Del Común de
vírgenes. Salterio II
SANTA CLARA, vírgen. (MEMORIA).
Nació en Asís el año 1193; imitó a su conciudadano Francisco,
siguiéndolo por el camino de la pobreza, y fundó la Orden de las monjas
llamadas Clarisas. Su vida fue de gran austeridad, pero rica en obras de
caridad y de piedad. Murió el año 1253.
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si
ésta es la primera oración del día:
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Se
añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
ESTA MUJER NO QUISO
Esta
mujer no quiso
tomar
varón ni darle su ternura,
selló
su compromiso
con
otro amor que dura
sobre
el amor de toda criatura.
Y
tanto se apresura
a
zaga de la huella del Amado,
que
en él se transfigura,
y
el cuerpo anonadado
ya
está por el amor resucitado.
Aquí
la Iglesia canta
la
condición futura de la historia,
y
el cuerpo se adelanta
en
esta humilde gloria
a
la consumación de su victoria.
Mirad
los regocijos
de
la que por estéril sollozaba
y
se llenó de hijos,
porque
el Señor miraba
la
pequeñez humilde de su esclava. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Señor, no me castigues con cólera.
Salmo
37 I - ORACIÓN DE UN PECADOR EN PELIGRO DE MUERTE
Señor,
no me corrijas con ira,
no
me castigues con cólera;
tus
flechas se me han clavado,
tu
mano pesa sobre mí;
no
hay parte ilesa en mi carne
a
causa de tu furor,
no
tienen descanso mis huesos
a
causa de mis pecados;
mis
culpas sobrepasan mi cabeza,
son
un peso superior a mis fuerzas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, no me castigues con cólera.
Ant
2. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Salmo
37 II
Mis
llagas están podridas y supuran
por
causa de mi insensatez;
voy
encorvado y encogido,
todo
el día camino sombrío;
tengo
las espaldas ardiendo,
no
hay parte ilesa en mi carne;
estoy
agotado, deshecho del todo;
rujo
con más fuerza que un león.
Señor
mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no
se te ocultan mis gemidos;
siento
palpitar mi corazón,
me
abandonan las fuerzas,
y
me falta hasta la luz de los ojos.
Mis
amigos y compañeros se alejan de mí,
mis
parientes se quedan a distancia;
me
tienden lazos los que atentan contra mí,
los
que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo
el día murmuran traiciones.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Ant
3. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
Salmo
37 III
Pero
yo, como un sordo, no oigo;
como
un mudo, no abro la boca;
soy
como uno que no oye
y
no puede replicar.
En
ti, Señor, espero,
y
tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto
pido: que no se alegren por mi causa,
que,
cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque
yo estoy a punto de caer,
y
mi pena no se aparta de mí:
yo
confieso mi culpa,
me
aflige mi pecado.
Mis
enemigos mortales son poderosos,
son
muchos los que me aborrecen sin razón,
los
que me pagan males por bienes,
los
que me atacan cuando procuro el bien.
No
me abandones, Señor,
Dios
mío, no te quedes lejos;
ven
aprisa a socorrerme,
Señor
mío, mi salvación.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
V.
Mis ojos se consumen aguardando tu salvación.
R.
Y tu promesa de justicia.
PRIMERA
LECTURA
Del
segundo libro de los Reyes 3, 5-27
>ELISEO,
PROFETA DE LOS REYES DE DUDA E ISRAEL EN LA GUERRA CONTRA LOS MOABITAS
Cuando
murió Ajab, Mesá se rebeló contra Israel. Entonces, el rey Jorán salió de
Samaria, pasó revista a todo Israel y mandó este mensaje a Josafat de Judá:
«El
rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo a luchar contra
Moab?»
Josafat
respondió:
«Sí.
Tú y yo, tu ejército y el mío, tu caballería y la mía somos uno.»
Luego
preguntó:
«¿Por
qué camino subimos?»
Jorán
respondió:
«Por
el camino del páramo de Edom.»
