Del Común de la
santísima Virgen María. Salterio IV
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Adoremos a Cristo, nuestro rey, que ha coronado como reina a María, su madre.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Adoremos a Cristo, nuestro rey, que ha coronado como reina a María, su madre.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ASIDOS A TU FALDA
Asidos
de tu falda, con los ojos
agrandados
de asombro, con las manos
apretadas
de miedos y de enojos...
¡Pobres
manos vacías de tus hijos!
Ojos
que alzan del suelo su vergüenza
para
quedar en tu mirada fijos;
ojos
que te confían nuestros sueños,
manos
que aprietan nuestras esperanzas:
-si
somos, ante ti, niños pequeños-.
Con
las manos así, con la mirada
llena
de la alba virgen de tus ojos,
te
llamamos: dulcísima abogada. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.
Salmo
101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO
Señor,
escucha mi oración,
que
mi grito llegue hasta ti;
no
me escondas tu rostro
el
día de la desgracia.
Inclina
tu oído hacia mí;
cuando
te invoco, escúchame enseguida.
Que
mis días se desvanecen como humo,
mis
huesos queman como brasas;
mi
corazón está agostado como hierba,
me
olvido de comer mi pan;
con
la violencia de mis quejidos,
se
me pega la piel a los huesos.
Estoy
como lechuza en la estepa,
como
búho entre ruinas;
estoy
desvelado, gimiendo,
como
pájaro sin pareja en el tejado.
Mis
enemigos me insultan sin descanso;
furiosos
contra mí, me maldicen.
En
vez de pan, como ceniza,
mezclo
mi bebida con llanto,
por
tu cólera y tu indignación,
porque
me alzaste en vilo y me tiraste;
mis
días son una sombra que se alarga,
me
voy secando como la hierba.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.
Ant
2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Salmo
101 II
Tú,
en cambio, permaneces para siempre,
y
tu nombre de generación en generación.
Levántate
y ten misericordia de Sión,
que
ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus
siervos aman sus piedras,
se
compadecen de sus ruinas:
los
gentiles temerán tu nombre,
los
reyes del mundo, tu gloria.
Cuando
el Señor reconstruya Sión,
y
aparezca en su gloria,
y
se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y
no desprecie sus peticiones,
quede
esto escrito para la generación futura,
y
el pueblo que será creado alabará al Señor:
Que
el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde
el cielo se ha fijado en la tierra,
para
escuchar los gemidos de los cautivos
y
librar a los condenados a muerte,
para
anunciar en Sión el nombre del Señor,
y
su alabanza en Jerusalén,
cuando
se reúnan unánimes los pueblos
y
los reyes para dar culto al Señor.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Ant
3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.
Salmo
101 III
El
agotó mis fuerzas en el camino,
acortó
mis días;
y
yo dije: «Dios mío, no me arrebates
en
la mitad de mis días.»
Tus
años duran por todas las generaciones:
al
principio cimentaste la tierra,
y
el cielo es obra de tus manos.
Ellos
perecerán, tú permaneces,
se
gastarán como la ropa,
serán
como un vestido que se muda.
Tú,
en cambio, eres siempre el mismo,
tus
años no se acabarán.
Los
hijos de tus siervos vivirán seguros,
su
linaje durará en tu presencia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.
V.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.
R.
Inclina el oído a las palabras de mi boca.
PRIMERA
LECTURA
De
la carta a los Efesios 2, 1-10
LOS
PECADORES HAN SIDO SALVADOS EN CRISTO JESÚS
Hermanos:
Dios también os vivificó a vosotros, que estabais muertos por vuestros delitos
y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo, siguiendo el proceder de
este mundo, sometidos al príncipe que tiene su imperio en el aire, el espíritu
que actúa ahora en los rebeldes a la fe, entre los cuales vivíamos también
nosotros, siguiendo las apetencias de nuestra carne, poniendo por obra sus
deseos y sentimientos, y éramos por nuestro natural hijos de cólera, como los
demás.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando
estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura
gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los
cielos con Cristo Jesús. Así Dios, en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús, quiso mostrar en los siglos venideros la sublime riqueza de su gracia.
Estáis
salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es
un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.
Somos obra de Dios. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos
a las buenas obras, que él determinó que practicásemos.
RESPONSORIO
Ef 2, 5. 6; Jn 3, 16
R.
Cuando estábamos muertos por nuestros pecados, Dios nos vivificó con Cristo, *
nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.
V.
Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único.
R.
Nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.
SEGUNDA
LECTURA
De
las Homilías de san Amadeo de Lausana, obispo
(Homilía
7: SC 72, 188. 190. 192. 200)
REINA
DEL MUNDO Y DE LA PAZ
Observa
cuán adecuadamente brilló por toda la tierra, ya antes de la asunción, el
admirable nombre de María y se difundió por todas partes su ilustre fama, antes
de que fuera ensalzada su majestad sobre los cielos. Convenía, en efecto, que
la Madre virgen, por el honor debido a su Hijo, reinase primero en la tierra y,
así, penetrara luego gloriosa en el cielo; convenía que fuera engrandecida aquí
abajo, para penetrar luego, llena de santidad, en las mansiones celestiales,
yendo de virtud en virtud y de gloria en gloria por obra del Espíritu del
Señor.
Así
pues, durante su vida mortal gustaba anticipadamente las primicias del reino
futuro, ya sea elevándose hasta Dios con inefable sublimidad, como también
descendiendo hacia sus prójimos con indescriptible caridad. Los ángeles la
servían, los hombres le tributaban su veneración. Gabriel y los ángeles la asistían
con sus servicios; también los apóstoles cuidaban de ella, especialmente san
Juan, gozoso de que el Señor, en la cruz, le hubiese encomendado su madre
virgen, a él, también virgen. Aquéllos se alegraban de contemplar a su reina,
éstos a su señora, y unos y otros se esforzaban en complacerla con sentimientos
de piedad y devoción.
Y
ella, situada en la altísima cumbre de sus virtudes, inundada como estaba por
el mar inagotable de los carismas divinos, derramaba en abundancia sobre el
pueblo creyente y sediento el abismo de sus gracias, que superaban a las de
cualquiera otra creatura. Daba la salud a los cuerpos y el remedio para las
almas, dotada como estaba del poder de resucitar de la muerte corporal y
espiritual. Nadie se apartó jamás triste o deprimido de su lado, o ignorante de
los misterios celestiales. Todos volvían contentos a sus casas, habiendo
alcanzado por la madre del Señor lo que deseaban.
Plena
hasta rebosar de tan grandes bienes, la esposa, madre del esposo único, suave y
agradable, llena de delicias, como una fuente de los jardines espirituales,
como un pozo de agua viva y vivificante, que mana con fuerza del Líbano divino,
desde el monte de Sión hasta las naciones extranjeras, hacía derivar ríos de
paz y torrentes de gracia celestial. Por esto, cuando la Virgen de las vírgenes
fue llevada al cielo por el que era su Dios y su Hijo, el rey de reyes, en
medio de la alegría y exultación de los ángeles y arcángeles y de la aclamación
de todos los bienaventurados, entonces se cumplió la profecía del Salmista, que
decía al Señor: De pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.
RESPONSORIO
Ap 12, 1; Sal 44, 10
R.
Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna
bajo sus pies, * y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
V.
De pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.
R.
Y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo,
concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes
preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Adoremos a Cristo, nuestro rey, que ha coronado como reina a María, su madre.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Adoremos a Cristo, nuestro rey, que ha coronado como reina a María, su madre.
Himno:
VIENES DEL TRONO DE DAVID
Vienes
del trono de David profeta
y,
radiante de luz, gloriosa brillas
y,
en carro de querubes, te levantas,
Virgen
María.
Recibes
en tu seno inmaculado
al
Hijo de quien eres sierva e hija;
Dios
en tu vientre virginal se humana,
Virgen
María.
Tú
misma adoras, en tu casto seno,
a
quien el cielo adora de rodillas
y
a quien pedimos la celeste gloria,
Virgen
María.
Danos,
Señor y Padre de las luces,
que
vives en eternas alegrías,
habitar
con la Reina de los cielos,
Virgen
María. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Salmo
100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy
a cantar la bondad y la justicia,
para
ti es mi música, Señor;
voy
a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo
vendrás a mí?
Andaré
con rectitud de corazón
dentro
de mi casa;
no
pondré mis ojos
en
intenciones viles.
Aborrezco
al que obra mal,
no
se juntará conmigo;
lejos
de mí el corazón torcido,
no
aprobaré al malvado.
Al
que en secreto difama a su prójimo
lo
haré callar;
ojos
engreídos, corazones arrogantes
no
los soportaré.
Pongo
mis ojos en los que son leales,
ellos
vivirán conmigo;
el
que sigue un camino perfecto,
ése
me servirá.
