Propio de la
fiesta.
LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. (FIESTA)
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
PARA LA CRUZ Y LA CRUCIFIXIÓN
Para
la cruz y la crucifixión,
para
la agonía debajo de los olivos,
nada
mejor
que
el monte Tabor.
Para
los largos días de pena y dolor,
cuando
se arrastra la vida inútilmente,
nada
mejor
que
el monte Tabor.
Para
el fracaso, la soledad, la incomprensión,
cuando
es gris el horizonte y el camino,
nada
mejor
que
el monte Tabor.
Para
el triunfo gozoso de la resurrección,
cuando
todo resplandece de cantos,
nada
mejor
que
el monte Tabor. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Un solo día en tu casa vale más que otros mil.
Salmo
83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué
deseables son tus moradas,
Señor
de los ejércitos!
Mi
alma se consume y anhela
los
atrios del Señor,
mi
corazón y mi carne
se
alegran por el Dios vivo.
Hasta
el gorrión ha encontrado una casa;
la
golondrina, un nido
donde
colocar sus polluelos:
tus
altares, Señor de los ejércitos,
Rey
mío y Dios mío.
Dichosos
los que viven en tu casa
alabándote
siempre.
Dichosos
los que encuentran en ti su fuerza
al
preparar su peregrinación:
cuando
atraviesan áridos valles,
los
convierten en oasis,
como
si la lluvia temprana
los
cubriera de bendiciones;
caminan
de altura en altura
hasta
ver a Dios en Sión.
Señor
de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme,
Dios de Jacob.
Fíjate,
¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira
el rostro de tu Ungido.
Un
solo día en tu casa
vale
más que otros mil,
y
prefiero el umbral de la casa de Dios
a
vivir con los malvados.
Porque
el Señor es sol y escudo,
él
da la gracia y la gloria,
el
Señor no niega sus bienes
a
los de conducta intachable.
¡Señor
de los ejércitos, dichoso el hombre
que
confía en ti!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Un solo día en tu casa vale más que otros mil.
Ant
2. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Aleluya.
Salmo
96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El
Señor reina, la tierra goza,
se
alegran las islas innumerables.
Tiniebla
y nube lo rodean,
justicia
y derecho sostienen su trono.
Delante
de él avanza fuego
abrasando
en torno a los enemigos;
sus
relámpagos deslumbran el orbe,
y,
viéndolos, la tierra se estremece.
Los
montes se derriten como cera
ante
el dueño de toda la tierra;
los
cielos pregonan su justicia,
y
todos los pueblos contemplan su gloria.
Los
que adoran estatuas se sonrojan,
los
que ponen su orgullo en los ídolos;
ante
él se postran todos los dioses.
Lo
oye Sión, y se alegra,
se
regocijan las ciudades de Judá
por
tus sentencias, Señor;
porque
tú eres, Señor,
altísimo
sobre toda la tierra,
encumbrado
sobre todos los dioses.
El
Señor ama al que aborrece el mal,
protege
la vida de sus fieles
y
los libra de los malvados.
Amanece
la luz para el justo,
y
la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos,
justos, con el Señor,
celebrad
su santo nombre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya.
Ant
3. Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo.
Salmo
98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El
Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado
sobre querubines, vacile la tierra.
El
Señor es grande en Sión,
encumbrado
sobre todos los pueblos.
Reconozcan
tu nombre, grande y terrible:
Él
es santo.
Reinas
con poder y amas la justicia,
tú
has establecido la rectitud;
tú
administras la justicia y el derecho,
tú
actúas en Jacob.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante el estrado de sus pies:
Él
es santo.
Moisés
y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel
con los que invocan su nombre,
invocaban
al Señor, y él respondía.
Dios
les hablaba desde la columna de nube;
oyeron
sus mandatos y la ley que les dio.
Señor,
Dios nuestro, tú les respondías,
tú
eras para ellos un Dios de perdón
y
un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro;
postraos
ante su monte santo:
Santo
es el Señor, nuestro Dios.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo.
V.
Dios les hablaba desde la columna de nube.