Así
pues, los reyes de Israel, Judá y Edom emprendieron la marcha. Pero después de
un rodeo de siete días, se le acabó el agua al ejército y a las acémilas.
Entonces, el rey de Israel exclamó:
«¡El
Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab!»
Pero
Josafat preguntó:
«¿No
hay aquí algún profeta para consultar al Señor?» Uno de los oficiales del rey
de Israel respondió: «Aquí está Eliseo, hijo de Safat, el que vertía agua en
las manos de Elías.»
Josafat
comentó:
«¡La
palabra del Señor está con él!»
Entonces,
el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom bajaron a ver a Eliseo. Pero Eliseo
dijo al rey de Israel:
«¡Déjame
en paz! ¡Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre! »
El
rey de Israel repuso:
«Mira,
es que el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab.»
Eliseo
dijo entonces:
«¡Vive
el Señor de los ejércitos, a quien sirvo! Si no fuera en consideración a
Josafat de Judá, ni siquiera te miraría a la cara. Traedme, pues, un músico.»
Y,
mientras el músico tañía, vino sobre Eliseo la mano del Señor, y dijo:
«Así
dice el Señor: "Abrid zanjas en toda la vaguada." Porque así dice el
Señor: "No veréis viento, ni veréis lluvia, pero esta vaguada se llenará
de agua y beberéis vosotros, vuestros ejércitos y vuestras acémilas." Y,
por si esto fuera poco, el Señor os pondrá en las manos a Moab: conquistaréis
sus plazas fuertes, talaréis su mejor arbolado, cegaréis las fuentes y
llenaréis de piedras los mejores campos.»
En
efecto, a la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, vino una riada de la
parte de Edom, y se inundó de agua toda la zona. Mientras tanto, los moabitas,
sabiendo que los reyes iban a atacarlos, habían hecho una movilización general,
desde los que estaban en edad militar para arriba, y se habían apostado en la
frontera. Madrugaron. El sol reververaba sobre el agua, y al verla de lejos,
roja como la sangre, los moabitas exclamaron:
«
¡Es sangre! Los reyes se han acuchillado, se han matado unos a otros. ¡Al
saqueo, Moab! »
Pero
cuando llegaron al campamento israelita, Israel se levantó y derrotó a Moab,
que huyó ante ellos. Los israelitas penetraron en territorio de Moab y lo
devastaron: destruyeron las ciudades, cada uno tiró una piedra a los campos
mejores hasta llenarlos, cegaron las fuentes y talaron los árboles mejores,
hasta dejar solamente a Quir Jareset, a la que cercaron y atacaron los
honderos.
Cuando
el rey de Moab vio que llevaba las de perder, tomó consigo setecientos hombres
armados de espada para abrirse paso hacia el rey de Siria, pero no pudo.
Entonces, cogió a su hijo primogénito, el que debía sucederle en el trono, y lo
ofreció en holocausto sobre la muralla.
RESPONSORIO
Sir 48, 13. 15
R.
Eliseo recibió dos tercios del espíritu de Elías; vida no temió a ninguno. *
Nadie pudo sujetar su espíritu.
V.
En vida hizo maravillas y en muerte obras brocas.
R.
Nadie pudo sujetar su espíritu.
SEGUNDA
LECTURA
De
la Carta de santa Clara, virgen, a la santa Inés de Praga
(Escritos
de santa Clara, edición Ignacio Omaechevarría. Madrid 1970, pp. 339-341)
ATIENDE
A LA POBREZA, LA HUMILDAD Y LA CARIDAD DE CRISTO.
Dichoso,
en verdad, aquel a quien le es dado alimentarse en el sagrado banquete y unirse
en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las
multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva
fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo
ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya
visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial: él es
el brillo de la gloria eterna, un reflejo de la luz eterna, un espejo sin
mancha, el espejo que debes mirar cada día, oh reina, esposa de Jesucristo, y
observar en él reflejada tu faz, para que así te vistas y adornes por dentro y
por fuera con toda la variedad de flores de las diversas virtudes, que son las
que han de constituir tu vestido y tu adorno, como conviene a una hija y esposa
castísima del Rey supremo. En este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa
humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios,
vas recorriendo sus diversas partes.
