimiento, Virgen, responde sin demora al ángel, mejor dicho, al
Señor, que te ha hablado por medio del ángel. Di una palabra y recibe al que es
la Palabra, pronuncia tu palabra humana y concibe al que es la Palabra divina,
profiere una palabra transitoria y recibe en tu seno al que es la Palabra
eterna.
¿Por
qué tardas?, ¿por qué dudas? Cree, acepta y recibe. Que la humildad se revista
de valor, la timidez de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez
virginal olvide ahora la prudencia. Virgen prudente, no temas en este caso la
presunción, porque, si bien es amable el pudor en el silencio, ahora es más
necesario que en tus palabras resplandezca la misericordia.
Abre,
Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al
Creador. Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y
llama. Si te demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a buscar
al que ama tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el
amor, abre por el consentimiento. Aquí está -dice la Virgen- la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra.
RESPONSORIO
Cf. Lc 1, 31. 42
R.
Recibe la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por medio del ángel:
concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para que te llamen bendita
entre las mujeres.
V.
Darás a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en tu seno y serás
madre siempre intacta.
R.
Para que te llamen bendita entre las mujeres.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y
humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor está cerca, venid adorémosle.
Himno:
QUE VIENE CRISTO REPITEN.
Que
viene Cristo repiten
con
su clamor los profetas,
previniendo
que la gracia
de
la redención se acerca.
Se
anuncia nuestro mañana,
los
corazones se alegran,
anunciadores
de gloria
miles
de voces resuenan.
Fue
el primer advenimiento
no
de castigo ni de pena,
sino
por curar heridas
salvando
a quien pereciera.
Mas
que ha de venir de nuevo
su
venida nos alerta,
a
coronar a los justos
y
a darles la recompensa.
Luz
perenne se nos brinda,
la
salvación centellea,
y
un resplandor nos convoca
a
las mansiones etéreas.
Oh
Cristo, anhelamos verte
cual
Dios en visión perpetua,
porque
este gozo será
bienaventuranza
eterna. Amén.
SALMODIA
Ant
1. A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.
Salmo
86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él
la ha cimentado sobre el monte santo;
y
el Señor prefiere las puertas de Sión
a
todas las moradas de Jacob.
¡Qué
pregón tan glorioso para ti,
ciudad
de Dios!
«Contaré
a Egipto y a Babilonia
entre
mis fieles;
filisteos,
tirios y etíopes
han
nacido allí.»
Se
dirá de Sión: «Uno por uno
todos
han nacido en ella;
el
Altísimo en persona la ha fundado.»
El
Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste
ha nacido allí.»
Y
cantarán mientras danzan:
«Todas
mis fuentes están en ti.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.
Ant
2. Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean
hallados veraces.
Cántico:
EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad,
el Señor Dios llega con poder,
y
su brazo manda.
Mirad,
viene con él su salario
y
su recompensa lo precede.
Como
un pastor que apacienta el rebaño,
su
brazo lo reúne,
toma
en brazos los corderos
y
hace recostar a las madres.
¿Quién
ha medido a puñados el mar
o
mensurado a palmos el cielo,
o
a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién
ha pesado en la balanza los montes
y
en la báscula las colinas?
¿Quién
ha medido el aliento del Señor?
¿Quién
le ha sugerido su proyecto?
¿Con
quién se aconsejó para entenderlo,
para
que le enseñara el camino exacto,
para
que le enseñara el saber
y
le sugiriese el método inteligente?
Mirad,
las naciones son gotas de un cubo
y
valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad,
las islas pesan lo que un grano,
el
Líbano no basta para leña,
sus
fieras no bastan para el holocausto.
En
su presencia, las naciones todas,
como
si no existieran,
son
ante él como nada y vacío.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados
veraces.
Ant
3. Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.
Salmo
98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El
Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado
sobre querubines, vacile la tierra.
El
Señor es grande en Sión,
encumbrado
sobre todos los pueblos.