R.
Oyeron sus mandatos.
PRIMERA
LECTURA
De
la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 7--4, 6
GLORIA
DIFUNDIDA POR CRISTO EN LA NUEVA ALIANZA
Hermanos:
Si el régimen de la ley que mata, que fue grabada con letras en piedra, fue
glorioso, y de tal modo que ni podían fijar la vista los israelitas en el
rostro de Moisés por la gloria de su rostro, que era pasajera, ¿cuánto más
glorioso no será el régimen del espíritu? Efectivamente, si hubo gloria en el
régimen que lleva a la condenación, con mayor razón hay profusión de gloria en
el régimen que conduce a la justificación. Y, en verdad, lo que en aquel caso
fue gloria, no es tal en comparación con ésta, tan eminente y radiante. Pues si
lo perecedero fue como un rayo de gloria, con más razón será glorioso lo
imperecedero.
Estando,
pues, en posesión de una esperanza tan grande, procedemos con toda decisión y
seguridad, y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que no se
fijasen los hijos de Israel en su resplandor, que era perecedero. Y sus
entendimientos quedaron embotados, pues, en efecto, hasta el día de hoy perdura
ese mismo velo en la lectura de la antigua alianza. El velo no se ha
descorrido, pues sólo con Cristo queda removido. Y así, hasta el día de hoy,
siempre que leen a Moisés, persiste un velo tendido sobre sus corazones. Mas
cuando se vuelvan al Señor, será descorrido el velo. El Señor es espíritu, y
donde está el Espíritu del Señor, ahí está la libertad. Y todos nosotros,
reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor,
nos vamos transformando, en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor,
por la acción del Señor, que es espíritu.
Por
eso, investidos, por la misericordia de Dios, de este ministerio, no sentimos
desfallecimiento, antes bien, renunciamos a todo encubrimiento vergonzoso del
Evangelio; procedemos sin astucia y sin adulterar la palabra de Dios y, dando a
conocer la verdad, nos encomendamos al juicio de toda humana conciencia en la
presencia de Dios. Si, con todo, nuestro Evangelio queda cubierto como por un
velo, queda así encubierto sólo para los que van camino de perdición, para
aquellos cuyos entendimientos incrédulos cegó el dios del mundo presente, para
que no vean brillar la luz del mensaje evangélico sobre la gloria de Cristo,
que es imagen de Dios.
No
nos predicamos a nosotros mismos, sino que predicamos a Cristo Jesús como
Señor; nosotros nos presentamos como siervos vuestros por Jesús. El mismo Dios
que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas», ha hecho brillar la luz en
nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece
en el rostro de Cristo.
RESPONSORIO
1Jn 3, 1. 2
R.
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre * para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo
somos!
V.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos
tal cual es.
R.
Para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
SEGUNDA
LECTURA
Del
Sermón de Anastasio Sinaíta, obispo, en el día de la Transfiguración del Señor
.
(Núms.
6-10: «Mélanges d'archéologie et d'histoire» 67 [1955], 241-244)
QUE
BIEN ESTARÍA QUEDARNOS AQUÍ
El
misterio que hoy celebramos lo manifestó Jesús a sus discípulos en el monte
Tabor. En efecto, después de haberles hablado, mientras iba con ellos, acerca
del reino y de su segunda venida gloriosa, teniendo en cuenta que quizá no
estaban muy convencidos de lo que les había anunciado acerca del reino y
deseando infundir en sus corazones una firmísima e intima convicción, de modo
que por lo presente creyeran en lo futuro, realizó ante sus ojos aquella
admirable manifestación, en el monte Tabor, como una imagen prefigurativa del
reino de los cielos. Era como si les dijese: «El tiempo que ha de transcurrir
antes de que se realicen mis predicciones no ha de ser motivo de que vuestra fe
se debilite, y por esto, ahora mismo, en el tiempo presente, os aseguro que
algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto al Hijo del hombre
presentarse con la gloria de su Padre.»