No
habitará en mi casa
quien
comete fraudes;
el
que dice mentiras
no
durará en mi presencia.
Cada
mañana haré callar
a
los hombres malvados,
para
excluir de la ciudad del Señor
a
todos los malhechores.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Ant
2. No nos desampares, Señor, para siempre.
Cántico:
ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito
seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno
de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque
eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y
todas tus obras son verdad,
y
rectos tus caminos,
y
justos todos tus juicios.
Hemos
pecado y cometido iniquidad
apartándonos
de ti, y en todo hemos delinquido.
Por
el honor de tu nombre,
no
nos desampares para siempre,
no
rompas tu alianza,
no
apartes de nosotros tu misericordia.
Por
Abraham, tu amigo,
por
Isaac, tu siervo,
por
Israel, tu consagrado,
a
quienes prometiste
multiplicar
su descendencia
como
las estrellas del cielo,
como
la arena de las playas marinas.
Pero
ahora, Señor, somos el más pequeño
de
todos los pueblos;
hoy
estamos humillados por toda la tierra
a
causa de nuestros pecados.
En
este momento no tenemos príncipes,
ni
profetas, ni jefes;
ni
holocausto, ni sacrificios,
ni
ofrendas, ni incienso;
ni
un sitio donde ofrecerte primicias,
para
alcanzar misericordia.
Por
eso, acepta nuestro corazón contrito,
y
nuestro espíritu humilde,
como
un holocausto de carneros y toros
o
una multitud de corderos cebados;
que
éste sea hoy nuestro sacrificio,
y
que sea agradable en tu presencia:
porque
los que en ti confían
no
quedan defraudados.
Ahora
te seguimos de todo corazón,
te
respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
No nos desampares, Señor, para siempre.
Ant
3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
Salmo
143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito
el Señor, mi Roca,
que
adiestra mis manos para el combate,
mis
dedos para la pelea;
mi
bienhechor, mi alcázar,
baluarte
donde me pongo a salvo,
mi
escudo y mi refugio,
que
me somete los pueblos.
Señor,
¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué
los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El
hombre es igual que un soplo;
sus
días, una sombra que pasa.
Señor,
inclina tu cielo y desciende,
toca
los montes, y echarán humo,
fulmina
el rayo y dispérsalos,
dispara
tus saetas y desbarátalos.
Extiende
la mano desde arriba:
defiéndeme,
líbrame de las aguas caudalosas,
de
la mano de los extranjeros,
cuya
boca dice falsedades,
cuya
diestra jura en falso.
Dios
mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré
para ti el arpa de diez cuerdas:
para
ti que das la victoria a los reyes,
y
salvas a David, tu siervo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
LECTURA
BREVE Is 61, 10
Desbordo
de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de
gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna
con sus joyas.
RESPONSORIO
BREVE
V.
El Señor la eligió y la predestinó.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
V.
La hizo morar en su templo santo.
R.
Y la predestinó.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
El Señor la eligió y la predestinó.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Excelsa Reina del mundo, siempre Virgen María, tú engendraste a Cristo, Señor y
Salvador de todos los hombres.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Excelsa Reina del mundo, siempre Virgen María, tú engendraste a Cristo, Señor y
Salvador de todos los hombres.
PRECES
Elevemos
nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que
tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol
de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz
que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Palabra
eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos
de toda ocasión de pecado.
Salvador
del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
por
su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Señor
Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
haz
que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Según
el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo,
concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes
preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Llamé, y él me respondió.
Salmo
119 - DESEO DE LA PAZ
En
mi aflicción llamé al Señor,
y
él me respondió.
Líbrame,
Señor, de los labios mentirosos,
de
la lengua traidora.
¿Qué
te va a dar o a mandar Dios,
lengua
traidora?
Flechas
de arquero, afiladas
con
ascuas de retama.
¡Ay
de mí, desterrado en Masac,
acampado
en Cadar!
Demasiado
llevo viviendo
con
los que odian la paz;
cuando
yo digo: «Paz»,
ellos
dicen: «Guerra».
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llamé, y él me respondió.
Ant
2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant
3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo
121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos
a la casa del Señor»!
Ya
están pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor,
según
la costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de justicia
en
el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén:
«Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
seguridad
en tus palacios.»
Por
mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: «La paz contigo.»
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA
BREVE 1Jn 3, 17-18
Si
un rico en bienes de fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin
entrañas, le niega su socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios?
