De la memoria.
Salterio II
LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (MEMORIA)
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ÁNGELES DE LA MAÑANA
Ángeles
de la mañana,
ángeles
del mediodía,
de
la tarde y de la noche
son
tu presencia divina.
Llenos
de gozo, Señor,
te
damos nuestra alegría,
peregrinos
de la tierra,
huéspedes
ya de tu vida.
¡Que
nunca nos abandone,
en
el sueño o la vigilia,
el
ángel que nos pusiste
como
compañero y guía! Amén.
SALMODIA
Ant
1. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Salmo
30, 2-17. 20-25 I SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo nunca defraudado;
tú,
que eres justo, ponme a salvo,
inclina
tu oído hacia mí;
ven
aprisa a librarme,
sé
la roca de mi refugio,
un
baluarte donde me salve,
tú
que eres mi roca y mi baluarte;
por
tu nombre dirígeme y guíame:
sácame
de la red que me han tendido,
porque
tú eres mi amparo.
En
tus manos encomiendo mi espíritu:
tú,
el Dios leal, me librarás;
tú
aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero
yo confío en el Señor;
tu
misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te
has fijado en mi aflicción,
velas
por mi vida en peligro;
no
me has entregado en manos del enemigo,
has
puesto mis pies en un camino ancho.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Ant
2. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Salmo
30 II
Piedad,
Señor, que estoy en peligro:
se
consumen de dolor mis ojos,
mi
garganta y mis entrañas.
Mi
vida se gasta en el dolor;
mis
años, en los gemidos;
mi
vigor decae con las penas,
mis
huesos se consumen.
Soy
la burla de todos mis enemigos,
la
irrisión de mis vecinos,
el
espanto de mis conocidos:
me
ven por la calle y escapan de mí.
Me
han olvidado como a un muerto,
me
han desechado como a un cacharro inútil.
Oigo
las burlas de la gente,
y
todo me da miedo;
se
conjuran contra mí
y
traman quitarme la vida.
Pero
yo confío en ti, Señor,
te
digo: «Tú eres mi Dios.»
En
tu mano está mi destino:
líbrame
de los enemigos que me persiguen;
haz
brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame
por tu misericordia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Ant
3. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
Salmo
30 III
¡Qué
bondad tan grande, Señor,
reservas
para tus fieles,
y
concedes a los que a ti se acogen
a
la vista de todos!
En
el asilo de tu presencia los escondes
de
las conjuras humanas;
los
ocultas en tu tabernáculo,
frente
a las lenguas pendencieras.
Bendito
el Señor, que ha hecho por mí
prodigios
de misericordia
en
la ciudad amurallada.
Yo
decía en mi ansiedad:
«Me
has arrojado de tu vista»;
pero
tú escuchaste mi voz suplicante
cuando
yo te gritaba.
Amad
al Señor, fieles suyos;
el
Señor guarda a sus leales,
y
a los soberbios les paga con creces.
Sed
fuertes y valientes de corazón
los
que esperáis en el Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
V.
Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.
R.
Porque tú eres mi Dios y Salvador.
PRIMERA
LECTURA
Del
libro del profeta Miqueas 6, 1-15
EL
SEÑOR JUZGA A SU PUEBLO
Escuchad
lo que dice el Señor:
«Levántate
y llama a juicio a los montes, que escuchen tu voz las colinas.»
Escuchad,
montes, el juicio del Señor; atended, cimientos de la tierra: El Señor entabla
juicio con su pueblo y pleitea con Israel:
«Pueblo
mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he contristado? Respóndeme. Te saqué de
Egipto, te redimí de la esclavitud y puse al frente de ti a Moisés, Aarón y a
María. Pueblo mío, recuerda lo que maquinaba Balak, rey de Moab, y lo que le
respondió Balaam, hijo de Beor. Acuérdate desde Sitim hasta Guilgal, recuerda y
entenderás las victorias del Señor.»
¿Con
que me acercaré al Señor, me inclinaré ante el Dios de las alturas?. ¿Me
acercaré con holocaustos, con novillos de un año? ¿Se complacerá el Señor en un
millar de carneros o en diez mil arroyos de grasa? ¿Le daré mi primogénito para
expiar mi culpa, el fruto de mis entrañas para expiar mi pecado? Se te ha dado
a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: simplemente que
practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines humildemente
con tu Dios.
