Del común de
los santos varones: para los santos religiosos. Salterio IV
SAN BERNARDO, abad y doctor de la Iglesia (MEMORIA)
Nació el año 1090 cerca de Dijon (Francia). Recibió una piadosa
educación, y el año 1111 se unió a los monjes del Cister; poco después, fue
elegido abad del monasterio de Claraval, cargo que desempeñó con gran provecho
para sus monjes. A causa de las divisiones que aquejaban por entonces a la
Iglesia, se vio obligado a viajar por Europa, con el objeto de restablecer la
paz y la unidad. Escribió mucho sobre teología y ascética. Murió el año 1153.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Bernardo.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Bernardo.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DICHOSOS LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos
los que, oyendo la llamada
de
la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis
que la vida os era dada
para
darla en amor y con fe viva.
Dichosos,
si abrazasteis la pobreza
para
llenar de Dios vuestras alforjas,
para
servirle a él con fortaleza,
con
gozo y con amor a todas horas.
Dichosos
mensajeros de verdades,
que
fuisteis por caminos de la tierra,
predicando
bondad contra maldades,
pregonando
la paz contra las guerras.
Dichosos,
del amor dispensadores,
dichosos,
de los tristes el consuelo,
dichosos,
de los hombres servidores,
dichosos,
herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.
Salmo
72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
¡Qué
bueno es Dios para el justo,
el
Señor para los limpios de corazón!
Pero
yo por poco doy un mal paso,
casi
resbalaron mis pisadas:
porque
envidiaba a los perversos,
viendo
prosperar a los malvados.
Para
ellos no hay sinsabores,
están
sanos y engreídos;
no
pasan las fatigas humanas
ni
sufren como los demás.
Por
eso su collar es el orgullo,
y
los cubre un vestido de violencia;
de
las carnes les rezuma la maldad,
el
corazón les rebosa de malas ideas.
Insultan
y hablan mal,
y
desde lo alto amenazan con la opresión.
Su
boca se atreve con el cielo,
y
su lengua recorre la tierra.
Por
eso mi pueblo se vuelve a ellos
y
se bebe sus palabras.
Ellos
dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se
va a enterar el Altísimo?»
Así
son los malvados:
siempre
seguros, acumulan riquezas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Que bueno es el Dios de Israel para los justos.
Ant
2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.
Salmo
72 II
Entonces,
¿para qué he limpiado yo mi corazón
y
he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para
qué aguanto yo todo el día
y
me corrijo cada mañana?
Si
yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría
de la estirpe de tus hijos.
Meditaba
yo para entenderlo,
pero
me resultaba muy difícil;
hasta
que entré en el misterio de Dios,
y
comprendí el destino de ellos.
Es
verdad: los pones en el resbaladero,
los
precipitas en la ruina;
en
un momento causan horror,
y
acaban consumidos de espanto.
Como
un sueño al despertar, Señor,
al
despertarte desprecias sus sombras.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.
Ant
3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se
pierden.
Salmo
72 III
Cuando
mi corazón se agriaba
y
me punzaba mi interior,
yo
era un necio y un ignorante,
yo
era un animal ante ti.
Pero
yo siempre estaré contigo,
tú
tomas mi mano derecha,
me
guías según tus planes,
y
me llevas a un destino glorioso.
¿No
te tengo a ti en el cielo?;
y
contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se
consumen mi corazón y mi carne
por
Dios, mi herencia eterna.
Sí:
los que se alejan de ti se pierden;
tú
destruyes a los que te son infieles.
Para
mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer
del Señor mi refugio,
y
proclamar todas tus acciones
en
las puertas de Sión.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se
pierden.
V.
Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R.
Más que miel en la boca.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del Qohelet 2, 1-3. 12-26
VANIDAD
DE LOS PLACERES Y DE LA SABIDURÍA HUMANA
Yo
me dije en mi corazón: «¡Adelante! ¡Voy a hacerte probar el placer, a hacer que
disfrutes del bienestar!» Pero vi que también esto es vanidad. A la risa la
llamé: «¡Locura!»; y del placer dije: «¿Para qué vale?» Traté de regalar mi
cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme
al desvarío hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que
hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.