Atiende
al principio de este espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto
en un pesebre y envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa
pobreza! El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es reclinado
en un pesebre. En el medio del espejo considera la humildad, al menos la
dichosa pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que sufrió por la
redención del género humano. Al final de este mismo espejo contempla la
inefable caridad por la que quiso sufrir en la cruz y morir en ella con la
clase de muerte más infamante. Este mismo espejo, clavado en la cruz, invitaba
a los que pasaban a estas consideraciones, diciendo: ¡Oh vosotros, todos los
que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor!
Respondamos nosotros, a sus clamores y gemidos, con una sola voz y un solo
espíritu: Mi alma lo recuerda y se derrite de tristeza dentro de mi. De este
modo, tu caridad arderá con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey
celestial.
Contemplando
además sus inefables delicias, sus riquezas y honores perpetuos, y suspirando
por el intenso deseo de tu corazón, proclamarás: «Arrástrame tras de ti, y
correremos atraídos por el aroma de tus perfumes, esposo celestial. Correré sin
desfallecer, hasta que me introduzcas en la sala del festín, hasta que tu mano
izquierda esté bajo mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente y me beses con
los besos deliciosos de tu boca.»
Contemplando
estas cosas, dígnate acordarte de ésta tu insignificante madre, y sabe que yo
tengo tu agradable recuerdo grabado de modo imborrable en mi corazón, ya que te
amo más que nadie.
RESPONSORIO
Sal 72, 26; Flp 3, 8. 9
R.
Se consumen mi corazón y mi carne * por Dios, mi herencia eterna.
V.
Lo perdí todo, con tal de ganar a Cristo y encontrarme unido a él.
R.
Por Dios, mi herencia eterna.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor,
Dios nuestro, que concediste a santa Clara un gran amor por la pobreza
evangélica, concédenos, por su intercesión, seguir a Cristo en la pobreza del
espíritu y llegar a contemplarte en tu glorioso reino. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si
Laudes no es la primera oración del día
se
sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Himno:
NADA POSEE CLARA.
Nada
posee clara,
nada
le pertenece;
como
lirio del huerto
libre
respira y crece.
Nada
coge en su mano,
nada
que aquí fenece;
pobre,
en la cruz se abraza
con
Cristo que padece.
Nada
de lo que fluye
su
párpado estremece;
Clara
mira y escucha
al
Verbo que acontece. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo
50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad;
por
tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava
del todo mi delito,
limpia
mi pecado.
Pues
yo reconozco mi culpa,
tengo
siempre presente mi pecado:
contra
ti, contra ti solo pequé,
cometí
la maldad que aborreces.
En
la sentencia tendrás razón,
en
el juicio brillará tu rectitud.
Mira,
que en la culpa nací,
pecador
me concibió mi madre.
Te
gusta un corazón sincero,
y
en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame
con el hisopo: quedaré limpio;
lávame:
quedaré más blanco que la nieve.
Hazme
oír el gozo y la alegría,
que
se alegren los huesos quebrantados.
Aparta
de mi pecado tu vista,
borra
en mí toda culpa.
¡Oh
Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firme;
no
me arrojes lejos de tu rostro,
no
me quites tu santo espíritu.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso:
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti.
Líbrame
de la sangre, ¡oh Dios,
Dios,
Salvador mío!,
y
cantará mi lengua tu justicia.
Señor,
me abrirás los labios,
y
mi boca proclamará tu alabanza.
Los
sacrificios no te satisfacen;
si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado:
un
corazón quebrantado y humillado
tú
no lo desprecias.