Y
el evangelista, para mostrar que el poder de Cristo estaba en armonía con su
voluntad, añade: Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a
su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su
presencia; su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron
blancos como la luz. Y se aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Éstas
son las maravillas de la presente solemnidad, éste es el misterio, saludable
para nosotros, que ahora se ha cumplido en el monte, ya que ahora nos reúne la
muerte y, al mismo tiempo, la festividad de Cristo. Por esto, para que podamos
penetrar, junto con los elegidos entre los discípulos inspirados por Dios, el
sentido profundo de estos inefables y sagrados misterios, escuchemos la voz
divina y sagrada que nos llama con insistencia desde lo alto, desde la cumbre
del monte.
Debemos
apresurarnos a ir hacia allí -así me atrevo a decirlo- como Jesús, que allí en
el cielo es nuestro guía y precursor, con quien brillaremos con nuestra mirada
espiritualizada, renovados en cierta manera en los trazos de nuestra alma,
hechos conformes a su imagen, y, como él, transfigurados continuamente y hechos
participes de la naturaleza divina, y dispuestos para los dones celestiales.
Corramos
hacia allí, animosos y alegres, y penetremos en la intimidad de la nube, a
imitación de Moisés y Elías, o de Santiago y Juan. Seamos como Pedro,
arrebatado por la visión y aparición divina, transfigurado por aquella hermosa
transfiguración, desasido del mundo, abstraído de la tierra; despojémonos de lo
carnal, dejemos lo creado y volvámonos al Creador, al que Pedro, fuera de sí,
dijo: Señor, qué bien estaría quedamos aquí.
Ciertamente,
Pedro, en verdad qué bien estaría quedarnos aquí con Jesús, y permanecer aquí
para siempre. ¿Hay algo más dichoso, más elevado, más importante que estar con
Dios, ser hechos conformes con él, vivir en la luz? Cada uno de nosotros, por
el hecho de tener a Dios en sí y de ser transfigurado en su imagen divina,
tiene derecho a exclamar con alegría: Qué bien estaría quedanos aquí, donde todo
es resplandeciente, donde está el gozo, la felicidad y la alegría, donde el
corazón disfruta de absoluta tranquilidad, serenidad y dulzura, donde vemos a
(Cristo) Dios, donde él, junto con el Padre, pone su morada y dice, al entrar:
Hoy ha venido la salud a esta casa, donde con Cristo se hallan acumulados los
tesoros de los bienes eternos, donde hallamos reproducidas, como en un espejo,
las imágenes de las realidades futuras.
RESPONSORIO
Mt 17, 2. 3; cf. Lc 9, 32. 34
R.
El rostro de Jesús se puso brillante como el sol; * y los discípulos, al
contemplarlo circundado de gloria, se llenaron de temor.
V.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.
R.
Y los discípulos, al contemplarlo circundado de gloria, se llenaron de temor.
Himno:
SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a
ti nuestra alabanza,
a
ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados
ante ti, los ángeles te adoran
y
cantan sin cesar:
Santo,
santo, santo es el Señor,
Dios
del universo;
llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
A
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la
multitud de los profetas te enaltece,
y
el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A
ti la Iglesia santa,
por
todos los confines extendida,
con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo
eterno, unigénito de Dios,
santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh
Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú
el Hijo y Palabra del Padre,
tú
el Rey de toda la creación.
Tú,
para salvar al hombre,
tomaste
la condición de esclavo
en
el seno de una virgen.
Tú
destruiste la muerte
y
abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú
vives ahora,
inmortal
y glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día,
como
juez universal.
Muéstrate,
pues, amigo y defensor
de
los hombres que salvaste.
Y
recíbelos por siempre allá en tu reino,
con
tus santos y elegidos.
La
parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva
a tu pueblo, Señor,
y
bendice a tu heredad.
Sé
su pastor,
y
guíalos por siempre.
Día
tras día te bendeciremos
y
alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate,
Señor,
guardarnos
de pecado en este día.
Ten
piedad de nosotros, Señor,
ten
piedad de nosotros.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
A
ti, Señor, me acojo,
no
quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste
entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción
filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un
día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid adorémosle.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid adorémosle.
Himno:
JESÚS DE DULCE MEMORIA.
Jesús
de dulce memoria,
que
das la paz verdadera;
más
dulce que toda miel
es
tu divina presencia.
Nada
se canta más suave,
ni
grato se experimenta,
ni
alegría mayor hay
que
de Cristo un alma llena.
Jesús,
tu dulzura excede
-fuente
de paz verdadera-
todos
los gozos humanos,
cuanto
el hombre soñar pueda.
Si
nuestras mentes visitas,
la
luz de verdad destella,
el
mundo aparece vano,
todo,
tu amor lo supera.
Danos,
benigno, perdón,
de
la gracia gran cosecha;
haz
que gocemos perennes
de
tu esplendor la presencia.
Cantamos
tus alabanzas,
Jesús,
sentado a la diestra
de
tu Padre, cuyo Amor
tu
ser divino revela. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y
resplandecía en sus vestidos como la luz.
SALMO
62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y
resplandecía en sus vestidos como la luz.
Ant
2. Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba
testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y
hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.
Cántico:
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba
testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y
hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.
Ant
3. La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de
Elías: ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el
Señor en el monte santo.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de Elías:
ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el Señor en
el monte santo.
LECTURA
BREVE Ap 21, 10. 23
El
ángel me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad
santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios. La ciudad no necesita
ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su
lámpara es el Cordero.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.
R.
Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.
V.
Lo colocaste por encima de todas tus creaturas.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis
complacencias, escuchadlo». Aleluya.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis
complacencias, escuchadlo». Aleluya.
PRECES
Acudamos
al Padre, que maravillosamente transfiguró a Jesucristo, nuestro Salvador, en
el monte santo, y digámosle con fe:
Que
tu luz, Señor, nos haga ver la luz.
Padre
lleno de amor, tú que transfiguraste a tu Hijo amado en la montaña santa y, por
medio de la nube luminosa, te manifestaste a tí mismo,
haz
que escuchemos siempre fielmente la voz de tu Hijo amado.
Señor,
tú que nos nutres de lo sabroso de tu casa y nos das a beber del torrente de
tus delicias,
haz
que sepamos contemplar en la gloria de tu Hijo transfigurado nuestra futura
condición gloriosa.
Tú
que hiciste que del seno de las tinieblas brillara la luz y has hecho brillar
nuestros corazones para que contemplaran tu gloria en el rostro de Cristo,
haz
que tu Iglesia viva atenta a la contemplación de las maravillas de tu Hijo
amado.
Tú
que nos has llamado con una vocación santa, por tu gracia manifestada con la
aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús,
ilumina
a todos los hombres con el Evangelio, para que lleguen al conocimiento de la
vida incorruptible.
Padre
amantísimo, tú que nos has tenido un amor tan grande que has querido nos
llamáramos hijos tuyos y que lo fuéramos en verdad,
haz
que, cuando Cristo se manifieste en su gloria, nosotros seamos semejantes a él.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Ya
que Dios nos ha llamado a ser sus hijos, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever
en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz
que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus
coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor apareció transfigurado entre Moisés y Elías: así recibió el
testimonio de la ley y de los profetas.
Salmo
118, 41-48
Señor,
que me alcance tu favor,
tu
salvación según tu promesa:
así
responderé a los que me injurian,
que
confío en tu palabra;
no
quites de mi boca las palabras sinceras,
porque
yo espero en tus mandamientos.
Cumpliré
sin cesar tu voluntad,
por
siempre jamás;
andaré
por un camino ancho,
buscando
tus decretos;
comentaré
tus preceptos ante los reyes,
y
no me avergonzaré.
Serán
mi delicia tus mandatos,
que
tanto amo;
levantaré
mis manos hacia ti
recitando
tus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
39, 2-14. 17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO
Yo
esperaba con ansia al Señor;
él
se inclinó y escuchó mi grito;
me
levantó de la fosa fatal,
de
la charca fangosa;
afianzó
mis pies sobre roca,
y
aseguró mis pasos;
me
puso en la boca un cántico nuevo,
un
himno a nuestro Dios.