Dirigí
luego mi reflexión sobre la sabiduría, la locura y el desvarío. Porque ¿qué
hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron? Yo vi que la
sabiduría aventaja al desvarío, como la luz a las tinieblas.
El
sabio tiene sus ojos en la cabeza, mas el necio camina en las tinieblas. Pero
también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos. Entonces me dije: «Como la
suerte del necio será la mía. ¿Para qué vale, pues, mi sabiduría?» Y pensé que
hasta eso mismo es vanidad. No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio;
al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el
necio.
He
detestado la vida, porque me disgusta cuanto se hace bajo el sol, pues todo es
vanidad y atrapar vientos. Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, y
los dejo a mi sucesor. ¿Quién sabe si será sabio o necio? Y, sin embargo, él
será dueño de toda mi fatiga, la que realicé con afán y sabiduría bajo el sol.
También esto es vanidad. Entregué mi corazón al desaliento por todos mis
fatigosos afanes bajo el sol, al considerar cómo algún hombre que se ha afanado
con sabiduría, ciencia y destreza deja su bien a otro que en nada se afanó para
ello. También esto es vanidad y mal grave. Pues ¿qué le queda a aquel hombre de
toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol? ¿De todos sus días de
dolor, de penosas ocupaciones, de todas sus noches de insomnio? También esto es
vanidad.
No
hay mayor felicidad humana que comer y beber y pasarlo bien en medio de los
afanes. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios, pues quien come y
goza lo tiene de Dios. Porque a quien le agrada da él sabiduría, ciencia y
alegría; mas al pecador da el trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a
quien a él le plazca. También esto es vanidad y atrapar vientos.
RESPONSORIO
Qo 2, 26; 1Tm 6, 10
R.
Dios da a quien le agrada sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador da el
trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a quien a él le plazca. *
También esto es vanidad y atrapar vientos.
V.
Raíz de todos los males es el afán del dinero; y algunos, por dejarse llevar de
él, han quedado sumergidos en un mar de tormentos.
R.
También esto es vanidad y atrapar vientos.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Bernardo, abad, sobre el Cantar de los cantares
(Sermón
83, 4-6: Opera omnia, edición cisterciense, 2 [1958], 300-302)
AMO
PORQUE AMO, AMO POR AMAR
El
amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su
premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él
mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo
porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su
principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una
continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y
afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a
su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle
algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que
quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que
el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.
El
amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor
y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la
esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona?
¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?
Con
razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y
exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es
amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es
ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la
misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el
Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad
entre ellos que entre el sediento y la fuente.
Según
esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que
suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que
no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura
con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en
claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera.
Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con
todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de
amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es
imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de
amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se
tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con
mayor intensidad.
RESPONSORIO
Sal 30, 20; 35, 9
R.
¡Qué bondad tan grande, Señor, * reservas para tus fieles!
V.
Se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus
delicias.
R.
Lo reservas para tus fieles.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios
nuestro, que hiciste que el abad san Bernardo, encendido en el celo de tu casa,
no sólo ardiera en tu amor, sino que resplandeciera en tu Iglesia para
iluminarla, concédenos, por su intercesión, que, animados de ese mismo
espíritu, vivamos siempre como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Bernardo.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Bernardo.
Himno:
VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros
sois luz del mundo
y
ardiente sal de la tierra,
ciudad
esbelta en el monte,
fermento
en la masa nueva.
Vosotros
sois los sarmientos,
y
yo la Vid verdadera;
si
el Padre poda las ramas,
más
fruto llevan las cepas.
Vosotros
sois la abundancia
del
reino que ya está cerca,
los
doce mil señalados
que
no caerán en la siega.
Dichosos,
porque sois limpios
y
ricos en la pobreza,
y
es vuestro el reino que sólo
se
gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Salmo
89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor,
tú has sido nuestro refugio
de
generación en generación.
Antes
que naciesen los montes
o
fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde
siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú
reduces el hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil
años en tu presencia
son
un ayer, que pasó;
una
vigilia nocturna.