La
voz del Señor grita a la ciudad:
«Escuchad,
tribu y consejo de la ciudad, cuyos ricos abundan en violencia y cuyos habitantes
mienten y tienen en la boca una lengua embustera. Todavía hay en la casa del
malvado tesoros injustos, medidas engañosas y menguadas. ¿Podré perdonar las
balanzas con trampa, las pesas falsas en la bolsa? Pues yo comenzaré a
golpearte, a devastarte por tus pecados. Comerás sin saciarte: el hambre te
devorará por dentro. Pondrás a buen recaudo, mas no salvarás nada, y lo que
hayas salvado lo entregaré yo a la espada. Sembrarás y no cosecharás, pisarás
la aceituna y no te ungirás con aceite, pisarás la uva y no beberás vino.»
RESPONSORIO
Mi 6, 8; Sal 36, 3
R.
Sé te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: *
simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines
humildemente con tu Dios.
V.
Confía en el Señor y haz el bien, y habitarás tu tierra si eres fiel a lo que
él desea de ti.
R.
Simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines
humildemente con tu Dios.
SEGUNDA
LECTURA
De
los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón
12 sobre el salmo «Qui habitat», 3, 6-8: Opera omnia, edición cisterciense, 4
[1966], 458-462)
QUE
TE GUARDEN EN TUS CAMINOS
A
sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias al
Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den
gracias y digan entre los gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos.»
Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él?
Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para
con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso
le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres
celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los
espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes
nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.
A
sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras
deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y
conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles,
devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están
presentes junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte,
lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta
orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con
tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan
grandes.
Seamos,
pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su
amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que
todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo,
tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser
amados y honrados.
En
él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día
hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este
día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y
administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún
visible, ya que, por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y
administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.
Por
lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un
camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos
guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no
pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles,
son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos,
con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente.
RESPONSORIO
Sal 90, 11-12. 10
R.
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; * te llevarán
en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.
V.
No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda.
R.
Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar,
para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles.
Himno:
CANTEMOS HOY A LOS ÁNGELES
Cantemos
hoy a los ángeles,
custodios
nuestros y hermanos,
que
velan por los humanos
y
van de su bien en pos.
Ven
siempre la faz del Padre,
él
los ampara benigno,
y
luchan contra el maligno
en
las batallas de Dios.
¡Oh
espíritus inmortales!
Tenéis
por reina a María,
sois
su vital letanía,
su
enamorada legión.
Por
vuestro medio nos llegan
dones
y gracias del cielo,
la
fe, la luz, el consuelo,
la
paz y la inspiración.
Terribles
como un ejército
bien
ordenado en batalla,
vuestra
asistencia no falla
contra
la insidia infernal.
Silentes
guardas y amigos,
de
nuestra noche luceros,
seréis
nuestros compañeros
en
la patria celestial.
La
gloria a Dios que ha creado
ejército
tan prolijo:
que
adore sumiso al Hijo,
su
rey y su plenitud,
y
que al Espíritu Santo,
terrenos
y celestiales,
le
rindan universales
tributos
de gratitud. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor enviará a su ángel contigo y dará éxito a tu empresa.
SALMO
62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor enviará a su ángel contigo y dará éxito a tu empresa.
Ant
2. Bendito sea Dios, que envió a su ángel y libró a sus siervos que en él
confiaron.
Cántico:
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
Bendito sea Dios, que envió a su ángel y libró a sus siervos que en él
confiaron.
Ant
3. Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.
LECTURA
BREVE Ex 23, 20-21a
Voy
a enviar un ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te conduzca
al lugar que te he preparado. Pórtate bien en su presencia y obedécelo.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
R.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
V.
Y daré gracias a tu nombre.
R.
Tañeré para ti, Dios mío.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Todos los ángeles son espíritus destinados a una misión, enviados en servicio
de los que han de heredar la salvación.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Todos los ángeles son espíritus destinados a una misión, enviados en servicio
de los que han de heredar la salvación.
PRECES
Adoremos,
hermanos, al Señor, ante quien los ángeles se postran, y, suplicándole que
mande a estos servidores de su reino para que nos ayuden en nuestro camino,
digamos:
Bendecid
al Señor, todos sus ángeles.
Tú,
Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que nos guarden en nuestros
caminos,
condúcenos
hoy por tus sendas y no permitas que caigamos en el pecado.
Haz
que te busquemos a ti en todo lo que hagamos
y
seamos así semejantes a los ángeles que están viendo siempre tu rostro.
Concédenos,
Señor, la pureza del alma y la castidad del cuerpo,
para
que seamos como tus ángeles en el cielo.
Manda,
Señor, en ayuda de tu pueblo al gran arcángel Miguel,
para
que nos sintamos protegidos en nuestras luchas contra Satanás y sus ángeles.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos
nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar,
para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE Hch 5, 17-20
El
sumo sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos-, llenos de
coraje, mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común. Pero
por la noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó fuera,
diciéndoles: «Id al templo y explicadle allí al pueblo este modo de vida.»