Reconozcan
tu nombre, grande y terrible:
Él
es santo.
Reinas
con poder y amas la justicia,
tú
has establecido la rectitud;
tú
administras la justicia y el derecho,
tú
actúas en Jacob.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante el estrado de sus pies:
Él
es santo.
Moisés
y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel
con los que invocan su nombre,
invocaban
al Señor, y él respondía.
Dios
les hablaba desde la columna de nube;
oyeron
sus mandatos y la ley que les dio.
Señor,
Dios nuestro, tú les respondías,
tú
eras para ellos un Dios de perdón
y
un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante su monte santo:
Santo
es el Señor, nuestro Dios.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.
LECTURA
BREVE Gn 49, 10
No
se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas,
hasta que venga el que ha de venir, aquel a quien le está reservado, a quien
rendirán homenaje las naciones.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R.
Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V.
Su gloria aparecerá sobre ti.
R.
Amanecerá el Señor.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José.
PRECES
Oremos,
hermanos, a Cristo el Señor, luz que alumbra a todo hombre, y digámosle con
gozo:
Ven,
Señor Jesús.
Que
la luz de tu presencia disipe, Señor, nuestras tinieblas
y
nos haga dignos de recibir tus dones.
Sálvanos,
Señor Dios nuestro,
y
durante todo el día daremos gracias a tu santo nombre.
Enciende
nuestros corazones en tu amor, para que deseemos ardientemente tu venida
y
anhelemos vivir íntimamente unidos a ti.
Tú
que quisiste experimentar nuestras dolencias,
socorre
a los enfermos y a los que morirán en el día de hoy.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Recitemos
las palabras de Jesús, pidiendo al Padre que venga su reino:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y humildemente
tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.
Salmo
118, 113-120
Detesto
a los inconstantes
y
amo tu voluntad;
tú
eres mi refugio y mi escudo,
yo
espero en tu palabra;
apartaos
de mí los perversos,
y
cumpliré tus mandatos, Dios mío.
Sosténme
con tu promesa y viviré,
que
no quede frustrada mi esperanza;
dame
apoyo y estaré a salvo,
me
fijaré en tus leyes sin cesar;
desprecias
a los que se desvían de tus decretos,
sus
proyectos son engaño.
Tienes
por escoria a los malvados,
por
eso amo tus preceptos;
mi
carne se estremece con tu temor,
y
respeto tus mandamientos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
78, 1-5. 8-11. 13 - LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Dios
mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han
profanado tu santo templo,
han
reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron
los cadáveres de tus siervos
en
pasto a las aves del cielo,
y
la carne de tus fieles
a
las fieras de la tierra,
Derramaron
su sangre como agua
en
torno a Jerusalén,
y
nadie la enterraba.
Fuimos
el escarnio de nuestros vecinos,
la
irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Vas
a estar siempre enojado?
¿Va
a arder como fuego tu cólera?
No
recuerdes contra nosotros
las
culpas de nuestros padres;
que
tu compasión nos alcance pronto,
pues
estamos agotados.
Socórrenos,
Dios salvador nuestro,
por
el honor de tu nombre;
líbranos
y perdona nuestros pecados
a
causa de tu nombre.
¿Por
qué han de decir los gentiles:
«Dónde
está su Dios»?
Que
a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza
de
la sangre de tus siervos derramada.
Llegue
a tu presencia el gemido del cautivo:
con
tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas
de tu rebaño,
te
daremos gracias siempre,
cantaremos
tus alabanzas
de
generación en generación.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor
de Israel, escucha,
tú
que guías a José como a un rebaño;
tú
que te sientas sobre querubines, resplandece
ante
Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta
tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh
Dios!, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Señor
Dios de los ejércitos,
¿hasta
cuándo estarás airado
mientras
tu pueblo te suplica?