Los
siembras año por año,
como
hierba que se renueva:
que
florece y se renueva por la mañana,
y
por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo
nos ha consumido tu cólera
y
nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste
nuestras culpas ante ti,
nuestros
secretos ante la luz de tu mirada:
y
todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y
nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque
uno viva setenta años,
y
el más robusto hasta ochenta,
la
mayor parte son fatiga inútil,
porque
pasan aprisa y vuelan.
¿Quién
conoce la vehemencia de tu ira,
quién
ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos
a calcular nuestros años,
para
que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete,
Señor, ¿hasta cuándo?
Ten
compasión de tus siervos;
por
la mañana sácianos de tu misericordia,
y
toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos
alegría, por los días en que nos afligiste,
por
los años en que sufrimos desdichas.
Que
tus siervos vean tu acción,
y
sus hijos tu gloria.
Baje
a nosotros la bondad del Señor
y
haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Ant
2. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Cántico:
CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR Is 42, 10-16
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
llegue
su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja
el mar y lo que contiene,
las
islas y sus habitantes;
alégrese
el desierto con sus tiendas,
los
cercados que habita Cadar;
exulten
los habitantes de Petra,
clamen
desde la cumbre de las montañas;
den
gloria al Señor,
anuncien
su alabanza en las islas.
El
Señor sale como un héroe,
excita
su ardor como un guerrero,
lanza
el alarido,
mostrándose
valiente frente al enemigo.
«Desde
antiguo guardé silencio,
me
callaba y aguantaba;
mas
ahora grito como la mujer cuando da a luz,
jadeo
y resuello.
Agostaré
montes y collados,
secaré
toda su hierba,
convertiré
los ríos en yermo,
desecaré
los estanques;
conduciré
a los ciegos
por
el camino que no conocen,
los
guiaré por senderos que ignoran.
Ante
ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo
escabroso en llano.»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Ant
3. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
Salmo
134, 1-12 - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad
el nombre del Señor,
alabadlo,
siervos del Señor,
que
estáis en la casa del Señor,
en
los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad
al Señor porque es bueno,
tañed
para su nombre, que es amable.
Porque
él se escogió a Jacob,
a
Israel en posesión suya.
Yo
sé que el Señor es grande,
nuestro
dueño más que todos los dioses.
El
Señor todo lo que quiere lo hace:
en
el cielo y en la tierra,
en
los mares y en los océanos.
Hace
subir las nubes desde el horizonte,
con
los relámpagos desata la lluvia,
suelta
a los vientos de sus silos.
Él
hirió a los primogénitos de Egipto,
desde
los hombres hasta los animales.
Envió
signos y prodigios
-en
medio de ti, Egipto-
contra
el Faraón y sus ministros.
Hirió
de muerte a pueblos numerosos,
mató
a reyes poderosos:
a
Sijón, rey de los amorreos;
a
Hog, rey de Basán,
y
a todos los reyes de Canaán.
Y
dio su tierra en heredad,
en
heredad a Israel, su pueblo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
LECTURA
BREVE Rm 12, 1-2
Os
exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia
viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V.
Y sus pasos no vacilan.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Lleva en el corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente iluminado por el
resplandor del Verbo eterno, iluminó a su vez con su fe y enseñanzas a toda la
Iglesia.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente iluminado por el
resplandor del Verbo eterno, iluminó a su vez con su fe y enseñanzas a toda la
Iglesia.
PRECES
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú
solo eres santo, Señor.
Señor
Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete
de nuestras debilidades.
Señor
Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos
el progresar por caminos de santidad.
Señor
Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina
nuestras vidas con tu propia luz.
Señor
Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz
que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor
Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz
que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos
ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, que hiciste que el abad san Bernardo, encendido en el celo de tu casa,
no sólo ardiera en tu amor, sino que resplandeciera en tu Iglesia para
iluminarla, concédenos, por su intercesión, que, animados de ese mismo
espíritu, vivamos siempre como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.
Salmo
118, 129-136 - MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN SU LEY
Tus
preceptos son admirables,
por
eso los guarda mi alma;
la
explicación de tus palabras ilumina,
da
inteligencia a los ignorantes;
abro
la boca y respiro,
ansiando
tus mandamientos.