V.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
R.
Me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar, para
nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser siempre
defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Hch 12, 7
Se
presentó un ángel del Señor, y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a
Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «Levántate en seguida.» Y, al
momento, cayeron las cadenas de sus manos.
V.
El Señor ha enviado a su ángel.
R.
Me ha librado de las garras de Herodes.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar,
para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por
nuestro
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
Salmo
118, 41-48
Señor,
que me alcance tu favor,
tu
salvación según tu promesa:
así
responderé a los que me injurian,
que
confío en tu palabra;
no
quites de mi boca las palabras sinceras,
porque
yo espero en tus mandamientos.
Cumpliré
sin cesar tu voluntad,
por
siempre jamás;
andaré
por un camino ancho,
buscando
tus decretos;
comentaré
tus preceptos ante los reyes,
y
no me avergonzaré.
Serán
mi delicia tus mandatos,
que
tanto amo;
levantaré
mis manos hacia ti
recitando
tus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
Ant
2. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
Salmo
39, 2-14. 17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO
Yo
esperaba con ansia al Señor;
él
se inclinó y escuchó mi grito;
me
levantó de la fosa fatal,
de
la charca fangosa;
afianzó
mis pies sobre roca,
y
aseguró mis pasos;
me
puso en la boca un cántico nuevo,
un
himno a nuestro Dios.
Muchos,
al verlo, quedaron sobrecogidos
y
confiaron en el Señor.
Dichoso
el hombre que ha puesto
su
confianza en el Señor,
y
no acude a los idólatras,
que
se extravían con engaños.
¡Cuántas
maravillas has hecho,
Señor,
Dios mío,
cuántos
planes en favor nuestro!
Nadie
se te puede comparar:
intento
proclamarlas, decirlas,
pero
superan todo número.
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas,
y,
en cambio, me abriste el oído;
no
pides sacrificio expiatorio,
entonces
yo digo: «Aquí estoy
-como
está escrito en mi libro-
para
hacer tu voluntad.»
Dios
mío, lo quiero,
y
llevo tu ley en las entrañas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
Ant
3. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
Salmo
39 II
He
proclamado tu salvación
ante
la gran asamblea;
no
he cerrado los labios:
Señor,
tú lo sabes.
No
me he guardado en el pecho tu defensa,
he
proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no
he negado tu misericordia y tu lealtad
ante
la gran asamblea.
Tú,
Señor, no me niegues tu clemencia,
que
tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque
me cercan desgracias sin cuento.
Se
me echan encima mis culpas,
y
no puedo huir;
son
más que los cabellos de mi cabeza,
y
me falta el valor.
Señor,
dígnate librarme;
Señor,
date prisa en socorrerme.
Alégrense
y gocen contigo
todos
los que te buscan;
digan
siempre: «Grande es el Señor»,
los
que desean tu salvación.
Yo
soy pobre y desdichado,
pero
el Señor cuida de mí;
tú
eres mi auxilio y mi liberación:
Dios
mío, no tardes.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
LECTURA
BREVE Hch 10, 3-5
Un
día, a eso de las tres de la tarde, Cornelio tuvo una visión. Vio claramente
que un ángel del Señor entraba a donde estaba él y le decía: «¡Cornelio!» Él lo
miró fijamente y respondió atemorizado: «¿Qué quieres, señor?»
El
ángel le dijo: «Tus oraciones y tus obras de caridad han subido hasta Dios como
el sacrificio del memorial. Manda ahora unos hombres a Joppe y haz venir a un
tal Simón, a quien llaman Pedro.»
V.
El humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel.
R.
En representación de las oraciones de todos los santos.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar,
para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por
nuestro
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ÁNGELES DE LA GLORIA Y DEL SERVICIO
Ángeles
de la gloria y del servicio,
que
vivís junto a la fuente de la vida,
la
santidad de Dios es vuestra estancia
y
su divina faz es vuestra dicha.
Ángeles
servidores de la paz
en
Belén junto al Hijo de María,
ángeles
que rendís adoración
en
el desierto al vencedor Mesías,
jóvenes
de celestes vestiduras
para
anunciar en Pascua la noticia,
la
Iglesia reconoce vuestros pasos
y
da gracias al Padre que os envía.
Ángeles
invisibles y callados,
vuestra
gracia supera fantasía;
sois
gozo de la excelsa Trinidad
y
ayuda de la Iglesia peregrina.
Honor
y majestad a Jesucristo,
cuyo
rostro los ángeles ansían;
honor
y gratitud al Unigénito,
al
que nos dio su honor con su venida. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Salmo
33 I - EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y
lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa
en
torno a sus fieles y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Todos
sus santos, temed al Señor,
porque
nada les falta a los que lo temen;
los
ricos empobrecen y pasan hambre,
los
que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Ant
2. Vive el Señor, cuyo ángel me ha protegido.
Salmo
33 II
Venid,
hijos, escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor;
¿hay
alguien que ame la vida
y
desee días de prosperidad?
Guarda
tu lengua del mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca
la paz y corre tras ella.
Los
ojos del Señor miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para
borrar de la tierra su memoria.
Cuando
uno grita, el Señor lo escucha
y
lo libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva
a los abatidos.
Aunque
el justo sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y
ni uno solo se quebrará.
La
maldad da muerte al malvado,
y
los que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no
será castigado quien se acoge a él.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Vive el Señor, cuyo ángel me ha protegido.
Ant
3. Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os
ha hecho, pues él os ha mostrado su misericordia.
Cántico:
EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias
te damos, Señor Dios omnipotente,
el
que eres y el que eras,
porque
has asumido el gran poder
y
comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las naciones,
llegó
tu cólera,
y
el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y
a los santos y a los que temen tu nombre,
y
a los pequeños y a los grandes,
y
de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora
se estableció la salud y el poderío,
y
el reinado de nuestro Dios,
y
la potestad de su Cristo;
porque
fue precipitado
el
acusador de nuestros hermanos,
el
que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y
por la palabra del testimonio que dieron,
y
no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por
esto, estad alegres, cielos,
y
los que moráis en sus tiendas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha
hecho, pues él os ha mostrado su misericordia.
LECTURA
BREVE Ap 8, 3-4
Vino
un ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio
gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en representación de las
oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del
trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel,
en representación de las oraciones de los santos.
RESPONSORIO
BREVE
V.
A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
R.
A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
V.
Para que te guarden en tus caminos.
R.
Dios ha dado órdenes.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sus ángeles están de continuo viendo el rostro de mi Padre celestial.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sus ángeles están de continuo viendo el rostro de mi Padre celestial.
PRECES
Oremos
al Señor, pidiéndole que nos haga siempre prontos a la voz de su palabra, como
los ángeles, y démosle gracias, diciendo:
Con
los ángeles, cantamos el himno de tu gloria.
Señor,
tú que quisiste que los ángeles anunciaran tus maravillas a los hombres,
haz
que nosotros con su ayuda proclamemos también tus grandezas ante nuestros
hermanos.
Dios
altísimo, cuya santidad proclaman sin cesar los ángeles,
haz
que tu Iglesia cante también siempre tu alabanza.
Tú,
Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que guarden siempre los caminos
de tus hijos,
haz
que cuantos viajan por la tierra, por el mar y por el aire puedan regresar con
paz y alegría a sus hogares.
Tú
que quisiste que los ángeles anunciaran la paz a los hombres que tú amas,
envía
también a tus ángeles a los que gobiernan las naciones para que procuren la paz
de los pueblos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Cuando
mandes a tus ángeles con la trompeta atronadora para reunir a tus elegidos de
los cuatro vientos,
haz
que nuestros difuntos sean colocados entre tus elegidos.
Terminemos
nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios,
Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar,
para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo
85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina
tu oído, Señor; escúchame,
que
soy un pobre desamparado;
protege
mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva
a tu siervo, que confía en ti.
Tú
eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que
a ti te estoy llamando todo el día;
alegra
el alma de tu siervo,
pues
levanto mi alma hacia ti;
porque
tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico
en misericordia con los que te invocan.
Señor,
escucha mi oración,
atiende
a la voz de mi súplica.
En
el día del peligro te llamo,
y
tú me escuchas.
No
tienes igual entre los dioses, Señor,
ni
hay obras como las tuyas.
Todos
los pueblos vendrán
a
postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán
tu nombre:
«Grande
eres tú, y haces maravillas;
tú
eres el único Dios.»
Enséñame,
Señor, tu camino,
para
que siga tu verdad;
mantén
mi corazón entero
en
el temor de tu nombre.
Te
alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré
gloria a tu nombre por siempre,
por
tu grande piedad para conmigo,
porque
me salvaste del abismo profundo.
Dios
mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una
banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin
tenerte en cuenta a ti.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento
a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame,
ten compasión de mí.
Da
fuerza a tu siervo,
salva
al hijo de tu esclava;
dame
una señal propicia,
que
la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque
tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA
BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios
nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió
por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede,
Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la
simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine
para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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