Le
diste a comer llanto,
a
beber lágrimas a tragos;
nos
entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios
de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Sacaste
una vid de Egipto,
expulsaste
a los gentiles, y la trasplantaste;
le
preparaste el terreno y echó raíces
hasta
llenar el país;
su
sombra cubría las montañas,
y
sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió
sus sarmientos hasta el mar,
y
sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por
qué has derribado su cerca
para
que la saqueen los viandantes,
la
pisoteen los jabalíes
y
se la coman las alimañas?
Dios
de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven
a visitar tu viña,
la
cepa que tu diestra plantó,
y
que tú hiciste vigorosa.
La
han talado y le han prendido fuego:
con
un bramido hazlos perecer.
Que
tu mano proteja a tu escogido,
al
hombre que tú fortaleciste.
No
nos alejaremos de ti:
danos
vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que
brille tu rostro y nos salve.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.
LECTURA
BREVE Jr 23, 5
Mirad
que llegan días -oráculo del Señor- en que suscitaré a David un vástago
legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y ejercerá el derecho en la
tierra.
V.
Los gentiles temerán tu nombre, Señor.
R.
Los reyes del mundo tu gloria.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y
humildemente tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH SEÑOR, DIOS ETERNO Y BONDADOSO
Oh
Señor, Dios eterno y bondadoso,
tú
diriges los tiempos y la vida;
son
por ti luminosas las mañanas,
con
tu sol das el fuego al mediodía.
Que
tu paz se derrame en nuestras almas
y
que apague el ardor de la discordia;
que
descansen los cuerpos fatigados,
anhelando
el reposo de tu gloria.
Tu
amistad danos, Padre omnipotente,
sea
Cristo la senda que sigamos,
ilumine
el Espíritu el desierto
en
que todos a ti peregrinamos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.»
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo, bendita tú entre las mujeres.»
LECTURA
BREVE Jr 23, 6
En
sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia.»
V.
Acuérdate de nosotros, Señor, por amor a tu pueblo.
R.
Visítanos con tu salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y
humildemente tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
OH DIOS, TENAZ VIGOR DE TODA COSA
Oh
Dios, tenaz vigor de toda cosa,
que
inmóvil en ti mismo permaneces,
y
que el orden del tiempo determinas
por
medio de la luz que nace y muere.
Dígnate
concedernos, en la tarde,
Luz
con que nuestra vida nunca cese,
y
haz que el bien infinito de la gloria
siga
a la gracia de una santa muerte.
Glorificado
seas, Jesucristo,
nacido
del más puro y santo vientre,
y
que sean también glorificados
el
Padre y el Espíritu por siempre. Amén.
SALMODIA
Ant
1. María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas
palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras
de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»
LECTURA
BREVE Ez 34, 15-16
Yo
mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar -oráculo del Señor-.
Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas; vendaré a las heridas,
curaré a las enfermas; cuidaré de las fuertes y robustas, y las apacentaré como
es debido.
V.
Ven, Señor, y no tardes.
R.
Perdona los pecados de tu pueblo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y
humildemente tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESCUCHA, CASA DE DAVID
Escucha,
casa de David:
La
Virgen pura se halla encinta;
Dios
la acaricia y la fecunda
y
la hace Madre de la vida.
La
Virgen grávida nos lleva
en
el secreto de su dicha;
la
Virgen fiel nos abre ruta
por
su obediencia de discípula.
Espera
en calma la agraciada,
con
ella el mundo se arrodilla;
levanta
el pobre la mirada,
con
ella pide la venida.
Nacido
en tiempos sin aurora,
el
Hijo espera con María.
¡Oh
Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia
tu espera en parusía!
¡A
ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido
en nuestros días,
con
santo júbilo cantamos!
¡Ven
en tu reino, ven de prisa! Amén.