Vuélvete
a mí y ten misericordia,
como
es tu norma con los que aman tu nombre;
asegura
mis pasos con tu promesa,
que
ninguna maldad me domine;
líbrame
de la opresión de los hombres,
y
guardaré tus decretos.
Haz
brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame
tus leyes;
arroyos
de lágrimas bajan de mis ojos
por
los que no cumplen tu voluntad.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.
Ant
2. Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
Salmo
81 - INVECTIVAS CONTRA LOS JUECES INICUOS
Dios
se levanta en la asamblea divina,
rodeado
de ángeles juzga:
«¿Hasta
cuándo daréis sentencia injusta,
poniéndoos
de parte del culpable?
Proteged
al desvalido y al huérfano,
haced
justicia al humilde y al necesitado,
defended
al pobre y al indigente,
sacándolos
de las manos del culpable.»
Ellos,
ignorantes e insensatos, caminan a oscuras,
mientras
vacilan los cimientos del orbe.
Yo
declaro: «Aunque seáis dioses,
e
hijos del Altísimo todos,
moriréis
como cualquier hombre,
caeréis,
príncipes, como uno de tantos.»
Levántate,
¡oh Dios!, y juzga la tierra,
porque
tú eres el dueño de todos los pueblos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
Ant
3. Llamé al Señor, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé al Señor, y él me respondió.
LECTURA
BREVE Lv 20, 26
Sed
para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los
pueblos para que seáis míos.
V.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.
R.
El pueblo que él se escogió como heredad.
ORACIÓN
OREMOS,
Padre
óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo,
que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados;
ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre
hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Sb 15, 1. 3
Tú,
Dios nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas
las cosas. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti, y reconocer tu
poder es la raíz de la inmortalidad.
V.
Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso.
R.
Lento a la cólera, rico en piedad y leal.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor,
tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y
distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso
del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo,
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Ba 4, 21b-22
Hijos,
clamad al Señor: él os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos.
Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por
la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro
Salvador.
V.
Recuerda, Señor, tu ternura.
R.
Y tu misericordia, que son eternas.
ORACIÓN
OREMOS,
Tú
nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los
apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las
súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la
salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
YA NO TEMO, SEÑOR, LA TRISTEZA
Ya
no temo, Señor, la tristeza,
ya
no temo, Señor, la soledad;
porque
eres, Señor, mi alegría,
tengo
siempre tu amistad.
Ya
no temo, Señor, a la noche,
ya
no temo, Señor, la oscuridad;
porque
brilla tu luz en las sombras,
ya
no hay noche, tú eres luz.
Ya
no temo, Señor, los fracasos,
ya
no temo, Señor, la ingratitud;
porque
el triunfo, Señor, en la vida,
tú
lo tienes, tú lo das.
Ya
no temo, Señor, los abismos,
ya
no temo, Señor, la inmensidad;
porque
eres, Señor, el camino
y
la vida, la verdad. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo
135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO.
Dad
gracias al Señor porque es bueno:
porque
es eterna su misericordia.
Dad
gracias al Dios de los dioses:
porque
es eterna su misericordia.
Dad
gracias al Señor de los señores:
porque
es eterna su misericordia.
Sólo
él hizo grandes maravillas:
porque
es eterna su misericordia.
Él
hizo sabiamente los cielos:
porque
es eterna su misericordia.
El
afianzó sobre las aguas la tierra:
porque
es eterna su misericordia.
Él
hizo lumbreras gigantes:
porque
es eterna su misericordia.
El
sol que gobierna el día:
porque
es eterna su misericordia.
La
luna que gobierna la noche:
porque
es eterna su misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Ant
2. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Salmo
135 II
El
hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque
es eterna su misericordia.
Y
sacó a Israel de aquel país:
porque
es eterna su misericordia.
Con
mano poderosa, con brazo extendido:
porque
es eterna su misericordia.
Él
dividió en dos partes el mar Rojo:
porque
es eterna su misericordia.
Y
condujo por en medio a Israel:
porque
es eterna su misericordia.
Arrojó
en el mar Rojo al Faraón:
porque
es eterna su misericordia.
Guió
por el desierto a su pueblo:
porque
es eterna su misericordia.
Él
hirió a reyes famosos:
porque
es eterna su misericordia.