Señor,
por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye
las murallas de Jerusalén:
entonces
aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas
y holocaustos,
sobre
tu altar se inmolarán novillos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant
2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico:
JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor,
he oído tu fama,
me
ha impresionado tu obra!
En
medio de los años, realízala;
en
medio de los años, manifiéstala;
en
el terremoto acuérdate de la misericordia.
El
Señor viene de Temán;
el
Santo, del monte Farán:
su
resplandor eclipsa el cielo,
la
tierra se llena de su alabanza;
su
brillo es como el día,
su
mano destella velando su poder.
Sales
a salvar a tu pueblo,
a
salvar a tu ungido;
pisas
el mar con tus caballos,
revolviendo
las aguas del océano.
Lo
escuché y temblaron mis entrañas,
al
oírlo se estremecieron mis labios;
me
entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban
mis piernas al andar.
Tranquilo
espero el día de la angustia
que
sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque
la higuera no echa yemas
y
las viñas no tienen fruto,
aunque
el olivo olvida su aceituna
y
los campos no dan cosechas,
aunque
se acaban las ovejas del redil
y
no quedan vacas en el establo,
yo
exultaré con el Señor,
me
gloriaré en Dios mi salvador.
El
Señor soberano es mi fuerza,
él
me da piernas de gacela
y
me hace caminar por las alturas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant
3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo
147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica
al Señor, Jerusalén;
alaba
a tu Dios, Sión:
que
ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y
ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha
puesto paz en tus fronteras,
te
sacia con flor de harina.
Él
envía su mensaje a la tierra,
y
su palabra corre veloz;
manda
la nieve como lana,
esparce
la escarcha como ceniza;
hace
caer el hielo como migajas
y
con el frío congela las aguas;
envía
una orden, y se derriten;
sopla
su aliento, y corren.
Anuncia
su palabra a Jacob,
sus
decretos y mandatos a Israel;
con
ninguna nación obró así,
ni
les dio a conocer sus mandatos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA
BREVE Ct 8, 7
Las
aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien
quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría
despreciable.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
R.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro..
V.
Tu rostro buscaré, Señor.
R.
Buscad mi rostro..
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Oigo en mi corazón: buscad mi rostro..
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el
reino celestial.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el
reino celestial.
PRECES
Glorifiquemos
a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle, diciendo:
Jesús,
corona de las vírgenes, escúchanos.
Señor
Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
concédenos
que nada nos aparte de tu amor.
Tú
que coronaste a María como reina de las vírgenes,
por
su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.
Por
intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad,
consagradas a ti en cuerpo y alma,
ayúdanos,
Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor
eterno.
Señor
Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
concédenos
que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.
Por
intercesión de santa Clara, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
concédenos,
Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Con
sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
Dios nuestro, que concediste a santa Clara un gran amor por la pobreza
evangélica, concédenos, por su intercesión, seguir a Cristo en la pobreza del
espíritu y llegar a contemplarte en tu glorioso reino. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El
trabajo, Señor, de cada día
nos
sea por tu amor santificado,
convierte
su dolor en alegría
de
amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente
y larga es nuestra tarea
en
la noche oscura del amor que espera;
dulce
huésped del alma, al que flaquea
dale
tu luz, tu fuerza que aligera.
En
el alto gozoso del camino,
demos
gracias a Dios, que nos concede
la
esperanza sin fin del don divino;
todo
lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Que tu bondad me consuele según tu promesa.
Salmo
118, 73-80
Tus
manos me hicieron y me formaron:
instrúyeme
para que aprenda tus mandatos;
tus
fieles verán con alegría
que
he esperado en tu palabra;
reconozco,
Señor, que tus mandamientos son justos,
que
con razón me hiciste sufrir.
Que
tu bondad me consuele,
según
la promesa hecha a tu siervo;
cuando
me alcance tu compasión, viviré,
y
mis delicias serán tu voluntad;
que
se avergüencen los insolentes del daño que me hacen;
yo
meditaré tus decretos.