Hijitos míos, no amemos con palabras ni con la lengua, sino con las obras y de
verdad.
V.
Dichoso el que se apiada y presta.
R.
El recuerdo del justo será perpetuo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a
los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que
demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el
distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este
mundo del hombre, en que él se afana
tras
la felicidad que tanto ansía,
tú
lo vistes, Señor, de luz temprana
y
de radiante sol al mediodía.
Así
el poder de tu presencia encierra
el
secreto más hondo de esta vida;
un
nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán
nuestro anhelo sin medida.
Poderoso
Señor de nuestra historia,
no
tardes en venir gloriosamente;
tu
luz resplandeciente y tu victoria
inunden
nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Dt 30, 11. 14
El
precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el
mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
V.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.
R.
Luz en mi sendero.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu
gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a
tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos,
Señor, la firme voluntad,
compañera
y sostén de la virtud,
que
sabe en la fatiga hallar quietud
y
en medio de las sombras claridad:
La
que trueca en tesón la veleidad,
y
el ocio en perennal solicitud,
y
las ásperas fiebres en salud
y
los torpes engaños en verdad.
Y
así conseguirá mi corazón
que
los favores que a tu amor debí
le
ofrezcan algún fruto en galardón.
Y
aún tú, Señor, conseguirás así
que
no llegue a romper mi confusión
la
imagen tuya que pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Salmo
118, 137-144
Señor,
tú eres justo,
tus
mandamientos son rectos;
has
prescrito leyes justas
sumamente
estables;
me
consume el celo,
porque
mis enemigos olvidan tus palabras.
Tu
promesa es acrisolada,
y
tu siervo la ama;
soy
pequeño y despreciable,
pero
no olvido tus decretos;
tu
justicia es justicia eterna,
tu
voluntad es verdadera.
Me
asaltan angustias y aprietos,
tus
mandatos son mi delicia;
la
justicia de tus preceptos es eterna,
dame
inteligencia y tendré vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
Ant
2. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.
Salmo
87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor,
Dios mío, de día te pido auxilio,
de
noche grito en tu presencia;
llegue
hasta ti mi súplica,
inclina
tu oído a mi clamor.
Porque
mi alma está colmada de desdichas,
y
mi vida está al borde del abismo;
ya
me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy
como un inválido.
Tengo
mi cama entre los muertos,
como
los caídos que yacen en el sepulcro,
de
los cuales ya no guardas memoria,
porque
fueron arrancados de tu mano.
Me
has colocado en lo hondo de la fosa,
en
las tinieblas del fondo;
tu
cólera pesa sobre mí,
me
echas encima todas tus olas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.
Ant
3. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo
87 II
Has
alejado de mí a mis conocidos,
me
has hecho repugnante para ellos:
encerrado,
no puedo salir,
y
los ojos se me nublan de pesar.
Todo
el día te estoy invocando,
tendiendo
las manos hacia ti.
¿Harás
tú maravillas por los muertos?
¿Se
alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se
anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o
tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se
conocen tus maravillas en la tiniebla
o
tu justicia en el país del olvido?
Pero
yo te pido auxilio,
por
la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por
qué, Señor, me rechazas
y
me escondes tu rostro?
Desde
niño fui desgraciado y enfermo,
me
doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó
sobre mí tu incendio,
tus
espantos me han consumido:
me
rodean como las aguas todo el día,
me
envuelven todos a una;
alejaste
de mí amigos y compañeros:
mi
compañía son las tinieblas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
LECTURA
BREVE Is 55, 10-11
Como
bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de
empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al
sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no
volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
V.
El Señor envía su mensaje a la tierra.
R.
Y su palabra corre veloz.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios
nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el
camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la
salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos,
incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
DE HERMOSAS CONTRADICCIONES
De
hermosas contradicciones
te
vemos, Reina, adornada,
muy
mujer para divina,
muy
celestial para humana.
Con
admiración, en ella
se
ve la ley derogada,
muy
humilde para Reina,
muy
exenta para esclava.
Por
su caudillo la tienen
las
celestiales escuadras,
para
combatir muy tierna,
para
niña muy armada.
La
dignidad de que goza
con
su modestia batalla,
para
mandar muy pequeña,
para
humillarse muy alta.
Une
en sus divinos ojos
al
temor la confianza,
muy
terrible para hermosa,
para
espantar muy amada.