Dio
muerte a reyes poderosos:
porque
es eterna su misericordia.
A
Sijón, rey de los amorreos:
porque
es eterna su misericordia.
Y
a Hog, rey de Basán:
porque
es eterna su misericordia.
Les
dio su tierra en heredad:
porque
es eterna su misericordia.
En
heredad a Israel, su siervo:
porque
es eterna su misericordia.
En
nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque
es eterna su misericordia.
Y
nos libró de nuestros opresores:
porque
es eterna su misericordia.
Él
da alimento a todo viviente:
porque
es eterna su misericordia.
Dad
gracias al Dios del cielo:
porque
es eterna su misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Ant
3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando
llegase el momento culminante.
Cántico:
EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito
sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en la persona de Cristo
con
toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo,
antes
de crear el mundo,
para
que fuésemos consagrados
e
irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo,
por
pura iniciativa suya,
a
ser sus hijos,
para
que la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en
su querido Hijo,
redunde
en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre,
hemos
recibido la redención,
el
perdón de los pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha
sido un derroche para con nosotros,
dándonos
a conocer el misterio de su voluntad.
Éste
es el plan
que
había proyectado realizar por Cristo
cuando
llegase el momento culminante:
hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las
del cielo y las de la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando
llegase el momento culminante.
LECTURA
BREVE 1Ts 3, 12-13
Que
el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así
como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en
santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con
todos sus santos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Suba, Señor, a ti mi oración.
R.
Suba, Señor, a ti mi oración.
V.
Como incienso en tu presencia.
R.
A ti mi oración.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Suba, Señor, a ti mi oración.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
PRECES
Llenos
de confianza en el Señor Jesús que no abandona nunca a los que se acogen a él,
invoquémosle diciendo:
Escúchanos,
Señor, Dios nuestro.
Señor
Jesucristo, tú eres nuestra luz; ilumina a tu Iglesia
para
que proclame a todas las naciones el gran misterio de piedad manifestado en tu
encarnación.
Guarda
a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,
y
haz que con su palabra y su ejemplo edifiquen tu pueblo santo.
Tú
que, por tu sangre, pacificaste el mundo,
aparta
de nosotros el pecado de discordia y el azote de la guerra.
Ayuda,
Señor, a los que uniste con la gracia del matrimonio,
para
que su unión sea efectivamente signo del misterio de la Iglesia.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Concede,
por tu misericordia, a todos los difuntos el perdón de sus faltas,
para
que sean contados entre tus elegidos.
Unidos
a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios:
Padre
nuestro...
ORACION
Quédate
con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya se acaba; sé nuestro compañero de
camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra esperanza; así nosotros,
junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la
fracción del pan. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu
Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo
85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina
tu oído, Señor; escúchame,
que
soy un pobre desamparado;
protege
mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva
a tu siervo, que confía en ti.
Tú
eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que
a ti te estoy llamando todo el día;
alegra
el alma de tu siervo,
pues
levanto mi alma hacia ti;
porque
tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico
en misericordia con los que te invocan.
Señor,
escucha mi oración,
atiende
a la voz de mi súplica.
En
el día del peligro te llamo,
y
tú me escuchas.
No
tienes igual entre los dioses, Señor,
ni
hay obras como las tuyas.
Todos
los pueblos vendrán
a
postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán
tu nombre:
«Grande
eres tú, y haces maravillas;
tú
eres el único Dios.»
Enséñame,
Señor, tu camino,
para
que siga tu verdad;
mantén
mi corazón entero
en
el temor de tu nombre.
Te
alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré
gloria a tu nombre por siempre,
por
tu grande piedad para conmigo,
porque
me salvaste del abismo profundo.
Dios
mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una
banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin
tenerte en cuenta a ti.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento
a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame,
ten compasión de mí.
Da
fuerza a tu siervo,
salva
al hijo de tu esclava;
dame
una señal propicia,
que
la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque
tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios
nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió
por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede,
Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la
simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine
para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo
tu amparo nos acogemos,
santa
Madre de Dios,
no
desprecies las oraciones
que
te dirigimos en nuestras necesidades,
antes
bien líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita.
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