Vuelvan
a mí tus fieles
que
hacen caso de tus preceptos;
sea
mi corazón perfecto en tus leyes,
así
no quedaré avergonzado.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Que tu bondad me consuele según tu promesa.
Ant
2. Protégeme de mis enemigos, Dios mío.
Salmo
58, 2-6a. 10-11. 17-18: ORACIÓN PIDIENDO LA PROTECCIÓN DE DIOS ANTE LOS
ENEMIGOS
Líbrame
de mi enemigo, Dios mío;
protégeme
de mis agresores,
líbrame
de los malhechores,
sálvame
de los hombres sanguinarios.
Mira
que me están acechando,
y
me acosan los poderosos:
sin
que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin
culpa mía, avanzan para acometerme.
Despierta,
ven a mi encuentro, mira:
tú,
el Señor de los ejércitos,
el
Dios de Israel.
Estoy
velando contigo, fuerza mía,
porque
tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
Que
tu favor se adelante, ¡oh Dios!,
y
me haga ver la derrota del enemigo.
Pero
yo cantaré tu fuerza,
por
la mañana aclamaré tu misericordia;
porque
has sido mi alcázar
y
mi refugio en el peligro.
Y
tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque
tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Protégeme de mis enemigos, Dios mío.
Ant
3. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida.
Salmo
59 - ORACIÓN DESPUÉS DE UNA CALAMIDAD
¡Oh
Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas;
estabas
airado, pero restáuranos.
Has
sacudido y agrietado el país:
repara
sus grietas, que se desmorona.
Hiciste
sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole
a beber un vino de vértigo;
diste
a tus fieles la señal de desbandada,
haciéndolos
huir de los arcos.
Para
que se salven tus predilectos,
que
tu mano salvadora nos responda.
Dios
habló en su santuario:
«Triunfante
ocuparé Siquén,
parcelaré
el valle de Sucot;
mío
es Galaad, mío Manasés,
Efraím
es yelmo de mi cabeza,
Judá
es mi cetro;
Moab,
una jofaina para lavarme;
sobre
Edom echo mi sandalia,
sobre
Filistea canto victoria.»
Pero
¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién
me conducirá a Edom,
si
tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y
no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos
contra el enemigo,
que
la ayuda del hombre es inútil.
Con
Dios haremos proezas,
él
pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida.
LECTURA
BREVE Dt 1, 31b
Tu
Dios te ha llevado, como un hombre lleva a su hijo, mientras ha durado tu
camino.
V.
Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.
R.
Que no quede frustrada mi esperanza.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz
por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las
faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
EL PAN DE CADA DÍA
El
pan de cada día
dánoslo
hoy, Señor, a manos llenas;
convierte
en alegría
nuestras
labores buenas
y
acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas
de tedio largas
sin
la presencia buena de tus manos!
¡Ay,
las horas amargas
nos
vuelven inhumanos,
si
no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica
el momento
de
este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos
el aliento
de
tu presencia amiga
que
acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo
122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A
ti levanto mis ojos,
a
ti que habitas en el cielo.
Como
están los ojos de los esclavos
fijos
en las manos de sus señores,
como
están los ojos de la esclava
fijos
en las manos de su señora,
así
están nuestros ojos
en
el Señor, Dios nuestro,
esperando
su misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que
estamos saciados de desprecios;
nuestra
alma está saciada
del
sarcasmo de los satisfechos,
del
desprecio de los orgullosos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant
2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo
123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que
lo diga Israel-,
si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando
nos asaltaban los hombres,
nos
habrían tragado vivos:
tanto
ardía su ira contra nosotros.
Nos
habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito
el Señor, que no nos entregó
como
presa a sus dientes;
hemos
salvado la vida como un pájaro
de
la trampa del cazador:
la
trampa se rompió y escapamos.
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant
3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo
124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los
que confían en el Señor son como el monte Sión:
no
tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén
está rodeada de montañas,
y
el Señor rodea a su pueblo
ahora
y por siempre.
No
pesará el cetro de los malvados
sobre
el lote de los justos,
no
sea que los justos extiendan
su
mano a la maldad.
Señor,
concede bienes a los buenos,
a
los sinceros de corazón;
y
a los que se desvían por sendas tortuosas,
que
los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA
BREVE Ba 4, 28-29
Como
os inclinasteis a apartaros de Dios, así convertidos lo buscaréis diez veces
más, pues el que trajo sobre vosotros el castigo, os traerá con la redención la
eterna alegría.
V.
Del Señor viene la misericordia.
R.
Y la redención copiosa.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación
mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos
ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento
de todo lo que existe,
de
tu pueblo elegido eterna roca,
de
los tiempos Señor, que prometiste
dar
tu vigor al que con fe te invoca.
Mira
al hombre que es fiel y no te olvida,
tu
Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para
amarte y servirte en esta vida
y
gozarte después de santa muerte.
Jesús,
Hijo del Padre, ven aprisa
en
este atardecer que se avecina,
serena
claridad y dulce brisa
será
tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant
1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo
125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la
boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta
los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos.»
El
Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que
el Señor cambie nuestra suerte
como
los torrentes del Negueb.
Los
que sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al
ir, iban llorando,
llevando
la semilla;
al
volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant
2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo
126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si
el Señor no construye la casa,
en
vano se cansan los albañiles;
si
el Señor no guarda la ciudad,
en
vano vigilan los centinelas.
Es
inútil que madruguéis,
que
veléis hasta muy tarde,
los
que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios
lo da a sus amigos mientras duermen!
La
herencia que da el Señor son los hijos;
una
recompensa es el fruto de las entrañas:
son
saetas en mano de un guerrero
los
hijos de la juventud.
Dichoso
el hombre que llena
con
ellas su aljaba:
no
quedará derrotado cuando litigue
con
su adversario en la plaza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant
3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo
127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien;
tu
mujer, como una vid fecunda,
en
medio de tu casa;
tus
hijos, como renuevos de olivo,
alrededor
de tu mesa:
ésta
es la bendición del hombre
que
teme al Señor.
Que
el Señor te bendiga desde Sión,
que
veas la prosperidad de Jerusalén
todos
los días de tu vida;
que
veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz
a Israel!
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA
BREVE Sb 1, 13-15
Dios
no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo
creó para que subsistiera; las creaturas del mundo son saludables, no hay en
ellas veneno de muerte ni imperio del abismo sobre la tierra, porque la
justicia es inmortal.
V.
Arrancó el Señor mi alma de la muerte.
R.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor
Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido
el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y
concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V.
Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
CLARA, VIRGEN AMABLE.
Clara,
virgen amable,
esposa
enamorada,
dulce
nos es tu nombre,
muy
suave tu fragancia.
El
gozo de la cruz
danos,
benigna hermana;
danos
tu amor castísimo
y
la pobreza santa.
Gloria
al hijo doliente
en
la cruz levantada;
gloria
a Jesús excelso
en
la paz de la patria. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo
114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo
al Señor, porque escucha
mi
voz suplicante,
porque
inclina su oído hacia mí
el
día que lo invoco.
Me
envolvían redes de muerte,
me
alcanzaron los lazos del abismo,
caí
en tristeza y angustia.
Invoqué
el nombre del Señor:
«Señor,
salva mi vida.»
El
Señor es benigno y justo,
nuestro
Dios es compasivo;
el
Señor guarda a los sencillos:
estando
yo sin fuerzas me salvó.
Alma
mía, recobra tu calma,
que
el Señor fue bueno contigo:
arrancó
mi vida de la muerte,
mis
ojos de las lágrimas,
mis
pies de la caída.
Caminaré
en presencia del Señor
en
el país de la vida.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Ant
2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo
120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me viene del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant
3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico:
CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes
y maravillosas son tus obras,
Señor,
Dios omnipotente,
justos
y verdaderos tus caminos,
¡oh
Rey de los siglos!
¿Quién
no temerá, Señor,
y
glorificará tu nombre?
Porque
tú solo eres santo,
porque
vendrán todas las naciones
y
se postrarán en tu acatamiento,
porque
tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA
BREVE 1Co 7, 32. 34
El
célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo
mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor,
consagrándose a ellos en cuerpo y alma.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
R.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
V.
Van entrando en el palacio real.
R.
Las traen entre alegría.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te trae preparada.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te trae preparada.
PRECES
Alabemos
con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino
de Dios, y supliquémosle, diciendo:
Jesús,
rey de las vírgenes, escúchanos.
Señor
Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin
mancha ni arruga,
haz
que sea siempre santa e inmaculada.
Señor
Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas
encendidas,
no
permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las
vírgenes que se han consagrado a ti.
Señor
Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
concede
a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.
Tú
que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa Clara, virgen,
concédele
también gozar siempre de su valiosa intercesión.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Tú
que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
admite
también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.
Oremos
con Jesús, diciendo a nuestro Padre:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor,
Dios nuestro, que concediste a santa Clara un gran amor por la pobreza
evangélica, concédenos, por su intercesión, seguir a Cristo en la pobreza del
espíritu y llegar a contemplarte en tu glorioso reino. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando
la luz del sol es ya poniente,
gracias,
Señor, es nuestra melodía;
recibe,
como ofrenda, amablemente,
nuestro
dolor, trabajo y alegría.
Si
poco fue el amor en nuestro empeño
de
darle vida al día que fenece,
convierta
en realidad lo que fue un sueño
tu
gran amor que todo lo engrandece.
Tu
cruz, Señor, redime nuestra suerte
de
pecadora en justa, e ilumina
la
senda de la vida y de la muerte
del
hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús,
Hijo del Padre, cuando avanza
la
noche oscura sobre nuestro día,
concédenos
la paz y la esperanza
de
esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
Salmo
87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor,
Dios mío, de día te pido auxilio,
de
noche grito en tu presencia;
llegue
hasta ti mi súplica,
inclina
tu oído a mi clamor.
Porque
mi alma está colmada de desdichas,
y
mi vida está al borde del abismo;
ya
me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy
como un inválido.
Tengo
mi cama entre los muertos,
como
los caídos que yacen en el sepulcro,
de
los cuales ya no guardas memoria,
porque
fueron arrancados de tu mano.
Me
has colocado en lo hondo de la fosa,
en
las tinieblas del fondo;
tu
cólera pesa sobre mí,
me
echas encima todas tus olas.
Has
alejado de mí a mis conocidos,
me
has hecho repugnante para ellos:
encerrado,
no puedo salir,
y
los ojos se me nublan de pesar.
Todo
el día te estoy invocando,
tendiendo
las manos hacia ti.
¿Harás
tú maravillas por los muertos?
¿Se
alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se
anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o
tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se
conocen tus maravillas en la tiniebla
o
tu justicia en el país del olvido?
Pero
yo te pido auxilio,
por
la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por
qué, Señor, me rechazas
y
me escondes tu rostro?
Desde
niño fui desgraciado y enfermo,
me
doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó
sobre mí tu incendio,
tus
espantos me han consumido:
me
rodean como las aguas todo el día,
me
envuelven todos a una;
alejaste
de mí amigos y compañeros:
mi
compañía son las tinieblas.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
LECTURA
BREVE Jr 14, 9
Tú
estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.
RESPONSORIO
BREVE
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V.
Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.
Te encomiendo mi espíritu.
V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor,
Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que
reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos
también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios
te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida,
dulzura y esperanza nuestra,
Dios
te salve.
A
ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a
ti suspiramos , gimiendo y llorando
en
este valle de lágrimas.
Ea,
pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve
a nosotros tus ojos misericordiosos,
y
después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh
clemente, oh piadosa,
oh
dulce Virgen María!
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