SALMODIA
Ant
1. A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.
Salmo
131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor,
tenle en cuenta a David
todos
sus afanes:
cómo
juró al Señor
e
hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No
entraré bajo el techo de mi casa,
no
subiré al lecho de mi descanso,
no
daré sueño a mis ojos,
ni
reposo a mis párpados,
hasta
que encuentre un lugar para el Señor,
una
morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos
que estaba en Efrata,
la
encontramos en el Soto de Jaar:
entremos
en su morada,
postrémonos
ante el estrado de sus pies.
Levántate,
Señor, ven a tu mansión,
ven
con el arca de tu poder:
que
tus sacerdotes se vistan de gala,
que
tus fieles te aclamen.
Por
amor a tu siervo David,
no
niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.
Ant
2. Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean
hallados veraces.
Salmo
131 II.
El
Señor ha jurado a David
una
promesa que no retractará:
«A
uno de tu linaje
pondré
sobre tu trono.
Si
tus hijos guardan mi alianza
y
los mandatos que les enseño,
también
sus hijos, por siempre,
se
sentarán sobre tu trono.»
Porque
el Señor ha elegido a Sión,
ha
deseado vivir en ella:
«Ésta
es mi mansión por siempre,
aquí
viviré, porque la deseo.
Bendeciré
sus provisiones,
a
sus pobres los saciaré de pan;
vestiré
a sus sacerdotes de gala,
y
sus fieles aclamarán con vítores.
Haré
germinar el vigor de David,
enciendo
una lámpara para mi Ungido.
A
sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre
él brillará mi diadema.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados
veraces.
Ant
3. Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.
LECTURA
BREVE Cf. 1Co 1,7b-9
Esperamos
vivamente la revelación de Jesucristo, Señor nuestro. Él nos fortalecerá hasta
el fin, de modo que nos encontremos libres de culpa en el día de Jesucristo,
nuestro Señor. Fiel es Dios, por quien hemos sido convocados a la unión con su
Hijo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R.
Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V.
Que brille tu rostro y nos salve.
R.
Señor Dios de los ejércitos.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Oh llave de David y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar,
cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas
y en sombras de muerte.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Oh llave de David y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar,
cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas
y en sombras de muerte.
PRECES
Oremos,
hermanos, a Cristo, nuestro Señor y redentor, que vendrá con gloria al fin de
los tiempos, y digámosle:
Ven,
Señor Jesús.
Señor
y redentor nuestro, que al nacer en la carne nos libraste del yugo de la ley,
completa
en nosotros los beneficios de tu amor.
Tú
que tomaste de nuestra humanidad todo lo que no repugnaba a tu divinidad,
danos
de tu naturaleza los dones de los que la nuestra está sedienta.
Con
tu presencia da cumplimiento a nuestros deseos,
y
con la fuerza de tu amor inflama nuestros corazones.
Danos
la gracia de alegramos contigo en la gloria,
pues
ya en este mundo nuestra fe sincera te confiesa.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Derrama,
Señor, el rocío de tu amor
sobre
las almas de todos los difuntos.
Llenos
del Espíritu de Jesucristo, nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando
aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la
luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos
que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y humildemente
tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO ACABAMOS EL DÍA
Cuando
acabamos el día
te
suplicamos, Señor,
nos
hagas de centinela
y
otorgues tu protección.
Que
te sintamos: contigo
sueñe
nuestro corazón
para
cantar tus loores
de
nuevo al salir el sol.
Danos
vida saludable,
alienta
nuestro calor,
tu
claridad ilumine
la
oscuridad que llegó.
Dánoslo,
Padre piadoso,
por
Jesucristo, el Señor,
que
reina con el Espíritu
Santo
vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi carne descansa serena.
Salmo
15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los
dioses y señores de la tierra
no
me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de
dioses extraños;
no
derramaré sus libaciones con mis manos,
ni
tomaré sus nombres en mis labios.
El
Señor es mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me
ha tocado un lote hermoso,
me
encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi carne descansa serena.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 23
Que
el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y
cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor
Jesucristo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario