Del Común de
pastores para un santo papa y del Común de doctores de la Iglesia. Salterio II
SAN GREGORIO MAGNO, papa y doctor de la Iglesia (MEMORIA).
Nació en Roma hacia el año 540. Desempeñó primero diversos cargos
públicos, y llegó luego a ser prefecto de la Urbe. Más tarde se dedicó a la
vida monástica, fue ordenado diácono y nombrado legado pontificio en
Constantinopla. El día 3 de septiembre del año 590 fue elegido papa, cargo que
ejerció como verdadero pastor, en su modo de gobernar, en su ayuda a los
pobres, en la propagación y consolidación de la fe. Tiene escritas muchas obras
sobre teología moral y dogmática. Murió el día 12 de marzo del año 604.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA
Hondo
saber de Dios fue vuestra ciencia.
su
espíritu de verdad os dio a beberla
en
la Revelación, que es su presencia
en
velos de palabra siempre nueva.
Abristeis
el camino para hallarla
a
todo el que de Dios hambre tenía,
palabra
del Señor que, al contemplarla,
enciende
nuestras luces que iluminan.
Saber
de Dios en vida convertido
es
la virtud del justo, que, a su tiempo,
si
Dios le dio la luz, fue lo debido
que
fuera su verdad, su pensamiento.
Demos
gracias a Dios humildemente,
y
al Hijo, su verdad que a todos guía,
dejemos
que su Luz, faro esplendente,
nos
guíe por el mar de nuestra vida. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. Aleluya.
Salmo
103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice,
alma mía, al Señor:
¡Dios
mío, qué grande eres!
Te
vistes de belleza y majestad,
la
luz te envuelve como un manto.
Extiendes
los cielos como una tienda,
construyes
tu morada sobre las aguas;
las
nubes te sirven de carroza,
avanzas
en las alas del viento;
los
vientos te sirven de mensajeros;
el
fuego llameante, de ministro.
Asentaste
la tierra sobre sus cimientos,
y
no vacilará jamás;
la
cubriste con el manto del océano,
y
las aguas se posaron sobre las montañas;
pero
a tu bramido huyeron,
al
fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras
subían los montes y bajaban los valles:
cada
cual al puesto asignado.
Trazaste
una frontera que no traspasarán,
y
no volverán a cubrir la tierra.
De
los manantiales sacas los ríos,
para
que fluyan entre los montes;
en
ellos beben las fieras de los campos,
el
asno salvaje apaga su sed;
junto
a ellos habitan las aves del cielo,
y
entre las frondas se oye su canto.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. Aleluya.
Ant
2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
Aleluya.
Salmo
103 II
Desde
tu morada riegas los montes,
y
la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces
brotar hierba para los ganados,
y
forraje para los que sirven al hombre.
Él
saca pan de los campos,
y
vino que le alegra el corazón;
y
aceite que da brillo a su rostro,
y
alimento que le da fuerzas.
Se
llenan de savia los árboles del Señor,
los
cedros del Líbano que él plantó:
allí
anidan los pájaros,
en
su cima pone casa la cigüeña.
Los
riscos son para las cabras,
las
peñas son madriguera de erizos.
Hiciste
la luna con sus fases,
el
sol conoce su ocaso.
Pones
las tinieblas y viene la noche
y
rondan las fieras de la selva;
los
cachorros rugen por la presa,
reclamando
a Dios su comida.
Cuando
brilla el sol, se retiran,
y
se tumban en sus guaridas;
el
hombre sale a sus faenas,
a
su labranza hasta el atardecer.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.
Aleluya.
Ant
3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
Salmo
103 III
¡Cuántas
son tus obras, Señor,
y
todas las hiciste con sabiduría!;
la
tierra está llena de tus creaturas.
Ahí
está el mar: ancho y dilatado,
en
él bullen, sin número,
animales
pequeños y grandes;
lo
surcan las naves, y el Leviatán
que
modelaste para que retoce.
Todos
ellos aguardan
a
que les eches comida a su tiempo:
se
la echas, y la atrapan;
abres
tu mano, y se sacian de bienes;
escondes
tu rostro, y se espantan;
les
retiras el aliento, y expiran
y
vuelven a ser polvo;
envías
tu aliento, y los creas,
y
repueblas la faz de la tierra.
Gloria
a Dios para siempre,
goce
el Señor con sus obras.
Cuando
él mira la tierra, ella tiembla;
cuando
toca los montes, humean.
Cantaré
al Señor mientras viva,
tocaré
para mi Dios mientras exista:
que
le sea agradable mi poema,
y
yo me alegraré con el Señor.
Que
se acaben los pecadores en la tierra,
que
los malvados no existan más.
¡Bendice,
alma mía, al Señor!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
V.
Dichosos vuestros ojos porque ven.
R.
Y vuestros oídos porque oyen.
PRIMERA
LECTURA
De
la primera carta a Timoteo 5, 3-25
LAS
VIUDAS Y LOS PRESBÍTEROS EN LA IGLESIA
Timoteo,
hijo mío: Honra a las viudas que son verdaderamente tales. Y si una viuda tiene
hijos o nietos, que ante todo aprendan éstos a practicar sus deberes para con
la propia familia, y a corresponder por lo que deben a sus progenitores. Esto
agrada a los ojos de Dios.
La
viuda que es verdaderamente tal, es decir, desamparada de todos, pone toda su
confianza en Dios y persevera día y noche en plegarias y oraciones. Pero la que
se entrega a una vida frívola está ya muerta en vida. Incúlcales esto, para que
no tengan nada que se les pueda reprochar. La que no mira por los suyos, y en
particular por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un infiel.
No
se admita en el grupo de las viudas a ninguna de menos de sesenta años. Que no
se haya casado más de una vez; que sea recomendada por sus buenas obras, tales
como haber educado bien a sus hijos, haber ejercitado la hospitalidad, haber
lavado los pies a los fieles y asistido a los atribulados; haber sido solícita
en toda clase de beneficencia.
Pero
no admitas a viudas jóvenes, porque, cuando les asaltan deseos contrarios a su
decisión en Cristo, luego quieren casarse; así incurren en juicio condenatorio
por no haber sido fieles a su compromiso anterior. Y a todo esto, no teniendo
nada que hacer, se dedican a ir de casa en casa; y no sólo están ociosas, sino
que se vuelven habladoras y entrometidas, hablando de lo que no deben. Quiero,
pues, que las viudas jóvenes se casen, que críen hijos y gobiernen su casa, y
que no den al enemigo ningún motivo para que se hable mal de nosotros. Que ya
algunas se han extraviado y han ido en pos de Satanás. Si alguna mujer de la
comunidad tiene viudas en su parentela, manténgalas, para que la comunidad no
se vea gravada. Así podrá la Iglesia mantener a las que son verdaderamente
viudas.
Los
presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble honor, principalmente los
que se afanan en la predicación y en la enseñanza. La Escritura, en efecto,
dice: «No pondrás bozal al buey que trilla», y también: «El obrero tiene
derecho a su salario.» No admitas ninguna acusación contra un presbítero si no
viene con el testimonio de dos o tres. A los culpables, repréndelos delante de
todos, para que los demás cobren temor. Yo te conjuro en presencia de Dios, de
Cristo Jesús y de los ángeles escogidos, que observes estas recomendaciones sin
dejarte llevar de prejuicios ni favoritismos. No te precipites en imponer a
nadie las manos, y así no te harás partícipe de los pecados ajenos. Consérvate
puro.
Deja
ya de beber agua sola. Toma un poco de vino para tu mal de estómago y por tus
frecuentes achaques. Los pecados de algunos hombres son ya manifiestos aun
antes de que los examines; los de otros, en cambio, no lo son hasta después. Lo
mismo sucede con las obras: las buenas están al descubierto, las que no lo son
no pueden quedar siempre ocultas.
RESPONSORIO
Flp 1, 27; 2, 4. 5
R.
Llevad una vida conforme al Evangelio de Cristo, luchando todos a una por la
fe; * no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de
los demás.
V.
Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.
R.
No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los
demás.
SEGUNDA
LECTURA
De
las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre el profeta Ezequiel
(Libro
1, 11, 4-6: CCL 142, 170-172)
POR
AMOR A CRISTO, CUANDO HABLO DE ÉL, NI A Mi MISMO ME PERDONO
Hijo
de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo el
Señor compara sus predicadores a un atalaya. El atalaya está siempre en un
lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es
puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en
alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia.
Estas
palabras que os dirijo resultan muy duras para mí, ya que con ellas me ataco a
mí mismo, puesto que ni mis palabras ni mi conducta están a la altura de mi
misión.
Me
confieso culpable, reconozco mi tibieza y mi negligencia. Quizá esta confesión
de mi culpabilidad me alcance el perdón del Juez piadoso. Porque, cuando estaba
en el monasterio, podía guardar mi lengua de conversaciones ociosas y estar
dedicado casi continuamente a la oración. Pero, desde que he cargado sobre mis
hombros la responsabilidad pastoral, me es imposible guardar el recogimiento
que yo querría, solicitado como estoy por tantos asuntos.
Me
veo, en efecto, obligado a dirimir las causas, ora de las diversas Iglesias,
ora de los monasterios, y a juzgar con frecuencia de la vida y actuación de los
individuos en particular; otras veces tengo que ocuparme de asuntos de orden
civil, otras, de lamentarme de los estragos causados por las tropas de los
bárbaros y de temer por causa de los lobos que acechan al rebaño que me ha sido
confiado. Otras veces debo preocuparme de que no falte la ayuda necesaria a los
que viven sometidos a una disciplina regular, a veces tengo que soportar con
paciencia a algunos que usan de la violencia, otras, en atención a la misma
caridad que les debo, he de salirles al encuentro.
Estando
mi espíritu disperso y desgarrado con tan diversas preocupaciones, ¿cómo voy a
poder reconcentrarme para dedicarme por entero a la predicación y al ministerio
de la palabra? Además, muchas veces, obligado por las circunstancias, tengo que
tratar con las personas del mundo, lo que hace que alguna vez se relaje la
disciplina impuesta a mi lengua. Porque, si mantengo en esta materia una
disciplina rigurosa, sé que ello me aparta de los más débiles, y así nunca
podré atraerlos adonde yo quiero. y esto hace que, con frecuencia, escuche
pacientemente sus palabras, aunque sean ociosas. Pero, como yo también soy
débil, poco a poco me voy sintiendo atraído por aquellas palabras ociosas, y
empiezo a hablar con gusto de aquello que había empezado a escuchar con
paciencia, y resulta que me encuentro a gusto postrado allí mismo donde antes
sentía repugnancia de caer.
¿Qué
soy yo, por tanto, o qué clase de atalaya soy, que no estoy situado, por mis
obras, en lo alto de la montaña, sino que estoy postrado aún en la llanura de
mi debilidad? Pero el Creador y Redentor del género humano es bastante poderoso
para darme a mí, indigno, la necesaria altura de vida y eficacia de palabra, ya
que por su amor, cuando hablo de él, ni a mí mismo me perdono.
RESPONSORIO
R.
Sacando enseñanzas morales de las sagradas Escrituras e interpretando sus
misterios, encauzó hacia los pueblos las corrientes de agua viva del Evangelio;
* y aun después de su muerte continúa hablando.
V.
Recorriendo todo el mundo como un águila, provee de alimento a los grandes y a
los pequeños con su inmensa caridad.
R.
Y aun después de su muerte continúa hablando.
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a
ti nuestra alabanza,
a
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la
multitud de los profetas te enaltece,
y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
por
todos los confines extendida,
con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú
el Hijo y Palabra del Padre,
tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
tomaste
la condición de esclavo
en
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
de
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
no
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor
Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos
que, por intercesión del papa san Gregorio Magno, concedas el espíritu de
sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia,
para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus
pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Himno:
PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para
vosotros, el misterio del Padre;
con
vosotros, la luz del Verbo;
en
vosotros, la llama del Amor
que
es fuego.
¡Hontanares
de Dios!,
¡hombres
del Evangelio!,
¡humildes
inteligencias luminosas!,
¡grandes
hombres de barro tierno!
El
mundo tiene hambre de infinito
y
sed de cielo;
las
criaturas nos atan a lo efímero
y
nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para
nosotros,
el
misterio que aprendisteis del Padre;
con
nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en
nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres
de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos
una vida y un anhelo,
la
angustia por la verdad,
por
el error el miedo.
Dadnos
una vida de rodillas
ante
el misterio,
una
visión de este mundo de muerte
y
una esperanza de cielo.
Padre,
te pedimos para la Iglesia
la
ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Salmo
117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
Diga
la casa de Israel:
eterna
es su misericordia.
Diga
la casa de Aarón:
eterna
es su misericordia.
Digan
los fieles del Señor:
eterna
es su misericordia.
En
el peligro grité al Señor,
y
me escuchó, poniéndome a salvo.
El
Señor está conmigo: no temo;
¿qué
podrá hacerme el hombre?
El
Señor está conmigo y me auxilia,
veré
la derrota de mis adversarios.
Mejor
es refugiarse en el Señor
que
fiarse de los hombres,
mejor
es refugiarse en el Señor
que
confiar en los magnates.
Todos
los pueblos me rodeaban,
en
el nombre del Señor los rechacé;
me
rodeaban cerrando el cerco,
en
el nombre del Señor los rechacé;
me
rodeaban como avispas,
ardiendo
como fuego en las zarzas,
en
el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban
y empujaban para derribarme,
pero
el Señor me ayudó;
el
Señor es mi fuerza y mi energía,
él
es mi salvación.
Escuchad:
hay cantos de victoria
en
las tiendas de los justos:
«La
diestra del Señor es poderosa,
la
diestra del Señor es excelsa,
la
diestra del Señor es poderosa.»
No
he de morir, viviré
para
contar las hazañas del Señor.
Me
castigó, me castigó el Señor,
pero
no me entregó a la muerte.
Abridme
las puertas del triunfo,
y
entraré para dar gracias al Señor.
Esta
es la puerta del Señor:
los
vencedores entrarán por ella.
Te
doy gracias porque me escuchaste
y
fuiste mi salvación.
La
piedra que desecharon los arquitectos
es
ahora la piedra angular.
Es
el Señor quien lo ha hecho,
ha
sido un milagro patente.
Éste
es el día en que actuó el Señor:
sea
nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor,
danos la salvación;
Señor,
danos prosperidad.
Bendito
el que viene en nombre del Señor,
os
bendecimos desde la casa del Señor;
el
Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad
una procesión con ramos
hasta
los ángulos del altar.
Tú
eres mi Dios, te doy gracias;
Dios
mío, yo te ensalzo.
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Ant
2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Cántico:
QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a
ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
tu nombre, Santo y glorioso:
a
él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
eres en el templo de tu santa gloria:
a
ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
eres sobre el trono de tu reino:
a
ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a
ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
eres en la bóveda del cielo:
a
ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Ant
3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
Salmo
150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad
al Señor en su templo,
alabadlo
en su augusto firmamento.
Alabadlo
por sus obras magníficas,
alabadlo
por su inmensa grandeza.
Alabadlo
tocando trompetas,
alabadlo
con arpas y cítaras,
Alabadlo
con tambores y danzas,
alabadlo
con trompas y flautas,
alabadlo
con platillos sonoros,
alabadlo
con platillos vibrantes.
Todo
ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
LECTURA
BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí
la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque
es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la
amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El pueblo cuenta su sabiduría.
R.
El pueblo cuenta su sabiduría.
V.
La asamblea pregona su alabanza.
R.
Cuenta su sabiduría.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El pueblo cuenta su sabiduría.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Gregorio, pastor eximio, fue un modelo acabado de vida pastoral y nos legó una
regla segura para seguir esa vida.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Gregorio, pastor eximio, fue un modelo acabado de vida pastoral y nos legó una
regla segura para seguir esa vida.
PRECES
Demos
gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y
supliquémosle diciendo:
Apacienta
a tu pueblo, Señor.
Señor
Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu
amor,
haz
que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor
Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo,
no
dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor
Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas,
haz
que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de
una vida santa.
Señor
Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de
los santos,
haz
que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos
confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos
que, por intercesión del papa san Gregorio Magno, concedas el espíritu de
sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia,
para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus
pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE Rm 5, 1-2. 5
Ya
que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por
medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a
esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la
gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha
dado.
V.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R.
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh
Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros
corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida,
aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.
Salmo
22 - EL BUEN PASTOR
El
Señor es mi Pastor, nada me falta:
en
verdes praderas me hace recostar;
me
conduce hacia fuentes tranquilas
y
repara mis fuerzas;
me
guía por el sendero justo,
por
el honor de su nombre.
Aunque
camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque tú vas conmigo:
tu
vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas
una mesa ante mí
enfrente
de mis enemigos;
me
unges la cabeza con perfume,
y
mi copa rebosa.
Tu
bondad y tu misericordia me acompañan
todos
los días de mi vida,
y
habitaré en la casa del Señor
por
años sin término.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.
Ant
2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.
SALMO
75 I - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Dios
se manifiesta en Judá,
su
fama es grande en Israel;
su
tabernáculo está en Jerusalén,
su
morada en Sión:
allí
quebró los relámpagos del arco,
el
escudo, la espada y la guerra.
Tú
eres deslumbrante, magnífico,
con
montones de botín conquistados.
Los
valientes duermen su sueño,
y
a los guerreros no les responden sus brazos.
Con
un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste
carros y caballos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.
Ant
3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.
SALMO
75 II
Tú
eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al
ímpetu de tu ira?
Desde
el cielo proclamas la sentencia:
la
tierra teme sobrecogida,
cuando
Dios se pone en pie para juzgar,
para
salvar a los humildes de la tierra.
La
cólera humana tendrá que alabarte,
los
que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced
votos al Señor y cumplidlos,
y
traigan los vasallos tributo al Temible:
él
deja sin aliento a los príncipes,
y
es temible para los reyes del orbe.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 8, 26
De
la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no
sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos
que no pueden ser expresados en palabras.
V.
Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.
R.
Con tus palabras dame inteligencia.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh
Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros
corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida,
aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE 2Co 1, 21-22
Dios
es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha
ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya,
el Espíritu.
V.
El Señor es mi luz y mi salvación.
R.
El Señor es la defensa de mi vida.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh
Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros
corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida,
aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo
de Dios, eterna luz divina,
fuente
eternal de toda verdad pura,
gloria
de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha
toda luz en noche oscura.
Palabra
eternamente pronunciada
en
la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que
en el tiempo a los hombres nos fue dada
en
el seno de Virgen, hecha Hijo.
Las
tinieblas de muerte y de pecado,
en
que yacía el hombre, así vencido,
su
verdad y su luz han disipado,
con
su vida y su muerte ha redimido.
Con
destellos de luz que Dios envía,
no
dejéis de brillar, faros divinos;
de
los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad
la verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Salmo
109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate
a mi derecha,
y
haré de tus enemigos
estrado
de tus pies.»
Desde
Sión extenderá el Señor
el
poder de tu cetro:
somete
en la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo
mismo te engendré, como rocío,
antes
de la aurora.»
El
Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú
eres sacerdote eterno
según
el rito de Melquisedec.»
El
Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En
su camino beberá del torrente,
por
eso levantará la cabeza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Ant
2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Salmo
113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No
a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino
a tu nombre da la gloria;
por
tu bondad, por tu lealtad.
¿Por
qué han de decir las naciones:
«Dónde
está su Dios»?
Nuestro
Dios está en el cielo,
lo
que quiere lo hace.
Sus
ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura
de manos humanas:
tienen
boca, y no hablan;
tienen
ojos, y no ven;
tienen
orejas, y no oyen;
tienen
nariz, y no huelen;
tienen
manos, y no tocan;
tienen
pies, y no andan;
no
tiene voz su garganta:
que
sean igual los que los hacen,
cuantos
confían en ellos.
Israel
confía en el Señor:
él
es su auxilio y su escudo.
La
casa de Aarón confía en el Señor:
él
es su auxilio y su escudo.
Los
fieles del Señor confían en el Señor:
él
es su auxilio y su escudo.
Que
el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga
a la casa de Israel,
bendiga
a la casa de Aarón;
bendiga
a los fieles del Señor,
pequeños
y grandes.
Que
el Señor os acreciente,
a
vosotros y a vuestros hijos;
benditos
seáis del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
El
cielo pertenece al Señor,
la
tierra se la ha dado a los hombres.
Los
muertos ya no alaban al Señor,
ni
los que bajan al silencio.
Nosotros,
sí, bendeciremos al Señor
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Ant
3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
Cántico:
LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El
cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio
es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La
salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R.
Aleluya)
porque
sus juicios son verdaderos y justos.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad
al Señor sus siervos todos.
(R.
Aleluya)
Los
que le teméis, pequeños y grandes.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque
reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R.
Aleluya)
Alegrémonos
y gocemos y démosle gracias.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó
la boda del cordero.
(R.
Aleluya)
Su
esposa se ha embellecido.
R.
Aleluya, (aleluya).
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
LECTURA
BREVE St 3, 17-18
La
sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz,
comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En la asamblea le da la palabra.
R.
En la asamblea le da la palabra.
V.
Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R.
Le da la palabra.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En la asamblea le da la palabra.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El papa san Gregorio realizaba en su vivir lo que enseñaba con sus labios; así
fue ejemplo vivo de aquella vida cristiana que explicó con su palabra.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El papa san Gregorio realizaba en su vivir lo que enseñaba con sus labios; así
fue ejemplo vivo de aquella vida cristiana que explicó con su palabra.
PRECES
Glorifiquemos
a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a
Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva
a tu pueblo, Señor.
Tú
que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz
que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú
que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por
el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica
y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú
que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los
consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena
también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú
que fuiste la heredad de los santos pastores,
no
permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de
ti.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano,
salva
a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos
juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos
que, por intercesión del papa san Gregorio Magno, concedas el espíritu de
sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia,
para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus
pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo
90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú
que habitas al amparo del Altísimo,
que
vives a la sombra del Omnipotente,
di
al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios
mío, confío en ti.»
Él
te librará de la red del cazador,
de
la peste funesta.
Te
cubrirá con sus plumas,
bajo
sus alas te refugiarás:
su
brazo es escudo y armadura.
No
temerás el espanto nocturno,
ni
la flecha que vuela de día,
ni
la peste que se desliza en las tinieblas,
ni
la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán
a tu izquierda mil,
diez
mil a tu derecha;
a
ti no te alcanzará.
Tan
sólo abre tus ojos
y
verás la paga de los malvados,
porque
hiciste del Señor tu refugio,
tomaste
al Altísimo por defensa.
No
se te acercará la desgracia,
ni
la plaga llegará hasta tu tienda,
porque
a sus ángeles ha dado órdenes
para
que te guarden en tus caminos;
te
llevarán en sus palmas,
para
que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás
sobre áspides y víboras,
pisotearás
leones y dragones.
«Se
puso junto a mí: lo libraré;
lo
protegeré porque conoce mi nombre,
me
invocará y lo escucharé.
Con
él estaré en la tribulación,
lo
defenderé, lo glorificaré;
lo
saciaré de largos días,
y
le haré ver mi salvación.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA
BREVE Ap 22, 4-5
Verán
el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y
no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre
ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Humildemente
te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de
la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana
nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios
te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida,
dulzura y esperanza nuestra,
Dios
te salve.
A
ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a
ti suspiramos , gimiendo y llorando
en
este valle de lágrimas.
Ea,
pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve
a nosotros tus ojos misericordiosos,
y
después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh
clemente, oh piadosa,
oh
dulce Virgen María!
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