Colocada
en el empíreo,
en
la celestial morada,
corto
solio a su grandeza,
a
su humildad mucho alcázar. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Salmo
136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto
a los canales de Babilonia
nos
sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en
los sauces de sus orillas
colgábamos
nuestras cítaras.
Allí
los que nos deportaron
nos
invitaban a cantar;
nuestros
opresores, a divertirlos:
«Cantadnos
un cantar de Sión.»
¡Cómo
cantar un cántico del Señor
en
tierra extranjera!
Si
me olvido de ti, Jerusalén,
que
se me paralice la mano derecha;
que
se me pegue la lengua al paladar
si
no me acuerdo de ti,
si
no pongo a Jerusalén
en
la cumbre de mis alegrías.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Ant
2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Salmo
137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante
de los ángeles tañeré para ti,
me
postraré hacia tu santuario,
daré
gracias a tu nombre;
por
tu misericordia y tu lealtad,
porque
tu promesa supera a tu fama;
cuando
te invoqué, me escuchaste,
acreciste
el valor en mi alma.
Que
te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al
escuchar el oráculo de tu boca;
canten
los caminos del Señor,
porque
la gloria del Señor es grande.
El
Señor es sublime, se fija en el humilde,
y
de lejos conoce al soberbio.
Cuando
camino entre peligros,
me
conservas la vida;
extiendes
tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y
tu derecha me salva.
El
Señor completará sus favores conmigo:
Señor,
tu misericordia es eterna,
no
abandones la obra de tus manos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Ant
3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico:
HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres
digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el
honor y el poder,
porque
tú has creado el universo;
porque
por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres
digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque
fuiste degollado
y
por tu sangre compraste para Dios
hombres
de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y
has hecho de ellos para nuestro Dios
un
reino de sacerdotes
y
reinan sobre la tierra.
Digno
es el Cordero degollado
de
recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la
fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA
BREVE Ga 4, 4-5
Cuando
se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R.
El Señor está contigo.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Dichosa tú, María, porque has creído lo que te ha dicho el Señor; por eso
reinas ya eternamente con Cristo.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichosa tú, María, porque has creído lo que te ha dicho el Señor; por eso
reinas ya eternamente con Cristo.
PRECES
Proclamemos
las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones
felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Mira
a la llena de gracia y escúchanos.
Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada
Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz
que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú
que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y
a todos abundancia de salud y de paz.
Tú
que hiciste de María la llena de gracia,
concede
la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz,
Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y
que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que coronaste a María como reina del cielo,
haz
que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando
en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también
de bienes al mundo hambriento:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo,
concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes
preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo,
Señor de la noche,
que
disipas las tinieblas:
mientras
los cuerpos reposan,
se
tú nuestro centinela.
Después
de tanta fatiga,
después
de tanta dureza,
acógenos
en tus brazos
y
danos noche serena.
Si
nuestros ojos se duermen,
que
el alma esté siempre en vela;
en
paz cierra nuestros párpados
para
que cesen las penas.
Y
que al despuntar el alba,
otra
vez con fuerzas nuevas,
te
demos gracias, oh Cristo,
por
la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant
1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo
142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor,
escucha mi oración;
tú
que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú
que eres justo, escúchame.
No
llames a juicio a tu siervo,
pues
ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El
enemigo me persigue a muerte,
empuja
mi vida al sepulcro,
me
confina a las tinieblas
como
a los muertos ya olvidados.
mi
aliento desfallece,
mi
corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo
los tiempos antiguos,
medito
todas tus acciones,
considero
las obras de tus manos
y
extiendo mis brazos hacia ti:
tengo
sed de ti como tierra reseca.
Escúchame
en seguida, Señor,
que
me falta el aliento.
No
me escondas tu rostro,
igual
que a los que bajan a la fosa.
En
la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya
que confío en ti;
indícame
el camino que he de seguir,
pues
levanto mi alma a ti.
Líbrame
del enemigo, Señor,
que
me refugio en ti.
Enséñame
a cumplir tu voluntad,
ya
que tú eres mi Dios.
Tu
espíritu, que es bueno,
me
guíe por tierra llana.
Por
tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por
tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA
BREVE 1Pe 5, 8-9
Sed
sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Ilumina,
Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos
levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del
nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve,
Reina de los cielos
y
Señora de los ángeles;
salve
raíz, salve puerta,
que
dio paso a nuestra luz.
Alégrate,
virgen gloriosa,
entre
todas la más bella;
salve,
agraciada doncella,
ruega
a Cristo por nosotros.
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