Muchos,
al verlo, quedaron sobrecogidos
y
confiaron en el Señor.
Dichoso
el hombre que ha puesto
su
confianza en el Señor,
y
no acude a los idólatras,
que
se extravían con engaños.
¡Cuántas
maravillas has hecho,
Señor,
Dios mío,
cuántos
planes en favor nuestro!
Nadie
se te puede comparar:
intento
proclamarlas, decirlas,
pero
superan todo número.
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas,
y,
en cambio, me abriste el oído;
no
pides sacrificio expiatorio,
entonces
yo digo: «Aquí estoy
-como
está escrito en mi libro-
para
hacer tu voluntad.»
Dios
mío, lo quiero,
y
llevo tu ley en las entrañas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
39 II
He
proclamado tu salvación
ante
la gran asamblea;
no
he cerrado los labios:
Señor,
tú lo sabes.
No
me he guardado en el pecho tu defensa,
he
proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no
he negado tu misericordia y tu lealtad
ante
la gran asamblea.
Tú,
Señor, no me niegues tu clemencia,
que
tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque
me cercan desgracias sin cuento.
Se
me echan encima mis culpas,
y
no puedo huir;
son
más que los cabellos de mi cabeza,
y
me falta el valor.
Señor,
dígnate librarme;
Señor,
date prisa en socorrerme.
Alégrense
y gocen contigo
todos
los que te buscan;
digan
siempre: «Grande es el Señor»,
los
que desean tu salvación.
Yo
soy pobre y desdichado,
pero
el Señor cuida de mí;
tú
eres mi auxilio y mi liberación:
Dios
mío, no tardes.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor apareció transfigurado entre Moisés y Elías: así recibió el testimonio
de la ley y de los profetas.
LECTURA
BREVE Ex 19, 9
El
Señor dijo a Moisés: «Voy a acercarme a ti en una densa nube, para que el
pueblo pueda escuchar lo que te digo y te crea en adelante.»
V.
Eres el más bello de los hombres.
R.
En tus labios se derrama la gracia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste
entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción
filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un
día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor Dios, nuestro Salvador, ha hecho brillar la vida y la inmortalidad
por el Evangelio.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor Dios, nuestro Salvador, ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por
el Evangelio.
LECTURA
BREVE Ex 33, 9. 11
En
cuanto Moisés entraba en la Tienda de Reunión, la columna de nube bajaba y se
quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor
hablaba con Moisés. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un
hombre con un amigo.
V.
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
R.
Vuestro rostro no se avergonzará.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste
entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción
filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un
día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Al oír la voz del Padre, los discípulos cayeron sobre sus rostros,
sobrecogidos de temor.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al oír la voz del Padre, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos
de temor.
LECTURA
BREVE 2Co 3, 18
Todos
nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria
del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada
vez mayor, por la acción del Señor, que es espíritu.
V.
En ti, Señor, está la fuente viva.
R.
Y tu luz nos hace ver la luz.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste
entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción
filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un
día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EN LA CUMBRE DEL MONTE.
En
la cumbre del monte,
su
cuerpo de barro
se
vistió de soles.
En
la cumbre del monte,
su
veste de nieve
se
cuajó de flores.
En
la cumbre del monte,
excelso
misterio:
Cristo,
Dios y hombre.
En
la cumbre del monte,
a
la fe se abrieron
nuestros
corazones. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó
aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.
Salmo
109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate
a mi derecha,
y
haré de tus enemigos
estrado
de tus pies.»
Desde
Sión extenderá el Señor
el
poder de tu cetro:
somete
en la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo
mismo te engendré, como rocío,
antes
de la aurora.»
El
Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú
eres sacerdote eterno
según
el rito de Melquisedec.»
El
Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En
su camino beberá del torrente,
por
eso levantará la cabeza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte
a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.
Ant
2. Una nube brillante los envolvió y de la nube salió una voz que dijo: «Éste
es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias».
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Una nube brillante los envolvió y de la nube salió una voz que dijo: «Éste es
mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias».
Ant
3. Cuando bajaban del monte, les dio Jesús esta orden: «A nadie deis a conocer
esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Aleluya.
Cantico:
ALABAD AL SEÑOR, TODAS LAS NACIONES - Cf. 1Tm 3,16
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
manifestado en fragilidad humana,
santificado
por el Espíritu.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
mostrado a los ángeles,
proclamado
a los gentiles.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
objeto de fe para el mundo,
elevado
a la gloria.
R.
Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cuando bajaban del monte, les dio Jesús esta orden: «A nadie deis a conocer
esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 8, 16-17
El
mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si
somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo,
si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con
él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.
R.
Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.
V.
Fuerza y esplendor están en su templo.
R.
Aleluya, aleluya.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Al oír la voz, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor;
pero Jesús se llegó a ellos y, tocándolos con la mano, les dijo: «Levantaos, no
tengáis miedo». Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Al oír la voz, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor;
pero Jesús se llegó a ellos y, tocándolos con la mano, les dijo: «Levantaos, no
tengáis miedo». Aleluya.
PRECES
Acudamos
a nuestro Salvador, maravillosamente transfigurado ante sus discípulos en el
monte santo, y digámosle con fe:
Ilumina,
Señor, nuestras tinieblas.
Oh
Cristo, que, antes de entregarte a la pasión, quisiste manifestar en tu cuerpo
transfigurado la gloria de la resurrección futura, te pedimos por la Iglesia
que sufre:
que,
en medio de las dificultades del mundo, viva transfigurada por la esperanza de
tu victoria.
Cristo,
Señor nuestro, que tomando a Pedro, Santiago y Juan los llevaste contigo a un
monte alto, te pedimos por el papa Francisco y por los obispos:
que,
llenos de aquella paz y alegría que son fruto de la esperanza en la resurrección,
sirvan fielmente a tu pueblo.
Cristo
Jesús, que desde el monte santo hiciste brillar tu rostro sobre Moisés y Elías,
te pedimos por Israel, el pueblo que hiciste tuyo desde tiempos antiguos:
concédele
que alcance la plenitud de la redención.
Cristo,
esperanza nuestra, que iluminaste al mundo entero cuando sobre ti amaneció la
gloria del Creador, te pedimos por todos los hombres de buena voluntad:
haz
que caminen siempre siguiendo el resplandor de tu luz.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Cristo,
Salvador nuestro, que transformarás nuestro frágil cuerpo en cuerpo glorioso
como el tuyo, te pedimos por nuestros hermanos difuntos:
transfórmalos
a imagen tuya y admítelos ya en tu gloria.
Llenos
de esperanza, oremos al Padre como Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor
Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los
misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste
entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción
filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un
día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo
85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina
tu oído, Señor; escúchame,
que
soy un pobre desamparado;
protege
mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva
a tu siervo, que confía en ti.
Tú
eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que
a ti te estoy llamando todo el día;
alegra
el alma de tu siervo,
pues
levanto mi alma hacia ti;
porque
tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico
en misericordia con los que te invocan.
Señor,
escucha mi oración,
atiende
a la voz de mi súplica.
En
el día del peligro te llamo,
y
tú me escuchas.
No
tienes igual entre los dioses, Señor,
ni
hay obras como las tuyas.
Todos
los pueblos vendrán
a
postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán
tu nombre:
«Grande
eres tú, y haces maravillas;
tú
eres el único Dios.»
Enséñame,
Señor, tu camino,
para
que siga tu verdad;
mantén
mi corazón entero
en
el temor de tu nombre.
Te
alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré
gloria a tu nombre por siempre,
por
tu grande piedad para conmigo,
porque
me salvaste del abismo profundo.
Dios
mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una
banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin
tenerte en cuenta a ti.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento
a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame,
ten compasión de mí.
Da
fuerza a tu siervo,
salva
al hijo de tu esclava;
dame
una señal propicia,
que
la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque
tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios
nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió
por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede,
Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la
simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine
para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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